Ley econ�mica del socialismo seg�n la cual se aseguran la ocupaci�n completa y el empleo racional de toda la poblaci�n apta para el trabajo en uno labor socialmente �til, el incesante aumento del nivel de vida material y cultural de las masas populares y el incremento natural y sin obst�culos de la poblaci�n. En el r�gimen socialista no existe ni puede existir la superpoblaci�n relativa. El asignar de manera constante y planificada una parte del plusproducto a los fines de la acumulaci�n hace que contin�e ampli�ndose la producci�n, y ello permite elevar el grado en que se satisfacen las crecientes necesidades de la poblaci�n, asegurar altos ritmos de crecimiento del n�mero de trabajadores en la econom�a nacional. Utilizar racionalmente a la poblaci�n presupone redistribuir la fuerza de trabajo de manera acertada y econ�micamente justificada entre las empresas, las ramas y los distritos econ�micos. El progreso t�cnico, la mecanizaci�n compleja y la automatizaci�n hacen m�s llevadero el trabajo de millones de personas y modifican de manera radical el car�cter del mismo, elevan la productividad del trabajo contribuyen a que el nivel de vida de las masas del pueblo se eleve, permiten reducir la duraci�n de la jornada de trabajo y eliminar las diferencias esenciales entre el trabajo intelectual y el trabajo f�sico. Elevar la productividad del trabajo en la esfera de la producci�n material conduce a cambios estructurales en la distribuci�n de la mano de obra, en las ramas de la econom�a, entre las esferas productiva y no productiva; en el interior de la producci�n material, entre la industria y la agricultura; en el interior de la industria, de la agricultura y de las empresas. En consonancia con los principios socialistas sobre el emplazamiento de las fuerzas productivas en las diferentes zonas del pa�s, se levantan nuevas ciudades y centros industriales, lo cual contribuye, asimismo, a que se utilicen de manera m�s eficiente los recursos de trabajo. La reproducci�n socialista ampliada asegura el incremento de los recursos laborales, la preparaci�n planificada del personal, una mejor organizaci�n del trabajo, todo lo cual presupone una preocupaci�n constante por el desarrollo f�sico y espiritual de los trabajadores, por la protecci�n de la maternidad y de la infancia, por la educaci�n de las nuevas generaciones, por crear condiciones favorables al crecimiento natural de la poblaci�n. Con estos cuidados, el Estado socialista crea las condiciones m�s favorables para la reproducci�n ampliada de la fuerza productiva m�s importante: el hombre.