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Laissez faire, laissez passer
Jean Claude Marie Vincent de Gournay nació en 1712 en una de las propiedades que su rica familia mantenía en Paris y llegó a ser uno de los comerciantes más adinerados en la etapa previa a la revolución francesa. En 1751 fue nombrado Intendente de Comercio por el penúltimo rey de Francia, Luis XV, cargo con el que intentó derogar bajo la consigna del laissez passer- todas las normas que en ese entonces limitaban las actividades comerciales. Ante la reticencia de la monarquía a dejar pasar por la aduana francesa libremente y sin impuestos los bienes comprados en otros países, Gournay buscó apoyo en la naciente clase industrial cuyas actividades también estaban subordinadas al criterio monárquico sobre las industrias que se podían dejar hacer dentro de territorio francés. Así, la consigna se amplió al laissez faire, laissez passer que perdura hasta nuestros días.
En Latinoamérica la consigna ha sido atribuida a Smith, tanto por algunos de los que se consideran sus partidarios como por los que se consideran sus adversarios. Ambos grupos aseguran que la frase dejar hacer, dejar pasar demuestra que él -el fundador de la ciencia económica- era radicalmente contrario a cualquier regulación por parte del Estado. Pero en ese punto termina la coincidencia entre esos dos grupos que allí toman distintos caminos para arribar a dos conclusiones frontalmente opuestas: mientras sus partidarios afirman que el laissez faire de Smith conduce a una sociedad autorregulada; sus adversarios concluyen que el laissez passer de Smith genera un Estado caótico y un terrorismo económico.
Ventajosamente ninguno de los dos grupos tiene razón. En ninguna de las páginas de La riqueza de las naciones -o de la Teoría de los sentimientos morales, su otra gran obra- Smith menciona, transcribe, convoca o hace algún tipo de deferencia a la consigna del laissez faire, laissez passer; consigna que, además, coexistía con el entorno de la doctrina mercantilista, a la cual fue precisamente Smith quien combatió y sepultó.