Autora: Paula Oxoby. Universidad Nacional del
Centro de la Provincia de Buenos Aires (UNCPBA) E-mail: bypau@yahoo.com.ar
SEGUNDO ENCUENTRO INTERNACIONAL SOBRE
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Resumen
Estas páginas surgen de la inquietud a propósito de la temática de la
participación de las Pymes argentinas en el comercio internacional,
especialmente dado el nuevo escenario que la devaluación les plantea.
Esta nueva etapa encuentra al sector por un lado, con nuevas oportunidades en
términos de rentabilidad y aumento de competitividad y, por otro, seriamente
limitado por los cambios producidos en los procesos productivos desde fines de
la década del setenta y consolidados en los noventa.
El balance entre las oportunidades y los desafíos se ve afectado también por las
transformaciones introducidas por la globalización en términos de la transición
de la sociedad industrial a la sociedad basada en el conocimiento y del profundo
cambio tecnoproductivo.
A las limitaciones estructurales del sector Pyme se suman aquellas provenientes
de las nuevas reglas de juego impuestas por el capitalismo globalizado actual,
que las ventajas derivadas del tipo de cambio no logran revertir.
En esta brecha surge el campo de las políticas públicas como potencial elemento
equilibrador del “campo de juego”.
El objetivo de este informe es analizar la interacción de las variables
mencionadas y su peso sobre la perfomance de las Pymes exportadoras argentinas.
Palabras claves PYMES, devaluacion, comercio internacional, innovacion,
competitividad, deficiencias estructurales, politicas publicas
Introducción
Estas páginas surgen de la inquietud a propósito de la temática de la
participación de las Pymes argentinas en el comercio internacional,
especialmente dado el nuevo escenario que la devaluación les plantea.
Esta nueva etapa encuentra al sector por un lado, con nuevas oportunidades en
términos de rentabilidad y aumento de competitividad, en el marco de un tipo de
cambio devaluado y un programa económico que valoriza la esfera productiva en
mayor grado que su predecesor y, por otro, seriamente limitado por los cambios
producidos en los procesos productivos desde fines de la década del setenta y
consolidados en los noventa.
El balance entre las oportunidades y los desafíos se ve afectado también por las
transformaciones introducidas por la globalización en términos de la transición
de la sociedad industrial a la sociedad basada en el conocimiento y del profundo
cambio tecnoproductivo.
A las limitaciones estructurales del sector Pyme se suman aquellas provenientes
de las nuevas reglas de juego impuestas por el capitalismo globalizado actual,
que las ventajas derivadas del tipo de cambio no logran revertir.
En esta brecha surge el campo de las políticas públicas como potencial elemento
equilibrador del “campo de juego”.
El objetivo de este informe es analizar la interacción de las variables
mencionadas y su peso sobre la perfomance de las Pymes exportadoras argentinas.
A tal efecto en la primer parte se abordarán las transformaciones sufridas por
el sector industrial argentino – y su impacto sobre las Pymes- desde la década
del setenta hasta la actualidad. Se hará hincapié en aquellas tendencias que
permitan aprehender la situación actual de las Pymes de una manera más cabal.
En la segunda parte se llevará a cabo una recopilación de la tipología de
políticas industriales implementadas en los distintos países de América Latina y
el Caribe, y se analizará los elementos relacionados que conforman el debate de
la nueva sociedad basada en el conocimiento, los conceptos de innovación y
productividad por citar solo unos pocos. Se abordará también el rol de las Pymes
en dicho debate y en el nuevo escenario local postdevaluación.
La tercer parte se introducirá plenamente en la perfomance de las Pymes en el
contexto ya mencionado y sus dificultades, a la vez que se elegirán ciertos
parámetros específicos para ilustrarlos
Finalmente, en la cuarta y última parte se plantearán las políticas públicas
existentes en apoyo a la internacionalización de las Pymes y su incumbencia en
relación a los problemas anteriormente planteados.
Primera Parte
1- Políticas Económicas en Argentina desde 1976 y sus implicancias sobre la
industria.
1-a Del Keynesianismo al Neoliberalismo
La crisis que el capitalismo enfrentó en la década del setenta, -que precipitara
la del Estado Keynesiano-, desencadenada a propósito de la problemática de la
contradictoria coincidencia de inflación con recesión, unida a la puja
redistributiva; dio como resultado una bien documentada respuesta conservadora.
La reacción ante la acrecentada responsabilidad social que el Estado keynesiano
presuponía, la crisis fiscal generada por la extraordinaria sobrecarga de
demandas que lo agobiaban, el desorden fiscal, -generador del gigantismo estatal
que deprimía el funcionamiento del mercado, causando inflación y repercutiendo
negativamente en la paz y la disciplina social que la iniciativa privada
necesitaba-, condujo al resultado final del diagnóstico neoliberal: un retorno
al mercado que a su vez presuponía un drástico corte y redimensionamiento del
Estado, unido a la exaltación de la sabiduría económica y política del mercado
-en tanto mecanismo automático y pre-político capaz de generar crecimiento y
equidad distributiva-.
El proceso de descomposición teórica y práctica del Keynesianismo, -médula
espinal de la fórmula de desarrollo latinoamericano tras la Segunda Guerra
Mundial -apresuró la búsqueda de soluciones a la crisis que el capitalismo
enfrentaba en las virtudes del mercado, la iniciativa privada, el retiro del
Estado y la desregulación de la economía.
Se produjo un retorno a la ortodoxia representada en la teoría neoliberal que se
caracterizó por una respuesta unilateral en el sentido de que privilegiaba
exclusivamente los intereses del gran capital y en particular del capital
financiero, apuntando a constituir políticas de estímulo a la oferta y no a la
demanda, reducir el gasto público y en el caso argentino a desindustrializar, a
partir del ascenso tanto de gobiernos neoconservadores en países centrales como
de dictaduras militares en América Latina.
Este brusco pasaje que implicó una fuerte liberalización de las economías al
mercado internacional, privatización y flexibilización de la fuerza laboral
produjo un cambio radical tanto en la economía política dominante (de keynesiana
a neoclásica u ortodoxa) como en el consenso electoral (de un acuerdo
social-demócrata o nacional-popular a otro contrario al Estado de bienestar) a
favor del estado ‘mínimo’ neoliberal.
1-b El Neoliberalismo en Argentina: El modelo financiero
En la Argentina este nuevo modelo se implementó a partir del punto de inflexión
que significó la dictadura militar -que usurpara el poder el 24 de marzo de
1976- y a partir de la cual se impuso un nuevo patrón de acumulación fuertemente
inspirado en ideología mencionada.
El nuevo patrón de acumulación del último cuarto de siglo denominado
“rentístico-financiero” “modelo aperturista” o “neoliberal”, respondió a una
lógica que favorecía al sector financiero -que consecuentemente hegemonizó la
dinámica del proceso económico-, en detrimento de la industria.
El principal rasgo distintivo del período que se inicia con la dictadura militar
y que se afianza durante el primer gobierno de la restauración democrática es
una crisis industrial en la que descollan -en su nueva naturaleza- sus
características decrecientes, regresivas y reprimarizadas.
Bajo este nuevo modelo la estrategia de crecimiento se enmarcó en la creación de
una economía de mercado que, a través del sector privado generara mayor
productividad y mayores exportaciones y fuera a su vez, compatible con la
especulación financiera. Este programa basado en el aprovechamiento de los
recursos naturales (expansión agropecuaria, pesquera, energética y minera, así
como de unas pocas manufacturas), centrado en la explotación de ventajas
comparativas estáticas -propio del modelo agro exportador de la Argentina del
Centenario significó una “reprimarización y desindustrialización” de la economía
que tendría consecuencias regresivas nada despreciables y estuvo ligado a
procesos como fuga de capitales y creciente endeudamiento externo.
En términos de M. Rapoport, la dictadura militar destruyó un aparato productivo
con serias deficiencias, pero corregible, siguiendo una lógica que -lejos de
reducirse a un efecto no deseado de la política económica implementada-,
respondía a una motivación política: cortar de raíz el problema gremial, dejar
sin sustentación a las fuerzas políticas apoyadas en el poder sindical e impedir
definitivamente la aparición de movimientos populares y contestatarios, cuya
base material era el proceso de industrialización.
La forma más idónea para llevar esto a cabo fue la destrucción del aparato
productivo, las bases sociales de la “alianza defensiva” que permanentemente
retornaba al poder apoyado en su fuerza electoral.
De esto se desprende el hecho de que la industria dejara de ser el eje ordenador
de la actividad económica así como el sector de mayor tasa de retorno de la
economía y su lugar fuera ocupado por la valorización financiera, con un fuerte
impacto en el deterioro de la situación de los trabajadores.
Los cambios políticos de la década siguiente, aún cuando produjeron avances
significativos en los ámbitos políticos –como el retorno a la democracia-no
implicaron una reorientación de la estrategia económica impuesta por la fuerza
bajo la dictadura militar.
1-b-1 El modelo financiero: sus efectos sobre la industria
La forma de acumulación que se construye entonces sobre las ruinas del proceso
de industrialización, mantiene toda su vigencia hasta la caída de la
Convertibilidad
Tal es así que determinados procesos implementados desde fines de los setenta y
consolidados en los noventa adquieren gran importancia explicativa para abordar
la situación de la Argentina en general y de la industria actual en particular.
Entre ellos es importante destacar en primer lugar el proceso de
desindustrialización.
El nuevo patrón de acumulación redefinió el lugar que la industria sostenía en
el sistema económico, su aplicación provocó un crecimiento industrial por abajo
del producto bruto interno, tanto en fases de recesión como de crecimiento. La
industria perdió el atributo de ser el sector de actividad que conducía el
proceso de desarrollo de la economía local. Fueron otras actividades, como los
servicios públicos, el sector agropecuario y la especulación financiera o el
sector financiero, los que explican el “dinamismo” de la economía argentina del
período.
En segundo lugar la reestructuración regresiva del sector industrial
El PBI industrial per cápita era del 14% en el año 1993 el cual es equivalente
al del año 1974, o sea que en 20 años la industria argentina mantuvo el mismo
tamaño, por lo cual se puede afirmar que a fines de la convertibilidad, la
industria tenía aproximadamente un 14% menos de tamaño que en el año 1974. Esto
señala un proceso de deterioro industrial y de deterioro del tejido industrial
muy importante. No sólo se trata de proceso de desindustrialización, sino
también de achicamiento industrial, de consolidación de una estructura de menor
tamaño que la existente 20 años antes, lo cual está íntimamente relacionado con
el siguiente proceso.
El proceso de desintegración del tejido productivo local
El proceso que se inicia a partir del año 1976 y que en los ’90 se afianza,
tiene que ver con la ruptura del encadenamiento productivo, desestructurándose
la matriz industrial, perdiendo o debilitando considerablemente núcleos
estratégicos de las distintas cadenas productivas.
Estos procesos que rediseñaron el mapa económico y social de nuestro país y el
equilibrio de fuerzas entre los actores sociales entre sí y con el Estado no
pueden explicarse sin mencionar el peso de diversos factores cuyo impacto nocivo
–en términos de regresividad y destrucción- sobre el sector industrial y por
ende sobre la economía nacional fue de resultado y sentido similar.
En primera instancia la primarización: de la mano del neoliberalismo la
estructura industrial argentina se fue consolidando como una estructura muy
ligada al aprovechamiento de la dotación local de recursos naturales,
consolidando una estructura industrial de alta primarización (en el año 2001, un
conjunto muy pequeño de actividades explica aproximadamente un 70% de la
producción, dichas actividades son agroindustriales, producción de petróleo y
sus derivados, algunas actividades del complejo químico; algunas actividades
importantes de la industria siderúrgica y la “industria” (armaduría) automotriz;
con muy escasas inversiones en bienes de capital o bienes de alta tecnología),
basado en un perfil productivo de especialización en commodities y en servicios,
que involucionaba hacia una economía más simple, que al tiempo que reducía su
densidad tecnológica, su valor agregado y producción, no generaba ningún tipo de
integración vertical u horizontal.
En segundo término, la apertura asimétrica de la economía: es decir una apertura
muy rápida de tipo shock que discrimina o perjudica a algunos sectores por sobre
otros. Los más perjudicados han sido aquellos sectores intensivos en empleo con
importante generación de conocimiento científico tecnológico y en los que las
pequeñas y medianas empresas tenían un papel central. Esta característica
asimétrica de la apertura es un dato nada menor ya que implica que sólo aquellos
sectores que contaban con una trayectoria de fortaleza fueran los únicos que
pudieran sobrevivir a esa apertura o posicionarse fuertemente a partir de ella.
En estos procesos inciden además la apreciación cambiaria y la discrecional
utilización de los mecanismos de anti-dumping. Otra importante asimetría es la
del crédito que se consolida en la Argentina desde 1976 de la mano de un sistema
financiero que tiene rasgos anti-desarrollo económico donde el costo del crédito
no tiene relación con el uso del dinero sino con el tamaño patrimonial.
En tercer lugar, la concentración económica, la creciente concentración de la
producción en torno de un conjunto reducido de grandes empresas constituye otro
de los rasgos característicos de la evolución industrial de los años noventa
-hacia fines de la década del noventa las cien firmas de mayores dimensiones del
sector daban cuenta de aproximadamente el 50% de la producción total –. En buena
medida, este incremento en el grado de concentración del conjunto del sector se
explica por la capacidad que tuvieron las empresas líderes de desempeñarse con
cierto grado de autonomía con respecto al ciclo económico interno.
En cuarto lugar, la extranjerización de la producción, la mayor concentración
económica que se verificó durante la década pasada se dio a la par de
transformaciones de significación en los liderazgos empresariales, que derivaron
en un importante aumento en el grado de extranjerización de la producción y la
declinación relativa de los grandes grupos económicos de capital local que
habían ejercido el liderazgo sectorial desde mediados de los setenta. Respecto
de este proceso de desnacionalización de la estructura manufacturera doméstica,
basta con mencionar que en el año 2001 las empresas controladas por capitales
extranjeros que integraban el selecto grupo de las trescientas firmas más
grandes del sector dieron cuenta de más del 75% del valor agregado generado por
dicho universo de firmas.
En quinto lugar, la crisis de las pequeñas y medianas industrias, del aumento
registrado en el peso relativo de las firmas de mayor tamaño dentro de la
actividad, en un contexto global de involución sectorial, se desprende que en el
transcurso de la década una parte mayoritaria del entramado manufacturero local
debió transitar por un sendero crítico.
Al respecto, las evidencias disponibles indican que las pequeñas y medianas
empresas (PyMEs) resultaron sumamente afectadas por diversos factores, entre los
que interesa destacar dos.
Primero, la orientación que adoptó el proceso de liberalización comercial
instrumentado (de tipo shock, tendiente a producir una reestructuración masiva
en un plazo muy corto, reasignando recursos rápidamente, y con fuertes
asimetrías en detrimento de numerosos mercados fabriles en las que estas firmas
tenían una participación relevante en la producción y el empleo globales).
Segundo, las desigualdades que los distintos tipos de compañías tuvieron que
afrontar en materia de acceso al crédito para financiar sus respectivos procesos
productivos (las PyMEs tuvieron que enfrentar tasas de interés muy altas). En
este nuevo contexto debieron enfrentar costos cada vez más altos, reduciendo
seriamente las posibilidades de reconversión al nuevo escenario macro.
La desindustrialización está muy ligada en los ’90 a la desaparición de muchas
empresas pequeñas y medianas que no implica necesariamente desaparición como
razón social; muchas o algunas de ellas lograron sobrevivir; y otras muchas
abandonaron la actividad industrial y se dedicaron a la comercialización.
Finalmente la ausencia de Incentivo a la inversión industrial: en los ’90 se
consolida una estructura de precios y rentabilidades relativas que favorece a
los sectores de servicios (sobre todo a los privatizados y al sector financiero)
y discrimina, por la apertura, a la actividad industrial. Este último elemento
hace referencia a la vigencia de la valorización financiera como eje central del
proceso de acumulación y reproducción de estas firmas, cuestión que puede
observarse por ejemplo en la gran transferencia de capitales locales al
exterior.
En definitiva, la desindustrialización, la falta de dinamismo del sector
industrial en materia de creación de valor agregado se explica, por un lado
desde los rasgos estructurales de las ramas de mayor gravitación agregada.
Es decir, a partir de las características estructurales de la empresas líderes
que al hallarse en una situación oligopólica estuvieron en condiciones de
afectar el rumbo de las actividades y, al especializarse en un perfil productivo
muy centrado en las primeras etapas del procesamiento manufacturero redujeron el
dinamismo en la generación de cadenas de valor, y el aporte en la creación de
eslabonamientos y empleos.
Por otro lado, debe destacarse también en este proceso la incidencia que en el
marco de la apertura asimétrica tuvo la compra en el exterior de insumos y hasta
de productos finales por parte de las empresas industriales que en consecuencia
produjo la desarticulación de cadenas y la destrucción de buena parte del tejido
manufacturero al provocar el cierre de firmas o su reconversión hacia
actividades de armado y/o venta de productos finales importados. Esta situación
fue más decisiva en aquellos ámbitos donde las PYMES ocupaban un lugar
relevante.
1-c Políticas Neoliberales y Consenso de Washington, la década del noventa.
Balance
La última crisis de proporciones importantes que enfrentó la Argentina en
diciembre del 2001 – cuyas causas pormenorizadas exceden el objeto de estas
páginas- no sólo derrumbó el modelo económico anclado en la Convertibilidad sino
que cuestionó también las lógicas macroeconómicas sobre las que se apoyaban las
expectativas de crecimiento.
La depresión y el default cuestionaron los paradigmas de economía de libre
mercado con desregulación y privatización total – con absoluta desestimación de
los ritmos y secuencias con los que estas políticas debían incorporarse.
Este cuestionamiento proviene del balance de la década que arroja un proceso de
importantes transformaciones estructurales que trajeron aparejada la
consolidación de las principales tendencias que se impusieron como patrones
distintivos del régimen de acumulación que se fue configurando en el país a
partir de la segunda mitad del decenio de los setenta, a saber,
desindustrialización, concentración y centralización del capital, predominio de
la valorización financiera, caída de los salarios, desempleo y precarización
laboral, distribución regresiva del ingreso y fragmentación social,
desarticulación de la estructura productiva, crisis de las pequeñas y medianas
empresas y disciplinamiento de los sectores populares y de ciertas fracciones
empresarias.
1-d El modelo del “dólar alto”
La magnitud sistémica de la crisis que la Argentina atravesó a fines del 2001
permite a la literatura sobre el tema referirse a la etapa inmediatamente
posterior como una de “reconstrucción”.
Desde el abandono de la Convertibilidad comenzó a gestarse un nuevo modelo
económico que se distancia de su predecesor por una orientación más generadora
de estímulos hacia la producción y el empleo nacionales, un modelo que se
presenta como el “portador de un cambio a través del cual se envisiona la
integración social y territorial de sus habitantes en un marco de equidad, y
desarrollo con crecimiento sustentable”
Colaboran con esta visión un tipo de cambio “competitivo”, un proceso virtuoso
de sustitución de importaciones y el incremento de las exportaciones –en
especial las de origen industrial-.
Este modelo económico que algunos autores han dado a llamar de “dólar alto” se
estructura desde lo ideológico discursivo en torno a la defensa de la
producción, la industria., el trabajo, la competitividad, el regreso del Estado,
y la Nación.
Cuenta con un amplio consenso social y se apoya en una nueva base de
sustentación –hegemonizada por algunos grupos económicos de capital nacional,
“los sobrevivientes” del modelo anterior- y por diversos conglomerados y grandes
empresas extranjeras con importante presencia en el ámbito fabril.
La convalidación de uno de los pilares más importantes de este esquema –la
devaluación que materializa el dólar alto- proviene de la posibilidad abierta
por este medio para un proceso de sustitución de importaciones, avalado por el
crecimiento que desde el abandono de la Convertibilidad registró el sector
manufacturero local –y por su intermedio el conjunto de la economía- así también
como por la fuerte generación de empleo que protagonizó el sector.
Pese sin embargo a lo que la retórica puede prestar a suposición, Schorr
sostiene que no existe una estrategia de desarrollo productivo en general e
industrial en particular, ya que por un lado, si bien se han implementado
ciertas medidas en esta dirección, no logran cobrar relevancia dada la magnitud
del proceso de desindustrialización y, por otro lado interpreta que la única
política concreta hacia el sector industrial ha sido la maxidepreciación del
peso que es juzgada –erróneamente- como la condición suficiente y necesaria para
revertir los procesos industriales y económicos heredados del modelo anterior.
Segunda Parte.
2- Políticas industriales, competitividad, innovación y PYMES
2-a Políticas industriales en la región
Mas allá de la evaluación de esta aparente sustitución de la política industrial
por la política cambiaria que se retomará más adelante, la apreciación que
culminó el capitulo anterior nos introduce en la temática de las políticas
industriales que merece -no solo en Argentina sino también en la región- un
tratamiento especial dado por un lado, el abandono por décadas del sector
industrial como estrategia privilegiada de crecimiento y desarrollo –en el marco
de una gran pérdida de competitividad de los países latinoamericanos- y por
otro, los decepcionantes resultados del modelo que lo reemplazara.
Se vuelve necesario esclarecer cómo se constituye el universo de políticas
industriales en este nuevo contexto postneoliberal, cuales son las experiencias
regionales y los debates y cuestiones que se configuran en torno a ella y a las
posibilidades de un proceso de desarrollo sustentable, endógeno e inclusivo.
En terminos de Wilson Perez gran parte de la experiencia actual de América
Latina en política industrial no presenta convergencia en materia de política
sectorial.
Se cuenta con políticas que son una continuidad de las que se desarrollaron
durante el modelo de sustitución de importaciones, con las que se busca
profundizar y expandir un sector particular aplicando alguna combinación de
protección comercial e incentivos fiscales y financieros –siendo este el caso
con algunos matices de la Argentina y el sector automotriz-. Apoyos esporádicos
a sectores sensibles como textiles, ropa, calzado, electrónica y juguetes, así
como apoyos a numerosos productos agrícolas (para este último caso: Brasil,
Colombia y República Dominicana)
Otras políticas se focalizaron en sectores que evolucionaron hasta transformarse
en políticas con alto impacto sobre el conjunto de la economía –como el caso de
la políticas hacia la industria electrónica y de cómputo- que iniciadas como
parte de un esquema de sustitución de importaciones se integraron en las
estrategias para el desarrollo de las tecnologías de información y
comunicaciones.
Un tercer conjunto de políticas lo integran aquellas enfocadas a sectores con
elevada concentración derivada de economías de escala y de red (electricidad,
telecomunicaciones, petróleo) orientadas a desarrollar marcos eficientes de
regulación, lo que ha implicado la creación y fortalecimiento de agencias
reguladoras, adecuación del marco normativo y esfuerzos por vincular la
expansión de las inversiones en estos sectores con una mayor articulación con
proveedores locales. (Brasil)
Finalmente, las políticas de apoyo a clusters en particular de pequeñas y
medianas empresas o de actividades en que hay muchas firmas de este tamaño
aunque bajo el liderazgo de las grandes empresas.(México, Brasil)
Más allá de esta gran heterogeneidad en la posición de los países en materia de
política sectorial, Wilson Perez sostiene que con el fin de potenciar sus
procesos de desarrollo los países de la región –independientemente de las
políticas que escojan para tal fin- deben poner en práctica políticas para la
creación de nuevos sectores o la modernización de sectores maduros.
La diversificación dela estructura productiva, mejorando la mezcla de productos
y el vector de especialización internacional, es un determinante del cierre de
la brecha de productividad respecto a la frontera tecnológica internacional y,
por lo tanto, de aceleración del crecimiento de la productividad agregada en
economía abiertas. Tal diversificación permite mejores encadenamientos internos
lo que fortalece el impacto positivo del crecimiento económico.
Las políticas de fortalecimiento sectorial aumentan la complejidad y la densidad
de la estructura productiva, lo cual aparte de los beneficios evidentes de esta
situación, trae aparejada otros adicionales como la creación de contrapesos
internos a la transmisión de choques externos, generando entonces
estabilizadores automáticos.
En resumen, en la visión de este autor el centro de una política para acelerar
el crecimiento de la productividad en el largo plazo radica en la combinación de
la acumulación de conocimiento y la diversificación de la estructura productiva.
2-b Competitividad, innovación y procesos de cambio
La fase actual del capitalismo global ha incorporado como factor decisivo de su
competitividad, seguridad integral y “continuidad histórica” como sistema, la
capacidad de generación científica y de innovación tecnológica a su estrategia
global, afianzando un modelo reproductivo cualitativamente nuevo, condicionado
ya no solo por el incremento acelerado y directo del papel protagónico del
progreso científico tecnológico e innovativo en las fuerzas productivas, sino
también su generalización a todos los eslabones e interrelaciones del proceso de
reproducción social ampliada.
La conformación y ejecución de políticas científico-tecnológicas e innovativas
autóctonas como parte consustancial de estrategias de desarrollo económico y
social y de inserción internacional, constituye uno de los instrumentos clave
para el fomento de las ventajas comparativas dinámicas –elemento esencial de la
competitividad de las naciones
En el complejo escenario internacional se observa que en los países
desarrollados las firmas buscan estrategias y formas de organización y
producción más flexibles e innovativas con el objetivo de responder a la
creciente globalización.
Para alcanzar este objetivo no basta con incorporar tecnologías modernas sino
que en general es preciso simultáneamente adoptar nuevas formas de organización
de los procesos de investigación, diseño, gestión, producción y
comercialización. Si bien este proceso de transformaciones es complejo y asume
características específicas según los sectores, regiones y países, diferentes
análisis han planteado en el ámbito empírico que existe una correlación entre la
adopción de nuevas formas de organización productiva, formación de habilidades y
capacitación de recursos humanos y, ganancias de competitividad y productividad.
La cuestión de la productividad y de la competitividad adquieren singular
importancia ya que dados los nuevos paradigmas globales y tecno-organizacionales
mencionados ha entrado en crisis la noción de competitividad como un fenómeno de
naturaleza exclusivamente macroeconómica y sectorial y determinada por ventajas
comparadas estáticas o por la dotación factorial. En este nuevo contexto se
comienza a afirmar la concepción de que las ventajas pueden ser creadas, y es en
el tránsito de las ventajas comparativas estáticas a las ventajas competitivas
dinámicas que la tecnología, el desarrollo de procesos de aprendizaje y el
incremento de la capacidad innovativa juegan un rol clave.
En este marco, el ambiente social económico e institucional de las firmas se
vuelve crecientemente importante. La nueva situación competitiva y la
incertidumbre generadas por el proceso de globalización económica intensifican
el rol de los agentes institucionales y sociales en el fortalecimiento de la
capacidad innovativa de las firmas. Esto se manifiesta en la generación de
conocimiento tecnológico, organizacional y de mercado y en el desarrollo de
mecanismos formales e informales que facilitan su difusión a través de redes
productivas internas.
En este contexto, definido por nuevas condiciones de producción y de mercado el
proceso innovativo cambia desde una perspectiva individual (y frecuentemente
incremental), hacia un fenómeno colectivo donde la capacidad para colaborar e
interactuar y una estructura institucional adecuada promueve el desarrollo de
actividades innovativas por parte de los agentes.
Las capacidades de competencia se caracterizan por ser el producto de un proceso
colectivo y acumulativo a través del tiempo
De esta manera, se destaca la creciente importancia que adoptan los sistemas
territoriales en la competencia global y en el marco de la emergencia y
consolidación de las nuevas tecnologías intensivas en información y comunicación
La inserción en los espacios globales aparece fuertemente condicionada por las
posibilidades de acceso de las firmas a las tecnologías de información para la
realización de innovaciones. Este mismo proceso de apertura que genera una gran
permeabilidad de la empresa a los cambios globales, se presenta como una amenaza
a las heterogeneidades locales. Sin embargo, dado que esta heterogeneidad es lo
que constituye la base de las ventajas competitivas construidas por los agentes,
se destaca la importancia de los sistemas territoriales en la reformulación y
adaptación de los conocimientos a los que se accede para la construcción de
elementos de diferenciación.
La relevancia del territorio y su relación con el desarrollo se evidencia – y se
explica a través- de los casos de los distritos industriales y los clusters,
siendo éstos últimos la experiencia latinoamericana más sobresaliente,
especialmente en países como México y Brasil.
2-c La relevancia de las Pymes en el debate sobre competitividad, innovación y
productividad
Todos los factores anteriormente desarrollados –la nueva orientación del modelo
económico vigenteen Argentina, los cambios acaecidos en el escenario mundial en
términos de productividad, innovación tecnológica y competitividad, la
importancia en ésta última de las nociones de territorio y de su carácter
sistémico- ponen la cuestión de las PYMES en un lugar central.
La relevancia de las micro, pequeñas y medianas empresas es ampliamente
reconocida dado su rol fundamental en la dinámica económica y social, su
importancia se asocia frecuentemente a su contribución en materia de empleo y
generación de riqueza, a su agilidad para incursionar en nuevos negocios y a su
incidencia potencial sobre la competitividad sistémica - ya sea como proveedores
de empresas ‘grandes’ (sector automotriz, de agroalimentos, etc.) o como
exportador de bienes y servicios en los que las ‘series cortas’ o el trabajo a
pedido constituyen una modalidad sobresaliente del modelo de organización de la
producción-.
En la Argentina, las micro, pequeñas y medianas empresas explican el 78% del
empleo, el 67% del valor agregado y el 40% del PBI, este fenómeno lejos de ser
meramente nacional se registra también en los países desarrollados, donde por
ejemplo en Alemania explican el 66% del empleo y el 35% del producto, en Italia
el 49% y 41% respectivamente, en EEUU el 54% y 48%.
Asimismo, las PYMES constituyen una herramienta fundamental para una mejor
distribución del ingreso. El desarrollo de este segmento empresarial se
encuentra íntimamente relacionado con la instrucción de capacidades en los
estratos más pobres de la población y con la implementación del autoempleo,
proveyendo los medios para una disminución de la pobreza y una mejora en
términos de inclusión social.
A su vez el desarrollo de las PyMEs es un elemento que tiende a asegurar el
equilibrio entre las regiones del país como vía hacia un crecimiento más
integrado, al tiempo que constituyen el núcleo fundamental para el desarrollo de
las economías regionales contrarrestando los procesos de concentración económica
y -ligada a éstos- la concentración geográfica.
Las PyMEs son también un factor clave de estabilidad económica por su fácil
adaptación a las circunstancias cambiantes del mercado y a los ciclos
económicos, dada
su especial sensibilización a los procesos de recuperación de la inversión;
desde un punto de vista dinámico, la entrada y salida constante de estas
empresas del mercado es lo que contribuye a mantener un entorno de competencia,
con niveles de precios y rentabilidad que tienden a los de un mercado
competitivo.
Además, la renovación constante de empresas cumple un rol crucial en los
procesos de innovación y avances tecnológicos, al proveer una fuente esencial de
nuevas ideas y experimentación que, de otra forma, permanecería sin explotar en
la economía. Las pequeñas empresas implican cambio y competencia, ya que ellas
son las que cambian la estructura de mercado.
2-d Las pymes en el nuevo escenario post devaluación
El cambio de los precios relativos a partir de la flotación cambiaria, permitió
el retorno de la rentabilidad al sector industrial y una mejora de la
competitividad de los sectores transables internacionalmente, ya sean
exportables o sustitutivos de importaciones. El desempeño del sector industrial
fue determinante en la recuperación del nivel agregado de actividad e incluso
evidenció las tasas de crecimiento más elevadas de la última década.
Además del hecho de abarcar a prácticamente todos los sectores productivos, una
de las principales características de este proceso de recuperación es que está
siendo
motorizado por la revitalización de las pequeñas y medianas empresas y el
resurgimiento de emprendimientos en el interior del país.
En efecto, el fuerte incremento de la producción de sectores tradicionalmente
conformados por PyMEs –textil, metalmecánica, edición e impresión, etc.- y de
las
economías regionales –miel, algodón, frutas y hortalizas, entre otros-,
evidencia la gran
capacidad de estas empresas para explotar las ventajas relativas que adquirieron
a partir
de la devaluación, con una importante participación en el mercado interno
aprovechando el proceso de sustitución de importaciones, e incrementando su
presencia
en los mercados externos tanto en términos de ventas como de número de empresas
exportadoras.
A su vez, son también las pequeñas y medianas empresas las que están liderando
la vigorosa recuperación de la inversión, concretando proyectos para la
ampliación de la
capacidad instalada a fin de abastecer la mayor demanda –interna y externa- de
sus
productos, o para la apertura de nuevas empresas.
El tipo de cambio devaluado, la estabilidad de las variables macroeconómicas, la
situación favorable de los términos de intercambio para países exportadores de
materias primas –sostenido por la demanda creciente de China e India- han
abierto nuevas posibilidades para la Argentina, que se han proyectado en un
modelo económico que se presenta más productivista que se predecesor y que pone
nuevamente en debate la sustitución de importaciones y centra el sistema de
acumulación en la esfera productiva como un medio para alcanzar un desarrollo
sustentable e inclusivo.
Más allá del lugar destacado de las PYMES en la política económica -ya
analizado- su renacer se explica tanto por la mayor valorización productiva del
actual modelo económico como por el hecho de que el proceso de recuperación está
siendo motorizado por la revitalización de las PYMES y el resurgimiento de
emprendimientos productivos
Se trata de un conjunto heterogéneo de empresas –del campo y la ciudad- que
ahora están en condiciones de aprovechar las ventajas competitivas del país:
recursos
naturales y capital humano.
Un dato adicional relacionado con este resurgimiento lo aporta la reversión a
partir del año 2003 de la tendencia hacia la destrucción de empresas iniciada
años atrás.
Olvidadas en los noventa, empujadas a medidas meramente defensivas o a la
extinción- las pequeñas y medianas empresas son revalorizadas en este nuevo
contexto, que no obstante presenta grandes desafíos y nuevos interrogantes.
Uno de ellos radica en la posibilidad de las PYMES de aprovechar las nuevas
oportunidades de internacionalización -abiertas tras la devaluación- en un
proceso de globalización en el que la economía argentina se inserta con la
regionalización como su principal herramienta.
El alcance de esta posibilidad dependerá en gran medida de la configuración
Estado-mercado- sociedad que prevalezca.
En efecto, si predominará una orientación que representa una continuidad con el
modelo neoliberal en términos de mínima participación estatal en la regulación
de la vida económica, reducida a la oferta de una adecuada política
macroeconómica como condición necesaria y suficiente para la resolución de los
problemas económicos o si, por el contrario a la luz de la experiencia
internacional y de la magnitud de la crisis que heredó el sector industrial se
procederá al apoyo del sector desde la política publica prestando especial
atención tanto a las cuestiones de mercado como – especialmente- a las
institucionales y sociales que contribuyen a lo que Kosacoff denomina la
“construcción del mercado”, es decir, la actuación sobre las instituciones de la
vida colectiva y la dotación de las capacidades que permitan a la mayoría de los
sujetos tomar parte efectiva de la misma.
El desarrollo de la competitividad está íntimamente ligado a este punto ya que
dado su carácter sistémico no puede ser abordado individualmente sino que debe
ingresar a la agenda política como una prioridad y ser estimulado desde
políticas deliberadas de apoyo al sector.
Tercer parte.
3- Perfomance de las PYMES tras la devaluación
3-a El sector industrial
En esta tercer parte se observará la perfomance de las PYMES exportadoras
argentinas en este nuevo escenario nacional abierto por la devaluación y sus
oportunidades y limitaciones de cara a este nuevo escenario
El balance arrojado entre la maximización de las primeras y la superación de las
segundas determinará las posibilidades reales del modelo vigente para iniciar
una suerte de sustitución de importaciones exitosa -y a largo plazo que logre
revertir el proceso de deterioro del sector- y para iniciar un fuerte proceso de
internacionalización de las PYMES construyendo un mercado que las conforme en un
actor protagónico
De acuerdo a los indicadores económicos del Ministerio de Economía para el año
2006 , tras la finalización de la recesión, la industria argentina inició un
proceso de recuperación de su nivel de actividad. Desde el primer trimestre del
año 2002 y hasta el segundo de 2005, la producción industrial acumuló un 45% de
crecimiento, equivalente a una tasa anual de aproximadamente de 12,2%
Desde la devaluación entonces se experimentó una fuerte recuperación de la
rentabilidad para la producción de bienes transables internacionalmente
(agropecuarios, mineros e industriales) y un incremento de la competitividad de
los mismos, especialmente en el mercado interno respecto de sus similares
importados. La inflexión final de la tendencia recesiva, existente desde
mediados de 1988, ocurrió en el segundo trimestre de 2002, impulsada
inicialmente por la producción manufacturera.
Dentro de la industria, las ramas productivas que en un principio reaccionaron
con mayor impulso fueron las que ya estaban claramente orientadas al mercado
exterior,
las cuales se vieron beneficiadas por un ambiente de precios internacionales
favorables;
en general, se trató de industrias productoras de insumos intermedios de uso
difundido
(aceites, metales básicos, combustibles, cueros, etc.).
En la segunda mitad de 2002, el mayor dinamismo lo tuvieron las ramas
orientadas al mercado interno –las mismas que padecieron una alta competencia de
la
importación durante los últimos años de la convertibilidad-, destacándose entre
otras la
industria textil y la metalmecánica.
En todos los casos (exportadores y sustitutos de importaciones), el impulso fue
la mejora en la competitividad local vis-á-vis la producción extranjera. En los
sectores
internamente más expuestos a la competencia de productos importados, el cambio
de
precios relativos sobrecompensó el fuerte achicamiento del mercado local.
Ya durante el 2003, tras una buena performance inicial, el crecimiento
industrial
se sostuvo sobre la expansión del mercado interno, destacándose la evolución de
las
ramas vinculadas al consumo no durable.
En el 2004, comenzó la recuperación definitiva y la incorporación de las
producciones de bienes durables y de inversión que se encontraban más rezagadas
a la
tendencia favorable de crecimiento industrial.
Finalmente, en los primeros seis meses del 2005 la industria acumuló un
incremento de 7.2% con respecto al año anterior, fenómeno que se caracteriza por
su
amplia difusión sectorial, en un contexto en el cual hoy varios bloques se
ubican
bastante por encima de sus respectivos máximos históricos, en una clara señal de
que en
los últimos años realizaron inversiones tendientes a incrementar su capacidad de
producción.
En el año 2005 las ventas industriales continuaron liderando el crecimiento de
las exportaciones, con un alza del 31% en el primer semestre del año respecto al
mismo
período del año anterior. Entre los principales artículos que han traccionado
dicha
dinámica se encuentran: vehículos de navegación con un incremento de 92%, cuero
y
marroquinería con 50%, material de transporte y siderurgia, ambos con 46%, y
calzado
con 44%. El avance de las manufacturas de origen industrial, además, se debe a
la recuperación de los envíos direccionados a Brasil -principal destino de
dichas exportaciones- y las mayores ventas al NAFTA, a Chile, UE y al resto de
ALADI.
3-b Las pymes
Con respecto a las exportaciones, la devaluación mejoró efectivamente la
rentabilidad del negocio exportador y, por esta razón – y siguiendo la tendencia
observada en el sector industrial-, muchas pymes industriales comenzaron a
exportar regularmente desde 2002.
En el informe sobre inserción internacional de las Pymes industriales de la
Fundación Observatorio Pyme se destaca que la rentabilidad de las PyME
exportadoras fue casi el doble que la que registraron las empresas orientadas
exclusivamente al mercado interno.
Sin embargo, analizando como un todo el sistema industrial de las PyME la misma
fuente llega a constatar que las ventas al mercado interno aumentaron más que
las exportaciones.
Como consecuencia, la participación de las exportaciones en las ventas totales
de las PyME industriales es similar o inferior a la registrada en los mejores
años de la década pasada, lo cual conduce a la conclusión de que la devaluación
no ha permitido superar todavía el nivel de apertura exportadora de
aproximadamente 10% registrado en 1996-97.
Esta situación de estancamiento en la apertura exportadora es una debilidad
específica del sistema industrial de las PyME, ya que la apertura exportadora
del conjunto de la industria argentina ha aumentado bastante desde la
devaluación.
La conclusión de estas líneas es una “obviedad”, que conviene no obstante
remarcar y tener en cuenta a la hora de evaluar las oportunidades y alcances que
el nuevo modelo económico representa para las PYMES: la devaluación fue útil y
necesaria, pero solamente con un tipo de cambio real competitivo y estable no
alcanza para dotar de competitividad al sistema industrial de las PyME..
3-c Las exportaciones pymes
La exitosa devaluación de 2002 (en cuanto a que los precios internos aumentaron
en menor que el precio del dólar), aún después de un período de tiempo
relativamente largo, no modificó la apertura exportadora de las PyME
industriales argentinas. De hecho, incluso la misma se ha visto reducida
respecto de aquella de la década pasada.
Las exportaciones aumentaron, pero mucho más lo hicieron las ventas al mercado
interno. Como consecuencia, la participación de las exportaciones en las ventas
totales de las PyME industriales representan en la actualidad aproximadamente el
9%.
Datos más alentadores se obtienen si se tiene en cuenta que casi la tercera
parte de las PyME industriales que actualmente exportan, comenzaron a hacerlo de
forma regular a partir de la devaluación.
Este es un número muy importante ya que, dado que sólo el 6% de los actuales
exportadores nacieron luego del 2002 se puede concluir que el principal motivo
por el cual se observa una positiva ampliación de la base exportadora argentina
se debe a la mayor rentabilidad que actualmente arroja la actividad exportadora
con respecto a la década pasada.
Efectivamente, - como ya se señalara- antes de la devaluación había un
desincentivo de precio para abordar el negocio exportador.
El aumento en el número de PyME industriales exportadoras constituye, sin duda,
una buena noticia ya que las comparaciones internacionales realizadas por el
Observatorio PyME muestran que el principal déficit exportador argentino estaba
constituido no tanto por el bajo nivel de apertura exportadora de las PyME
industriales sino por el bajo número de estas empresas que exportan.
En efecto, mientras que la diferencia de la participación de las exportaciones
en las ventas de las PyME exportadoras italianas y argentinas es de sólo ocho
puntos (26% contra 18%), la diferencia en el porcentaje de PyME industriales que
regularmente exportan en Italia y Argentina es, por lo menos, tres veces mayor.
Lo antedicho remite a las características estructurales del déficit industrial
exportador de las Pymes argentinas. En efecto, si se compara la participación de
las exportaciones en las ventas de pequeñas, medianas y grandes empresas
industriales puede apreciarse que mientras que el 88% y el 70% de las empresas
pequeñas y medianas exporta menos del 10% de sus ventas, respectivamente, esto
ocurre sólo en el 26% de las principales empresas industriales. Las diferencias
aparecen rotundas y, como se ve en el gráfico, aumentan a medida que disminuye
el tamaño de las empresas industriales.
Exactamente lo mismo ocurre si se observa cómo disminuye la participación de
empresas exportadoras sobre el total a medida que se desciende en la escala de
tamaño de las empresas.
Una parte del déficit industrial exportador argentino se resuelve mediante una
decidida orientación de las ventas al exterior de las empresas de tamaño más
pequeño y de un mayor ingreso de este tipo de empresas a la actividad
exportadora.
Otra parte del déficit exportador industrial se debe a los desequilibrios
sectoriales y regionales: las tres cuartas partes de la base exportadora de las
PyME industriales está constituida por empresas de los sectores de “Alimentos y
bebidas”, “Metales comunes y productos de metal”, “Maquinaria y equipo” y
“Aparatos eléctricos, electrónicos y de precisión”.
Por otra parte, el 75% de las PyME industriales exportadoras residen en las
regiones AMBA, Centro y Cuyo. La proporción de PyME exportadoras en varios
sectores es extremadamente baja, especialmente en “Papel, edición e impresión”,
“Textiles, prendas de vestir, productos de cuero y calzado”
Además es importante mencionar la relativamente menor proporción de empresas
exportadoras en el NOA, el Sur y el Centro. Sin embargo, mientras que en el NOA
y el Sur el tema de la incidencia de los transportes es muy importante, en el
Centro la baja participación relativa de las empresas exportadoras se debe a la
mayor participación productiva de sectores ligados al mercado interno.
Las exportaciones de las PyME industriales se expandieron en 2005 a tasas
elevadas: con respecto a 2004, las exportaciones crecieron un 9,0%. Así, entre
2002 y 2005, las ventas al exterior se incrementaron aproximadamente un 40%.
Si bien el crecimiento del último año fue menor al de años anteriores, debe
destacarse que por primera vez desde la crisis de 2001/2002 las ventas al
exterior crecieron a una tasa superior a aquella de las ventas al mercado
interno.
Todas las regiones geográficas han registrado importantes aumentos de las
exportaciones de las PyME industriales, a excepción del NEA donde las ventas al
exterior se redujeron en un 7,6%. En esta última región se advierten las
dificultades para exportar por parte de las PyME de la cadena de madera y
muebles de las provincias del Chaco, Formosa, Misiones y Corrientes. En cambio,
las PyME de la región Centro registraron un sorprendente incremento de sus
exportaciones en 2005. AMBA y Sur
también tuvieron un desempeño por encima del promedio.
Sectorialmente, se destaca el buen desempeño de las PyME de los sectores
“Automotores y autopartes”, “Metales comunes y productos de metal”, “Productos
de caucho y plástico” y “Alimentos y bebidas”.
En cambio, las PyME de “Madera, corcho y paja”, “Muebles y accesorios” y
“Textiles, prendas de vestir, productos de cuero y calzado” vieron reducirse sus
exportaciones. En cuanto respecta a la dimensión de las empresas, se observa que
las medianas tuvieron un mejor desempeño que las pequeñas.
Finalmente, el incremento en las ventas al exterior se produjo tanto en
manufacturas de origen agropecuario (MOA) como en aquellas de origen industrial
(MOI), aunque en este último grupo el crecimiento fue mayor.
3-c-2 América Latina y el Caribe, principal mercado de exportación.
Los países del Mercosur y del Mercosur ampliado son el principal destino de las
exportaciones de las PyME industriales argentinas, cerca del 56% de las
exportaciones se dirigen hacia estos mercados, en las empresas medianas el
porcentaje para la categoría de productos primarios exportados abarca el 46%
mientras que aquellos de mayor elaboración, especialización, desarrollo y valor
agregado ocupan el 54%, a su vez, para las pequeñas empresas estos porcentajes
son del 38% y 62% respectivamente.
En comparación con las grandes empresas cuyos porcentajes arrojan valores de 73%
y 27% respectivamente, se concluye que las PYMES argentinas son las que aportan
proporcionalmente mayor cantidad de exportaciones no tradicionales con alto
valor agregado y tecnología.
La cercanía geográfica unida con las ventajas que otorga el acuerdo regional
hacen que el Mercosur sea el lugar donde las empresas de menor envergadura hacen
sus primeras experiencias en el comercio internacional.
Si bien la importancia de esta región se había reducido en los últimos 10 años,
el principal cambio se ha registrado en la composición de este grupo de países.
La participación de Brasil como destino de las exportaciones PYME ha disminuido
del 39% (año 1996) al 19,5% (año 2004) mientras que otros países han ganado
importancia.
Este es el caso, por ejemplo, de Chile que en 1996 atraía el 9% de las
exportaciones de las PyME industriales y que en 2004 significó el 13% de las
ventas al exterior. De esta forma, Brasil pasó de representar hace una década la
mitad de las ventas a América Latina y el Caribe, a sólo una tercera parte de
las mismas en la actualidad.
En contraposición, en los últimos 10 años la Unión Europea y los Estados Unidos
han adquirido mayor relevancia como destino de exportación de las PyME
industriales.
Si se analizan los destinos de las exportaciones por región geográfica, se
observa que Uruguay, Paraguay, Chile y resto de América Latina y el Caribe son
muy importantes para las PyME del AMBA, el NOA y el Centro. En cambio, para las
empresas de Cuyo y el NEA es importante el comercio con la Unión Europea y para
las de Cuyo y Sur con los Estados Unidos y Canadá.
Asimismo, si se divide a las exportaciones según el origen de las manufacturas,
se observa que mientras que Brasil, la Unión Europea, los Estados Unidos y
Canadá son los principales destinos de las manufacturas agropecuarias (MOA),
Chile, Uruguay y Paraguay y el resto de América Latina y el Caribe son los
principales mercados para las manufacturas de origen industrial (MOI).
3-d Los grandes problemas de las pequeñas y medianas empresas
A continuación se procederá a la observación de la perfomance de las pymes,
desde la perspectiva de ciertos parámetros particulares, éstos son la antigüedad
de su maquinaria, el tipo de inserción internacional elegido, los problemas más
frecuentes declarados por las PYMES, y el acceso al crédito, todos
correspondientes a los análisis que confeccionara la Fundación Observatorio PYME.
La elección de estas variables en particular responde a un interés por retomar
la temática del déficit estructural del sector.
En efecto, se considera que la evolución de las variables elegidas tienen un
impacto –reflejan- sobre el dicho déficit estructural y por ende – si bien bajo
ninguna circunstancia se considera que las variables elegidas agotan el universo
de variables que explican este fenómeno, ni que éstas lo explican
exhaustivamente- se las considera valiosas tanto para una mayor comprensión del
fenómeno como desde punto de partida para el diseño de políticas públicas que
ayuden a reducir la brecha que obstaculiza el funcionamiento potencial del
entramado PYME.
Las maquinarias utilizadas en el proceso productivo son en su mayoría modernas,
lo que evidencia una consistencia en el proceso de inversiones en equipamiento
realizado durante los años '90.
En efecto, el 61,3% de las empresas considera que el equipamiento actualmente en
uso es moderno, y otro 12,5% declara poseer equipos que pueden ser considerados
de punta. Se observa una evidente relación entre el tamaño de las empresas y la
difusión de las maquinarias de punta. De esta forma, la presencia de maquinarias
antiguas disminuye a medida que aumenta la dimensión de las empresas.
No obstante, es importante destacar que la difusión de la maquinaria moderna es
uniforme en todos los tamaños, y en ningún estrato dimensional representan menos
del 56% del parque total.
Distribución porcentual de las empresas según la antigüedad de la maquinaria
utilizadas en el proceso productivo. Total y por tramos de ocupación.
Año 2002.
Tipo de estrategia de inserción internacional
Especialización vs. Diversificación
Algo más de la mitad de las PyMI persigue estrategias de aumento de la
especialización, mientras que un 45% adopta estrategias de mayor
diversificación.
Entre las PyMI de menor tamaño, ambas estrategias están bien repartidas por
mitades, entre las de mayor tamaño, es más frecuente la estrategia de
especialización.
Porcentaje de empresas según estrategias de especialización y de diversificación
en el bienio 2000-2001.
Total y por tramos de ocupación.
Acceso al crédito
En los dos últimos años, sólo el 46% de las empresas solicitó crédito bancario.
La frecuencia de las solicitudes realizadas se incrementa uniformemente a medida
que aumenta la dimensión de la empresa. Entre las más pequeñas, sólo el 38% de
las empresas solicitó crédito, mientras que entre las más grandes esta
proporción
asciende al 60%. En promedio, cada PyMI opera normalmente con 2,3 bancos y este
índice asciende hasta 3,6 entre las más grandes.
Cuadro 2.32
Promedio de la cantidad de bancos con los que operan las empresas
Porcentaje de empresas que solicitaron algún crédito bancario en los años 2000 y
2001.
Total y por tramos de ocupación.
Del total de las empresas que solicitaron crédito bancario, el 79% lo consiguió.
Se observa una correlación directa entre la frecuencia con que se obtiene un
crédito bancario y la dimensión de la empresa. Mientras entre las más pequeñas
el porcentaje de rechazo de la solicitud es del 28%, entre las más grandes este
porcentaje se reduce al 17%.
El principal motivo de rechazo de la solicitud de crédito es el desinterés del
banco en el proyecto (61%) y en segundo lugar, con igual nivel de frecuencia, la
falta de garantías adecuadas y la alta deuda acumulada por la empresa. El
desinterés del banco por los proyectos no tiene sesgos claros de tamaño, lo
mismo que el problema de las insuficientes garantías. Sin embargo, se observa
una clara conexión positiva entre tamaño y frecuencia de alto endeudamiento; las
PyMI de mayor tamaño están más endeudadas.
Principales problemas declarados por los empresarios.
Cambios entre Octubre de 2002 y julio de 2003
Los problemas más frecuentemente declarados por las PyMI, a fines del año 2002,
fueron de naturaleza distinta que los de mediados del año 2003. En el año 2002
los más frecuentes fueron el de la caída de las ventas y el de los retrasos en
los pagos de los clientes. La disminución de la rentabilidad fue declarada como
problema
por un porcentaje similar de empresas en ambos años. Las dificultades para
obtener financiamiento y el aumento de los costos operativos, no aparecían como
problemas relevantes en el año 2002.
Recapitulando, el déficit estructural de las PYMES industriales está configurado
por desequilibrios de tamaño (las PYMES de menor y mediano tamaño tiene una
participación significativamente menor en el mercado internacional), sectoriales
(gran concentración de PYMES alrededor de escasas actividades) y regionales
(concentración territorial desigual de las PYMES argentinas).
De lo expuesto podemos establecer que -en relación a estos déficit- la variable
de las maquinarias es de gran importancia ya que su mayor antigüedad
-especialmente en las empresas de menor tamaño- obstaculiza su reconversión
hacia otras actividades y/o una mayor especialización y a su vez plantea también
un techo a los posibles aumentos del producto y a la producción en escala que en
la mayoría de los casos la internacionalización presupone.
Esta situación es originada y agravada por la limitación del sector para el
acceso al crédito, fenómeno que plantea también problemas para los procesos de
crecimiento de las PYMES en general –en producción, diferenciación, etc-.
El aumento de los costros operativos que las empresas reconocen como uno de los
problemas principales que enfrentan incide ya sea sobre el precio, disminuyendo
la competitividad y consecuentemente la rentabilidad, o directamente sobre la
rentabilidad si no se traslada al precio directamente, lo cual constituye otra
de las preocupaciones principales del sector: la disminución de la rentabilidad.
Esta cuestión nos dirige nuevamente a la de la productividad, - tanto de los
bienes de capital como de los recursos humanos-, la tecnología, innovación y
acceso a la información, para lo que se hace necesario tanto un acceso más
democratizador al crédito como una línea de acción política que se aboque a
rectificar las imperfecciones que las estructuras oligopólicas y concentradas
producen en los mercados perjudicando a las PYMES.
Cuarta parte
4- Políticas publicas
Teniendo en cuenta los límites de la devaluación como elemento de estímulo a la
apertura exportadora de las PYMES, los desequilibrios estructurales del sector y
las variables elegidas para ejemplificarlos, se procederá en esta última sección
al análisis de los programas o líneas de política pública destinadas a dar
respuesta a las cuestiones sensibles para la internacionalización de las PYMES.
En el escenario descrito, las políticas públicas deben jugar un rol decisivo
como catalizadoras de los procesos de transformación generando un marco
institucional favorable al desarrollo de esfuerzos productivos y tecnológicos a
sabidas cuentas de que los problemas que afectan a las PYMES en particular y a
la industria argentina en general, no pueden dejarse en manos de una supuesta
tendencia del mercado al equilibrio y a la competencia sino que debe ser
encarado desde la voluntad política en el marco de un proyecto de sociedad
esencialmente distinto al que inspirara la lógica neoliberal.
Se procederá entonces a la exposición de los programas de política pública
específicamente diseñados para contribuir con la internacionalización de las
PYMES, en base a los principales instrumentos que ofrece la Subsecretaría de la
Pequeña y
Mediana Empresa y Desarrollo Regional (SSEyMEyDR).
4-1 Programas de aliento a la internacionalización Pyme
En el contexto actual, desde la Subsecretaría de la Pequeña y
Mediana Empresa y Desarrollo Regional se considera que uno de los desafíos más
importantes que enfrenta la economía de cara a los próximos años radica en
generar mecanismos e instrumentos orientados a impulsar una mejora en la
inserción internacional del universo PyME local.
En este sentido, proporciona el Programa de Apoyo a la Primera Exportación que
brinda al empresario que desea iniciarse en la exportación el apoyo técnico
necesario para desarrollar tareas de diagnóstico, investigación de mercado y
promoción comercial, junto al desarrollo de una visión estratégica de largo
plazo, indispensable para el éxito de este tipo de emprendimientos. La puesta en
marcha de este instrumento es relativamente nueva y se encuentra en una etapa
piloto. Sin embargo, varias empresas
ya han demostrado su interés por participar del mismo.
A su vez, en función de que la experiencia nacional e internacional de las
décadas recientes muestra con claridad que en relación con buena parte de los
problemas del sector, la cooperación y articulación de esfuerzos entre empresas
puede contribuir eficazmente a resolver o suavizar las restricciones que
enfrentan las Pymes a la hora de encarar su internacionalización, el Programa de
Grupos Exportadores está orientado a impulsar el desarrollo de esquemas
asociativos sectoriales entre PyMEs pertenecientes a un mismo sector de
actividad o cadena productiva, interesadas en avanzar en la internacionalización
de sus actividades a través de instrumentos de cooperación interempresarial.
Existen actualmente en funcionamiento unos 30 grupos exportadores que reúnen a
unas 250 empresas de diversos sectores. En el año 2003, estas empresas
incrementaron un 67% sus exportaciones con relación a 2002 y diversificaron
fuertemente sus colocaciones hacia mercados no tradicionales.
Por otro lado, desde el punto de vista de las grandes empresas industriales, la
existencia de una red local de proveedores y clientes PyMEs con capacidad
exportadora puede contribuir no sólo a incrementar el alcance de sus posibles
actividades, sino también a crear un espacio de interacción cliente – proveedor
capaz de generar múltiples externalidades positivas hacia el conjunto del tejido
microeconómico.
En este sentido, a través del Programa de Articulación Exportadora entre Grandes
Empresas y PyMEs Vinculadas se invita a grandes empresas industriales que operan
en el país a un esfuerzo conjunto y coordinado, orientado a tratar de
incorporar, reincorporar o bien fortalecer en el negocio exportador a un
conjunto de PyMEs con capacidad o potencialidad exportadora. Actualmente están
vigentes acuerdos con las empresas Dupont, Ledesma, Sadesa y Techint, entre
otras, con sus respectivas pymes clientes.
En definitiva, los instrumentos orientados a ampliar y mejorar la inserción de
las
PyMEs en los mercados externos persiguen dos objetivos fundamentales. Por un
lado,
concientizar a los empresarios sobre el protagonismo de las alianzas
cooperativas en el
rediseño de las estrategias productivas y comerciales de las empresas, como la
mejor
respuesta a las nuevas condiciones de la economía mundial y los nuevos
paradigmas
organizacionales.
Por otro lado, se busca promover una inserción dinámica y diversificada en el
comercio mundial y aumentar la capacidad de incorporar mano de obra y difundir
productividad en la sociedad a través de herramientas que permitan mejorar esa
capacidad y revertir los aspectos negativos heredados del pasado.
Finalmente, y con el objetivo de que las empresas argentinas puedan acceder y
promocionarse en los mercados mundiales, a través del programa FONPLATA, la
SSEPyMEyDR está trabajando activamente en el relevamiento de PyMEs exportadoras
para incluir en el portal ProArgentina.gov.ar.
Este será el primer portal argentino dedicado exclusivamente a la promoción y
apoyo de las PyMEs exportadoras de nuestro país, permitiendo a las empresas
contar con una poderosa herramienta de información y de capacitación.
Por medio de ProArgentina.gov.ar, las PyMEs estarán en condiciones de:
_ Publicitar sus productos en forma gratuita en todo el mundo.
_ Participar de los programas de promoción de exportaciones del FONPLATA.
_ Acceder a estudios de mercado en diferentes países para sus productos.
_ Recibir pedidos de cotización de importadores a nivel mundial.
_ Contar con su propia página web mediante un software gratuito provisto por
ProArgentina.gov.ar.
_ Acceder a bases de datos de empresas o proveedores de servicios de
exportación.
_ Acceder a listados de importadores a través de convenios institucionales con
las
principales cámaras y asociaciones internacionales.
_ Formar parte de catálogos digitales a nivel regional y sectorial.
Se espera que esta iniciativa se convierta en un formidable medio de
comunicación que
posibilitará difundir los productos argentinos al mundo y establecer relaciones
comerciales con los mercados de interés.
De lo expuesto se deduce la existencia de ciertos programas de apoyo a las PYMES
exportadoras, particularmente escasas para acceso al crédito si bien pueden
complementarse con otras no diseñadas específicamente para el sector.
Sin embargo, dado su relativamente reciente diseño y aplicación no es posible la
evaluación de su impacto. Además muchos de ellos se encuentran aún en etapa
piloto –como sucede con el no obstante publicitado programa “Marca País”-.
De ello se desprende el hecho de que cuando se cruzan estos datos con los
resultados del Observatorio Pyme –si bien la mayoría de estos programas comenzó
su implementación en el año 2004- los informes de dicha institución no registren
cambios significativos debido a su presencia.
La evaluación de las políticas públicas es una materia pendiente no sólo en
Argentina sino también en el resto de América Latina .
En este sentido es sumamente valioso el aporte de las buenas prácticas de apoyo
a las PYMES desarrolladas por la CEPAL en las que se brindan los lineamientos
fundamentales a la hora de evaluar justamente el impacto de las políticas
públicas hacia el sector.
Reflexiones finales
A lo largo de esta presentación se procuró –en su primer sección- dar cuenta de
la gravedad del proceso de desindustrialización y desestructuración del tejido
industrial, para dimensionar de alguna manera los desafíos que una reactivación
industrial en general y de las PYMES en particular dentro del nuevo contexto
abierto por la devaluación, implicaría.
Así mismo se dio cuenta también de las limitaciones de este nuevo escenario para
revertir lo que sería nuestro foco de interés: la participación de las PYMES en
el comercio internacional, planteando déficit estructurales que demandaban
políticas más activas que las vinculadas meramente al tipo de cambio.
Acotando el universo de problemáticas a unas cuantas variables –antigüedad de la
maquinaria utilizada en el proceso productivo, acceso al crédito, tipo de
estrategia de inserción utilizada, disminución de la rentabilidad y aumento de
los costos operativos- se ilustró modestamente su influencia sobre las
debilidades estructurales y posteriormente se realizó un relevo de las políticas
públicas ofrecidas en el marco de la Subsecretaría de la Pequeña y Mediana
Empresa y Desarrollo Regional, de apoyo a las PYMES exportadoras, teniendo en
cuenta todos los elementos mencionados.
Si bien como se estableció previamente la evaluación de dichas políticas excede
los parámetros de este informe, es posible –no obstante- realizar un raconto de
cuestiones que merecen especial atención.
Existen ciertos reparos sobre la viabilidad a largo plazo de un modelo
industrial que como el del “dólar alto” se sostiene fundamentalmente sobre dos
pilares: la salida exportadora y la sustitución de importaciones.
En el caso particular de la primera, los interrogantes se alzan alrededor de su
capacidad real para introducir impactos positivos sobre el tejido productivo
doméstico, a razón de ciertos fenómenos intrínsecos a su naturaleza.
En primer instancia, el bajo dinamismo que en el mercado mundial presentan los
bienes que conforman la oferta exportadora argentina, por este motivo
susceptibles a la tendencia hacia la caída de sus precios. Asimismo, la
concentración de la oferta exportadora en unos pocos bienes –y como señaláramos
muy cercanos a la frontera natural- posee escasas vinculaciones con el resto de
la trama fabril y funciones de producción altamente intensivas en el uso del
factor capital.
Lo expuesto, unido a la gran concentración de las firmas –que en su mayoría son
propiedad de grandes grupos económicos de capital nacional y extranjero
fuertemente trasnacional izados en términos comerciales, productivos y
financieros- plantea interrogantes sobre la posibilidad de que el sector se
convierta en el motor que traccione al conjunto de los sectores económicos en
términos productivos y de generación genuina de empleo.
Estos interrogantes hacen referencia a procesos que –gestados a partir del
cambio en el sistema de acumulación que la dictadura significó- consolidaron en
la década del noventa una determinada estructura económica y de rentabilidades
que -pese al cambio de orientación del modelo económico actual en términos de
una mayor valorización de la esfera productiva de la economía en detrimento de
la financiera-, no ha sido desarticulada aún y que mina por lo tanto las
posibilidades reales de un crecimiento endógeno, sustentable y equitativo.
Bajo estas premisas, el fortalecimiento del entramado PYMES ya sea en su versión
mercadointernista como en la exportadora excede sus bondades en relación a la
creación de empleo e impacto sobre la actividad económica.
Adicionalmente implica corregir algunas de las profundas desigualdades y “fallas
de mercado” heredadas tras años de aplicación de políticas neoliberales, como es
el caso de la gran concentración económica dentro del sector exportador –en
cantidad de firmas, productos, etc- al que las PYMES aportarían -apoyo de por
medio- una mayor diversificación y dinamismo.
En el largo plazo, una mayor internacionalización de las PYMES, sostenida sobre
la diversificación de productos y firmas, sobre una producción diferenciada, con
alto contenido de valor agregado y tecnología implicará una mayor oferta de
proveedores densificando el tejido industrial, y creando encadenamientos hacia
delante y hacia atrás de la cadena productiva.
Sin embargo, este salto cualitativo difícilmente pueda sostenerse solamente en
programas de apoyo a la internacionalización de PYMES, especialmente si se
mantiene toda una estructura que la obstaculiza.
La línea de acción planteada debe entonces convertirse en política de estado
–resguardándola así de los efectos de la alternancia política- y proyectarse en
dos planos fundamentalmente.
En primer lugar, la adopción de medidas -paralelas a las de apoyo ya existentes-
que tiendan a contrarrestar las asimetrías que caracterizan a la estructura
económica, a modo de ejemplo, una modificación de la estructura tributaria
incrementando la presión impositiva sobre los sectores de más altos ingresos y
reduciendo en paralelo los gravámenes que pesan sobre los sectores de menos
recursos y dentro del espectro empresario, las PYMES , así también como medidas
tendientes a reducir las asimetrías de acceso al crédito, a incentivar a la
conformación de conglomerados de empresas y la conformación de estrategias de
cooperación entre grandes empresas y PYMES.
En segundo término, desde una perspectiva más holística y largoplacista el
fortalecimiento de las capacidades de la economía, mediante el fomento del
entrepreneurship, la innovación y la inversión en educación,. A su vez, el
fomento también de la competencia a través de la apertura de mercados y
transparencia.
La magnitud de los procesos económicos acentuados en los noventa no pueden ser
revertidos solamente con políticas de apoyo sectoriales si éstas se enmarcan en
una estructura que perpetúa la desigualdad y la concentración.
La perfomance de las PYMES así lo refleja, ni el tipo de cambio, ni los
programas de apoyo han conllevado resultados que alteren sus debilidades
estructurales. Estas tienen sin dudas más chances de ser superadas si lo
existente se complementara con medidas más profundas en su poder de
desarticulación de los resabios del modelo neoliberal.
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Páginas Web consultadas
www.clarin.com.ar
www.sepyme.gov.ar
www.mecon.gov.ar
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