NOTAS INTRODUCTORIAS PARA PENSAR PROCESOS DE INCLUSIÓN DIGITAL EN BRASIL
Nivalde J. de Castro
< nivalde@ufrj.br. >*
Maria Alice Espínola de Magalhães
< espinola@uninet.com.br >**
Resumen:
Desde los años 70 del siglo XX, la economía mundial vive en un acelerado proceso
de incorporación de innovaciones técnicas, destacándose entre ellas las
Tecnologías de la Información y la Comunicación - TIC. La difusión de estas
tecnologías en la producción del conocimiento científico, en los sectores
financieros, productivos y de servicios, además de servir de vehículo para la
globalización del capital, vienen promoviendo impactos jurídicos y políticos
tanto en los países del Primer Mundo como en los del Tercer Mundo, introduciendo
en la agenda política la discusión sobre la autonomía de los Estados Nacionales
frente a la globalización. En los aspectos socioeconómicos, el avance y la
importancia estratégica de las TIC ha creado la divisoria digital, un indicador
que separa a la población entre los que tienen acceso – los incluidos – y los
que no tienen acceso – los excluidos – a estas tecnologías.
El estudio presentado procura entender las condicionantes de la divisoria
digital y problemizar los conceptos de exclusión e inclusión digitales que
fundamentan el debate sobre inclusión digital en Brasil.
Palabras Clave: Inclusión Digital; Exclusión Digital; Divisoria Digital;
Tecnologías de la Información y la Comunicación; Alfabetización Digital.
(*) Profesor del Instituto de Economía de la UFRJ – Universidad Federal de Río
de Janeiro y coordinador del Núcleo de Computación. www.nuca.ie.ufrj.br
(**) Investigadora del Núcleo de Computación del Instituto de Economía-UFRJ
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Introducción
Algunos de los principales y más discutidos y conocidos aspectos de la
globalización es la posición central de las innovaciones tecnológicas en la
dinámica de la competencia en la economía capitalista. La aceleración de esta
competencia a escala planetaria, la reorganización de la división internacional
del trabajo y la reordenación del poder político mundial indican y configuran un
proceso de múltiples ángulos, que ejerce impactos significativos en las
dimensiones económica, social, política y cultural. En estos términos, la
globalización es el paisaje en el cual se inscribe el objeto de discusión que se
presenta en este texto.
En el marco de este movimiento de globalización, la difusión de las Tecnologías
de la Información y la Comunicación - TIC - en las estructuras productivas, así
como la apertura de los mercados financieros y productivos refuerzan,
reestructuran y consolidan las desigualdades económicas y sociales, que pasan a
incorporar un nuevo indicador – la divisoria digital o brecha digital, expresión
de la separación entre los incluidos y los excluidos de las redes virtuales, de
la Sociedad en Red (Castells,1999).
La intención de este trabajo es hacer un análisis y reflexión sobre la exclusión
e inclusión digital, destacando algunos de las más importantes condicionantes y
desdoblamientos socioeconómicos vinculados al análisis y al tratamiento político
de dicho problema en Brasil.
La conducción de este trabajo tiene como cuestión básica la hipótesis de que la
inclusión digital no es un proceso que se concluye con la garantía de propiedad
o la posesión de un ordenador y el acceso a la Internet con conexión en red de
banda ancha. La inclusión digital exige habilidades intelectuales anteriores,
dominio de metodologías y herramientas de búsqueda que permitan localizar,
acceder, procesar y sistematizar la información pasible de ser transformada en
conocimiento y en habilidades económica y socialmente productivas.
En torno a la cuestión anteriormente delineada, el trabajo está organizado en 3
secciones. La primera presenta un panel resumido de la visión de algunos autores
sobre las transformaciones económicas y sociales generadas por las innovaciones
técnicas introducidas a partir de 1970. En la segunda sección, se analiza el
concepto de divisoria digital, centralizándose en el examen de algunas de sus
implicaciones y las alternativas de inclusión digital presentadas en el debate.
En la tercera sección, se destacan las cuestiones consideradas conclusiones
abiertas, o parciales, sobre el objeto de estudio.
I – Capitalismo contemporáneo: conocimiento científico e innovaciones
tecnológicas
Las transformaciones socioeconómicas vinculadas a las innovaciones tecnológicas
en el campo de la microelectrónica y de los medios y redes de comunicación, que
ocurren principalmente a partir de los años 70, son profundamente importantes
debido a la intensidad de su impacto y a la extensión espacial alcanzada.
Algunos autores se destacan por la capacidad de síntesis en el análisis de este
proceso de cambios.
Bells (1973) fue uno de los pioneros en sistematizar conceptualmente las
características adquiridas por la sociedad capitalista a partir de la 2ª mitad
del siglo XX, definida por él como sociedad post-industrial. Entre los 5
principales ejes que orientan y explican esta nueva fase del capitalismo, el
autor registra la
importancia creciente del conocimiento científico como fuente de innovaciones y
de control social y la codificación del conocimiento en sistemas abstractos de
símbolos que se pueden utilizar en diferentes y diversos campos (Bells, 1973).
Desde otra perspectiva, Lyotard (1998), al pensar la sociedad en este mismo
período, le confirió la condición de postmodernidad. En su análisis, desarrolla
la hipótesis de que la dinámica de la competencia capitalista ha promovido
transformaciones en la naturaleza del conocimiento científico, materializadas y
consolidadas por el uso del lenguaje digital, es decir, de ordenadores y
software.
Tanto Bells como Lyotard indican y enfatizan que se ha fundado una nueva etapa
del capitalismo que ha sido impulsada por innovaciones tecnológicas generadas
directamente por el desarrollo del conocimiento científico – que ha creado lo
que pasó a definirse como Tecnologías de la Información y la Comunicación - TIC.
La difusión de las TIC en las economías nacionales, dirigida por la lógica de la
valorización capitalista, ha traído como resultado la consolidación progresiva y
a escala mundial de aquello que Castells (1999), a partir de uno de sus trabajos
más expresivos, denominó como Sociedad en Red.
En un abordaje de carácter técnico, Dertouzos (1997) resume con la precisión
adquirida por la experiencia profesional como director del Laboratorio de
Computación del MIT, que la nueva etapa del capitalismo, acuñada por él como Era
de la Información, se apoya en 5 ejes principales:
“1. Se usan números para representar todas las informaciones.
2. Estos números son combinaciones de 0 y 1.
3. Los ordenadores transforman la información, al tratar aritméticamente esos
números.
4. Los sistemas de comunicación transportan la información al mover esos
números.
5. Los ordenadores y sistemas de comunicaciones se combinan para formar redes de
ordenadores. Las redes constituyen la base de las infraestructuras de
información del futuro (...)” (Dertouzos, 1997, p. 391)
A pesar de las diferencias marcadas por perspectivas teóricas y diferentes
abordajes analíticos, estos autores convergen al reconocer, en la creación y
difusión de las TIC, el motor del capitalismo contemporáneo, que se consolida en
las últimas 3 décadas del siglo XX.
II. Exclusión / Inclusión Digital – Las desigualdades en el capitalismo
contemporáneo
El concepto de divisoria digital, o brecha digital, designa la separación entre
los contingentes de la población que:
(a) tienen acceso y dominan y/o producen las TIC y;
(b) aquellos que no tienen acceso o no dominan, o simplemente dominan de forma
restringida y limitada estas tecnologías.
La divisoria digital es, asimismo, una variable que se inscribe en la relación
de inclusión/exclusión socioeconómica del mundo capitalista globalizado. Y, como
componente de la formación e indicativo de esta relación, se produce a partir de
las desigualdades económicas y sociales existentes (creadas por la dinámica
capitalista) reforzando y profundizando estas propias desigualdades. De modo
que, más allá de ser otro indicador introducido en el análisis y medición de las
desigualdades, la brecha digital tiende a adquirir un peso creciente en la
relación de inclusión/exclusión socioeconómica, en función del nuevo contexto
del desarrollo capitalista. No es por casualidad que, en un período
relativamente corto, el problema de la inclusión y de la alfabetización digital
se introdujo en el debate relativo a los indicadores de inclusión socioeconómica
y se convirtió en objeto de estudio y sujeto de acciones y políticas sociales.
Pensar posibilidades de políticas y acciones de inclusión/alfabetización digital
requiere necesariamente una contextualización del problema, lo cual implica
recuperar y recortar, aunque sea resumidamente, algunas características del
proceso que crea, define y delimita los parámetros de la divisoria digital. Dos
cuestiones, vinculadas entre sí, se destacan en este proceso: la posición
central ocupada por el concepto de información en la producción de Ciencia y
Tecnología - C&T - y la participación creciente de las TIC en la dinámica de la
economía capitalista a partir de los años 70 del siglo XX.
Como idea desarrollada a partir de mediados del siglo XX, producto de un
esfuerzo conjunto entre la investigación básica en biología, física y
matemática, y las ciencias y técnicas vinculadas al lenguaje, surge un nuevo
concepto de información definido como unidad que permite codificar y traducir a
un lenguaje universal – sistema numérico, binario, digital - los diferentes
dominios del conocimiento. El establecimiento de un “lenguaje común”, basado en
un denominador común que es el cero y el uno, tiene implicaciones significativas
para la investigación y el conocimiento científico a medida que permitió un
cambio en la lógica del campo de reflexión y de la producción de C&T.
Básicamente, el entonces predominante modelo de desarrollo y producción de
investigación básica y aplicada asentado en la especialización es abandonado por
la adopción de modelos basados en procesos de síntesis. A partir de estos
cambios que tienen lugar en la esfera del pensamiento científico y en los
laboratorios de investigación - y que Santos (2001) analizó como “viraje
cibernético” - resultaron fusiones de tecnologías que hasta entonces se habían
desarrollado separadamente, la creación de nuevos campos de conocimiento y de
nuevas tecnologías y, principalmente, una aceleración inédita en la velocidad de
producción de C&T.
En los planos económico y social, el llamado “viraje cibernético”, movido por el
lenguaje universal basado en la información, promovió un nuevo impulso y
expansión de la economía capitalista, observados en el proceso de globalización
de las actividades productivas y financieras y en la ‘tecnologización’ de la
vida cotidiana, basados en la creación y difusión de las TIC, en la
biotecnología y en innovaciones tecnológicas en los sectores de energía y
química.
En lo referente a la inserción estratégica de las TIC en la dinámica y
reorganización del capitalismo a partir de los años 70, analizada y discutida
por varios autores (Castells (2001), Santos (2001), Lyotard (1998)), vale
mencionar tres aspectos puntuales relacionados más directamente con la inclusión
digital.
En primer lugar, de acuerdo con Caron (2006), las TIC son funcionales para
solucionar problemas técnicos del sistema económico. Su creación y difusión van
a permitir ecuacionar “cuellos de botella” relativos a la gestión y regulación
de las redes a escala planetaria. Ante tal perspectiva, estas tecnologías se
introducen como instrumentos de gestión y regulación de los flujos de trabajo,
de mercancías y de información, en tiempos muy cercanos al tiempo real. La
difusión de las TIC, en este aspecto, introduce cambios más o menos profundos en
todos los sectores de la economía. Por consiguiente, y dada su extensión, los
mismos afectan, y afectarán, la forma y/o el contenido de trabajo de todos los
involucrados en las actividades económicas.
En segundo lugar, la generalización de la codificación del conocimiento
científico para un lenguaje universal basado en la información y la difusión del
uso de microordenadores y de las redes virtuales de información y comunicación
generaron impactos significativos sobre las actividades de investigación,
transmisión y circulación del conocimiento (Lyotard, 1998). En este aspecto
específico, las TIC contribuyen con la promoción y consolidación de los cambios
en la naturaleza del conocimiento, redefiniendo sus modelos de legitimación y el
alcance de su universo.
Finalmente, es necesario considerar la presencia de las TIC en la
‘tecnologización’ de la vida social. La informatización del acceso al consumo de
bienes y servicios, generalizada en los países desarrollados (Santos, 2001;
Caron, 2006), también pasa a ser observada en los centros urbanos brasileños. Lo
que importa destacar en este caso es la adecuación progresiva, compulsoria y
compulsiva de los ritmos y organización material (y subjetiva) de las
actividades cotidianas a los productos y servicios, cada vez más numerosos,
impactados por las TIC.
En un mundo marcado por la aceleración exponencial de la creación, aplicación y
obsolescencia de las tecnologías, por la digitalización de las actividades de
producción, circulación y consumo, que viabiliza la reprogramación del trabajo y
del saber, la divisoria digital se instala y se consolida como un medio
tecnológico de exclusión. En este contexto, la exclusión digital limita de forma
radical la inserción económica, social y política, a medida que ejerce impactos
directos y negativos sobre la educación y calificación profesional, sobre la
competitividad en el mercado de trabajo, cada vez más restringido y precario, y
sobre las condiciones de vida en general.
Y este proceso de exclusión, que incorpora un corte de cuño tecnológico, afecta
directamente a la población históricamente excluida del acceso a los derechos
sociales básicos y pasa a representar un riesgo real de exclusión para segmentos
expresivos de los agentes económica y socialmente incluidos, que tienen en su
poder un dominio limitado de las TIC, especialmente con relación a la Internet.
Desde el punto de vista del mercado, dominar de forma limitada estas tecnologías
es funcional para la economía globalizada a medida que permite formar y ampliar
un mercado de consumo en gran escala para los productos y servicios vinculados a
éstas, como se observa, por ejemplo, en la informatización de lo cotidiano
privado y social. De forma general, los segmentos de la población que tienen
acceso a la Internet, pero que dominan de forma limitada o restringida sus
recursos, están situados en una frontera que puede ser definida provisionalmente
como una inclusión digital “precaria”. Sin embargo, a efectos estadísticos,
estos segmentos están incluidos en el mundo digital a partir del momento en que
disponen del acceso a la Red.
La idea de inclusión digital “precaria” merece, por lo tanto, un análisis más
atento porque da un alerta para un probable ‘enmascaramiento’ de un proceso de
exclusión por la vía tecnológica e introduce elementos para problemizar y
profundizar el análisis de la inclusión/exclusión digital.
Como primera cuestión que debe ser analizada, la noción de inclusión digital
precaria sugiere que existen, en lo que se ha convenido identificar como el
universo de la inclusión digital, diferencias cualitativas considerables en las
habilidades para operar ordenadores, software básico (editores de texto,
planillas, presentación de diapositivas) y los recursos de la Internet. O sea,
la inclusión digital no resulta, ni tampoco designa, un estado único de dominio
y habilidades en el uso de herramientas virtuales. Asimismo, el centro de la
reflexión se disloca hacia la identificación y análisis de los factores,
elementos y condiciones que concurren para producir niveles diferenciados de
dominio sobre los recursos de la Internet entre los que están incorporados
formalmente a la inclusión digital.
En este sentido, es bastante apropiada la noción de inclusión digital formulada
por Sampaio (2004) para Brasil. Este autor entiende que la inclusión digital, en
primer lugar, debe ser parte integrante de las políticas de inclusión económica
y social, formuladas y conducidas por el poder público, y dirigidas hacia los
segmentos sociales de baja renta. En este contexto, la inclusión digital es un
proceso que se desarrolla por acciones volcadas hacia la universalización del
acceso físico a los recursos de las TIC (léase ordenador + software +
herramientas de la Internet) y los conocimientos y habilidades necesarios para
utilizar tales recursos con un mínimo de competencia. A partir de esta idea más
general, Sampaio establece una separación clara entre inclusión digital
restringida e inclusión digital ampliada, enfatizando que ambas se diferencian
cualitativamente en el significado y alcance de sus objetivos, a pesar de que
convergen en lo que se refiere a la universalización del acceso físico.
La inclusión digital restringida prioriza el entrenamiento para operar
ordenadores y software de uso corriente, teniendo como fin cualificar al usuario
para acceder a la Internet en la posición de lector y/o consumidor de contenidos
– información – disponibles en la Red. En este sentido, el proceso de inclusión
digital está vinculado a una visión que identifica al usuario como consumidor y
usuario pasivo de estas tecnologías.
La inclusión digital ampliada, alternativamente, incorpora una visión
instrumental de la tecnología y reconoce al usuario como sujeto que actúa con
intereses y objetivos autónomos. La propuesta en esta 2ª vertiente es
instrumentalizar y capacitar técnicamente al usuario para hacerse autónomo en el
proceso (continuo) de adquisición de habilidades y competencias necesarias para
la operación de las TIC, y ser capaz, principalmente, de crear información y
operar recursos de comunicación (Sampaio, 2004).
Según la concepción de este autor, visiones políticas distintas sobre los
objetivos y criterios que definen el desarrollo del proceso de inclusión digital
tienden a presentar resultados marcados por diferencias sustanciales de dominio
y pericia en el empleo de los recursos tecnológicos.
En otra línea de abordaje, Castells (2001) analiza la evolución mundial de la
difusión de la Internet y su distribución geográfica. Trabajando con datos de
investigaciones más amplias, identifica una tendencia de crecimiento del número
de personas con acceso a la Red, tanto en el 1er Mundo, como en las grandes
concentraciones urbanas de los países en desarrollo. Cuando Castells presenta
los resultados de la distribución geográfica global de los usuarios y de los
proveedores de información reconoce, sin embargo, que la Sociedad en Red puede
estar profundizando las desigualdades sociales, a medida que los grandes
proveedores de información, que definen el desarrollo tecnológico y el contenido
de la Internet, están concentrados en los países desarrollados. Ante estas dos
tendencias, destaca que factores exógenos a la Red son decisivos para explicar
la exclusión digital, pues considera la capacidad “educativa y cultural” de
utilizar la Internet más importante que el acceso físico a la tecnología.
Castells considera las habilidades para buscar información - saber dónde está y
cómo acceder, procesar y transformar información y datos en conocimiento –
indicadores de inclusión digital más efectivos para definir las fronteras de la
divisoria digital. Tales habilidades, según este mismo autor, están vinculadas
al origen social, origen familiar, nivel cultural y nivel de educación de los
individuos (Castells, 2001). Por consiguiente, a pesar de la tendencia de
aumentar el número de personas conectadas a la Internet, en el universo de los
incluidos se observa una especie de inclusión digital “restringida”, limitada
por la incapacidad de los usuarios para utilizar la tecnología como instrumento
de acceso a la información para la producción de conocimiento.
Si Sampaio entiende la exclusión digital como un problema de política social que
está vinculado fundamental y prioritariamente a la inclusión económica y social,
Castells amplia este universo para incorporar segmentos de la población no
necesariamente excluidos económica y socialmente, cuando señala la influencia de
los componentes cultural y educacional en la realización de la inclusión
digital. Tal visión, a pesar de la referencia empírica basada en datos de los
países desarrollados, refuerza la relevancia de los componentes externos a la
tecnología strictu sensu en la superación de la exclusión digital.
Las habilidades y capacidades, señaladas anteriormente por Castells y necesarias
para obtener información en la Red y transformarla en conocimiento, están
relacionadas, de forma general, con el sistema de educación. Esta cuestión no es
inédita ni reciente en la literatura y está presente directa o indirectamente,
por ejemplo, en Eco (1996), Serra (1999), Castells (2001) y Millán (2003).
Millán, en especial, presenta un análisis sistemático centrado en la importancia
de la lectura y la escritura en la sociedad contemporánea, altamente
informatizada y con abundancia de informaciones virtuales. Su reflexión es
interesante a medida que identifica la necesidad de poseer capacidades de
lectura avanzada para producir conocimiento a partir de informaciones de la
Internet (Millán, 2003). O sea, las operaciones intelectuales de definición del
objeto de investigación, localización, selección y análisis, realizadas
cotidianamente en la web presuponen un dominio desarrollado de lectura y
comprensión de textos e imágenes. Según el autor, la capacidad para una lectura
avanzada es una habilidad compleja que requiere madurez neurológica y motivación
para aprender, adquirida progresivamente durante un largo período y que exige un
ejercicio constante. Para la formación y mantenimiento de esta capacidad son
necesarias acciones integradas de motivación, de transmisión y de consolidación
de las técnicas de lectura, realizadas principalmente en el marco de las
instituciones formales de enseñanza y reforzadas en el ambiente familiar, en las
bibliotecas y por el mercado editorial (Millán, 2003).
III. Conclusiones
Las características del proceso que crea la divisoria digital y las ideas de los
autores anteriormente citados nos dan elementos para comprender la inclusión
digital como una cuestión que transciende la restricción económica del acceso
físico al equipamiento y a la Internet - sin negar que este acceso constituye
una condición necesaria para darle inicio a dicha inclusión digital (pero no es
suficiente para realizarla).
Ello implica decir que el proceso de inclusión digital no puede ser analizado y
mucho menos conducido solamente por la óptica de la propiedad o posesión de
bienes de consumo durables (ordenador) y servicios (software y acceso a la
Internet). O sea, por la lógica material del mercado.
Entre las variables económicas, sociales y políticas implicadas en este proceso,
el sistema de educación – público y privado, regulado por el Estado – asume una
posición de destaque, ya que es el espacio institucional privilegiado para la
formación de una cultura digital vinculada a la transmisión y producción de
conocimiento. Asimismo, la inclusión digital no es un problema restricto a la
política social de carácter compensatorio volcada hacia los segmentos excluidos
económica y socialmente, a pesar de ser un consenso su importancia crucial para
estos segmentos de la población.
Siendo un componente que se introduce y se consolida como pertinente para el
sistema de educación, la inclusión digital le incumbe también a la sociedad en
general, y el aprendizaje para el uso de los recursos digitales debe ser
incorporado en todos los niveles de enseñanza a través de políticas y acciones
diferenciadas.
Ciertamente, la visión del problema estrictamente por la óptica del mercado es
una línea de menor resistencia, ya que representa los intereses de empresas que
tienden a hacer ofertas y planes en los cuales están involucrados, como siempre
y en especial en Brasil, millones de dólares. Como políticas públicas para los
gobiernos y sus instancias de poder, estas soluciones tienden a adquirir una
mayor visibilidad política, en especial en los medios de comunicación y como
propaganda electoral.
Como condición general para realizar procesos de inclusión digital ampliada,
según lo definido por Sampaio, además de condiciones técnicas materiales, las
instituciones de enseñanza deben disponer de personal cualificado técnica y
metodológicamente para desarrollar y difundir una serie de recursos de apoyo a
la formación digital vinculados necesariamente a los contenidos curriculares de
cada nivel de la enseñanza formal (desde el nivel básico hasta el superior).
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