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Estrategias alternativas frente a la globalización y al mercado: la experiencia socialista
Mario González Arencibia
 

PARTE I: ESTRATEGIAS ALTERNATIVAS FRENTE A LA GLOBALIZACIÓN

 

¿Empresas transnacionales: móviles de las alternativas de desarrollo?

 

La experiencia teórica y práctica de la mayoría de los países subdesarrollados indica que el capital extranjero, como tendencia ha contribuido a un acelerado proceso de transnacionalización de estas economías, el resultado ha sido potenciar la idea de su carácter desestabilizador. Por ello aquí planteamos, la pregunta  siguiente: ¿Empresas Transnacionales: móviles de las alternativas de desarrollo?.

Tentativamente se podrían plantear variados supuestos para responder a esta pregunta, el primero es, que es un error pensar que el Estado-nación se ha quedado desprovisto de poder negociador en el proceso de globalización y que solo son las transnacionales las que logran imponer sus intereses. Es cierto que el poder negociador de las transnacionales frente a los países más atrasados es muy desproporcionado; sin embargo, existen Estados-nación del mundo subdesarrollado que han sido capaces de articular con bastante éxito mecanismos de negociación frente a las transnacionales. La integración global en general está estimulada por fuerzas de mercado, pero el movimiento real del capital y la reconfiguración de la base productiva del mundo también dependen de manera crucial del resultado de transacciones políticas entre el capital transnacional y los gobiernos, negociaciones que la mayoría de las veces están divorciadas de las reglas del “libre comercio” y que tampoco pueden ser explicadas satisfactoriamente por la teoría de las ventajas comparativas. [1]

Un aspecto importante de la transformación global ha sido el establecimiento del llamado “régimen de acceso a mercados” (market access regime), el cual determina la existencia de patrones negociados de comercio y de inversión. Este sistema no ha surgido como consecuencia de una “planificación global” sino como resultado de las tendencias del mercado y de las estrategias de empresas transnacionales y gobiernos. En el actual sistema de producción global, caracterizado por un excedente crónico de capacidad productiva, existen disparidades que ejercen presiones sobre el capital transnacional en el sentido de tener que hacer concesiones a los países que pudieran ser eventuales compradores con tal de poder garantizar determinadas cuotas de mercado (market share).

En este ámbito los compradores tienen cierta ventaja negociadora que pueden ejercer para apropiarse de una parte de la base industrial y tecnológica de la producción global. Ello implica que determinados gobiernos hayan logrado ejercer lo que se ha denominado un “apalancamiento inverso de mercado” (market leverage in reverse), consistente en que le proporcionan a las transnacionales un acceso controlado a sus mercados a cambio de que estas trasladen capital y tecnología hacia ese país. Ese proceso no puede ser explicado por la teoría de las ventajas comparativas --que postula que el capital debería desplazarse hacia donde se produce mas eficientemente-- sino a partir de los intereses prácticos de las empresas transnacionales y de los gobiernos de las naciones que constituyen mercados importantes, aunque debe quedar claro que no todos los países están en condiciones de entrar en el proceso antes descrito.[2]

La experiencia indica en términos comparativos, que son los llamados “mercados calientes” (hot markets) –economías con altas tasas de crecimiento en las que el producto interno bruto puede duplicarse en menos de diez años[3]- los que normalmente llevan ventaja en ese proceso negociador, no solo porque representan mercados muy dinámicos sino también porque en esas economías tiende a existir un persistente desbalance a favor de la demanda que ejerce presión sobre los precios y que por tanto le garantiza al capital tasas de ganancia extraordinarias. Por consiguiente, son mercados en los que existen condiciones para atraer capital transnacional sin tener que acudir necesariamente a los “incentivos” tradicionales que otros países deben ofrecer.[4]

Existen otros factores que también actúan a favor de los países que tratan de apropiarse de segmentos de la base productiva y de la tecnología contemporánea. De una parte, la necesidad de las transnacionales de establecer mecanismos de contingencia para hacer frente a las condiciones de mercado y a sus competidores dispersando de manera flexible la base de la producción entre diversas regiones del mundo. Por otro lado, la necesidad de acelerar la recuperación de costos en industrias tecnológicamente avanzadas donde concurre una rápida obsolescencia de los productos, y un elevado costo del capital. El resultado es que ambos factores presionan considerablemente en el sentido de una dispersión de la producción y de la tecnología hacia áreas subdesarrolladas.

Desde la perspectiva de los gobiernos de algunos países subdesarrollados de lo que se trata no es simplemente de incrementar sus exportaciones y de tener acceso a capital y tecnologías. Esos Estados parten del criterio de que están asistiendo a una redefinición no solo de las estructuras productivas de sus países sino sobre todo a una modificación de la estructura de las industrias globales, de la cual, ellos no son meros espectadores sino agentes activos. Conciben estas transformaciones como una oportunidad para hacer transitar la economía de sus países a través de trayectorias de aprendizaje tecnológico, que les permitan participar en mejores condiciones en la distribución del valor creado en la economía mundial. Perciben además que esa es una oportunidad que no pueden materializar por sí solos sino utilizando las empresas transnacionales.[5]

Son estos aprendizajes del proceso de reestructuración global, los que impulsan a muchos gobiernos a hacer todo lo que esté a su alcance para participar en la dinámica de la globalización y acometer el cambio. Los retos que se derivan de tales experiencias consisten en que los gobiernos deberían comenzar desde posiciones negociadoras flexibles asimilando la base productiva correspondiente a actividades con alto uso de fuerza de trabajo poco calificada y barata, de manera que ello permita convertirse en fuente generadora de empleo.

Los requerimientos para una adecuada adaptación a la reestructuración global exigen que los gobiernos identifiquen y fomenten industrias claves, que les permita apropiarse de cuotas de la producción mundial en esas industrias, que sean capaces de avanzar progresivamente en el manejo de la tecnología de las mismas y que sean eficaces al establecer términos “duros” para el acceso controlado de las transnacionales a sus mercados nacionales.


 

[1] Las ideas sobre el poder que pueden ejercer los gobiernos frente al poder transnacional han sido discutidas previamente con Pedro Monreal quien realiza un excelente análisis a partir de los siguientes autores. Wilson, Ernest J., “Development of National Information and Communications Services. A Comparison of Malaysia and South Africa”, Journal of Developing Societies, Vol. XV No. 1, April 1999; Patterson, Rubin y James Bozeman, “Comparativist Study of State Promotion of Science and Technology. Cases: Bostwana and Singapore”, Journal of Developing Societies, Vol. XV No. 1, April 1999;  Applebaum, Richard y Jeffrey Henderson (compiladores), States and Development in the Asian Pacific Rim, Sage, Newbury Park, 1992; Schein, Edgar, Strategic Pragmatism.: The Culture of Singapore´s Economic Development Board, MIT Press, cambridge, 1996; y Yip, George, Asian Advantage: Key Strategies for Winning in the Asia Pacific Region, Addison- Wesley, Reading MA, 1998. Citado por Pedro Monreal González. Cuba ´s Economic Reforms in the 90s: Ready for One World? Carlenton University- Universidad de La Habana. An International Symposium: The Economy: Problems Policies, Perpectives, September 28-30 1999. Pp. 4-10

[2] Ver: Pedro Monreal González Obras citadas.  El caso frecuentemente citado del traslado de parte de la actividad de la industria aeronáutica a la República Popular de China por parte de transnacionales como Boeing es probablemente uno de los más conocidos, pero no el único, entre los aspectos de la reestructuración económica global que no pueden ser explicados por la teoría de las ventajas comparativas sino a partir de acuerdos negociados de acceso a mercados.

[3] Generalmente se trata de países con crecimientos económicos que oscilan alrededor del 10 porciento anual, es decir, que serían capaces de duplicar su producto interno en solo siete años.

[4] A pesar de ello, muchos de estos países otorgan adicionalmente concesiones al capital transnacional en cuanto a impuestos, aranceles y controles de capital.

[5] Ver Greider, William, citado por Pedro Monreal González Ibidem.


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