Aproximación al pensamiento económico en Andalucía, de Séneca a finales del siglo XVlll

Marjorie Grice-Hutchinson
 

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Publicado originalmente en Revista de Estudios Regionales 11, 1983 11, enero-junio 1983, pág. 353 y siguientes

Entre los varios aspectos de la historia de Andalucía que se han tratado en los últimos años, no ha figurado, que yo sepa, un estudio del pensamiento económico antiguo -es decir, anterior al siglo XIX- en nuestra región. Es un campo de investigación muy interesante por su envergadura y variedad, pero que requiere una colaboración de equipo. Se ofrece aquí una primera aproximación al tema, simplemente presentando a algunos de los numerosos autores andaluces (o residentes en Andalucía) que han abordado cuestiones económicas con mas o menos extensión y acierto.

1 EL PENSAMIENTO ECONÓMICO EN LA ANTIGÜEDAD

Desde los tiempos más remotos los hombres y las civilizaciones se han reunido en los litorales de la Península Ibérica. Aquí se ha afincado la sabiduría de muchos pueblos, y desde aquí se ha venido enriqueciendo la ciencia universal. Al preparar este breve esbozo de¡ desarrollo de¡ pensamiento eco- nómico en Andalucía, lo que más me ha impresionado ha sido el extraordinario talento andaluz para dar y para recibir. Los apuntes que siguen pueden considerarse, en cierta medida, como una elaboración de este tema.

1.1 La Andalucía hispano-romana

La edad de oro de la Bética se sitúa en los dos primeros siglos de nuestra era. Es una época de prosperidad y de brillo cultura¡. Muchos miembros de las grandes familias españolas alcanzan los mayores honores en Roma. En los círculos intelectuales romanos se distinguen los poetas y filósofos béticos. En el terreno del pensamiento económico se destacan dos autores hispánicos: Séneca, cordobés, y Columela, gaditano.

El pensamiento económico de Séneca puede recogerse a lo largo de su obra, y más especialmente en su tratado De los beneficios y en sus Cartas a Lucilio. Séneca mira con aversión al mundo que le rodea y que se mueve solo por ganar dinero. En el ensayo sobre los beneficios parece inclinarse hacia un sistema de distribución de bienes basado en el intercambio de regalos y favores. Analiza con gran sutileza la satisfacción o utilidad que proporciona el beneficio al bienhechor, y la gratitud que obliga al beneficiario a devolver el favor, incluso con creces (1). Con estos y análogos razonamientos llega Séneca a elaborar una teoría de¡ don, y a glosar, por decirlo así, un refrán muchas veces oído, sin duda, en su tierra natal, aunque raramente comenta- do en los manuales de teoría económica: amor con amor se paga.

Sobre el valor de los bienes expresado en dinero aporta Séneca algunas ideas interesantes. En su pensamiento, como en el de Aristóteles, se vislumbra la distinción entre el valor objetivo determinado por el esfuerzo realiza- do en la producción de¡ bien, y el precio o valor subjetivo determinado por las fuerzas de¡ mercado. Alude en varios textos a la rareza y a la dificultad de hallar un bien como elementos integrantes de¡ valor económico. El análisis de Séneca acerca de los problemas del valor es extenso y sutil. El breve capítulo que reproducimos puede servir para ilustrar su método.

Séneca era un hombre rico que sabia administrar y aumentar su fortuna. Con frecuencia ilustra un precepto moral refiriéndose a alguna práctica comercial. Estas alusiones a los detalles de la vida cotidiana añaden algo de familiar y de reconfortante a la obra de Séneca, sin quitarle nada de su severidad moral.

El senequismo siempre ha gustado en España. Los Doctores escolástico! españoles citan a menudo al filósofo cordobés. Ocho de los libros de Séneca entre ellos el tratado sobre los beneficios, fueron traducidos al castellano por uno de los economistas políticos más distinguidos de¡ siglo XVII, Pedro Fernández de Navarrete.

Coetáneo de Séneca y natural de Cádiz fue Columela, famoso agricultor del siglo 1. La economía de Roma se basaba principalmente en la agricultura, y las características de la Península Ibérica encajaban perfectamente en esta orientación agrícola. El Estado y los particulares romanos solían invertir sus capitales en la explotación agraria de Hispania. De este interés nació la introducción de la técnica romana, entonces la mas perfecta, en el cultivo hispánico.

Columela pertenecía a una familia de grandes terratenientes de la Bética. A la experiencia práctica adquirida en las haciendas familiares y en sus viajes por Italia y Asia une las enseñanzas derivadas de sus vastas lecturas y conocimientos de la literatura agronómico de su tiempo. Su magnífico libro de agricultura fue seguido muy de cerca por los autores hispano-árabes, y sirvió de manual técnico durante toda la Edad Media y gran parte del Renacimiento. Todos los que han escrito sobre la ciencia rural han tomado a Columela como maestro. A la edición príncipe de su obra, la de Venecia, publicada en 1472, siguieron mas de cuarenta ediciones traducidas al alemán, italiano, inglés y francés.

Columela es un escritor preciso y elegante, de términos cuantitativos exactos: en fin, un hombre de ciencia. En su obra se encuentra un gran número de elementos coherentes con los que puede obtenerse como un anticipo de los modelos actuales de explotación de una empresa agraria capitalista (2). Su célebre consejo, 'Alaba la heredad grande, cultiva la pequeña', inspiró en el arbitrista español de¡ siglo XVII, Miguel Caxa de Leruela, una formulación bastante clara y aproximadamente correcta de la ley de los rendimientos decrecientes (3).

1.2. La Sevilla visigoda.

De la España visigótica la más alta figura literaria y científica es sin duda San Isidoro de Sevilla. Resume toda la cultura griega y latina, y la conserva para la Edad Media. El Dante habla del 'ardiente espíritu' de Isidoro, manifestado no solo en sus obras religiosas y místicas, sino también en su intenso interés por las ciencias humanas. Los economistas españoles de la 'decadencia' recogen a veces los diversos pasajes en que el Arzobispo de Sevilla exalta los recursos naturales de la Península, textos que ellos emplean para criticar la mala gestión gubernamental de su propio tiempo. 

He recorrido las Etimologías de San Isidoro sin resultados muy positivos, al menos en un sentido analítico. Parece que en algunas de sus obras históricas da cuenta Isidoro de los cambios legislativos y de las reformas políticas de los siglos pasados. Es posible que al¡! se encuentre materia mas directamente relacionada con el pensamiento económico.

2. EL PENSAMIENTO ECONÓMICO MEDIEVAL

2.1. Al Andalus

La dominación islámica de la Península duró, según las regiones, de tres a ocho siglos. No voy a detenerme en la esplendorosa civilización de la Córdoba califal, aunque en aquella época de abundante producción literaria no faltaban autores que se ocupasen de cuestiones económicas. Hoy quiero recordar a dos pensadores de una época posterior, uno del siglo XII y el otro del XIV, cuya aportación a la ciencia económica es de todos conocida: lbn Rusd (Averroes) e lbn Jaldún (Abenjaldún). Son autores totalmente disimilares. Para los efectos de nuestro estudio es Averroes un teórico: Abenjaldún, un observador y amante de la vida. Sin embargo, fue la labor de Averroes, derivativa en cuanto se refiere a la teoría económica, que el destino ha conservado. Abenjaldún, un pensador profundamente original, no tuvo seguidores ni suscitó controversias. 

Antes de llegar a España el Islam habla absorbido casi toda la ciencia griega. Para el pensamiento económico las dos obras helénicas mas importantes son la República de Platón y la Ética a Nicómaco de Aristóteles. Se ha dicho con razón que los primeros cinco libros de la Riqueza de las Naciones, de Adam Smith, no son más que una elaboración del pensamiento griego (4).

Esta prolongada influencia helénica, y mas especialmente la de Aristóteles, se nota sobre todo en la teoría de¡ valor. Las dos teorías fundamentales para explicar el valor de las cosas, la del valor-trabajo y la de la utilidad, aparecen ya en Aristóteles. Sus palabras, 'el precio de las cosas lo mide la necesidad humana', tantas veces citadas por los autores medievales y renacentistas, inician para algunos historiadores una línea de pensamiento que culmina en la teoría de la utilidad marginal.

El filósofo cordobés, Averroes, es una figura central en este largo y complejo proceso histórico. Sus comentarios a la República (5) y a la Ética (6), completados probablemente en Córdoba en el año 1177, presentan por primera vez el pensamiento económico griego a la comunidad cristiana occidental.

Averroes comentó en lengua árabe sobre un texto también árabe. En 1240 su Comentario a la Ética de Aristóteles fue traducido al latín por un alemán, Hermann, y un judío, Andrés, colaborando en Toledo. Poco después, esta versión latina llegó a París, donde la utilizó San Alberto en su enseñanza. La labor de Averroes, pues, y de los traductores de Toledo, contribuyó a mantener la continuidad de la tradición griega en el pensamiento económico, y, mas importante todavía, la del espíritu aristotélico, racionalista y experimental, en las ciencias sociales del mundo cristiano.

A pesar de la oposición que al principio suscitó su obra, en el París del siglo XIV, Averroes ya no era un filósofo musulmán sino un gran pensador universal, respetado y aceptado por la Iglesia. Su influjo se hizo sentir en los círculos científicos de toda Europa, y tardó mucho en ceder su puesto de primer plano. En Venecia, centro editorial de las universidades de Padua y Bolonia, aparecen entre 1480 y 1580 nada menos que cincuenta ediciones de Aristóteles con los comentarios de Averroes. Se publica una gran serie de ediciones completas en Roma, Pavía, Estrasburgo, Nápoles, Ginebra y Lyon. El comentario de Averroes a la República de Platón va también incluido en la suntuosa edición en once tomos publicada por orden de la Junta de Venecia en 1550. Es evidente que nuestro viejo Aristóteles en turbante, y su comentador cordobés, siguieron vivos en el pensamiento occidental hasta, por lo menos, finales del siglo XVI.

Hundida la mayor parte del mundo andalusí, la dominación islámica queda reducida al emirato de Granada. Los príncipes de la dinastía nazarí supieron prolongar durante dos siglos y medio esta última etapa de la presencia árabe en la Península.

Abenjaldún pertenece a esta época de debilidad política, aunque de bella y refinada civilización. Descendido de una noble familia sevillana cuyos miembros emigraron al norte de África después de la conquista cristiana de Sevilla, nació en Túnez en el año 1332. Según uno de sus traductores, el profesor Franz Rosenthal, su 'verdadero hogar espiritual es España' y 'su lealtad básica a España y a la civilización española' influyó mucho mas profundamente en la personalidad y labor de Abenjaldún que los vínculos pasajeros que formó con los distintos príncipes a quienes sirvió como consejero y embajador (7). En el curso de una vida llena de aventuras y de calamidades, pasó Abenjaldún varios años en Sevilla y Granada, convirtiéndose en señor de Elvira, en la vega granadina.

Como dice Ortega, es la mente de Abenjaldún 'tan clara y tan pulidora de ideas como la de un griego' (8). Busca sobre todo el verdadero sentido de  la historia, cuyas leyes intenta descubrir. Para Abenjaidún el curso de la civilización sigue un ritmo siempre idéntico. Los pueblos nómadas, robustos y valientes, se apoderan de las ciudades, centro de la civilización. Pero, a su tumo, una vez convertidos en sedentarios, se debilitan y se aburguesan, quedando a la merced de nuevos invasores. Se agotan, pues, 'como el gusano después de hilar la seda del capullo que le envuelve y ha de estrangularse'. Tesis pesimista, en efecto, típica del final de una época.

Las ideas económicas de Abenjaldún se desarrollan a lo largo de su libro, y más especialmente en los capítulos donde considera la vida de las ciudades. Descubre en la dinámica del mercado el germen de las crisis culturales. Analiza una serie de conceptos económicos -entre ellos, los de población, precio, beneficio, lujo, y formación de capital- y traza su interrelación. Aboga por un sistema de libre competencia y condena toda intervención de parte del sultán en las actividades agrícolas, industriales o comerciales del pueblo (9). Abenjaldún no dejó continuadores de su obra, que permaneció largo tiempo en el olvido.

2.2.  Los judíos en Andalucía.

No quiero abandonar al-Andalús sin aludir al pensamiento económico hebreo, basado principalmente en el Talmud y de gran importancia e interés.

La primera academia judía andaluza se fundó en Córdoba en 948. Más tarde se establecieron otras escuelas que gozaban de gran prestigio en todo el mundo hebreo, siendo acaso la más famosa la academia de Lucena, Las dificultades, muchas veces económicas, que experimentaban las comunidades judías en España, quedan reflejadas en los copiosos tomos de las 'Respuestas' de los rabinos a las consultas que continuamente afluían a las academias andaluzas desde dentro y fuera de la Península.

El más famoso de los rabinos españoles de la Edad Media es el cordobés, Maimonides (1135 - 1204). Comparte la masiva erudición de todos los grandes sabios medievales, dejando escritas muchas obras médicas, teológicas, filosóficas y jurídicas. Pasó los últimos años de su vida en Cairo, donde llegó a ser la mayor autoridad legal de la comunidad hebrea en Egipto.

En su código de la ley judaica, Maimonides comenta un gran número de leyes que pertenecen al terreno económico, ordenando y simplificando con maravillosa claridad los textos talmúdicos más dispersos y difíciles. En general permanece fiel a los principios tradicionales, pero a veces permite una cierta liberalización de la doctrina recibida.

3. EL PENSAMIENTO ECONÓMICO EN LOS SIGLOS XVI Y XVII

3.1. La coyuntura alcista: la escuela de Salamanca.

Con la conquista de Granada por los Reyes Católicos comienza la integración de¡ emirato nazarí en la Corona de Castilla. La apertura, poco después, de la ruta americana beneficia notablemente la economía andaluza. A medida que se van poblando las tierras nuevas, surge una creciente demanda para los productos de la metrópoli. Como contrapartida llegan a Sevilla, punto de concentración de¡ comercio americano, grandes cantidades de oro y plata producidas a bajo coste por la mano de obra indígena. Esta afluencia de metales preciosos debe considerarse como una causa importante del alza de precios que se manifiesta primeramente en Andalucía, y que después se extiende a toda la Península. 

La primera mitad del siglo XVI es para Andalucía una época de optimismo y prosperidad. El centro de gravedad del gran comercio internacional, hasta ahora ubicado en Italia y los países nórdicos, se traslada a las plazas españolas. Mercaderes y banqueros extranjeros se dan cita en Sevilla. Aumenta también el número de negociantes españoles capaces y deseosos de cosechar las ganancias del comercio nuevo.

Pero este ambiente especulativo no puede menos de suscitar el recelo de la Iglesia. Sobre todo, un aumento en el volumen de las operaciones crediticias choca con la tradicional prohibición de la usura (por lo que se entendía no solo la percepción de un interés excesivo sobre una cantidad de dinero prestado, sino la de cualquier incremento, por pequeño que fuera, sobre el capital).

Los pecados económicos se multiplican, creando terribles problemas en el confesionario. Sacerdotes y mercaderes acuden en busca de consejo a los dirigentes intelectuales de la comunidad cristiana: canonistas, teólogos y filósofos morales. Es la llamada 'escuela de Salamanca'. Muchos de sus miembros mas eminentes son profesores de esta universidad. En Salamanca, y en algunas otras ciudades españolas, se va formando una extensa literatura económica, por la mayor parte en latín, con el fin de reconciliar la doctrina preestablecida con la realidad material de la época.

En el curso de sus investigaciones los Doctores españoles tratan, siempre en función de la moral, un gran abanico de temas económicos. Desarrollan una teoría del valor marcadamente subjetivista y utilitaria, basada en Aristóteles  y destinada a transmitirse de generación en generación hasta entroncar con la época de Adam Smith. Extienden esta teoría del valor para incluir al dinero, notan los efectos inflacionistas de la abundancia de metales preciosos, y formulan claramente, por primera vez en la historia del análisis económico, una sencilla versión de la teoría cuantitativa. Relacionan las fluctuaciones de los cambios extranjeros con las alteraciones en el poder de compra de las monedas en los distintos países. Explican las actividades bancarias de su época, analizan el fenómeno del interés, y aportan notables ideas sobre el sistema tributario.

En el fraile dominicano, Tomás de Mercado, tenemos un insigne representante de¡ pensamiento salmantino. Natural de Sevilla, se marchó muy joven a Méjico, donde tomó el hábito de la Orden de Santo Domingo. Estudió allí, llegando a ser Prior del Convento de la capital. Regresó a España para completar sus estudios en Salamanca. Residió algún tiempo en Sevilla, y murió el año 1575 en el mar, de retorno a Méjico. Su manual de moralidad mercantil, dedicado al Consulado de Mercaderes de Sevilla y publicado en 1569, no solo constituye un valioso documento descriptivo sino también se puede considerar como uno de los antecedentes teóricos más interesantes y profundos de su tiempo.

Agudo observador de¡ mundo de los negocios, resucita Fray Tomás para nosotros la bulliciosa vida comercial de Sevilla, donde un banquero 'abarca un mundo y abraza más que el Océano, aunque a veces aprieta tan poco que da con todo al traste'. (10)

Mercado escribe en lengua castellana y en un estilo llano y vivaz. En su trabajo, mas que en el de cualquier otro economista andaluz, se percibe el verdadero sabor de la tierra. Sus lectores sevillanos bien podían gustar las típicas hipérboles que remachan una doctrina:

'Ansi', los previene, 'de cien juramentos que hagan (los comerciantes) sin exageración alguna, los ciento y uno serán perjuros' (11).

Pero en su exposición de la ley natural Fray Tomas emplea un lenguaje sobrio y elevado, y, en el prólogo a su obra, un ambicioso estilo oratorio, como para demostrar que el también sabe manejarlo.

Describe con precisión Fray Tomás los sospechosos contratos que se emplean, muchas veces, para burlar la ley. Hasta la complicada técnica de un juego de naipes la desenvuelve para explicar lo que significa el riesgo en un contrato aleatorio (12). Con razón nos dice el bueno de Fray Tomás, reflriéndose al no menos complejo arte de los cambiadores, que pretende 'hacer este servicio a los Padres Confesores, que con su gran recogimiento no pueden alcanzar el praxis de negocios tan enmarañados' (13).

Mercado nos ofrece una teoría del precio o del valor -términos que emplea indistintamente- completa y equilibrada. Tiene en cuenta la intervención del Estado en los precios, la importancia del mercado de libre competencia, las situaciones de competencia imperfecta y de monopolio, y los factores subjetivos y objetivos que influyen en el precio, dando una importancia preponderante a la 'estimación' o utilidad, y a la escasez.

Otra aportación interesante es la asimilación, clara y coherente, de la teoría del valor, tanto de los bienes como del dinero, al análisis de los cambios extranjeros. Para Mercado el cambio exterior debe determinarse en función del poder adquisitivo (la 'estima') de las monedas cambiadas. En cuanto a su teoría del interés, Fray Tomás se aparta un poco de otros tratadistas de la escuela de Salamanca, manteniendo una postura algo más severa y restrictiva.

Hay que contar a Mercado entre los primeros mercantilistas españoles. Lamenta la salida continua y progresiva del oro y plata que entraba en España de América. Un país que tiene dinero, dice, tiene en alguna manera todo lo demás, puesto que 'a la fama de su riqueza les traeran hasta los unicornios y elefantes del Preste Juan' (14). Pero para cortar el drenaje de tesoro se contenta con recomendar la reforma monetaria y las medidas arancelarias, y no, como la mayoría de los mercantilistas españoles, una radical reorganización de la industria nacional.

La influencia de la Suma de Tomás de Mercado no se limitó al mundo de los negocios a que iba dirigida, sino que la encontramos citada por muchos de los Doctores escolásticos posteriores. Fue traducida al italiano y publicada en Brescia en 1591. A través de su influjo en la teología moral, el libro de Fray Tomás viene a aumentar el gran caudal de doctrina aristotélica que, como hemos visto, comenzó para el occidente latino en la Córdoba de Averroes.

3.2. Los años de depresión: los arbitristas.

No dura mucho tiempo en España la euforia nacida del oro. Pronto empieza a cundir una sensación de empobrecimiento en medio de la riqueza. La muerte de Felipe II en 1598 fue la ocasión de una gran proliferación de memoriales o 'arbitrios' que se dirigen al nuevo soberano para ofrecer apoyo y consejo. Las continuas crisis de toda índole política, económica y social que caracterizan el siglo XVII español engendran verdaderas epidemias de arbitrios, muchos de los cuales tratan de temas económicos. A veces, por encima del clamor de los memorialistas mediocres, se eleva la voz de la reflexión sensata, e incluso del análisis exacto.

Entre los arbitristas andaluces de cierta importancia podemos citar al sevillano, Tomás de Cardona, que quiere nacionalizar el comercio del oro y de la plata, y a Mateo de Lisón y Viedma, granadino y procurador por esta ciudad a las Cortes de Madrid, que también se preocupa por los problemas monetarios.

En los años centrales del siglo XVII se publican los Discursos de Francisco Martínez de Mata. En la opinión del profesor Gonzalo Anes es uno de los economistas clave de la 'decadencia'. Conviene tener en cuenta su pensamiento si deseamos entender el movimiento reformista del siglo siguiente, en lo que dicha renovación tiene de heredado del pasado (15).

Martínez de Mata era natural de Motril. Se titula 'hermano de la tercera orden de penitencia 'y' siervo de los pobres afligidos'. Es decir, que no pertenece, como Tomás de Mercado, a la línea de pensamiento tomista que perdura principalmente en las universidades y entre la minoría culta, sino a la otra gran corriente de doctrina social católica, la franciscano, que se dirige sobre todo al pueblo llano. Conocía bien el sufrimiento humano, puesto que había sido procurador de galeotes.

Mata escribió sus discursos entre 1650 y 1660. Parece que se imprimieron más de una vez. Hacia 1660 le encontramos en Sevilla, acompañado de un grupo de discípulos que distribuyen panfletos y colocan carteles en la plaza mayor. Mientras tanto, expone Mata ante el público la injusticias de la excesiva carga tributario que pesa sobre el pueblo. Además de emplear estos medios de difusión de sus ideas, trata de convencer a los miembros de los gremios para que apoyen su doctrina y sus gestiones. Debemos considerarle primordialmente como defensor de los intereses artesanales sevillanos, entonces muy perjudicados por la contracción del comercio sevillano.

Hondamente preocupado por el problema de la miseria y la mendicidad, Martínez de Mata coincide con otros arbitristas de su época en llorar la disminución de población, los cortijos deshabitados, y las tierras sin cultivar. Seguidor de la corriente de pensamiento mercantilista, atribuye a la importación de manufacturas extranjeras la ruina de la producción nacional y la consecuente falta de trabajo.

A pesar de su papel de predicador popular y agitador social (actividad que le vale una denuncia seguida de proceso), Mata es un autor instruido que conoce bien la literatura económica de su tiempo. Cita con frecuencia a Tomás de Mercado, pero no adopta la teoría del valor, subjetiva y utilitaria, del autor dominico, inclinándose hacia una teoría basada en el trabajo y en el coste de producción. Muy notable es su análisis de la velocidad de circulación del dinero, concepto en que se adelanta al famoso economista inglés, Sir William Petty, a quien también recuerda en su empleo de los métodos cuantitativos que vienen a constituir la llamada 'aritmética política', panacea de los males económicos y sociales de la época.

En su apoyo a los planes y legislación para establecer una red de erarios y montes de piedad, medida destinada a canalizar el ahorro existente en el país hacia inversiones productivas, Mata se muestra fiel a una vieja tradición franciscana. Se ofrece para buscar él mismo los fondos necesarios para la dotación de los propuestos erarios, instituciones que han de 'conservar con su caudal el de todos'.

El proyecto de Mata para fundar erarios y montes de piedad, corno tantos otros formulados por los economistas españoles del siglo XVII, tuvo que esperar muchos años para su realización. Los primeros montes de piedad fundados en Andalucía fueron los de Granada (1734) y Jaén (1750). En la fundación de esta última intervino la Tercera Orden de San Francisco, cuyo hábito vestía nuestro economista motrileño (16).

Dentro del marco de la economía nacional, Mata presta especial atención a los problemas andaluces. Lamenta la decadencia de la industria de la seda en el reino de Granada, y se indigna ante el gran número de extranjeros que vienen 'como hormigas' y 'vacíos como cangilones en noria' para trabajar en Andalucía. Parece incluso, para colmo de las desgracias, que en el matadero de Motril todos los empleados son franceses (17)!

De la procedencia andaluza de Mata viene sin duda su insistencia en la necesidad de enviar ingenieros a reconocer las aguas de fuentes, arroyos y ríos 'de las muchas que van perdidas a la mar' pudiendo aprovecharse para el riego (18), medida que habría de ir acompañada de mejoras en las manufacturas.

Los discursos de Martínez de Mata, anotados por el conde de Campomanes, se reeditaron un siglo después de su publicación original, es decir, entre 1775 y 1777. La obra de Mata y el comentario de Campomanes juntos constituyen un documento de gran valor que nos ayuda a trazar el desarrollo de¡ pensamiento económico en España entre la fecha de la publicación original de los Discursos y la de su reedición.

4. EL PENSAMIENTO ECONÓMICO DE LA ILUSTRACIÓN

4.1. El siglo de las luces.

Parece que a partir de 1680, aproximadamente, la crisis general de la sociedad española empieza a superarse. Los factores de la decadencia se van lentamente borrando. La reforma monetaria tiene éxito. La población cesa de disminuir antes de finalizar el siglo XVII y sigue en aumento durante el XVIII. Una vez terminada la Guerra de Sucesión, se inicia una etapa de consolidación política.

El tono de los economistas cambia poco a poco. Calla el desconcierto y la desesperación. En su lugar viene a reinar una toma de conciencia, un moderado optimismo, y ganas de investigar, aprender, y trabajar. Se acerca, en una palabra, el tiempo de las luces.

4.2. Bernardo de Ulloa.

El siglo XVIII es para España una gran época colonial. El ideal del Imperio político cede su puesto a la idea económica de explotación. El último economista mercantilista español, y uno de los más importantes de la primera mitad de siglo, es el sevillano, Bernardo de Ulloa. Procurador por Sevilla en la Corte, murió en 1740, el mismo año en que se publicó su libro.

La influencia del economista navarro, Jerónimo de Uztáriz, se destaca claramente a través del tratado de Ulloa. (Tan es así, que el autor sevillano incorpora en su obra un largo extracto del tratado de Uztariz, cuyas opiniones analiza y elogia continuamente.) Las preocupaciones principales de Ulloa (y de Uztáriz) son las de todos los mercantilistas: lograr una balanza comercial favorable para España mediante una política proteccionista, y organizar la economía colonial de la forma mejor calculada para promover los intereses de la metrópoli.

En la primera parte de su obra trata Ulloa de la industria en España, las causas de su decadencia, y los medios para su recuperación. En la segunda señala la importancia que representa el comercio exterior para un país, se refiere más concretamente al caso español, y elabora un extenso programa con el fin de estimular el tráfico con América.

El influjo de Uztáriz y Ulloa fuera de la Península fue considerable. Se puede decir que con la posible excepción de Juan de Mariana han sido, hasta tiempos muy recientes, los economistas españoles más conocidos en el extranjero (19).

4.3. Las Sociedades económicas de Amigos del País.

Se constata en la segunda mitad del siglo XVIII un auge de la agricultura, un aumento de la producción manufacturera, y una intensificación del comercio. Este ambiente esperanzador coincide con el espíritu reformista de la época y con los nuevos principios de la economía política que, a partir de 1760 aproximadamente, empieza a abrirse paso en los principales países europeos.

En España, y desde la Corte, se difunde un llamamiento a las personas más influyentes y acomodadas de cada localidad para que colaboren en el estudio de los problemas de la agricultura, ganadería, fábricas, comercio y navegación. El momento es propicio y la acogida entusiasmada. Entre 1765 y 1808 proliferan en todas las regiones de España las Sociedades de Amigos del País. De las ciento ocho Sociedades que aparecen durante el reinado de Carlos III, treinta y tres son andaluzas.

'Una escuela permanente de ciencia económica' denomina Campomanes a la Sociedad de Madrid, fundada en 1775. En efecto, lo mas saliente de las sociedades en su carácter de escuelas públicas dedicadas a la teoría o práctica de la economía. La primera cátedra de economía política fue creada por la sociedad aragonesa en 1784. En este y otros centros se puede decir que la ciencia económica en España sale de su infancia y se convierte en una disciplina independiente y en una profesión (20).

Las Sociedades Económicas jugaron, sin duda, un papel importante en la introducción de nuevas doctrinas en España. No conozco un estudio definitivo sobre la difusión de las ideas fisiocráticas en la Península. Los dos conceptos básicos de la escuela francesa -la primacía de la agricultura y la creencia, fundamental para el desarrollo del liberalismo económico, en la existencia de leyes naturales establecidas por Dios para el bien de los hombres- tienen notables precedentes en el pensamiento español anterior.

En 1794 se publicó una traducción al castellano de la gran obra de Adam Smith, La Riqueza de las Naciones, en que se recogen y ordenan las ideas preexistentes, y que se considera como el primer tratado de economía política sistemático y completo. El libro de Smith se leyó mucho en España, aunque el texto más usado en los primeros decenios del siglo XIX fue la obra de Jean Baptiste Say.

Las bibliotecas de las Sociedades Económicas fueron probablemente la principal vía a través de la cual las ideas fisiocráticas, y las de Smith y Say penetraron en España. Un estudio de los catálogos de las sociedades andaluzas nos ayudaría a comprender mejor este proceso, tal como se produjo en nuestra región.

Hubo también una revalorización de la literatura económica española. Esta tarea, de especial interés para los historiadores del pensamiento económico, atrajo la atención de uno de los hombres más eruditos y laboriosos del último cuarto del siglo XVIII y comienzos del XIX.

Juan Sempere y Guarinos, natural de Alicante y fiscal de la Chancilleria de Granada durante más de veinte años, recoge en su Biblioteca española económico-política, (publicada entre 1801 y 1821) una inquietud que ya había sentido el conde de Campomanes: la de conservar los nombres, y aun en parte los textos, de los antiguos economistas españoles (21). La Biblioteca de Sempere es más extensa que la antología de Campomanes. Estudia o reproduce a diecinueve autores de los siglos XVI y XVII que han escrito sobre temas económicos. Las bibliotecas de Campomanes y de Sempere no han sido superadas todavía. Todos los que desean conocer la historia de las ideas económicas en España suelen iniciar su estudio acudiendo a ellas. 

Otro ejemplo de preocupación por recordar lo que se ha dicho sobre problemas económicos en los escritos de los predecesores es el de Francisco Xavier Peñaranda, abogado de los 'Reales Consejos del muy ilustre Colegio de la ciudad de Córdoba y de los Tribunales de Cádiz'. En su Sistema Económico y Político mas conveniente a España, publicado en 1789, cita un gran número de autores tanto extranjeros como nacionales, que parece haber leído con detenimiento (22).

5. A MODO DE CONCLUSIÓN

Al terminar este pequeño trabajo, bastante superficial e incompleto, creo dejar suficientemente claro la contribución hecha por los autores andaluces. Algunos de ellos, como Séneca, Columela, Averroes o Maimoni- des, han alcanzado una fama universal que perdura todavía hoy. Otros -un Tomás de Mercado o un Bernardo de Ulloa-, ocupan un puesto más modesto aunque honroso en la historia de la cultura europea. Hasta el humilde arbitrista motrileño, Francisco Martínez de Mata, fue escuchado en su país un siglo después de su muerte. A pesar de lo transitorio que hay en las obras de nuestros economistas andaluces, y la diversidad de sus objetivos y métodos, podemos decir que comparten una finalidad fundamental: observar y comprender el mundo, y mejorar la condición de la sociedad en que les tocaba vivir.

NOTAS

(1) Iparraguirre, 'Las ideas de Séneca sobre la actividad económica", págs. 355-60.

(2) Iparraguirre: "Columela, agricultor científico", págs. 156-8

(3) Beltrán, págs. 38-43.

(4) Schumpeter: pág. 97.

(5) Rosenthal: Averroes' Commentary on Plato's Republic, passim.

(6) Rosenthal: "The place of politics in the philosophy of lbn Rushd",passim

(7) lbn Khaldun: The Muqaddimah. An lntroduction to History.pág.XXXVI.

(8) Ortega: pág. 179. Carande: "La huella económica de las capitales hispano-rnusulmanas pág. 5

(9) Spengler: págs, 293-305 .

(10) Mercado, Lib. IV, C.4. fol. 15v (pág. 321). La paginación en paréntesis se refiere a la edición de 1975.

(11) Mercado, Lib. II, C.5. fol. 28v.(pág.148).Texto recogido por Abellán, pág. 97.

(12) Mercado, Lib. II, C.10, fol.57v,(pág.196).Texto recogido por Abellán, pág. 96

(13) Mercado, Lib. IV, C.3, fol.11r. (pág.313).Texto recogido por Abellán, ibid.

(14) Mercado, Lib. IV, C.1, fol.3r, (pág.301).

(15) Martínez de Mata, págs. 81-2

(16) R. Castejón Montijano, J. LópezYepes, M. Nieto Cumplido, L. Palacios Bañuelos, págs. I8 y 21.

(17) Martínez de Mata, Discurso VII, par.9., (pág.161).

(18) Martínez de Mata, Discurso VIll, par. 97, (pág.251).

(19) Bitar, págs. 97-109.

(20) Anes,págs.13-41; Carande, "El despotismo ilustrado de los "amigos del país", passim.

(21) Carande, Catálogo de la colección de manuscritos e impresos ... págs. 14-16, 18.

(22) Iparraguirre, Historiografía del pensamiento económico español, págs-8-9

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