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Luces
Para América Latina muchas luces podrían irradiar desde el profundo pensamiento de Adam Smith, quien -ya lo vimos- demuestra que la riqueza de una nación se nutre desde tres fuentes: la primera fuente es aquella que resulta al agregar el producto rudo del campo, más la producción manufacturada, más la utilidad del comercio y de las negociaciones del hombre; la segunda, la que nace de las rentas y ganancias de los fondos con relación a la estabilidad del signo monetario o a su decadencia; y, la tercera, aquella que germina con la equitativa distribución de los fondos entre los gastos del Soberano, la obra pública y el trabajo del hombre.
Esas tres fuentes irradian luz por cuanto cada una de ellas en su turno- constituyen el respectivo antídoto para curar cada una de las tres enfermedades más visibles que tiene el subdesarrollo de América Latina: la primera, su creciente nivel de desempleo; la segunda, su intenso grado de inestabilidad y dependencia financiera; y, la tercera, su aguda, inhumana e ineficiente concentración de la riqueza.
Curarlas es el objetivo de la economía democrática, la cual aspiramos definir en estas últimas páginas.