LOS LENGUAJES DE LA ECONOMÍA

Un recorrido por los marcos conceptuales de la Economía.

PARTE TERCERA: LOS MARCOS CONCEPTUALES DE LA ECONOMÍA.

CAPÍTULO 9.- LA IMPORTANCIA DE LA DEMANDA Y DEL CORTO PLAZO ECONÓMICO: JOHN MAYNARD KEYNES.

Categorías keynesianas (1): expectativas, eficiencia marginal del capital y fluctuaciones

Keynes introduce en el segundo libro de la Teoría General un conjunto de nuevas categorías analíticas que conviene tener presente y entre las cuales cabe destacar, además del principio de la demanda efectiva, las expectativas, la propensión a consumir y la eficiencia marginal del capital. respecto a las expectativas, como ya veíamos en Menger, la producción está destinada a satisfacer el consumo y además exige tiempo. El empresario tiene que anticiparse a las demandas futuras del consumidor. “..., el empresario ... tiene que hacer las mejores previsiones que estén a su alcance sobre lo que los consumidores podrán pagarle cuando esté listo para abastecerlos ... después que haya pasado un período, que puede ser largo; y no le queda más remedio que guiarse por estas expectativas si es que desea producir algo por medio de procesos que llevan tiempo.” (Keynes, 1936).

Para Keynes, estas expectativas de las que dependen las decisiones de negocios son de dos tipos: a corto plazo y relacionadas con el precio que un manufacturero puede esperar obtener de su producción terminada en el momento que se compromete a empezar el proceso que la producirá; y a largo plazo y relacionada con lo que el empresario puede esperar ganar en forma de rendimiento futuro, en el caso que compre producción terminada como adición a su equipo productor. “El volumen de ocupación que las empresas individuales ofrezcan será consecuencia de todo este conjunto de previsiones.” Pero dada, la existencia de fricciones, un cambio en las expectativas -sean a corto o a largo plazo- no producirá inmediatos efectos sobre la ocupación.

“Así, los cambios en las previsiones pueden llevar a un crecimiento gradual en el nivel de ocupación hasta llegar a la cúspide, para después descender al nivel correspondiente al nuevo periodo largo. Lo mismo puede suceder si el nuevo nivel es igual al anterior, siempre que la modificación comporte un cambio en la dirección de la demanda que haga anticuados ciertos procesos existentes y sus equipos. Igualmente, si la nueva ocupación a largo plazo es menor que la inicial, el nivel de ocupación durante la transición puede descender durante cierto tiempo por debajo del que se alcanzará. Por eso, al desarrollarse un simple cambio en las previsiones, es capaz de producir una oscilación de la misma clase y perfiles que un movimiento cíclico.” (Keynes, 1936).

Tenemos aquí una explicación del ciclo económico. Pero ello exige un predominio de las expectativas a corto plazo. Pues el nivel de ocupación depende, en todo tiempo y en cierto sentido, no sólo del estado actual de las expectativas sino de las que existieron durante un determinado período anterior. Sin embargo, las expectativas pasadas que todavía no se han desarrollado están incorporadas en el equipo actual de producción, con referencia al cual el empresario tiene que tomar sus decisiones presentes, y sólo influyen sobre éstas en la medida en que están incorporadas en la forma que se ha dicho. Por tanto, se deduce de esto, a pesar de lo anterior, que la ocupación presente puede explicarse correctamente diciendo que está determinada por las expectativas de hoy, consideradas juntamente con el equipo productor actual (Keynes, 1936).

Sin embargo, para obtener a partir de las expectativas una explicación del ciclo económico es necesario dilucidar la relación entre las de corto plazo y las de largo plazo. Para Keynes, “Rara vez pueden evitarse las referencias expresas a las expectativas corrientes a largo plazo; pero frecuentemente será inocuo omitir las de corto plazo, en vista de que, en la práctica, el proceso de revisión de las expectativas de corto plazo es continuo y gradual y se realiza en su mayor parte teniendo a la vista los resultados obtenidos; ... Pero, la influencia de cada tipo de expectativa difiere según el tipo de bien. “..., no debemos olvidar que, en el caso de los artículos durables [como son los bienes de capital], las expectativas a corto plazo del productor se basan en las expectativas corrientes a largo plazo del inversionista y que es propio de la naturaleza de las previsiones a largo plazo el que no pueden ser revisadas a intervalos cortos a la luz de los resultados obtenidos.” (Keynes, 1936).

El estado de expectativas a largo plazo depende, no sólo de los pronósticos más probables que podamos realizar, sino también de la confianza con que hagamos la previsión -de qué magnitud estimamos la probabilidad de que nuestro mejor pronóstico sea por completo equivocado-. El estado de la confianza tiene importancia porque es uno de los principales entre los factores que determinan la eficiencia marginal del capital, que es igual que la curva de demanda de inversión.

“Es importante entender la dependencia que hay entre la eficiencia marginal de un volumen determinado de capital y los cambios en la expectativa porque es principalmente esta dependencia la que hace a la eficiencia marginal del capital quedar sujeta a ciertas fluctuaciones violentas que son la explicación del ciclo económico.” (Keynes, 1936).

Keynes define la eficiencia marginal del capital como la relación entre el rendimiento probable que se espera de un bien de capital y su precio de oferta o reposición, es decir, la que hay entre el rendimiento probable de una unidad más de capital y el costo de producirla. Se define en función de la expectativa del redimiendo probable y del precio de oferta corriente del bien de capital. Depende de la tasa de rendimiento que se espera obtener del dinero si se invirtiera en un bien recién producido.

Resulta evidente que la tasa real de inversión corriente sería empujada hasta aquel punto de la curva de demanda de inversión en que la eficiencia marginal del capital en general sea igual a la tasa de interés de mercado. Se deduce, pues, que el incentivo para invertir depende en parte de la curva de demanda de inversión y en parte de la tasa de interés. No obstante, aceptando Keynes que la demanda de inversión es elástica al tipo de interés, cree que esa elasticidad, aunque grande, no es decisiva.

“La curva de la eficiencia marginal del capital es de fundamental importancia porque la expectativa del futuro influye sobre el presente principalmente a través de este factor (mucho más que a través de la tasa de interés). El error de considerar la eficiencia marginal del capital principalmente en términos de rendimientos corrientes del equipo de producción, lo cual sólo sería correcto en una situación estática en que no hubiera cambios futuros que influyeran sobre el presente, ha dado por resultado la rotura del eslabón teórico entre el presente y el futuro. La tasa de interés misma es, virtualmente, un fenómeno corriente; y si reducimos la eficiencia marginal del capital al mismo status, nos cerramos la posibilidad de tomar en cuenta de una manera directa la influencia del futuro en nuestro análisis del equilibrio existente.” (Keynes, 1936).

Keynes insiste reiteradamente en que, al tratar de la importancia de la eficiencia marginal del capital, no debe incurrirse en el error de confundir el rendimiento probable del capital con su rendimiento corriente. Esto puede mostrarse señalando el efecto que tiene la expectativa de modificación del valor, que en el caso del dinero permite, además, presentar el argumento que relativiza la importancia del tipo de interés en la demanda de inversión. La expectativa de una caída en el valor del dinero alienta la inversión y, en consecuencia, el empleo en general, porque eleva la curva de la eficiencia marginal del capital, es decir, la curva de la demanda de inversiones; y la expectativa de un alza en el valor del dinero es deprimente, porque hace bajar la curva de la eficiencia marginal del capital.

Según Keynes, el error que se comete generalmente, está en suponer que los cambios probables en el valor del dinero reaccionan directamente sobre la tasa de interés, en vez de hacerlo sobre la eficiencia marginal de un volumen dado de capital.

“Los precios en los bienes existentes siempre se ajustarán por sí mismos a los cambios en las previsiones concernientes al valor probable del dinero. La importancia de tales cambios en las expectativas reside en sus efectos sobre el deseo de producir nuevos bienes, a través de su reacción sobre la eficiencia marginal del capital. El efecto estimulante de la expectativa de precios mayores no se debe a que eleven la tasa de interés (lo que sería un medio paradójico de estimular la producción -en la medida que la tasa de interés sube, el incentivo queda neutralizado en la misma extensión-), sino a que eleva la eficiencia marginal de un volumen dado de capital.” (Keynes, 1936).

Según Vicarelli (1977), una peculiaridad de la noción keynesiana de eficiencia marginal del capital, debida al nexo que instaura entre presente y futuro a través de las expectativas, es la de captar los efectos que variaciones esperadas de los precios determinan sobre las inversiones corrientes. Expectativas de disminución (o de aumento) del valor del dinero causan, a través del efecto sobre las rentas netas esperadas, aumentos (o disminuciones) del valor de la eficiencia marginal del capital y, por tanto, a paridad de tipo de interés, de la demanda de inversión. El nexo entre inflación (o deflación) esperada y nivel presente de actividad económica, está detrás del análisis de la relación, propuesta por Fisher (1930), entre el tipo de interés nominal y tipo de interés real. Pero tal análisis no logra aclarar de modo satisfactorio la influencia que las variaciones del nivel de los precios futuros ejercen sobre el nivel de actividad presente. Para que las expectativas de inflación puedan manifestarse sobre las opciones presentes de inversión en nuevos bienes de capital, en vez de agotarse en un proceso de ajuste de cartera que reequilibre el tipo nominal, corregido por la tasa de inflación, al tipo real, es necesario que incidan directamente sobre la conveniencia de invertir; y esto sucede en el análisis basado en la eficiencia marginal del capital.

“La razón de que el futuro económico esté ligado con el presente se encuentra en la existencia de equipo duradero. Por tanto, el hecho de que la expectativa de futuro afecte el presente a través del precio de demanda del equipo duradero, concuerda y se conforma a nuestros principios generales de pensamiento.” (Keynes, 1936).

Ésta es la razón que hace de la demanda de inversión el componente más volátil y dinámico y principal responsable inmediato de las fluctuaciones de la demanda, la actividad y la ocupación.

El comportamiento de los otros dos componentes de la demanda en una economía cerrada es, comparativamente, distinto y, sobre todo, para Keynes, no está afectado por la expectativa sobre el futuro. El gasto público es un componente exógeno sometido, en principio, a los criterios de la política fiscal y presupuestaria del gobierno. El consumo privado constituye el eje de la teoría de la demanda efectiva que señala el carácter equilibrador de los movimientos de la producción y la renta agregadas reales.

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