Jorge Isauro Rionda Ramírez
SUMARIO:
El presente trabajo comprende un análisis relativo a la situación financiera de
México en el contexto de la globalización financiera, ante la crisis que el país
presenta por efecto de la ruptura que implica la crisis asiática de finales de
la década de los 90; para lo cual considera las ponencias que fueron expuestas
en el 2º y 3er. Encuentros Internacionales sobre Globalización Financiera
celebrados en los años de 2004 y 2005 vía Internet a través de la plataforma de
la Universidad de Málaga.
PALABRAS CLAVE: Globalización financiera, Crisis asiática, Crisis mexicana,
Efecto dragón, Efecto tequila, Tasas de interés, Tipo cambiario, Inflación,
Crisis, Bursatilización del crédito
Este texto fue presentado como ponencia al
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PRESENTACIÓN:
El presente trabajo deriva del análisis de las ponencias de especialistas
internacionales que han expuesto en los foros abiertos por el grupo de
investigación de la Universidad de Málaga, sobre el tema de la globalización
financiera, celebrados durante los años 2004 y 2005 por vía virtual.
Se eligieron aquellos trabajos que tocaron con especial profundidad las
generalidades de la propia globalización financiera, y las crisis asiática y
mexicana, y que abordan con serio rigor analítico las razones que explican los
problemas que se viven a la fecha en las finanzas internacionales, especialmente
las de naciones en vías de desarrollo.
Estos ponentes y sus respectivos trabajos son los siguientes:
Miguel Carrera Troyano y José Ignacio Antón Pérez , “Reformas, inversión
extranjera, desigualdad, pobreza y crecimiento en América Latina”; Mario
González Arencibia , “La crisis asiática en el contexto de la globalización
financiera”; Armando Klauer, “Las bolsas de valores de Nueva York y su impacto
en la economía mundial”; Ana Lópaz Pérez , “Estudio del Establecimiento de las
PyMES en el extranjero (Principales repercusiones jurídico – tributarias)”;
Carlos Nahuel Oddone , “Mercados emergentes y crisis financiera internacional:
Argentina a la luz de México y el este asiático”; Gonzalo Rodríguez Prada ,
“Supervisión Bancaria y Basilea II: Retos para las Economías Emergentes” y
Walter Fernando Ziffer, “La globalización y su impacto en la economía y finanzas
de la República Argentina” .
Se destaca la ponencia de Mario González Arencibia, la cual aporta más
componentes de interés respecto a la comprensión del trabajo que nos ocupa en
materia de contextualizar la crisis mexicana en la lógica que implica el
globalización financiera.
GLOBALIZACIÓN FINANCIERA
Una de las características más destacables del capitalismo es el carácter
financiero que adquiere el dinero. Medio de transacción, de atesoramiento y
valor numerario para medir el valor de las demás mercancías, el dinero en aparte
es avío de la producción y la iniciativa.
La actual economía mundial observa una alta agilización de los trámites
financieros que rebasan no solo las condiciones geográficas de los mercados
nacionales reales, sino que por otra parte generan su propia geografía virtual.
La integración y la apertura económica que son partes de la lógica del esquema a
nivel mundial basado en la flexibilidad de los procesos productivos, parten de
una plataforma virtual que garantizan que los componentes simbólicos de la
economía financiera avíen los traslados de capital de un hemisferio a otro.
El porceso de globalización financiera afecta tanto las finanzas macroeconómicas
de los países, como a nivel empresa las propias finanzas corporativas. Como lo
sostiene González:
En términos generales la globalización de la economía, representa un proceso
macroeconómico y microeconómico de interacción dinámica entre jerarquías y
mercados, que se caracteriza por crecientes interdependencias entre países,
firmas e industrias. La misma relaciona organizaciones corporativas y mercados
integrados en todo el mundo. Desde el punto de vista de este trabajo, el
fenómeno que tipifica este proceso es la globalización financiera, la que
representa un proceso dirigido a la unificación del mercado financiero mundial
desarrollándose el continuo y más fluido comercio de capitales, por parte de
agentes, que consideran las operaciones financieras nacionales e internacionales
como parte integral de su actividad.
La aparente unificación de los mercados financieros nacionales en uno solo
mundial, es en gran medida también la anexión de las finanzas nacionales a un
mismo esquema económico global que es el de la producción flexible, así como la
subsunción de los sistemas financieros de las naciones en vías de desarrollo a
los intereses de las naciones altamente industrializadas y quienes controlan las
directrices de esta globalización financiera, donde se subordinan los mercados
locales a los intereses de transnacionalización del capital productivo y
mercantil. Abundando sobre esto hace mención González de:
Otra de las características centrales de la globalización financiera, es que
representa en lo fundamental, el conocimiento a bajo costo de la evolución y
comportamiento de los mercados financieros internacionales, de forma que los
recursos e intermediarios financieros alimentados por las discrepancias
nacionales en los rendimientos, han adquirido libre movilidad para dirigirse y
ubicarse prácticamente en cualquier mercado del mundo, de manera casi
instantánea.
Esto es que la globalización es parte de la generación de información a escala
mundial que nutre la toma de decisiones en las distintas carteras de inversión
que las corporaciones transnacionales requieren para anexar ventajas
competitivas regionales a sus esquemas de producción a nivel regional.
En esto, es importante destacar que finalmente la globalización financiera viene
a reconfigurar la estructura económica tanto internacional, como las regionales,
nacionales y locales, en razón a la eficiencia empresarial en los mercados que
en cualquiera de las instancias de su operación, finalmente responden a las
necesidades de capitalización de las empresas transnacionales, y donde las
estructuras económicas nacionales se modifican en razón de la mejor localización
productiva en una geografía que paulatinamente atiende en su oportunidades a los
intereses del capital internacional financieros a favor de la eficacia de las
corporaciones.
Al respecto sostienen González que:
Entre las principales determinantes de la globalización financiera se consideran
las de carácter estructurales, incluyendo los aspectos económicos, tecnológicos
y regulatorios. En el primero, se ubica al shock petrolero de 1973 como uno de
los más influyentes, el cual, contribuyó a transformar el sistema económico y
financiero mundial. Uno de los cambios más importantes de este sistema, se sitúa
en la variación de la dirección de los recursos mundiales, generando un proceso
inflacionario mundial. Esto trajo como consecuencia un incremento de la
volatilidad de las tasas de interés. A partir de los hechos señalados, surgió la
necesidad por parte de los inversionistas e intermediarios financieros, de
nuevos instrumentos financieros y mecanismos de operación para reducir sus
riesgos.
La emergencia de los esquemas de producción flexibles originados en el este
asiático en los años 60 causan en el occidente la profunda crisis financiera de
1971, donde se abandona el patrón de cambios fundado el valor del dólar
respaldado por el oro, por el nuevo y actualmente vigente de tipo fiduciario que
respalda el valor del dinero en su capacidad adquisitiva, dada la creencias en
los símbolos financieros de los tenedores del dinero respecto a su capacidad de
adquisición.
Por otra parte, indica González que:
Los avances tecnológicos en materia de computación y comunicación, se tornaron
en elementos viables del cambio, al hacer más fácil la movilidad de los
capitales, permitiendo en lo fundamental, protegerse de los riesgos, y poder
buscar alternativas de rendimiento en otros países. Por otro lado, la
desregulación financiera y la liberalización de gran parte de los mercados a
nivel mundial, favoreció en gran medida ese flujo.
La tecnología polivalente es el componte clave para no solo resolver la
obsolescencia prematura del capital, sino para la liquidación operativa de la
producción respecto a la absorción de sus costos fijos. Las líneas tecnológicas
detonadoras del desarrollo infraestructural son la informática, o tecnología
blanda que establece el software de las administración de la información, y la
electrónica, o tecnología dura que se basa en el desarrollo del hardware
necesario para que se soporte las generación y distribución de la información.
Las redes que son la síntesis de estos dos componentes tecnológicos básicos,
crean la logística necesaria que respalda y por la cual se dan y garantizan las
transacciones financieras en una escala mundial, y sobre todo con la inmediatez
y agilidad que exige la efectiva y eficaz colocación del capital financiero
dentro de una geografía virtual de oportunidades regionales. Transformaciones
que de entrada viene a ser causante de la continua recconfiguración de los
mercados internacionales y de la propia reestructuración económica
internacional.
Las redes financieras basadas en la intranet de los bolsas de valores crearon
una diversidad de productos financieros y derivados de cobertura de riesgo, que
por otra parte hacen operativo y válido el traspaso de la información y símbolos
financieros entre los mercados de distintas orbes. Dichos productos financieros
no solo obedecen a los títulos de propiedad o créditos de las empresas, sino a
servicios financieros y de seguros necesarios para la ágil colocación
internacional de capitales.
Al respecto señala González:
Estas transformaciones ocurridas en las estructuras de los sistemas financieros
y en especial bursátiles, fueron acompañados de la creación de nuevas formas de
operación. Una de las características centrales de las innovaciones ocurridas se
refiere a la aparición de los nuevos productos financieros, los cuales pueden
dividirse en tres categorías: los de transferencia de riesgo-precio,
transferencia del riesgo-crédito y finalmente, los que generan liquidez. Como
resultado de la globalización financiera, se crean enormes desafíos para las
autoridades de los bancos centrales y demás responsables de la conducción de las
políticas bancarias, monetaria y cambiaria. Este fenómeno amplía las
interdependencias entre las instituciones financieras nacionales e
internacionales, al mismo tiempo se tiende a transformar en un factor que tiende
a aumentar el riesgo sistémico.
La globalización financiera es la logística que requiere el capital
internacional para su efectiva y rápida relocalización en las geografías que
aporten ventajas competitivas a los procesos de la producción flexibilizada por
medio de la implementación de factorías maquiladoras. Es un proceso más integro
pues también confiere ingerencias de orden público que tocan al Estado y a sus
funciones. El Estado se reforma para poder amparar los procesos globalizadores
en la producción como en el mercado. La globalización financiera supone por otra
parte la implementación de instituciones financieras que den cabida a la
bursatilización del crédito a nivel internacional.
Sostiene González:
Por consiguiente, la globalización financiera se convierte en el prototipo de la
interacción sinérgica entre progreso técnico, políticas de desregulación y
modelos de organización corporativa, que pueden conducir también al desarrollo
de reacciones contraproducentes. Esto se explica, porque cuando una institución
financiera se ve incapacitada de cumplir con sus obligaciones, puede arrastrar a
otras en una reacción en cadena, hacia una situación de insolvencia que
eventualmente pueda llevar a la quiebra del sistema. Se puede afirmar entonces,
que la globalización financiera representa en sí mismo un fenómeno
contradictorio que puede generar, nuevas fortalezas y oportunidades, y al mismo
tiempo, ocurre la posibilidad de convertirse en un mecanismo transmisor de
vulnerabilidades y de amenazas a la autonomía económica de las diversas regiones
y países.
Hay que añadir que existen algunos factores de riesgo que por tanto deben ser
cubiertos no solo mediante instrumentos de cobertura, sino con instituciones que
garanticen y hagan menos riesgosa la toma de decisiones. Aparte el Estado debe
crear el clima propicio para hospedar el capital foráneo, como respaldarle, así
también otorgarle la seguridad deseada para su buena operación. Las reformas
institucionales son fundamentales para que el Estado se reforme en lo necesario
como para que el capital internacional vea en su geografía tanto oportunidades
como posibilidades de éxito en su colocación y localización. El carácter
especulativo de los mercados financieros internacionales se soporta en algunos
instrumentos tanto públicos como particulares, por lo que surgen las
instituciones financieras especializadas en la atención de la inversión
extranjera neutra.
Los montos de capital que migran de una geografía a otra afectan duramente los
mercados de cambios locales, por ello es necesario contar con sistemas de
cambios flexibles que amortigüen la volatilidad, vulnerabilidad y volubilidad de
los tipos cambiarios ante los flujos de entrada y salida que arbitrariamente se
dan en las bolsas de Valores nacionales, como mercados financieros
internacionales. Las reservas internacionales, sobre todo para las naciones
pobres, no son soporte suficiente como fondo de estabilización cambiaria, menos
aún ante la contingencia económica, por lo que sistemas de cambios rígidos
pueden ser la base para que se de la insolvencia económica y por ello las
rupturas financieras entre los mercados nacionales respecto a los
internacionales. En cambio, los sitemas de cambios flexibles absorben los
cambios abruptos de tipo financiero sin afectar las finanzas nacionales de forma
violenta, hacen las veces de amortiguadores de cambios abruptos restando efecto
nocivo a la volatilidad financiera, especialmente para naciones de desarrollo
incipiente con economías débiles.
Sostiene González:
…El paso de tipos de cambio fijo a flexibles y la integración de los mercados
financieros internacionales, tienden a afectar profundamente el funcionamiento
de la economía mundial y su efecto en la determinación de políticas locales. Los
enormes flujos financieros debido a tasas diferenciales de interés,
comportamiento especulativo e inseguridades políticas, han reducido la autonomía
monetaria local, producido tasas de interés fluctuantes y alterado
significativamente la competitividad de las economías nacionales. Los efectos en
cadena provocados por la crisis financiera en Asia, permiten corroborar los
peligros que cruzan las fronteras del Estado-nación, más allá de las evidentes
ventajas que están presentes en el funcionamiento del actual proceso de
globalización financiera, aún cuando sus ejecutores y beneficiarios están siendo
dirigidos por los intereses del gran capital, poseedores de un enorme poder y
total autonomía de decisiones.
La política económica de las naciones receptoras, normalmente de reciente
industrialización, tienen que adaptarse a las influencias que el exterior puede
imprimirles mediante los montos de capital arribados a sus economías. Cuando
estos son fuertes, no obstante el beneficio que la inversión extranjera les
otorga, de abrupto pueden causar crisis de exceso de liquidez por lo que
conviene, las políticas monetarias, fiscales y cambiarias, se acomoden a ser
componentes de contingencia y blindaje ante los efectos no deseados de la
inversión foránea.
La relocalización industrial a nivel mundial lleva el sentido del centro a la
periferia. Las economías emergentes de reciente industrialización de la
periferia, receptoras del capital foráneo vía préstamos, inversiones directas o
compras de acciones de sus empresas, acomodan sus instituciones como organismos
financieros de tal modo que no solo admitan de la mejor forma la presencia
extranjera en sus mercados financieros nacionales, sino que por otra parte la
acomoden debidamente en su aparato industrial, como mercados locales financieros
en razón de su eficiencia y eficacia, como también en su suministro sano y menos
dañino. Las tasa de interés reales diferenciales entre las naciones son por otra
parte causa de la creación de redes y constante movilidad del capital financiero
en todo hemisferio.
Siguiendo la exposición de González se tiene que:
… Los innumerables beneficios de la globalización financiera, no compensan los
costos del capitalismo volátil a un ritmo suficientemente rápido como para
construir y mucho menos mantener un sólido consenso social en torno a las
políticas que facilitan la integración global. La globalización financiera
condiciona un alto grado de interdependencias entre las diferentes regiones y
países. Este grado de condicionalidad ha sido el presupuesto básico de que los
efectos de la crisis asiática repercutan en los componentes de la economía
mundial.
Los riesgos de la globalización financiera los corren las naciones pobres, con
economías incipientes y débiles, cuyas reservas internacionales no representan
ser un fondo para la estabilidad cambiaria, la solvencia económica y menos aún
ante la contingencia. Son economías que se anexan al esquema de producción
compartida que a nivel internacional las naciones ricas implementan como parte
de sus estrategias de desarrollo, por lo que están sujetas a los vaivenes de las
volatilidades financieras internacionales, y que la mejor manera de afrontarlo
es por medio de sistemas cambiarios libres, que admitan los cambios que en sus
tipos cambiarios puedan darse sin que con ello afecten sus reservas
internacionales. Son economías sujetas a los caprichos de las transacciones
bursátiles arbitrarias cuya lógica es la colocación de capitales en los lugares
cuya rentabilidad real es la más alta, y cuyos riesgos quedan cubiertos, muchas
veces a costa del bienestar de su población.
No todo en el mercado bursátil queda cubierto, tan solo los riesgos de las
corporaciones que realizan las transacciones, pero las naciones receptoras, o
bien emisoras, son las que admiten de uno u otra forma el costo integral de la
inestabilidad financiera que los productos financieros masivos pueden causar en
sus mercados de capitales locales, como estabilidad económica.
Sostiene González que:
El fenómeno observado, indica que las innovaciones financieras y la volatilidad
de los precios de activos como divisas, propiedades, títulos y acciones tiendan
a reducir la estabilidad de los grandes agregados monetarios y el PIB. De esta
manera la globalización financiera hace que los mecanismos de trasmisión
monetaria sean cada vez menos predecibles, lo que tiende a reducir la autonomía
de la política monetaria.
Como tal efecto se tienen las recientes crisis financieras con efectos
internacionales innegables, y sobre todo considerables: la crisis asiática con
su efecto dragón y la crisis mexicana con su conocido efecto tequila. En estas
crisis. incluso las naciones de reciente industrialización tanto asiáticas como
latinoamericanas, con importantes saldos de exportación bruta, caen
continuamente en crisis financieras, y su efecto en el resto de las economías
emergentes cada vez es más significativo, por decir, el efecto tequila, el
efecto samba, el efecto dragón. Efectos dentro de las naciones a donde fluye el
nuevo capital financiero. Las crisis se centran en las naciones captoras de
inversión extranjera directa, su razón es el abuso de los mercados bursátiles
especulativos y la reconversión de pasivos de inversión indirecta a neutra, a
razón de la marginalidad existente en materia legislativa en la globalización
financiera.
Las instituciones financieras nacionales se incorporan, como parte de la
globalización financiera, a instituciones bancarias internacionales, de mayor
capitalización y consolidación en los mercados transnacionales como de Bolsa
Bursátil. Estas alianzas de capital también son nexos con los intereses de
fuerzas corporativas ajenas a los intereses nacionales, por lo que suponen de
otra forma que el sistema nacional de una nación se rige más allá de la política
monetaria local, por políticas de organismos financieros internacionales, los
cuales no son propiamente aquellos de carácter multilateral, como lo es el FMI o
el Banco Mundial, sino de instituciones financieras de las naciones más
capitalistas.
Este corporativo nacional bancario a las instituciones financieras de otras
naciones son la plataforma que sostiene bien la ágil entrada en corto plazo de
montos fuertes de capital, como también la ágil salida masiva de capital de una
economía débil, y con ello, la súbita creación de una crisis profunda de tipo
financiero, quebrando y paralizando el aparato productivo del propio país.
Al respecto indica Rodríguez que:
Un problema que ha ido creciendo en importancia a medida que se ha ido
profundizando el proceso de globalización financiera es la supervisión efectiva
de las entidades bancarias transfronterizas (“cross-border banking”). La
decisión de abrir el sistema bancario doméstico a la competencia de la banca
extranjera puede proporcionar beneficios potenciales importantes al país
receptor, especialmente si el sector bancario local se encuentra devastado tras
una crisis financiera. En ese caso los bancos extranjeros, participando
activamente en el proceso de fusiones y adquisiciones de bancos locales, pueden
contribuir de forma decisiva a la recapitalización del sistema bancario. Dado
que los bancos extranjeros que establecen subsidiarias en las economías en
desarrollo suelen encontrarse entre los más eficientes del país de origen, es de
esperar que su presencia redunde en el fortalecimiento del sistema financiero de
los países en desarrollo. Las filiales de los bancos internacionales podrán
aportar una contribución positiva al fortalecimiento del sistema bancario local
en la medida en que los bancos matrices estén saneados y pertenezcan a sistemas
financieros bien regulados. En ese caso la presencia de la banca extranjera
puede aportar mejoras sustanciales en los sistemas de auditoría, de
contabilidad, de manejo del riesgo de crédito, de supervisión y de transparencia
de sus actividades.
Estos corporativos bancarios son a su vez plataforma de las naciones ricas para
movilizar sus capitales no solo en la mejor colocación geográfica de los mismos,
sino también como elementos de contingentación ante sus propias crisis,
estableciendo mecanismos mediante los cuales las crisis de los ricos se
trasladan a lo pobres para que, finalmente, éstos absorban los costos de las
mismas. Caso concreto fue la crisis financiera de 1971 y la del petróleo de
1973, ambas que marcaban para los estadounidenses la crisis del sistema
económico que ellos encabezaron: el fordismo. Misma crisis que resolvieron
reacomodando el sistema financiero internacional mediante la acreditación de
deuda a las naciones que resistían la crisis que ellos mismos ocasionaron, y
cuyo fundamento fue liquidar el déficit persistente de la cuenta corriente de
las naciones como los Estados Unidos de América, con la captación de recursos
vía incremento de las tasas de interés de los adeudos de las naciones pobres,
cuya captación causaba un saldo positivo en su balanza de capitales.
La crisis del fordismo estadounidense se resolvió a fines de los 70 con la
colocación de deudas en el tercer mundo, un cheque en blanco que sostuvo el alto
nivel de vida de esta nación a costa del empobrecimiento sistemático de las
naciones deudoras.
Es por ello que la globalización financiera representa un gran reto al sistema
financiero tanto internacional, como aquellos nacionales, en la búsqueda
procurar un proceso de globalización armónico, justo y estable. Las crisis que
se dan a efecto de la globalización económica laceran terriblemente las
debilidades económicas de las naciones en vías de desarrollo, como exhiben las
fortalezas de las misas, por lo que son estas crisis financieras las que
reconfiguran las estructuras económicas de las naciones.
CRISIS ASIÁTICA
La globalización financiera es causal evidente de las crisis financieras
regionales, especialmente la asiática, la cual se propagó a nivel mundial a
razón de la consolidación en materia de tecnología en comunicaciones. Crisis de
la cual González menciona:
… el desarrollo de la crisis asiática y su efecto expansivo, como resultado de
la mezcla de múltiples factores que tienen como eje articulador a la
globalización financiera, la cual se inscribe en la nueva fase del capitalismo
transnacional que tiende a dinamizarse con énfasis en la década del 70,
adquiriendo rasgos específicos en los años noventa a través del desarrollo del
capitalismo en profundidad y en extensión, lo cual tiene como base los factores
de la Revolución Científico Técnica, que en las condiciones del capitalismo se
han revelado bajo una naturaleza compleja y contradictoria.
La crisis asiática presenta rasgos de singularidad que le diferencian de otras
crisis regionales, mismos que deben considerarse respecto a la explicación de
los causales, como efectos, de la misma. Innegable es que la misma es
consecuencia evidente de la globalización financiera y que necesariamente
obedece a factores propios de las economías que componen la región, más sin
embargo repercuten terriblemente en la economía mundial, en especial de las
naciones en vías de desarrollo y con mayor apertura económica.
González explica la respecto que:
Lo primero que tendríamos que acotar, es que la crisis asiática ha tenido
manifestaciones particulares hacia el interior de los países que conforman la
región, sin embargo tiene como rasgo común, que ella es una evidente
consecuencia de la globalización de los mercados financieros internacionales y
de la traducción de sus vulnerabilidades y/o fortalezas hacia el interior de
estas economías.
Las tasas reales de interés como tipos cambiarios flexibles de los países de la
región sensibles a la volatilidad del dólar estadounidense, que es una moneda
vehicular en el sistema financiero internacional, aumentan drásticamente ante la
devaluación de las monedas nacionales ante esta divisa, las mismas que se
sostuvieron durante todo el año de 1997. De esta crisis describe González:
Otro de los efectos de la globalización financiera, sobre los países asiáticos
se refiere a los riesgos derivados de las variaciones de las tasas de interés y
de cambio, motivadas por la interrelación de las diferentes economías con
respecto al dólar. Se puede situar como ejemplo, el período que va entre agosto
de 1996 y agosto de 1997, cuando las monedas de Tailandia, Indonesia, Malasia y
Filipinas cayeron frente al dólar norteamericano, aumentando a altos niveles la
tasa de interés a corto plazo para evitar la fuga de capitales, producto del
descenso de sus monedas. De enero de 1997 a enero de 1998, las depreciaciones
nominales en estos países frente al dólar se situaron entre el 40% y más del
75%. Si se tienen en cuenta, los diferenciales de inflación y la evolución del
tipo de cambio efectivo real, se situó entre el 27 y casi el 70%.
Los mecanismo de transferencia de la crisis asiática explicada por la
devaluaciones que se dieron en monedas de las naciones que en la región que son
los principales socios comerciales de los Estados Unidos de América, a razón
lograr competitividad comercial y resultados favorables en las cuentas
corrientes respectivas. Mismas que obligaron a las naciones ricas de América del
Norte como noratlánticas a corresponder con deslizamiento inmediatos ante dichas
divisas, especialmente del yen.
La lucha por la competencia comercial y por lograr superávit comerciales
explican las abruptas devaluaciones de monedas asiáticas, especialmente de
aquellas con mayor apertura y que son socios comerciales de los estadounidenses,
pone en tela de juicio la lógica del sistema monetario internacional que funda
en mucho sus expectativas con base al dólar como moneda vehicular a nivel
internacional. La consolidación del Euro y su fortaleza creciente, causaron un
deslizamiento sostenido del dólar norteamericano ante el euro y el yen.
Paulatinamente las naciones asiáticas vieron perder su competitividad a efecto
de esto, por lo que las presiones de sobrevaluación y competencia comercial
entre ellas mismas por mantener su posición comercial ante los estadounidenses,
causa que dichas naciones decidan devaluar de manera sistemática, general y
significativa sus tipos cambiarios ante la moneda yanqui.
Sostiene González, como se puede ver en el siguiente párrafo, que la crisis
asiática no es más que el resultado de las medidas macroeconómicas que se
implementaron por Estados Unidos a razón de la crisis de mediados y segundo
lustro de la década de los años 80. Las correcciones que significaron la
inminente caída del bloque soviético y el nuevo orden internacional previstas
desde 1989 hacen reacomodos en la estructura económica internacional que
favorecieron a la integración y la globalización financiera en razón del
fortalecimiento del dólar y la libra esterlina inglesa, por lo que durante los
90 la creciente fortaleza del euro y del yen llevan al deslizamiento sostenido
del dólar y a la sobrevaluación de las monedas de naciones de reciente
industrialización en el este asiático.
Más en específico y de forma indicativa González explica al respecto:
Los antecedentes de la crisis asiática se sitúan en la década del 80’ cuando el
gobierno norteamericano con el objetivo de corregir sus desequilibrios
macroeconómicos, en septiembre de 1985 diseña un plan de acción. Este proyecto
se basó en un conjunto de supuestos, destinados a reconocer que los problemas
del comercio estadounidense, eran motivados por políticas, legislaciones y
prácticas comerciales de terceros países que restringían la expansión de sus
exportaciones; estas alteraciones según el gobierno norteamericano,
distorsionaban las áreas de servicios y alta tecnología erosionando gradualmente
sus ventajas comparativas; se identifica que los socios comerciales de EEUU, no
estaban protegiendo adecuadamente los derechos de propiedad intelectual, también
añaden como elemento, que los regímenes sobre inversión extranjera
obstaculizaban los flujos de inversiones y el comercio internacional.
Elemento central para explicar la crisis es el componente de la especulación.
Los futuros como los derivados financieros vieron afectadas fuertemente sus
expectativas ante el comportamiento de la trilogía dólar – euro – yen. Situación
que se agrava con la especulación cambiaria, cuya expresión más específica en
materia bursátil la señala González de manera más precisa:
Como factor extraeconómico, se presenta el carácter especulativo de los mercados
financieros internacionales, efecto propiciado por la globalización financiera a
través de algunos de sus instrumentos. Como ejemplo se pudieran situar los
llamados productos derivados, para el caso del objeto de estudio que nos ocupa,
se destacan los futuros. Este instrumento refleja un acuerdo entre dos
participantes para comprar o vender un activo en una fecha futura y a un precio
determinado, su característica central reside en que el acuerdo entre los
participantes es estandarizado y el precio constituye su única variable. De
hecho el mecanismo señalado, presenta un alto grado de vulnerabilidad, debido a
la posibilidad de que los especuladores pueden hacer variar a su favor los
elementos del contrato. Esta explicación forma parte del consenso de los
analistas de la crisis asiática, considerándola como uno de los detonantes que
provocó la crisis, al ser víctimas de la especulación cambiaria.
En su trabajo González también observa que no es la especulación el fundamento
de la crisis, sino que también jugaron factores internos a las economías
relativos a sus propias finanzas internas, especialmente públicas.
…la crisis asiática, no fue resultado solo de la interacción de factores de
carácter especulativo, en ello estuvieron presentes también, los desequilibrios
de sus indicadores macroeconómicos. Para el caso de Tailandia lugar por donde se
inicia la crisis, se señala que este país ya recogía en sus estadísticas
antecedentes de sus desequilibrios: entre ellos una sustancial apreciación del
tipo de cambio real, desaceleración del crecimiento de las exportaciones, un
abultado y persistente déficit en cuenta corriente, financiado cada vez más con
inversiones de cartera y gran volumen de capital de corto plazo, unido a una
creciente deuda externa…
… La crisis se presenta en dos niveles básicos, uno de alcance regional y otro
de extensión mundial. Sobre el primero se ha opinado mucho, en el caso del
segundo, los análisis todavía son muy discretos y han estado relacionados con
aspectos coyunturales de carácter particular. Una sucesión de hechos manifiestan
este fenómeno, el 2 de julio de 1997 devaluación en Tailandia, a fines de
octubre de 1997 extensión a otros países asiáticos, el 23 octubre ataque
especulativo contra la moneda de Hong kong, 27 de este mismo mes caída del Dow
jones, segunda mitad de noviembre crisis bancaria en Japón y diciembre de 1997
corea devalúa.
Es interesante ver cómo la crisis asiática nace de naciones cuya participación
en la economía mundial es muy modesta, pero el desencadenamiento concadenado de
efectos bursátiles que tuvo la devaluación de sus monedas en la economía mundial
causa la más profunda crisis financiera que se ha dado en las últimas dos
décadas. La dimensión de las economías asiáticas que causaron esta crisis es muy
pequeña, señala González que:
Para examinar el efecto de la crisis asiática sobre la economía mundial tomamos
en cuenta exclusivamente, la evolución de las cinco economías más afectadas
-República de Corea, Malasia, Tailandia, Indonesia, y Filipinas-. Hemos
seleccionado este criterio, a partir de las evidencias de la propia crisis, la
cual, ha estado restringida en su mayor parte a este grupo de países. El
análisis particular de este grupo de países reporta que estos ocupan una porción
relativamente insignificante en la actividad económica mundial: el 3,6% del PIB
mundial, alrededor del 7% del comercio mundial, el 6% de las corrientes
mundiales de inversiones extranjeras directas y el 4% del capital de esas
inversiones, y menos del 4% del crédito bancario internacional bruto.
Así también como la crisis que pudo lograr este pequeño grupo de países
asiáticos, su propia recuperación económica de la crisis implica el aumento del
desempleo en las naciones industrializadas. Su recuperación se basa en la
subvaluación de sus monedas para promover su ventas en el exterior, y con ello
las economías industrializadas verían aumentar sus importaciones de estos países
y con ello el aumento del desempleo en sus propias economías.
Ahora bien debe amarrarse el comportamiento de los deslizamientos de sus monedas
con el mercado internacional del petróleo. Los incrementos observados
recientemente en el precio por barril hacen que estas economías importadoras de
este insumo industrial traten de no abusar de un exceso subvaluatorio que
encarece sus importaciones de este energético. Por lo que se puede decir que el
mercado internacional del petróleo les impone a las economías importadoras del
mismo restricciones financieras al deslizamiento de sus monedas por el costo de
oportunidad que representa el encarecimiento de este insumo tan necesario de
toda su industria.
Contrario, cuando los precios internacionales del petróleo disminuyen, permiten
a la economías asiáticas, como a todas las economías importadoras de petróleo,
un mayor deslizamiento de sus tasas de cambio. Por ello, cuando los precios
internacionales de este energético tienden a bajar, la posibilidades de crisis y
la desocupación para las naciones industrializadas aumentan.
El precio internacional del petróleo es un mecanismo por el cual se puede
controlar los deslizamientos de los tipos cambiarios de las naciones
importadoras de este básico industrial.
Para naciones en vías de desarrollo como México, las alzas del precio benefician
por los ingresos adicionales que aportan a la nación que hace que crezcan sus
reservas internacionales, como bajen sus tasas de interés internas, y aumente su
nivel de empleo y producción. Esto es crezcan. Como a su vez permiten un régimen
cambiario libre y flexible con paridades equivalentes que den blindaje económico
a la economía nacional de las volatilidades de divisas mundiales, y que abren la
posibilidad de comerciar competitivamente, así como competir con las naciones
del medio oriente de reciente industrialización como son la República de Corea,
Malasia, Tailandia, Indonesia, y Filipinas.
La crisis asiática es causa principal a fines de los años 90 del reacomodo de
capitales a nivel mundial. Las naciones tuvieron que reducir drásticamente sus
déficit públicos a razón de poder sostener la estabilidad cambiaria y económica
de sus países.
En gran medida el neoliberalismo también es una corriente del pensamiento
científico económico que adecua la dimensión de las economías al tamaño
apropiado que brinde el blindaje necesario para que las economías puedan
absorber de mejor forma la volatilidad de los sistemas cambiarios, bursátiles a
efecto de la propia globalización del crédito o financiera.
Sobre la influencia de este mecanismo en la economía mundial observa González
que:
Existen evidencias de que la crisis asiática está provocando variaciones en las
corrientes de capitales, lo cual, tiende a reflejar dos direcciones básicas en
el comportamiento de estos indicadores: por un lado se observa una disminución
de capitales, unida a la reducción del déficit público, que tenderá a hacer
bajar más aún los tipos de interés y a fomentar las inversiones y el consumo; y
de otra parte, se refleja la tendencia al alza de los flujos de capital hacia la
economías en desarrollo, particularmente hacia aquellas economías que no han
sido fuertemente impactadas por las turbulencias asiáticas.
El mismo autor aparte considera que la globalización financiera de ningún modo
justifica el fast track que se observa en los procesos de integración económica:
Los innumerables beneficios de la globalización financiera, no compensan los
costos del capitalismo volátil a un ritmo suficientemente rápido como para
construir y mucho menos mantener un sólido consenso social en torno a las
políticas que facilitan la integración global. La globalización financiera
condiciona un alto grado de interdependencias entre las diferentes regiones y
países. Este grado de condicionalidad ha sido el presupuesto básico de que los
efectos de la crisis asiática repercutan en los componentes de la economía
mundial.
Dicha condicionalidad por otra parte significa que lo que sucede en una región
repercute en otras, como un efecto mariposa, donde no solo se diversifica y
amplía como una onda de agua lo que sucede en una economía y repercute en las
demás, sino que tiene un efecto multiplicador del mismo. De esta forma la
sinergia que implica la globalización financiera a su vez presenta un doble filo
puesto que así como se multiplican sus beneficios, lo mismo es cuando se dan las
crisis, se multiplican y expanden por los mismos conductos sus perjuicios.
Lo interesante de todo esto es que las crisis ya no solo se dan por su base
comercial sino por una razón financiera y esto es importante por que, antes en
un sistema de tipos cambiarios rígidos y alto proteccionismo comercial las
crisis provenían de razones comerciales y ahora las crisis las causan las
cuestiones de tipo monetario. Esto implica que la economía real se subordina a
la economía nominal, a la economía simbólica.
Aquí viene a colación lo sustentado por Ziffer:
Es interesante mencionar las ideas de Martín Redrado, que en su libro “Cómo
sobrevivir a la Globalización” expone acerca de la posible inmunidad frente a
una crisis. Redrado sostiene que para que un país se vea libre del contagio de
una crisis internacional, o por lo menos que el efecto de estas sean lo más
benigno posible, debe haber un equilibrio en tres frentes del país plausible de
ser atacado. El Frente Fiscal, el Frente Externo y el Frente Financiero. El
primero nos remite a la salud de las arcas del estado, el segundo a la balanza
comercial y el tercero al sistema financiero. El estudio que hace el mencionado
autor le permitía inferir, que si bien la situación no era excelente en todos
los frentes, se había logrado un avance muy significativo en todos, demostrando
esto que la Argentina ya había logrado cierta inmunidad a los cimbronazos de
varias crisis internacionales (Efecto Tequila, crisis asiática, crisis Rusa,
crisis Turca. El enfoque es realmente muy interesante y valedero para saber si
un país puede soportar los efectos de crisis internacionales. A la luz de los
hechos, es sabido que ninguno de estos frentes pudo sostenerse en el tiempo. Los
déficit fiscales fueron creciendo, la balanza comercial cada vez fue más
desfavorable (el 1 a 1 y la desindustrialización) y el sistema financiero
colapsó. Esto permite formular una conclusión adicional. El mantenimiento
saludable de estos frentes es necesario para que no sólo un país no se vea
afectado por un contagio, sino para que el país no colapse. Lamentablemente, hoy
día el déficit fiscal es enorme, hay cesación de pagos, no hay exportaciones y
no existe la banca. Los tres frentes han colapsado, con lo cual podemos tomar
conciencia de la crisis terminal que estamos viviendo. Además, concordantemente
con las ponencias de Redrado, los argentinos tenemos que rogar porque no ocurra
algún desfasaje en algún país que pueda llegar a transmitir sus coletazos al
nuestro. Estaríamos más cerca del abismo de lo que lo estamos ahora.
El contagio es una posibilidad inherente a la globalización financiera y la
vulnerabilidad a las crisis locales tengan efecto mundial es por otra parte
inminente. Las debilidades que marca Ziffer respecto a los frentes fiscal,
externo y financiero de la economía, o bien el problema de la doble brecha como
le conocemos en México, son la razón de esta vulnerabilidad financiera de
naciones que, integradas al engranaje mundial de los grandes capitales y
corporativos trasnacionales, se vean fuertemente afectadas por las transacciones
que a un nivel bursátil son concebidas. Es entonces que los llamados efectos en
la crisis asiática, mexicana, rusa o turca son necesariamente crisis que se
dieron a razón de los movimientos de capital especulativo a nivel de las grandes
potencias, pero no obstante también los nexos de las grandes capitales
especulativos con los sistemas financieros nacionales de naciones pequeñas y de
reciente industrialización como las asiáticas pueden tener su efecto mariposa.
Según Ziffer:
La crisis asiática tuvo su origen en el frente financiero. El sistema bancario
de Asia, en muchos países, era manejado por personas allegadas a los gobiernos,
con la consecuencia que esto aparejaba a la asignación del crédito. Los bancos
prestaban a empresas amparadas por el gobierno. En Tailandia, por ejemplo, los
créditos que se asignaron, en su mayoría fueron a parar al sector inmobiliario.
Los precios de los bienes raíces se encarecieron artificialmente, la moneda
estaba sobrevaluada y los inversores externos se retiraron, causando sendos
déficit de la balanza de pagos con la posterior depreciación del bath como
método correctivo.
Un caso de cómo esto se viene dando lo explica Ziffer para el caso Ruso donde
indica que los precios de las materias primas que exporta Rusia caen, lo que
disminuye sus reservas internacionales y le obliga a devaluar, lo que desata la
crisis concadenada a otras economías mundiales, como por caso la economía
mexicana. Economías que no cuentan con una situación favorable en ese momento al
ser bajo los precios internacionales del petróleo que causa la rigidez de los
sistemas cambiarios y la incapacidad de respuesta y adaptación de sus economías
a la nueva coyuntura.
CRISIS MEXICANA
La globalización financiera no es otra cosa que la integración financiera, y que
en términos de política económica nacional implica la liberalización de los
mercados financieros y bursátiles, lo que para México desde la administración
salinista (1991) observó cambios importantes a nivel institucional tanto en las
reformas a la Ley para promover la inversión nacional y regular la inversión
extranjera, y en lo normativo en materia de la comisión nacional bancaria y de
valores, abre un gran canal que permite la fuga de capitales de forma masiva.
Fue precisamente en 1982 que el entonces ejecutivo nacional nacionaliza la
banca, con la idea de cerrar los canales por donde el capital se podía fugar, y
otorga al Estado control de sus propios mercados financieros, con la ulterior
apertura, el Estado queda en imposibilidad de actuar ante la autonomía concedida
a los mercados financieros.
Antes de la crisis asiática, el antecedente más importante es la crisis que se
da en México en 1994, misma que marca el inicio a nivel internacional de las
consecuencias críticas y cuestionables de la bursatilización del crédito a nivel
mundial.
La globalización financiera ya ha tenido sus grandes costos como se pueden ver
las crisis que se dieron durante los años 90 a nivel mundial que hicieron
famosos los efectos Tequila, Samba, Dragón, o de los Tres Dragones, por citar
los principales. No obstante el origen es el mismo, la globalización financiera,
sus expresiones guardan algunas singularidades locales.
La crisis mexicana de 1994 tuvo orígenes propios que la desencadenaron, se
explica por los compromisos financieros a corto plazo que significaron 16 mil
millones de dólares que la nación debía liquidar para el mes de marzo de 1995.
En septiembre de 1994 las reservas mexicanas eras de 36 mil millones de dólares,
la paridad cambiaria se sostenía con solo 20 mil millones de dólares por lo que
el pago era viable y no significaba de ningún modo crisis. La cuestión es que el
entonces Secretario de Comercio y Fomento Industrial cambio el precio de algunos
productos básicos fuera del pacto social y económico que se tenía para la
concertación de la política económica del país. Estos errores se cometieron en
diciembre de dicho año, tal como lo señaló el ex presidente de México Carlos
Salinas de Gortari. Un problema que desencadenó una enorme especulación y temor
que ocasionó, dada la apertura financiera del país y el antecedente de la
privatización bancaria en 1992, la crisis cuyo efecto trascendió a nivel
mundial.
Existen nexos operativos entre las burguesías nacionales y las internacionales.
Dichos nexos se dan a nivel bursátil por las conexiones entre los sistemas
bancarios en una esfera internacional. Es por medio de ella que se trasmiten los
capitales de un hemisferio a otro a la velocidad del rayo, y es por esta misma
capacidad de trasferencias financieras inmediatas que de súbito las economías
regionales pueden ser receptoras de capital o bien expulsoras.
Ahora téngase en cuenta la economía que presenta México en los años 80, previa a
la crisis. Las exportaciones mexicanas superar a las importaciones durante el
periodo que va de 1982 a 1989, que abarca el periodo de Miguel de La Madrid,
situación que se sostuvo gracias a un régimen de subvaluación cambiaria y
fuertes recortes fiscales, como pactos económicos de contención de la inflación.
Es importante señalar que el monto de las exportaciones para entonces más del
70% eran ventas de petróleo, y en un 94% iban con destino a los Estados Unidos,
quien para entonces le compraba a México más del 80% de sus exportaciones.
En los siguientes años a la crisis de 1994 la economía mexicana expresa lo que
se llama un déficit desarrollista de 1991 a1995, mismo que es efecto de la
apertura económica, y el TLCAN (1994), la recuperación del 95 al 97 es debido a
las políticas subvaluatorias causadas a razón de la profunda crisis de 1994 y
posteriormente se da de nuevo un periodo de déficit persistente por efecto del
blindaje financiero que mantuvo la paridad del peso respecto al dólar
sobrevaluado.
Lo interesante de lo anterior es que se observa una alta correlación entre ambas
economías, la mexicana observa una economía de soporte a las crisis
estadounidenses, que no es necesariamente el caso de México sino de Iberoamérica
en si.
Si se comparan las tasas nominales y reales norteamericanas, y las
correspondientes a las tasas nominales y reales mexicanas no vemos la siguiente
correspondencia. Mientras en Norteamérica la tasa Prime procura solventar el
déficit de la cuenta corriente recabando dinero de sus deudores, en México las
tasas reales responden a evitar la fuga de capitales como consecuencia del alza
de las tasas estadounidenses, no obstante el déficit de la cuenta corriente
mexicana que se subsana contrayendo deuda externa.
La situación real de las economías Iberoamericanas, especialmente el caso
mexicano, presenta precisamente la situación no deseable para la debida
operacionalidad de la política monetaria, pues sus mercado son altamente
imperfectos y cartelizados, así como una abundante, casi ilimitada, como lo
sostiene Arthur Lewis en su modelo neoliberal, de mano de obra. El resultado
son, como se puede confirmar en la resiente historia económica de Latinoamérica,
modesto crecimiento oneroso por su alta inflación, y empleo a costa de la
pérdida gradual del poder adquisitivo del salario, y con ello la polarización
del ingreso nacional, contrastando cada vez más la distancia entre pobres y
ricos.
La economía mexicana, desde los años 80 al iniciar una transición de un esquema
endogenista, con poca apertura económica, alto proteccionismo y álgido
intervencionismo estatal, a un nuevo esquema exogenista con mayor apertura y
libertad en los mercados, observa como principal deficiencia el implementar
dicha transición económica bajo un régimen financiero fiduciario no solvente,
con fuertes crisis de liquidez internacional (que se traduce en la principal
desventaja comercial de México), lo que conlleva que aún la re estructuración
económica, el nuevo esquema este sostenido bajo una redistribución del ingreso
regresiva. Por lo mismo, se sostiene que el camino a seguir es buscar la
invulnerabilidad financiera que observa un sistema financiero basado en un valor
real no nominativo (la onza troit de plata Libertad), lo que garantiza que la
transición sea viable con estabilidad y crecimiento.
Hubiera sido bueno hacer una revisión de las crisis financieras en México,
revisando las de los años 1982-83, 1985, 1987-1988 y 1994, desde sus causales,
con esto se tendría un apartado importante de comprender que las mismas son el
costo de la debilidad del sistema financiero mexicano basado en un sistema
fiduciario, que ante la apertura bursátil, deja a la merced de los juegos y
caprichos de los mercados financieros internacionales a la economía mexicana,
así como evaluar a través de un modelos de contabilidad nacional del tipo de los
que aplica el Banco de México, qué hubiera sido si la nación ya entonces contara
con la implementación de un sistema monetario basado en la onza troit de plata
Libertad, lo que ejemplificaría las ventajas de este sistema, como indica el
costo (y posibles riesgos futuros), de mantener la liquidez de la moneda
mexicana en el actual esquema. No obstante, tal elucubración merece un
detenimiento que abarcaría un estudio adicional paralelo al presente, que por su
rigor no puede expresarse con la re estricción de 50 cuartillas tope, por lo que
se deja esta consideración a la reflexión del lector, y más que todo, se encona
el esfuerzo a contrastar lo supuesto en líneas anteriores con soporte empírico
suficiente.
La apertura económica del país implica también la apertura financiera, en esto
se tienen dos aspectos considerables: la bursatilización del crédito que
significó la crisis del sistema bancario mexicano, y la apertura financiera
donde se incluyó la inversión extranjera neutra.
Tristemente México es una nación que presenta una atracción a la inversión
extranjera neutra como directa. La primera a razón de la venta de las
paraestatales que ser realiza a nivel bursátil, y la segunda a efecto de la
ventaja de una mano de obra barata, un réginen fiscal preferencial, leyes
ecológicas más flexibles, como un régimen cambiario subvaluatorio. Pero
especialmente en materia ecológica. Existe desde luego una legislación en
materia de ecología e incluso una Procuraduría Nacional del Medio Ambiente, pero
muchas de las empresas maquiladoras que desde 1965 con el programa de la
industria maquiladora de exportación (1965 - 2001), en especial desde 1984 con
al gradual apertura de la economía mexicana a la inversión extranjera (y sobre
todo con la firma del TLCAN el 1º. de enero de 1994), presentan desarrollos de
actividades contaminantes y extenuantes de la riqueza natural del país. Y si
bien no lo hacen de forma directa, si de forma colateral como una externalidad
de sus procesos de producción. El deterioro del medio ambiente sobre todo se da
en las zonas de mayor localización de maquiladoras de inversión extranjera.
El caso mexicano es tipificable del resto de la América Latina, especialmente
aquella América que esta más avanzada en materia de políticas globalizadotas de
apertura económica y libre comercio. Brasil es hoy por hoy la nación con mayor
daño ecológico a su patrimonio natural, le sigue México (Chamboux -Leroux). Así
correlativo a esto Brasil es la nación que más capta inversión extranjera en
cuanto monto anual como acumulado desde 1994. En este mismo correlativo esta
México, como al segunda nación en captar de toda América Latina el mayor monto
anual como acumulado de este tipo de inversión.
Es muy cuestionable el nuevo esquema económico asumido puesto que las
contradicciones internas se están violentando y la formación social mexicana
presenta síntomas de conflicto. Las urgencias se hacen más imperantes y al
parecer aún los grandes avances logrados en la implantación de un modelo de
desarrollo hacia fuera no dan en la dimensión necesaria las soluciones
esperadas.
El grave rezago tecnológico del país se traduce en una fuerte dependencia
tecnológica del extranjero, dominantemente de los Estados Unidos. La falta de
competitividad (Bougrine, 2001) de las exportaciones mexicanas, entre otros
factores, hacen que los términos de intercambio sean desproporcionales lo que
significa déficit perentorios en la cuenta corriente de la balanza de pagos,
finalmente, la disminución de reservas llevan a la nación a un continuo
deslizamiento de la paridad cambiaria ante el dólar, y el aumento del
endeudamiento externo.
La transición económica del país implica la confrontación de intereses
conservadores con los innovadores, la conformación social mexicana presenta
graves problemas que presionan por sus urgencias a una atención inmediata, para
ello la inversión nacional no basta, pero por otra parte, los escasos recursos
son distraídos por lo que se puede llamar la elitización de la inversión pública
al canalizarse a intereses de grupo, comprados (vendidos) al capital,
desatendiendo estas urgencias. Esto es evidente tanto en la social democracia
como en la democracia cristiana, pero en un régimen de gobierno ultraderechista,
la situación se extrema.
El estado mexicano desde la década de los 80 concesiona paulatinamente las
instancias del gobierno a la iniciativa privada, el interés lucrativo de
asimilar los servicios públicos por particulares, muchas veces es ajeno al
interés social y público, esta desincorporación de las actividades del estado
expresan una precarización de los servicios que requiere la población en materia
de educación, salud, asistencia social, seguridad, entre otros servicios.
Prosperan desarrollos de inversión pública en correspondencia a intereses de la
empresa, pero a cambio se abandona la atención de grandes núcleos de la
población, que se subestiman y subordinan a intereses de la acumulación
capitalista. Se tiene entonces un estado mexicano en subordinación de la
empresa, nacional como extranjera.
Queda determinado que el ciclo económico no puede verse sin su conectividad e
interacción de una economía que se explica desde a nivel micro, donde las
interacción de los actores en un marco de eficiencia y competitividad, son
causal de fuerza de reordenamiento y crisis, y necesariamente en este contexto,
las crisis financieras son parte de ello y expresión nominal de cambios en el
seno de las empresas y de la propia economía real. Así entonces, debemos ver las
expresiones empíricas de lo hasta aquí sustentado para con ello, partir de la
evidencia necesaria para un replanteamiento de la necesidad imperante que la
economía mexicana actual presenta para fundamentar sus transacciones reales en
un sistema financiero más sólido, solvente, con liquidez internacional e
invulnerabilidad de la adversidad de los mercados bursátiles internacionales,
como parte de un blindaje financiero para una economía real con apertura y cada
día mayor integración económica al nuevo orden económico internacional.
La inclusión de la inversión extranjera directa en el esquema de desarrollo
nacional en al menos un 90% se canaliza al sector manufacturero que utiliza de
forma intensiva el factor productivo trabajo, por lo que las factorías en que se
materializa este tipo de inversión son en su gran mayoría empresas maquiladoras
manufactureras. Es por esto que en el cuadro 3.6 se presenta la evolución de la
misma para los años 1988, 1993 y 1998, que son años críticos para la economía
mexicana pues en este lapso se centra la crisis financiera más profunda que vive
el país. Con esto se evalúa el efecto en el empleo de las crisis financieras y
permite ver de forma empírica la trascendencia social de vulnerabilidad
financiera a los efectos de los mercados mundiales del capital bursátil.
Para lograr comportar una inflación similar a la de su principal socio comercial
(EE.UU.), la nación tiene que implementar fuertes medidas restrictivas al
crédito y de control monetario. La contraparte es que el crecimiento del ingreso
nacional observa cierta ralentización e incrementos demasiados modestos. El
desempleo es muy alto y hoy por hoy México expulsa a uno de cada 7 mexicanos al
extranjero, especialmente Norteamérica.
El saldos social de este tipo de políticas económicas es la pérdida gradual del
salario real de los perceptores de rentas fijas, por lo que la emigración de
mexicanos al extranjero es ahora el principal aspecto que cuestiona la
efectividad de la política económica para generar un crecimiento acorde a las
necesidades de empleo (crecimiento demográfico), y mejorar la calidad de vida de
los mexicanos.
Con la finalidad de restarle vulnerabilidad a la economía mexicana con un
blindaje financiero se han revisado distintos caminos para lograrlo. Se tiene
que aparte de las propuestas de dolarizar la economía, de indicar el peso al
dólar, anexarnos a un sistema de gobierno monetario regional como lo es el euro,
México analiza la posibilidad de mineralizar la moneda, la cual ya ha sido
experimentada por la economía mexicana. La moneda en un sistema fiduciario como
el adoptado por el acuerdo smithsoniano de 1971 crean una dicotomía en el valor
de la moneda entre un valor real o mineral y un valor nominal. Es deseable que
el valor nominal de la moneda sea superior al valor del mineral que la
materializa, por decir oro, plata o cobre.
Una nación con endeudamiento externo excesivo, insolvente, deslizará su tipo
cambiario de forma continua con respecto al resto de las divisas internacionales
de sus socios comerciales, lo que implica que la devaluación nominal llevará a
un momento en que el valor mineral quede por encima del valor nominal, por lo
que la moneda se destruye, y es necesario re emplazarla por unidades monetarias
materializadas por aleaciones baratas que garanticen una devaluación sostenido
sin que el valor real quede por encima del nominal, y con ello pueda circular la
moneda sin ser destruida.
Por otra parte, debe considerarse que los minerales también observan
variabilidad de su valor según sean sus propios mercados. Por decir, en los 80
empresas de fotografía, principalmente niponas, sustituyen el uso de la plata en
el revelado de los rollos fotográficos por otros químicos, lo que causa que en
corto plazo el 80% del mercado internacional de la plata se desplome. Si una
nación ampara el valor de su moneda en el valor mineral que la materializa,
puede ingresar a una crisis inflacionaria solo por el capricho adverso del
mercado del mineral que utiliza en la mineralización de su valor nominal
monetario.
La crisis mexicana de 1994 destaca por ser la primera en las naciones del
capitalismo periférico. No obstante la crisis asiática es relevante por sus
repercusiones a nivel mundial, así como las estelas que ha dejado en distintas
partes del hemisferio. Las crisis posteriores como la Argentina, la de Brasil,
la China no son más que indicaciones que en la estructura económica
internacional, existen redes muy extensas donde los nodos vinculan de un mercado
a otro pero no de manera sistémica, sino que existen algunos nodos con mayores
nexos y otros más débiles, que causan precisamente que una crisis en un lugar
venga a repercutir en otras latitudes pero de manera adversa, con
características propias y efectos que les vuelven singulares.
Menciona Oddone que:
La crisis mexicana “tuvo como teatro un mercado financiero emergente, totalmente
abierto al exterior y, como epicentro, un doble déficit financiado por una
titulación a la norteamericana”.
Cita de gran fuerza explicativa para explicar las condiciones en que se da la
crisis en México, singularidad especial y sui géneris del estilo de apertura
económica que hoy vive esta nación, con un enorme nexo a la economía
norteamericana y un capital financiero significativo colocado en activos
financieros volátiles y especulativos.
Otros aspectos hacen a su vez notar que dentro de las singularidades propias de
la crisis de 1994 en México, también existen similitudes con crisis de otras
economías como son las asiáticas. Es por ello que el análisis de estas
similitudes son foco de atención de investigaciones respecto a la comprensión
del origen de estas crisis, especialmente características que tienen que ver con
su carácter emergente como economías de reciente industrialización y pequeñas
economías con un desarrollo capitalista incipiente, desarticulado y transitorio
en una dialéctica entre una estructura económica fordista heredada de casi toda
la vigésima centura, y el posfordismo propio de fines de siglo e inicios del
nuevo milenio.
La crisis mexicana de de 1994 ahora nombrada como Efecto Tequila, por sus
repercusiones se pensó que iba a ser la última crisis del siglo, no obstante
vinieron una serie de crisis en economías emergentes que dejaron en claro que la
globalización financiera estaba cobrando sus principales costos para estas
economías emergentes. La crisis asiática de junio de 1997, las posteriores de
Rusia y Brasil indican que existe un eco de región periférica a región
periférica donde se repiten las crisis recurrentemente indicando que los costos
de las especulaciones bursátiles de gigantescos capitales cuyo tropiezos son
costos fuertes y directos a este tipo de economías.
En consideración a las líneas anteriores, Ziffer aporta la siguiente explicación
a la crisis mexicana:
La crisis mexicana, denominada “Efecto Tequila” consistió que en 1994 México
devaluó su moneda respecto al dólar debido a que sus reservas se vieron
disminuidas por los pagos de los vencimientos de su deuda. Esta devaluación
produjo temor respecto de las posibilidades económicas y de desarrollo de los
países emergentes y se expandió por el globo. Se temía que otras naciones
pudieran devaluar.
La bursatilización del crédito dejó a la banca recientemente privatizada sin
fondos, misma que tuvo que ser rescatada en 1994 con un salvamento bancario que
hasta hoy día cuestiona la propia legitimidad del actual régimen político,
puesto que el monto del salvamento asciendo al día de hoy a 120 mil millones de
dólares. Salvamento que tuvo que ser tomados de las arcas públicas y que el
botín de los grandes monopolios del país para poder sostenerse ante las enormes
pérdidas que la crisis del ’94 tuvo. La forma que tuvo la recuperación en México
fue la socialización de la crisis y de las quiebras bancarias. Las ganancias de
estos grandes negocios desde luego nunca son socializadas. A la fecha heredan de
esta crisis concesiones fiscales que hablan de abiertos privilegios para los
ricos más ricos de la nación mexicana representada por 300 familias.
La bursatilización del crédito es la causa principal de la quiebra bancaria del
’94, dado que los grandes capitales mexicanos se conjugaron con intereses y
compromisos financieros extranjeros, especialmente norteamericanos, y con las
válvulas abiertas que implicó la privatización bancaria como la propia
globalización financiera. La economía mexicana presentaba un adeudamiento
significativo, y enfrentaba compromisos financieros a corto plazo muy
significativos. Conjugados con el mal manejo de la economía de la administración
entonces entrante, son la principal razón del hundimiento financiero en el país.
Las reformas en las leyes concernientes a lo bancario y de valores, como a la
promoción de la inversión nacional y la regulación de la inversión extranjera,
son las razones institucionales previas que van a tener por efecto la crisis.
Reformas necesarias para inscribir a la economía mexicana en la globalización
del crédito.
Elementos comunes de la crisis mexicana y asiática son la pérdida de confianza y
la crisis de liquidez. Las crisis de liquidez son efecto de la pérdida de
respaldo de las remesas familiares al tipo cambiario, al agotarse el fondo para
la estabilidad cambiaria, e incluso todo fondo económico para la contingencia
económica. La moneda mexicana, el peso, fue perdiendo respaldo conforme se va
dando la fuga de capitales. Los fuertes compromisos financieros del país a corto
plazo y un mal manejo de la economía explican el “shock” financiero que se
presentó en 1994.
Las recientes crisis emiten una lección a la comunidad internacional: la
política económica debe orientarse a reestablecer la confianza. De ahí que el
corte de política de la administración foxista apostó a las políticas de
estabilización y no a las del crecimiento, procurando que el crecimiento surge
de manera autónoma y no a través del gasto de gobierno o crecimiento inducido.
La composición de deuda en moneda extranjera de las corporaciones de México, se
encuentran cubiertas ante el riesgo cambiario. Más del 80% de la deuda de las
empresas mexicanas que está denominada en moneda extranjera es acreditada por
empresas exportadoras que tienen ventas anuales en divisa que cubren alrededor
de un 60% de estos pasivos, lo que indica un alto nivel de apalancamiento
financiero de estas corporaciones. La experiencia mexicana a partir de la crisis
del ’94 es la combinación de sistemas cambiarios flexibles que conviven con un
sistema flexible de tasas de interés. Sistema que da blindaje a la economía y
protege las reservas internacionales puesto que su uso para sostener el tipo
cambiario es solo en casos de contingencia económica.
Otra lección importante de la crisis del ’94 es que aquellas economías más
versátiles que pudieron reaccionar a la crisis tuvieron menores costos
financieros de la misma, mientras que aquellas que reaccionaron con menor
prontitud sufrieron con mayor rigor la crisis. Las economías que reaccionan con
mayor prontitud a las crisis absorben de la mejor manera la crisis y su efecto
es menor que el que sufren las economías más rígidas.
La recuperación asiática fue más rápida que la mexicana, aparte la transmisión
de la crsisi fue menor en estas economías. Su inflación fue mucho menor que la
que presenta México. Esto se explica a que estas economías tienen mayor éxito en
controlar el crecimiento de los precios por dos razones, la primero tiene que
ver con la dimensión del problema, y la otra la credibilidad existente en las
autoridades monetarias de cada región.
La fragilidad del sistema bancario mexicano se explica principalmente, como ya
se cita en líneas anteriores, en la bursatilización del crédito ante las
reformas liberales en materia de banca y valores como de fomento de la inversión
nacional y extranjera. La banca con fuertes pasivos por la reciente
privatización, no logra captar fondos de ahorro suficientes para solventar sus
negocios, el crédito se va al mercado bursátil que presenta tasas activas como
pasivas más atractivas que las bancarias.
Por lo mismo, otra lección de la crisis mexicana del ´94 es la importancia que
implica contar con una ley de quiebras para el buen funcionamiento del sistema
financiero. Las moratorias que las empresas pueden tener respecto a sus
acreedores son uno de los principales conflictos financieros, por lo que un
sistema legal efectivo que ampare debidamente a ambas partes otorga confianza en
el crédito.
Una de las debilidades de la economía mexicana es precisamente no contar con una
legislación fuerte y efectiva para resolver este tipo de problemas respecto a
moratorias. Algunos econometristas estiman que una reforma institucional en este
sentido dirigida a proteger a acreedores y accionistas puede otorgar una
confianza que logre duplicar el volumen del mercado de crédito en la Bolsa
Mexicana de Valores, así como en un 50% el mercado del crédito bancario. Tal
reforma puede aportar un 1% adicional al crecimiento que se estima en la
creación de 200 mil empleos anuales.
LAS EXPERIENCIAS
La globalización financiera es causal de las crisis que se dieron por todo el
hemisferio en economías emergentes, de las que destaca la crisis mexicana de
1994 que da inicio al periodo de crisis en otras latitudes del mundo.
Estas economías se vuelven laboratorios de los organismos financieros
internacionales de tipo multilateral tal como es el Fondo Monetario
Internacional y el Banco Mundial, como de la propia FED estadounidense.
La primera lección destacable es que las economías pequeñas con un capitalismo
incipiente son las más vulnerables a sufrir estas crisis. Asimismo, las
economías que tienen mayor capacidad a reaccionar ante los problemas financieros
internacionales logran saldar mejor la crisis que aquellas que se reaccionan de
manera tardía.
Por otra parte, la combinación de sistemas cambiarios flexibles con tasas de
interés libres brinda un blindaje financiero eficiente para enfrentar las crisis
financieras internacionales.
Un régimen institucional combinado con un buen manejo de política económica,
otorgan a las economías credibilidad y confianza, mismo que es razón para que la
dimensión de las crisis sea menor.
Las políticas a favor de la estabilización han sido experiencias derivadas de
las crisis financieras regionales y periféricas de la década de los 90. Las
economías emergentes como la mexicana apuestan sus políticas a la estabilización
y no hay crecimiento, lo que funda el crecimiento en componentes autónomos,
tendientes a favorecer la iniciativa privada y a la generación de la riqueza, a
costa de la equidad. El modelo neoliberal admite estas experiencias y refuerza
sus tesis a favor de un Estado mínimo, donde el crecimiento inducido se deja de
lado, la política económica es débil para orientar el crecimiento, no solo para
fomentarlo, como la economía viene a perder orden ante la prominencia del
mercado, imperfecto y anárquico.
La política monetaria, que es el principal instrumento de la política económica
debe operar bajo dos supuestos base: primero, mercados concurridos y
competitivos, donde no existan los monopolios y, segundo, bajo nivel de
desempleo. Esto garantiza primero, un crecimiento significativo basado en empleo
productivo, con significativos aumentos del salario real lo que garantiza una
redistribución social del ingreso nacional de tipo progresivo.
Sucede que precisamente en estas economías periféricas las condiciones en que
opera la política monetaria son contrarias. Por decir en México los mercados
tiene un alto nivel de monopolización y la oferta laboral es casi perfectamente
elástica.
Con ello, el efecto de la política monetaria es estanflacionaria pues crea una
alta inflación, con alto desempleo, nulo o poco crecimiento y la pérdida del
poder adquisitivo del salario, que significa una redistribución social del
ingreso nacional de tipo regresiva.
Ante la neutralidad del dinero en las economías emergentes, estas naciones
tienden a favorecer las políticas de estabilización dejando atrás la idea de
poder inducir el crecimiento.
Los mecanismos de transmisión de la crisis son mediante los precios y los
salarios, dada su rigidez a la baja, lo que asume que la carga de la crisis
recae principalmente en la clase asalariada y más humilde de la economía.
La cuestión radica en que las políticas de estabilización, en naciones cuya
confianza se ha perdido por largo periodo, lleva mucho tiempo recuperarlo, por
lo mismo la generación de empleo es lenta y muchas veces no es la requerida. Por
decir, en México se sabe que la economía debe al menos crecer en un 6% PIB anual
para general 1 millón 200 mil empleos. No obstante, desde que se iniciaron las
políticas de estabilización en el año 2000 las tasas logradas han sido muy
modestas a las requeridas, la tasa de crecimiento más alta lograda de 2000 a
2006 es la respectiva a este último año de solo 4%, que causa un empleo de 800
mil empleos, aún insuficientes. Esto es, las políticas de estabilización en el
largo plazo pueden generar empleo, pero no necesariamente suficiente para
economías cuyo crecimiento demográfico es alto. Este es el caso mexicano que
actualmente presenta la mayor migración internacional a nivel mundial.
Se hace una crítica a la corriente monetarista al no considerar que las
condiciones de competencia en los mercados nacionales como laboral, son fuerzas
que distorsionan el efecto de la política monetaria, de tal forma que el
resultado, según la experiencia de las naciones Iberoamericanas, es crecimiento
modesto con fuerte inflación y polarización del ingreso nacional. Por lo que es
necesario considerar que la manipulación ex profesa de la cantidad de dinero en
circulación debe considerar si las elasticidades de las distintas ofertas de los
mercados son propicias para garantizar crecimiento con estabilidad.
En resumidas cuentas proponen que mucho del gasto social del Estado se
concesione a la iniciativa privada. Todo lo producido por el gobierno es
mediocre, por experiencia, marca Friedman, mientras que la calidad residen en
los productos de la iniciativa privada.
Iberoamérica de hecho presenta una experiencia histórica que debe ser tomada en
cuenta por las teorías anglosajonas, respecto a la forma no solo de cómo opera
el dinero respecto al crecimiento, sino las condiciones que debe observar para
garantizar su efectividad, o bien para comprender sus fallas.
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