ENCUENTRO INTERNACIONAL SOBRE Esta página muestra parte del texto de la ponencia, pero carece de las tablas o imágenes o fórmulas o notas que pudiera haber en el texto original.
Pulsando aquí
puede solicitar que le enviemos el Informe Completo y Actas Oficiales en CD-ROM Si usted participó en este Encuentro, le enviaremos a la vez su certificado en papel oficial. Vea aquí los resúmenes de otros Encuentros Internacionales como éste VEA AQUÍ LOS PRÓXIMOS ENCUENTROS CONVOCADOS
|
SUMARIO:
El presente trabajo establece un panorama histórico que revisa la evolución del
pensamiento político latinoamericano, especialmente para el caso de México, bajo
la lógica de la acumulación capitalista durante las formaciones económicas que
le caractericen como fórmulas de organización del trabajo y la producción en la
articulación entre los regímenes de producción y los regímenes de regulación, la
beligerancia política entre los protagonistas actuales de la democracia y los
antagonismo sociales que representan. En esto las líneas ideológicas de los
partidos políticos derivan de los fundamentos del liberalismo, la social
democracia y la democracia cristiana, como fórmulas de poder, de democracia y
propiamente con su propio proyecto político de nación.
PALABRAS CLAVES:
1. Democracia
2. Liberalismo
3. Social democracia
4. Democracia cristiana
5. Proyecto de nación
INTRODUCCIÓN:
Hoy día la región latinoamericana vive el tránsito de economías que desde la
posguerra, en concordancia de los esquemas keynesianos y cepalinos de 1946 a
inicios de los años 80, se caracterizaron por tendencias ideológicas de corte
social demócrata.
La social democracia en la región arriba a inicios del siglo XX como parte de
los procesos de modernización de las economías latinoamericanas, donde nacen las
fórmulas de organización social corporativas, especialmente aquellas de tipo
sindical.
Los antecedentes de la socialdemocracia como proyectos de nación son inspirados
desde el siglo XIX por los liberales y sus movimientos libertarios. El periodo
independiente de las economías latinoamericanas se caracteriza por el influjo
del pensamiento liberal dominantemente del escocés Adam Smith que presenta, en
1776, su libro La riqueza de las naciones, texto fundamental del liberalismo
económico. Publicado el mismo año de la Independencia de los Estados Unidos de
América, que marca el inicio de las guerras de independencia en todo el
continente americano.
Destaca también la influencia de pensadores liberales españoles tales como
Álvaro Flórez Estrada (1765-1853), cuyo pensamiento trasciende en pensadores
mexicanos liberales tales como Lucas Alamán, Benito Juárez, Lerdo de Tejada,
entre otros y Simón Bolívar en América del sur, así como la inclusión en la vida
política de las logias masónicas en toda la región.
El primer proyecto de nación que se tiene en México nace de la contienda entre
los liberales y los conservadores durante el siglo XIX. Son los primeros quienes
logran imponer su programa de desarrollo y se da durante la segunda mitad de la
décimonovena centuria la reforma liberal liderada por Benito Juárez y Lerdo de
Tejada como como fundamento no solo del proyecto económico liberal del
desarrollo de la nación, sino de la visión y aspiración a hacer de México una
República regida por la democracia.
Para ello, la contiendas políticas que se suscitarán en la nación llevarán
derroteros distintos según evolucione la organización privada del trabajo y la
producción en América Latina. De fórmulas de organización artesanales, a
modernas y recientemente posmodernas. De manera articulada a éstos regímenes de
producción, se irán tramando los respectivos regímenes de regulación liberal,
keynesiano (dominado por la social democracia) y neoliberal (dominado por la
democracia cristiana).
Es por esto que el objetivo del presente trabajo es establecer un panorama
histórico que revise la evolución del pensamiento político latinoamericano,
especialmente para el caso de México, bajo la lógica de la acumulación
capitalista durante las formaciones económicas que le caractericen como fórmulas
de organización del trabajo y la producción en la articulación entre los
regímenes de producción y los regímenes de regulación, la beligerancia política
entre los protagonistas actuales de la democracia y los antagonismo sociales que
representan.
ANTECEDENTES
Es a inicios del siglo XIX que se inicia –desde Europa-, una serie de
exploraciones en todo el globo terráqueo por parte de las potencias europeas,
cuya finalidad era identificar las potencialidades naturales existentes en las
distintas geografías, y con ello establecer un inventario de recursos
explotables para sus economías, so pretexto de un interés cuentista. El décimo
novena centuria es de exploración y parte de un interés meramente económico por
descubrir oportunidades y potenciales mercados internacionales.
Por otra parte, debe considerarse que los conflictos entre Inglaterra y Francia
en 1793 favorecerán para lograr una mayor autonomía de la economía
estadounidense y a su vez, lograr una mayor ingerencia en las naciones
latinoamericanas, cuando España se ve envuelta en dicho conflicto, vencida por
Inglaterra y postrada ante Francia. Esta relevancia norteamericana explica en
qué momento se vuelve líder de las economías latinoamericanas (Stein, 1979b; 121
- 153).
Las guerras de independencia en la región son promovidas bajo inspiración
liberal, que se encunaron principalmente en las logias masónicas, las cuales
promovieron desde la clase criolla las aspiraciones tanto independentistas como
libertarias en Latinoamérica. El ideal como economía ex colonial independiente
era lo realizado por la nación norteamericana que sirve de marco de referencia y
guía para trazar el camino del desarrollo económico independiente.
En los conflictos de las guerras napoleónicas europeas, norte América fortalece
su fuerza marítima con la creación de nuevas rutas y aumento de su marina
mercante al pertrechar a Inglaterra y en parte a Europa durante esta fase. Los
recursos económicos obtenidos por esta causa generan capitales muy
significativos para proyectar a esta nación como una nueva potencia económica
tan fuerte como su metrópoli en el Reino Unido.
Por su parte, las naciones latinoamericanas ahondaron sus conflictos de
inclusión – exclusión por la descomposición de su sociedad estamentaria y el
surgimiento de una nueva de pretensiones liberales y democráticas. Los criollos
y clérigos a inicios del periodo independiente, no deseaban perder los
privilegios tenidos durante el periodo colonial, como a su vez, los mestizos e
indígenas luchaban por adquirir un estatus de ciudadanía democrática.
A su vez, el exacerbado centralismo colonial ocasiona que regiones distantes
como las del sur del país se independicen del ahora Méjico independiente, como
es el caso de Guatemala, Honduras y Nicaragua. Así también se pierden grandes
extensiones del territorio nacional en el norte. Yucatán se independiza aunque
posteriormente se le reintegra a la República naciente.
Tanto norte América como Inglaterra derribaron en gran medida el imperialismo
hispano y construyeron las bases de un nuevo colonialismo liderado por estas dos
naciones, y por el cual se explica el posterior desenvolvimiento económico de
América Latina hasta la actualidad.
EL LIBERALISMO DECIMONÓNICO EN MÉXICO Y SU PROYECTO DE NACIÓN
En la comprensión del surgimiento del liberalismo en América latina debe
partirse de las propias aspiraciones libertarias del continente americano de su
sujeción europea. La independencia de las colonias inglesas de América del norte
y la formación de la nación norteamericana, son el antecedente más directo y
referencia base para inspirar a las colonias españolas como portuguesas en
procurar su independencia y formación de estados nacionales( Stein, 1970a; 83
-117). Aunado a esto, las propias crisis regionales y el decaimiento de las
economías regionales a razón del cambio de régimen fiscal, donde los Habsburgo
habían establecido concesiones a las oligarquías locales tales como hacendados,
clérigos y ricos mineros como mercaderes y cuyas canonjías fueron abolidas por
las nuevas regulaciones de los borbónicos a razón de la sujeción de Francia
sobre España ((Florescano y Gil, 1976; 183 -301).
Las reformas borbónicas restaron poder a las oligarquías de la Nueva España. En
1760 José Galvez (visitador de España para iniciar las reformas borbónicas en la
Nueva España), promueve algunas iniciativas que vienen en perjuicio de la
Iglesia como fue la cédula de desamortización de bienes que viene a perjudicar
las canonjías de ésta como de otras clases oligárquicas. Asimismo, las reformas
borbónicas beneficiaron bien a unos como los mineros y los comerciantes, pero
perjudicaron a otros desmantelando las relaciones establecidas durante la
administración de los Habsburgo, restándoles poder y canonjías.
En América latina se tienen una economía urbana manufacturera donde la industria
es incipiente pero inicia el ascenso de talleres y telares pequeños pero con
escalas productivas que rebasaban el autoconsumo. El régimen de producción
artesanal tiene dos fases, la primera implementada con base al esquema europeo
basada en economías domésticas de autoconsumo con esquemas de producción simple
y sobre todo de tipo rural. La segunda correspondiente al finales del siglo
XVIII e inicios del XIX de tipo ampliado y con una lógica de acumulación,
destinada al mercado aunque sea de un mercado local, de tipo industrial urbano
incipiente.
Es en el siglo XVIII que el sistema metropolitano del país ya está bien
consolidado y el sistema de comunicaciones ha logrado integrar el territorio (al
menos el de interés bajo la lógica de la expoliación colonial), como una unidad
productiva. Existen algunos lugares desarticulados del centro metropolitano de
la ciudad de México, el caso más grave es el de Mérida en Yucatán, cuyo
aislamiento le hacen una isla autónoma del resto del país. Regiones dependientes
de áreas metropolitanas como Puebla, Guadalajara y Oaxaca operan con cierta
autonomía del centro y las divergencias regionales son notorias por la
especialización de la producción. Por decir, mientras en el Bajío al agricultura
adquiere un fin comercial gracias a la seguridad del mercado agrícola, en Puebla
los hacendados arriendan sus tierras a terceros o medieros por los riesgos que
corren en un mercado más débil (Moreno, 1974; 95 -130).
El decreto de comercio libre que establecieron las reformas borbónicas estrechó
en suma el comercio exterior de la Nueva España y los excedentes productivos
encontraron un comercio interno muy restringido (Villoro, 1976; 316 - 356). Este
decreto hizo que grandes capitales comerciales se canalizaran al avío de la
minería, que para entonces era una actividad de lo más lucrativa. La
proletarización se da en varias industrias del país como la textil o bien
algunas actividades manufactureras, pero sobre todo en la minería. No obstante
los importantes capitales captados por este sector, la riqueza generada era
concentrada en las manos de los inversionistas y ya no beneficio a la clase
trabajadora, la cual pronto se ve empobrecida en extremo. Esto es quizá una de
las razones por las cuales el mayor resentimiento social se observa entre los
mineros.
Las reformas borbónicas causan un reacomodo de la configuración en la
organización social del trabajo y la producción dentro de la sociedad
novohispana, reforzando las medidas de sujeción colonial como de expoliación,
esta última que recae con mayor fuerza en los criollos y los clérigos. De alguna
forma resulta en el reforzamiento del régimen anterior de los Habsburgo. Pero
sobre todo, propicia el surgimiento de una economía industrial urbana que
engendra en su seno la nueva clase de la burguesía naciente con aspiraciones
independentistas como libertarias.
Estas reformas agravaron la situación de los jornaleros, especialmente mineros.
(Di Tella, 1972; 761 – 791). El ascenso industrial urbano causaba el aumento de
lumpen proletarios en las ciudades, en su gran mayoría mestizos desposeídos que
no encontraban acomodo en la sociedad estamentaria virreynal, que los
discriminaba y les recluía a actividades poco remunerativas y de bajo prestigio
social.
Consumada la independencia, los liberales ven como principal problema de la
nación el acaparamiento de tierras agrícolas por parte de la Iglesia, que para
mediados del siglo XIX controlaba más de la mitad de las tierras arables del
país (Bazant, 1976; 155 -190).
En 1856 la ley Lerdo de Tejada o de desamortización de los bienes de la Iglesia
afecta los intereses de los clérigos seculares. La Iglesia pasa de terrateniente
a acreedor hipotecario. El Estado se apropia de los bienes inmuebles de la
Iglesia Católica, especialmente los terrenos rústicos y tierras agrícolas, entre
inmuebles de casas conventuales, entre otros.
Las leyes liberales del periodo juarista no tuvieron relevancia social alguna
puesto que los bienes confiscados fueron enajenados para sostener la guerra de
Reforma como enfrentar la intervención francesa en México. No obstante la
desamortización de los bienes eclesiásticos si trazaron el inicio de la
modernización de la economía mexicana, aunque fuese de manera incipiente, se
crean instituciones de corte capitalista y liberal que son el fundamento
necesario para el ascenso del país al desarrollo capitalista e industrial de
corte nacionalista (Florescano y Lanzagorta, 1976; 76 - 106) .
Se tiene una sociedad en conflicto entre dos clases sociales: los liberales que
representaban abogados, pequeños propietarios, comerciantes de provincia, clase
media urbana; y la clase conservadora liderada por el clero, los terratenientes
y grandes comerciantes. De 1821 a 1857 la contienda entre estos dos frentes
políticos explicará la inestabilidad política que tipificará este periodo.
Amabas corrientes ideológicas, sin embargo, coincidía en el papel que se le debe
conferir al estado como un estado no interventor, regido bajo la norma del
laissez faire. Esto es, los conservadores como los liberales coinciden respecto
su concepción del Estado como objeto económico, no obstante, las diferencias
radicaban entre mantener una sociedad estamentaria de privilegios para clérigos,
ricos comerciantes y hacendados, y una sociedad democrática donde se extinguiera
todo tipo de privilegio.
A su vez, ambos grupos procuraban sostener un gobierno regido por criollos,
aunque después de 1857 los masones liberales incorporarán en la vida política
los intereses de indígenas y mestizos sobre los de los criollos, puesto que
evidentemente, el grupo mayoritario era la de los mestizos y los indígenas,
mientras que los criollos eran una muy pequeña minoría de la sociedad y pronto
tiende a extinguirse en una sociedad aplastantemente compuesta por mestizos.
Crece el latifundio laico a costa del latifundio clerical, especialmente durante
la Reforma juarista. Lo cual fortalece a los hacendados agrícolas y ganaderos
del país. Mientras prospera el latifundio laico en el campo, en las ciudades las
viejas clases de comerciantes criollos y españoles son desplazados por ingleses,
franceses y norteamericanos.
En los primeros tiempos independientes se tiene viva la polémica entre los que
consideran que el laissez faire el mejor camino al desarrollo, y quienes creen
que el proteccionismo y una mayor participación del Estado es lo conveniente
(Hale, 1972; 255 - 297). El librecambismo y el bilateralismo son las dos
corrientes en que se fundamentan los proyectos del desarrollo económico.
En materia liberal, existen dos vertientes importantes, la doctrinaria de José
María Luis Mora y la pragmática de Lucas Alamán y Estevan de Antuñano. Parten de
tesis liberales con fuerte fundamento fisiocrático puesto que consideran que la
economía nacional es básicamente primaria.
Álvaro Flórez Estrada es un pensador español liberal que inspira a los liberales
latinoamericanos y sus ideas abundan en el proyecto económico liberal en el
México independiente.
El liberalismo en sí tiene mayor éxito en las ex colonias españolas que en la
propia España, puesto que las sociedades coloniales ante el yugo del
colonialismo enarbolaron las ideas libertarias de la época, por otra parte, las
logias masónicas, especialmente las infiltradas desde Inglaterra y Norte
América, fueron las principales promotoras del pensamiento liberal, como
sustento doctrinario del capitalismo industrial al que se aspiraba, imitando las
economías de Inglaterra y de los Estados Unidos de América.
En 1833 el liberalismo abiertamente se expresa contra toda fórmula de
monopolización, identificando como principal monopolio a la propia Iglesia
Católica. Se le conoce como liberalismo doctrinario puesto que solo inspira las
ideas liberales, como fundamento dogmático y de convicción política pero no se
llega a la implementación del liberalismo en la economía. Mismo que se vuelve
pragmático ante las propuestas reales y efectivas de Lucas Alamán y Estevan de
Antuñano.
La invasión norteamericana de 1846 fortalece de gran manera el liberalismo en
México, con la apertura comercial de los puertos nacionales, y quitó el
armamento arancelaria de la política proteccionista que si de inicio procuró la
industrialización del país, para inicio de los 40 se parecía cada vez más a las
políticas borbónicas de un mercantilismo moderado.
La idea de que el capitalismo era un orden natural de inspiración divina se
sostenía como parte del cuerpo del pensamiento liberal y es el fundamento de
concebir al ciudadano como un individuo libre y con ello, el tema de la justicia
se dejaba a la condición del libre albedrío de las personas en decidir
(libremente) su destino.
El triunfo del esquema liberal tiene continuidad en administraciones ulteriores
a la del presidente Benito Juárez, especialmente durante la dictadura porfirista
(Keremitsis, 1973; 41 - 76). Después de los turbulentos años de 1850 a 1880
terminan y la nación arriba al desarrollo capitalista moderno. Con Profirio Díaz
se generan vías férreas y se firman convenios de colaboración con potencias
extranjeras para el fomento de la minería y la energía eléctrica. Con las líneas
férreas van las líneas telegráficas en el centro del país, y le centralismo
político es un fundamento de control para la organización de la nueva economía y
la organización del territorio, donde se incorpora a las regiones, al menos las
centrales del país, al esquema modernista. No obstante, el régimen porfirista
restringe intereses norteamericanos en participar en la economía mexicana,
favoreciendo a otras potencias como lo fue Inglaterra.
No obstante el éxito sobre los conservadores de los liberales, el liberalismo en
México tuvo varios tropiezos en su implementación, uno fue al reacción de la
sociedad conservadora, que en esperanza de mantener sus canonjías otorgadas como
parte de una organización social que parte de estamentos de clase, se opusieron
abiertamente al modelo de los liberales, especialmente en reacción a Benito
Juárez y Sebastián Lerdo de Tejada. La segunda fuerza en contra la reacción en
México ante el surgimiento de la guerra civil en Estados Unidos que cuestionaba
si el camino al capitalismo era propiamente el liberal, similar al yanqui, o
bien el conservador similar al de las haciendas sureñas de esta nación. La
secesión en Norteamérica puso un suspenso en la propuesta de desarrollo e
industrialización en México. Finalmente la intervención francesa que, contrario
a la esperanza de los conservadores, reinventa el liberalismo en México que, más
allá de Juárez y Lerdo de Tejada, se incorporan elementos de la ilustración
francesa y el reformismo francés (Perry, 1974; 649 - 699).
A su vez, la intervención norteamericana de 1846 – 1848 deja su impronta en
compromisos institucionales que enmarcarán la nueva constitución del país de
1857. La constitución conservadora de 1824 queda atrás ante la de 1857 de
abierto liberalismo frangmasónico. Ahí se vela el interés de llevar a la nacíón
hacia la democracia, y para ello se requiere contar con regímenes de gobierno
basados en el sufragio. No obstante, el alto nivel de analfabetismo y la falta
de compromiso político de la población no dan el fundamento necesario para
aspirar a una sociedad democrática. Por ello, las elecciones y comicios no eran
en su momento una realidad viable para una nación que previamente, requiere la
concientización política necesaria. La consecuente entonces es el inevitable
surgimiento del régimen dictatorial de Porfirio Díaz.
El federalismo es a su vez, otra de las aspiraciones del programa liberal que
queda plasmado en el artículo 40 de la constitución del 57. Una grave
contradicción radicaba en que los liberales aspiraban a un federalismo de jure
pero no de facto pues veían la heterogeneidad del país como un grave problema
que debiera erradicarse para procurar ser una sociedad más homogénea y fortaleza
de la unidad nacional.
Un reto en la uniformación de la sociedad nacional era el surgimiento del
caudillismo, producto derivado inminentemente del regionalismo nacional, a lo
que se le consideró como la persistencia de cacicazgos heredados de periodos
coloniales. Típicamente estos caudillos fueron fórmulas de gobierno local que
incluso, llegaron a ser gobernadores de los Estados. El caudillismo de hecho era
una fórmula de control y poder político local y regional en el país. Por eso, el
federalismo y la democracia enfrenta como principal restricción la existencia de
cacicazgos y caudillos que proliferaban en todo el territorio nacional. Los
caudillos incluso tenían poder militar pues llegaron a reclutar a ejércitos
locales que bien apoyaban a un gobernante, como sucedió con Benito Juárez, o
bien lo enfrentaban, como muchos caudillos se levantaron durante la revolución
mexicana contra Porfirio Díaz.
El caudillismo por otra parte, pugnaba por los intereses de las oligarquías
locales que, en muchos casos, llevaron a conflictos militares a una escala
nacional. Organizar el territorio y pacificar al país era un reto que se
enfrentaba duramente con la presencia de los caudillos que podían cuestionar el
mandato de gobierno a nivel municipal, estatal e incluso nacional (Emiliano
Zapata a inicios del siglo XX).
El bajo nivel de instrucción del pueblo, el control a nivel local de caudillos,
la minoría liberal, una burocracia comprometida con las clases conservadoras
comprometieron las elecciones de la nación. Las primeras elecciones fueron
cuestionadas por la parte conservadora al considerar que de manera delictuosa
tanto Juárez como Lerdo de Tejada intervinieron en las elecciones para sesgar
sus resultados a los intereses del partido liberal. Los últimos 30 años de la
decimonónica centuria se marcaron con un gran número de insurrecciones en todo
el país, que se fueron calmando con el régimen de porfirismo de 1880 a 1900, al
conceder Porfirio Díaz canonjías a las oligarquías locales como nacionales del
país. No obstante, la falta de una reforma agraria, a razón de proteger los
intereses de los caudillos que a nivel local eran los dueños de las Haciendas
agrícolas y ganaderas del país, engendraron otro tipo de insurrecciones, cada
vez más de tipo agrario.
LA SOCIAL DEMOCRACIA EN MÉXICO Y SU PROYECTO DE NACIÓN
A fines del siglo XIX la economía de la nueva nación se sostenía principalmente
por la producción de sus haciendas en lo rural. En el ámbito urbano los obrajes
y el comercio con el campo son la base de la principal columna de la economía.
La minería quiebra y sierra por la carencia de capitales como por el abandono de
sus antiguos propietarios. La tenencia de la tierra basada en el latifundio
ocasiona que en el campo el cautiverio de peones y trabajadores agrarios
observen un empeoramiento de sus condiciones de vida. La parcelación de la
tierra no existe lo cual será un polvorín que explotará a inicios del siglo XX
con la revolución mexicana. Se dice que el 3% de los propietarios de la tierra
controlaban el 58% de la tierra arable del país (Stein, op. cit.).
En México, la pobreza extrema, el acaparamiento de tierras, el encasillamiento
de trabajadores y jornaleros agrícolas, la falta de un ejército industrial de
reserva suficiente como proletariado urbano, persistencia de instituciones
estamentarias y de trabajo que no permitían la liberalización de la mano de
obra, la falta de industrias consolidadas y capitales de avío significativo, la
alta incertidumbre y abruptos conflictos sociales, la carencia de un programa
nacional de desarrollo que mantuviera una continuidad, entre otros aspectos,
entorpecieron el programa liberal del desarrollo del país, y sobre todo la
aspiración a ser una sociedad democrática.
Las insurrecciones en el país dieron por resultado la exacerbación del
centralismo, como el exceso en gastos militares, y militarización de la vida
pública del país. Los militares de hecho fueron parte de las clases
privilegiadas en al sociedad porfiriana. Mucho del erario público se dilapidaba
en sueldos y salarios a militares como en gastos de guerra para pacificar a la
nación. Siendo el porfirismo de inspiración liberal, no obstante, el Estado
creció a efecto de las insurrecciones y el aumento de la clase militar del país.
El estado más que juez y policía, era propiamente un estado gendarme que
procuraba la integridad nacional, protegía de cualquier intervención extranjera,
como la paz de la República ante las continuas insurrecciones regionales (Perry,
op. cit.).
Con el advenimiento de los esquemas modernos de producción y sus formas
deshumanizadas de explotación de la mano de obra, así como la proliferación de
tesis del socialismo utópico, como la publicación del Manifiesto Comunista en
1848, las organizaciones obreras a nivel mundial empezaron a aparecer como
sindicatos de trabajadores. Las formas corporativas del trabajo son un
fundamento del modernismo capitalista naciente (Keremitsis, op. cit.).
En México, la primera organización sindical aparece en 1853, y en 1880 aparece
la segunda. Durante el porfiriato los sindicatos proliferaron a la par que
crecían las factorías modernas, especialmente de inversión extranjera inglesa
como francesa. El periodo porfirista fue de ascensión industrial urbana. Lo que
hacía falta era una reforma agraria que repartiera la propiedad agrícola a los
peones y jornaleros de las Haciendas, procurando con ello el alivio de la
pobreza cada vez más generalizada y extrema que se vivía en el campo mexicano,
ante el acaparamiento de los latifundistas que controlaban la producción, los
precios agrícolas y hasta la vida de sus trabajadores, que estaban cautivos bajo
un sistema de deudas, deudas incluso heredables de padres a hijos por
generaciones.
La crisis de 1929 – 1933 que marca el crepúsculo del fordismo y la publicación
del texto del inglés John Maynard Keynes Teoría general sobre la ocupación, el
interés y el dinero (1936), aunado al surgimiento desde 1848 con el Manifiesto
comunista del judío alemán Kart Marx, fundamentan la ideología social demócrata
que propiamente nace desde el inicio del siglo XX en América Latina. Para 1946
con la creación de la Comisión Económica de América Latina, bajo la dirección de
Raúl Prebisch (Gurrieri, 1982), se delinea el esquema endogensita de desarrollo
para la región latinoamericana bajo el influjo teórico del estructuralismo (que
propone que la inversión debe canalizarse a proyectos de infraestructura
productiva primaria y secundaria), el keynesianismo (que es el fundamento de un
Estado social más participativo en la economía) y del marxismo (que orienta los
movimientos sociales hacia un ideal socialista).
La social democracia propiamente de 1946 a 1982 en México establece su proyecto
de nación bajo la tesis del proteccionismo bilateralista, donde la aspiración
del desarrollo es lograr la independencia y la autosuficiencia (propiamente la
autarquía). Su éxito se sostiene ante la prosperidad y paz social que otorgó de
1946 a 1976, donde durante esos 30 años la nación logró crecimiento sostenido de
hasta 8% anual, también se vive una transición demográfica que duplica la
población del país, no obstante le incremento del ingreso per cápita será para
dicho lapso en promedio anual de 3.2%.
El éxito del esquema endogenista bajo la tesis social demócrata se explica tanto
por factores internos como externos: los internos tienen que ver con la paz
social lograda, el surgimiento de un Estado corporativo y la organización social
del trabajo y la producción exitosa bajo la directriz de la modernización del
país, principalmente. Los factores externos viene en correlación a la segunda
guerra mundial y el periodo de reconstrucción de las economías europeas y nipona
a efecto de la contienda mundial, donde la nación sostuvo un comercio exterior
significativo y con superávit consistentes que aumentó las reservas
internacionales a un nivel que la estabilidad económica del país se expreso en
una estabilidad cambiaria que por mucho se mantuvo en 12.50 pesos por dólar.
La recuperación paulatina de Europa y Japón, así como el surgimiento de la
producción flexible o toyotización, vino en detrimento de la economía
norteamericana, quien es a la fecha el sostén de la demanda externa mexicana
hasta en un 95%. La crisis de 1971 y 1973 marca el crepúsculo de la modernidad
bajo el liderazgo norteamericano y una década después abiertamente las economías
occidentales se vuelvan a favor de adoptar las fórmulas orientales de
organización privada del trabajo y la producción, en razón de adquirir la
competitividad necesaria para hacer frente a las economías de reciente
industrialización asiáticas, que hasta ahora presentan las tasas de
productividad más altas del mundo. Surge con ello la producción flexible como
fórmula de organización privada del trabajo y la producción, acompañada del
neoliberalismo como fórmula pública de organización del trabajo y la producción.
En México, como en América Latina, desde 1982, con la iniciativa para las
Américas liderada por la nación estadounidense, se establece el pacto entre las
naciones donde la renegociación de las deudas latinoamericanas vendrá en
respuesta a la obediencia de éstas a las directrices marcadas por el Consenso de
Washington.
Se tiene por ello que establecer un nuevo pacto social en la base corporativa de
la organización del trabajo y la producción bajo la óptica de la producción
flexible y sus intereses de reproducción plasmados en las tesis de regulación
neoliberales (Concheiro, 1996; 07 -207).
LA DEMOCRACIA CRISTIANA EN MÉXICO Y SU PROYECTO DE NACIÓN
Fue en 1939 que Manuel Gómez Morín funda el Partido de Acción Nacional como la
primera oposición de oferta política al entonces partido oficial: el Partido
Revolucionario Institucional.
La formulación de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos de
1917 plantea las bases para que el país ingrese de lleno al régimen de
producción modernista.
La tradición centralista que arrastra el país desde antes incluso de tiempos
coloniales, en el nuevo esquema moderno del corporativismo político, patentado
entonces en lel artículo 123 constitucional, como de la Ley Federal del Trabajo
en la entonces prominente cláusula de exclusión, viene a enconar el centralismo
político en la toma de decisiones, como en materia fiscal.
Todavía en los años 80 de cada peso que se recaudaba en los municipios, la
federación le regresaba solo 5 centavos al H. Ayuntamiento!
Este exacerbado centralismo que se enconó principalmente durante las
administraciones priístas, es en sí la causa del resentimiento de las
oligarquías provincianas respecto al centro. Oligarquías principalmente
lideradas por los empresarios locales como la Iglesia católica.
El PAN representa el resentimiento local ante un centralismo de abierto abandono
presupuestal a la provincia, al campo y sobre todo, en materia de desarrollo
regional. Era tal la miopía centralista que se tenía en el país que los
residentes del Distrito Federal sostenía que "más allá del DF todo era
Cuauhtitlán"!
El exacerbado centralismo discriminó las potencialidades locales como al propio
territorio del país.
En realidad la formulación del Partido de Acción Nacional no obedece desde su
origen a la búsqueda de la democracia. La democracia de hecho es un medio, no el
fin. El fin para este caso es el federalismo.
El federalismo que trataba de invertir la lógica del centralismo donde era la
federación el nivel de gobierno que decidía respecto al bienestar del ciudadano,
quien a su vez era la instancia más distante al ciudadano. Mientras que el
municipio, la instancia más cercana al ciudadano tenía la menos capacidad de
decisión, acción y gestión en el desarrollo local.
La idea es precisamente que el municipio adquiera mayor capacidad de decisión,
acción y gestión, por lo que la toma de decisiones debe partir de las
necesidades locales a las instancias tanto de las entidades federativas
(estados), como de la propia federación.
Por ello, el PAN es en sí la respuesta de las oligarquías locales de provincia
ante el abandono que el centralismo en el país causaba. El arribo al poder
federal del PAN es a su vez, el arrebato del Estado de provincia al centro.
Fueron las reformas al Artículo 115 de la constitución a inicios de la década de
los 80 que fundaron las bases para iniciar un auténtico federalismo en el país.
Y puede considerarse que la reforma a este artículo marca quizá el primer logro
de la oposición política respecto a la búsqueda del federalismo auténtico.
Es durante la administración del Presidente Carlos Salinas de Gortari que se
procura terminar con la tradición centralista y social demócrata, para dar pié a
las iniciativas federalistas, solo que bajo la directriz de la democracia
cristiana.
La muerte de MAQUIO y el nuevo liderazgo que le da al PAN Fernández de Ceballos,
le posibilitan a Carlos Salinas de Gortari la inclusión dentro de la oferta
política del partido de intereses extranjeros, especialmente norteamericanos. El
partido deja atrás su pasión nacionalista para adquirir los motes de la nueva
ética de la administración pública basada en el neoliberalismo (Concheiro, op.
cit.).
La alianza cívica para arribar al poder por parte de las oligarquías locales de
provincia ahora se compone de la empresa, la iglesia católica y los
inversionistas extranjeros, especialmente estadounidenses. Misma que como
fórmula para arrebatarle el poder al PRI es exitosa, no obstante bastante
cuestionable como fórmula de gobierno.
La nueva clase política que presenta el PAN se compone de una burguesía
provinciana incipiente, y por tanto, en gran medida ignorante y servil al Clero.
No se trata de la burguesía liberal del centro del país, sino de una burguesía
ultra conservadora de provincia, que ven la realidad a través de las gafas
puestas por la Iglesia católica, retrógrada a la ciencia, al arte, y al libre
pensamiento, como al libre sentimiento.
Es este entonces el costo político del término del centralismo a cambio de un
mayor federalismo, es entonces y por ello, que hemos de soportar
administraciones miopes, torpes y facciosas en materia de atender las reales
necesidades del país, especialmente cuando se trata de los estratos de la
población más vulnerables: los humildes.
CONCLUSIONES
No obstante que en México, como en América latina, el proyecto de desarrollo
liberal tiene más de 150 años, ha sido hasta 1930 que se puede establecer un
proyecto de desarrollo capitalista consistente y sostenibles a razón de las
contiendas sociales e intervenciones extranjeras que le precedieron y
entorpecieron el camino del país por consolidarse como una nación dentro del
derrotero del desarrollo capitalista.
El liberalismo decimonónico latinoamericano tiene su sustento en el tipo de
régimen de producción artesanal donde los mercados eran altamente competitivos,
debido a que aún no existen fórmulas de monopolización de los mercados, dado que
las empresas tenían una dimensión local. La ética basada en el laissez faire,
laissez passer, es legítima para el momento histórico del desarrollo capitalista
prevaleciente.
El surgimiento de la producción organizada moderna y de los monopolios obliga a
abandonar el liberalismo por las tesis keynesianas y marxistas englobadas dentro
de la corriente social demócrata de inicios del siglo XX.
A su vez, el mejoramiento de la organización privada del trabajo y la producción
fordista es causa del nacimiento de la producción flexible, lo que lleva a
reformas las instituciones que regulan la organización del trabajo y la
producción bajo las tesis de lo que da a llamar neoliberalismo. El mismo que
distinto al liberalismo parte de fundamentaciones laicas y no teológicas como lo
fue el liberalismo adamsmithsoniano. Con un laicismo cuentista, la argumentación
de la que parte el neoliberalismo es diametralmente distinta a la liberal, no
obstante coinciden en sus conclusiones a favor del libre comercio. La
integración económica propuesta por los neoliberales es una tesis distinta la
planteamiento liberal, pues mientras estos últimos fundan el éxito de las
naciones en la especialización bajo la óptica de la ventaja comparativa, el
neoliberalismo supone el éxito en base a una producción compartida (desde luego,
en correspondencia a la localización industrial a escala mundial que deriva del
esquema toyotista).
No obstante, la discrepancia grave entre liberales y neoliberales estriba en que
el liberalismo se da en un momento histórico donde el capitalismo industrial
parte de una producción de tipo artesanal donde la dimensión de influencia de la
empresa es a una escala de mercados locales, mientras que el neoliberalismo se
da en la fase imperialista del capitalismo donde lo monopolios han adquirido
dimensiones multinacionales que abarcan mercados internacionales y cuya
formulación parte de la transnacionalización.
Por tanto, el liberalismo y la democracia en México, como en Latinoamérica se
abortan ante la impostura de la ultraderecha inspirada en la democracia
cristiana que enarbola las tesis neoliberales como nuevo fundamento del orden
natural del capitalismo. Tesis cuya miopía es causa de su análisis ahistórico
que supone prevalecen las condiciones del siglo XVIII para sostener el laissez
faire, en un mundo a merced de los gigantescos corporativos internacionales
monopolistas cuyo efecto social es la polarización del ingreso, y en la vida
política la elitización de las ventajas del desarrollo capitalista a favor de
las clases privilegiadas hegemónicas del sistema.
BIBLIOGRAFÍA:
1. BAZANT, Jan (1976) “Desamortización y nacionalización de los bienes de la
Iglesia. En La economía mexicana en la época de Juárez. Secretaría de educación
pública. Colección Sep – Setenta. Núm. 236. Capítulo V. México. Pp. 155 – 190.
2. CONCHEIRO Bohórquez, Elvira (1996) El gran acuerdo. IIE UNAM ERA. México. Pp.
07 – 207.
3. DI TELLA, Torcuato S. (1972) “Las clases peligrosas a comienzos del siglo XIX
en México”. En Desarrollo económico. Vol. 12. Núm. 48. Buenos Aires. Pp. 761 –
791.
4. FLORESCANO, Enrique y GIL Sánchez, Isabel (1976) “La época de las reformas
borbónicas y el crecimiento económico, 1750 – 1808”. En Historia general de
México. El Colegio de México. Vol. 2. Capítulo III. México, 183 -301.
5. FLORESCANO, Enrique y LANZAGORTA (1976) María del Rosario. “Política
económica. Antecedentes y consecuencias”. En La economía mexicana en la época de
Juárez. Secretaría de Educación Pública. Colección Sep – Setenta. No. 236.
Capítulo II. México. Pp. 76 – 106.
6. GURRIERI, Adolfo (1982) La obra de Prebisch en la CEPAL. Fondo de cultura
económica. Colección Lecturas económicas No. 46 – I y 46 – II. México. Pp. Del
tomo I: 09 -500 y Pp. Del tomo II: 07 – 516.
7. HALE, Charles A. (1972) “El liberalismo y el desarrollo económico”. En El
liberalismo mexicano en la época de Mora, 1821 – 1853. Siglo XXI editores, S. A.
Capítulo VIII. México, Pp. 255 – 297.
8. KEREMITSIS, Dawn (1973) “Inestabilidad política y ajustes económicos durante
la Reforma”. En La industria textil mexicana en el siglo XIX. Secretaría de
educación pública. Colección Sep – Setenta. No. 67. Capítulo II. México. Pp. 41
-76.
9. MORENO Toscazo, Alejandra (1974) “Economía regional y urbanización: tres
ejemplos de relación entre ciudades y regiones en Nueva España a fines del siglo
XVIII”. En Ensayo sobre el desarrollo urbano en México. Secretaría de Educación
Pública (Colección Sep-setenta. Núm. 143. Capítulo III. México. Pp. 95-130.
10. PERRY, Laurens Ballard (1974) “El modelo liberal y la política práctica en
la República restaurada”. En Historia mexicana. Vol, XXIII. Núm. 4. México. 649
– 699.
11. STEIN, Stanley y Barbara H. (1970a) “Capítulo IV: El siglo XVIII”. En La
herencia colonial de América latina. Siglo XXI editores, S. A. México. Pp. 83 –
117.
12. STEIN, Stanley y Barbara H. (1970b) “Capítulo V: Las bases económicas del
neocolonialismo”. En La herencia colonial de América latina. Siglo XXI editores,
S. A. México. Pp. 121 – 153.
13. VILLORO, Luis (1976) “La revolución de independencia”. En Historia General
de México. El Colegio de México. Vol. 2, capítulo IV. México. Pp. 316 - 356.
Pulsando aquí puede solicitar que
le enviemos el
Informe Completo en CD-ROM |
Los EVEntos están organizados por el grupo eumed●net de la Universidad de Málaga con el fin de fomentar la crítica de la ciencia económica y la participación creativa más abierta de académicos de España y Latinoamérica.
La organización de estos EVEntos no tiene fines de lucro. Los beneficios (si los hubiere) se destinarán al mantenimiento y desarrollo del sitio web EMVI.
Ver también Cómo colaborar con este sitio web