CONTRIBUCIÓN A LA EDUCACIÓN EN VALORES A TRAVÉS DE UN SISTEMA DE ACCIONES CON
ENFOQUE DISCIPLINAR: UNA EXPERIENCIA PEDAGÓGICA EN LA UCLV.
Autores: Ariel Lemes Batista
lemes@uclv.edu.cu
Teresa Machado Hernández
teresa@uclv.edu.cu
Palabras claves: Marxismo- Economía Política- Educación Superior- Educación en
Valores- Universidad cubana.
Tercer Encuentro Académico
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Cultura"
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LA EDUCACIÓN EN VALORES Y EL MODELO DE HOMBRE QUE PROMUEVE LA EDUCACIÓN SUPERIOR
CUBANA
En esta ponencia se expone el marco teórico-referencial de la investigación
abordando el problema de los valores que se hace necesario fortalecer en la
Educación Superior Cubana, así cómo ha de ser el modelo de hombre al que se
aspira formar en nuestras aulas universitarias. El mismo se analiza desde una
dimensión pedagógica, histórica y sociopolítica y la prevalencia de un conjunto
de esos valores en el modelo de hombre en la Educación Superior de nuestro país.
Se examina, además, la trascendencia histórica entre la tradición socio-política
de un conjunto de valores que tipifican la esencia del cubano, de vital
pertinencia en las condiciones actuales que vive el Proyecto Social Cubano, así
como la correspondencia entre formación científico-tecnológica y socio-humanista
como premisa para la educación integral de los jóvenes universitarios para las
carreras de Ciencias Técnicas en el empeño de observar de qué forma se plasman
los fundamentos conceptuales de nuestros valores en las estrategias educativas,
y cierra con el análisis de la necesidad del enfoque disciplinar para el
abordaje de la Educación en valores.
La Educación en Valores en la contemporaneidad
Para referirnos a la educación en valores primeramente hay que definir qué es un
valor. Muchas han sido las investigaciones que se han realizado en torno a los
estudios de valores, tanto en el ámbito docente como en otras esferas del
desarrollo científico, como se expuso en la introducción de este trabajo,
obedeciendo a factores que se relacionan con el mundo contemporáneo. Este
retomar de los estudios de valores está dado, entre otros aspectos, por los
propios derroteros e índice de desarrollo humano y de las expectativas del
hombre contemporáneo, quien espera no una desvalorización de su cultura, sino
una humanización de ella y un medio excelente es la educación como legitimadora
de la democracia.
En términos generales los valores constituyen un instrumento cognoscitivo y
medios de regulación y orientación de la actividad humana. En este sentido se
asume el concepto de valor aceptado por el grupo de investigación de la Facultad
de Ciencias Sociales de la UCLV, dirigido por el Dr. Edgardo Romero, que concibe
el valor “como la significación socialmente positiva de los objetos, fenómenos y
relaciones de la realidad, significando el carácter esencialmente objetivo del
mismo, revelado en la naturaleza misma del valor como aprobación social de la
significación que adquieren en la actividad practica los objetos y fenómenos de
la realidad.” Dentro de la estructura sistémica de los valores en el nivel
subjetivo, los valores morales ocupan un lugar fundamental, ya que pueden ser
considerados como “aquellas afirmaciones espirituales que de una forma u otra
son significativas para la sociedad y su desarrollo en un momento histórico
dado, en relación con las costumbres, originadas tanto por la tradición como por
las relaciones de producción existentes que tienen una concreción y pueden ser
operacionalizadas si admitimos que los valores son: “representaciones morales
como son los ideales, los principios, las normas que orientan y regulan la
conducta de las personas, es decir que actúan como puntos de referencia
constantes en la actividad del sujeto”. De ahí la necesidad de no obviar el
lugar que ellos ocupan en el desarrollo de la personalidad.
Educar en valores resulta una cuestión fundamentalmente ética porque este
proceso incorpora tanto la reflexión filosófica acerca de las finalidades del
proceso educativo, así como los modeles generales de conducta manifestados en la
vida cotidiana.
De ahí que se asume la definición de educación en valores que aporta la Dra.
Sheila Galindo cuando expresa que: “educar en valores significa hoy
comprometerse con el progreso ético considerado como criterio evaluador del
progreso social solo si la clases social que detenta el poder portadora de un
modelo crítico puede garantizar el desarrollo de un humanismo real, aportando
los principios, direcciones y formas de su desarrollo hacia el resto de las
clases sociales y grupos, entonces se puede afirmar que ha habido progreso
ético; por ello la finalidad mediata del Proyecto Social Cubano es la
personalidad social, lo que evidencia la raíz humanista de este proyecto. Esta
consideración es significativa a los efectos socializadores de la institución
escolar y apunta directamente a la consideración de planificar procesos
educativos que tiendan al progreso ético de la sociedad. De esta forma la
educación en valores constituye un reto y una necesidad para la universidad”.
Y agrega: “… la educación en valores en la Universidad (…) aquel Proceso Docente
Educativo que se concreta en la clase (como forma fundamental de organización
del proceso) y se desarrolla por todas sus direcciones, dirigido al proceso de
desarrollo integral de la personalidad del estudiante aportando las herramientas
teórico-metodológicas para ese desarrollo en la práctica educativa
universitaria”.
Es importante insistir en dos aspectos fundamentales de este concepto: El
desarrollo integral de la personalidad del estudiante en virtud de significar
que la educación en valores en la Universidad debe ser atendida cada vez más
como proceso (lo que significa prestarle atención a las oportunidades que se dan
en la clase) y no sólo como resultado, aspecto que ha sido puntualizado por los
docentes durante el desarrollo de las experiencias previas de investigación, y
aportando las herramientas teórico-metodológicas para ese desarrollo en la
práctica educativa universitaria a partir de las propias demandas de los
docentes en cómo estructurar desde las carreras, disciplinas y asignaturas la
educación en valores. Este concepto debe ir dirigido hacia una concepción más
holística de la educación en valores al considerarla como un proceso y no como
un resultado.
Estas son razones que llevan a que la educación en valores se convierta en una
problemática que preocupa y ocupa a las universidades del mundo y a las sociedad
contemporáneas. Los estudios sobre valores en la esfera educativa están siendo
tomados en serio en el ámbito internacional en los últimos años, a partir de la
crisis global que afecta a la humanidad por su implicación en el pensamiento
social contemporáneo, pues las dimensiones de esta problemática no alcanzan sólo
la vida económica, social, política y cultural de las sociedades contemporáneas,
sino porque, además, evidencia que está en juego la propia supervivencia humana.
Importantes autores en diversos países abordan en sus investigaciones esta
problemática de las sociedades actuales, entre los que se destacan, en México,
José Manuel Villalpando (1992), Mario Magallón Anaya (1993), el grupo de
estudios del Colegio de Bachilleres de Ciudad de México. En Colombia existe un
fuerte núcleo de investigadores que polemizan sobre este tema. Adela Cortina
(1997), Carlos Alberto Carvajal Correa (2004), y Alfonso Tamayo (1999) han
destacado por sus aportes, esencialmente en el nivel de enseñanza superior; a
inicios del presente siglo, se observa una demanda de educación superior sin
precedentes, acompañada de una gran diversificación de la misma, y una mayor
toma de conciencia de la importancia fundamental que este tipo de educación
reviste para el desarrollo sociocultural y económico y para la construcción del
futuro, de cara al cual las nuevas generaciones deberán estar preparadas con
nuevas competencias y nuevos conocimientos e ideales. (Ver Anexo 1).
Las estrategias de trabajo en la educación en valores descansan en el enfoque
histórico cultural y la teoría de la actividad. Por eso tienen gran relevancia
los principios de la relación entre enseñanza y desarrollo, la zona de
desarrollo próximo y las categorías de actividad y comunicación. Estas deben
articularse conformando lo curricular, como la dimensión fundamental en la
educación en valores, así como extracurricular, para obtener un apropiado
tratamiento.
Caracterizar el contexto en que se educa en valores requiere de los presupuestos
teóricos que nos aporta el enfoque Histórico-Cultural de Vigotsky, pues
favorecer a la formación integral determina que el proceso en que están inmersos
los estudiantes y profesores sea, ante todo, un proceso socializador, en el que
el alumno asuma una activa participación como objeto y sujeto de su aprendizaje,
con un espíritu creador, transformador en el cual deviene en depositario de toda
la herencia cultural que históricamente ha creado la humanidad.
El principio de la unidad de lo instructivo y educativo sobre la base de los
aspectos afectivo-cognitivo, es el elemento clave para la apropiación de los
modos de actuación que en sus relaciones adquieren los estudiantes bajo la guía
del profesor. La adecuada vinculación del contenido de la enseñanza con los
intereses, emociones, sentimientos que para el cognoscente tienen un
significado, favorece y potencia el desarrollo de la personalidad integral.
El objetivo central del proceso docente-educativo en la Universidad es la
formación integral del estudiante. Por tanto, esta finalidad sería ineficaz si
este proceso quedara sólo en la apropiación, por los estudiantes, de
determinados conocimientos y habilidades. Resulta evidente que conjuntamente con
ello, y de manera esencial, es necesario desarrollar también los valores que
determinan su profesión.
Entonces el contenido de la enseñanza está constituido por el sistema de
conocimientos, habilidades y valores que contribuyen a la formación de un
profesional en nuestra sociedad socialista. Por ello no es casual que hoy en
día, en nuestras universidades se denomine al proceso que ocurre en ellas como
docente-educativo. Este proceso constituye la unidad dialéctica de dos aspectos
importantes: la instrucción y la educación.
No podría concebirse el desarrollo de la docencia en cualquier nivel de la
enseñanza en que ella no sea instructiva y educativa a la vez. No existe
instrucción sin educación, ni educación que no sea a través de la instrucción.
En otras palabras, el proceso docente es un proceso instructivo y educativo a la
vez, pero sin identificarlos como uno sólo, sino verlos o conocerlos en su
unidad y diferencias. La educación en valores a través de la instrucción
requiere de un enfoque sistémico que posibilite cumplir con ese objetivo. Los
procedimientos para lograr el dominio de habilidades y conocimientos son
diferentes a los procedimientos que hay que instrumentar para incorporar un
sistema de valores a la personalidad de los estudiantes.
La educación en valores ha logrado un espacio en la acción y el pensamiento de
los hombres de hoy ya que la misma tributa a la función integradora del ser
humano a través de la valoración de las contradicciones de la motivación, los
intereses, etc. La Educación en Valores está llamada a contribuir a la
predisposición de la personalidad a integrar y armonizar los factores internos y
externos y a la autonomía de ésta. O sea, lograr la autorregulación sobre la
base de fines conscientes, lo que está, por supuesto, en interacción y en
dependencia de la realidad social.
A fin de cuentas, la educación es un proceso de crecimiento humano, tiene que
ver con el hombre y el hombre necesita de ella para poder crecer en su
humanidad. Ortega y Gasset hace alusión al modelo de hombre y al factor moral de
una manera muy convincente cuando declara: “Cada pueblo, cada nación, sobre todo
naciones, ha de tener en cada instante un tipo claro de vida, una figura de
hombre que aspire en su existencia multitudinaria producir (…) Creo que nada es
más importante para los pueblos actuales que volver a buscar contacto con los
valores humanos universales, con las grandes imágenes del deber, en suma de su
ética.”
PARTICULARIDADES DE LA EDUCACIÓN EN VALORES EN LA UNIVERSIDAD CUBANA. ACIERTOS Y
DESACIERTOS
Como se vio en el epígrafe anterior, la educación en valores constituye un
objetivo esencial en la Educación Superior cubana. A ella se dedica atención
especial en los diferentes niveles de enseñanza a través de la concepción e
instrumentación de proyectos educativos en los que el profesor ocupa un papel
rector en el sistema de influencias que propician la formación y desarrollo de
valores en los estudiantes.
Las concepciones pedagógicas actuales abogan por un carácter participativo de la
enseñanza en la que el estudiante asume un papel cada vez más protagónico en la
conducción de su aprendizaje. Hay que tener presente en este sentido que: “para
la educación superior cubana, la influencia de los impactos del contexto
internacional actual , los cambios económicos que han tenido lugar en nuestro
país, así como nuestras propias carencias en la utilización de un enfoque
integral en la formación de los estudiantes, contienen, en primer lugar, el reto
de preparar un profesional revolucionario integral”.
La entrada vertiginosa en un nuevo milenio exige de una mayor eficiencia,
eficacia y pertinencia de los procesos formativos en la enseñanza superior, no
solo en cuanto a la elevación del nivel técnico-profesional de sus egresados,
sino también en sus cualidades morales.
La educación en valores no puede quedar en el plano de lo abstracto, del deber
ser, sino que debe concretarse en acciones. Por eso es que en el mundo se ha
trabajo desde la perspectiva o enfoque del desarrollo de la personalidad moral.
Dentro del nivel de enseñanza superior, la institución universitaria ocupa un
papel fundamental. La educación superior cubana es consecuente, además, de la
necesidad de contribuir a educar a los jóvenes en los valores en que reposa la
ciudadanía democrática y proporcionando perspectivas críticas y objetivas a fin
de propiciar el debate sobre las opciones estratégicas y el fortalecimiento de
los enfoques humanistas.
Según la Dra. Sheila Galindo , la Universidad cubana está comprometida en la
búsqueda de soluciones a problemas como: “las formas de valerse racional y
humanamente la sociedad cubana de la tecnología y la información; determinación
y reconversión de los efectos producidos por la globalización en los diferentes
ámbitos de la ciencia, la economía, el mundo laboral, la cultura, la tecnología,
los estilos de vida, etc.; la preocupación por alcanzar la excelencia
técnico-profesional y la excelencia humana en aras de contribuir al protagonismo
social, razón que hace imprescindible un cambio en la cultura docente que,
abierta a la innovación y al desarrollo intelectual, ubique también la
implicación responsable de todos en un mundo mejor”. Por tanto la universidad
cubana está consciente de la necesidad de proteger los valores de la sociedad
socialista que construye.
Esta protección consiste en asumir una posición ética en un período de crisis de
valores como el que atraviesa el mundo contemporáneo. Supone participación,
compromiso, sentido de la responsabilidad, respeto, educar para la paz, el
patriotismo; estima el respeto y la toma en consideración del otro con sus
diferencias, sus derechos y deberes, así como la unidad de los hombres y mujeres
en la diferencia y la complementariedad solidaria, etc.
La universidad cubana interpreta a la Educación en Valores como un proceso
pluridimensional, intencional, sistémico e integrado que refrenda la formación y
el desarrollo de la personalidad consciente del individuo. La misma se alcanza
tanto a través de lo curricular como de lo extracurricular y la labor
socio-política. Una de las vías por las que se puede lograr resulta el proyecto
educativo.
De ahí que la Educación en Valores en la sociedad contemporánea está enfocada a
favorecer un proyecto de vida como estrategia planificada y consciente del
individuo, que viabiliza la concreción y consecución del sentido de vida del
individuo, en el que estén presente aquellas orientaciones de la personalidad
que determinan el sentido fundamental de su vida. Las mismas reciben una forma
específica conforme a la construcción de un sistema de actividades
instrumentadas, las que se vinculan con las posibilidades del individuo y, de
otro lado, las posibilidades objetivas de la realidad externa para la ejecución
de esas orientaciones de la personalidad.
El objetivo Formación del Profesional en la Educación Superior Cubana es el
componente rector de la proyección estratégica en la formación de los
estudiantes universitarios, su postulado fundamental en la labor educativa
especificada en la necesidad de que cada carrera diseñe el modelo para la
educación en valores y, en consecuencia, se logre la preparación de los
colectivos en los diferentes niveles de trabajo metodológico para aplicar de
manera armónica dicha proyección logrando un trabajo mancomunado y eficaz en
lograr una cohesión en el trabajo, fundamentándose científicamente cómo tiene
lugar en el proceso docente educativo.
El objetivo Formación del Profesional en la Educación Superior plantea entre sus
indicadores para la calidad del proceso docente educativo, fortalecer la
dimensión educativa desde la instrucción mediante un modelo para la educación en
valores en las diferentes carreras, en el que la unidad estratégica fundamental
es el enfoque integral para la labor educativa y político ideológica y el
proyecto educativo de la brigada el instrumento a través del cual se posibilita
su aplicación.
La Educación Superior juega un importante papel en la preparación de los
profesionales cuya actuación ha de estar en concordancia con la máxima
aspiración de formar hombres integrales, con una concepción social humanista y
una actitud responsable y comprometida con los demás, con la patria y la
Revolución. Corresponde a los docentes instrumentar estrategias para la
educación en valores, cuya dimensión fundamental es la de educar desde la
instrucción.
En las condiciones socio-económicas actuales que vive nuestro país, el papel de
la universidad como institución socializadora y canal formativo de la juventud
es decisivo. Frente a un conjunto importante de condiciones adversas, el
desarrollo exitoso del trabajo educativo orientado a la educación en valores
exige la aplicación de una metodología humanista caracterizada por la oferta no
impositiva de valores a través del ejemplo personal del profesor y la existencia
permanente del diálogo y los espacios compartidos entre educandos y educadores.
Por ser el de la juventud un sector de interés para cualquier empeño de
resquebrajar la continuidad de la obra revolucionaria, sin restarle importancia
a la participación profesional en las actividades extracurriculares y/o
socio-políticas, el trabajo educativo curricular resulta de gran importancia
para la materialización del proceso de educación en valores que se pretenden
lograr en nuestros educandos.
El V Pleno del Comité Central del Partido abordó la necesidad de acelerar,
perfeccionar y colocar a un nivel indispensable la labor política-ideológica. El
comandante en jefe Fidel Castro, durante el acto de inauguración del curso
académico 1997-98 afirmó que posiblemente no hay tarea de mayor prioridad en el
país que la educación. A pesar de que toda la sociedad tiene responsabilidades
en la misma, la labor político-ideológica tiene en los centros de educación de
todos los niveles su principal aliado.
La Universidad se enfrenta a un desafío mayor si tenemos en cuenta que ahora en
sus aulas están sentados los jóvenes de una generación que al atravesar los
duros años de crisis económica que sufrió el país recientemente están siendo
partícipes de una transformación de la escala de valores que sigue dos
tendencias: una de readecuación a las nuevas circunstancias económicas, sociales
y políticas, tanto nacionales como internacionales, y otra que implica un
deterioro de los valores, tanto los relativos a la ética revolucionaria (por
ejemplo el colectivismo) como otros universales (como la honestidad).
El tiempo con que contamos para enfrentar, tratar de detener y revertir ese
proceso es muy poco y las condiciones muy adversas ya que aún no se vislumbra la
inmediatez de un resultado impactante del reordenamiento económico en nuestro
entorno social. De ahí que los sociólogos y psicólogos encargados de estudiar la
sociedad y realidad cubanas han afirmado que este fenómeno conlleva a que todo
esfuerzo educativo dirigido a consolidar valores como la responsabilidad social,
el trabajo, el sentido del deber y la honestidad, entra en constante
contradicción con la práctica cotidiana y pierde efectividad.
Como expone el objetivo Formación del Profesional en la Educación Superior,
tener una visión clara de esa situación equivale a concientizar la necesidad de
echar a un lado cualquier duda, vacilación, o lo que es peor, la subvaloración
relativa a la urgencia y serenidad con que es necesario darle una prioridad real
y coherente al trabajo educativo en nuestra universidad orientado a la formación
y/o consolidación de valores, por tanto la idea de que la formación del
profesional “incluye no sólo la asimilación de conocimientos, habilidades y
destrezas, sino además el logro de una personalidad que como nivel superior de
lo psíquico regule su conducta, es ya aceptada por la mayoría de los claustros
de la Educación Superior, en los cuales la función educativa de la labor que
realizan es cada vez más reconocida, ”es absolutamente válida.
Los jóvenes que acuden a las aulas universitarias cubanas han seleccionado una
carrera y su futura labor profesional. Esto deviene el punto central sobre el
cual se deben diseñar las influencias educativas e instructivas. Ahora bien,
estos estudiantes llegan con un nivel de desarrollo de la personalidad y, por
tanto, determinados valores, los cuales hay que tener presente. También es
imprescindible determinar qué los motivó a seleccionar esa carrera y no otra. Lo
anterior es inevitable ya que hay que definir los valores a formar, esenciales
de acuerdo al modelo del profesional de cada carrera.
La educación en valores en la universidad también debe asumir otros ámbitos
educativos a través del trabajo científico-estudiantil en el que los alumnos se
convierten en protagonistas de su propia formación y, a la vez, en
multiplicadores de la investigación, en la dimensión extracurricular en la que
los estudiantes se forman y aportan a la formación de valores de la sociedad, lo
cual evidencia la necesidad de asumir una visión integradora en relación a la
educación en valores. Al respecto juega un papel muy importante el trabajo que
desde lo curricular aportan las disciplinas y asignaturas, por ello en el
próximo epígrafe se tratará este aspecto.
Formar un profesional en correspondencia con las necesidades de la sociedad y de
la época es uno de los objetivos fundamentales de la Educación Superior. Según
el doctor Fernando Vecino Alegret la formación del profesional “incluye no sólo
la asimilación de conocimientos, habilidades y destrezas, sino además el logro
de una personalidad que como nivel superior de lo psíquico regule su conducta,
es ya aceptada por la mayoría de los claustros de la Educación Superior, en los
cuales la función educativa de la labor que realizan es cada vez más reconocida”
.
La configuración de una personalidad lleva implícito la integración y
combinación de formaciones psicológicas complejas. Entre estas tenemos las
necesidades, los motivos y las convicciones, y otras. El centro de estas es la
unidad entre lo afectivo y lo cognitivo. En el proceso de enseñanza-aprendizaje
se concreta en la unidad entre lo instructivo y lo educativo.
En la Educación Superior el trabajo educativo se lleva a cabo en tres
dimensiones básicas. Estas son la curricular, la extensión universitaria y la
político-ideológica. Esta última mediante las organizaciones políticas y de
masa.
La combinación, relación y coherencia que se alcance en estas direcciones
constituye factor esencial en el logro de las aspiraciones. Para ello hay que
tener presente que tato la dirección curricular, como la extensión universitaria
y la político-ideológica cuentan con el protagonismo estudiantil en cada una de
ellas
Las acciones que se conciban en estas tres direcciones se concretan en lo que se
denomina Proyecto Educativo. El mismo tiene un carácter diferenciado por año de
estudio, lo que le concede una función fundamental al colectivo de año como
estructura prospectiva y reactiva en el diseño, planificación y ejecución de las
estrategias definidas.
Es por eso que una función fundamental dentro del Proyecto Educativo resulta la
educación en valores, debido a su capacidad movilizativa y motivadora, por
constituir elemento esencial de las convicciones, por su impacto en la calidad
del desempeño futuro del profesional. Al respecto Cintio Vitier expresó que el
mismo deviene “antídoto contra muchos venenos”, “fuerza para resistir
adversidades”, “capacidad para generar nuevos espacios de creación, libertad y
gusto por la limpieza de la vida” y promotores en fin del “mejoramiento humano”.
La integración disciplinar en la Educación Superior Cubana
El actual desarrollo científico y tecnológico requiere la integración de saberes.
Todos los problemas socioculturales o profesionales que un hombre encara es casi
imposible abordar, comprender y resolver en su esencia desde la concepción
meramente disciplinar. Es por ello que la integración disciplinar ha devenido
asunto imprescindible y debatido en la esfera pedagógica, no solo en el
discurso, sino también en la práctica pedagógica.
La Educación Superior Cubana tiene como función social la formación de los
futuros profesionales. Una de las vías para alcanzar este objetivo es lograr la
integración entre las asignaturas y disciplinas que forman parte del currículum.
Al referirse a la redefinición de las disciplinas que conforman los planes de
estudio, el Dr. Fernando Vecino Alegret expresó: “ello supone una proyección
cualitativamente diferente e impone al diseño curricular el reto de integrar los
conocimientos, las habilidades y la competencia en el ejercicio de la profesión,
estimulando la creatividad y la capacidad de decisión para la solución de
situaciones complejas y novedosas”.
La Integración teórica consiste en el estilo de cada disciplina para describir,
explicar, comprender e interpretar la realidad; la intradisciplinariedad crea
una instancia que posibilita la interpretación conceptual conjunta, comprensiva
y descriptiva de esa realidad estudiada.
La integración disciplinaria constituye una condición didáctica que en calidad
de principio, según Leiva González, condiciona el cumplimiento de la
cientificidad de la enseñanza en tanto se establecen interrelaciones entre las
diferentes asignaturas, que se pueden manifestar en las propias relaciones
internas de las asignaturas, intermaterias e interciclos.
Desde esta concepción la integración disciplinar no se reduce al sistema de
conocimientos, incluye además un sistema de hábitos, habilidades y capacidades
que deben lograrse como resultado del proceso docente educativo. La misma
establece la formación de los sistemas de conocimientos, hábitos y habilidades
que sirven de base a todas las cualidades sociales significativas de modo que
permita formar en el estudiante, un sistema generalizado de conocimientos
integrados en su concepción del mundo. Desde esta óptica se entiende como un
principio a tener en cuenta para la enseñanza y el aprendizaje de la realidad.
Deviene un principio que permite el proceso significativo de enriquecimiento del
currículo y de los aprendizajes de los participantes que se alcanza como
resultado de reconocer y desarrollar las relaciones existentes entre las
diferentes asignaturas de un plan de estudios, mediante los componentes del
sistema didáctico y que convergen hacia intercambios que favorecen un
enriquecimiento mutuo desde encuentros generadores de reconstrucción del
conocimiento científico.
El currículo debe ser un sistema cohesivo en el cual todos los elementos son
coherentes y colaboran entre sí, debiendo ir desde el punto de vista del
contenido de estudio desde la separación disciplinaria hasta la integración
disciplinaria , pasando por correlación disciplinaria y la articulación
multidisciplinaria. Estableciéndose relaciones de colaboración entre los
maestros que ejecutan el currículo.
El propio currículo debe garantizar actividades de enseñanza y aprendizaje que
le permitan a los estudiantes manifestar sus modos de actuación profesional , lo
que se logra a través de la existencia de una o varias asignaturas en las que el
estudiante pueda manifestarse en su proyección totalizadora, como ciudadano.
Estas son asignaturas integradoras. Existirán otras que tienen como objeto de
estudio aspectos parciales de la realidad, las llamadas asignaturas derivadotas,
como pueden ser la Matemática, la Física, entre otras.
La integración disciplinaria es también asumida como una estrategia de enseñanza
aprendizaje que prepara a los estudiantes para realizar transferencias de
contenidos que les permitan solucionar holísticamente los problemas que
enfrentarán en su futuro desempeño profesional
La formación del profesional en la Educación Superior cubana se lleva a cabo en
el proceso docente-educativo a través de los distintos niveles estructurales.
Estos van desde la tarea docente, pasando por los temas, las asignaturas, las
disciplinas hasta llegar al nivel de carrera.
Mas las mismas no se presentan aisladas. Cada tema o asignatura, por ejemplo,
exhibe como contenido modelaciones o abstracciones de la realidad que preparan
al estudiante en la esencia de lo que se estudia pero que a la vez lo alejan de
la vida, del trabajo, de sus intereses. La solución de esta contradicción está
en la integración del proceso docente- educativo, entendiendo por esto a la
sistematización paulatina de los contenidos y de sus relaciones de manera que
estos se vayan acercando cada vez más a la realidad circundante y compleja que
nos presenta la vida.
Los profesores universitarios, en su mayoría, tienen como costumbre planificar
los contenidos curriculares como yuxtaposición de temas sin ninguna relación
entre sí. Muchos son los argumentos que esgrimen ante esto: contenidos
conceptuales muy largos, escaso tiempo de aula, alumnos con dificultades de
aprendizaje, poca infraestructura, etc.
Perfeccionar la enseñanza y el aprendizaje en la educación superior es un reto
indispensable para sus profesionales. Las sociedades modernas se caracterizan
por los rápidos avances tecnológicos de la información y la comunicación que
plantea la necesidad de establecer currículos que fomenten la capacidad
intelectual de los estudiantes y mejoren la integración disciplinar de los
estudios. De ahí que se requiera crear currículos cada vez más integradores en
los que el alumno adquiera las habilidades profesionales pertinentes para “saber
hacer” en sus esferas de actuación.
Frente a esta problemática, ¿qué hacer para propiciar una visión unificada de la
ciencia, si se imparten los contenidos sin ningún tipo de vinculación? Por otra
parte, ¿puede el alumno, por sí sólo, unir los fragmentos conceptuales en un
todo? ¿Cómo logramos ayudar a que los estudiantes recompongan y remedien ese
todo?
Una vez abordado esto, vale la pena preguntar: ¿Cómo lograr de forma sistémica
formar valores a través de la instrucción y la educación?
¿Cómo educar o transmitir un mensaje educativo partiendo de la propia Ciencia
que enseñamos?
¿Cómo identificar en cada asignatura sus potencialidades educativas para que
desempeñen el papel que les corresponde?
¿Cómo lograr una salida humanista y político-ideológica desde la dimensión
curricular acorde con el papel de una disciplina en el plan de estudio de una
carrera?
Todo lo anterior demuestra la necesidad de lograr un enfoque integral en el
trabajo metodológico de las disciplinas para educar a través de la instrucción.
La Educación en Valores en la disciplina de Marxismo en las carreras de perfil
técnico
Esta investigación centra su interés en la educación en valores en el ámbito
curricular en la universidad ya que: “El trabajo curricular a partir de los
objetivos que se definen para la formación del profesional se convierte en el
proceso fundamental de la vida universitaria”
La clase es la forma fundamental de organización del Proceso Docente Educativo.
El profesional al que se aspira egrese de las universidades debe corresponderse
con el hombre comprometido con el Proyecto Social Cubano que construye nuestro
país.
“Estamos frente a un nuevo paradigma tecnológico basado en la microelectrónica,
la informática, la automatización, la biotecnología y las nuevas formas de
energía. Todo esto afecta sustancialmente nuestros sistemas laborales y, en
general, nuestra cultura y nuestra educación. Debemos preservar la necesidad de
que estos cambios estén al servicio del hombre y su libertad, evitando que se
conviertan en instrumentos de opresión, de destrucción moral y dependencia.
Por esa razón, el Proceso Docente Educativo debe organizarse de manera tal que
brinde las oportunidades para que el estudiante sea parte, tenga parte y tome
parte en el proceso de interactuar con otros estudiantes y con el profesor. De
esta forma se logrará el consenso constructivo al comprometerse e implicarse el
estudiante expresando lo que siente, piensa y hace sobre la base de la reflexión
crítica y autocrítica.
Los estudiantes de las ciencias técnicas y de otras áreas docentes
universitarias “manifiestan una baja motivación por las asignaturas de Marxismo
(…) reflejándose en la disminución del protagonismo en el aula, en particular en
la asignatura de Teoría Socio-Política, por una parte, porque esta asignatura
debe dar respuesta a los procesos de la teoría y la práctica política en Cuba, y
la realidad al cambiar más rápido que lo que pueda sistematizarse en el plano
teórico provoca cierta incertidumbre que se refleja en modos de actuación
escépticos y apáticos, falta de compromiso y altos niveles de dependencia,
porque los procesos de adecuación del conocimiento al plano académico supone el
ejercicio de un gran profesionalismo del profesor demostrado no solo en el
dominio teórico, sino en la capacidad para desarrollar el diálogo, la polémica y
la reflexión crítica y, por otra parte, el sistema de valores subjetivos se ha
venido conformando en los últimos años a partir de la contradicción rectora de
la esfera ideológica: la ideología oficial y la psicología social en la que ha
prevalecido esta última sobre la primera, generando también ideología la vida
cotidiana, aspecto que ha sido ampliamente abordado por numerosos investigadores
como Miguel Limia, Emilio Duharte, Maria Isabel Domínguez, entre otros.”
La educación en valores debe ser potenciado a través de la integración de las
asignaturas de la disciplina de Marxismo-Leninismo, dada las circunstancias
internacionales en que se desarrolla el Proyecto Social Cubano, ya que se hace
necesario trascender a nuevas formas de participación social que manifieste la
interacción e implicación consciente y decidida de los actores sociales en la
evolución y perfeccionamiento de este.
La Disciplina Marxismo-Leninismo tiene una significación especial en la
formación científica, cultural y político-ideológica de los futuros
profesionales cubanos egresados de la Educación Superior. Esta disciplina
favorece un análisis profundo de la realidad contemporánea, así como el
desarrollo de valores acorde con la ética e ideología de nuestra Revolución. Por
la importancia en la formación científico-humanista del estudiantado y por su
alto compromiso con la práctica política y social cubana la disciplina
Marxismo-Leninismo (integrado por las asignaturas Filosofía y Sociedad, Economía
y Teoría Política I y Economía y Teoría Política II) se convierte en un Plan
Director en la Educación Superior.
La Disciplina Marxismo-Leninismo debe contribuir a la determinación del sentido
de la vida, a entender y asumir la responsabilidad que tiene el profesional
científico-técnico frente a los desafíos sociales, a comprender el papel y la
importancia de las tradiciones, costumbres, idiosincrasia e historia del pueblo
cubano, para poder actuar consecuentemente en la defensa de los más genuinos
valores culturales, políticos y sociales de nuestra nación.
Las asignaturas del ciclo de Marxismo tienen una fuerte vinculación al discurso
político más que al científico. La experiencia cotidiana del estudiante
demuestra una contradicción entre la psicología social y la ideología oficial.
Este sistema de contradicciones se agudizó a raíz de la crisis económica de
principios de los años 90 del siglo pasado. La disciplina debe potenciar la
educación en valores ya que está llamada a resolver el gran desafío que enfrenta
hoy la educación superior cubana al formar al profesional de una generación que
sufrió una transformación y deterioro en la escala de valores provocada por la
crisis económica que sufrió la nación recientemente.
El compromiso que esta disciplina contrae con el desarrollo de la conciencia
crítica sobre los procesos del conocimiento y la realidad social exige una
constante vigilancia sobre la calidad científica de su impartición. De ahí la
necesidad de crear talleres como modalidad favorable y pertinente para los
espacios de debate y reflexión.
La disciplina deviene base y sustento político-ideológico del Proyecto Social
Cubano. Actuando desde esta disciplina se estará contribuyendo a su desarrollo y
propia existencia. En ese sentido, la disciplina promueve la formación de
valores con particular énfasis al espíritu de sacrificio, amor al trabajo, la
dignidad humana, el patriotismo, la solidaridad, entre otros.
La contemporaneidad tiene como rasgo distintito el desarrollo vertiginoso de la
tecnología, la cual se encuentra en el centro mismo de la civilización humana y
cambia permanentemente el mundo en que vivimos, desde la producción social hasta
la comunicación y la sensibilidad humana. De ahí que se convierte la misma en
elemento importante de la reflexión teórica en nuestra disciplina, especialmente
para los Centros de Estudios Superiores técnicos, que por los propios objetivos
de las diferentes carreras están vinculados a la producción, creación,
comercialización, adquisición, investigación, etc., de tecnologías.
Como bien plantea la Fundamentación de la Disciplina de Marxismo-Leninismo, con
el perfeccionamiento de los planes de estudio se logra que la disciplina
contribuya notablemente, a través de todas sus asignaturas, a la reflexión e
interpretación de la realidad desde la perspectiva del futuro profesional,
teniendo en cuenta la importancia y cambios operados por la tecnología,
lográndose así una mayor integración de los contenidos de la misma con los
objetivos centrales de las diferentes carreras. La disciplina en su concepción
actual logra mayor integración de los contenidos económicos y
político-ideológicos, así como una explicación más actualizada acorde a las
demandas del mundo actual.
Este enfoque de disciplina tiene como antecedente la experiencia acumulada en el
desarrollo y perfeccionamiento de las asignaturas en los últimos años y una
manera especial de inserción en los planes de estudio para la formación del
profesional de perfil amplio. Pero aún así presenta serias carencias que deben
ser resueltas, y esta radica, principalmente, en la parcelación de la
disciplina.
Haciendo un análisis de la composición de la disciplina de Marxismo para las
carreras técnicas de la Facultad de Ingeniería Eléctrica, encontramos que la
composición de la disciplina por asignaturas es la siguiente:
La primera asignatura que reciben los estudiantes de estas carreras es Filosofía
y Sociedad, en el primer semestre del primer año; posteriormente, en el segundo
semestre, Economía y Teoría Política I; para terminar en el tercer semestre con
Economía y Teoría Política II.
Entre las carencias y dificultades que tiene la materia Filosofía y Sociedad que
incide en la parcelación de la disciplina de Marxismo resultan:
- En los objetivos educativos del programa debiera agregarse que los estudiantes
sean capaces de desarrollar una cultura de pensamiento que les permita
comprender la necesidad imperiosa de borrar las fronteras estrechas de las
profesiones, para estar a tono con las exigencias del nivel contemporáneo del
conocimiento y de la práctica social.
- El sistema de conocimientos de la asignatura no recoge muchos de los
principales conceptos que caracterizan la comprensión de la historia y la
sociedad en el marxismo. En general es un contenido muy disperso respecto a los
objetivos que se traza la asignatura. En la práctica docente de la UCLV se
imparte un programa basado en el desarrollo de las principales tesis teóricas de
la comprensión materialista de la historia y de la lógica dialéctica como teoría
del conocimiento del marxismo.
- La forma en que se presenta el sistema de objetivos educativos e instructivos
de las dos asignaturas que componen Filosofía y Sociedad indica que ambas están
fundidas en un cuerpo único (se repiten los mismos objetivos literalmente). Sin
embargo, como el sistema de contenidos es diferente, amerita que se establezca
una distinción al menos en los objetivos instructivos.
- En cuanto a la bibliografía básica y complementaria hay que señalar que no se
fue muy cuidadoso al establecerla. Hay una disparidad manifiesta entre ambas
asignaturas. En la primera establecen como bibliografía básica el manual cubano
de 1991. Esto se contrapone abiertamente a los objetivos educativos declarados,
pues tomando como bibliografía básica un manual no se garantiza en absoluto el
desarrollo de capacidades intelectuales superiores. En cuanto a la bibliografía
complementaria, se mezclan algunas realmente necesarias con otras
circunstanciales que puede usar el profesor según criterio, pero que no hay
necesidad de establecer en un programa tan general. En la segunda asignatura
solo se establecen dos materiales como bibliografía básica; ninguno de los dos
suficientes para un trabajo responsable sobre el contenido.
En cuanto a la asignatura de Economía y Teoría Política I, presenta carencias y
dificultades que inciden en la parcelación de la disciplina de Marxismo, entre
las que sobresalen:
- El sistema de contenidos que expone la primera de las asignaturas adolece de
una dispersión bastante notable en cuanto al contenido teórico de la asignatura.
Un programa de Economía y Teoría Política I para las carreras técnicas de la
Facultad de Ingeniería Eléctrica debe dedicar más espacio al tratamiento teórico
de las categorías concretas que explican el sistema de producción capitalista
desde el marxismo clásico.
- Los objetivos, el sistema de conocimientos y de habilidades de la asignatura
Economía y Teoría Política II es siempre polémico, por cuanto trata de un objeto
poco maduro para un análisis científico. El criterio acerca del enriquecimiento
teórico de las dos asignaturas pasa por reorganizarlas de modo que los análisis
de la actualidad económica tanto de los países capitalistas como de los que
emprenden la construcción del socialismo se imbriquen más coherentemente con el
estudio de la teoría económica realizada por los clásicos.
- La bibliografía señalada en el programa de la disciplina es igualmente pobre
para el cumplimiento de los objetivos propuestos. Debe al menos incluirse El
Capital, de Carlos Marx.
Entre las carencias y dificultades que tiene la materia Filosofía y Sociedad que
incide en la parcelación de la disciplina de Marxismo resultan:
La asignatura Economía y Teoría Política II no se ha prescindido dentro del
sistema educacional superior, solo ha tenido denominaciones emergentes o
alternativas, además de la disparidad de programas para la asignatura hasta el
curso 2005-2006. No se hace énfasis en la enseñanza de los clásicos de la Teoría
Sociopolítica, lo cual denota deficiencia en la concepción histórica de su
evolución como disciplina.
Lo más apreciable puede ser la presunción de que este contenido se agota con
otras asignaturas propias de la carrera. Es necesario reconocer que una opinión
de esta índole se apoya en un desconocimiento de la importancia cardinal de la
teoría sociopolítica del marxismo como síntesis de todo el contenido de la
disciplina.
La misión de esta asignatura en el contexto general de la disciplina es la de
develar los métodos políticos propios de la clase asalariada para la conversión
de las relaciones burguesas imperantes en relaciones socialistas de cooperación.
Se trata de una consideración teórica de la experiencia política del marxismo,
expuesta en el amplio material legado por los clásicos del marxismo y otros
pensadores –incluidos los líderes principales de la Revolución Cubana– al
movimiento comunista internacional.
Sobre el sistema de objetivos, conocimientos y habilidades de la disciplina en
general, podemos decir que:
- En el sistema de objetivos generales de la disciplina no se concibe ninguno
que precise las pautas de la enseñanza de la Historia del Pensamiento Filosófico
y Social.
A nuestro juicio es menester tomar en cuenta dos en particular:
1) que los estudiantes sean capaces de comprender la evolución de las ideas
filosóficas y sociales en el pensamiento universal anterior al surgimiento del
marxismo;
2) que los estudiantes sean capaces de comprender el pensamiento filosófico y
social como expresión de diferentes intereses clasistas en la sociedad.
- En el sistema de conocimientos de la disciplina se obvia incomprensiblemente
todo el contenido correspondiente a las asignaturas Historia del Pensamiento
Filosófico y Social y de Economía y Teoría Política II, referente a las
concepciones económicas en torno a la transición al socialismo.
- En el sistema de habilidades se hecha a ver la ausencia de la asignatura
Economía y Teoría Política II, pues falta el elemento político cuando se plantea
“establecer los nexos entre el enfoque filosófico, económico y socio-histórico
en el análisis de lo social”.
Una vez establecido esto, vale la pena preguntarse: ¿Cómo educar en valores si
no existe un espacio para la integración disciplinar? ¿Cómo educar en valores si
no existe un colectivo de disciplina para las carreras de ciencias técnicas que
propicie integrar y dirigir las acciones para acometer desde lo curricular esa
educación en valores que se persigue?
Las carreras que imparte la Facultad de Ingeniería Eléctrica de la UCLV, como
son Ingeniería Eléctrica, Ingeniería en Telecomunicaciones, Ingeniería Biomédica
e Ingeniería en Automática, tienen peculiaridades que la diferencian de otras
carreras, en relación con los estudiantes que ingresan y se expresa en: la
motivación hacia la misma y en el desconocimiento acerca de la profesión.
Las limitaciones que pudieran constituir estos inconvenientes son retos para los
docentes, los cuales tienen que contar con una certera concepción acerca de la
labor educativa que deben realizar para transformar esa realidad.
Teniendo en cuenta estos elementos que demuestran la parcelación y dificultades
teórico-metodológicas existente entre las asignaturas que integran el Marxismo,
llegamos a la conclusión de que estas deben ser resueltas de manera rápida y
eficaz porque se corre el riesgo de que la educación en valores sea
contraproducente si se pierde el papel que esta disciplina juega no solo en la
formación científica de los estudiantes en el sentido de la interpretación del
mundo y de los instrumentos adecuados para su congoscibilidad y transformación;
si no se logra satisfacer la responsabilidad directa en la modelación del
estudiante como ser humano.
La disciplina de Marxismo aboga por la formación científico-tecnológica y
socio-humanista en los estudiantes (como integralidad), lo cual demuestra su
correspondencia con las dos direcciones en los Modelos del Profesional de las
carreras de perfil técnico. De ahí la necesidad de: “asumir una concepción
curricular que reconozca un proyecto en el que la formación y desarrollo de
valores sea sustancial en el profesional que se forma, requiere en las acciones
a desarrollar de la articulación de dos lados de un mismo problema: por una
parte, potenciar cualitativamente la enseñanza de las disciplinas que por su
naturaleza tienen como centro de atención al hombre y sus relaciones sociales y,
por otro, proyectar un enfoque en que se aprecie una salida social-humanista de
las asignaturas y disciplinas que tienen una inserción más directa en los
perfiles profesionales.
Esto evidencia la renovación necesaria en la interpretación y aplicación de los
Modelos del Profesional, en el que no solo están implicados los colectivos de
carreras, sino los colectivos de año, en la visión, planificación, dirección y
desarrollo de los proyectos educativos.
Ahora bien, ¿Cuáles son los valores que deben formarse en los estudiantes de
perfil técnico por medio de la disciplina de Marxismo? Los mismos forman parte
de un sistema de valores con una argumentación teórico-metodológica. Este
sistema contiene los instrumentos éticos que permiten la continuidad axiológica
del proyecto social cubano, y está relacionado con la independencia nacional, la
justicia social y el desarrollo autónomo. Estos son considerados como valores
terminales, contenidos y argumentados en las tesis doctorales de Edgardo Romero
y Sheila Galindo (Notas y referencias 3), así como en la tesis de maestría de
esta última, y asumidos en esta investigación.
¿Por qué es necesario formar estos valores en los estudiantes universitarios?
Durante el II Taller de Pensamiento Cubano, celebrado en la UCLV en noviembre de
1995, el Dr. Arnaldo Silva León refirió: “Nuestro país está expuesto a un
proceso de derechización por un conjunto de razones objetivas. La primera: el
derrumbe del socialismo en Europa y particularmente en la Unión Soviética, que
ha dejado como saldo negativo un enorme perjuicio, no sólo económico, sino
también ideológico. Nos ha dejado frustración, incredulidad, incertidumbre y
desesperanza. La segunda: el proceso de reformas que tiene lugar en Cuba. La
tercera: porque en estas circunstancias, el trabajo ideológico del enemigo
potencia su efectividad, y por último, porque el pensamiento supuestamente de
izquierda que ejerció o que no sería hoy viable, no ha sido sustituido por otro,
se ha producido un vacío y ese espacio desocupado se llena, en no pocas
ocasiones, por el pensamiento conservador o reaccionario.
“¿Qué hacer para prevenirnos de la derechización del pensamiento? (…) la
búsqueda común de un pensamiento guiador de la práctica social que nos ayude a
preservar el socialismo, manteniendo nuestras identidades respectivas, el
respeto mutuo hacia las funciones de unos y otros. Esta unidad es imperiosa para
alcanzar los objetivos socialistas que todos deseamos.”
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