Capital en forma de títulos de valor, que proporcionan un ingreso a quien los posee. Los títulos de valor —acciones, obligaciones de las empresas capitalistas y de los empréstitos del Estado, cédulas de imposición de los Bancos hipotecarios— carecen de todo valor intrínseco. Esos títulos son un testimonio de que se ha concedido dinero en préstamo o para crear una empresa capitalista; por este motivo confieren a su poseedor el derecho de percibir regularmente plusvalía, creada en el proceso de la producción capitalista. El poseedor de acciones recibe por ellas, anualmente, un ingreso en forma de dividendo (ver), y el poseedor de obligaciones lo recibe en forma de intereses. El movimiento de tales títulos de valor se efectúa en la Bolsa (ver) de Valores. A diferencia del capital real invertido en las diferentes ramas de la economía, el capital ficticio no constituye una riqueza real, y por este motivo no desempeña función alguna en el proceso de la reproducción capitalista. Su carácter ilusorio se descubre con singular nitidez durante las quiebras bursátiles, cuando las acciones y las obligaciones se desvalorizan en muchos miles de millones de unidades monetarias, pese a que con ello la riqueza social efectiva no disminuye en lo más mínimo. Por otra parte, la suba o la baja del precio de venta de las acciones y obligaciones, la especulación con unas y otras, constituyen un medio eficaz para que la gran burguesía se enriquezca a costa de la ruina de los tenedores pequeños y medios de títulos de valor. Con el desarrollo del capitalismo, el capital ficticio se incrementa más rápidamente que el capital real. Se debe ello al amplio desarrollo que alcanzan las empresas capitalistas en forma de sociedades anónimas, al crecimiento de los ingresos percibidos por los títulos de valor debido al aumento de las ganancias monopolistas y a la reducción de la cuota de interés de préstamo, así como también al aumento de la deuda del Estado. El capital ficticio crece con singular rapidez en la etapa actual del desarrollo capitalista. Ello es un exponente del proceso en virtud del cual prosigue la concentración de la riqueza de la sociedad capitalista en la oligarquía financiera (ver) y se intensifica el carácter parasitario del capitalismo.