ANÁLISIS DE LA UTILIDAD DE LA TEORÍA DEL CICLO DE VIDA EN LA GESTIÓN DE LOS DESTINOS TURÍSTICOS MADUROS
Diana Martín Azami
Universidad de La Laguna
dimartin@ull.es
RESUMEN: El actual escenario y el futuro incierto de los destinos turísticos
maduros, sitúa el punto de partida de la presente investigación. Destinos que
experimentaron un significativo crecimiento durante décadas, emiten ahora
señales de alarma a través de síntomas de agotamiento Ante esta situación,
nuestro propósito es evaluar la situación competitiva de estos destinos de cara
a desarrollar acciones estratégicas para mejorar su posicionamiento. De esta
forma, hemos adoptado como marco de referencia para realizar este análisis la
teoría del Ciclo de Vida de los Destinos Turísticos, enunciada en 1980 por
Richard Butler, para explicar la competitividad y los factores de éxito de los
destinos turísticos. Se trata de una revisión crítica en el sentido de que nos
interesa reconocer la utilidad de la Teoría en la gestión de los destinos
turísticos.
PALABRAS CLAVE: ciclo de vida, destinos turísticos maduros
Turismo y Desarrollo
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1. INTRODUCCIÓN
Ante la disminución de los atractivos que reflejan los destinos maduros,
resultado de la masificación y deterioro del paisaje así como el envejecimiento
y falta de adaptación de la mayor parte de sus instalaciones turísticas,
trataremos de sentar las bases para el despliegue de acciones estratégicas que
nos permita revitalizar, rejuvenecer o por lo menos mantener estos destinos de
forma indefinida en el tiempo.
Con esta aspiración, y abordando el tema desde la perspectiva de Ciclo de Vida (Pearl,
1925), nos planteamos la consecución de tres objetivos. En primer lugar,
trataremos de determinar la utilidad de la teoría del Ciclo de Vida en el
proceso de dirección estratégica de los destinos turísticos. En segundo lugar,
queremos comprobar la aplicabilidad del modelo del Ciclo de Vida de los Destinos
Turísticos - en adelante CVDT - para el caso de Puerto de la Cruz, es decir, lo
que pretendemos es contrastar si su patrón de evolución se ajusta al augurado
por el modelo. Finalmente, nos interesa poder efectuar recomendaciones para la
gestión de los destinos que se encuentren en fase de madurez o estancamiento en
su ciclo de vida de cara a mejorar su situación competitiva.
2. EL MODELO DEL CICLO DE VIDA DE LOS DESTINOS TURÍSTICOS
El modelo del CVDT de Richard Butler de 1980, tiene por objeto la explicación de
la trayectoria de crecimiento de los destinos turísticos. Dicho modelo mantiene
sus raíces en la teoría del Ciclo de Vida del Producto. Este último fue
desarrollado por Dean en 1950 como instrumento de gestión en marketing, donde se
describe la evolución de las ventas del producto a lo largo de una serie de
fases predecibles desde su nacimiento hasta su declive. De forma análoga, el
CVDT ilustra el crecimiento y caída de la popularidad de un destino turístico, y
hace que éste describa una curva logística - en forma de "S" alargada - que
representa la tendencia a largo plazo del número de turistas que llegan al
destino.
Función logística:
1
y = L∙ –––––––
1+K∙a-x
Donde:
• K = (L / C) – 1
• L es la población límite
• C es la población inicial
• x el tiempo
Estas curvas se caracterizan por presentar en su régimen de evolución dos tipos
de crecimiento; uno inicial moderadamente expansivo, seguido de otro amortiguado
que aproxima la curva a un objetivo tendencial o capacidad de carga, que se
alcanzará cuando el parámetro tiempo tienda a infinito (González y Gutiérrez,
1995).
Actualmente, el hipotético CVDT propuesto por Butler (1980) es generalmente
aceptado y "constituye uno de los paradigmas más significativos en la
investigación en torno al desarrollo de destinos turísticos" (Lundtorp y Wanhill,
2001:961). Se trata de un modelo más completo que otros previos al mismo (ej.,
Christaller, 1963; Plog, 1974), ya que explica la evolución de los destinos no
sólo por los cambios del espacio - infraestructuras y medioambiente - y de las
actitudes del turista y residentes, sino también incluye el número y composición
de las visitas, la implicación de los agentes locales y externos, la
accesibilidad al destino y la competencia.
El modelo incluye las siguientes fases: exploración, implicación, desarrollo,
consolidación, estancamiento y post-estancamiento. Cada etapa presenta una serie
de rasgos característicos en cuanto a la demanda, oferta, distribución y
competencia.
Figura 1. Evolución hipotética de un destino turístico
Fuente: Butler (1980:7)
El modelo incorpora ocho elementos clave relacionados entre sí: 1) dinamismo o
cambio; 2) proceso o desarrollo; 3) capacidad, límite al crecimiento o umbral a
partir del cual la calidad de la experiencia turística se deteriora,
reflejándose en una disminución en el número de visitas; 4) estímulos o conjunto
de factores que generan el cambio; 5) gestión, sin la cual el cambio y el
declive son probablemente inevitables; 6) punto de vista de largo plazo en la
planificación y gestión del destino; 7) componente espacial entendido éste como
la influencia que tiene el desarrollo de un destino en el de otros; y 8)
universalmente aplicable, pues pretende ser un modelo general del proceso de
desarrollo del turismo (Butler, 2001).
A través del CVDT podemos llevar a cabo un análisis comparativo/competitivo del
destino, reconociendo y estudiando los distintos estadios por los que atraviesa
ya que, al tratarse de un estudio longitudinal, nos permite analizar la
evolución del mercado que siente las bases para planificar su futuro desarrollo
(Choy, 1992). Desde la perspectiva del largo plazo suministrada por el ciclo de
vida y acudiendo al concepto de dirección estratégica, es posible vislumbrar
estrategias apropiadas para los destinos en diferentes momentos de su evolución.
La interpretación de la competitividad de un destino turístico, utilizando el
concepto de ciclo de vida, fundamentalmente a través del análisis de las fases
por las que atraviesa, goza de una extensa bibliografía (Agarwal, 2002).
Los estudios sobre el CVDT se han preocupado especialmente de los destinos
situados en la fase de estancamiento en un intento por tratar de reconocer qué
actuaciones se pueden desplegar a fin de evitar un posible declive (ej., Hovinen,
1982; di Benedetti y Bojanic, 1993). Este estadio se explica principalmente, por
la saturación de la demanda del producto tradicionalmente ofertado, el bajo
grado de diferenciación de los productos, la aparición de destinos sustitutivos,
infraestructuras obsoletas y una masificación del espacio con un consiguiente
desgaste del medio (Vera y Montfort, 1994). En este contexto, es crucial una
respuesta que permita la revitalización del destino. La cuestión reside en la
posibilidad de emplear el modelo del CVDT en el proceso de dirección estratégica
del destino.
3. UTILIDAD DEL CVDT
Dentro de la comunidad investigadora contemporánea, existe escaso consenso sobre
la utilidad del modelo (Johnston, 2001). Haywood (1986) y Cooper (1990)
coinciden en señalar que aunque el CVDT sirve como modelo descriptivo de los
estadios por los que evoluciona el área, la importancia del mismo reside en si
es posible utilizarlo como una herramienta de gestión o planificación. Sin
embargo, hay un considerable debate y controversia en relación al papel del CVDT
en este sentido, ya que por un lado, el modelo debe ser operativo, esto es,
capaz de determinar claramente la posición exacta del destino turístico. No
obstante, surgen problemas operacionales al aplicar el CVDT, que residen en la
falta de acuerdo en la definición de importantes parámetros referidos a la
unidad de análisis, al mercado relevante, al patrón y fases del ciclo de vida y
a la determinación de la unidad de medida (Haywood, 1986). Por otro lado, el
modelo debe poseer la habilidad para predecir la futura tendencia del destino.
Si el modelo de Butler (1980) fuese útil para pronosticar el orden de eventos
que un destino probablemente atraviese, y los factores que llevan a estos
cambios (Haywood, 1986; di Benedetto y Bojanic, 1993; Cooper, 1994), los
destinos podrían prepararse mejor para anticiparse a las consecuencias del
crecimiento del turismo y orientar su desarrollo. El problema reside en que no
siempre podremos conocer de antemano el efecto de estos factores y sus
relaciones, por lo que se reducen las fuerzas predictivas del CVDT.
Teniendo en cuenta la aportación de Chakravarthy y Lorange (1991), podemos
despejar las dudas planteadas en relación a la utilidad del ciclo de vida como
guía en la gestión de los destinos. Se trata de un instrumento descriptivo de
importancia significativa en la etapa de análisis y diagnóstico del proceso de
dirección estratégica, porque define las características del destino a lo largo
del tiempo, y permite comprender los cambios que experimenta por el
reconocimiento de las fuerzas que condicionan su evolución.
De este modo, llegamos a la conclusión de que el curso de vida de los destinos
no es determinístico, es decir, su trayectoria puede ser modificada de forma
deliberada, como, por ejemplo, tratando de extender el ciclo de los destinos
maduros. Asimismo, los gestores del destino pueden servirse del CVDT como guía
para la toma de decisiones estratégicas.
Consecuentemente, el análisis de la utilidad del modelo del ciclo de vida, nos
lleva a la siguiente reflexión: no debemos entender el planteamiento del CVDT
como algo normativo. Esto se explica porque el ciclo de vida es específico para
cada destino; la validación empírica sobre su forma o duración que posibilite la
generalización del modelo, es reducida. Aunque conviene señalar que el análisis
de destinos turísticos tradicionales, en especial de sol y playa, han demostrado
una notable similitud en las fases desplegadas por los mismos.
4. CONTRIBUCIONES EMPÍRICAS AL MODELO DEL CVDT
Foster y Murphy (1991) comentan que las numerosas pruebas empíricas a las que ha
sido sometido el modelo de Butler (1980), revelan su general aplicabilidad pero
existe la necesidad de hacerle algunas revisiones teniendo en cuenta la
demografía y condiciones del mercado de cada región. En este sentido, lo más
frecuente es tener en cuenta algunas modificaciones del modelo para adaptarlo a
las características específicas de cada destino (ej., Strapp, 1988), modelos
derivados al de Butler (1980) como representativos de la amplia variedad de
casos estimados (Weaver, 1990), aunque también hallamos el planteamiento de
modelos alternativos (ej., Haywood, 1986; Priestley y Mundet, 1998; Toh et al.,
2001).
Las razones de las modificaciones del modelo y de la aparición de otros
derivados o alternativos, se debe a: (1) las desviaciones o desfases encontrados
en algunas de sus aplicaciones; (2) el intento de cubrir lagunas teóricas que no
explica o considera el modelo, o; (3) no estimar preparado el modelo para
explicar el desarrollo y cambio en los destinos.
Las aplicaciones del modelo han sido más descriptivas que normativas, la mayoría
consistentes en relacionar las informaciones procedentes de casos de estudio
reales con los estadios de la curva del ciclo de vida (Lundtorp y Wanhill,
2001). Aun después de todas las investigaciones en torno al modelo, ninguna lo
ha aceptado o rechazado categóricamente (Weaver, 2000) manteniéndose como punto
de referencia teórico (Johnston, 2001).
Podemos llegar a la conclusión que tanto las modificaciones del modelo, como los
modelos derivados y los alternativos e incluso el propio modelo de Butler
(1980), no pueden recoger la totalidad de las variaciones en el ciclo de vida de
los destinos, porque como modelos que son, suponen exclusivamente
representaciones simplificadas de la realidad. Butler (2001) reconoce que el
carácter genérico y simplista del modelo hace inevitable que el CVDT no se
ajuste perfectamente a todos los casos específicos y únicos en los que ha sido
aplicado. Las desviaciones respecto a la trayectoria propuesta, no tienen porqué
invalidar el modelo, pues pueden venir motivadas por una actuación consciente
por parte del destino de evitar el declive augurado en el modelo, intención que
recoge el principal propósito del CVDT. Los trabajos que tratan de desacreditar
el modelo por no ajustarse perfectamente a un contexto específico, es porque no
han sabido comprender la verdadera contribución del mismo (Berry, 2001).
Aunque han sido desarrolladas numerosas versiones del modelo original, ninguna
ha sido adoptada como aplicable universalmente, sino de forma contraria, hay una
tendencia a aceptar el enfoque conceptual de Butler (1980) ya que su carácter
menos específico permite aplicarlo a distintos contextos (Prosser, 1997).
En las distintas aplicaciones del modelo se puede observar el paso desde las que
pretenden reflejar simplemente la evolución del destino, hacia las que procuran
aplicaciones que proporcionen al destino recomendaciones de tipo estratégico.
Estas últimas incluyen una evaluación más realista del concepto (Cooper, 1994),
intención que tratamos de apoyar en este trabajo.
5. APLICACIÓN DEL CVDT EN PUERTO DE LA CRUZ
Al aplicar el CVDT al caso del destino turístico Puerto de la Cruz, hemos
evidenciado que el ciclo de crecimiento experimentado se ajusta a lo que se
propone en la teoría.
Algunas desviaciones se justifican por la presencia de factores exógenos tales
como crisis energéticas, guerras, situación política, etc., que modifican de
forma puntual - en un determinado año, o en un período de tiempo - la senda de
crecimiento postulada por el modelo.
La fase de exploración la situamos a principios del siglo XIX cuando, por
motivos de salud, un reducido número de turistas procedentes del norte de Europa
se ven atraídos por la bondad del clima del área frente a las inclemencias del
tiempo de sus lugares de origen. La etapa de implicación se inicia en las
últimas décadas del siglo XIX, y se caracteriza por una mayor iniciativa local
en dar a conocer el destino y crear servicios de alojamiento, como respuesta a
la importancia que la actividad turística comienza a tener en la economía del
municipio. Entre finales de los años 50 hasta mediados de los 70 transcurre la
fase de crecimiento. Esta etapa también reúne las características comentadas en
el modelo, pues tiene lugar por el despliegue de una variedad de servicios
complementarios que sirven de reclamo para nuevas visitas, y que hacen que el
destino experimente un rápido crecimiento caracterizado por la entrada de un
grupo estandarizado de turistas - turismo de masas -. Posteriormente, el
crecimiento se ralentiza, el número de visitas alcanza su máximo y se mantiene
casi constante hasta la actualidad. Este estancamiento se debe, entre otros
factores, a que el destino ha perdido, en parte, la capacidad de atracción de
nuevas visitas - el atractivo principal se ha saturado o ha quedado obsoleto -,
existe una mayor competencia – fuera y dentro de la isla -, el deterioro del
medio ha sobrepasado la capacidad de carga del destino y a su vez, el turista se
ha vuelto más exigente o sofisticado solicitando una oferta más diversificada.
Ante la inexistencia de datos para la representación de las fases previas del
modelo, la recopilación de los relatos aportados por historiadores (ej.,
González, 1999; González y Miranda, 2002) en materia turística ha supuesto una
valiosa fuente de de información para describir la trayectoria del destino.
Gráfico 1. Distribución de visitantes entre los principales destinos turísticos
de Tenerife
Fuente: Patronato de Turismo (1975-1994; 1995; 1996; 1997; 1998; 1999; 2000;
2001; 2002; 2003; 2004)
Es a partir de la década de los setenta donde empieza a recabarse información
cuantitativa por organismos oficiales en el municipio. Así, mediante el número
de visitas que recibe el destino, hemos comprobado que desde finales de los
setenta hasta la actualidad, la evolución del turismo en Puerto de la Cruz se
ciñe a la fase de estancamiento del modelo del CVDT, ya que su crecimiento se
ralentiza, el número de visitas alcanza su máximo y se mantiene casi constante
hasta la actualidad.
Frente a esta situación que vive en el presente, el destino Puerto de la Cruz,
debe reaccionar a través de la implementación de estrategias que le permitan
alcanzar la estabilidad en el tiempo como destino turístico.
6. CONCLUSIONES
El presente estudio aporta tanto contribuciones teóricas a la literatura
académica como de carácter práctico, ambas relativas a la explicación de la
evolución de los destinos turísticos en base al modelo del CVDT.
En cuanto a las contribuciones teóricas, destacamos dos aspectos: (a) el curso
de vida de los destinos turísticos no es determinístico, es decir, su curso
puede ser modificado de forma consciente, y (b) los gestores del destino pueden
servirse del CVDT como guía para la toma de decisiones estratégicas. De esta
forma, el análisis de la utilidad del modelo del ciclo de vida, nos lleva a la
siguiente reflexión: no debemos entender el planteamiento del CVDT como algo
normativo. Esto se explica porque el ciclo de vida es específico para cada
destino; la validación empírica sobre su forma o duración que posibilite la
generalización del modelo, es reducida . Su principal utilidad reside, por
tanto, en la capacidad de descripción, en este sentido, el modelo provee una
conveniente y aceptable ayuda para entender la evolución de los destinos
turísticos que permita emplearse como herramienta en la guía para la toma de
decisiones de tipo estratégicas (Cooper, 1994).
Otra contribución teórica ha consistido en la evaluación de los trabajos
empíricos realizados en este campo, es decir, se ha tratado de comprobar si
dichos estudios experimentales se ajustan a lo que la teoría enuncia. En este
sentido, los resultados de la presente investigación indican que en la gran
mayoría de estos trabajos, los distintos patrones de los destinos analizados, se
adecuan a lo que la teoría preconiza. En los casos que no se adaptan, bien de
forma total bien de forma parcial al patrón teórico, normalmente se puede
explicar por la influencia de factores ajenos al control de los gestores del
destino. Así, se han llegado a plantear modificaciones del modelo para adaptarlo
a las características específicas de cada destino (ej., Strapp, 1988), modelos
derivados al de Butler (1980) como representativos de la amplia variedad de
casos estimados (Weaver, 1990), aunque también hallamos el planteamiento de
modelos alternativos (ej., Haywood, 1986; Priestley y Mundet, 1998; Toh et al.,
2001).
Aunque las razones del surgimiento de estos modelos se debe principalmente a las
desviaciones o desfases encontrados en algunas de sus aplicaciones, su aparición
también puede explicarse por el intento de cubrir lagunas teóricas que no
considera el modelo, o incluso por no estimar preparado el modelo para poner en
claro el desarrollo y cambio en los destinos.
Entre las aportaciones empíricas, resaltar que hemos ampliado el cuerpo de
conocimiento en esta materia, evidenciando para el caso de Puerto de la Cruz que
el ciclo de crecimiento que ha experimentado se ajusta a lo que se propone en la
teoría.
Según la información cualitativa y cuantitativa, en líneas generales el área
sigue la senda prevista en el modelo exceptuando algunas desviaciones producidas
tanto del lado de la demanda como de la oferta, como consecuencia de la
heterogeneidad del mercado y de la naturaleza propia del destino turístico como
amalgama de actividades muy diversas (Berry, 2001; Lundtorp y Wanhill, 2001).
Otras desviaciones se justifican por la presencia de factores exógenos tales
como crisis energéticas, guerras, situación política, etc., que modifican de
forma puntual - en un determinado año, o en un período de tiempo - el patrón de
crecimiento postulado por el modelo.
El modelo resulta útil como marco descriptivo de referencia, dentro del cual es
posible explicar cómo las divergencias respecto a lo preconizado por la teoría
son consecuencia de determinadas características locales.
7. IMPLICACIONES
Como ha ocurrido en otros focos turísticos, el progreso de Puerto de la Cruz ha
pasado por dos modelos de crecimiento claramente opuestos o antagónicos, que han
condicionado tanto el tipo oferta de como la naturaleza de la demanda a la que
servir. El primer modelo tiene lugar en las primeras fases de desarrollo. Con
una clara orientación hacia una oferta hotelera de lujo, la demanda la compone
un tipo de turista de clase pudiente y de élite. Este segmento se ve atraído por
la bondad del clima como tratamiento de la salud, y la posibilidad de disfrutar
de la contemplación de lugares paradisíacos. En los últimos estadios de
crecimiento, irrumpe un nuevo modelo que sustituye al anterior. Este último, se
caracteriza por una oferta hotelera de menor categoría y extrahotelera, que se
dirige a un turismo de masas de inferiores ingresos. El motivo principal que
atrae la visita de este segmento perteneciente a un estrato socio-económico
medio/medio-bajo, es recrearse con un producto de “sol y playa” .
La transición de un modelo a otro, ha supuesto para el destino una serie de
problemas encadenados - “efecto dominó” - , que se describen a continuación. La
pujanza del sector en las primeras fases de crecimiento permite la captación de
capital extranjero por las posibilidades lucrativas de la inversión en el área.
Sin embargo, los intereses de los agentes foráneos no suelen converger con los
locales, y al no encontrar restricción alguna en el desempeño de su actividad
por parte de las Autoridades locales, estos actores externos tratan de optimizar
sus inversiones con independencia del coste social que llevan aparejadas. Así,
la promoción inmobiliaria, asociada a la construcción de complejos de baja
calidad, desmesurados y hacinados, presionan hasta tal punto el uso del
territorio que este último comienza a perder sus ventajas comparativas que
reducen, a su vez, las competitivas.
En definitiva, el destino deja de ser sugerente, aspecto que se refleja en una
reducción de la demanda, sobre todo, la de mayor capacidad adquisitiva.
Asimismo, el sobredimensionamiento de la planta alojativa deriva en una
disminución de la rentabilidad y pérdidas para el sector, que aminoran las
posibilidades para su renovación. La obsolescencia de la planta redunda en el
perjuicio del negocio. El pronóstico de la viabilidad del sector es
desalentador; la actividad económica por excelencia dará paso al uso residencial
del área (Cooper, 1990).
De forma sintética, podemos decir que el desarrollo de algunos destinos sigue
una senda de evolución autodestructiva. Los factores de arrastre de las visitas
hacia un destino, se transforman en tal proporción que modifican su estado o
condición, dejando de ser sugerentes. En este último punto el destino se
abandona para iniciar el mismo proceso de desarrollo - proceso cíclico - en
otros espacios vírgenes o inhóspitos (Christaller, 1963).
La explicación de la evolución de los destinos que hemos presentado en estas
líneas recoge, en esencia, una de las premisas realizadas ya en 1980 por Richard
Butler. El autor reconoce que sin una actuación consciente o gestión del
destino, podemos augurar su fracaso. En este sentido, y como ha ocurrido en
otros muchos destinos turísticos, el modelo de crecimiento de Puerto de la Cruz
se ha fundado en el aumento sistemático de las visitas junto con la ocupación
progresiva de nuevas zonas para la oferta de todo tipo de servicios turísticos -
alojamiento, restauración, áreas de comercio y ocio -.
Este escenario nos lleva a la siguiente reflexión; en una localidad con poco
espacio para crecer como éste, los factores de capacidad - físicos, perceptuales,
económicos y ecológicos - pueden haberse excedido, por lo que el mantenimiento
de este modelo es totalmente desaconsejable para la supervivencia del destino.
Por esta razón, y con el ánimo de revitalizarlo, es necesario implantar un nuevo
modelo basado en la imposición de límites razonables al crecimiento.
La intervención desde el ámbito local es totalmente necesaria para sortear el
declive al que se encuentran expuestos los destinos. La experiencia nos muestra
el alto precio que han tenido que pagar las áreas turísticas cuando quedan en
manos de los intereses de los distintos agentes foráneos. La involucración y
colaboración de las entidades locales - públicas y privadas - y de los lugareños
en la formulación e implementación de medidas encaminadas a la revitalización de
los destinos, permite un uso más consciente del suelo, solucionando los
problemas relativos a la presión sobre el territorio y, favorecer el desarrollo
económico en la medida que el crecimiento del sector revertirá sobre el
bienestar de la comunidad receptora.
8. LIMITACIONES Y RECOMENDACIONES PARA FUTURAS INVESTIGACIONES
Esta investigación no está carente de limitaciones, siendo conscientes de la
necesidad de mejorar algunos aspectos que darán lugar a nuevas líneas de
investigación, como:
▪ En este trabajo hemos adoptado la teoría del Ciclo de Vida de Destinos
Turísticos como posicionamiento teórico desde el cual abordar el análisis del
desarrollo y cambio que tiene lugar en los destinos como soporte para su
planificación estratégica. Esta explicación puede enriquecerse adoptando otras
teorías - ej., teleología, dialéctica y evolutiva (Van de Ven y Poole, 1995) -
de forma complementaria al enfoque del ciclo de vida.
▪ Habiéndose realizado el presente estudio con un único carácter de corte
transversal y estático, está en nuestra agenda para el desarrollo de futuras
líneas de investigación, un análisis de la evolución temporal de la trayectoria
del ciclo de vida del destino Puerto de la Cruz. No hay que olvidar que pudieran
existir otros factores no considerados que condicionan la evolución de los
destinos y que están fuera del control de los gestores de los mismos.
▪ A su vez, se puede realizar un análisis comparativo de la evolución de Puerto
de la Cruz con respecto a otros destinos alternativos locales, regionales,
nacionales o internacionales.
▪ La aplicación del modelo del CVDT en Puerto de la Cruz se ha llevado a cabo
mediante el empleo de series estadísticas y, posteriormente, se han interpretado
los resultados obtenidos. En futuros trabajos puede optarse por el uso de
modelos matemáticos y/o econométricos ya existentes, o por el desarrollo de
otros nuevos, para trazar la senda de evolución del destino. Haywood (1986)
reconoce que ésta es una laguna pendiente a resolver en la literatura académica.
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