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ANÁLISIS DE LA UTILIDAD DE LA TEORÍA DEL CICLO DE VIDA EN LA GESTIÓN DE LOS DESTINOS TURÍSTICOS MADUROS

Diana Martín Azami
Universidad de La Laguna
dimartin@ull.es

RESUMEN: El actual escenario y el futuro incierto de los destinos turísticos maduros, sitúa el punto de partida de la presente investigación. Destinos que experimentaron un significativo crecimiento durante décadas, emiten ahora señales de alarma a través de síntomas de agotamiento Ante esta situación, nuestro propósito es evaluar la situación competitiva de estos destinos de cara a desarrollar acciones estratégicas para mejorar su posicionamiento. De esta forma, hemos adoptado como marco de referencia para realizar este análisis la teoría del Ciclo de Vida de los Destinos Turísticos, enunciada en 1980 por Richard Butler, para explicar la competitividad y los factores de éxito de los destinos turísticos. Se trata de una revisión crítica en el sentido de que nos interesa reconocer la utilidad de la Teoría en la gestión de los destinos turísticos.
PALABRAS CLAVE: ciclo de vida, destinos turísticos maduros
 

Turismo y Desarrollo
y Simposio "Desarrollo Local y Turismo"
del 5 al 23 de julio de 2007

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1. INTRODUCCIÓN
Ante la disminución de los atractivos que reflejan los destinos maduros, resultado de la masificación y deterioro del paisaje así como el envejecimiento y falta de adaptación de la mayor parte de sus instalaciones turísticas, trataremos de sentar las bases para el despliegue de acciones estratégicas que nos permita revitalizar, rejuvenecer o por lo menos mantener estos destinos de forma indefinida en el tiempo.
Con esta aspiración, y abordando el tema desde la perspectiva de Ciclo de Vida (Pearl, 1925), nos planteamos la consecución de tres objetivos. En primer lugar, trataremos de determinar la utilidad de la teoría del Ciclo de Vida en el proceso de dirección estratégica de los destinos turísticos. En segundo lugar, queremos comprobar la aplicabilidad del modelo del Ciclo de Vida de los Destinos Turísticos - en adelante CVDT - para el caso de Puerto de la Cruz, es decir, lo que pretendemos es contrastar si su patrón de evolución se ajusta al augurado por el modelo. Finalmente, nos interesa poder efectuar recomendaciones para la gestión de los destinos que se encuentren en fase de madurez o estancamiento en su ciclo de vida de cara a mejorar su situación competitiva.
2. EL MODELO DEL CICLO DE VIDA DE LOS DESTINOS TURÍSTICOS
El modelo del CVDT de Richard Butler de 1980, tiene por objeto la explicación de la trayectoria de crecimiento de los destinos turísticos. Dicho modelo mantiene sus raíces en la teoría del Ciclo de Vida del Producto. Este último fue desarrollado por Dean en 1950 como instrumento de gestión en marketing, donde se describe la evolución de las ventas del producto a lo largo de una serie de fases predecibles desde su nacimiento hasta su declive. De forma análoga, el CVDT ilustra el crecimiento y caída de la popularidad de un destino turístico, y hace que éste describa una curva logística - en forma de "S" alargada - que representa la tendencia a largo plazo del número de turistas que llegan al destino.
Función logística:
1
y = L∙ –––––––
1+K∙a-x
Donde:
• K = (L / C) – 1
• L es la población límite
• C es la población inicial
• x el tiempo
Estas curvas se caracterizan por presentar en su régimen de evolución dos tipos de crecimiento; uno inicial moderadamente expansivo, seguido de otro amortiguado que aproxima la curva a un objetivo tendencial o capacidad de carga, que se alcanzará cuando el parámetro tiempo tienda a infinito (González y Gutiérrez, 1995).
Actualmente, el hipotético CVDT propuesto por Butler (1980) es generalmente aceptado y "constituye uno de los paradigmas más significativos en la investigación en torno al desarrollo de destinos turísticos" (Lundtorp y Wanhill, 2001:961). Se trata de un modelo más completo que otros previos al mismo (ej., Christaller, 1963; Plog, 1974), ya que explica la evolución de los destinos no sólo por los cambios del espacio - infraestructuras y medioambiente - y de las actitudes del turista y residentes, sino también incluye el número y composición de las visitas, la implicación de los agentes locales y externos, la accesibilidad al destino y la competencia.
El modelo incluye las siguientes fases: exploración, implicación, desarrollo, consolidación, estancamiento y post-estancamiento. Cada etapa presenta una serie de rasgos característicos en cuanto a la demanda, oferta, distribución y competencia.
Figura 1. Evolución hipotética de un destino turístico







Fuente: Butler (1980:7)
El modelo incorpora ocho elementos clave relacionados entre sí: 1) dinamismo o cambio; 2) proceso o desarrollo; 3) capacidad, límite al crecimiento o umbral a partir del cual la calidad de la experiencia turística se deteriora, reflejándose en una disminución en el número de visitas; 4) estímulos o conjunto de factores que generan el cambio; 5) gestión, sin la cual el cambio y el declive son probablemente inevitables; 6) punto de vista de largo plazo en la planificación y gestión del destino; 7) componente espacial entendido éste como la influencia que tiene el desarrollo de un destino en el de otros; y 8) universalmente aplicable, pues pretende ser un modelo general del proceso de desarrollo del turismo (Butler, 2001).
A través del CVDT podemos llevar a cabo un análisis comparativo/competitivo del destino, reconociendo y estudiando los distintos estadios por los que atraviesa ya que, al tratarse de un estudio longitudinal, nos permite analizar la evolución del mercado que siente las bases para planificar su futuro desarrollo (Choy, 1992). Desde la perspectiva del largo plazo suministrada por el ciclo de vida y acudiendo al concepto de dirección estratégica, es posible vislumbrar estrategias apropiadas para los destinos en diferentes momentos de su evolución. La interpretación de la competitividad de un destino turístico, utilizando el concepto de ciclo de vida, fundamentalmente a través del análisis de las fases por las que atraviesa, goza de una extensa bibliografía (Agarwal, 2002).
Los estudios sobre el CVDT se han preocupado especialmente de los destinos situados en la fase de estancamiento en un intento por tratar de reconocer qué actuaciones se pueden desplegar a fin de evitar un posible declive (ej., Hovinen, 1982; di Benedetti y Bojanic, 1993). Este estadio se explica principalmente, por la saturación de la demanda del producto tradicionalmente ofertado, el bajo grado de diferenciación de los productos, la aparición de destinos sustitutivos, infraestructuras obsoletas y una masificación del espacio con un consiguiente desgaste del medio (Vera y Montfort, 1994). En este contexto, es crucial una respuesta que permita la revitalización del destino. La cuestión reside en la posibilidad de emplear el modelo del CVDT en el proceso de dirección estratégica del destino.
3. UTILIDAD DEL CVDT
Dentro de la comunidad investigadora contemporánea, existe escaso consenso sobre la utilidad del modelo (Johnston, 2001). Haywood (1986) y Cooper (1990) coinciden en señalar que aunque el CVDT sirve como modelo descriptivo de los estadios por los que evoluciona el área, la importancia del mismo reside en si es posible utilizarlo como una herramienta de gestión o planificación. Sin embargo, hay un considerable debate y controversia en relación al papel del CVDT en este sentido, ya que por un lado, el modelo debe ser operativo, esto es, capaz de determinar claramente la posición exacta del destino turístico. No obstante, surgen problemas operacionales al aplicar el CVDT, que residen en la falta de acuerdo en la definición de importantes parámetros referidos a la unidad de análisis, al mercado relevante, al patrón y fases del ciclo de vida y a la determinación de la unidad de medida (Haywood, 1986). Por otro lado, el modelo debe poseer la habilidad para predecir la futura tendencia del destino. Si el modelo de Butler (1980) fuese útil para pronosticar el orden de eventos que un destino probablemente atraviese, y los factores que llevan a estos cambios (Haywood, 1986; di Benedetto y Bojanic, 1993; Cooper, 1994), los destinos podrían prepararse mejor para anticiparse a las consecuencias del crecimiento del turismo y orientar su desarrollo. El problema reside en que no siempre podremos conocer de antemano el efecto de estos factores y sus relaciones, por lo que se reducen las fuerzas predictivas del CVDT.
Teniendo en cuenta la aportación de Chakravarthy y Lorange (1991), podemos despejar las dudas planteadas en relación a la utilidad del ciclo de vida como guía en la gestión de los destinos. Se trata de un instrumento descriptivo de importancia significativa en la etapa de análisis y diagnóstico del proceso de dirección estratégica, porque define las características del destino a lo largo del tiempo, y permite comprender los cambios que experimenta por el reconocimiento de las fuerzas que condicionan su evolución.
De este modo, llegamos a la conclusión de que el curso de vida de los destinos no es determinístico, es decir, su trayectoria puede ser modificada de forma deliberada, como, por ejemplo, tratando de extender el ciclo de los destinos maduros. Asimismo, los gestores del destino pueden servirse del CVDT como guía para la toma de decisiones estratégicas.
Consecuentemente, el análisis de la utilidad del modelo del ciclo de vida, nos lleva a la siguiente reflexión: no debemos entender el planteamiento del CVDT como algo normativo. Esto se explica porque el ciclo de vida es específico para cada destino; la validación empírica sobre su forma o duración que posibilite la generalización del modelo, es reducida. Aunque conviene señalar que el análisis de destinos turísticos tradicionales, en especial de sol y playa, han demostrado una notable similitud en las fases desplegadas por los mismos.
4. CONTRIBUCIONES EMPÍRICAS AL MODELO DEL CVDT
Foster y Murphy (1991) comentan que las numerosas pruebas empíricas a las que ha sido sometido el modelo de Butler (1980), revelan su general aplicabilidad pero existe la necesidad de hacerle algunas revisiones teniendo en cuenta la demografía y condiciones del mercado de cada región. En este sentido, lo más frecuente es tener en cuenta algunas modificaciones del modelo para adaptarlo a las características específicas de cada destino (ej., Strapp, 1988), modelos derivados al de Butler (1980) como representativos de la amplia variedad de casos estimados (Weaver, 1990), aunque también hallamos el planteamiento de modelos alternativos (ej., Haywood, 1986; Priestley y Mundet, 1998; Toh et al., 2001).
Las razones de las modificaciones del modelo y de la aparición de otros derivados o alternativos, se debe a: (1) las desviaciones o desfases encontrados en algunas de sus aplicaciones; (2) el intento de cubrir lagunas teóricas que no explica o considera el modelo, o; (3) no estimar preparado el modelo para explicar el desarrollo y cambio en los destinos.
Las aplicaciones del modelo han sido más descriptivas que normativas, la mayoría consistentes en relacionar las informaciones procedentes de casos de estudio reales con los estadios de la curva del ciclo de vida (Lundtorp y Wanhill, 2001). Aun después de todas las investigaciones en torno al modelo, ninguna lo ha aceptado o rechazado categóricamente (Weaver, 2000) manteniéndose como punto de referencia teórico (Johnston, 2001).
Podemos llegar a la conclusión que tanto las modificaciones del modelo, como los modelos derivados y los alternativos e incluso el propio modelo de Butler (1980), no pueden recoger la totalidad de las variaciones en el ciclo de vida de los destinos, porque como modelos que son, suponen exclusivamente representaciones simplificadas de la realidad. Butler (2001) reconoce que el carácter genérico y simplista del modelo hace inevitable que el CVDT no se ajuste perfectamente a todos los casos específicos y únicos en los que ha sido aplicado. Las desviaciones respecto a la trayectoria propuesta, no tienen porqué invalidar el modelo, pues pueden venir motivadas por una actuación consciente por parte del destino de evitar el declive augurado en el modelo, intención que recoge el principal propósito del CVDT. Los trabajos que tratan de desacreditar el modelo por no ajustarse perfectamente a un contexto específico, es porque no han sabido comprender la verdadera contribución del mismo (Berry, 2001).
Aunque han sido desarrolladas numerosas versiones del modelo original, ninguna ha sido adoptada como aplicable universalmente, sino de forma contraria, hay una tendencia a aceptar el enfoque conceptual de Butler (1980) ya que su carácter menos específico permite aplicarlo a distintos contextos (Prosser, 1997).
En las distintas aplicaciones del modelo se puede observar el paso desde las que pretenden reflejar simplemente la evolución del destino, hacia las que procuran aplicaciones que proporcionen al destino recomendaciones de tipo estratégico. Estas últimas incluyen una evaluación más realista del concepto (Cooper, 1994), intención que tratamos de apoyar en este trabajo.
5. APLICACIÓN DEL CVDT EN PUERTO DE LA CRUZ
Al aplicar el CVDT al caso del destino turístico Puerto de la Cruz, hemos evidenciado que el ciclo de crecimiento experimentado se ajusta a lo que se propone en la teoría.
Algunas desviaciones se justifican por la presencia de factores exógenos tales como crisis energéticas, guerras, situación política, etc., que modifican de forma puntual - en un determinado año, o en un período de tiempo - la senda de crecimiento postulada por el modelo.
La fase de exploración la situamos a principios del siglo XIX cuando, por motivos de salud, un reducido número de turistas procedentes del norte de Europa se ven atraídos por la bondad del clima del área frente a las inclemencias del tiempo de sus lugares de origen. La etapa de implicación se inicia en las últimas décadas del siglo XIX, y se caracteriza por una mayor iniciativa local en dar a conocer el destino y crear servicios de alojamiento, como respuesta a la importancia que la actividad turística comienza a tener en la economía del municipio. Entre finales de los años 50 hasta mediados de los 70 transcurre la fase de crecimiento. Esta etapa también reúne las características comentadas en el modelo, pues tiene lugar por el despliegue de una variedad de servicios complementarios que sirven de reclamo para nuevas visitas, y que hacen que el destino experimente un rápido crecimiento caracterizado por la entrada de un grupo estandarizado de turistas - turismo de masas -. Posteriormente, el crecimiento se ralentiza, el número de visitas alcanza su máximo y se mantiene casi constante hasta la actualidad. Este estancamiento se debe, entre otros factores, a que el destino ha perdido, en parte, la capacidad de atracción de nuevas visitas - el atractivo principal se ha saturado o ha quedado obsoleto -, existe una mayor competencia – fuera y dentro de la isla -, el deterioro del medio ha sobrepasado la capacidad de carga del destino y a su vez, el turista se ha vuelto más exigente o sofisticado solicitando una oferta más diversificada.
Ante la inexistencia de datos para la representación de las fases previas del modelo, la recopilación de los relatos aportados por historiadores (ej., González, 1999; González y Miranda, 2002) en materia turística ha supuesto una valiosa fuente de de información para describir la trayectoria del destino.
Gráfico 1. Distribución de visitantes entre los principales destinos turísticos de Tenerife

Fuente: Patronato de Turismo (1975-1994; 1995; 1996; 1997; 1998; 1999; 2000; 2001; 2002; 2003; 2004)
Es a partir de la década de los setenta donde empieza a recabarse información cuantitativa por organismos oficiales en el municipio. Así, mediante el número de visitas que recibe el destino, hemos comprobado que desde finales de los setenta hasta la actualidad, la evolución del turismo en Puerto de la Cruz se ciñe a la fase de estancamiento del modelo del CVDT, ya que su crecimiento se ralentiza, el número de visitas alcanza su máximo y se mantiene casi constante hasta la actualidad.
Frente a esta situación que vive en el presente, el destino Puerto de la Cruz, debe reaccionar a través de la implementación de estrategias que le permitan alcanzar la estabilidad en el tiempo como destino turístico.
6. CONCLUSIONES
El presente estudio aporta tanto contribuciones teóricas a la literatura académica como de carácter práctico, ambas relativas a la explicación de la evolución de los destinos turísticos en base al modelo del CVDT.
En cuanto a las contribuciones teóricas, destacamos dos aspectos: (a) el curso de vida de los destinos turísticos no es determinístico, es decir, su curso puede ser modificado de forma consciente, y (b) los gestores del destino pueden servirse del CVDT como guía para la toma de decisiones estratégicas. De esta forma, el análisis de la utilidad del modelo del ciclo de vida, nos lleva a la siguiente reflexión: no debemos entender el planteamiento del CVDT como algo normativo. Esto se explica porque el ciclo de vida es específico para cada destino; la validación empírica sobre su forma o duración que posibilite la generalización del modelo, es reducida . Su principal utilidad reside, por tanto, en la capacidad de descripción, en este sentido, el modelo provee una conveniente y aceptable ayuda para entender la evolución de los destinos turísticos que permita emplearse como herramienta en la guía para la toma de decisiones de tipo estratégicas (Cooper, 1994).
Otra contribución teórica ha consistido en la evaluación de los trabajos empíricos realizados en este campo, es decir, se ha tratado de comprobar si dichos estudios experimentales se ajustan a lo que la teoría enuncia. En este sentido, los resultados de la presente investigación indican que en la gran mayoría de estos trabajos, los distintos patrones de los destinos analizados, se adecuan a lo que la teoría preconiza. En los casos que no se adaptan, bien de forma total bien de forma parcial al patrón teórico, normalmente se puede explicar por la influencia de factores ajenos al control de los gestores del destino. Así, se han llegado a plantear modificaciones del modelo para adaptarlo a las características específicas de cada destino (ej., Strapp, 1988), modelos derivados al de Butler (1980) como representativos de la amplia variedad de casos estimados (Weaver, 1990), aunque también hallamos el planteamiento de modelos alternativos (ej., Haywood, 1986; Priestley y Mundet, 1998; Toh et al., 2001).
Aunque las razones del surgimiento de estos modelos se debe principalmente a las desviaciones o desfases encontrados en algunas de sus aplicaciones, su aparición también puede explicarse por el intento de cubrir lagunas teóricas que no considera el modelo, o incluso por no estimar preparado el modelo para poner en claro el desarrollo y cambio en los destinos.
Entre las aportaciones empíricas, resaltar que hemos ampliado el cuerpo de conocimiento en esta materia, evidenciando para el caso de Puerto de la Cruz que el ciclo de crecimiento que ha experimentado se ajusta a lo que se propone en la teoría.
Según la información cualitativa y cuantitativa, en líneas generales el área sigue la senda prevista en el modelo exceptuando algunas desviaciones producidas tanto del lado de la demanda como de la oferta, como consecuencia de la heterogeneidad del mercado y de la naturaleza propia del destino turístico como amalgama de actividades muy diversas (Berry, 2001; Lundtorp y Wanhill, 2001). Otras desviaciones se justifican por la presencia de factores exógenos tales como crisis energéticas, guerras, situación política, etc., que modifican de forma puntual - en un determinado año, o en un período de tiempo - el patrón de crecimiento postulado por el modelo.
El modelo resulta útil como marco descriptivo de referencia, dentro del cual es posible explicar cómo las divergencias respecto a lo preconizado por la teoría son consecuencia de determinadas características locales.
7. IMPLICACIONES
Como ha ocurrido en otros focos turísticos, el progreso de Puerto de la Cruz ha pasado por dos modelos de crecimiento claramente opuestos o antagónicos, que han condicionado tanto el tipo oferta de como la naturaleza de la demanda a la que servir. El primer modelo tiene lugar en las primeras fases de desarrollo. Con una clara orientación hacia una oferta hotelera de lujo, la demanda la compone un tipo de turista de clase pudiente y de élite. Este segmento se ve atraído por la bondad del clima como tratamiento de la salud, y la posibilidad de disfrutar de la contemplación de lugares paradisíacos. En los últimos estadios de crecimiento, irrumpe un nuevo modelo que sustituye al anterior. Este último, se caracteriza por una oferta hotelera de menor categoría y extrahotelera, que se dirige a un turismo de masas de inferiores ingresos. El motivo principal que atrae la visita de este segmento perteneciente a un estrato socio-económico medio/medio-bajo, es recrearse con un producto de “sol y playa” .
La transición de un modelo a otro, ha supuesto para el destino una serie de problemas encadenados - “efecto dominó” - , que se describen a continuación. La pujanza del sector en las primeras fases de crecimiento permite la captación de capital extranjero por las posibilidades lucrativas de la inversión en el área. Sin embargo, los intereses de los agentes foráneos no suelen converger con los locales, y al no encontrar restricción alguna en el desempeño de su actividad por parte de las Autoridades locales, estos actores externos tratan de optimizar sus inversiones con independencia del coste social que llevan aparejadas. Así, la promoción inmobiliaria, asociada a la construcción de complejos de baja calidad, desmesurados y hacinados, presionan hasta tal punto el uso del territorio que este último comienza a perder sus ventajas comparativas que reducen, a su vez, las competitivas.
En definitiva, el destino deja de ser sugerente, aspecto que se refleja en una reducción de la demanda, sobre todo, la de mayor capacidad adquisitiva. Asimismo, el sobredimensionamiento de la planta alojativa deriva en una disminución de la rentabilidad y pérdidas para el sector, que aminoran las posibilidades para su renovación. La obsolescencia de la planta redunda en el perjuicio del negocio. El pronóstico de la viabilidad del sector es desalentador; la actividad económica por excelencia dará paso al uso residencial del área (Cooper, 1990).
De forma sintética, podemos decir que el desarrollo de algunos destinos sigue una senda de evolución autodestructiva. Los factores de arrastre de las visitas hacia un destino, se transforman en tal proporción que modifican su estado o condición, dejando de ser sugerentes. En este último punto el destino se abandona para iniciar el mismo proceso de desarrollo - proceso cíclico - en otros espacios vírgenes o inhóspitos (Christaller, 1963).
La explicación de la evolución de los destinos que hemos presentado en estas líneas recoge, en esencia, una de las premisas realizadas ya en 1980 por Richard Butler. El autor reconoce que sin una actuación consciente o gestión del destino, podemos augurar su fracaso. En este sentido, y como ha ocurrido en otros muchos destinos turísticos, el modelo de crecimiento de Puerto de la Cruz se ha fundado en el aumento sistemático de las visitas junto con la ocupación progresiva de nuevas zonas para la oferta de todo tipo de servicios turísticos - alojamiento, restauración, áreas de comercio y ocio -.
Este escenario nos lleva a la siguiente reflexión; en una localidad con poco espacio para crecer como éste, los factores de capacidad - físicos, perceptuales, económicos y ecológicos - pueden haberse excedido, por lo que el mantenimiento de este modelo es totalmente desaconsejable para la supervivencia del destino. Por esta razón, y con el ánimo de revitalizarlo, es necesario implantar un nuevo modelo basado en la imposición de límites razonables al crecimiento.
La intervención desde el ámbito local es totalmente necesaria para sortear el declive al que se encuentran expuestos los destinos. La experiencia nos muestra el alto precio que han tenido que pagar las áreas turísticas cuando quedan en manos de los intereses de los distintos agentes foráneos. La involucración y colaboración de las entidades locales - públicas y privadas - y de los lugareños en la formulación e implementación de medidas encaminadas a la revitalización de los destinos, permite un uso más consciente del suelo, solucionando los problemas relativos a la presión sobre el territorio y, favorecer el desarrollo económico en la medida que el crecimiento del sector revertirá sobre el bienestar de la comunidad receptora.
8. LIMITACIONES Y RECOMENDACIONES PARA FUTURAS INVESTIGACIONES
Esta investigación no está carente de limitaciones, siendo conscientes de la necesidad de mejorar algunos aspectos que darán lugar a nuevas líneas de investigación, como:
▪ En este trabajo hemos adoptado la teoría del Ciclo de Vida de Destinos Turísticos como posicionamiento teórico desde el cual abordar el análisis del desarrollo y cambio que tiene lugar en los destinos como soporte para su planificación estratégica. Esta explicación puede enriquecerse adoptando otras teorías - ej., teleología, dialéctica y evolutiva (Van de Ven y Poole, 1995) - de forma complementaria al enfoque del ciclo de vida.
▪ Habiéndose realizado el presente estudio con un único carácter de corte transversal y estático, está en nuestra agenda para el desarrollo de futuras líneas de investigación, un análisis de la evolución temporal de la trayectoria del ciclo de vida del destino Puerto de la Cruz. No hay que olvidar que pudieran existir otros factores no considerados que condicionan la evolución de los destinos y que están fuera del control de los gestores de los mismos.
▪ A su vez, se puede realizar un análisis comparativo de la evolución de Puerto de la Cruz con respecto a otros destinos alternativos locales, regionales, nacionales o internacionales.
▪ La aplicación del modelo del CVDT en Puerto de la Cruz se ha llevado a cabo mediante el empleo de series estadísticas y, posteriormente, se han interpretado los resultados obtenidos. En futuros trabajos puede optarse por el uso de modelos matemáticos y/o econométricos ya existentes, o por el desarrollo de otros nuevos, para trazar la senda de evolución del destino. Haywood (1986) reconoce que ésta es una laguna pendiente a resolver en la literatura académica.
BIBLIOGRAFÍA
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