Gerencia pública y economía informal  

 

Alexei Guerra Sotillo

CAPITULO II

MARCO TEÓRICO

Criterios de definición de las micro y PYMES

Con relación a algunos datos estadísticos del ámbito latinoamericano, en el caso particular de México, el universo de empresas consideradas micro, pequeñas y medianas representa más de 95% del total de las unidades económicas establecidas y contribuye con más del 50% del empleo.

En alusión a la República Argentina, para 1998 se estimaba que de la estructura total de la ocupación o el empleo, las microempresas (empleadores y asalariados) representaban el 18,8%, y junto a las unidades de producción familiar, con un peso del 16%, ambos sectores representaban el 35% de la ocupación total de ese país.

En Venezuela, según estudios y criterios aportados por el Instituto de Estudios Superiores de Administración (IESA), una microempresa tiene menos de 5 trabajadores, una pequeña entre 5 y 20, una mediana entre 21 y 100 trabajadores y una grande tiene más de 100. Para 1997, de acuerdo al IESA, había alrededor de 211.000 empresas, 78% de las cuales eran microempresas, 14% pequeñas y el resto medianas o grandes, lo cual arroja una proporción, al sumar las micro y las pequeñas empresas, de 92%, evidenciando el peso considerable de este tipo de organizaciones en la economía venezolana.

El IESA empleó como criterio de cuantificación cifras del Ministerio de Hacienda (hoy Ministerio de Finanzas), con base en datos del Instituto Venezolano de los Seguros Sociales (IVSS), es decir, empresas que cotizan ante este instituto. No obstante, la evasión o no inscripción en el Seguro Social, en el caso de aquellas empresas informales, explicarían la diferencia entre la cifra de empresas aportada por el IESA, y las estimaciones de Francés (1999) y del trabajo del Observatorio PYME (2001), que plantean la existencia en Venezuela de cerca de 500.000 empresas. Sin embargo, vale reseñar que como producto de la crisis económica, con todo lo contradictorio de las cifras estadísticas, para mediados del año siguiente se anunció que del total de 16.229 que existían en el sector industrial, solamente estaban operando 7.957, es decir, aproximadamente el 50% se ha declarado en quiebra o ha cambiado de ramo de actividad.

Fedeindustria, gremio que agrupa a las pequeñas y medianas empresas industriales, estima que éstas organizaciones aportan alrededor del 15% del PIB, cifra que pudiera aumentar si se considera no sólo a las PYMES industriales sino a las comerciales, que representan la mayoría.

La falta de uniformidad al momento de categorizar a una organización como PYME, queda igualmente reflejada en el decreto presidencial Nº 963, del 27 de agosto de 2000 (Gaceta Oficial de la República Bolivariana de Venezuela, 12-09-2000), de exoneración de impuesto sobre la renta a la PYME, en el cual se establece, en su artículo 2, que “se entenderá por PYME manufacturera aquella empresa cuya nómina no supere a los ciento cincuenta (150) trabajadores y cuyos ingresos brutos anuales sean inferiores a cien mil unidades tributarias (100.000 U.T), y por PYME comercial o de servicios aquella empresa cuya nómina sea inferior a cincuenta (50) trabajadores y cuyos ingresos brutos anuales sean inferiores a cien mil unidades tributarias (100.000 U.T.).”

Pese a establecer límites superiores en cuanto al número de trabajadores, los parámetros de ingresos también contrastan, junto al número de empleados, con la realidad de crisis, cierres, quiebras y semi-parálisis de muchas empresas en la actualidad.

En relación a los vínculos de lo informal con otras realidades, Quijano (1998) establece una analogía entre la aparición del concepto de “marginalidad”, y la noción de “informalidad”, aparte de alertar sobre las contradicciones teóricas y debilidad científica de una cierta visión de lo informal, en el sentido de que “todo lo que exista u opere al margen de las normas `formales´ del Estado, es `informal, y es `informal´ porque existe fuera de las normas formales del Estado, es decir, el término `informalidad´ no ha dejado de ser un membrete empírico, dentro de un razonamiento tautológico”.

El referido autor, además de afirmar la debilidad o inadecuación formal del término “microempresa” en su conexión con lo informal, sugiere la categoría de “polo marginal” como

El conjunto de ocupaciones o actividades establecidas en torno al uso de recursos residuales de producción; que se estructuran como relaciones sociales de modo precario e inestable; que generan ingresos reducidos, inestables y de incompleta configuración respecto del “salario” o de la “ganancia”; que producen bienes y/o servicios para un mercado constituido por la propia población de trabajadores marginalizados (en síntesis) (...) un conjunto de actividades económicas, una red de roles y relaciones sociales, un nivel de recursos y productividad, una relación y un lugar dentro del poder capitalista, no un mundo aparte de él ni un “sector” frente a otro.

Es conveniente, ante la variedad de enfoques y visiones sobre el área objeto de estudio, aportar algunas comentarios preliminares que permitan dejar claramente establecidos la visión del autor del presente trabajo sobre el fenómeno bajo revisión, y sobre los esquemas conceptuales que servirán de referencia epistemológica al desarrollo de la investigación.

 

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