Susana Martínez-Rodríguez. Elena Vidal Coso
Centro de Estudios Demográficos -Universidad Autónoma de Barcelona
susanamr@usc.es; evidal@ced.uab.es
Resumen
El objetivo de este artículo es aportar elementos que ayuden a definir un
completo perfil de la mujer inmigrante en Italia. La elección del caso italiano
está avalada por su significación dentro de los nuevos países destino de
inmigración de la Europa Mediterránea. La reciente feminización de los flujos
inmigratorios ha sido un aspecto presente desde un primer momento en el caso
italiano, pues ya las primeras inmigrantes provenientes de las antiguas colonias
en los años setenta eran sobre todo mujeres que acudían a desempeñar actividades
domésticas. A través de los datos del Censimento 2001 hemos realizado un
análisis demográfico de los rasgos destacados de la mujer inmigrante en su
conjunto y también de cada una de las 10 naciones con más presencia en Italia.
Palabras clave: feminización de la inmigración, Italia, censo del 2001
Summary
This article aims to contribute elements that help to define a complete profile
of the woman immigrant in Italy. The Italian case is very significative among
the new immigration countries destiny of Mediterranean Europe. The recent
feminización of the immigratory flows has been an characteristic presented from
the first moment in the Italian case. The first immigrants that came from the
old colonies in the Seventies were mainly women who went to carry out household
activities. Through Censimento 2001 data we have made a demographic analysis of
the outstanding characteristics of the woman immigrant, as a whole and also of
each one of the 10 nations with more presence in Italy.
Key works: migration feminization, Italy, census of 2001
Índice:
1.- Introducción.; 2.- Notas históricas sobre la inmigración reciente en
Italia.; 2.1.- Los años 90: la reagrupación familiar y la llegada de nuevos
flujos.; 3.- La imagen derivada del censo del 2001; 3.1.- El estado civil, edad
y sexo; 3.2.- El nivel educativo de las inmigrantes; 3.3.- Breve análisis del
mercado de trabajo; 4.- Comentarios finales; 5.- Bibliografía.
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1.- Introducción
Uno de los rasgos que caracterizan la nueva fase migratoria en la que el globo
está inmerso desde los años 90 es la feminización de los flujos migratorios
internacionales [S. Castles; M.J.Miller, 1993, p. 8]. La afirmación tiene
carácter cuantitativo y también cualitativo, al no tratarse sólo de un aumento
numérico, sino que las mujeres han adquirido un mayor protagonismo en los nuevos
flujos migratorios, y no sólo desde su tradicional papel de acompañante sino que
el incremento de las que emigran de manera autónoma ha llamado la atención a
varios especialistas [Nyberg-Soerensen et al., 2002].
El sexo de los migrantes es un hecho en el que sólo se ha reparado
recientemente; se asumía que la mayoría de los inmigrantes era hombres, o al
menos los que efectuaban una aportación económica [H. Zlotnik, 2003]. No
obstante numerosos estudios han evidenciado desde una perspectiva histórica la
presencia femenina en los flujos migratorios internacionales , hecho, por otro
lado nada novedoso. Sin embargo, convertir en objeto de investigación a las
mujeres inmigrantes ha sido en parte el resultado de una labor de construcción
de la identidad femenina y de los avances de la incorporación de las mujeres. El
estudio de la emigración femenina exige un mayor énfasis en la dimensión
familiar, el nuevo rol desempeñado por la emigrante en las sociedades de acogida
respecto a la sociedad de partida, las propias rupturas provocadas en el punto
de origen, etc. También deben ser consideradas las limitaciones sociales
inherentes a su cómputo. Todavía hoy existen restricciones a la movilidad de las
mujeres como sujetos individuales, expresadas en forma de prohibiciones
explícitas, o a través del imperativo de presentar documentos donde sus
familiares masculinos directos autoricen los viajes. En los países destino de
emigración también subsisten los obstáculos, ya que las inmigrantes se ven
sometidas a múltiples explotaciones por su doble condición de mujer y
extranjera.
La feminización de los flujos migratorios internacionales ha supuesto un mayor
protagonismo de las mujeres en los países de origen como sujetos económicos
activos, y como protagonistas de la vida social, siendo un elemento de
empoderamiento. Si bien también es sinónimo de explotación y violencia sexual.
En los párrafos anteriores se esbozan algunos de los rasgos más significativos
de las tendencias de la feminización de la inmigración reflejadas en el 2004
World Survey on the Role of Women in Develepment (ONU, 2005). Y servirá de marco
analítico para analizar la experiencia inmigratoria femenina en Italia. El caso
italiano es, junto al español, uno de los más representativos de los nuevos
países de inmigración mediterránea. Italia, junto a España, Portugal y Grecia
han sufrido una rápida transformación desde su posición tradicional de países de
emigración a ser destinatarios de nuevos flujos internacionales que acuden allí
como destino final o de tránsito para buscar un futuro mejor.
Italia delata ya en la etapa pre-inmigratoria – años 1970, cuanto todavía era
significativo el número de sus ciudadanos que abandonaba su país – la presencia
de colectivos diferenciados femeninos que acudían buscando empleo. Éste es un
aspecto singular, frente a las tradicionales cadenas migratorias iniciadas por
hombres, que sólo una vez se han asentado en el país reclaman la presencia de
sus mujeres [A. Colombo, G. Sciortino, 2004, p. 38] . A pesar de la elevada
variabilidad étnica de los flujos inmigrantes italianos , la presencia femenina
siempre ha sido un elemento destacado, v.g., en los años ´80 había dos grandes
modalidades bajo las que se agrupaban las mujeres inmigrantes: (1) trabajadoras
procedentes de las antiguas colonias africanas o de Filipinas; (2) mujeres
extranjeras dedicadas al cuidado de su familia, sobre todo esposas de una
emigración de procedencia africana encabezada por los ciudadanos de origen
marroquí, tunecino y egipcio. Con el colapso de las economías de Europa del Este
(años ´90) y con el propio proceso de ampliación de la Unión Europea (principios
del siglo XXI) se ha producido una definitiva incorporación de la presencia
femenina y su llegada al país parece estar dirigida por el objetivo de conseguir
una mejor posición económica.
En este artículo se efectúa un análisis de la feminización de la inmigración
italiana a través de los datos del censo de 2001 poniendo de manifiesto algunas
de las limitaciones del propio censo a la hora de analizar este hecho
particular, como las que se perciben a la hora de analizar las nuevas presencias
femeninas según su estado civil y profesión. Ya adelantamos que el perfil que
arroja el Censimento 2001 es el de una mujer que, en efecto, tiene una
importante presencia en el país, pero que parece no estar integrada en el
mercado laboral, con autonomía en sus decisiones. ¿Qué explicación se puede dar?
¿Acaso no era Italia un país donde se había feminizado el flujo inmigratorio?
¿No reflejan los datos la realidad?
En el primer epígrafe se revisa la historia reciente de la inmigración femenina
en Italia. Comentamos algunos rasgos del país como atractor de inmigrantes y
acerca de las primeras naciones extranjeras donde el grupo de mujeres
inmigrantes era más significativo. En análisis de los años noventa se ha
realizado a través de la información Para la década de los años 90 se ha
empleado la información disponible a partir de los permisos de residencia. La
tercera sección, donde hemos concentrado nuestra atención, analiza con detalle
la información disponible en el censo del 2001. Tres son las secciones en las
que hemos dividido la información extraída del censo: (1) análisis del estado
civil, edad y sexo; (2) nivel educativo de las inmigrantes; (3) análisis somero
del mercado de trabajo. En cada una de las secciones nos hemos interesado por
analizar el perfil medio de la mujer extranjera, pero también de las 10 naciones
con mayor presencia en el país. Además de efectuar comparaciones con la
situación de la mujer italiana.
Las fuentes numéricas utilizadas son fundamentalmente el Censimento 2001, las
cifras históricas de los permisos de residentes desde 1992 al 2003, y
puntualmente hemos recurrido a la información anual publicada por Cáritas-Roma a
través de los informes que publica desde los `80 sobre la inmigración.
2.- Notas históricas sobre la inmigración reciente en Italia
La inmigración italiana es uno de los casos más significativos de los que
configuran el modelo mediterráneo de inmigración, constituido además por España,
Portugal y Grecia. La posición de los países mediterráneos como atractores de
mano de obra extranjera comienza en los años sesenta. Se trata de un fenómeno
reciente frente a la persistencia del modelo de inmigración que ha caracterizado
a los países integrantes del modelo continental (Francia, Gran Bretaña y Países
Bajos). Como rasgos definitorios presentan un alto grado de clandestinidad en la
llegada, a lo que se une en muchas ocasiones que el flujo de entrada posee una
fuerte componente de tránsito. La tipología ocupacional está fuertemente
orientada a la economía estacional (agrícola o de servicios) y al sector
doméstico, una inserción destinada a cubrir los espacios laborales que los
nativos ya no encuentran apetecibles. En su corta trayectoria temporal, el
modelo italiano se ha caracterizado por la heterogeneidad de su flujo y por su
poliformía, es decir, por el elevado número de ciudadanos de diferentes países
extranjeros, explicado en parte por la posición geográfica del país.
El censo de 1981 presentó por primera vez un saldo migratorio positivo [M. I.
Macioti; E. Publiese, 1991, p. 5]. Testimonialmente la presencia de inmigrantes
era anterior, y en particular había un colectivo femenino importante. Se trataba
de oriundas de las antiguas colonias africanas que acudían a la metrópoli para
desempeñar ocupaciones domésticas. Llegaban a Italia solas, principalmente de
Somalia, Eretria y Cabo Verde. La llegada al país de acogida estuvo mediatizada
por la intervención de los misioneros católicos, que ejercían de intermediarios
para las familias italianas que precisaban de empleadas domésticas , lo que
explica la religión cristiana y mayoritariamente católica de las trabajadoras
[M. E. Tonizzi, 1999, p.145]. La llegada de las primeras inmigrantes también se
produjo a través de contactos directos con familias que habían residido en las
antiguas colonias africanas [G. Favoro, 2003, p. 449]. En particular el
reclutamiento de las mujeres caboverdianas comenzó a partir de la independencia
de su país, a finales de los años sesenta. Se distinguen dos flujos: el primero,
constituido por mujeres de mediana edad, sin formación escolar y en su mayoría
madres de familia. En la segunda oleada acudieron jóvenes con mayor formación.
Este colectivo generó en la sociedad de origen una consideración positiva de la
emigración como medio para alcanzar una mayor calidad de vida. El flujo
migratorio caboverdiano estaba formado por un 90 % de mujeres. A diferencia de
lo que sucederá con otras etnias, donde una vez establecidas existe una
reagrupación de la familia en el país huésped, los hombres caboverdianos no
siguieron a sus mujeres a Italia y prefirieron otros destinos, como Portugal o
los Estados Unidos de América. Este flujo muestra, por tanto, un ejemplo
particular donde la mujer ha sido “cabeza inmigratoria” pero no logró atraer a
su núcleo familiar, sino que las nuevas llamadas efectivas eran a mujeres del
mismo clan, familiares o amistades, una vez que le habían conseguido un puesto
de trabajo.
La mayoría encontraban ocupación en el servicio doméstico, como trabajadoras
internas, residentes en el hogar donde servían. Una ínfima parte trabajaba como
doméstica por horas, camarera o asistente de ancianos. Las condiciones laborales
de las caboverdianas en Italia eran peores a las de otros grupos de trabajadoras
extranjeras: su salario oscilaba alrededor de un 20-30% menos que el de las
filipinas, por ejemplo. La falta de credenciales educativas, también el color de
la piel, explicaban las diferencias y frenaba su integración social.
El status de la inmigrante doméstica africana, cristiana y con contrato de
trabajo legal, representaba el polo opuesto a muchos inmigrantes africanos
varones y de religión islámica dedicados a la venta ambulante [M. E. Tonizzi,
1999, p. 150]. Antes de la Ley 943/1986 3.315 caboverdianas estaban en posesión
de permiso de residencia [G. Campani, 2003, p. 11].
Otro grupo de inmigrantes con una fuerte presencia femenina desde el comienzo
del proceso inmigratorio fueron las filipinas. Su llegada obedece a razones
laborales, y se benefició en un principio de la intervención de las entidades
eclesiásticas, pues la religión católica era la dominante. La acción
intermediaria de asociaciones religiosas fue pronto sustituida por la mediación
de las propias inmigrantes y de las agencias especializadas. En los años ochenta
fue el grupo extranjero que experimentó un mayor incremento, convirtiéndose en
una de las comunidades más numerosas de Italia. El grupo filipino se distinguía
por su elevado grado de instrucción con un perfil orientado a actividades de
cuidado y sanitarias. Su llegada a Italia forma parte de una estrategia
económica que también se dio en otras latitudes desarrolladas. Antes de 1987
estaban registrados cerca de 7.000 permisos de residencia de nacionalidad
filipina y con la Ley 943/1986 se alcanzaron las 9.121 regularizaciones [G.
Campani, 2003, p. 8]. A finales de los ochenta cerca del 70% de la comunidad
filipina estaba constituida por mujeres, pero a diferencia del grupo
caboverdiano, ya se apuntaba una tendencia a un mayor equilibrio entre los sexos
[G. Campani, 1989, p. 4].
Ha sido en los últimos quince años cuando la presencia de mujeres en el flujo
inmigratorio italiano se ha acentuado , coincidiendo con varios elementos: la
caída del bloque comunista, donde las mujeres gozaban de un mayor protagonismo
económico; el aumento de las inmigrantes de origen latinoamericano, donde las
mujeres son numerosas debido a la elevada demanda de trabajo doméstico o
asistencial en el que se han especializado. El aumento de estos flujos ha
desplazado el peso de presencias más tradicionales. Si se realiza una breve
revisión de las macroáreas dominantes en las regularizaciones habidas en Italia
se ha pasado de una preeminencia africana – evidenciada en el proceso de
regularización de 1986 y 1990 – a un sucesivo aumento de los trabajadores de
Europa del Este – proceso de regularización de 1995 y 1998 –, lo que se ha
confirmado en la regularización de 2002: mientras los inmigrantes de procedencia
africana presentaron un tercio de las demandas, los trabajadores de Europa del
Este acapararon el 60% de las mismas [Caritas, 2004].
2.1.- Los años noventa: la reagrupación familiar y la llegada de nuevos flujos.
La presencia de mujeres inmigrantes en Europa se ha incrementado como
consecuencia de la política de estabilización de la población extranjera
presente y por la contención de la corriente de nuevos trabajadores llevada a
cabo por en la mayoría de países europeos tras la recesión económica de los años
setenta. El proceso de reconocimiento y ampliación del derecho de reagrupación
familiar experimentado en los años `90 también ha favorecido este hecho . En la
segunda mitad de los años noventa – particularmente entre 1996 y 1998 – en
Italia, España y Francia se han modificado las normas relativas a la extranjería
y en los tres casos se ha puesto de manifiesto un singular interés por la
reagrupación familiar [L. Santos, 2000, p. 267]. Dicha política se ha convertido
en una llave para controlar el proceso inmigratorio [C. Giudici, 2000, pp.
219-220]; y en la vía principal de entrada de regulares, una vez que la Unión
Europea ha puesto en práctica políticas que frenan la inmigración laboral. En
Italia, en 1992 hubo una modificación del procedimiento por el Ministero degli
Esteri, y en el 1995 el permiso por reagrupación familiar entró en la
programación de los ingresos – atravesando el techo de las 15.000 unidades –. La
ley 189/2002 (Ley Bossi-Fini) ha introducido más limitaciones al derecho de
reunificación familiar.
A lo largo de los años noventa se ha experimentado un constante aumento del
número de mujeres, sobre todos casadas, que llegaban a Italia a través de la
reagrupación familiar. Un elemento que delata el éxito de esta fórmula ha sido
el espectacular incremento del número de niños nacidos de padres extranjeros,
demostrando que existe un considerable segmento de inmigrantes en vías de
estabilización. La cifra estimada del 2004 era de 48.384 nacimientos de padres
extranjeros, lo que rondaba casi el 9% del total de niños nacidos en Italia.
Esta cifra casi sextuplica el número de nacimientos de 1994.
Tabla 1.- Número de nacimientos de padres extranjeros (1993-2000)
Año Nacimientos totales De los cuales son extranjeros % extranjeros sobre el
total
1994 536.665 8.028 1,5
1995 526.064 9.061 1,7
1996 536.740 10.820 2,0
1997 540.048 13.469 2,5
1998 532.843 16.901 3,2
1999 537.242 21.186 3,9
2000 543.039 25.916 4,8
2001 535.282 29.600 5,5
2002 538.198 32.800 6,1
2003 544.063 33.691 6,2
2004 562.599 48.384 8,6
Fuente: Caritas (2005 p. 167). Elaboración propia
Analizando los permisos de residencia, y centrando la atención en las dos
partidas numéricamente más significativas, trabajo y familia, hay varios
elementos que cercioran las hipótesis anteriores. Se puede contrastar que las
entradas por permisos laborales han disminuido, y que a su costa se han
incrementado las entradas debidas a causas familiares, a través de los permisos
de residencia (permisos di soggiorno). Las categorías de permisos de residencia
se dividen en trabajo, familia, religión, residencia electiva, estudio, turismo,
asilo, solicitud de asilo y otros; las dos primeras son las partidas de
dimensión mayor. Adicionalmente, el Instituto de Statistica Italiano (ISTAT)
ofrece información sobre la procedencia de los inmigrantes según pertenezcan o
no a países de fuerte presión demográfica , lo que informa sobre cuál pudo haber
sido el principal motivo de su viaje a Italia.
En 1992 más del 73% del total de permisos de residencia de mujeres extranjeras
eran motivados por el trabajo y la familia; la causalidad era ligeramente
superior (cercana al 80%) entre las mujeres provenientes de los países de fuerte
presión demográfica. En una década las proporciones se han incrementado: el 90%
de los permisos de residencia de las naciones con una fuerte presión demográfica
son debidos al trabajo y la familia; y en el total de las migraciones dichas
motivaciones alcanzan el 86%. Observando sólo la proporción de entradas por
sendos motivos, también los cambios han sido sustanciales. En general se ha
experimentado una disminución de las entradas laborales, que en 1992 eran el 45%
del total y en los países de fuerte presión demográfica superaban la mitad del
total (58%). A lo largo de los años a estudio la proporción ha disminuido de
manera inequívoca en ambos grupos, representando en 2003 el 34% y el 35%
respectivamente. La evolución de los permisos familiares ha sido la opuesta, lo
que concuerda con los comentarios realizados sobre el protagonismo femenino en
la reunificación familiar. En 1992 sólo el 30% de los permisos totales expedidos
eran por causas familiares; el porcentaje incluso bajaba entre los países de
fuerte presión demográfica (21,5%). Once años más tarde prácticamente las
proporciones se han doblado. Entre los países de fuerte presión demográfica el
54% de los permisos de residencia concedidos se parapetan en razones familiares
y en el total de países del 51%.
Por países, los datos más recientes de permiso de residencia remiten al
01.01.2003, y la tabla está encabezada por Marruecos, Albania y Rumania. El
orden no varía si sólo primase la presencia femenina. A pesar de que representan
dos modelos culturales bastante dispares, en Albania y Marruecos los permisos
que corresponden a los hombres continúan siendo bastantes superiores a los de
las mujeres . En el caso de Marruecos el flujo migratorio se encuentra asentado
en Italia desde los años ´80, y el agrupamiento familiar está muy avanzado. En
la emigración albanesa, quizás por la proximidad física a su país de residencia
y por su relativa novedad, resulta más difícil establecer este tipo de conductas
de manera general. Para el caso rumanés – tercer país con mayor número de
presencia de residentes – el número de mujeres es superior al de hombres, aunque
existe una tendencia a la equiparación. En la comunidad Filipina ha imperado un
patrón de emigración femenina y continúa con esta línea; ocupan una cuarta
posición. China ocupa la quinta posición.
Gráfico 1.- Permisos de residencia debido al motivo “trabajo” o “familia” para
el total de los países extranjeros y aquellos de fuerte presión demográfica
(1992-2003).
Fuente: ISTAT, 2004. Elaboración propia.
La evolución de toda la década de los ´90 y principios del siglo XXI desvela a
una mujer extranjera que llega al país a reunirse con su marido. Un perfil
tradicional que a priori no tendría por qué ser mantenido en la nueva sociedad.
Varios estudios apuntan que la mujer suele encontrar más elementos que facilitan
su integración en la nueva sociedad porque por lo general haya más posibilidades
de desarrollo económico, social y personal que las que se le brindaban en su
país de origen. Pero suele tratarse de análisis particulares, que análogamente
se encuentran refrendados por otra pluralidad de casos donde se muestran las
limitaciones de la mujer para superar las propias barreras y limitaciones de su
grupo de referencia. Otro aspecto interesante es la cuestión de si el status de
las mujeres mejora con la emigración. La mayoría de los estudios suelen ser de
caso, donde la respuesta a la cuestión depende de los parámetros o valores
adoptados por el investigador. P. Hondagneu-Sotelo (2000, pp. 116-117) tras
evaluar varias investigaciones internaciones para dar una respuesta a la misma
pregunta, aconseja cautela a la hora de zanjarla con un simple monosílabo, si
bien apunta que en términos generales la situación mejora claramente cuando la
esposa gana más dinero que el marido. En las situaciones donde la esposa sigue
ejerciendo de ama de casa, o donde la comunidad de origen y las tradiciones
tienen una fuerte presencia no se aprecian grandes variaciones. También es un
elemento a valorar las situaciones diversas que se producen cuando tiene lugar
la reunificación familiar; tanto si la mujer ha ejercido de cabeza de familia
durante la ausencia de marido, o si ha sido ella quien durante un tiempo ha
aportado el dinero para el sustento del grupo, son situaciones donde “de facto”
ha aumentado su capacidad decisoria y de control. Asumir un papel menos vital no
siempre es encajado bien por los maridos, sobre todo si en su comunidad gozan de
total impunidad a la hora de actuar.
3.- La imagen derivada del Censimento 2001.
El Censo de 2001 permite efectuar una caracterización demográfica de la
población extranjera femenina presente en Italia. Hay un conjunto de
apreciaciones que deben ser especificadas para evaluar mejor la aproximación que
los datos censales ofrecen. En primer lugar reflejan al conjunto de la población
extranjera, es decir, con nacionalidad diferente de la de referencia (la
italiana) y no del colectivo de inmigrantes, aunque emplearemos como hemos
venido haciendo desde el comienzo del artículo sendas categorías como sinónimos
. Otro problema particular en este caso es la fecha, el último censo es del año
2001, un registro que además de contar con 5 años de antigüedad fue efectuado un
año antes de la regularización migratoria del 2002 (Ley Bossi-Fini). Aunque hay
datos más recientes – y a ellos también nos referiremos –, el censo es más
completo.
3.1.- El estado civil, edad y sexo.
El censo de 2001 muestra una feminización numérica en el sentido estricto del
término, pues el número de extranjeras residentes supera al de varones (660.694
y 674.195 respectivamente). La estructura por sexos es bastante similar a la de
la población italiana, en términos globales. El porcentaje de mujeres italianas
es del 51,6%, mientras que el de extranjeras residentes lo es del 50,5%, como
resultado de la feminización de los flujos migratorios de los últimos 10 años,
así mismo lo revela la evolución de los permisos de residencia. Un análisis
pormenorizado ofrece una imagen más elaborada.
Comparando el estado civil entre hombres y mujeres, la proporción de varones
solteros supera a la de mujeres. Sin embargo, la proporción de casadas es la
mayor. Esto no siempre significa – aunque sí ha sido la pauta dominante – una
presencia femenina extranjera derivada de la reunificación familiar. Algunas
tradiciones migratorias, como la de Filipinas o Perú, han estado protagonizadas
en un primer momento por mujeres casadas (en su mayoría) que acudían solas a
Italia asumiendo un rol económico activo. También debe señalarse que el número
de extranjeras desposadas con hombres de nacionalidad italiana supera al de
italianas que se han casado con extranjeros [Caritas, 2005, 137-138].
En los supuestos de “separados/as”, “divorciados/as” y “viudos/as” la proporción
femenina alcanza un porcentaje del 4%, frente al 1,6% de los varones. En este
colectivo, algunos autores como N. Nyberg-Soerensen (2002) vislumbran nuevos
segmentos en la feminización migratoria. También el número de viudas es 7 veces
superior al de viudos, pero como veremos en el análisis de estructura de edad,
éstas suelen ser mujeres en edad avanzada que acuden a reunirse con su familia.
Comparando los porcentajes femeninos de estado civil con los de la población
italiana, la diferencia más acusada se encuentra en el porcentaje de viudas, que
para Italia ronda el 13%, fruto de una población envejecida, donde además las
mujeres tienen una esperanza de vida superior a la de los varones.
Los comentarios que habíamos efectuado con anterioridad sobre el estado civil
cobran una nueva interpretación si son analizados directamente sobre las 10
naciones con mayor presencia. La proporción de casadas es superior al 50% en
Polonia, Albania, Alemania, Francia y Rumania. En los demás países, incluida la
propia Italia, la proporción es mayor al 45% y será Perú el único país en donde
la proporción de solteras es superior a la mitad (57,34%).
Respecto a la proporción de viudas señalábamos que se trataba de la proporción
más disonante de Italia y representaba casi el 13% de las mujeres debido a la
estructura de edad más envejecida. Los países con la proporción más cercana son
Alemania (7,86%) y Francia (7,94%). En los demás la presencia de viudas suele
rondar entre el 2 y el 3% con la ligera salvedad de la Rep. Fed. Yugoslava que
se acerca al 4%; la proximidad física del país pero también su sangrienta
historia reciente pueden explicar estas variaciones.
Lo que ya resulta más interesante para analizar la autonomía de los flujos
migratorios femeninos es tanto el número de solteras – que ya hemos visto y que
con la salvedad de Perú sería una variable de segunda importancia – sería el
número de separadas y divorciadas. Si bien numéricamente son poco
significativas, reflejan a mujeres donde claramente la decisión de emigrar es
tomada en primera persona. Podemos agrupar en un primer segmento las naciones
donde la proporción de separadas y divorciadas oscila entre el 6-8%: Rumania,
Alemania, Francia y Polonia, todas elllas naciones europeas. En un segundo
cluster se incluiría la propia Italia y tendría una magnitud inferior al 3%;
además agruparía a Perú, Rep.Fed. Yugoslava, Marruecos, China y Filipinas (ambas
con menos del 2%).
Gráfico 2.- Estado civil de las 10 nacionalidades más numerosas en Italia
(mujeres)
Fuente: Censimento 2001. Elaboración propia.
El colectivo de extranjeros en Italia cuenta con una edad ligeramente superior a
30 años (30,4 para los hombres y 31,4 para las mujeres), mientras que para la
población italiana la media roza los 42 años (40,1 para los hombres y de 43,1
para las mujeres) [Istat, 2005]. A través de la observación de las pirámides
(Gráfico 3) de población podemos examinar la estructura por sexos de la
población extranjera residente en Italia y realizar alguna comparación con la
pirámide de población Italiana. Visualmente ambas poblaciones tienen una
estructura por edades dispar que encuadra con la realidad de una población
inmigrante en un país desarrollado y envejecido. La población italiana muestra
unos numerosos cohortes en edad avanzada, con una sobrepresencia femenina en las
últimas etapas. La baja fecundidad se manifiesta a través de la estrecha base.
Siguiendo algunas tesis demográficas recientes podríamos preguntarnos si el
perfil de la población residente inmigrante “complementa” a la nativa.
Gráficamente, - y reiterando la aclaración de que hemos representado la
población extranjera residente– se observa que las generaciones más viejas
apenas tienen representación en la pirámide de los extranjeros, que sí aglutinan
numerosas cohortes jóvenes. La población en edad laboral se concentra en las
cohortes de 30-44 años, con una distribución similar para ambos sexos, aunque
ligeramente favorable a los varones.
Gráfico 3: Pirámides de la población extranjera e italiana según edad, sexo y
estado civil
Fuente: Censimento 2001. Elaboración propia.
La pirámide (Gráfico 3) también nos permite apreciar con mayor detalle la
distribución del estado civil por grupos de edad. Al principio del apartado
comentamos que la distribución total del estado civil – aunque con matizaciones,
donde la más destacada era las viudas – no difería notablemente entre italianos
y extranjeros. El detalle por grupos de edad muestra que los inmigrantes, y en
especial las mujeres, se casan a edades más tempranas.
A continuación hemos confeccionado cada una de las pirámides de la población por
edad y sexo de los 10 países extranjeros más numerosos según el Censimento 2001
(Gráfico 4). La presencia extranjera dominante es la de Marruecos. En los años
80 la emigración marroquí era sobre todo masculina pero a lo largo de los 90
vivió un fuerte proceso de reagrupación familiar. No obstante, como muestra la
pirámide, todavía se trata de una población masculina dominante con una
sobrerepresentación entre los adultos, ya que entre la población más joven hay
una práctica equiparación entre los sexos que se explica por la presencia de
menores de esta nacionalidad y por el propio asentamiento familiar. El número de
menores de 15 años según el último censo era de 57.778, es decir el 32% del
total de su población residente.
La segunda nación con mayor presencia es Albania, que al igual que Rumania – que
ocupa la tercera plaza – representan el nuevo dominio demográfico de Europa del
Este en la emigración italiana frente al tradicional predominio africano, que
todavía era claro en el censo de 1991. El perfil de Albania muestra una clara
tendencia al equilibrio entre los sexos con una presencia femenina para todas
las edades ligeramente inferior a la masculina.
El caso de Rumania, siendo también una presencia consolidada en los años 90
muestra una pirámide con características propias: es una población cuyo volumen
de hombres y mujeres está equilibrado, con la peculiaridad de que la mayor parte
de la población se concentra entre los 20-44 años, - es decir, una edad
potencialmente laboral -, y la presencia de menores es significativamente
inferior al caso albanés. A pesar de ser dos países que pertenecieron al bloque
comunista, el papel de la mujer es dispar, las mujeres de Rumania poseen una
mayor formación e integración en el mercado laboral, también emigran más de
manera autónoma.
De hecho la forma de la pirámide de Rumania se semeja a la de Filipinas, en el
sentido de que la mayor proporción de gente se encuentra en la franja de
actividad laboral, si bien deben hacerse ciertas salvedades. La población
femenina es mayoritariamente femenina, rasgo que es muy evidente a partir de la
población mayor de 25 años. En la nacionalidad filipina la poca incidencia de
menores entre los residentes, a pesar de la relativa antigüedad en el país – que
ya en los 80 era una de las naciones extranjeras con más presencia – denota que
el establecimiento de los efectivos obedece sobre todo a motivaciones laborales
(y no a la reunificación familiar). En los 80 las filipinas tenían el mayor
número de matrimonios mixtos, y en la información que proporción Cáritas-Dossier
Statistico 2004 continúan estando entre las tres primeras nacionalidades con
mayor número de matrimonios con varones italianos, lo que significa que de haber
descendencia, tendría nacionalidad italiana.
La pirámide de la Rp. Fed. Yugoslava muestra una población extremadamente joven
y ligeramente superior en la proporción de varones en la franja 30-54. Resulta
curioso contemplar cómo Rumania y Rp. Fed. Yugoslava han optado por un patrón
migratorio tan dispar.
El perfil chino también es joven y con una presencia de sexos muy equilibrada.
La presencia de menores, especialmente de niños con menos de 4 años puede estar
explicada por la lejanía del país que incita a que la emigración acometida sea
un proceso de largo plazo que afecta a toda la unidad familiar.
Perú es la octava nación con más presencia en Italia y representa la pujanza de
la emigración latinoamericana en el país, un flujo reciente caracterizado porque
sus cohortes femeninas son las que han iniciado la cadena y a la hora de
efectuar la reagrupación familiar en numerosas ocasiones privilegian la llegada
de los hijos menores sobre los cónyuges.
Las pirámides de Alemania y Francia representan la excepción en esta cata de las
10 nacionalidades extranjeras con mayor presencia (residentes) en Italia. Su
perfil insinúa que el motivo de su presencia en el país tendrá aspectos
diferenciadores frente a las demás naciones. La población menor a 25 años es muy
pequeña, pero lo verdaderamente distintivo es la población de más de 54 años,
una población que en el caso de Alemania es incluso superada por la población
54-64 años. En ambos casos se trata de una estructura donde la presencia
femenina supera a la masculina.
El país que ocupa la 10ª posición es Polonia, con una estructura cuyo perfil
femenino es bastante similar al de Rumania, pero con una presencia masculina
menos numerosa.
Analizadas en su conjunto las naciones anteriores que presentan una fuerte
presión demográfica puede ser agrupadas en dos cluster:
El primero formado por Polonia, Rumania, Filipinas y Perú: se caracterizan por
(1) una presencia femenina dominante, aunque las diferencias de grado son
acusadas; (2) mayor presencia de los contingentes en edad potencialmente
laboral; (3) pocos menores, aunque habría que realizar matizaciones para el caso
de Filipinas y Perú. En el primer caso, porque se trata de una población muy
asentada, y en el segundo porque, si bien se trata de un flujo reciente, en su
cadena de reagrupación familiar privilegia la llegada de los niños antes que de
los hombres adultos. En ambos casos la cabeza migratoria es femenina
El segundo grupo está formado por Albania, Rep. Fed. Yugoslava, China y
Marruecos. Entre los rasgos comunes despunta (1) la mayor presencia de menores
(más o menos significativa), (2) perfiles ligeramente masculinos. Semeja que
sería la mujer quien acude al país por motivos de reagrupación familiar y sería
la que llevaría consigo a los hijos menores. En este cluster, donde el área
geográfica de origen es tan variopinto, resulta difícil encontrar una rasgo
cultural común que explique el anterior comportamiento.
Gráfico 4: Pirámides de las 10 naciones extranjeras con mayor presencia en
Italia
Fuente: Censimento 2001. Elaboración propia.
3.2.- El nivel educativo de las inmigrantes
Entre los aspectos positivos asociados a la feminización de la emigración, de
cómo puede contribuir a la mejora de las condiciones de las propias migrantes y
a la mejora de condiciones económicas y sociales para las que permanecen en los
países de origen, está la educación. Desde la teoría económica se propone que la
persona que emigra es aquella con mayor acerbo de capital humano: ya sea porque
la emigración es una decisión que implica asumir ciertos riesgos, o porque se
selecciona al más apto y formado del grupo. En los Dossier di Immigrazione de
Caritas de los últimos años se insiste en la capitalización educativa que
caracteriza a las nuevas inmigrantes, principalmente de Europa del Este,
herederas de la tradición instructiva habida en el bloque soviético antes de su
desmantelamiento. Acudiendo a los permisos de residencia, y significando el
número de entradas femeninas por motivos de estudio, se observa un discreto
aumento en términos absolutos, pero se traduce en un drástico descenso en
términos porcentuales con respecto al total de permisos entre 1992-2003. De modo
que se ha pasado de 8.996 permisos femeninos de residencia en 1992 por motivos
de estudios (y de ellos 4.853 eran solicitudes de países con fuerte presión
demográfica) a 21.248 permisos por el mismo motivo y sexo en 2003. No obstante,
en realidad, debido al significativo crecimiento del número de inmigrantes en la
última década, la causalidad debida a los estudios ha reducido su incidencia
pasando de ser el 3,47% del total al 2,92% (en el supuesto de nacionalidades de
fuerte presión demográfica ha pasado de representar el 3,1% al 2,37%) (ISTAT,
2004). Las limitaciones de esta fuente para contabilizar a las jóvenes que
eligen Italia para continuar sus estudios son importantes, pues sólo refleja a
la parte de las mujeres que acuden al país para incrementar su formación, que
son un porcentaje muy limitado y no incluye las cifras de las menores de edad,
ni tampoco de todas aquellas universitarias que animadas por el nuevo escenario
de convergencia educativo de la UE continúan de manera temporal sus estudios en
otro país miembro de la Unión, sin necesidad de haber cambiado su lugar de
residencia legal, ni haber efectuado una solicitud de residencia en el lugar de
acogida.
Acudiendo al último censo puede extraerse una primera comparación entre el grado
de instrucción de la población femenina residente total y la extranjera.
Examinaremos a través de un gráfico (Gráfico 5) el nivel educativo de la
población extranjera femenina según su edad. En el Censimento 2001 los grupos de
instrucción que se recogen son: licenciatura; diploma universitario o terciario
de tipo no universitario (a los que hemos agrupado en un mismo grado:
instrucción universitaria); diploma de escuela secundaria superior; diploma de
escuela media inferior o formación profesional (que hemos denominado educación
secundaria); diploma de escuela elemental (primaria); alfabetos sin escolarizar
y analfabetos (ambos agrupados como estudios inferiores a la categoría de
primaria).
Gráfico 5: Nivel educativo de las mujeres extranjeras e italianas
Fuente: Censimento 2001. Elaboración propia.
La presencia de extranjeras con un alto grado de formación que se observa en el
(Gráfico 5) matiza el estereotipo de la inmigrante sin formación escolar. Imagen
que en Italia era hasta cierto punto cierta en las fases previas al periodo de
inmigración masiva (años setenta) con las mujeres procedentes de las
ex-colonias. Por lo general, las mujeres con alta cualificación que han emigrado
al extranjero provienen de dos contextos: de un lado están las clásicas áreas de
origen del flujo migratorio, países en vías de desarrollo; del otro lado las
provenientes de los países desarrollados. En el primer caso, los migrantes
provienen de zonas económicamente desaventajadas en donde la población es
constreñida a emigrar para sobrevivir o ayudar a la familia que permanece en el
país de origen; dicho imperativo hace que acepten trabajos marginales o mal
pagados que reducen sus competencias por debajo de su nivel de cualificación. En
el caso de las mujeres altamente cualificadas y emigrantes de países
industrializados, las motivaciones son aquellas características de una sociedad
desarrollada en donde la mujer ha adquirido un notable grado de emancipación e
independencia en sus decisiones. En el Gráfico 5 también muestra que son las
extranjeras las que, en una cifra muy superior a la población femenina total
poseen mayores cotas absolutas de instrucción inferior a la primaria. El déficit
de educación primaria, o la falta de estudios en la población femenina menor de
14 años revela a un porcentaje de niñas que están sin escolarizar, y el hecho de
que sea inferior al de niños hace suponer que se trata de un problema de
adaptación al nuevo país, no una cuestión de discriminación por razón de sexo.
El gráfico permite comparar la población femenina extranjera e italiana respecto
a su mayor nivel educativo. Es en las edades más jóvenes donde Italia exhibe
porcentajes cuyo grado educativo es superior al de las extranjeras, lo que
delata el avance experimentado en los últimos 20 años (la extensión de la edad
obligatoria de escolarización y la propia difusión de enseñanza entre las
mujeres). Pero en la población de más edad hay varios elementos que conviene
señalar. Primero, que la proporción de mujeres italianas que sólo tienen
educación primaria supera el 50% (54%) en el tramo de edad entre 60 y 64 años, y
si se suma a la proporción de mujeres con formación inferior a la primaria llega
al 66%. En el caso de las extranjeras, el porcentaje además de ser mucho más
pequeño tampoco experimenta la tendencia creciente y clara que se observa entre
las italianas a medida que tiene más años. La tendencia que se observaba en la
educación primaria también se aprecia para la educación secundaria. Entre la
población italiana más joven, de nuevo como resultado de la difusión educativa
las diferencias entre los grupos que poseen un grado de formación secundaria
están muy marcados por la edad, es decir, el mayor porcentaje es inversamente
proporcional a la edad. La población extranjera presenta en las edades más
jóvenes un menor porcentaje que la italiana en mujeres que han conseguido un
grado educativo de secundaria. Pero esta presencia es muy significativa en todos
los cohortes de edad representados y no desciende del 50%. En cuanto a la
proporción de mujeres con estudios superiores universitarios la única edad donde
el porcentaje de italianas y extranjeras presenta un porcentaje similar es entre
25-34 años, en los demás grupos la diferencia siempre es favorable a las
extranjeras.
Comparativamente, la inmigrante también posee un mayor grado de educación al
varón extranjero. Esto se puede observar en la pirámide (Gráfico 6). La mejora
educativa, que por lo general ha beneficiado más a las mujeres en las últimas
décadas, tiene su claro reflejo en la pirámide de edades. Respecto a la
educación terciaria, desde los 20 a los 59 años en cada grupo quinquenal las
mujeres extranjeras poseen una educación superior o incluso muy superior a la de
los hombres. Sólo en los últimos cohortes la tendencia se invierte. En la
educación secundaria, aunque con oscilaciones la pauta dominante también es
femenina. La proporción de mujeres con estudio de este tipo supera a la de
varones a excepción de los grupos de edad 15-19 y 30-44.
Que una mayor proporción de muchachas extranjeras posea un grado educativo
superior a la de los varones encuentra una posible explicación en que su
incorporación al mercado de trabajo es más tardía, por lo que puede acumular un
mayor bagaje educativo. Como veremos más adelante, la inserción laboral
masculina en las primeras edades es muy superior a la femenina, por lo tanto
probablemente interrumpen sus estudios.
El siguiente indicador complementa estas afirmaciones (Tabla 2). A través de un
simple índice de feminización, donde se divide por cada grupo de edad el número
de efectivos femeninos para cada nivel educativo con el correspondiente
masculino. La lectura del cuadro es sencilla: cuando el índice es mayor que la
unidad podemos decir que hay más mujeres que hombres para ese grupo de edad y
nivel educativo. Comparativamente, la mujer inmigrante tiene un mayor grado de
educación que el varón en los ciclos superiores. De hecho en la tabla se observa
claramente como todas las cohortes de edad inferiores a los 60 presentan unos
índices superiores o iguales a la unidad. La situación opuesta la encontramos en
los niveles educativos inferiores, donde las mujeres superan a los varones en
las cohortes de edad más avanzadas.
Gráfico 6: Pirámide de la población extranjera e italiana según edad, sexo y
nivel educativo
Fuente: Censimento 2001. Elaboración propia.
Tabla 2.- Feminización en los diferentes grados educativos según el cohorte de
edad para la población residente extranjera (grado educativo donde el número de
mujeres iguala al de hombres=1)
Fuente: Censimento 2001. Elaboración propia.
Organizaciones como Cáritas han llamado la atención sobre el número creciente de
mujeres que acude a cursos de formación y gestión para poder iniciar su pequeño
negocio (Cáritas 2004). Entre los grupos con mayor iniciativa están las
latinoamericanas, chinas, eslavas, croatas. Junto al grado educativo que posee
la emigrante, también es determinante el proyecto migratorio elegido. Aquellas
inmigrantes con perspectivas de una integración definitiva en la nueva sociedad
tendrán mayores expectativas a la hora de mejorar su formación o sacarle un
mayor rendimiento que aquellas que incluso por cercanía geográfica con su país
de origen ven la etapa inmigratoria como una elección corta y definida.
Si seleccionamos del censo del 2001 las 10 primeras nacionalidades (población
mayor de 6 años) podemos elaborar un conjunto de gráficos donde observar el
porcentaje de mujeres por nacionalidad y su grado educativo (Gráfico 7). Las
oscilaciones de algunas de las nacionalidades respecto a la media de la mujer
extranjera son importantes aunque también lo son respecto a la propia Italia. De
hecho, lo primero que llama la atención es que el porcentaje de mujeres con
formación universitaria italiana es menor a la media extranjera, que casi la
dobla (7,3% vs. 13,3 %) y bastante inferior a las mujeres con formación
secundaria. Esta mayor formación superior de las extranjeras encuentra una
primera explicación en el peso específico de las ciudadanas residentes de los
países de la UE15 (Francia y Alemania), y también del resto de Europa, donde el
caso más significativo sería el de Polonia.
Gráfico 7: Grado educativo femenino de las 10 naciones más numerosas en Italia
Fuente: Censimento 2001. Elaboración propia.
Una formación notable la presentan las oriundas de las Filipinas. Filipinas
siempre se ha caracterizado por presentar un perfil migratorio con un importante
grado de capital humano, concretamente el perfil femenino está fuertemente
especializado en el sector sanitario y educativo. No obstante, y aquí reaparece
la importancia de la contextualización, tales títulos superiores respecto a los
europeos, aunque son parámetros semánticamente iguales, en términos cualitativos
muestran un menor grado formativo . Perú también presenta un perfil educativo
alto. La inmigración femenina procedente de Latinoamérica suele tener un notable
grado de formación. Como hemos visto en las pirámides por edad y sexo es una
emigración fuertemente femenina y joven. Filipinas y Perú se ha caracterizado
por sus cadena migratorias femeninas y la alta instrucción de sus componentes.
Las mujeres con peor formación escolar serían las provenientes de Marruecos, que
exhiben las peores ratios en todos y cada uno de los grupos educativos. Aunque
son países que no se encuentran entre las 10 primeras naciones del 2001, pero sí
poseen una notoria presencia en el total de extranjeros residentes, Senegal y
Túnez también presentan cifras semejantes en la educación, lo que apunta a que
las diferencias culturales todavía tienen un fuerte reflejo educativo.
Las nacionalidades de Albania, Ex.Rep. Yugoslava y Rumania ocupan entre la 4ª y
la 6ª posición de naciones con mayor presencia de mujeres residentes. El perfil
de Albania es bastante cercano al de la mujer media extranjera excepto en el
número de universitarias que sólo es del 7,3%, como la propia Italia. En cambio
Rumania muestra mayores ratios.
3.3.- Breve análisis del mercado de trabajo
La población extranjera en el Censimento 2001 representa el 2,34% de la
población total de Italia ( y el 2,39% de la población italiana). Respecto a la
población ocupada, los extranjeros residentes (ocupados) alcanzan el 3% (3,03%),
siendo la proporción por sexos del 2,78% de mujeres y del 3,19% de hombres. Para
tener una imagen más precisa del volumen de activos por su edad y sexo hemos
elaborado un gráfico (Gráfico 8) con las líneas de actividad, donde se relaciona
(en tanto por cien) a cada grupo de activos con la población de su misma edad y
sexo (ocupados por grupo de edad/total grupo de edad *100), según el colectivo
de referencia (Italia y extranjeros residentes).
Gráfico 8: Población activa y activa ocupada por grupo de edad (%)
Fuente: Censimento 2001. Elaboración propia.
En las edades tanto de entrada como de salida laboral existe una horquilla entre
italianas y extranjeras de ambos sexos. El retraso en el inicio de la vida
laboral de la población italiana (pues la misma pauta se observa en las mujeres
y los hombres) obedece a un mayor período formativo y también al grado económico
de la población y amparo familiar que le permite postergar el inicio de su vida
laboral. Por el contrario los extranjeros – y aquí sí debe especificarse el sexo
– comprendidos entre los 15 y los 19 años presentan una tasa de actividad por su
grupo de edad superior al 40%, lo que revela la motivación económica que subyace
en una parte sustancial de la inmigración. El mayor diferencial radica en las
edades más jóvenes, donde en el inicio de la vida laboral existe un diferencial
de casi 20 puntos y converge de forma paulatina hasta el tramo 30-34 años. Este
nuevo dato es coherente con la juventud de la población inmigrante. En los
hombres una práctica total coincidencia en las tasas de actividad 35-49 años
para nativos y extranjeros, que coincide con los máximos de ocupación (92,9%
para los varones italianos y 94,4% para los extranjeros). A partir de entonces
las evoluciones divergen nuevamente a favor de los extranjeros y la diferencia
de 10 puntos de mantiene constante hasta la salida del mercado de trabajo a
partir de los 65 años.
En el caso de las mujeres hay que destacar varios elementos. Primero, se repite
la característica universal de que la proporción de hombres empleados es
superior a la de mujeres de su mismo origen (italianos y extranjeros). Los datos
insinúan un perfil femenino inmigrante que difiere del masculino, más orientado
al mercado laboral. Alguno de los resultados de las secciones precedentes
ofrecían un cuadro dominante de emigrantes casadas que habían llegado al país a
través de la reunificación familiar, carentes de una motivación laboral propia.
La variabilidad entre las líneas de ocupación femenina es mayor que la
masculina, y las diferencias obedecen a otras causas. Las mujeres extranjeras
más que doblan la proporción de las mujeres italianas cuando entran en el
mercado de trabajo, y al alcanzar la edad de la jubilación, también abandonan en
mayor medida la población activa. En la franja de edad desde los 20-24 a los
45-49 años la proporción de mujeres italianas ocupadas es superior a la de
extranjeras. Esto debe atribuirse a que las italianas han dado preferencia a la
adquisición de formación y que cuando entran en la vida laboral posiblemente lo
hagan en sectores donde se requiere una mayor cualificación que los que emplean
a mujeres extranjeras. La situación se invierte a partir de los 49 donde de
nuevo la proporción de extranjeras activas es mayor, pero las diferencias entre
las dos magnitudes son más suaves. A su vez coincide con los grupos de edad que
no han vivido la incorporación al trabajo habida a partir de los años 70.
Los datos de la baja ocupación de las mujeres extranjeras femeninas son
significativos, sobre todo si tenemos en consideración que la tasa de ocupación
en Italia del 32,01% (frente al 54,82% de los varones en Italia, y la media que
es del 42,94%) [Censo 2001], está entre las más bajas de Europa. Dicha
afirmación debería ser tomada con precaución y sería errado extrapolarla al
momento actual, ya que – como hemos señalado en la primera parte del artículo –
fuera del cómputo censal queda una parte de la nueva emigración acaecida después
del 2001, donde por su procedencia de Europa del Este, y también de América
Latina, tendría más peso la población femenina que trabaja. También debe
señalarse que en la mayor parte de los flujos internacionales se cumple la
característica de que la tasa de empleo de las nativas supera a la de las
extranjeras (ONU, 2005). Y sería en los países de la Europa Mediterránea donde
esta pauta, de darse, estaría más atenuada por la baja incorporación femenina al
mercado de trabajo. Acudiendo a la base de datos de Eurostat, para 2004, la
media de las tasas de empleo femeninas era del 55,7% en los países UE15, y la
proporción aumentaba algo más de un punto para la UE25 (56.8%), pues en el área
que estuvo bajo la influencia del bloque comunistas la presencia de las mujeres
en el mercado de trabajo era alta . En el conjunto de los países mediterráneos
la tasa de empleo femenina italiana es incluso inferior a la media, pues su
45,2% es igualado por Grecia, mientras España y Portugal muestran unos
porcentajes más altos: 48,3 y 61,7% respectivamente .
Por nacionalidades y representando una vez más las 10 naciones más numerosas
vemos que en todas la proporción de mujeres que pertenecen a la población activa
es inferior a la masculina. Así se refleja en el Gráfico 9, donde lo relevante
son las diferencias entre las magnitudes de cada nacionalidad. En un primer
grupo hemos juntado aquellos países que la diferencia en tasas de actividad
entre hombres y mujeres es inferior al 10%: Perú y Filipinas. Como venimos
observando a lo largo del estudio los dos países presentaban similitudes
demográficas y educativas que se han trasladado al plano laboral. También
resulta curioso que si bien hemos estado comentando el fuerte perfil activo de
estas mujeres como grupo migratorio, realmente tengan unas tasas de actividad
inferior a las de los hombres de su mismo grupo nacional. En conjunto ambos
países poseen las tasas de actividad femeninas más altas (un 80,.9% para
Filipinas y un 73,7% para Perú) seguidas a gran distancia por Rumania (62,1%).
Gráfico 9: Población activa total según las 10 nacionalidades más numerosas en
Italia.
Fuente: Censimento 2001. Elaboración propia.
El segundo cluster sería el dominante, donde la diferencia de la población
activa por sexos sería mayor al 20%. En la propia Italia esta diferencia es del
23,5%, cifra muy similar a la que presentan las francesas y alemanas en el país
(en ambos casos una cifra mucho más alta que la de sus propios países de origen)
. Polonia, China y Rumania también estarían dentro de este grupo. A más de 10
punto de distancia estaría la Rep. Fed. Yugoslava donde tan sólo el 44,3% de las
mujeres pertenecen a la población activa frente al 81,3% de los hombres. Los
valores más altos serían los de Marruecos y Albania donde la mujer continúa
desempeñando un rol doméstico como el que ocupa en su país de origen.
4.- Comentarios finales
El análisis que hemos realizado de la población femenina inmigrante se basa en
gran parte en el Censimento 2001, aunque también se ha acudido a la información
disponible sobre los permisos de residencia para la década de los noventa y
otras fuentes de manera muy puntual, todas ellas disponibles al público en
general. La presencia femenina ha sido un elemento muy visible en la inmigración
italiana, puesto que entre los primeros contingentes inmigratorios registrados
en el país eran numerosas las mujeres que acudían a desempeñar labores
domésticas en casas particulares, previamente contratadas por sacerdotes o
antiguos residentes de las ex-colonias a partir de los años setenta. Conforme la
mujer italiana se iba incorporando al mercado de trabajo, también se
incrementaba la oferta de empleo relacionada con el cuidado de la casa y de la
asistencia a ancianos y enfermos, una ocupación poco atractiva para las propias
oriundas por las bajas condiciones retributivas y su sujeción de horarios.
A finales de los ochenta la inmigración en Italia se convirtió en una realidad
palpable y desde el punto de vista gubernativo y social comenzaba a ser obvia la
necesidad de fijar esta población creciente en el tejido social. En los años 90
la entrada por motivos laborales en el país se redujo y se produjo
contemporáneamente un fuerte aumento de las entradas por reunificación familiar.
La evolución de los permisos de residencia por este motivo tiene el
inconveniente de que no recoge la presencia de los niños, pero como
contrapartida puede ser interpretada como una variable proxy de la llegada al
país de mujeres esposadas. Singularizando sólo la entrada en el país por motivos
de “trabajo” y “reagrupación familiar” la evolución ha sido casi que la inversa,
como señalamos en el texto. En 1992 el 45% del total de las entradas era
producido por motivos laborales, mientras que sólo el 30% era por motivos
familiares. En cambio en el 2003 era el 34% por trabajo, pero un 51% por
familia.
Respecto al estado civil de las extranjeras, más del 50% son casadas, mientras
que en los hombres el estado civil dominante es la soltería. Comparativamente
con las mujeres italianas, las extranjeras tienen un menor porcentaje de
soltería. Curiosamente la proporción de separadas y divorciadas es muy similar
al de la media de Italia, alrededor del 4%. Del total de efectivos extranjeros
con una situación de separación, divorcio o viudez casi tres cuartos son
mujeres, lo que demuestra que para un colectivo previsiblemente creciente de
féminas la emigración será – y es – una forma de comenzar una nueva vida,
buscando un modo de lograr el propio sustento y la independencia económica.
En cuanto a las edades, en término medio la población femenina extranjera
residente en Italia tiene una edad de 31,4 años; más del 78% posee una edad
potencialmente activa (esto es, entre 16-64); y entre las naciones dominantes en
el Censimento 2001 en un conjunto considerable de países más del 80% del
contingente femenino se encuentra en este segmento. Las mujeres inmigrantes
presentan un cuadro instructivo superior al de los varones, pero también más
alto que el de las mujeres italianas. Que la población femenina emigrante sea
más instruida, lo que devengue beneficios tanto en la sociedad de origen como en
la de destino [ONU, 2005]. De origen, porque la mujer suele invertir más en la
creación de redes sociales en el lugar de donde proviene, ayudando directa o
indirectamente a que otras mujeres posean no sólo la información sino también
los medios para materializar sus propias decisiones. En cuanto al lugar de
destino, porque aunque la mujer sufra un agudo proceso de descapitalización en
el mercado laboral, aquellas con un mayor acerbo educativo podrán salir con
mayor facilidad de las actividades por excelencia femeninas – sector doméstico y
asistencial -. También poseen un mayor capital relacional y capacidad para
integrarse en la red social. Comparativamente, y respecto de la media extranjera
residente, las diez primeras naciones extranjeras dominantes en el censo de 2001
no ofrecen una clara sintonía con los valores medios instructivos. Una de las
razones se encuentra en la fuerte divergencia geográfica que se parapeta tras
cuadros culturales dispares. La notable presencia de europeos en Italia explica
en parte esta característica, aunque no en exclusividad, como demuestra el alto
nivel educativo mostrado por las mujeres procedentes de Perú o Filipinas.
En el último apartado hemos efectuado un somero análisis de la presencia de la
mujer extranjera en el mercado laboral. Hemos reparado en primer lugar en la
actividad y ocupación de hombres y mujeres tanto extranjeros como italianos. Los
resultados alcanzados coinciden con pautas bastante previsibles para estos
cuatro grupos. En primer lugar, que independientemente de la nacionalidad el
porcentaje de población activa y ocupada es inferior para mujeres que para
varones. Un segundo aspecto a comentar sería que la incorporación de las mujeres
al mercado de trabajo suele ser más tardía al de los varones. Otro elemento a
destacar, pero este ya característico de Italia, es que el diferencial entre la
actividad de la población femenina extranjera y la de las nacionales es inferior
al que se encuentra en otros países desarrollados, por la baja tasa de actividad
de las mujeres italianas.
La nota final con la que deseamos cerrar nuestro artículo quiere mirar hacia el
presente. En la primera parte del texto hemos comentado que una de las
características de la reciente inmigración a Italia era su variabilidad. De
hecho, en los datos disponibles para el 2005 se observan variaciones en la
composición de las 10 naciones dominantes en el país que confirman el
afianzamiento de las naciones que pertenecían al antiguo bloque soviético y una
emergente presencia de los países de América Latina. Como ya se ha visto a lo
largo de nuestra exposición, precisamente estas dos macroáreas se había
destacado por la elevada instrucción de las mujeres y su inserción en el mercado
de trabajo. Cabe por tanto esperar que en un futuro reciente conquisten mejores
posiciones laborales donde poner en práctica sus cualificaciones, lo que
contribuiría también al enriquecimiento de la sociedad de destino.
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