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¿Por qué los ricos son más ricos en los países pobres?


José María Franquet Bernis

 

 

La última ronda de negociaciones comerciales internacionales

 

Como organización internacional, la OMC tiene tres objetivos principales:

·        Ayudar a que las corrientes comerciales circulen con la máxima libertad posible.

·        Alcanzar gradualmente una mayor liberalización de los intercambios.

·        Establecer un mecanismo imparcial de solución de las diferencias que se puedan presentar.

Dentro de la OMC, la Conferencia Ministerial constituye el órgano más importante de la estructura rectora. Es en la Conferencia Ministerial donde se adoptan las decisiones de mayor calado político y donde se puede decidir sobre cualquiera de los asuntos que afecten los Acuerdos Comerciales Multilaterales de la OMC (como es el caso, por ejemplo, del Acuerdo de Agricultura).

La Conferencia se debe reunir, por lo menos, una vez cada dos años y, desde la creación de la OMC, lo ha hecho cuatro veces hasta la fecha, a saber:

·        Singapur: 9-13 de diciembre de 1996.

·        Ginebra: 18-20 de mayo de 1998.

·        Seattle: 30 de noviembre al 3 de diciembre de 1999.

·        Doha: 9-14 de noviembre de 2001.

En la IV Reunión Ministerial de la Organización Mundial de Comercio (OMC), que tuvo lugar en Doha, capital de Qatar, del 9 al 14 de noviembre de 2001, se produjeron dos acontecimientos ciertamente importantes: la admisión de dos nuevos miembros a la Organización, China y Taiwan, a partir del 1 de enero de 2002, y el logro del consenso de sus 142 países miembros para iniciar una nueva ronda de negociaciones comerciales multilaterales (la última fue la llamada Ronda Uruguay del GATT), la primera que tendrá lugar bajo los auspicios de la OMC, creada en 1995, con el objetivo ya explicado de liberalizar aún más el comercio mundial.

Con relación a la admisión de estos dos nuevos países, se cierra un periodo de largas negociaciones, que en el caso de China ha durado 15 años. Ambos tienen una participación importante en el comercio internacional que será potenciada en años venideros con la nueva apertura de sus mercados a la competencia internacional, tanto de mercancías como de servicios.

En cuanto a la nueva ronda de negociaciones comerciales internacionales, el consenso para iniciarla no ha sido fácil. Ya hubo un intento fallido y sonoro en la III Conferencia Ministerial de la OMC celebrada en Seattle, hace dos años. Desde entonces, se ha trabajado intensamente para eliminar las diferencias que impedían un acuerdo sobre los temas a incluir en las negociaciones y sobre el alcance que se esperaba de ellas. A pesar de ese trabajo previo, fueron necesarios, además, seis días de intensas negociaciones para, finalmente, lograr la convocatoria formal de negociaciones. A partir de ahora, empieza a contar el reloj y se inicia un periodo de tres años durante los cuales los países deberán negociar y lograr acuerdos en todos los capítulos pactados.

Cabría preguntarse, a la postre, ¿por qué ha sido tan difícil convocar esta nueva ronda?. Para contestar a esta pregunta, debemos analizar primero las razones que llevaron a la propuesta de convocarla y, en segundo lugar, los problemas surgidos para lograr pactar su contenido.

La convocatoria de una nueva ronda se justifica por varios motivos. En primer lugar, en algunos de los acuerdos de la OMC estaba ya estipulado que se iniciarían nuevas negociaciones en el año 2000. Ello era así para el comercio agrícola, el comercio de servicios y también debía revisarse el funcionamiento del Acuerdo sobre Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio (ADPIC). Por lo tanto, se abría un periodo de negociaciones separadas sobre dos importantes componentes del comercio internacional: la agricultura y los servicios, cuyos pesos específicos en el comercio mundial, en el año 2000, eran del 7,3% y del 18,8%, respectivamente. Ambos sectores contribuyen, además, a los dos tercios de la producción mundial y emplean un porcentaje similar de la población activa. Por otro lado, se procedía a una revisión importante de un acuerdo complejo como el ADPIC.

En segundo lugar, debía concretarse si se iniciaban negociaciones sobre los temas de futuro de la OMC, a saber: el comercio y el medio ambiente, las normas sobre inversiones internacionales y las normas sobre la competencia.

Todos estos temas han sido y son objeto de estudio dentro de la Organización con el fin de determinar si la OMC deberá regularlos, sobre la base de sus vínculos y sus repercusiones en el comercio internacional y, en caso afirmativo, cuál sería el alcance de dicha regulación.

En tercer lugar, había que continuar con la labor iniciada con el GATT desde 1948 y proseguir con las consabidas reducciones arancelarias que gravan las transacciones comerciales y, de este modo, supuestamente, favorecer la expansión de la economía internacional. Existía, por lo tanto, una base suficiente de temas para negociar y, además, como la historia de las relaciones comerciales internacionales corrobora, la inclusión de todos los temas anteriormente detallados en una nueva ronda negociadora debía permitir maximizar los posibles resultados de las negociaciones. Ello es así porque los intereses de los países en las negociaciones comerciales no son totalmente coincidentes y es necesario, en aras de lograr un acuerdo provechoso, que las demandas de todos ellos estén presentes y que el resultado o consenso final pueda ser equilibrado. Por todo ello, los países consideraron que había llegado el momento de iniciar un nuevo periodo de negociaciones multilaterales y con ese objetivo se negoció en Seattle en el año 1999.

También hubo serias discrepancias sobre el alcance de las negociaciones entre los propios países desarrollados. Así, mientras Estados Unidos defendía, sin claras contrapartidas, una agenda limitada a la agricultura, los servicios, estándares laborales, normas medioambientales y el comercio electrónico, la Unión Europea, con el apoyo de Japón, defendía la inclusión de las inversiones y normas de la competencia y pretendía emprender negociaciones agrícolas con compromisos limitados. Todas estas discrepancias dieron, como resultado, que la III Conferencia Ministerial fracasase en su cometido y que la convocatoria de una nueva ronda de negociaciones multilaterales quedara finalmente aplazada [1], aunque se espera la próxima Conferencia Ministerial para el otoño del 2003.

 


 


[1] Vide el Informe mensual (diciembre de 2001) del Servicio de Estudios de “la Caixa”, citado en la bibliografía.


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Web eumed.net

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