Mónica Reinaldo Espinosa
Investigadora Universidad Complutense de Madrid
mreinald@cps.ucm.es
Resumen: El Magreb experimenta desde hace un par de décadas un proceso global de
transformaciones. La mujer es sujeto activo de estas mutaciones y protagonista
de la dinámica migratoria. La inmigración femenina magrebí en la Unión Europea
se ha convertido en un fenómeno visible. Esta paulatina feminización de los
flujos migratorios provenientes del Magreb se debe a una doble vertiente: el
proceso de reagrupación familiar y la tendencia al alza de la inmigración
femenina “independiente”. La hipótesis principal es que la mejora de las
condiciones sociopolíticas de las magrebíes en sus países de origen ha
potenciado su papel en tres grandes esferas: espacio privado (la familia);
espacio público (el trabajo-instancias de poder); y espacio globalizado
(mediante su inserción en los flujos migratorios. La presencia de las mujeres
magrebíes en el espacio público de los países de acogida es ya un fenómeno
irreversible que provoca una revisión de los estereotipos sobre este colectivo
(madre de familia confinada al espacio doméstico).
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La inmigración, un rasgo definitorio de la sociedad internacional actual
En la actualidad, se observan cuatro grandes regiones de destino donde se
concentran los flujos migratorios: Norteamérica, Europa Occidental, la región
del Golfo Pérsico y el margen occidental del Pacífico. En cuanto a las zonas
emisoras, algunos países de Asia, América Latina y África constituyen el vivero
de la emigración internacional. Asistimos, pues, a una mundialización de las
migraciones ya que el número de países implicados en los flujos es muy elevado.
Por otro lado, la interconexión de las rutas es global.
El enfoque que proponemos para abarcar el fenómeno migratorio desde el punto de
vista de las Relaciones Internacionales es la teoría sistémica. El estudio de
las migraciones requiere de un marco pluridisciplinar. Si bien es cierto que no
se trata de una dinámica de reciente instauración, en las últimas décadas se ha
convertido en un tema ineludible en las agendas de numerosos países y
organizaciones multilaterales, constituyendo una realidad poliédrica que
presenta numerosas variables interconectadas. Como consecuencia de estos flujos
asistimos a una metamorfosis global de las sociedades tanto de origen como las
receptoras, teniendo un impacto inmediato en las relaciones internacionales en
general, en las políticas nacionales y en las relaciones sociales, económicas y
culturales. Asimismo, la creciente globalización , contribuye de forma notable
al aceleramiento y consolidación de la dinámica migratoria. En términos
generales, los países receptores plantean la gestión del fenómeno en términos
económicos y securitarios, descuidándose las políticas de integración que
enfaticen en aspectos sociales. Por último, cabe señalar que las migraciones son
un fenómeno plural y diversificado, tanto por la composición de los flujos como
por las causas que los impulsan.
A pesar del incremento de las migraciones internacionales a lo largo de las tres
últimas décadas del siglo XX , la tendencia actual es, en términos relativos, a
la baja. Sin embargo, el número de países receptores se ha ampliado. Vivimos en
“un mundo poblado por 6.300 millones de seres y caracterizado tanto por
exorbitantes y crecientes disparidades en los niveles de renta y bienestar.” El
60% del volumen total de inmigrantes a escala mundial vive en países
desarrollados, donde, aproximadamente, uno de cada diez habitantes es
inmigrante, frente a uno de cada setenta en los países en vías de desarrollo. La
definición de migrante dista mucho de ser unívoca. En términos generales
migrante es “toda persona que atraviesa una frontera, cambia su lugar de
residencia y tiene una nacionalidad diferente a la del país de acogida”.
Asimismo, la variable temporal juega un importante papel. Ya que, tal y como
apunta CASTLES, “para hablar de residencia es preciso contar con un mínimo de
tiempo que puede variar entre los seis meses y el año”.
Tradicionalmente, el análisis de los movimientos migratorios se restringía a las
líneas de investigación que daban primacía a las causas económicas. En este
sentido, el profesor José Antonio ALONSO aborda el estudio de las migraciones a
través de las causas que se dan en cada momento histórico, sintetizando en dos
grandes corrientes.
- La inicial, denominada explicación neoclásica, justifica los movimientos
migratorios en “una diferencia en la retribución de la mano de obra entre el
país de origen y el de acogida” . La búsqueda de un trabajo que pueda permitir
una mejora en las condiciones de vida económicas del sujeto que migra, se
consolida como el principal motivo para iniciar el proceso migratorio.
- Un segundo razonamiento, de mayor complejidad, fruto de la aleación entre
varios vectores. Esta “multiteoría” asume la existencia de una pluralidad de
razones y formas de iniciar el proceso migratorio. Más allá de la mejora
económica, se hace especial énfasis en la superación de determinadas situaciones
de desigualdad o represión en que se podría inscribir el auge de la inmigración
femenina.
Por otro lado, RAVENSTIN establece las denominadas teorías del push y pull que
sirven para analizar las causas de las migraciones, diferenciando entre:
- Factores de expulsión o de oferta, aquellos que motivan al individuo a emigrar
del país de origen a través de la interacción de elementos endógenos y exógenos.
- Factores de atracción, son los ejercidos en el país de destino.
En un afán de síntesis, se podrían establecer diferentes razones que impulsan a
los emigrantes a dejar su país de origen:
- Estudios: personas que se trasladan a otro país para realizar actividades
académicas o disfrutar de empleos altamente cualificados que no pueden obtener
en su país. En esta última categoría se inscribiría la denominada “fuga de
cerebros”.
- Económicas: ya sea la búsqueda de empleo o la mejora de las condiciones de
vida.
- Persecución política o situación de conflicto en el país de origen. En este
caso, la figura legal a la que se suele aspirar es la de refugiados y asilados.
Nuestro análisis parte de los factores de expulsión, puesto que es la situación
desfavorable en los países del Magreb la que origina dicha emigración. Dentro de
este conjunto encontramos: desempleo o subempleo; tradición migratoria; escasas
perspectivas económicas; disponibilidad de acceso a recursos económicos para
emigrar.
Los flujos migratorios femeninos
Desde principios de siglo XX, se observa una progresiva feminización de los
flujos migratorios. El género, en su interacción con las migraciones, adquiere
en nuestros días una gran relevancia de cara al diseño de políticas migratorias
más efectivas. En la actualidad, el colectivo inmigrante femenino constituye un
vector de estabilidad e integración que no siempre es tenido en cuenta por los
poderes públicos. Es necesario crear políticas específicas de género.
Históricamente, los flujos migratorios tenían un marcado carácter masculino y la
mujer no era sujeto activo de la dinámica migratoria sino que su participación
era pasiva a través de los procesos de reagrupamiento familiar. De este modo, la
decisión de emigrar no les correspondía, tan sólo se esperaba de ellas la
reproducción de los esquemas de la estructura familiar de origen en el nuevo
entorno de acogida. Esta tendencia se ha modificado y, hoy en día, las mujeres
se han convertido en un vector activo de la emigración.
La cuestión migratoria en los países de la Unión Europea donde la concentración
de la comunidad magrebí es importante, constituye un gran desafío en las
relaciones entre las dos riberas del Mediterráneo. La inmigración magrebí
femenina se ha convertido en un fenómeno visible, ha conquistado el espacio
público y es una agente económico, social y cultural, e incluso, aunque en menor
medida, político.
En términos generales podemos distinguir tres fases en la emigración femenina
magrebí con algunas variaciones en función del país:
- Desde la década de los sesenta hasta los años setenta, la inmigración magrebí
será prioritariamente masculina. La mujer magrebí estaba poco presente en este
periodo.
- Durante los años setenta las empiezan a llegar a Europa las primeras mujeres
magrebíes que, por lo general, lo hacen en el marco del reagrupamiento familiar
y rara vez emigran de forma autónoma. A pesar de ello, las mujeres comienzan a
insertarse en el mercado labora de los países de acogida aunque de forma tímida.
- La tercera fase se desarrollo a partir de la segunda mitad de los ochenta y
marca un punto de inflexión en el fenómeno migratorio magrebí, concerniendo de
forma ponderada a la mujer marroquí. Las mujeres emigran cada vez más en calidad
de “entidades económicas autónomas”.
Aunque son diversas las causas que motivan la emigración de las mujeres,
podríamos agruparlas en cuatro apartados: procesos de reunificación familiar;
motivaciones económicas; formación académica; y la situación de represión que
sufren en sus países de origen. Tampoco existe un único patrón sobre el tipo de
mujer que emigra, puesto que la variedad (tanto en su condición jurídica como en
su nivel socioeconómico) constituye la principal característica de este
colectivo, aunque el factor económico sigue siendo cuantitativamente la razón
determinante.
En el plano doctrinal, algunas teorías se han ido consolidando en las últimas
décadas. Una de las más influyentes es la teoría de la nueva economía de la
migración que considera que “la emigración es una estrategia familiar orientada
no tanto a obtener el máximo posible de ingresos, sino a diversificar sus
fuentes con el fin de reducir al mínimo, riesgos como el desempleo o la pérdida
de ingresos o de beneficios derivados del trabajo”. Asimismo, este paradigma
teórico refuerza el papel activo de las mujeres, como actor dinámico dentro las
corrientes migratorias.
La escasez de estudios sobre los movimientos migratorios femeninos supone una
constante hasta la década de los ochenta, en la que se comienza a apreciar un
fuerte incremento del interés de los analistas en respuesta al protagonismo que
las mujeres cobran en el fenómeno migratorio. Tradicionalmente, en cifras
absolutas, el número de hombres inmigrantes superaba ampliamente al de mujeres.
En la actualidad, se aprecia una equiparación en el contingente de ambos sexos.
Asimismo, el incremento de mujeres en los movimientos migratorios atiende a una
mejora generaliza de las condiciones de vida de este colectivo, reflejadas en
mayores cuotas de libertad e igualdad, tanto en los países de destino como en
los de acogida.
El contexto socioeconómico en los países de origen
Los tres países que conforman el Magreb central comparten en la actualidad una
serie de características: poseen un Desarrollo Humano medio (según el Índice de
Desarrollo Humano); la esperanza de vida al nacer sobrepasa los 68 años; la tasa
de alfabetización de adultos supera, en los tres países, la mitad de la
población total, pero sí que se aprecian diferentes niveles: en Túnez, algo más
del 63% de la población está alfabetizada; en Argelia, la cifra ronda el 69%,
mientras que en Marruecos, en el año 2002, tan sólo un 50,7% de la población
estaba alfabetizada. La tasa de crecimiento demográfico en el periodo 1975-2002
oscila entre 2 y 2,5 puntos, y para el ciclo 2002-2015 se prevé una reducción
que situaría la horquilla entre 1 y 1,5. Pese a que estos países del Magreb
destinan una parte importante de su producto interior bruto al gasto en
educación, la tasa de analfabetismo entre adultos sigue siendo elevada,
afectando principalmente a la población rural y a las mujeres.
Desde mediados de la década de los ochenta las economías magrebíes muestran
síntomas de crisis, coincidiendo en paralelo con un repunte de la presión
migratoria. Hemos de puntualizar que los respectivos movimientos migratorios en
cada uno de los países poseen, junto a unas características generales, su propia
idiosincracia. En este sentido, la inmigración argelina a Francia es la más
antigua, comenzando en la segunda mitad del siglo XX en plena lucha por la
independencia y prolongándose hasta fechas recientes. Tanto es así que, en la
actualidad, las segundas y terceras generaciones de origen argelino, que gozan
de plena ciudadanía francesa, constituyen en el país galo un colectivo
importante. En cuanto a la inmigración tunecina, cabe señalar que por lo general
se trata de un fenómeno que se circunscribe en gran medida a las clases medias y
altas, las motivaciones suelen ser de carácter formativo más que económico,
apreciándose, en las últimas décadas, un considerable número de inmigrantes que
se instalan por motivos de disidencia política respecto el régimen de Ben Ali.
El caso de la inmigración marroquí corresponde prioritariamente con las
motivaciones económicas, aspecto que se agrava ante la existencia de una
frontera tan estrecha como son los tan sólo 14 km que separan un Marruecos
pobre, de una España rica.
En el año 2002, la renta per cápita en paridad de poder adquisitivo era, en
Argelia, de 5.760 dólares; de 3.810 dólares en Marruecos y 6.760 en Túnez. La
causa del estancamiento de este indicador y, consecuentemente, en los servicios
que es capaz de promover el Estado, es doble: un fuerte crecimiento demográfico
y un decepcionante ritmo en el crecimiento económico. La tasa de crecimiento
demográfico en los países magrebíes sigue siendo considerable, pese a su
drástica moderación en los últimos años, pasando de 6-8 hijos por mujer en
1970-75, a 2-3 hijos para el periodo 2000-2005. El crecimiento demográfico
ofrece unas previsiones que lo acercan a la ribera norte estimándose en 1-1,8
para el 2002-2015. En consecuencia, a la luz de estos datos, se deduce que la
transición demográfica en el Magreb se habrá realizado en apenas una generación,
mientras que en los países occidentales llevó más de un siglo.
En lo que respecta al crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB), éste se ha
mostrado insuficiente para generar los recursos exigidos por la presión
demográfica. Las economías del Magreb han crecido por debajo del ritmo de otros
países en desarrollo. El crecimiento se mostró moderado en los años sesenta y
muy fuerte en los setenta, debido a la aplicación de políticas expansivas
amparadas en el auge de los precios de las materias primas. Pero los « excesos
de los setenta se tradujeron en recesión en los años ochenta y, desde entonces,
el crecimiento se muestra muy volátil y aleatorio.(…) En Argelia, el crecimiento
es principalmente tributario de los precios del crudo, mientras que en Marruecos
el peso de la agricultura en la economía somete a ésta a los azares climáticos.
Túnez muestra una senda de crecimiento más sostenida, pero muy dependiente del
ciclo europeo, al igual que pasa con Marruecos.»
Este panorama, un tanto desalentador, se ve compensado porque los problemas de
las economías magrebíes están perfectamente definidos. Sus causas son, en el
largo plazo, el elevado crecimiento demográfico y la falta de acumulación en
cuanto a capital físico y humano; en el corto plazo, los errores de política
económica han propiciado crisis financieras llevando a estos países a adoptar
programas de ajuste estructural muy costosos en términos sociales, de
crecimiento económico y a contraer elevadas deudas externas que siguen
hipotecando su crecimiento. Para contrarrestar este perverso efecto, en la
actual coyuntura, los tres países magrebíes están ejecutando activas políticas
para incentivar la inversión extranjera directa.
A pesar de todos estos problemas, la pobreza absoluta no se manifiesta en el
Magreb de forma tan cruda como en otros países en vías de desarrollo, siendo los
ejemplos más significativos América Latina o el Sudeste Asiático. En Túnez y
Marruecos esta lacra afecta a menos del 2% (México, 10%). Si tomamos como
referencia el porcentaje de personas que sobreviven con 2 dólares diarios,
afecta al 15% de la población argelina y marroquí, en contraposición con el 6,6%
de la tunecina (México 26%).
El desempleo, a pesar de no disponer de cifras fiables, puesto que las
disparidades existentes entre los datos oficiales y los ofrecidos por las
asociaciones son demasiado patentes, se dibuja como otro de los problemas
estructurales de estos tres países del Magreb central. De lo que no cabe duda es
que los niveles de desempleo son sumamente elevados, aunque, en el medio rural,
los datos están mediatizados por la falta de estadísticas, produciéndose varios
fenómenos paralelos: el desempleo encubierto, el sub-empleo y las actividades de
subsistencia. Un rasgo común es que el desempleo se concentra entre los estratos
más jóvenes de la población, siendo el mercado incapaz de absorber la gran
cantidad de jóvenes que demandan su incorporación al mundo laboral, hecho que se
agrava en el caso de un sector sensible como es el femenino, característica no
exclusiva del Magreb. Las tensiones sociales derivadas de esta situación
deficitaria desembocan en una enorme tensión social interna, y parte de este
descontento se canaliza a través de la inmigración.
Desde comienzos del presente siglo se aprecia un mayor dinamismo en el campo de
las reformas macroeconómicas, así como un firme compromiso por implantar
políticas más adecuadas. En Marruecos y Túnez, a pesar de las resistencias de
algunos sectores sociales, se avanza en las liberalizaciones económicas, aunque
lentamente y de manera desigual. Sin embargo, en Argelia, donde la situación de
partida alcanza tientes mucho más intervencionistas, el discurso oficial se
sigue centrando en el fomento de las reformas, aunque se observa la escasa
materialización de las mismas.
En el campo microeconómico la apertura hacia la Unión Europea, en el ámbito
bilateral, y hacia la Organización Mundial del Comercio, en el multilateral,
demanda reformas profundas y dinámicas para hacer más competitivas a las
empresas magrebíes, en una doble vertiente: sus mercados interiores y la
exportaciones hacia otras regiones del planeta. La oportunidad de construir una
Zona de Libre Comercio para el 2010, en el momento presente, ofrece serias dudas
de viabilidad. Sin embargo, sigue siendo una oportunidad única de relanzamiento
de las economías del Magreb.
La pobreza, el desempleo y la incapacidad de los servicios públicos para
absorber el crecimiento demográfico siguen gravitando sobre el futuro económico
de la región, pudiendo contaminar los hasta ahora insuficientes avances en
materia política. Si bien es cierto, que los procesos de liberalización
económica se muestran más dinámicos que los políticos.
Tipología, causas y consecuencias de la emigración magrebí a la Unión Europea
La emigración magrebí no constituye un magma uniforme, constatándose cuantiosas
divergencias en función del país y del estrato social de pertenencia del
migrante. En este sentido, podemos observar un marcado paralelismo entre las
diferencias y desigualdades sociales interclasistas en los diferentes países del
Magreb y la tipología del emigrante. Así, de las clases sociales más altas salen
emigrantes con un elevado nivel de capacitación que han adquirido una buena
preparación académica, al igual que el colectivo de estudiantes, a quienes se
les facilita un visado para completar estudios superiores contando con medidas
de apoyo y cobertura; de las clases medias, saldrían los emigrantes temporales,
que también se conocen con el nombre de trabajadores contratados, ya sea
contando previamente o a posteriori con un contrato. Sin embargo, la mayor parte
de los inmigrantes que ostentan la categoría de irregulares, proceden de las
clases sociales más paupérrimas y tendrán que incluirse, en numerosas ocasiones,
en la economía sumergida de los países receptores, siempre y cuando eviten la
repatriación.
Si bien los flujos migratorios procedentes del Magreb se movían en un principio
por factores de atracción, es decir, por la necesidad de mano de obra demandada
por Europa, en la actualidad, responden prioritariamente a factores de expulsión
o dicho en otros términos, a las condiciones sociopolíticas y económicas de los
países de origen. Podemos afirmar, que los movimientos migratorios actuales
procedentes de la región del noreste africano son consecuencia de la realidad
que en ellos se vive. Los desequilibrios, las desigualdades internas, la
corrupción y las múltiples carencias socioeconómicas hacen difíciles las
condiciones de vida, provocando el fenómeno migratorio. Por cuestiones de índole
histórico-cultural, lingüístico, económico y demográfico , los emigrantes del
Magreb proyectan en la Unión Europea las esperanzas de mejora respecto a sus
condiciones socio-económicas en las que se encuentran inmersos.
Entre los principales factores que permiten explicar el incremento del flujo
migratorio de los países del Magreb hacia la Unión Europea, debemos apuntar :
- Demográfico : la región magrebí se encuentra inmersa en un proceso de
transición demográfica, que contrasta significativamente con el envejecimiento
de la población europea. Asimismo, la presión demográfica interna, no permite la
inserción de estas poblaciones magrebíes en el mercado laboral de sus
respectivos países.
- Económico : los altos niveles de desempleo y las marcadas desigualdades
respecto al nivel de vida europeo, determinan una alta propensión a emigrar.
- Cultural : el pasado colonial magrebí estrechamente ligado a Europa pervive
hasta la segunda mitad del siglo XX, hecho que condiciona la absorción por parte
de Francia (principal potencia colonial en el Magreb) de la práctica totalidad
de la emigración tunecina y argelina en la Unión Europea, así como un porcentaje
importante de la comunidad marroquí. No obstante, España e Italia, países que
también tuvieron presencia colonial en el Norte de África están observando cómo
en las últimas décadas atraen un rápido aumento de los flujos migratorios,
convirtiéndose en países de inmigración.
La mayoría de los autores subrayan que las principales causas de los flujos
migratorios procedentes de esta región norteafricana se localizan
fundamentalmente en la precaria situación existente en los propios países de
origen. En esta línea argumental, « las verdaderas razones para la emigración
masiva hacia Europa no hay que buscarlas en las magníficas condiciones de
trabajo aquí, sino en la desesperación, el hambre o las humillaciones que les
empujan a salir de su país de origen.
Por otro lado, una de las tendencias que se observan en los movimientos
migratorios procedentes de los países en vías de desarrollo como ha apuntado la
OCDE, en su Informe Sobre Las Tendencias de las Migraciones Internacionales , es
la huida de intelectuales (« fuga de cerebros »). A efectos sociales, el costo
más importante para los países de origen es la pérdida de capital humano, puesto
que estos inmigrantes suelen partir en sus edades más productivas. Los
profesionales altamente cualificados optan por el establecimiento definitivo en
territorio europeo, canadiense o norteamericano, donde las condiciones
económicas, sociales y políticas son más favorables.
Los inmigrantes ilegales, que constituyen el colectivo más numeroso, también
conocidos como indocumentados o irregulares, son personas que ingresan en un
país, por lo general, en busca de empleo sin los documentos y permisos
necesarios. En muchos casos, los países de inmigración consienten tácitamente
este tipo de migraciones, ya que permite la movilización de mano de obra como
respuesta a las demandas de la economía sumergida. También participan de este
consentimiento los países emisores, pues constituyen una válvula de escape que
aligera el peso del desempleo, mediante la emigración.
El control de los flujos migratorios provenientes del Norte de África y la
persecución de las redes de inmigración clandestina, se han convertido en una de
las prioridades de las políticas de seguridad tanto de la Unión Europea como de
la política española. La inmigración en su faceta ilegal es una cuestión que
afecta a ambas orillas del Mediterráneo y, en este sentido, es beneficioso
unificar criterios en cuanto al flujo y control de la misma. Tanto los países
emisores como los receptores deben coordinar sus políticas y buscar otras
alternativas, en pro del co-desarrollo y la integración, que ayuden a frenar las
sucesivas oleadas de inmigración clandestina. A pesar de que en los discursos
políticos, ambas incitativas (co-desarrollo e integración) constituyen una de
las líneas prioritarias de las políticas de inmigración, lo cierto es que el eje
central continúa siendo los mecanismos de control. En este sentido, es preciso
profundizar en las tesis que inciden en la emigración como una responsabilidad
compartida entre los países del Norte y Sur del Mediterráneo.
La inmigración legal es positiva tanto para los países receptores de la Unión
Europea, ya que aporta mano de obra, consumo y natalidad, como para los países
magrebíes, por dos motivos fundamentales: puesto que aligeran la carga social
del desempleo y contribuyen al enriquecimiento de las economías nacionales a
través del envío de remesas. En este sentido, las remesas, enviadas por los
inmigrantes legales o irregulares se han convertido en una de las principales
fuentes de ingresos en estos países del Magreb.
Visibilidad de la inmigración femenina magrebí
Durante demasiados años las mujeres aparecen como invisibles en los estudios
sobre inmigración. No será hasta la década de los setenta cuando las migraciones
femeninas comienzan a constituirse en objeto de análisis. En este sentido, se
constata cómo históricamente, en las investigaciones que han explicado los
movimientos migratorios, principalmente desde las aproximaciones neoclásicas y
estructurales, las mujeres ocupaban una posición marginal.
Los estudios académicos sobre mujer-migración, se polarizan en torno a dos
grandes enfoques:
- Aquellos que priman y se centran en la posición de las mujeres migrantes y
trabajadoras establecidas en los países receptores, en interacción con tres
procesos de creación de desigualdades: la clase, el género y la etnia.
- Los que focalizan su atención en las sociedades de origen, buscando
explicaciones de la emigración femenina enraizadas con las estructuras
patriarcales vigentes en las sociedades de origen.
Aunque no ha sido objeto de estudio, hasta fecha relativamente reciente, las
mujeres han tenido un papel protagonista en las migraciones a pesar de las
fuertes restricciones sociales y legales para su movilidad. Será a partir de la
década de los setenta y con mayor dinamismo en los ochenta cuando se observa un
constante incremento de la participación femenina en los flujos migratorios. La
crisis del petróleo de 1973 genera cambios en la organización económica mundial,
que van a favorecer la movilidad femenina.
En el análisis sobre las migraciones en general, y sobre las femeninas, en
particular, han de tomarse en consideración tres escenarios fundamentales: el
contexto y las condiciones de vida iniciales del colectivo objeto de estudio, la
inserción en las sociedades de destino, así como las interacciones existentes
entre el individuo o grupo emigrado con el país de origen y el posible fenómeno
de feedback o retroalimentación, que puede incentivar la emigración de otras
mujeres, pero también provocar el retorno de las migrantes.
En un principio, el proyecto migratorio tenía como objetivo prioritario la
agrupación familiar, pero con el paso del tiempo la realidad se transforma,
teniendo cabida las estrategias individuales femeninas. Las mujeres se hacen un
hueco en los flujos migratorios, no se limitan al papel de meras acompañantes,
ni quedan relegadas al ámbito doméstico, sino que se convierten en protagonistas
activas e independientes del fenómeno migratorio. Dicha mutación de estatus, se
opera mediante la relación con otras mujeres que refuerzan la decisión de
emigrar, así como la aspiración a mejorar sus condiciones insertándose en el
mundo laboral. Finalmente, a través del conocimiento e interacción con otras
realidades (la sociedad de acogida) la emancipación de estas mujeres se
reafirma.
A pesar de la cercanía, el Magreb sigue siendo un área geográfica bastante
desconocida, tanto a nivel de opinión pública como para un amplio sector de los
investigadores sociales. Las migraciones procedentes de esta región del Norte de
África, si por algo se caracterizan es por sus grandes dosis de heterogeneidad :
composición, zonas de procedencia, bagaje cultural, proyectos y estrategias de
inserción. Desgraciadamente se aplica un sentido un tanto reduccionista respecto
a la conplejidad cultural religiosa y étnica del área, primando, en muchos
casos, estereotipos sobre los que se construyen identidades deformadas.
La profesora MARTÍN MUÑOZ, sostiene que « en las representaciones occidentales
sobre el mundo islámico lo que predomina no es tanto la realidad como el
paradigma cultural consensuado que las sociedades occidentales se han forjado
sobre el Oriente árabe y musulmán. Dicho paradigma se crea a partir de una
interpretación culturalista de las sociedades islámicas donde las explicaciones
se basan en visiones esencialistas y etnocéntricas, de manera que se bloquea la
comprensión de realidades políticas y sociales mucho más plurales y cambiantes
de lo que habitualmente parece. »
En el caso que nos ocupa, la emigración femenina magrebí, como ya se ha puesto
de manifiesto, tras un periodo inicial en que la reagrupación familiar era el
objetivo prioratorio, las motivaciones económicas, se convirtieron en una de las
primeras causas generadoras de inmigración femenina. Sin embargo, resulta muy
significativo subrayar que a ésta se ha sumado el deseo de mejorar
profesionalmente y completar la formación, lo que implica un proyecto personal
no sujeto a los condicionamientos de la colectividad. En este sentido, el perfil
de estas migrantes se adecúa a mujeres jóvenes-solteras.
Si nos centramos en el ámbito doméstico de estos países, en una primera etapa,
las mujeres magrebíes han tenido que realizar un proceso de movilidad interna (a
partir de los años setenta), es decir, abandonar el campo e instalarse en la
ciudad. Sin embargo, para muchas de ellas este viaje no se agota en el propio
territorio nacional, sino que deciden atravesar sus fronteras insertándose en
los flujos de migraciones transnacionales.
Las magrebíes, como esenciales transmisoras de los valores de la cultura de
origen, experimentan una serie de paradojas al asentarse en la sociedad de
acogida. La combinación de ambos estilos de vida, puede originar una tríada de
resultados posibles: el predomino de una cultura sobre la otra; la destrucción
de una de ellas; la interacción de ambas, generando esta tercera, reinventada a
partir de elementos autóctonos y foráneos. En este sentido, existen toda una
serie de variables, difícilmente cuantificables, que condicionan la adopción de
uno u otro modelo.
Al abordar el análisis de las emigrantes magrebíes, originarias de unas
sociedades en las que, en mayor o menor medida, siguen vigentes fuertes lazos
socioculturales estructurados a través de la colectividad, resulta esencial, en
un esfuerzo por desentrañar las peculiaridades de esta migración, determinar una
serie de variables:
- La tipología de migración (reagrupación familiar, colectiva, individual).
- La edad y el perfil socioeconómico de la mujer (clase desfavorecida, media,
alta).
- La motivación existente (psicológica, personal o familiar, económicas, trabajo
no cualificado, cualificado, estudios).
- Las condiciones de adaptación en el país de acogida (existencia o no de una
comunidad magrebí asentada, grado de afinidad entre los modelos culturales de
ambas sociedades).
El discurso procedente de algunos sectores políticos y medios de comunicación
sobre la inmigración, en su vertiente negativa, se estructura sobre la
atribución de responsabilidades a este colectivo, culpándole no solamente de la
marginalidad de su propia situación, tanto social como económica, sino de los
déficits propios de nuestro modelo político, social y económico. Y, en este
sentido, se realizan ecuaciones terriblemente peligrosas e inciertas,
estebleciendo relaciones directas entre inestabilidad del mercado laboral,
inseguridad ciudadana, tráfico de estupefaccientes, aumento de la prostitución y
otras lacras sociales, y la inmigración.
En un intento de superación de estas visiones manipuladas y, hasta cierto punto,
manidas, sobre la inmigración en general y, particularmente, la magrebí cargada
de connotaciones especialmente peyorativas, el conocimiento real y profundo del
otro junto con políticas de integración realistas y efectivas constuyen el
tándem privilegiado para racionalizar la inserción de este colectivo en las
sociedades de acogida, abocadas hacia el multiculturalismo. La « integración no
es un proceso unidireccional, según el cual son únicamente los que llegan los
que han de realizar los esfuerzos por integrarse a la sociedad receptora. La
integración implica cambios en todos los actores que conviven en la sociedad, y
también en la normativa, instituciones e ideología de la sociedad receptora. »
Perfil de las magrebíes en el mercado de trabajo
Ante todo cabe reiterar que el colectivo migrante femenino procedente de la
región magrebí adolece de homogeneidad. Por tanto, nos limitaremos a señalar los
rasgos coincidentes en lo que podemos denominar la mayoría. En general, se trata
de una mujer más joven que el hombre en su misma situación. En cuanto al nivel
de instrucción, el analfabetismo está muy extendido. Especialmente, se observa
una carencia de instrucción en las mujeres que emigraron al abrigo de los
procesos de reagrupación familiar. Por otro lado, encontramos un sector de
mujeres que destaca por su elevado nivel de instrucción; suelen ser las jóvenes
de la segunda generación o aquellas pertenecientes a la ola reciente de
inmigración o aquéllas mucho menos numerosas que han continuado sus estudios en
el extranjero y han preferido seguir allí. El perfil más extendido de la mujer
inmigrante magrebí en el mercado de trabajo es el de una escasa cualificación
que la sitúa en la base de la jerarquía con una horquilla de horas de trabajo
muy amplia en los peores turnos. Son en definitiva las menos protegidas y las
más expuestas al desempleo.
Podríamos establecer una clasificación según la inserción de la mujer en el
mercado laboral atendiendo a su estatuto jurídico y social: .las mujeres que
entran de forma clandestina son víctimas de su fragilidad jurídica y ocupan los
empleos más precarios, reciben salarios más bajos y tienen jornadas laborales
más largas; las mujeres de las antiguas oleadas de migración no se diferencian
mucho de las clandestinas en sus desfavorables condiciones de trabajo; las
mujeres naturalizadas se prestan poco al estudio pero gozan de un estatus
laboral más aventajado; la segunda generación se desmarca en lo relativo al
nivel de instrucción y a las aspiraciones más elevadas. Las jóvenes de esta
generación se dirigen sobre todo al sector terciario (comercio, banca…) para las
naturalizadas, los empleos de la función pública también les están abiertos; las
mujeres inmigrantes licenciadas, a pesar de contar con una situación de partida
favorable la actual coyuntura del mercado les conduce, a menudo, a una
descategorización pronunciada y durable; el número de mujeres que ocupan
profesiones liberales y puestos intermedios (investigadores, profesores, cargos
intermedios empresariales…) es relativamente reducido así como en el caso de las
empresarias.
La escasez de datos estadísticos homogéneos dificulta la comparación rigurosa de
la inserción de los respectivos colectivos femeninos magrebíes en los países de
acogida. Sin embargo, atendiendo a los datos disponibles es posible realizar
algunas observaciones que permiten dar una idea global.
La integración de la mujer en las sociedades de acogida a través del empleo
La tasa de actividad femenina difiere en función del país de acogida, siendo muy
elevadas en los países de inmigración reciente -donde la inmigración femenina es
joven, individual y autónoma-, y en los países donde las nuevas generaciones se
insertan en el mercado de trabajo. En Francia, por ejemplo, los datos de la
encuesta de Empleo de marzo de 2000 indican que la tasa de actividad de las
mujeres inmigrantes magrebíes es inferior en cerca de un cincuenta por ciento a
la tasa de actividad masculina (respectivamente 33,7% y 65%).
La mujer magrebí representa cerca de un tercio de los activos magrebíes en
Francia (31,37%). La tasa es sensiblemente mas elevada para las argelinas
(34,83) comparadas con las marroquies (29,50%) y a las tunecinas (26,72%). La
tasa de actividad es mucho mas importante en las naturalizadas, las estadisticas
disponibles por el ano 1990 en Francia (RPG) indican, por ejemplo, que la tasa
era del 52,62% para las marroquies (contra el 29,27% para las que no hayan
optenido la nacionalidad francesa). Esta facilidad de acceso al estatus de
activa para las naturalizadas parece ser comun a las magrebies de los tres
paises y en todos los paises de acogida.
En los Paises Bajos, la tasa de actividad de las mujeres marroquíes no
sobrepasaba el 16% a principios de los noventa. Esta tasa alcanzaba el 23% en
1998. Observar esta tasa por franja de edad permite revelar la debilidad de la
tasa en las mujeres de edad. Dicha tasa puede parecer relativamente baja en
relación a las otras comunidades de inmigrantes. Esta debilidad de la tasa de
actividad en este país tiene raíces culturales. En efecto; la comunidad marroqui
en los Paises Bajos es, en su mayoria, originaria de una de las regiones más
conservadoras del pais : el Rif. Las familias en esta región, cuentan con una
reputación de vivir encerradas en si mismas, al mismo tiempo que están muy
apegadas a los valores del honor encarnados por la mujer, la casa y la tierra/Rif.
Esta misma situación es extensible a un país como Alemania donde la inmigración
femenina es en su gran mayoría originaria del Rif. En estos países las mujeres
marroquíes más emancipadas que se han asegurado su inserción en el espacio
económico pertenecen a las nuevas generaciones o son originarias de otras
regiones de Marruecos.
En Italia, según las estadísticas del Ministerio del Interior las marroquíes son
el colectivo inmigrante más numeroso. Para el conjunto magrebí, los motivos de
inmigración por trabajo representan el 29,1%. Pero lo que toma importancia en
este país de inmigración reciente, teniendo en cuenta que las restricciones
impuestas a la emigración individual, es el reagrupamiento familiar (mas del 70%
de las autorizaciones de estancias).
En cuanto a la distribución por sectores, las mujeres inmigrantes son
consideradas generalmente mano de obra barata, dócil y flexible. Por ello quedan
relegadas a los trabajos típicamente femeninos en la base de la jerarquía de las
profesiones. En la mayoría de los casos las mujeres son abocadas a trabajar en
los sectores informales donde el acceso a las diferentes fuentes de información
y a la ayuda social es limitada lo que las expone a la discriminación, a los
abusos y a la violencia. En términos generales ; se puede afirmar que el sector
que absorbe mas mano de obra femenina, tanto de inmigrantes autonomas o llegadas
en el marco de la reagrupacion familiar es sin duda el terciario. Las
asalariadas son en su gran mayoría reclutadas en los servicios : comercio,
restauracion, trabajos de limpieza y sobre todo los servicios domesticos
(limpiadoras, cocineras, nineras, cuidadoras de ancianos).
En Francia, por ejemplo, según los datos de la encuesta sobre empleo del ano
2000, cerca de 9 de cada 10 mujeres magrebí es inmigrantes son empleadas en el
sector terciario. En particular en los servicios personales y domestico y en los
hoteles y restaurantes. Si la tendencia es al alza del empleo terciario, en la
población magrebí este terciario es más inestable y menos cualificado que en el
caso de la población francesa. En los Países Bajos los datos disponibles ponen
de evidencia igualmente este predominio del terciario. En España, la mayoría de
las marroquíes trabaja en el servicio domestico (67%), como cocineras o
camareras de hotel (10%) o en otros servicios (6%).
La importancia del trabajo doméstico en estos países sobre todo en las grandes
ciudades se explica, como lo señala Pablo Pumares, por el aumento que
experimenta la clase media en España a partir de la década de los ochenta. La
extensión del modelo “pareja moderna con niños” hace que las dos cónyuges
trabajen y tengan un modo de vida que les lleve a contratar empleadas del hogar.
Ya que estas parejas prefieren que sus asistentas se alojen en la casa y como
las españolas “repugnan” ser internas, esto interesa más a las marroquíes que de
este modo se ahorran también el alojamiento.
En Italia encontramos la misma situación. Desde 1990, los visados de entrada en
Italia por motivos de trabajo son entregados casi exclusivamente a lo que
denominamos “asistentes domésticos”. Otra forma de empleo representativa en
Francia y que escapa con facilidad a la reglamentación es la subcontrata. En
este sentido, la demanda de mano de obra femenina aumenta notablemente en las
empresas de limpieza industrial; la prohibición de emplear extranjeros en el
sector público se bordea a través de la subcontrata que no ofrece las mismas
prestaciones sociales a las mujeres empleadas.
Por último, el sector de la prostitución ocupa igualmente a las mujeres
inmigrantes, la existencia de redes de prostitución en las que están implicadas
las mujeres magrebíes y en particular las marroquíes ocupa de vez en cuando las
agendas de los medios de comunicación y es aireado por parte algunas ONGs. Estas
redes abusan de la debilidad del colectivo en función de la feminización de la
pobreza y del desempleo. En cualquier caso, el fenómeno es difícil de evaluar en
términos cuantitativos.
En la práctica se observa una dificultad en la inserción de las magrebíes en el
mercado laboral. Dicha situación plantea la cuestión de las prácticas
discriminatorias. La situación de este colectivo es en términos generales
precaria. El desconocimiento de la lengua, la débil cualificación, la ignorancia
de sus derechos y su débil experiencia política y sindical sitúan a la mujer
magrebí inmigrante en una situación de especial vulnerabilidad. En los sectores
en que están mas presentes (servicios domésticos y hostelería…) el empleo se
caracteriza por un fuerte porcentaje de temporalidad (contratos de una duración
determinada). Los datos disponibles sobre España, por ejemplo, indican que este
tipo de contrato representa el 47% en el servicio doméstico y el 46% en la
hostelería.
En Francia, las mujeres inmigrantes ocupan con menos frecuencia que sus
homólogos masculinos empleos temporales. Por el contrario, ellas son con más
frecuencia empleadas de forma parcial: 42,3% de las mujeres inmigrantes frente
al 31,7% para el conjunto de mujeres activas en Francia.
El trabajo doméstico no favorece la integración en particular en un país como
España en que el estatus de interna limita la esfera pública de la inmigrante,
privándola de la posibilidad de establecer relaciones personales y la condena a
estar sometida, dependiente del resto de los miembros de la familia. Esta
vulnerabilidad cuando se agrava por una situación de ilegalidad obliga a un
número importante de mujeres a trabajar en negro. En términos generales, con la
misma edad, sexo y formación que una nacional, el hecho de ser inmigrante
magrebí y mujer aumenta el riesgo de desempleo.
La adquisición de la nacionalidad parece otorgar relativamente más ocasiones
para encontrar un empleo. De este modo, por ejemplo en Francia se observa una
mejora de las condiciones laborales de las jóvenes surgidas de la segunda
generación que ingresan al mercado laboral con un diploma o una formación
profesional. Ya en 1995, la tasa de desempleo de las marroquíes naturalizadas se
cifraba en 27,17% frente a 43,3% para las no naturalizadas.
Por otro lado, en relación a los salarios, existen pocos datos al respecto. Sin
embargo, parece que el salario que percibe la mujer inmigrante atiende a una
doble discriminación: estratificación sexista y étnica como lo indica la
encuesta realizada en Bélgica. En ciertas regiones, el salario de la mujer
marroquí puede representar apenas el 26% del salario percibido por un obrero
belga, que a su vez representa el doble de lo percibido por su compañera de
nacionalidad belga.
En Francia, el salario medio de los hombres inmigrantes a tiempo completo
representa el 89,9% del salario del conjunto de los hombres a tiempo completo;
para las mujeres esta proporción es del 87,3%. El salario medio de las mujeres
inmigrantes a tiempo parcial, no representa más del 76% de la media percibida
por el conjunto de mujeres que trabajan a tiempo parcial. Sin embargo, según
algunos estudios dichas desigualdades salariales se deben más allá de la
discriminación en función de su calidad de inmigrante, más bien a la
superrepresentación de las inmigrantes en los sectores mal pagados. Entre los
inmigrantes que están en situación de desempleo, las mujeres permanecen mayor
tiempo que el conjunto de la población inmigrante. La media de antigüedad en
situación de desempleo es cerca de 18 meses, es decir, 3,5 meses más que el
conjunto de mujeres.
A pesar del panorama bastante sombrío sobre el lugar de la mujer inmigrante
magrebí en el mercado laboral, este canal de inserción en el espacio económico
ha tenido efectos positivos sobre su condición en el seno de la familia. En
efecto, la inmigración económica constituye un factor de mutación del estatus de
la mujer; de sujeto familiar se convierte en actor económico. Para numerosas
mujeres inmigrantes, la inserción en el espacio económico es la ocasión de
emanciparse de los vínculos y limitaciones que impone la familia tradicional;
los ingresos percibidos constituyen para las mujeres un instrumento de la
conquista de la autonomía. La mujer asalariada ya no depende totalmente del
marido, participa en el presupuesto familiar en la gestión del hogar e
interviene cada vez más en las decisiones importantes.
Más allá del entorno laboral, la comunidad magrebí, en un sentido amplio y la
mujer en concreto hallan en la reproducción de las estructuras religiosas en los
países de acogida un valioso instrumento de inserción, según estudios recientes
elaborados por lo general en el ámbito académico que en contadas ocasiones salen
a la luz pública. La comunidad magrebí halla en la reconstrucción de la
estructura comunitaria religiosa una vía privilegiada para su inserción en la
comunidad de acogida. La relevancia del culto religioso en la comunidad
musulmana lleva a convertir a la mezquita en el primer espacio de socialización
tras las redes familiares, de ahí la proliferación de los espacios de culto en
las zonas de asentamiento de estas comunidades. En la última década asistimos a
un considerable incremento del número de oratorios y mezquitas en España.
Asimismo, se constata una endogamia persistente en este colectivo donde escasean
los matrimonios mixtos que pueden ser la tónica dominante en el caso de otras
comunidades de inmigrantes como son la sudamericana o la de Europa del este.
La comunidad marroquí en España, ¿integración o exclusión?
Del total de residentes extranjeros en España, más de la mitad se asientan en el
arco mediterráneo, un espacio que representa menos de la cuarta parte de la
superficie total de nuestro país. Seis comunidades autónomas: Cataluña,
Andalucía, Comunidad Valenciana, Baleares, Canarias y Madrid, reúnen el 82% de
la inmigración en España. Partiendo del dato de que España registró en el 2002
la mayor tasa de emigración de la Unión Europea , se observa que el 12,5% de la
población de Madrid y Barcelona es de origen extranjero, el 53% de la población
inmigrada son hombres. Cada inmigrante envía de promedio 322 euros mensuales, y
se vaticina que en el año 2010 habrá en nuestro país más de seis millones de
residentes extranjeros, lo que significa el 15% de la población española.
También merece señalarse cómo en España el flujo creciente de inmigrantes
económicos ha provocado un complejo panorama de normas, con continuas
modificaciones que complican la seguridad jurídica, la claridad y la
transparencia del derecho español de extranjería. Los legisladores han optado
por una política de control más que de integración de inmigrantes.
Para España , Italia, Portugal y Francia, el crecimiento de la población y de la
pobreza en la ribera sur del Mediterráneo es particularmente grave: la renta
media per cápita en la orilla norte, en el año 2002, era de 22.047 dólares
frente a los 4.17 dólares del sur. En los últimos veinte años, la población del
Mediterráneo-norte ha aumentado en 7,7 millones de individuos, mientras que la
Sur ha experimentado un crecimiento 56 millones. Las cifras muestran hasta qué
punto será difícil evitar una entrada masiva del colectivo migratorio.
De los tres países del Magreb central, los marroquíes constituyen la comunidad
más extensa de inmigrantes, alcanzando, en la actualidad, cerca del medio millón
de miembros. En contraste, nos encontramos con una representación exigua por
parte de los nacionales de Túnez, que intentando ofrecer una cifra global supera
las mil personas. En una posición intermedia se encuentran los argelinos, cuya
comunidad ronda los 16.000. Es difícil contrastar la homogeneidad estadística en
cuanto al número de residentes magrebíes en nuestro país, existiendo fuertes
variaciones en función de la fuente consultada. Sin embargo, de lo que no cabe
duda, es del volumen del colectivo marroquí. En virtud de su importancia
numérica, focalizaremos en el componente marroquí en los siguientes apartados de
este capítulo.
Los magrebíes residentes en España se dedican, si analizamos las solicitudes de
trabajo presentadas para la regularización de extranjeros en el año 2000 , en un
33% al sector agropecuario; en un 17% a la construcción; en un 13% a los
servicios domésticos; en un 11% a la hostelería; en un 6% al comercio menor; y
en un 19% a otras actividades. Según estas cifras, podemos observar cómo
coinciden con las de otras comunidades de inmigrantes, produciéndose una leve
inclinación hacia los sectores de la construcción y agropecuario. Estudios
recientes realizados por el Centro de Investigaciones Sociológicas y el
Instituto Nacional de Estadística cuyas directrices básicas se mantienen hasta
nuestros días, reflejan que existen determinados sectores económicos españoles,
como el cuidado de ancianos, la construcción, el agrícola o el servicio
doméstico, que se nutren de mano de obra inmigrante, debido a que los españoles
cada vez muestran más reticencias a aceptar estos puestos. La comunidad marroquí
se inserta perfectamente en este panorama.
La población marroquí censada en España es inferior a la suma de la población de
Teruel, Ávila o Segovia. El estudio dirigido por el profesor Bernabé LÓPEZ en el
Atlas de la inmigración marroquí en España, señala que en nuestro país « residen
333.770 marroquíes en situación regular, a los que hay que sumar una cantidad
imprecisa de sin papeles. Con casi medio millón de miembros, cifra que equivale
a los habitantes de Mequinez y triplica los de Cádiz, la de Marruecos es la
segunda colonia extranjera de España ».
Esta amplia colonia de naturales de Marruecos no es fruto de una emigración
paulatina. En 1991, tras el proceso de regularización, el número de marroquíes
documentados ascendía a 64.650 y 8.000 sin papeles. Este dato aumentó, a lo
largo del siguiente lustro, en unas 30.000 personas. Sin embargo, a partir de
1996, coincidiendo con el primer Gobierno del Partido Popular, los datos
empíricos aumentan de forma notable, entre 30.000-40.000 documentados cada año.
A estas cifras hay que sumarle unos 100.000 marroquíes fruto de las
regularizaciones de los años 2001 y 2002, así como añadir la última
regularización del año 2005 con el partido socialista al frente del Gobierno de
la nación.
En disonancia con la opinión general y la imagen difundida por una parte
importante de los medios de comunicación, este colectivo presenta rasgos
bastante heterogéneos, tanto en sus características sociodemográficas como
respecto al estadio de su proceso migratorio. Así pues, los marroquíes se
perfilan como la comunidad más asentada en comparación con las demás. Asimismo,
dicha comunidad es la que posee el mayor número de individuos con permiso de
residencia permanente, multiplicando en los últimos años las solicitudes de
nacionalización.
A pesar de esta heterogeneidad palpable, se podrían establecer algunas líneas
directrices generales en relación al perfil de los hombres marroquíes
inmigrantes en España. El 75% son solteros sin hijos, la mayoría se ubican en
una horquilla entre 25 y 34 años. El 50% trabajaba en Marruecos antes de su
llegada a España, principalmente, en los sectores del comercio, servicios,
construcción, artesanía e industria. Alrededor del 20% no ha completado los
estudios básicos o carecen en su totalidad de formación alguna. La motivación
económica es la fundamental para abandonar su país. Las causas para elegir
España vienen determinadas por la posibilidad de encontrar empleo con facilidad,
la cercanía geográfica y el contar con familiares o amigos en el país de
acogida. Finalmente, cabe señalar que en un alto porcentaje entran de manera
clandestina.
Según el Informe elaborado conjuntamente por el IMSERSO y el Instituto
Universitario de Estudios sobre Migraciones de la Universidad Pontificia de
Comillas, sobre la situación de la colonia marroquí en España , casi una cuarta
parte se encuentran en situación irregular: el 22% de los que trabajan no poseen
contrato , el 25,2% cuenta con un contrato indefinido. La movilidad laboral es
elevada, tan sólo el 44,2% lleva un año en el mismo empleo. Sin embargo, el 40%
no está afiliado a la seguridad social y el 30% no recibe ningún tipo de
prestación vinculada con el trabajo.
Respecto a las zonas donde se encuentran ubicados, Cataluña constituye la región
que alberga un mayor volumen de marroquíes asentados de una forma estables y
aunque Madrid también posee una tasa alta, en este caso, el colectivo se bifurca
entre los recién llegados y los ya establecidos. En cuanto al lugar de
procedencia, se constata cómo el 51% se agrupa en sólo seis provincias de
Marruecos, con una predominancia de las regiones del Norte que engloban el 34%
de estos inmigrantes. De este dato se puede deducir que el factor proximidad es
decisivo, según se puede desprender del mencionado estudio.
Se observa la primacía de las redes sociales respecto a la ubicación geográfica
en el lugar de destino, es decir, la existencia de una constante en el flujo
migratorio, estableciéndose los naturales de una determinada provincia marroquí
en una región española concreta, en la que cuentan con familiares o amigos. En
este sentido, el muestreo corrobora que tan sólo una cuarta parte de los
marroquíes encuestados no poseen ningún vínculo familiar en España (25,5%) y
todos los demás tendrían a sus familiares más próximos (24,4%), a otros
parientes (27,6%) o ambas clases de familiares (22,5%).
En el terreno de las percepciones, los datos recogidos en este estudio diluyen
los clásicos tópicos establecidos. Por lo general, se piensa que el colectivo
marroquí en España es uno de los que mayores problemas de integración afronta,
por cuestiones derivadas de su idiosincrasia social y religiosa. Pero, los
resultados del sondeo apuntan que: entre las amistades más cercanas, en el 87%
se trata de otros marroquíes; el 31,4% expone que también cuentan con amigos
españoles más directos; porcentaje que aumenta hasta el 57% entre los que llevan
más de 10 años en nuestro país. Por otro lado, el 59,7% de los marroquíes
percibe en los españoles una mayor reticencia hacia ellos que respecto a otros
grupos. El 54% cree que los españoles les considera el colectivo que posee más
baja formación y el 52,7% coincide en que son la comunidad peor tratada.
En cuanto a los sectores productivos en los que se insertan, el de servicios
(45,1%) cuenta con el mayor número de empleados; la construcción (26,6%); la
agricultura (16,9%); el sector industrial ocupa el último puesto en esta
clasificación con el 12,6%. En términos generales, la agricultura seguida del
servicio doméstico y la hostelería constituyen los sectores que engloban el
mayor número de trabajadores sin contrato o con temporalidad.
Otro dato significativo que se desprende del estudio, está relacionado con la
vivienda. En este sentido, el 91,6% de los marroquíes entrevistados comparte
vivienda, el 39,2% de ellos con el cónyuge y/o los hijos; el 32,8% con otros
compatriotas; y el 22,1% con otros familiares. Sin embargo, resulta
significativo el número medio de personas por vivienda (3,04), levemente
superior a la media española e inferior a otros colectivos.
Las mujeres inmigrantes marroquíes en España, un colectivo heterogéneo
En contraste con la Europa comunitaria, la dinámica de la inmigración marroquí
en España se caracteriza en las últimas décadas por una masiva feminización. El
Reino Alauita se convierte en un país de emigración femenina desde finales de la
década de los ochenta, dado que, con anterioridad, este tipo de emigración se
encontraba conectada con los movimientos familiares o conyugales. No será hasta
la década de los noventa cuando exista una vinculación directa entre migraciones
femeninas marroquíes e inserción en el mercado de trabajo, aunque previamente
las mujeres que llegaron a través de los procesos de reagrupación familiar
habían ido integrándose, en mayor o menor medida, en la economía nacional, en su
vertiente formal o informal. Este cambio cualitativo, que convierte a las
mujeres migrantes-trabajadoras han contribuido a modificar el esquema migratorio
marroquí.
Históricamente, el esquema social tradicional imperante en Marruecos, junto con
el tipo de demanda de inmigración existente en los países receptores, alentaba
tan sólo a los varones a emigrar, debido principalmente a tres causas:
- Por un lado, los hombres eran los únicos en ser contratados en sectores
predominantemente masculinos (por ejemplo, la construcción).
- En segundo lugar, el modelo de género predominante en Marruecos, que inhibía
el acceso de la mujer al trabajo remunerado, reforzaba este comportamiento
migratorio exclusivamente masculino.
- El cierre de las fronteras desde mediados de los años setenta junto a la mayor
exigencia por parte de los estados en las solicitudes de entrada, favoreció la
reagrupación familiar, marcando el inicio de las migraciones femeninas.
Tres vectores irán convergiendo, en el transcurso del tiempo, de forma paralela:
la Europa del Sur se muestra más permeable a las migraciones ; estos países
comienzan a ofrecer un mercado laboral para el inmigrante más diversificado en
el que encuentran cabida actividades típicamente relacionadas con el mundo
femenino; y la existencia de un proceso interno de movilidad en Marruecos, que
empuja a las mujeres a emigrar a los grandes núcleos urbanos, Casablanca, Tánger
o Rabat, podría ser considerado un paso previo que, para algunas, abre la vía de
la migración transnacional.
Directamente relacionado con la exposición anterior, se constata una estrecha
relación entre la mejora experimentada por las marroquíes en sus derechos
individuales y colectivos, en su país de origen, con el incremento de los flujos
migratorios ya sean internos o internacionales, en su vertiente individual. En
este sentido, desde comienzo de los noventa, las asociaciones de mujeres
demandan mejoras sociales y jurídicas que palien las deficiencias del arcaico
sistema establecido, favoreciendo la toma de decisión y la independencia de este
colectivo tradicionalmente sujeto a la autoridad del hombre, ya sea padre o
marido. La reforma de la Mudawana del 2004, que regula la situación jurídica de
la mujer en Marruecos, consolida esta dinámica convirtiendo a la mujer en sujeto
de pleno derecho.
El Anuario de Extranjería en diciembre de 2002 recoge la existencia en España de
92.167 mujeres marroquíes de un colectivo que supera 282.167. Si tomamos como
referencia los porcentajes de mujeres existentes, en cuanto a la distribución
por provincias, Málaga ocupa el primer lugar, con un 48,02%; Madrid se coloca en
segunda posición, 39,14%; seguida de Barcelona, 35,14%. Si analizamos por
comunidades autónomas, es Castilla León la que encabeza el ranking, seguida de
la Comunidad de Madrid y Andalucía, tal y como se refleja en el siguiente
cuadro.
Los datos empíricos recogidos por el Anuario de Extranjería reflejan una
tendencia constante desde la década de los noventa hasta la actualidad. También
impera una distinción de perfiles entre las tres provincias con mayor proporción
de mujeres: Málaga recibe prioritariamente a mujeres solas; Barcelona responde
al modelo de asentamiento familiar; mientras que en Madrid, se reafirma en el
modelo mixto. En cuanto al lugar de procedencia de estas mujeres, sigue siendo
el norte de Marruecos, con un 34%, la zona emisora por excelencia, a excepción
de Casablanca que aporta un porcentaje del 9,76%.
Siguiendo la misma fuente estadística, la edad media de las mujeres marroquíes
residentes en España se sitúa en los 26 años, frente a los 29 para los hombres.
No obstante, se observa que en Málaga, con una mayor tradición en cuanto a
asentamiento femenino, la media se eleva a 33 años; disminuyendo a 27 en Madrid
y a 25 en Barcelona.
Porcentaje de mujeres marroquíes por comunidades autónomas (2000)
COMUNIDAD AUTONOMA PORCENTAJE DE MUJERES
Castilla León 35,9
Madrid 35,6
Andalucía 33,5
Extremadura 31,2
Castilla La Mancha 30,5
Galicia 26,9
País Vasco 26,8
La Rioja 23,8
Baleares 21,7
Canarias 20,5
Navarra 19,8
C. Valenciana 19,6
Aragón 19,3
Asturias 18,2
Cataluña 16,8
Murcia 14,6
Cantabria 12,2
Fuente : Elaboración propia a partir de datos extraídos
del Anuario de Extranjería
Entre las causas que motivan la inmigración femenina marroquí, se observa una
combinación de factores de naturaleza económica, social y política. La
preeminencia del primer tipo no ofrece lugar a dudas, según se desprende de la
mayoría de los estudios sobre el tema: « El deseo de una mejora en las rentas y
en el nivel de vida determina en gran medida la decisión migratoria. (…) Estas
expectativas de mejora contrastan, sin embargo, con el tipo de trabajos que
realizan una vez que llegan al país de destino.»
La tasa de actividad de las mujeres marroquíes trabajadoras, se asemeja a la de
las españolas, aunque al poseer una estructura de edad más joven su
comportamiento en el mercado de trabajo parece responder a causas más
tradicionales. En este sentido, algunos autores hablan de una doble biografía de
mujeres ya que un grupo significativo, las solteras, se incorporan al mercado
laboral. Este grupo se caracteriza por la autonomía migratoria y sus
comportamientos en el ámbito laboral se asemejan a las mujeres españolas en
situaciones similares. La educación juega un papel determinante en la
incorporación de las mujeres marroquíes al mercado de trabajo, traduciéndose la
relación en, mayor nivel educativo igual a mayor tasa de actividad.
La tasa de paro entre los marroquíes inmigrantes es el doble que la de la media
española, casi el 20% de los activos se encuentran en situación de desempleo,
significando en el caso de las mujeres, una de cada tres. Entre los diversos
colectivos femeninos migratorios son las marroquíes las que se hallan en peor
situación, a excepción de las sudafricanas. En el año 2003, existía una
horquilla de 23.000 a 32.000 marroquíes regulares en paro, siendo la
distribución por sexos el 70% de varones y el 30% de mujeres.
La falacia interiorizada por muchas marroquíes que poseen una alto grado de
formación en el sentido de que los países receptores les van a brindar
oportunidades que les niegan sus propios mercados, está ampliamente extendida
entre esta tipología de inmigrantes. Sin embargo, los países europeos del sur,
con unas dinámicas de mercado poco flexibles y un desarrollo ostensible de las
economías sumergidas, absorben esta mano de obra sin primar su profesionalidad,
relegándolas a actividades tales como tareas domésticas o a subgrupos marginales
del sector servicios.
Unido a las motivaciones económicas se aprecian una serie de razones que motivan
la selección de España como país de destino. En función de esta premisa y del
momento temporal en que se produce la llegada, podemos distinguir dos grandes
grupos:
- Las que se instalan a comienzo de los noventa, obedecen a cuestiones de
carácter jurídico, principalmente el cierre a la inmigración en otros países
europeos.
- Las que llegan hacia finales del siglo XX, priorizan la facilidad que hallan
en nuestro país para encontrar trabajo rápido, principalmente en la economía
sumergida.
Entre otras razones que esgrimen las marroquíes para elegir España como país de
destino, se destacan: la proximidad geográfica; la permeabilidad de las
fronteras de Ceuta y Melilla; el conocimiento del idioma o del país gracias a
españoles allí establecidos; la información recibida a través de los medios de
comunicación; la existencia de redes de solidaridad, ya sea en el ámbito de la
familia o de los amigos.
Uno de los rasgos que estructura el discurso de la inmigración marroquí femenina
es el tema del ahorro vinculado al entorno más inmediato. En efecto, esta
tendencia se articula en tres ejes: contribuir al bienestar económico de los
parientes más próximos, según el concepto de familia extensa marroquí;
materializar aspiraciones de carácter personal, como la compra de una vivienda
en la localidad de origen; invertir en la educación de los hijos. Directamente
relacionado con el tema del ahorro, está el envío de remesas, aunque es
conveniente resaltar, tanto la falta de estudios como cifras reales en función
del género.
Según las últimas encuestas realizadas por el Centro de Investigaciones
Sociológicas (CIS) , la primera preocupación de los españoles es la inmigración,
superando a temas como el desempleo o el terrorismo. Pero si se les pregunta por
la inmigración “aunque la composición de la población inmigrante es muy diversa,
son los marroquíes los más señalados como aquellos con los que tiende a
asociarse la figura del inmigrante, una identificación que ha tendido a aumentar
(41% en 1993 a un 76% en el 2000).”
En el terreno de la integración, las mujeres marroquíes hallan aún más
dificultad que sus compañeros varones. Si tomamos en consideración las fuertes
divergencias entre los sistemas socioculturales imperantes en las dos riberas
mediterráneas y, específicamente, la desigualdad de género, las marroquíes que
llegan a España han de adaptarse a espacios totalmente mixtos y a concepciones
dispares de la feminidad. En este sentido, la brecha cultural resulta más ardua
para estas mujeres acostumbradas a desarrollar unas redes de solidaridad
femenina ancladas, en muchas ocasiones, en el concepto de familia extensa,
imposibles de reproducir en el país de acogida.
Conclusión
En términos generales, los flujos migratorios magrebíes con destino Europa serán
cada vez más mixtos bajo el peso de la creciente feminización de la población
activa y derivado del hecho de que la mujer cada vez esta mas presente en el
espacio publico en sus sociedades de origen. En la dinámica de conquista de este
espacio antaño reservado a los hombres, la inmigración supone una especie de
cúspide que atrae y aterra al mismo tiempo. Especialmente en el caso de las
mujeres que toman la iniciativa individual de emigrar, asuman de forma autónoma
la responsabilidad de su acto y de todos las consecuencias que de ello se
deriven. La inmigración femenina ya sea de forma clandestina o por los circuitos
legales aúna un sustrato común en el que todas las mujeres magrebí son
emigrantes se reencuentras: el ansia de una libertad externa e interna que en
sus países de origen se les niega de forma plena. Los estudios sobre el retorno
de las inmigrantes magrebí es a sus países de origen no están muy desarrollados.
Sin embargo, si bien es cierto que los matrimonios mixtos siguen siendo una
minoría y que la gran mayoría vuelve a contraer matrimonio o bien contrae
matrimonio con un miembro de la misma comunidad que vive también en su mismo
lugar de residencia en Europa o en un tercer país ya sea árabe o Canadá, EEUU...
A pesar de este hecho irrefutable, entre las jóvenes inmigrantes magrebíes
autónomas cada vez es frecuente la opción de la soltería. Dicha opción es un
reflejo de la dinámica que se constata en el interior de los países, donde
asistimos a una reestructuración del campo social que trae consigo nuevos
modelos de organización. Sin embargo, la rigidez de ciertas estructuras arcaicas
dificulta la expresión individual del individuo, su decisión al margen de la
presión del grupo lo que lleva en no pocas ocasiones a retiros voluntarios del
juego social. Estas mujeres, simplemente, deciden quedarse en el banquillo: “no
jugar a los papás y las mamás”. Este fenómeno no es exclusivo de las chicas.
También los hombres asisten a este desgarramiento interno que les dificulta
encontrar su espacio en la sociedad. De un lado, se sienten atraídos por chicas
que podríamos denominar “modernas”, mujeres que pueden convertirse en autenticas
compañeras y juntos contribuir a la superación de las servidumbres de la
tradición, romper tabúes sociales y dinamizar la evolución del sistema
comunitario con el objeto de reportar una mayor satisfacción al individuo en su
especificidad y a partir de esa satisfacción de cada uno de los elementos del
sistema generar una sinergia de bienestar que pueda ser trasladada al grupo /
comunidad en su conjunto. No obstante, a pesar de que un gran número de jóvenes
se sienten atraídos por esta cruzada personal y comunitaria, en un determinado
momento de su vida mantienen relaciones “prohibidas” con compañeras a las que
respetan y admiran e incluso secretamente envidian sintiéndose en cierto sentido
inferiores –aspecto para el que no han sido educados, más bien el contrario-. Es
muy frecuente, para desgracia de la sociedad en su conjunto, que estos héroes de
cartón abandonen a las verdaderas heroínas, las mujeres que han desafiado con
rabia un sistema social que les repugna, jugándose mucho mas en esa rebeldía,
pues el sistema no estigmatiza al hombre, mas bien al contrario tiende a la
benevolencia con respecto a sus actos / debilidades... En tal situación, la
mujer que es abandonada por un “libre pensador de pacotilla” por un Profeta
vacío de contenido, queda en una situación social y psicológica de total
desamparo. En ocasiones tuvo que afrontar la repudio de su familia para poder
vivir su vida en compañía de quien creía su compañero de viaje, en cierto modo
su salvador. Finalmente asume que no sólo no era su salvador sino que ella es
quien intentó salvarle y en el intento se lanzó al fondo del pozo. ¿Por qué las
mujeres están dispuestas a arriesgar la poca seguridad que les ofrece un sistema
en busca de una quimera? El sistema mantiene mecanismos perversos de control
social de las mujeres que a pesar de no estar ya recluidas en el espacio
doméstico, siguen estando recluidas en el patio trasero de la estructura
societal. En el único papel social que están llamadas a cumplir es el de
víctima, bien sea por acción o por omisión, el sistema las castiga: o bien
sucumben a un matrimonio vacío en el que tendrán que asumir el papel que la
sociedad ha diseñado para ellas...; o por el contrario asumen que vivirán solas,
relegadas al ostracismo o siendo el punto de mira de las críticas tanto de
hombres como de mujeres. Por que eres diferente, porque eliges una opción
minoritaria que reporta un daño social y psicológico al mismo tiempo ya que
junto al ostracismo social asumes la amputación de una mitad de tu ser, la que
busca desesperadamente el amor de pareja como la expresión el sentido ultimo de
la vida.
El panorama, pese a no ser homogéneo en todo el mundo árabe musulmán, incluso no
siendo exclusivo de esta región, es desalentador. Ya que las fuerzas
reaccionarias parecen implantarse con fuerza en todas las sociedades. Están
estructuradas. Conforman un frente común sin fisuras. Sin embargo, del lado de
las fuerzas innovadoras no existe una unicidad de discurso, tan solo unas líneas
directrices sobre las que comenzar a debatir. El feminismo tiene muy mala prensa
incluso entre las propias mujeres. Por ejemplo, feministas árabes y occidentales
no siempre han caminado de la mano. En este estudio, consideramos que la mujer
tiene que asumir su papel de responsabilidad para con el desarrollo futuro de la
sociedad. Tiene que desarrollar una actitud preactiva. Ha llegado el momento de
reorganizarse, pero esta vez tenemos que huir de la constitución de guetos, ya
sean de genero o geográficos. Es necesario un movimiento planetario,
aprovechando los instrumentos que nos ofrece la era de las nuevas tecnologías de
la comunicación. La inmigración global a la que asistimos desde hace apenas una
década es un fenómeno que adopta la forma de una espiral multidireccional. La
dinámica se intensificara en los próximos decenios, los flujos dejaran de
atender a lógicas “económicas”. Uno de los fenómenos más recientes, que aún no
ha sido abordado desde el ámbito académico es el de los jóvenes nacidos en lo
que denominamos países desarrollados que, sin embargo, asumen la decisión de
emigrar a países tercermundistas en busca de un sentido profundo que dar a sus
vidas. Persiguiendo ideales, en un deseo de luchar contra las flagrantes
injusticias sociales o simplemente buscando aventuras. Los jóvenes cooperantes,
los erasmus o estudiantes de intercambio en general, los aventureros, los
místicos, los profanos... todos se reencuentran en diferentes puntos del planeta
donde han elegido vivir, donde les ha conducido su búsqueda. Muchos de estos
jóvenes son mujeres, que sufren por la situación en que sus hermanas viven en
los diferentes puntos del planeta. Mujeres que han visto las vejaciones, las
limitaciones a trabes del microcosmos que reinventa la dinámica migratoria.
Mujeres que sufren especialmente por la incomprensión entre los sexos. Mujeres
que desean caminar codo a codo en la construcción de un mundo mejor, más
satisfactorio a todos los niveles. Si en la época “post-huntintong”, el
conflicto se plantea en términos de lucha entre civilizaciones, me atrevería a
afirmar que en el plano macro se trata de una lucha entre religiones que
condicionan determinados modelos sociales, a los que el sistema político es
incapaz de dar respuestas satisfactorias y en el plano micro es una lucha entre
sexos que inhibe una verdadera energía creadora de una dinámica de superación
del conflicto. Se impone, pues, la búsqueda de un nuevo enfoque teórico, que
ayude a superar la fractura entre el sistema político y social de un lado y
entre la mente y el espíritu de otro. En definitiva, la reconciliación de la
política y la religión que en las sociedades musulmanas (aunque no sólo) es el
parámetro fundamental de organización societal. Al menos desde un punto de vista
formal, no entramos a considerar la fidelidad o no individual que reportan las
prescripciones religiosas, partimos más bien del presupuesto de la existencia de
mecanismos que empujan al conjunto de la sociedad a seguir determinados
parámetros de comportamientos. Uno de los factores que avalan la presente tesis
es que uno de los aspectos que estructura la comunidad magrebí emigrada es la
referencia religiosa, siendo el culto uno de los instrumentos privilegiados para
la inserción en las comunidades de referencia previamente asentadas en los
diferentes países de acogida. Sin embargo, ello inhibe o al menos frena la
inserción definitiva en el entorno y la mixticidad siempre portadora de
beneficios en términos sociales y humanos. Es fundamental la implementación de
acciones de genero a todos los niveles y en el caso del colectivo inmigrante
requieren una sensibilización extra tanto los hombres como las mujeres. Ambos
deben aprender los derechos y las obligaciones que se derivan de su pertenencia
en el nuevo entorno que han escogido. Las instituciones publicas han de
implementar acciones encaminadas a apoyar a los inmigrantes en el aprendizaje de
los valores vigentes en las sociedades de acogida sin prejuicio, claro esta del
respeto hacia sus valores comunitarios. No se debe permitir la imposición de los
valores religiosos y en todo momento hemos de velar por la salvaguardia del
deseo individual, por el triunfo y la preeminencia del libre albedrío que no
implica en ningún caso un desapego o una inobservancia de las normas legales que
llevan implícitas una moralidad estándar sobre la que cada individuo o comunidad
(en caso de que su deseo sea organizarse de este modo en función de sus valores
compartidos), esta en su legitimo derecho de desarrollar y profundizar en dichas
practicas acordes con su moralidad siempre y cuando no causen prejuicio grave a
terceras personas implicadas. Los limites deben ser regulados por el sistema
político en su triple calidad de Ejecutivo, Legislativo y Judicial.
La inmigración global es un fenómeno de enorme trascendencia que puede conllevar
consecuencias dramáticas a escala planetaria. Se impone una gestión inteligente
de los flujos migratorios. Consideramos que el discurso sobre el control de los
flujos constituye una falacia pasajera. Ninguna valla, ninguna zanja impedirá
que a quienes no le importa perder lo único que poseen, su vida, siga buscando
un mundo mejor. Tampoco desalentaran los muros, ni las alambradas electrificadas
a aquellos cuya única ansia es buscar un futuro mejor. Valientes, suicidas,
cobardes ha habido muchos en todas las épocas. Pero, para resolver un problema
que afecta a la sociedad internacional en su conjunto y que dadas las
interdependencias a escala global podría generar un colapso definitivo de los
actuales sistemas de organización social, política y económica... ¿contaremos
con auténticos estadistas o profetas?
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