M�nica Dom�nguez Serrano
RESUMEN En la presente ponencia tenemos un doble objetivo. De una parte, se
trata de hacer una reflexi�n sobre los conceptos de pobreza y exclusi�n, sus
similitudes y diferencias, su alcance y su evoluci�n. De otra, se pretende hacer
una breve referencia al caso de Andaluc�a tambi�n desde una doble perspectiva:
se presenta de forma resumida la coyuntura de la regi�n espa�ola en relaci�n a
las principales variables relacionadas con la pobreza y exclusi�n y, junto a lo
anterior, se realiza un an�lisis de las causas de la situaci�n y de las medidas
pol�ticas adoptadas a efectos del paliarla.
PALABRAS CLAVE
Pobreza, Exclusi�n Social, Andaluc�a
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1. Introducci�n.
La exclusi�n social es un fen�meno que supera el concepto de pobreza. En un
momento como el actual cada vez es m�s preocupante el hecho de que existan
personas no ya pobres econ�micamente sino excluidas de todo proceso
socioecon�mico.
La superaci�n de la cuesti�n econ�mica cobra especial importancia en sociedades
con altos niveles de desarrollo. Es en este contexto donde situamos nuestro
an�lisis.
En la regi�n andaluza, donde encontramos los menores niveles econ�micos
nacionales, se observan tambi�n las mayores tasas de exclusi�n social.
Con el presente trabajo se persigue, de una parte, reflexionar sobre los
conceptos de pobreza y exclusi�n y, de otra, observar el caso de Andaluc�a. En
este sentido el segundo ep�grafe hace referencia al origen del concepto de
pobreza y su l�gica evoluci�n hacia la consideraci�n de nuevas dimensiones de
�ndole no �nicamente econ�mica sino social. En tal evoluci�n surge el concepto
de exclusi�n. En el ep�grafe 3 se hace referencia al caso andaluz. En primer
lugar se presenta un breve escenario descriptivo de la situaci�n de la regi�n
para, a continuaci�n, hacer referencia al escenario pol�tico desarrollado al
respecto. Por �ltimo se presenta un cuarto apartado con las principales
conclusiones del trabajo.
2. �Pobreza o Exclusi�n?
A lo largo del pasado siglo, muchos han sido los que se han preocupado por el
tema de la pobreza. Podr�amos remontarnos al primer tercio del siglo XX para ver
los primeros estudios sociol�gicos relativos a esta realidad. No obstante, han
sido distintas las perspectivas desde las que se ha ido considerando. Por una
parte est� la evoluci�n del concepto en s�, que va desde la concepci�n de la
relaci�n que se establece entre la pobreza y el desarrollo de un territorio, a
la adquisici�n progresiva de un car�cter multidimensional, en el que lo que
interesan son las implicaciones de la pobreza, las manifestaciones de
desigualdad social y marginaci�n (que en enfoques posteriores se transformar�
definitivamente adoptando su denominaci�n actual: exclusi�n) ; y por otra, los
distintos enfoques adoptados para la medici�n del fen�meno, pasando del
protagonismo de los enfoques absolutos al predominio del enfoque relativista. En
Espa�a, los pioneros en la medici�n de la pobreza, tal como es entendida ahora,
son Ruiz-Castillo (1987) y Bosh, Escribano y S�nchez (1989), que dan un salto
cualitativo al introducir la metodolog�a europea y considerar la perspectiva de
la distribuci�n territorial.
Desde mediados de los a�os ochenta, el an�lisis de la pobreza en Espa�a adquiere
una nueva dimensi�n. Resultado del progresivo acercamiento de nuestro pa�s al
resto de los pa�ses europeos, empieza a utilizarse la misma metodolog�a de
estudio, a considerarse a la pobreza de un modo mucho m�s amplio, hasta el punto
de que el objeto de inter�s central ya no es la pobreza en s�, sino las
pol�ticas y estrategias necesarias para combatir esta situaci�n de pobreza.
Si tuvi�ramos que sacar un denominador com�n a todas estas definiciones, sin
duda ser�a el marcado car�cter economicista. Desde sus or�genes, la pobreza se
ha venido identificando con carencia de medios econ�micos, m�s a�n, con escasez
monetaria.
Leyendo la definici�n de pobreza que da la Real Academia de la Lengua Espa�ola
nos encontramos con algo curioso, no hace alusi�n a ning�n criterio econ�mico y,
por supuesto, mucho menos, social. Encontramos que pobre es el �que no tiene lo
necesario para vivir�. Se hace referencia al concepto de necesidad, pero en
ning�n caso se estipula que �sta sea de tipo econ�mico.
Amartya Sen es quien introduce en el pensamiento econ�mico la consideraci�n de
que la pobreza debe empezar a ser medida m�s que por el nivel de ingresos que
recibe el individuo, por lo que �ste es capaz de hacer con estos ingresos, por
sus capacidades.
Esta es la idea de base en que sustentamos nuestro estudio. No cabe duda de la
relevancia de lo econ�mico dentro del an�lisis de la pobreza, sin embargo, se
impone el dar un paso m�s y empezar a incluir definitivamente cuestiones tales
como la salud, la educaci�n, el derecho a una vivienda...factores todos estos
cuya consideraci�n parece l�gica, pero respecto a los cuales se sigue observando
una doble debilidad, por una parte, en relaci�n a su aceptaci�n por el conjunto
de la sociedad y, por otra, en cuanto a verse reflejada en las pol�ticas
econ�micas y sociales llevadas a cabo en nuestro pa�s, como veremos m�s
adelante.
El II Programa de Lucha contra la Pobreza en la Uni�n Europea define al pobre
como �aquella persona, familia o grupo cuyos recursos �materiales, culturales y
sociales� son tan limitados que les excluyen del m�nimo nivel de vida aceptable
en los Estados miembros en los que viven�.
La alusi�n a la renta no es directa, pero se puede intuir. Por tanto, nos
estamos refiriendo a grupos cuyo nivel de renta difiere, por debajo, de la
situaci�n media.
Son dos las perspectivas desde las que se puede ahondar en el estudio de la
pobreza: objetiva y subjetiva.
Los enfoques objetivos son aquellos que utilizan como fuente de informaci�n
variables econ�micas objetivas, como pueden ser el nivel de ingreso o de gasto.
Dentro de esta metodolog�a de an�lisis nos encontramos las utilizadas por la UE
y la OCDE, que consideran pobres a los hogares cuyos ingresos son inferiores al
50% de la Renta Familiar Disponible Neta (RFDN) por habitante, aunque cada una
utiliza una escala de equivalencia y ponderaci�n de los miembros del hogar.
Los enfoques subjetivos son los que miden la pobreza a trav�s de las opiniones
de los encuestados. As�, encontramos el m�todo Deleeck y el m�todo Leyden, que
se basan en el establecimiento de un m�nimo de ingresos que los encuestados
consideran necesario.
Un segundo criterio de clasificaci�n es el que distingue entre:
La pobreza absoluta, que hace referencia a una situaci�n en la que la persona
carece de una serie de recursos para satisfacer las necesidades que se
establecen como b�sicas para llevar una vida diga (alimento, vivienda,
educaci�n, atenci�n sanitaria...). Se suele utilizar para medir la pobreza en
los pa�ses menos desarrollados.
La pobreza relativa, se refiere a situaciones en las que la persona recibe
comparativamente menos que el resto de la poblaci�n. Se trata de una medici�n de
desigualdad entre semejantes con respecto a la distribuci�n de los recursos. Es
utilizada principalmente en los pa�ses m�s desarrollados, donde la mayor parte
de la poblaci�n tiene satisfechas sus necesidades b�sicas.
En este enfoque, donde se realiza una comparaci�n, se establece que son pobres
los que se sit�an por debajo de un determinado porcentaje del gasto o ingreso
medio de un pa�s, en general, el 50%. As� se habla de l�nea de pobreza o umbral
de pobreza.
En base a donde se fijen estas l�neas podemos establecer una tipolog�a de
pobreza:
Pobreza relativa:
● Precariedad social o econ�mica, comprende aquellas personas cuyos
ingresos/gastos se sit�an entre el 35% y el 50% de la media nacional.
● Moderada, aquellos cuyos ingresos/gastos se sit�an entre el 25% y el 35% de la
media nacional.
Pobreza severa:
● Grave, aquellos cuyos ingresos/gastos se sit�an entre el 15% y el 25% de la
media nacional.
● Extrema, los que tienen unos ingresos/gastos por debajo del 15% de la media
nacional.
Hay que llamar la atenci�n respecto de un segundo t�rmino que aparece en los
modelos de pobreza a nivel europeo, el de exclusi�n social. Como ve�amos, el
�mbito de actuaci�n que se le atribu�a tradicionalmente a la pobreza, ha ido
ampli�ndose, pasando de una concepci�n puramente monetaria a una en la que se
tienen en cuenta otros aspectos que se engloban, en un primer momento, en el
concepto marginaci�n. Si entendemos �sta desde un punto de vista de aislamiento
y separaci�n de una persona en el trato social, tal como define el diccionario,
podemos observar cierta similitud con lo que entendemos por exclusi�n.
Precisamente �ste es el paso que dan los pa�ses europeos, sustituyen en las
�ltimas d�cadas, de forma definitiva, un t�rmino por otro.
La Academia define la exclusi�n como el hecho de negar la posibilidad de alguna
cosa. Esta definici�n se acerca m�s al objeto de nuestro estudio. Nos interesa
la idea de considerar excluido al �estar fuera de un proceso�, s�, pero tambi�n
al hecho de encontrar un obst�culo a la entrada. Es decir, se trata de recoger,
junto a la visi�n est�tica de la marginaci�n -estar fuera-, la visi�n din�mica
-imposibilidad de entrar, de incluirse-.
Tenemos dos conceptos, pobreza y exclusi�n, que presentan dificultades en cuanto
a su l�mite. La tarea se vuelve compleja cuando tratamos de definir el �mbito
que comprende cada uno de ellos. En muchas ocasiones, ambos son utilizados como
sin�nimos cuando en realidad hacen alusi�n a realidades distintas. �Que tienen
en com�n ambos t�rminos? �En qu� se diferencian? �Cu�l es m�s amplio? Sin duda,
como paso previo a nuestro an�lisis, resulta imprescindible tratar de dar
respuesta a estas cuestiones y delimitar qu� entendemos por pobreza y qu� por
exclusi�n.
No obstante, no constituye nuestro objeto de estudio el hacer un an�lisis
exhaustivo de la etimolog�a y desarrollo te�rico de ambos t�rminos sino, m�s
bien, el de definir qu� entenderemos como tales en lo que sigue.
Para nosotros, el concepto de exclusi�n supera al de pobreza, en el sentido que
recoge aspectos econ�micos, pero tambi�n sociales. Es un concepto
multidimensional que, como se�ala el Informe 8 del CES , engloba las causas y
los efectos de la pobreza. Por tanto, podemos hablar de que existen personas que
no son pobres y sin embargo est�n excluidas, mientras que en sentido contrario
no se produce esta correspondencia, pues si alguien es pobre, se considera
excluido en el sentido que no se encuentra en situaci�n de igualdad con el resto
de ciudadanos.
En palabras del III Programa Europeo de Lucha contra la Pobreza (Pobreza-3)
�donde se sustituye por primera vez el t�rmino de pobreza por el de exclusi�n
social� �el problema no es ya solamente el de desigualdades entre la parte alta
y la parte baja de la escala social (up/down) sino tambi�n el de la distancia,
en el cuerpo social, entre los que participan en su din�mica y los que son
rechazados hacia sus m�rgenes (in/out)�.
En concreto, consideraremos que una persona est� excluida siempre que se le
niegue alg�n derecho, siempre que se encuentre ante cualquier tipo de situaci�n
que le impida tener cubiertos sus derechos o que le impida tener acceso a los
mismos.
Merece la pena, en este punto, detenernos a reflexionar. Hasta ahora hemos
venido enmarcando nuestro an�lisis en el contexto de los pa�ses m�s
desarrollados, es decir, hemos venido considerando que la exclusi�n social viene
determinada por la privaci�n de derechos tales como la educaci�n, la vivienda,
la salud...en definitiva, por derechos b�sicos del estado de bienestar. Esta
posici�n parece l�gica puesto que nos encontramos en una zona privilegiada,
donde el resto de derechos humanos se suponen cubiertos. Sin embargo, no
conviene olvidar que por exclusi�n, y por tanto como excluidos, debemos
considerar un conjunto mucho m�s amplio. No podemos obviar que la inmensa
mayor�a de habitantes del planeta, adem�s de atravesar importantes situaciones
de pobreza econ�mica, vive permanentes formas de exclusi�n, basadas en la
imposibilidad de acceder a derechos fundamentales como la libertad o la
igualdad, fruto de la conjugaci�n de diversos factores culturales y sociales
como pueden ser los radicalismos religiosos o los reg�menes autoritarios que
privan a la humanidad de sus derechos pol�ticos y civiles.
A efectos de nuestro an�lisis, dado que se sit�a en el contexto europeo,
consideraremos que est�n en situaci�n de exclusi�n todas las personas que,
viviendo en nuestro pa�s, no tengan cubiertos o no tengan acceso a los derechos
b�sicos establecidos en la Constituci�n Espa�ola: libertad, justicia, igualdad y
pluralismo pol�tico -como se establece en su Articulo 1-. Para cumplir lo
anterior, la persona debe tener derecho a educaci�n, propiedad privada, trabajo
y elecci�n de oficio, protecci�n social, econ�mica y jur�dica, asistencia y
prestaciones sociales, salud, cultura y vivienda digna .
Resulta dif�cil medir la exclusi�n. No son muchos los estudios que incluyen
otras variables junto a la econ�mica en la determinaci�n cuantitativa de la
realidad social, si bien es cierto que desde mediado de los ochenta existe una
tendencia a su incorporaci�n en los an�lisis. Los principales estudios sobre
pobreza a nivel nacional, basados en la Encuesta de Presupuestos Familiares, se
limitan a profundizar en variables de ingreso y gasto. Hay varios motivos para
que esto sea as�: el primero de ellos es la dificultad de medici�n de un
fen�meno tan complejo, hablamos de multitud de factores que inciden en su
determinaci�n, y esto no resulta f�cil de integrar en un modelo. Junto a este
factor, aparece la escasez de fuentes estad�sticas capaces de aportar datos
�tiles para la elaboraci�n de un an�lisis riguroso, �nicamente la Encuesta de
Presupuestos Familiares y el Panel de Hogares de la Uni�n Europea suministran
alguna informaci�n relativa a vivienda o a salud que pueden ser utilizados.
No constituye, tampoco, el objeto de este estudio el establecer una metodolog�a
que nos permita realizar una medici�n adecuada del fen�meno de la exclusi�n
social, para, de esta manera, realizar un diagn�stico mucho m�s preciso, que nos
permitiera poner en marcha pol�ticas acordes con las necesidades reales. Ser�a
interesante, sin embargo, para posteriores estudios, profundizar en este aspecto
y lograr establecer una visi�n integradora de ambos conceptos: pobreza y
exclusi�n.
En definitiva, lo que nos va a permitir entender la diferenciaci�n de estos dos
conceptos es la idea que subyace y va a resultar clave a la hora de determinar
las situaciones de exclusi�n, que es, como se�ala la Fundaci�n Europea para la
mejora de las condiciones de Vida y Trabajo , la posibilidad o no de la persona
de participar en el conjunto de la sociedad.
3. La exclusi�n social en Andaluc�a.
3.1. Estado de la cuesti�n.
La exclusi�n social no es un problema nuevo en nuestra regi�n, aunque al
tratarse de un fen�meno complejo, a�n se desconoce parte de su naturaleza.
De la exclusi�n social se han preocupado distintos �mbitos: acad�mico, pol�tico,
institucional�; cada uno con una perspectiva propia, sin embargo, la
coincidencia es un�nime en torno al hecho de que la exclusi�n es un fen�meno
complejo, que se gesta a trav�s de la relaci�n de factores dependientes entre s�
en el seno de procesos sociales, que tiene, por tanto, un car�cter din�mico y
que se concentra en espacios diferentes.
La consecuencia de los de procesos de exclusi�n no es �nicamente la pobreza
econ�mica que sufren los hogares o las personas, se trata de algo m�s
trascendental tanto para ciudadanos como para sociedades; se trata de carecer de
un espacio, de no poder acceder a los circuitos de participaci�n, en definitiva
se trata de estar situado fuera de la sociedad. En este sentido, la pobreza se
puede considerar un problema social m�s est�tico y menos complejo, con una
incidencia indudablemente grave sobre el grupo de poblaci�n afectado, pero que
no impide por si sola la participaci�n en la sociedad. La exclusi�n sin embargo
es m�s din�mica, es una trayectoria que se recorre de distinto modo seg�n los
diferentes ciudadanos y que tiene unas consecuencias singulares, determinadas
generalmente por la acumulaci�n de circunstancias.
Pese a lo anterior, el primero de los factores a considerar para el an�lisis de
la situaci�n de un determinado territorio, en relaci�n a su situaci�n
socioecon�mica, sigue siendo -principalmente por la disponibilidad de datos y
porque permite hacer una primera acotaci�n-, el nivel de ingresos y gastos.
La Comunidad Aut�noma de Andaluc�a se caracteriza por ser una de las regiones
espa�olas con mayor porcentaje de poblaci�n pobre y excluida. De hecho, un 22,
54% de los andaluces se situaban en 2002 por debajo del umbral de pobreza. Estas
cifras son especialmente preocupantes puesto que hablamos de que casi una cuarta
parte de las personas que habitan en esta regi�n no disponen ni siquiera de los
ingresos m�nimos, no hablamos ya del acceso a otro tipo de recursos o derechos
b�sicos. Este porcentaje se reduce a un 14,7% como media en el conjunto
nacional.
Figura 1. Personas situadas por debajo de la l�nea de pobreza. 2002
Personas Porcentaje
Andaluc�a 1.662.181,35 22,54
Espa�a 6.050.633,57 14,73
Fuente: Elaboraci�n propia en base a datos de la Encuesta Continua de
Presupuestos Familiares. Base 1997. Resultados para Andaluc�a. IEA
Nota: la l�nea de pobreza del 60 por ciento (LP60) est� referenciada a la
mediana nacional calculada seg�n el gasto medio equivalente por hogar
Es interesante, una vez observado el n�mero de personas que se encuentran en
situaci�n m�s precaria, hacer un an�lisis m�s pormenorizado de en qu� situaci�n
se declara el resto. Si nos centramos en los resultados de las personas que
declaran tener mayor o menor dificultad para llegar a fin de mes, en torno a un
40% de los andaluces llega con facilidad, pero un 10% declara llegar con mucha
dificultad. Si comparamos estos resultados con las cifras nacionales, el 25,85%
de los que llegan a fin de mes con mucha dificultad son andaluces y el 23,01% de
los que llegan con dificultad.
Figura 2. Personas con dificultad para llegar a fin de mes en Andaluc�a. 2002.
Personas Porcentaje Porcentaje respecto al total nacional
Con mucha dificultad 764.665,55 10,37 25,85
Con dificultad 1.441.453,12 19,55 23,01
Con cierta dificultad 2.080.652,43 28,21 17,28
Con cierta facilidad 2.186.124,41 29,65 17,34
Con facilidad/mucha facilidad 854.558,08 11,59 12,40
Fuente: Elaboraci�n propia en base a datos de la Encuesta Continua de
Presupuestos Familiares. Base 1997. Resultados para Andaluc�a. IEA
Al mismo tiempo, casi un 60% de los andaluces se declara sin capacidad de
ahorrar.
Figura 3. Personas con posibilidad de ahorrar en Andaluc�a. 2002.
Personas Porcentaje
S� 2.917.588 39,56
No, o muy poco 4.407.161 59,76
Fuente: Elaboraci�n propia en base a datos de la Encuesta Continua de
Presupuestos Familiares. Base 1997. Resultados para Andaluc�a. IEA
Muy relacionado con el aspecto econ�mico -desde el punto de vista de los
ingresos- aparece el empleo puesto que, en estratos sociales m�s desfavorecidos
econ�micamente, �ste se considera la principal fuente de ingresos para los
andaluces, junto a las prestaciones por desempleo y otras similares.
Andaluc�a presenta las mayores cifras de paro espa�olas. Para todos los periodos
de tiempo considerados supera el 20% del total nacional, cifra realmente
significativa. Pero adem�s, la situaci�n es a�n m�s preocupante cuando nos
referimos al tiempo durante el cual los andaluces buscan empleo. Casi el 30% de
las personas que buscan empleo durante m�s de 2 a�os son andaluces. Si hay
alguien que puede considerarse excluido del mercado de trabajo, desde luego
forma parte de este segmento, por lo que la cifra del 29,73% nos da idea de que
hay un frente importante que atender. Del mismo modo, dentro de Andaluc�a el
n�mero de personas que buscan empleo durante 2 a�os o m�s alcanzan el 21% del
total de parados.
Figura 4. Parados por tiempo de b�squeda de empleo. 2005.
Andaluc�a Espa�a Porcentaje respecto al total nacional
Menos de 6 meses 205,55 889,35 23,11
De 6 meses a menos de 1 a�o 63,775 257 24,82
De 1 a�o a menos de 2 a�os 62,95 256,05 24,59
2 a�os o m�s 88,375 297,3 29,73
Fuente: Encuesta de Poblaci�n Activa. INE. 2005.
Nota: Miles de personas
Como siguiente dimensi�n a tener en cuenta vamos a referirnos al derecho a tener
una vivienda digna. Seg�n la Encuesta Continua de Presupuestos Familiares, un
3,85% de los andaluces habitan en una vivienda que no dispone de agua caliente,
un 89,69% no dispone de calefacci�n y un 18,07% no dispone de tel�fono fijo, por
poner algunos ejemplos. Sin embargo, en sentido contrario, un 11,32% declara
disponer de una vivienda secundaria. A la luz de los datos, en este aspecto no
podemos considerar que Andaluc�a se encuentre en una situaci�n demasiado
precaria, si bien es cierto que habr�a que tener en cuenta otras dimensiones
como el r�gimen de ocupaci�n de la vivienda y, lo que es a�n m�s importante, el
n�mero de personas que ni siquiera dispone de estas viviendas que, por otra
parte, ser�an los verdaderamente excluidos socialmente.
El �ltimo de los factores se�alados es m�s dif�cil de considerar pero, respecto
al r�gimen de tenencia podemos decir algo. De las personas que declaran tener
vivienda en propiedad y no estar pagando actualmente pr�stamo o hipoteca, s�lo
un 8,74% declara hacerlo con mucha dificultad y un 20,30% con dificultad, el
resto lo hacen con relativamente poca dificultad. Desde luego, este rango de
poblaci�n no es el que nos ocupa, pues entendemos que se trata de personas con
cierto poder adquisitivo que no requieren ni siquiera de una hipoteca para pagar
su vivienda. De entre los que tienen vivienda en propiedad pero est�n pagando un
pr�stamo o hipoteca, un 9,8% la paga con mucha dificultad y un 20,66% con
dificultad, para el resto tampoco es excesivamente problem�tico hacer frente a
este gasto b�sico. Finalmente nos encontrar�amos ante el segmento m�s pr�ximo a
los que podr�amos considerar excluidos. Se trata de personas que viven de
alquiler -en su mayor�a por no poder disponer de una vivienda en propiedad- y
a�n as� un 22,07% tiene mucha dificultad para hacer frente a los gastos
mensuales, un 22,01% dificultad y un 23,88% cierta dificultad.
Figura 5. Hogares seg�n dificultad para llegar a fin de mes y r�gimen de
tenencia de la vivienda en Andaluc�a. 2002.
Propiedad sin pr�stamo o hipoteca en curso Propiedad con pr�stamo o hipoteca en
curso Alquilera
Con mucha dificultad 8,74 9,80 22,07
Con dificultad 20,30 20,66 22,01
Con cierta dificultad 29,61 22,79 23,88
Resto de gradosb 41,35 46,75 32,05
Fuente: Elaboraci�n propia en base a datos de la Encuesta Continua de
Presupuestos Familiares. Base 1997. Resultados para Andaluc�a. IEA
Nota: a Incluye 'Alquiler', 'Alquiler reducido o cesi�n semigratuita', 'Cesi�n
gratuita' y 'No consta'
b Incluye 'Con cierta facilidad', 'Con facilidad', 'Con mucha facilidad' y 'No
consta'
Otro de los factores a considera es la educaci�n. Si bien es cierto que una
persona analfabeta no tiene por qu� estar excluida de la sociedad , s� es
habitual la relaci�n inversa, es decir, las personas excluidas suelen carecer
incluso de los niveles educativos m�s elementales. Se observa que un 21,6% de
las personas andaluzas con m�s de 16 a�os son analfabetas. Estos porcentajes son
excesivos y, nuevamente, si comparamos la situaci�n de la regi�n con la de la
media espa�ola (14,40%) la comunidad presenta unos niveles preocupantes.
Figura 6. Porcentaje de analfabetos sobre poblaci�n mayor de 16 a�os. 2002.
Andaluc�a 21,60
Espa�a 14,40
Fuente: Indicadores Sociales. INE. 2004.
El �ltimo factor que vamos a tener en cuenta en este an�lisis somero de la
realidad andaluza es la salud y, m�s concretamente, nos interesan las
posibilidades de acceso al sistema sanitario que presentan los andaluces. En
este sentido, seg�n la Memoria Estad�stica 2003 de la Consejer�a de Salud de
Andaluc�a existen 0,1889 camas por cada habitante y, en medicina general se
pasan anualmente 48.982.016 consultas, lo que supone que se estar�an realizando
6,44 consultas por persona. Otro problema, claro est�, es el de considerar a qu�
personas se est� atendiendo, pero esto nos llevar�a a un an�lisis mucho m�s
pormenorizado que exigir�a el estudio de n�cleos excluidos de poblaci�n y
atenci�n sanitaria espec�fica. Ser�a adem�s interesante tener en cuenta otro
tipo de consultas y tratamientos mucho m�s relacionados con los sectores
excluidos de poblaci�n, todas las vinculadas a cualquier tipo de
drogodependencia.
3.2. Pol�ticas al respecto.
El cambio de paradigma que supone abordar el problema de las necesidades desde
una perspectiva din�mica, es decir, pasar desde el tradicional concepto de
pobreza al actual de exclusi�n, supone tambi�n el establecimiento de nuevas
estrategias de actuaci�n por parte de los propios ciudadanos y por parte de las
instituciones. En lo que se refiere a los ciudadanos, han de convertirse en
sujetos activos en el proceso de su propio cambio; las instituciones igualmente
han de considerar a los ciudadanos como algo m�s que meros preceptores pasivos
de ayudas, han de considerarlos potencial para el cambio. Del mismo modo, las
intervenciones no pueden limitarse a establecer actuaciones asistenciales,
paliativas de las consecuencias de la pobreza y de la exclusi�n, m�s bien han de
ir dirigidas a eliminar las causas que originan las situaciones de exclusi�n,
implementando pol�ticas activas con potencia suficiente para abordar cuestiones
muy complejas en las que se entrecruzan diferentes �mbitos de intervenci�n.
El escenario europeo al que, por otra parte, se van aproximando Espa�a y
Andaluc�a, est� experimentando los siguientes procesos:
a. Incorporaci�n de las mujeres al mercado de trabajo
b. Descenso de las tasas de natalidad
c. Cambios en la estructura familiar y composici�n de los hogares: nuevos
modelos de familia, incremento de la monoparentalidad,
d. Envejecimiento de la poblaci�n
e. Niveles de desempleo altos, precarizaci�n del trabajo...
f. Procesos Migratorios
g. Incorporaci�n a las nuevas tecnolog�as (pueden producir una brecha digital)
h. Emergencia de procesos de exclusi�n entendidos como acumulaci�n de
dificultades persistentes que pueden componerse de diversas tales como pobreza
econ�mica, desempleo, problemas de salud, dificultades relacionadas con
vivienda, etc...
Las cifras de pobreza y exclusi�n originadas como consecuencia del actual
sistema econ�mico, se han visto reforzadas por el acelerado proceso de
globalizaci�n, a partir del cual se ha logrado mayor crecimiento econ�mico, pero
no se ha logrado en cambio una disminuci�n de los niveles de pobreza y
exclusi�n.
Ante esta situaci�n, la Uni�n Europea empieza a prestar mayor atenci�n al
fen�meno. Uno de los primeros y m�s importantes acuerdos en este sentido es el
Tratado de �msterdam (1999) que marc� un hito en cuanto a pol�tica social y de
empleo en la Uni�n Europea pues, junto al cap�tulo de empleo, se a�adieron
nuevos cometidos sobre pol�tica social.
A pesar de todo, la exclusi�n contin�a siendo un problema considerable, por lo
cual en el Consejo Europeo de Lisboa de marzo de 2000, los Estados miembros se
comprometieron a actuar de manera decisiva a fin de erradicar la pobreza y la
exclusi�n social antes de 2010. Para conseguirlo se abord� una metodolog�a que
se conoce como M�todo Abierto de Coordinaci�n sobre la integraci�n social que
permitir� al tiempo aunar coherencia en las actuaciones y diversidad nacional.
Los objetivos comunes para la lucha contra la pobreza fueron acordados en la
Cumbre de Niza de 2000, y tomando a �stos como marco de referencia com�n, los
pa�ses miembros elaboraron sus respectivos Planes Nacionales de Acci�n, incluida
Espa�a, con vigencia bianual.
En este marco es donde se sit�a el Plan Andaluz para la Inclusi�n Social
2003-2006, que responde a una estrategia europea de lucha contra la exclusi�n
que propone coordinaci�n con el Plan para la Inclusi�n Social del Reino de
Espa�a y con los Planes Locales de Inclusi�n Social. Este plan se presenta con
una vigencia cuatrienal con vocaci�n de responder a los retos planteados por
Europa, planteando unos objetivos que vertebran las medidas propuestas que
deber�an lograrse a medio plazo, articulados en las dimensiones de Empleo y
Formaci�n, Vivienda, Salud, Educaci�n y Servicios Sociales, junto con otros de
car�cter transversal que son: participaci�n, acompa�amiento social, garant�a de
ingresos m�nimos y coordinaci�n.
Sin embargo, esta no es la �nica herramienta utilizada por las instituciones
andaluzas para la lucha contra la exclusi�n social. Adem�s de la participaci�n
en iniciativas europeas y de las actuaciones locales planteadas al respecto,
muchos son los programas sectoriales puestos en marcha por las distintas
consejer�as del gobierno auton�mico. En este sentido destacan algunas como el
Plan Integral para la Comunidad Gitana, II Plan andaluz sobre drogas y
adicciones, I Plan de Acci�n Integral para las Personas con Discapacidad en
Andaluc�a. 2003-2006, Programa de solidaridad, etc.
4. Conclusiones.
El uso del concepto de exclusi�n social como superaci�n del concepto de pobreza
es un hecho consensuado en los �ltimos a�os en la UE. Esta evoluci�n implica la
consideraci�n de variables que van m�s all� de las puramente econ�micas para el
estudio de realidades sociales mucho m�s complejas.
La caracter�stica fundamental de la pobreza en Espa�a como fen�meno social es la
gran heterogeneidad de situaciones existentes tanto a nivel geogr�fico como a
nivel de colectivos espec�ficos que por diversos factores pueden distinguirse en
el mundo de los pobres. Por ello, el estudio de la exclusi�n social en un
territorio como el andaluz, con su propia idiosincrasia, exige tener muy
presente la variable territorial que va a condicionar en gran medida el resto de
variables como puede ser el acceso al mundo laboral, a los servicios sociales o
a las prestaciones sanitarias, por ejemplo.
La regi�n andaluza, condicionada por ser una de las regiones con menor renta per
c�pita del conjunto nacional, presenta serios problemas en relaci�n a alguna
otra de las variables m�s estrechamente vinculadas a la exclusi�n social, como
es el caso del empleo. En este sentido, se hace necesario articular los
mecanismos adecuados para garantizar el desarrollo de una pol�tica social basada
en las necesidades reales de cada territorio, haciendo part�cipe de ella tanto a
los distintos gobiernos con sus organismos e instituciones, como al conjunto de
la sociedad. El Plan Andaluz para la Inclusi�n Social 2003-2006, en sinton�a con
las pol�ticas adoptadas en la UE, constituye la herramienta fundamental de lucha
contra la exclusi�n social en el territorio.
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