Álvar Núñez Cabeza de Vaca el conquistador de América, era una especie de "Economista del Estado" o "Interventor de Hacienda" de la época. En su libro "Naufragios" presta una atención especial a la forma de vida y sistema económico de las tribus de indios con las que convivió durante años y es por tanto una sorprendente y vívida descripción de la economía de grupos de cazadores-recolectores paleolíticos.
Nacido en Jerez, de familia noble, sus antepasados habían participado en la Reconquista y en la conquista de las Islas Canarias. En 1927, teniendo veinte de edad, es nombrado tesorero y alguacil mayor en la expedición que, encabezada por Pánfilo de Narváez, tenía como objetivo la exploración y conquista de la Florida. La aventura resultó un fracaso. De los varios cientos de españoles que la componían solo sobrevivieron cinco: cuatro de ellos compusieron la banda que dirigió Cabeza de Vaca hasta su retorno a España y un quinto fue encontrado años más tarde por la expedición de Hernando de Soto.
Cabeza de Vaca sobrevivió ocho años conviviendo con los indios. Primero, como esclavo; después como mercader, traficando con conchas de moluscos que llevaba al interior y pigmentos que llevaba a la costa; finalmente como curandero, deambulando de pueblo en pueblo hasta retornar a Nueva España.
A su vuelta a España, tras escribir el informe de su viaje, se le nombró gobernador de la provincia del Río de la Plata. En su recorrido por aquellas tierras, en 1540, descubre las cataratas de Iguazú. Ejerce su gobierno desde Asunción, en la actual Paraguay, ya que Buenos Aires había tenido que ser abandonada por los españoles por los ataques de los aborígenes. En su gobierno trata de impedir los abusos sobre los indios, lucha contra la esclavitud y trata de poner límites a los harenes de mujeres indígenas que poseían los colonos y franciscanos españoles. Finalmente una rebelión de sus súbditos en 1544 lo toma preso y, tras mantenerlo un año encarcelado, lo devuelven a España.
En la corte es juzgado y condenado al destierro en Orán. Ocho años después recibe el perdón real y es nombrado juez en Sevilla, donde muere al poco de llegar.