Propuesta: Las diferencias entre la actividad de un trabajador y la de un empresario son cuantitativas, no cualitativas.
En realidad todo trabajador, aunque se le llame y considere "trabajador manual" es contratado y retribuido por la información que tiene acumulada en su mente y no por la capacidad de mover sus manos. Ningún empresario contrataría a Mowgly o a un australopiteco ya que, aunque puedan realizar los mismos movimientos que un hombre normal, la ausencia de información y conocimientos no permite que produzcan más que una gacela o un león, es decir, lo justo para su supervivencia. Y eso, además, suponiendo que se les sitúe en el medio ambiente adecuado.
Todo trabajador es contratado y retribuido por la información que tiene acumulada en su mente, por su saber, y por su capacidad para reelaborar, reproducir y transmitir información. Todo puesto de trabajo exige del que lo ocupe el ejercicio de su capacidad de iniciativa y planificación.
Las técnicas modernas de gestión de empresas -la "programación por objetivos", los sistemas de calidad, el concepto de capital intelectual y otras- están basadas precisamente en reconocer, estimular y aprovechar la capacidad de los trabajadores de pensar, planificar su propio trabajo y sugerir innovaciones y mejoras. La empresa moderna es vista cada vez más como una labor de equipo, en la que todos los miembros tienen que actuar como empresarios-planificadores en un área determinada aunque, ciertamente, hay división del trabajo y especialización. Se puede distinguir en cualquier empresa quienes son los comunicadores, los planificadores o los técnicos pero de hecho todos hacen de todo.
Cualquier diferencia entre trabajadores y empresarios son por tanto diferencias cuantitativas, la cantidad de tiempo que dedica a cada tipo de tarea, e institucionales, las asociaciones a que pertenecen o la forma en que negocian sus retribuciones.
Tampoco hay diferencia en el hecho de que los empresarios aporten capital y tecnología y los trabajadores no. Los trabajadores también aportan capital, es decir, instrumentos con tecnología incorporada y necesarios para el proceso productivo. Vestido, calzado, reloj y cualquier otro bien personal que es utilizado por el trabajador en el proceso productivo, es imprescindible para el proceso productivo y debe por tanto ser considerado capital que aporta a la empresa. El alimento que ingiere e incluso los gastos que realiza en diversión y ocio son también recursos necesarios para el mantenimiento del proceso productivo por lo que deberían ser considerados bienes intermedios. En la práctica actual de muchas empresas se está reconociendo de forma implícita este hecho cuando se requiere a los trabajadores que van a ser contratados que dispongan de vehículo propio o, más recientemente, que dispongan de ordenador propio y conexión a Internet.
No hay por tanto diferencia en la actividad económica de empresarios y trabajadores aunque sí la hay en el sistema de retribuciones e incentivos, en los derechos que tienen y en la forma que adquieren esos derechos.
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