Propuesta: Llamaremos comunicadores a los individuos especializados en transmitir conocimiento. Llamaremos planificadores a los individuos especializados en diseñar logística. Llamaremos técnicos a los individuos especializados en incorporar tecnología a instrumentos.
Todos los seres humanos saben elaborar y transmitir conocimientos, transformar objetos incorporándoles tecnología y planificar una ordenación logística. Sin embargo es frecuente que cada individuo se especialice en alguna de esas formas de producir información. La transmisión de conocimiento es la principal actividad de algunos profesionales tales como profesores, sacerdotes, cómicos, periodistas, contables y otros. La logística es planificada por directores de empresa, técnicos de la administración pública y políticos. La tecnología es incorporada a productos por artesanos, agricultores o albañiles. Pero en realidad todas las actividades humanas, todos los trabajos, requieren del sujeto que las realiza la producción de los tres tipos de informaciones. El albañil, por ejemplo, para poder elevar una pared, tendrá no sólo que manipular los ladrillos y el cemento, sino que también tendrá que planificar su actividad y transmitir información codificada a sus compañeros.
Las afirmaciones hechas en el párrafo anterior, que pueden parecer una perogrullada trivial, son muy diferentes y están en contradicción con los conceptos básicos y análisis de las teorías económicas usuales hoy. Adam Smith, Karl Marx y la mayoría de los teóricos de la economía han descrito un concepto de trabajador-proletario como robot programable para realizar una serie de movimientos predeterminados en un tiempo fijo. La interpretación de Adam Smith sobre la división del trabajo, la especialización, y su ejemplo de la manufactura de alfileres lo deja muy claro. El taylorismo y las técnicas de management de empresas basadas en el control de tiempos y movimientos suponen la culminación de este concepto de trabajador autómata al que no se reconoce ni se le exige capacidad comunicadora o capacidad planificadora. Al fin y al cabo la única diferencia entre la actividad de los leones, las gacelas o Mowgly y la de este modelo de trabajador es que los animales, incluyendo a Mowgly, han sido programados por sus genes mientras que la actividad del trabajador-proletario ha sido programada por el empresario-burgués-capitalista. Es lógico, por tanto, que este concepto del trabajo haya conducido a la ley de hierro de los salarios y a afirmar que las leyes del libre mercado asignarán al trabajador lo mismo que a los animales, es decir, estrictamente lo necesario para su supervivencia.
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