EN TORNO A LA DIMENSI�N CULTURAL DE LA GLOBALIZACI�N
Dr. Mario Gonz�lez Arencibia
Universidad de las Ciencias Inform�ticas
mgarencibia@uci.cu, Cuba
Tercer Encuentro Acad�mico
Internacional sobre "Econom�a, Educaci�n y
Cultura"
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Introducci�n
"Inj�rtese en nuestras rep�blicas el mundo; pero el tronco ha de ser el de
nuestras rep�blicas".
Jos� mart�
Los estudios acerca del proceso de la globalizaci�n han sido un tema recurrente
durante la d�cada del 80' y aparecen como aspecto central en la agenda de los
90'. Este tema ha sido discutido desde diferentes perspectivas marcadas por
consensos, pero tambi�n por profundas discrepancias en torno a la b�squeda de
alternativas de desarrollo para enfrentar el fen�meno, debido a la existencia de
diversas experiencias en distintas regiones y pa�ses. En unos pa�ses las
estrategias de desarrollo para enfrentar el proceso de globalizaci�n generaron
expectativas frustradas, en cambio, otras regiones experimentaron un desarrollo
exitoso mostrando la posibilidad de combinar lo nacional con lo internacional
preservando un desarrollo aut�ctono. Estas han sido las causas por las cuales el
proceso de globalizaci�n se tiende a identificar con m�ltiples significados.
Uno de los grandes problemas que ha atravesado este variado debate de
significados de la globalizaci�n, es que en la mayor�a de los estudios se ha
presentado con un car�cter predominante su dimensi�n econ�mica, releg�ndose a un
segundo plano su aspecto cultural y social, no siendo tomados adecuadamente por
quienes asumen y ejecutan las decisiones pol�ticas y econ�micas en el plano
nacional e internacional. Tal concepci�n al prestar escasa atenci�n a la
importancia de la dimensi�n cultural de la globalizaci�n y del desarrollo en s�
mismo, ha conducido a una notoria simplificaci�n del proceso. Esto ha tra�do
como consecuencia una reducci�n de las posibilidades de actuar con �xito en el
contexto de la globalizaci�n a trav�s de la elaboraci�n de pol�ticas de
desarrollo sostenible que integren los diversos aspectos de la sociedad. Esta
apreciaci�n conduce a plantear un importante tema a tratar, referido a la manera
en que la globalizaci�n cultural y el desarrollo sostenible interact�an y se
determinan mutuamente. A partir de aqu�, el objetivo que persigue este art�culo
es observar la naturaleza de la globalizaci�n cultural como concreci�n
conceptual.
Perspectiva hist�rica
Para el an�lisis en cuesti�n resulta conveniente observar la perspectiva
hist�rica del fen�meno de la globalizaci�n, tomando en consideraci�n que el
proceso de integraci�n funcional de actividades dispersas de la sociedad global
se acelera con el surgimiento y evoluci�n de las relaciones capitalistas de
producci�n. En el comportamiento de esta din�mica incidieron m�ltiples factores,
destac�ndose los procesos de acumulaci�n que dieron lugar al desarrollo de ese
modo de producci�n durante los siglos XV y XVI.
Parafraseando a Marx seg�n su an�lisis en el Manifiesto Comunista se podr�a
indicar que un lugar de particular importancia en el desarrollo de una sinergia
global, lo desempe�� la formaci�n y desarrollo del mercado mundial, mediante el
cual la producci�n y el consumo de todos los pa�ses tiende a asumir un car�cter
cosmopolita. En este contexto los resultados han sido variados, siendo notorio
la sustituci�n de industrias cuya introducci�n se transforma en cuesti�n vital
para todas las naciones civilizadas, y que ya no emplean materias primas de un
s�lo pa�s, sino, trasladadas de las m�s lejanas regiones del mundo, y cuyos
productos no s�lo se consumen en el propio pa�s, sino en todas las partes del
globo terrestre. De lo expresado se puede apuntar que los aspectos culturales
han acompa�ado simult�neamente los procesos pol�ticos, econ�micos y militares.
Por lo que la reflexi�n sobre la dimensi�n social y cultural de la globalizaci�n
est� profundamente vinculada con una mayor composici�n org�nica y t�cnica del
capital, con una mayor intensificaci�n de las relaciones sociales de producci�n
y con el avance del colonialismo, los cuales, en su conjunto han puesto en
contacto las m�s diversas costumbres de vida y de soluci�n de los problemas de
existencia humana.
Se puede indicar que el contenido social y cultural como proceso, que remite a
la din�mica de la globalizaci�n son aspectos que han estado presentes a lo largo
de la historia de la humanidad, y particularmente, su mayor omnipresencia ha
estado asociado a las relaciones capitalistas de producci�n. Hace 153 a�os Marx
y Engels (marzo de 1848), refiri�ndose a los aspectos se�alados expresaron: "En
lugar de las antiguas necesidades, satisfechas con productos nacionales surgen
nuevas, que reclaman para su satisfacci�n productos de los m�s apartados y de
los climas m�s diversos. En lugar del antiguo aislamiento de regiones y naciones
que se bastaban as�mismas, se establece un intercambio universal, una
interdependencia universal de las naciones. Y esto se refiere tanto a la
producci�n material como a la intelectual. La producci�n intelectual de una
naci�n se convierte en patrimonio com�n de todas. La estrechez y el exclusivismo
nacionales resultan de d�a en d�a m�s imposibles; de las numerosas literaturas
nacionales y locales se forma una literatura universal"
Lo planteado permite observar que el proceso de universalizaci�n de las
relaciones sociales de producci�n material e intelectual, es un fen�meno que
tiene una socializaci�n intensiva o unidad de lo diverso con el devenir de las
relaciones capitalistas de producci�n, debido a la vocaci�n universal del
capital, lo cual est� ligado tambi�n a la cultura de consumo que promueve y a
los modelos de desarrollo que estimula, acelerando el proceso de "socializaci�n
del sistema". Tal proceso por su naturaleza y sus mayores alcances es reconocido
a fines del siglo XX, casi un�nimemente por sus analistas como GLOBALIZACION.
El concepto de globalizaci�n en su car�cter general se presenta con un car�cter
ambiguo, al admitir distintos contenidos. Ello es manifestaci�n de que este
proceso es una tendencia hist�rica resultante de diversos procesos sociales de
alcance mundial, que apuntan hacia una sinergia global interconectando
diferentes regiones y pa�ses, en virtud de m�ltiples y complejas
interrelaciones, incluyendo no s�lo el aspecto econ�mico, sino tambi�n social,
pol�tico, ideol�gico y cultural. Como tendencia este proceso produce
interconexiones de organizaciones sociales geogr�ficamente distantes entre s� e
intensifica interconexiones preexistentes.
Por consiguiente, la globalizaci�n en su aspecto social conduce a una
reorganizaci�n del espacio geogr�fico, al viabilizar una creciente interacci�n e
interdependencia de las distintas unidades constitutivas del sistema mundial, lo
cual lleva a modificar los �mbitos de acci�n de sus actores, adquiriendo matices
heterog�neos en correspondencia con las interrelaciones que se producen.
A nivel esencial la globalizaci�n es un proceso objetivo, resultado del
desarrollo de las fuerzas productivas y de la cada vez m�s desplegada
intensificaci�n de las relaciones sociales de producci�n a lo largo y ancho del
escenario mundial intervinculando localidades distintas y distantes, en un mundo
heterog�neo en lo econ�mico, social, cultural, demogr�fico, pol�tico e
hist�rico. Esta heterogeneidad, integra a la globalizaci�n de una naturaleza
compleja y multifac�tica, tanto por los �mbitos diferentes de la vida social en
que se desenvuelve, como por sus impactos, los cuales, tambi�n son heterog�neos
en su perspectiva socio-clasista y en sus efectos, sobre las diferentes
regiones, pa�ses y clases sociales.
A partir de la idea anterior y atendiendo a los contenidos diferentes que se le
asignan al proceso de globalizaci�n es posible identificar "procesos
globalizadores o globalizantes", como un conjunto de fen�menos en plural.
Partiendo de ello en este art�culo se utiliza la dimensi�n de globalizaci�n
cultural refiri�ndose a esta como lo concreto, es decir como un fen�meno que
sintetiza distintos aspectos de la realidad social, en lo que es conveniente
apuntar que tal concepci�n, no debe valorarse como equivalente de que las
caracter�sticas de este proceso son homog�neas a lo largo y ancho del escenario
mundial.
Criterios en torno a la dimensi�n cultural de la globalizaci�n
En su acepci�n cultural la globalizaci�n es conceptualizada de distintas
maneras, de un parte, existen autores que la definen como: "la fase actual de la
modernidad entendida como un intento de unificar los imaginarios culturales
mundiales, que se diferencia de la anterior por la existencia de m�ltiples
actores". Este concepto sugiere que la globalizaci�n en lo cultural tiene como
centro a la modernidad, la cual en la teor�a es entendida de diversas formas.
Por un lado, se le alude como una noci�n de progreso, sin embargo por otra
parte, es interpretada como una visi�n totalizadora de la realidad; como un
fen�meno que no comporta un conjunto de valores o intereses en si misma, y que
se conforma por medio de la matriz del poder y las estructuras del sistema de
clases donde est� enraizada.
Esta concepci�n vista de manera unilateral tiende a mutilar el car�cter objetivo
de la globalizaci�n en su aspecto cultural, debido a que se tiende a concebir
s�lo el car�cter impositivo con que ha actuado la modernidad desde la l�gica
dominante de los centros de poder. A nuestro entender, es de particular
importancia para el an�lisis de la dimensi�n cultural de la globalizaci�n
reconocer que "el papel hist�rico progresivo del capitalismo puede resumirse en
dos breves tesis: aumento de las fuerzas productivas del trabajo social y
socializaci�n de este".
Marx como resultado de su minucioso estudio del capitalismo, al referirse al
proceso de socializaci�n que crea destaca que: "El per�odo burgu�s de la
historia esta llamado a sentar las bases materiales de un nuevo mundo: a
desarrollar, por un lado, el intercambio universal, basado en la mutua
dependencia del g�nero humano, y de otro, desarrollar las fuerzas productivas
del hombre y transformar la producci�n material en un dominio cient�fico sobre
las fuerzas de la naturaleza"
En otra dimensi�n del an�lisis se presenta a la globalizaci�n cultural como "el
pasaje de identidades culturales tradicionales y modernas, de base territorial,
a otras modernas y posmodernas, de car�cter transterritorial". Aqu� subyace el
fen�meno de la modernidad y de la posmodernidad, sin embargo, esta concepci�n
avanza en el reconocimiento de los aspectos del pasado y el presente, haciendo
�nfasis en los cambios org�nicos que se producen, los cuales tienen como centro
la construcci�n de identidades culturales.
Tambi�n se destaca en un plano m�s general, la concepci�n de globalizaci�n
entendida por algunos analistas como: la vocaci�n homogeneizadora en lo
econ�mico, pol�tico y cultural, haciendo referencia al contexto en que ejercen
un poder absoluto los actores transnacionales y la presencia de tendencias
centr�petas que dominan y dise�an el eje del escenario en que se mueve la
sociedad global. Este plano de movimiento de la globalizaci�n, es lo que se
conoce como globalizaci�n versus cultura.
Funciones claves de la cultura
Con el an�lisis anterior se intenta llamar la atenci�n en lo que respecta a lo
siguiente: si s�lo se observa la dimensi�n cultural de la globalizaci�n
vinculada al criterio del car�cter dominante que han ejercido los centros de
poder imponiendo su cultura al resto del mundo, se reconoce �nicamente el
car�cter hegem�nico del proceso, lo cual, es da�ino para el dise�o de pol�ticas
de desarrollo sostenible, particularmente desde la perspectiva de los pa�ses
subdesarrollados. Por ello este an�lisis propone que la dimensi�n cultural de la
globalizaci�n supere la simple visi�n de concebir s�lo el aspecto fenom�nico del
proceso trascendiendo a los aspectos esenciales del mismo.
En un primer orden, es necesario partir del car�cter gen�rico del concepto
cultura, entendida dentro de sus m�ltiples acepciones como un proceso en el
desarrollo hist�rico de la sociedad y donde se entroncan las riquezas humanas y
los valores aportados por generaciones a trav�s de distintas �pocas, pueblos,
naciones, continentes dados en expresiones que ilustran diversidades y
especificidades donde se funde lo com�n con lo distintivo. Por consiguiente, la
cultura es un complejo sistema que funciona con determinados grados de
integridad y dinamismo, incluyendo un conjunto de subsistemas, los cuales,
conforman la base de la creaci�n y difusi�n de los valores espirituales. Seg�n
esta apreciaci�n, la cultura esta provista de un enfoque sist�mico que puede ser
considerado como un subsistema de cualquier sistema social concreto que se
analice, lo cual est� en correspondencia con las funciones que cumple.
Este an�lisis lleva a se�alar, que el enfoque sist�mico e integral que est� en
la base de la interacci�n sin�rgica del conjunto de fen�menos y procedimientos
de la sociedad, permite concebir a la cultura como un sistema multifuncional en
estrecha interdependencia con la realidad, y en particular con el sistema
socio-econ�mico. Por lo tanto, vale aclarar que a�n cuando la cultura cuenta con
relativa independencia, depende de la base socio-econ�mica, la cual determina su
nivel y car�cter imprimi�ndole los rasgos espec�ficos de la formaci�n
socio-econ�mica que represente. De ello se derivan los nexos entre cultura y
desarrollo, siendo el factor cultural instrumento y objetivo del desarrollo en
la medida en que promueva el despliegue multifac�tico de la vida humana en sus
diversas formas. Esta valoraci�n no debe llevar a la equivoca interpretaci�n de
reducir a la cultura a una posici�n subordinada de simple catalizador del
desarrollo econ�mico, debido a que la cultura desempe�a m�ltiples funciones que
superan su misi�n de promotora del desarrollo econ�mico.
A los efectos del objeto de estudio de este trabajo es importante tener en
cuenta las funciones claves de la cultura, (informativa, directiva y
comunicativa) las cuales, representan el nivel funcional jer�rquico superior de
cualquier sistema cultural. De ello se derivan otras funciones tales como: la
protectora, (protege al hombre de las influencias nocivas y de los cambios del
medio ambiente). Tambi�n se destaca la funci�n socializadora de la cultura,
referida a la asimilaci�n de conocimientos, aptitudes, normas y experiencia
social acumuladas durante la fusi�n de m�ltiples generaciones, incluyendo
elementos intra e intergeneracionales. La asimilaci�n se materializa a trav�s
del desempe�o de las relaciones sociales que se establecen entre los hombres en
las diversas esferas del desarrollo social; en ello ocupa un papel importante la
educaci�n como reproductora del desarrollo.
Seg�n esto el aspecto cultural de la sostenibilidad asume especial importancia
cuando se reconoce como objetivo que incluye el desarrollo. Por esta raz�n
podr�a desarrollarse una comprensi�n de las interacciones entre la sociedad y el
consumo per c�pita de recursos en las que intervienen la tecnolog�a, la cultura
y los valores �ticos. La base de la sostenibilidad del desarrollo radica
entonces, en identificar toda la variedad de posibles relaciones sociales entre
los hombres y su medio natural y seleccionar aquellas interrelaciones que
sustentan la vida. Desde el punto de vista metodol�gico es de gran importancia
tener en cuenta los aspectos anteriores en el tratamiento de la globalizaci�n
cultural, si se parte del criterio de que esta se nutre de lo particular, de lo
espec�fico y de lo singular de cada subsistema de la realidad mundial.
Privilegiar las manifestaciones de la globalizaci�n cultural en el nivel local,
permite comprender las experiencias, s�mbolos y discurso de la cultura local, la
diferenciaci�n espacial interna y sus interrelaciones con los �mbitos (siempre
heterog�neos) de la cultura regional, nacional y global. Por lo que entendemos
que el contenido m�s profundo de la globalizaci�n cultural est� en la identidad
cultural, la cual representa esencialmente la manera en que se concretan los
v�nculos de la unidad y la diversidad en diferentes interconexiones espaciales y
temporales. En su primera dimensi�n incluye territorios, naciones, regiones,
continentes hasta llegar al universo y en su segundo aspecto contempla los
elementos del pasado, del presente y su fusi�n.
�C�mo entender la globalizaci�n cultural?
Los argumentos expuestos llevan a plantear la globalizaci�n cultural como: la
bifurcaci�n de identidades culturales de distinto orden en los que se concreta
la unidad y la diversidad. Unidad en una perspectiva de universalidad con
principios universalistas y diversidad si se tiene en cuenta el mantenimiento de
ciertas formas de identidad nacional. En ello est� impl�cito la socializaci�n de
los valores de la cultural universal, lo cual, tiene como base la intersecci�n
de lo global con lo local, el nivel de las identidades, su evoluci�n y nuevas
formas de emergencia e hibridaci�n que son propias del desarrollo social.
Esta concepci�n sugiere dos proposiciones alrededor de las identidades
culturales de la globalizaci�n; en primer lugar, estas se deber�n crear desde la
l�gica de la cultura universal de los procesos sociales, los cuales incluyen a
las demandas de los fen�menos econ�micos, pol�ticos y ecol�gicos que act�an en
funci�n de lo social. En una segunda dimensi�n es necesario considerar que la
construcci�n de las identidades culturales de la globalizaci�n se deber�n
estructurar desde la perspectiva del Estado-naci�n en correspondencia con sus
especificidades dentro del contexto del sistema mundial.
El enfoque anterior es de suma importancia para la elaboraci�n de pol�ticas de
desarrollo sostenible al tomar en cuenta la relaci�n entre lo nacional y el
resto de las partes en el sistema mundial. En este marco es importante reconocer
que la globalizaci�n como proceso constituye una reestructuraci�n, que tiene su
contenido m�s profundo en la evoluci�n del conocimiento cient�fico. Este
razonamiento expresa una realidad operativa y esta consiste en esencia en un
amplio, complejo y din�mico proceso de modificaciones, que afecta a todos los
componentes de la sociedad global contempor�nea y cuyos factores determinantes
son tanto econ�micos, tecnol�gicos, ecol�gicos, culturales, como pol�ticos y en
su m�s amplia dimensi�n social.
Identificada como reestructuraci�n que comprende las fuerzas productivas y las
relaciones de producci�n y la superestructura que la representa dinamizando
estos nexos, la globalizaci�n no debe ser ignorada ni evitada. Hace ya alg�n
tiempo que fue superada la �poca en que los pa�ses pod�an tratar de
desarrollarse con relativa independencia de lo que sucediera en el resto del
mundo. Debe quedar claro que lo que ha estado transform�ndose de manera
vertiginosa en los �ltimos a�os, no es solamente el pa�s, sino la sociedad
mundial en su conjunto, y que en este entorno, los par�metros de inserci�n en la
cultura mundial globalizada son volubles y est�n sujetos a certidumbre e
incertidumbres debido al car�cter dominante de las leyes del capital, y este se
extiende y modifica con particular celeridad y en trayectorias incalculables.
Esta fluctuaci�n consustancial a la globalizaci�n dictada por la ley del valor,
debe ser tenida muy en cuenta por las alternativas de desarrollo, prestando
especial atenci�n al establecimiento de dispositivos para reducir los dilemas
culturales de los procesos que la acompa�an, y de hecho, para tratar de sacar
ventajas de los desaf�os que se generan, tanto de las certidumbres como de las
incertidumbres ocasionadas por las transformaciones que ocurren en la econom�a
mundial contempor�nea.
La relaci�n que hay entre globalizaci�n, cultura y desarrollo es mucho m�s
din�mica, tambi�n podr�a admitir la existencia de oportunidades para el
desarrollo cultural. El reto para los pa�ses subdesarrollados en el contexto de
la globalizaci�n, no es que las oportunidades de desarrollo no est�n presentes,
el dilema est� en lograr aprovechar las oportunidades existentes, las cuales
exigen determinados requerimientos que muy pocos pa�ses subdesarrollados pueden
o han sido �capaces de alcanzar�. Esta meditaci�n conduce a la idea, de que la
globalizaci�n pudiera ser inevitable en tanto se considere como un proceso de
reestructuraci�n econ�mica y cultural global resultado de la evoluci�n del
conocimiento cient�fico. Esto no implica que no se reconozcan sus efectos
da�inos, los cuales en cuanto a posibilidades de desarrollo los mismos si deben
ser evitados. Una visi�n de ese tipo se podr�a apoyar en hechos reales y en
tendencias evidentes del proceso, fundadas en las consecuencias negativas que ha
tenido para los pa�ses subdesarrollados y tambi�n para vastos sectores sociales
en las propias naciones m�s industrializadas.
El car�cter contradictorio y heterog�neo de la reestructuraci�n de la econom�a y
la cultura mundial se expresa, de diversas maneras, entre ellas en el hecho de
que este proceso que ha favorecido la extensi�n a escala planetaria de pr�cticas
inhumanas de obtenci�n de plusval�a y de diferenciaci�n social, tambi�n ha
conducido a una dispersi�n de la base industrial y cultural del mundo en �favor�
de un grupo de pa�ses subdesarrollados, cuyos efectos no pueden ser ignorados ni
menoscabados. Estos efectos diferenciados dejan ver variados desaf�os y
lecciones en el plano del dise�o de pol�ticas de desarrollo.
Las lecturas de los cl�sicos del marxismo indican que la soluci�n de la
contradicci�n econ�mica fundamental del capitalismo est� en reconocer de modo
efectivo el car�cter social de las fuerzas productivas modernas, y por tanto, de
armonizar el r�gimen de apropiaci�n y de cambio con el car�cter social de los
medios de producci�n. �Las fuerzas activas de la sociedad obran mientras no las
conocemos ni contamos con ellas, exactamente lo mismo que las fuerzas de la
naturaleza: de un modo ciego, violento destructor, pero una vez conocidas, tan
pronto �se sepa� comprender su actividad, su tendencia y sus efectos, depende de
nosotros supeditarlas cada vez m�s de lleno a nuestra voluntad y alcanzar por
medio de ellas nuestros propios fines�.
Ep�logo
El mensaje conclusivo podr�a ser, que en la medida en que se dise�en pol�ticas
culturales que contribuyan al desarrollo cultural, teniendo en cuenta lo
universal de los procesos, as� se podr�n enfrentar los efectos nocivos del
proceso de globalizaci�n en lo econ�mico, pol�tico, ecol�gico y cultural. Para
ello globalizaci�n cultural y desarrollo sostenible deber�n convertirse en la
pr�ctica real en una unidad dial�ctica, teniendo como centro al hombre y su
entorno. La relaci�n entre la globalizaci�n cultural y el desarrollo sostenible
debe convertirse en un elemento estrat�gico. A trav�s de ella, se pueden abordar
respuestas a importantes problemas sobre las presentes y futuras generaciones al
tomar en consideraci�n a la cultura como el bar�metro de la calidad del
desarrollo.
Esta unidad dial�ctica requiere de acciones constantes, proceder afirmativamente
en los programas que se propongan, d�ndoles el contenido y los recursos
necesarios para que se ejecuten eficientemente; en ello reside el car�cter
sostenido del desarrollo. Sin embargo, este ser� sustentable cuando se logra
consolidar desde la perspectiva temporal y espacial. Pero m�s que nada ser�
sustentable cuando confiemos en �l. Cuando exista una conciencia clara del
horizonte en el pasado, presente y futuro, en los marcos de una racionalidad que
perdure pol�tica, econ�mica, ecol�gica, cultural y socialmente. Hay que partir
de un factor decisivo, y es que en �ltima instancia lo determinante es el factor
econ�mico, sin el cual, no se puede sustentar ning�n proyecto social. No se debe
ignorar que sin "econom�a s�lida todas las aspiraciones pol�ticas y sociales se
convierten en un sue�o ut�pico".
El desarrollo sostenible requiere de tecnolog�a y creatividad humana de manera
que se globalice una nueva �tica que involucre la justicia social y enaltezca la
vida en todos sus ordenes en lo que se deber�a tener en cuenta lo siguiente: "El
poder no reside �nicamente en el saber t�cnico, sino en la apropiaci�n de la
capacidad social y t�cnica reunidas, en la acumulaci�n de recursos culturales
para usar esta apropiaci�n y en la formaci�n de v�nculos entre lo local y lo
mundial. Se ha logrado pasar con �xito del sistema "global" al "local" cuando
los factores culturales han sido tenidos en cuenta expl�cita y cuidadosamente.
Esas transferencias requieren innovaci�n t�cnica, econ�mica y social conforme
los pueblos recuperan la iniciativa. Por lo tanto, hay que prestar especial
atenci�n al saber que cada cultura ha aportado al patrimonio intelectual del
mundo".
Lo anterior sugiere que la defensa de la identidad nacional no es la
incomunicaci�n, sino una mayor y aut�ntica apertura hacia lo universal. S�lo se
puede preservar lo nacional si esta se abre a todo lo leg�timamente culto que no
es nuestro. Esto supone un proceso de autocreaci�n incompatible con las formas
culturales importadas, donde los valores culturales deben ser interpretados y
actualizados por los grupos que participan en ellos. En tal sentido, la
formulaci�n de pol�ticas culturales, no debe ser exclusiva de los Estados o de
la iniciativa privada, sino que debe incluir a educadores, profesionales,
trabajadores de la cultura, asociaciones; capaces de generar ideas,
alternativas, proyectos socioculturales, que conduzcan al fortalecimiento de la
identidad y al enriquecimiento de la pluralidad de nuestros pueblos.
En conclusi�n, para los pa�ses de Am�rica Latina y el Caribe en realidad no se
trata de elegir entre la autarqu�a y la apertura. De lo que se trata, es de
elegir entre el sendero hasta ahora seguido, de aceptaci�n pasiva y sin reservas
de todo aquello implicado en la globalizaci�n, o un sendero diferente, que
implique el despliegue de capacidades en distintos niveles -(comunitario,
territorial, regional, nacional, continental, en lo econ�mico, pol�tico,
ecol�gico, cultural, es decir social etc.)- para asumir o rechazar las
tendencias globales y colocarlas en funci�n de un desarrollo multidimensional.
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