La cuestión de las tierras á propósito del caso de La Solana
(1)
Por qué abortó nuestra revolución política.
Habrán ustedes reparado, sobre todo los de mi edad, que allá en los tiempos heroicos de las propagandas liberales, hace treinta, cuarenta y aun más años, la suerte y el engrandecimiento del país, el adelanto y el mejoramiento de las clases populares, el progreso del bienestar general se hacían depender de la implantación de las reformas liberales tales como el reconocimiento ó la consagracion de los derechos individuales, el sufragio universal, el juicio por jurados y otras semejantes. Después de medio siglo de asonadas, pronunciamientos, manifiestos, revoluciones, fusilamientos, cambios de régimen y de dinastía, proclamación de Constituciones bautizadas pomposamente con el dictado de democráticas, - las "libertades" han venido, tenemos todo lo que se pedía, Constitución liberal, juicio por jurados, sufragio universal, derechos individuales, y sin embargo seguimos lo mismo que estábamos: el pueblo gime en la misma servidumbre que antes, la libertad no ha penetrado en su hogar, su mísera suerte no ha cambiado en lo más mínimo, como no sea para empeorar: aquel medio siglo de propagandas y combates heroicos por la libertad ha desembocado en un inmenso fracaso; el régimen liberal ha hecho bancarrota.
¿Y sabéis por qué? Porque esa libertad no se cuidaron más que de escribirla en la Gaceta, creyendo que á eso se reducía todo; porque no se cuidaron de afianzarla dándole cuerpo y raíz en el cerebro y en el estómago: en el cerebro, mejorando y universalizando la instrucción; en el estómago, promoviendo una transformación honda de la agricultura, que la haga producir doble que al presente y disminuya el precio de las subsistencias, y, mediante la difusión de la propiedad territorial, elevando á los braceros á la condición de terratenientes. Se contentaron con la sombra, olvidando la verdadera sustancia de la libertad y su verdadera garantía, que se hallan en la escuela y en la despensa; y el fracaso era inevitable. No vieron que la libertad sin garbanzos no es libertad. No vieron que, por encima de todas las Constituciones y de todos los derechos individuales y de todas las urnas electorales, el que tiene la llave del estómago tiene la llave de la conciencia, y por tanto, que el que tiene el estómago dependiente de ajenas despensas no puede ir á donde quiere, no puede hacer lo que quiere, no puede pensar como quiere, no puede el día de las elecciones votar á quien quiere;-no reflexionaron que el que no sabe es como el que no ve, y que el que no ve tiene que ir conducido por lazarillo á donde el lazarillo quiere llevarle, que raras veces es á donde al ciego le conviene, que caso siempre es á donde le conviene al lazarillo,-por lo cual, dejando, como dejaron, el cerebro del pueblo tan á oscuras como antes de la revolución, la revolución no pudo rendir fruto ninguno, quedó estéril.
Esto lo vieron claramente los hombres de Estado de 1873, preocupándose tanto como de la reforma política, de la reforma social cuando todavía podía ser sazón de que fructificase pacífica y evolutivamente, sin los grandes trastornos y conmoción que ahora nos amenazan y que empiezan á alarmar á todos los partidos. Aquella República, tan calumniada, de 1873, inició vigorosamente la reforma con dos leyes y tres proyectos de ley y otras tantas proposiciones parlamentarias, referentes unas al trabajo industrial de las mujeres y de los niños, á la seguridad y salubridad de las viviendas y de las fábricas, etc., encaminadas otras á que se repartiesen á censo entre el pueblo las tierras de propios, las de aprovechamiento común y las privadas que quedaran sin cultivo; leyes y proyectos de ley en cuyo conjunto se halla la base y punto de partida de todo lo que ahora, al cabo de treinta y un años, empieza á preocupar á los hombres de gobierno de la Restauración.
Han principiado los poderes públicos,-aunque demasiado retóricamente y demasiado perezosamente para que pueda esperarse de ellos el remedio heroico que demandan con imperio las circunstancias - á volver la atención hacia los campos, y han visto que hay en ellos millones de criaturas humanas que suben con la cruz á la espalda la áspera cuesta de un Calvario que no dura una tarde, como el de Cristo, sino toda la vida; han visto que existe en la Península, especialmente en Extremadura y Andalucía, toda una clase social, la clase de asalariados y labriegos, que, no obstante sustentar sobre sus hombros casi toda la máquina del Estado, no puede saciar su hambre ni siquiera una vez en todo un año, afrenta de la filosofía, afrenta del cristianismo, afrenta de la civilización.
El rey abrió un concurso (2) el año pasado con objeto de premiar el mejor estudio que se presentase sobre el problema agrario en el Mediodía de la Península, con la mira de descubrir una fórmula que armonice los intereses de propietarios y obreros y acreciente la producción del suelo. Los estudios ó Memorias presentados son 74: se ha concedido el premio á una de ellas; y sobre tal base, tres ex-ministros de la Corona, los Sres. D. Segismundo Moret, D. Javier Ugarte y el señor Conde de San Bernardo, han dado tres lecciones ó conferencias en el Ateneo de Madrid, hace mes y medio
(3), con asistencia del rey mismo, disertando cada uno de ellos sobre lo que considera ser solución al grave y casi insoluble problema social de los campos. En pos de eso habría de venir y se anuncia la labor legislativa y la labor gubernamental; pero declaro que no tengo ninguna confianza en ella: ni siquiera confío en que se llegue á intentar seriamente cosa alguna; y tengo la convicción de que vendrá el inevitable cambio de régimen ó que vendrá en su defecto la intervención extranjera sin que la cuestión agraria haya dado ni siquiera el primer paso.
Aunque el mal no es tan intenso ni tan agudo en la Mancha como en Andalucía y Extremadura, no por eso deja de sentirse también aquí, como igualmente en el resto de la Mancha, en Castilla y en Aragón, reclamándose por consecuencia remedio general. Y ya saben ustedes con esto el tema sobre que va á versar mi lectura ó conferencia.
En qué consiste el problema.
Lo que ha dado lugar al llamado problema agrario ó cuestión social de los campos se reduce escuetamente á estos sencillos términos: que el jornalero,-como en general todo el que vive próximo á esa condición, sin excluir algunos labradores, que viven peor y con más apuros y agonías que él- que el jornalero, repito, aun con la ayuda de su familia, no gana lo estrictamente preciso para sustentarse; que para vivir vida medianamente humana, necesita con absoluta necesidad bastante más de lo que gana; y que no ganándolo, salda el déficit con privaciones, con escaseces, con enfermedades, acostándose todas las noches con hambre, llegando viejo á los cuarenta años, viviendo por término medio diez, quince y aun veinte años menos que las clases acomodadas que comen lo preciso y trabajan moderadamente.
No invento yo el problema ni invento los datos. Aquí está la Memoria oficial impresa hace cinco semanas, en la cual, la Comisión, compuesta de los Sres. Muret, Ugarte y Conde de San Bernardo, ministros que han sido de la Monarquía y afiliados á los partidos dinásticos, resumen los estadios presentados al citado concurso del rey.
Según uno de esos estudios ó Memorias, el presupuesto de gastos de una familia jornalera compuesta del padre, la madre y tres hijos pequeños es el siguiente:
Casa................................ 15 céntimos diarios.
Total, una peseta y ochenta céntimos cada día. Estos datos coinciden con los de la Información pública hecha dos años antes por la Comisión de Reformas sociales pero sucede que esa cifra de 1,80 no es el gasto del día que se trabaja y se gana jornal, sino el de todos los días, porque el estómago no hace domingos ni deja de pedir los días de paro ni aquéllos en que se está enfermo;-por lo cual, los nombrados ex-ministros informantes reflexionan que aun cuando fuese cierto que el jornal se pagara, unos días con otros, como opina el actual director general de Agricultura (Sr. Prado Palacios), á siete reales, le dejaría un déficit constante, no de 5 céntimos; como parece, sino de 47 céntimos diarios, porque los días en que hay que comer son trescientos sesenta y cinco cada año, al paso que los días en que se gana jornal no pasan de doscientos setenta y siete. Otra de las Memorias extractadas por la Comisión toma como tipo una familia jornalera en que trabajan la mujer y dos hijos, y también llega á la conclusión de que no ganan al ano por jornales más de 500 pesetas, y como el gasto, á razón de 1 peseta 80 céntimos diarios, asciende á 597 pesetas, les resulta también un déficit de 26 á 27 céntimos por día.
Es decir, señores, que para que la familia del obrero no pase hambre, ó al menos no sufra la sensación del hambre, para que tenga su mísera ración compuesta sólo de vegetales, en la cual no entra carne ni bacalao, en la cual no hay partida para leña ni para carbón, le faltan de 27 á 47 céntimos todos los días, todo el año, toda la vida: ese es el horrible vacío que siente él, que siente su mujer, que sienten sus hijos desde la cuna al sepulcro; esa la angustia de todas las horas, de todos los minutos, que hace de cada hogar como un valle de lágrimas y un lugar de expiación, que roe la salud, que acorta la vida; esa cosa terrible que sólo puede comprender el que la ha sufrido: que nunca esté el cuerpo satisfecho y en equilibrio; que siempre, siempre, siempre falte algo, que hágase lo que se haga, trabájese lo que se trabaje, no se llene nunca el plato ni alcance nunca el dinero á comprar todo lo que se necesita, á pagar todo lo que se debe.
Pues todavía, la cuenta esa que resulta de los estudios presentados al concurso del rey me parece demasiado galana. Podrá ser cierto que la familia jornalera gane por término medio siete reales diarios durante doscientos setenta y siete días al año en aquellas poblaciones, como La Solana, donde al jornal pueden añadirse algunos otros recursos, como el cultivo del azafrán, como la labor del esparto, como la manufactura del hierro en hoces y otros artefactos cuando el bracero del campo tiene algún hijo dedicado á tal arte, y donde, encima de eso, no sufren en lo general el azote de la taberna, que en otras partes entra por tanto en desmoralizar la vida y desequilibrar el presupuesto doméstico de las familias jornaleras
(4);-podrá ser verdad, repito, que en poblaciones tan aplicadas é industriosas, de tantos recursos y tan llenas de virtudes como el pueblo de La Solana, la familia jornalera salga por siete reales término medio al año, promediando los días en que gana 12 ó 13 con los días en que gana sólo 566 y con los días en que no gana ninguno.-Pero, en general, en la mayor parte de las poblaciones de la Península, la familia jornalera no ingresa siete reales, ni mucho menos, y el déficit, lo que le falta para cubrir los gastos más indispensables, no se reduce á 47 céntimos, sino que es mayor, mucho mayor; y ese déficit se cubre disputando las hierbas á las bestias del campo, merodeando la campiña en busca de collejas, hongos, espárragos de trigo é higos chumbos donde los hay, yendo desnudos y descalzos los muchachos y cubiertos de harapos los adultos, enviando á las niñas no á la escuela, sino á pedir limosna, viviendo hacinados en cuevas ó en chozas inmundas, muriéndose antes de tiempo.
La Información relativa á los obreros de Jerez de la Frontera llevada á cabo en 1892 con arreglo á un Cuestionario del Ministerio de la Gobernación, arrojó en punto á presupuesto de gastos de la familia obrera, suponiéndola compuesta de matrimonio y dos ó tres hijos, que es el caso ordinario, el resultado siguiente:
Alimentación á razón de 35 céntimos diarios por persona al año............... 638,75
"Cuyo presupuesto, dice textualmente la Información, no obstante suponer una vida de escaseces, no puede ordinariamente cubrirse con los ingresos del jornal, originándose con ello un inevitable déficit, que representa la vivienda no pagada, la constante desnudez de los niños, las deudas, y la alimentación insuficiente con su ineludible séquito de tuberculosis, anemia y raquitismo."
Este es el resultado de aquella Información decretada por el Ministerio de la Gobernación en 1902: que la familia jornalera necesita para satisfacer sus más imprescindibles necesidades, 856 pesetas cada año, y que no ganándolas, como no las gana, se siguen para ella hambres, desnudez, enconadas luchas con el casero, deudas, tisis, anemia, prematuras muertes.
Pues todavía no ha dado el Ministerio de la Gobernación todo su relieve al mal, porque en la síntesis de su Información supone que el capítulo de alimentación se satisface con 35 céntimos diarios, término medio, por persona, y esa partida no es exacta, es excesivamente baja. Otro Ministerio, el de Hacienda, en los cálculos practicados en tiempo del Sr. Fernández Villaverde para los efectos del impuesto de Consumos, encontró que la ración de sostenimiento del español, tomando por base los precios de los diferentes artículos al por mayor, es de 62 céntimos diarios, y naturalmente, mucho más si se considera que el jornalero tiene que comprar al menudeo, y que al menudeo el pan, el tocino, los garbanzos, el aceite, el bacalao, el arroz, todo, cuesta una cuarta parte más que al por mayor, aún sin contar la adulteración y el fraude en la medida ó en el peso. Pues todavía así, pasando por lo de los precios al por mayor, los 62 céntimos por cabeza, para una familia compuesta de matrimonio y tres hijos, suman más de tres pesetas diarias, pues si bien es verdad que de esos tres hijos, con frecuencia alguno será pequeño y gastará menos de los 62 céntimos, hay en cambio los gastos de alquiler de la vivienda, la compra de ropa y de calzado, el combustible y la luz, el lavado y el tabaco, que el Ministerio de Hacienda declara que no ha incluido en su cómputo de los 62 céntimos.
Tomando por base, además de los datos recogidos por los Sres. Jerique, Carlos del Rio, León Troyano, La Peña, Cristóbal de Castro, Escobar y otros que en los últimos tres años han visitado de propósito muchas de las poblaciones donde el problema reviste caracteres de mayor gravedad, con objeto de dilucidarlo,-tomando, repito, por base aquella cifra oficial y sacando el promedio del jornal que ganan los braceros del campo en la temporada de la siega y de la trilla, en la cava de las viñas, en la sementera y en la escarda de los trigos, en la recolección de la aceituna, en las faenas del invierno cuando las hay,- computando otros elementos de cálculo, tales como la parte de jornal que se da en especie, esto es, en forma de comida por cuenta del amo, cuando así es costumbre ó se estipula, y por último, la ayuda de la mujer y de los hijos pequeños y el número de días que por término medio al año el jornalero no tiene trabajo, ó lo tiene pero no puede trabajar (verbigracia, por enfermo),-he venido á sacar por conclusión que esa familia jornalera de Andalucía, que para estar regularmente comida, que para cubrir sus más perentorias necesidades, necesita algo más de tres pesetas diarias, ó sea 1.000 pesetas al año, no gana más de 365 en los doce meses, que es decir, unos días con otros, una peseta diaria; y en suma, que el déficit del presupuesto de gastos del jornalero, que lo que á la familia del jornalero le falta para satisfacer muy medianamente las necesidades más apremiantes é inexcusables de la vida, para medio vivir como persona, para no vivir peor que las bestias, no son 5 céntimos, ni 27 céntimos, ni 47 céntimos, sino 2 pesetas cada día; dos pesetas de déficit diario siempre, todo el año, toda la vida. En la Mancha, el problema no reviste caracteres de tanta gravedad, porque (ya lo dije antes) el bracero y su familia se industrian para ingresar al cabo del año más de las 365 pesetas, y porque entre la clase jornalera y la clase patronal (digamos los terratenientes), el abismo es menos hondo, existe un contacto más estrecho y una mayor compenetración, relaciones más humanas, que en Andalucía y Extremadura;--pero si digo que el problema no reviste caracteres dé tanta gravedad, es en el sentido cuantitativo, porque lo que es en el fondo, en cuanto á la sustancia, cualitativamente, el mal se siente lo mismo, el problema es igual.
Como quiera que sea, ahí tienen ustedes, reducido á sus líneas más elementales, el problema social que en estos momentos preocupa á los poderes públicos, como viene preocupando desde hace muchos años á los publicistas y á los propietarios de diversas provincias de España, y desde hace más, á las clases trabajadoras del campo en todas las provincias: que el bracero agrícola necesita en cada uno de los trescientos sesenta y cinco días del año tres pesetas, y gana sólo una donde menos, una y media donde más; por consiguiente, que la situación de las cosas tiene que experimentar un cambio: un cambio mediante el cual el bracero del campo ingrese de seis á ocho reales diarios más que ahora.
¿Cómo ha de verificarse tal cambio? Esto es lo que ahora vamos á ver.
Transformación de los cultivos: aumento de jornal.
Lo primero que se impone, para ese efecto, según la Información del concurso del rey, es que los propietarios, transformen sus cultivos en sentido progresivo, según se ha verificado en todas las naciones menos en España, á fin de que cosechen en sus tierras por cada fanega ó hectárea de tierra sembrada una tercera parte siquiera más de grano que en el régimen agrario actual y puedan con esto remunerar el trabajo del bracero con 365 pesetas más al año, algo así como una peseta más al día, y rebajar el precio de los frutos, compensando la rebaja con la mayor producción, de forma que con una peseta pueda el jornalero comprar mayor cantidad de alimentos que con cinco reales ahora.
Esto, que para mí envuelve una de las dos exigencias que lleva consigo la solución del problema, es tan primario, tan de esencia, y al propio tiempo tan eficiente, que el señor Conde de San Bernardo, en su conferencia pública del Ateneo á que he dicho asistieron el rey y el Gobierno, encierra en ello toda la solución, juzgándolo no sólo eficaz, sino decisivo, opinando que con sólo eso la cuestión agraria deja de ser cuestión.-¿Y qué es lo que, en su sentir, en sentir del señor Conde de San Bernardo, agricultor y ganadero de grandes alientos y de mucho entendimiento, que dice practica su doctrina; qué es lo que en sentir del Sr. Rodrigáñez, agrónomo competentísimo, autor de la Memoria premiada, hay que hacer para que se opere esa transformación honda y rápida de los métodos culturales que se ha menester para que en vez de cosechar el labrador seis ó siete hectolitros de grano por hectárea, que es nuestro vergonzoso promedio actual coseche diez ú once siquiera? Fundamentalmente, tres cosas:-1.ª No limitarse á arañar la tierra como ahora, sino adoptar y practicar la labor profunda, como medio de contrarrestar la sequía; - 2.ª Introducir el empleo en grande de los abonos minerales, como medio de prevenir ó de combatir el agotamiento de la fertilidad natural del suelo, restituyéndole todos los años en esa forma lo que se le saca en forma de cosechas;-3.ª Suprimir el barbecho, alternando por años los cereales con plantas forrajeras de secano, que sean precisamente leguminosas, como medio de mejorar las condiciones de la ganadería, y sobre todo, como medio de dotar al suelo de ázoe, substancia que las leguminosas toman directamente de la atmósfera y depositan en el suelo, donde al año siguiente la aprovechan los trigos y las cebadas, evitándole al labrador el tener que comprar al comercio ese que es el componente más caro de los que entran en la fabricación de los abonos artificiales.-A tal fin, es indispensable enseñar en todos los pueblos esos métodos progresivos de cultivo, y enseñarlos-claro está-no con libros ni con discursos ó conferencias, sino de un modo práctico..., practicándolos.-Y como la transformación es tan urgente, y como con esa urgencia es incompatible la rutina, tan propia de nuestro estado de atraso, particularmente en el ramo de la Agricultura, hay entre los autores que han acudido al concurso del rey alguno-por cierto inspirado en el socialismo católico italiano-que no vacila en proponer que cuando un propietario no cultive con arreglo á los adelantos modernos, á juicio de una Comisión técnica, se le expropie por causa de utilidad pública
(5), cosa, sea dicho entre paréntesis, que en España ha sido sostenida muchas veces á partir de Juan Luis Vives, el gran filósofo del catolicismo, y del preclaro historiador Juan de Mariana, jesuíta, en el siglo XVI.
Dejando consignadas mis reservas sobre este detalle ó aspecto del problema, que no es para ahora ni cabría en lo que nos queda de jornada esta tarde,-vengo al segundo medio de que debe echarse mano, según mi modo de ver, para equilibrar el presupuesto de ingresos con el de gastos en la familia jornalera.
Combinación del jornal con el cultivo propio.
Hemos visto que es absolutamente preciso reforzar ese presupuesto de ingresos, elevándolo nada menos que en un 200 por 100. He dicho que, á menos de ser un utopista, lo más á que podrá aspirarse durante mucho tiempo en materia de aumento del precio de los jornales,-y aun esto muy dudosamente ó con mucha dificultad,-es á que en vez de valerle aquellos (los jornales) al trabajador de 365 á 400 pesetas al año como ahora, le produzcan un doble, que es decir unos 3.000 reales.-Pues todavía con eso, faltarían cincuenta y tantos ó sesenta duros para completar lo estrictamente preciso, que he fijado como promedio, con arreglo á fórmulas oficiales, en algo más de 1.000 pesetas. ¿De dónde sacarán los braceros ese suplemento?
Para mí, no hay más que un camino, pero ese acreditado por la experiencia: dicho suplemento de cincuenta y tantos ó sesenta duros los jornaleros ó asalariados han de sacarlo de donde lo sacan ya en multitud de localidades de la Península, en que el problema social no existe: en cultivos que el propio peón ó bracero haga por su cuenta.-El señor Conde de San Bernardo fía la solución del problema á un remedio único: el que antes dije; el aumento del precio del jornal, hecho posible mediante la mejora progresiva de los métodos de cultivo y el consiguiente acrecentamiento de las cosechas.-Pero á mi me parece que esto no basta: el problema es complejo y las fórmulas no pueden ser sencillas: la miseria de las clases jornaleras ha llegado á tales extremos de agravación, pide alivio con tales apremios, que no consiente espera; y los propietarios, parte por falta de capital, parte por pereza intelectual y espíritu estadizo, han de necesitar bastante tiempo, por grandes que sean los estímulos y los requerimientos del poder público para acabar de salir de su sueño medieval é implantar una agricultura medianamente progresiva y europea, medianamente remuneradora. Por esto decía que es una quimera, que es una utopia fundar el remedio exclusivamente en la transformación de la agricultura de secano llevada á cabo por los propietarios, ó dicho de otro modo, el aumento de la producción.-Por otra parte, el problema no es meramente económico: tiene un aspecto social. No se aspira sólo á que el jornalero coma: se aspira, además, á que deje de ser tal jornalero, elevándose á la dignidad de cultivador independiente; y para llegar en su día á esa condición, tiene que pasar por un período intermedio en que sea las dos cosas á la vez, en parte asalariado y en parte labrador; que al propio tiempo que trabaje por cuenta de otro en tierra ajena, trabaje por cuenta propia en tierra propia también, ¿por lo menos en tierra, que no sea de otro, sino de la municipalidad, de forma que disponga de ella toda la vida lo mismo que si fuese suya y recoja integro su producto.
Para que me entiendan más claramente lo que quiero decir, para que se vea de un modo práctico cuál es y cómo el segundo remedio que preconizo, de acuerdo con la experiencia
(6), para aliviar la mísera suerte de los braceros del campo, nivelando sus dos presupuestos, hoy tan desnivelados, presentaré algunos ejemplos de poblaciones que pueden proponerse como modelo, sin más agrandar las proporciones.
La ciudad de Jaca, en el Pirineo de Aragón, cerca de Panticosa, aunque tiene mucho comercio, y dos grandes estillos con guarnición, uno antiguo y otro moderno, y catedral con cabildo y obispo, es una población pequeñita, pues apenas si excede de la mitad de esta villa de La Solana. Hace más de doscientos años, en el siglo XVII, una piadosa señora, doña María del Castillo, hizo en aquella población lo que después ha hecho en La Solana otra señora, doña Concepción Bustillo: legar para el vecindario unas tierras que primero fueron pradería y después, hace cosa de un siglo, se convirtieron en huerta para hortalizas, por la facilidad que había para regarlas, derivando dos acequias, una de un barranco y otra de un río, el famoso río Aragón. En la actualidad, las suertes de tierra son en número de 176, en su mayor parte de regadío, y las concede el Ayuntamiento á los que las piden, así como van quedando vacantes. Los hijos de la ciudad, incluso las viudas, que pertenecen á la clase jornalera, tienen derecho á disfrutar una de esas suertes vitaliciamente, durante toda su vida y la vida de la mujer si le sobrevive, satisfaciendo nada más una cuota pequeñísima, que varia entre dos y cinco pesetas, para el pago de la contribución. Los mismos jornaleros que las benefician, nombran de entre ellos seis cabeceros para disponer y dirigir el arreglo y limpia de las acequias, las defensas contra el río y todo lo demás que es de interés común.-El papel que desempeñan estas suertes en la economía doméstica del jornalero no puede ser más interesante: en ese huerto que posee de por vida, coloca y capitaliza el trabajo de los días de paro, cuando no tiene jornal, y además algunos de los días festivos; cuando hay jornal, trabajan el huerto, según lo que cada uno puede, los demás individuos de la familia, sea la mujer, sean los ancianos ó los muchachos que por su edad no pueden trabajar para fuera. Se calcula que invierten de ese modo en su huerto unos 25 jornales al año. Y cosecha, por término medio, cada familia 25 arrobas de patatas, 12 ó 13 fanegas de judías (la fanega aragonesa es más pequeña que la castellana) y 5 fanegas de maíz: los que pueden llevar estiércol, siembran las judías sobre el rastrojo, en cuyo caso es que sembraron cebada, y entonces se añaden al producto tres cahices ó 24 fanegas aragonesas de grano.-Ahí tienen ustedes de dónde sale en Jaca
(7) la peseta diaria que nos faltaba para cubrir el déficit dejado por los jornales.
Ejemplo de lo mismo sobre la base de tierras de secano, lo tenemos en numerosas poblaciones de la cuenca del río Duero, tales como la comarca llamada Vera de la Sierra, en la provincia de Segovia, la comarca denominada Armuña, de la provincia de Salamanca, y otras de la provincia de Burgos, León y Valladolid. El común de vecinos, verbigracia, del pueblo llamado Rabé de la Calzada, en la provincia de Burgos, posee bajo la administración de los alcaldes varias tierras de para llevar, divididas en suertes ó hazas de á dos fanegas (castellanas) cada una: esas suertes se distribuyen para su disfrute entre los vecinos más antiguos por todo el tiempo de su vida, continuando luego sus viudas: á la muerte del matrimonio, el alcalde publica la vacante de su haza ó quiñón de tierra, y él mismo lo adjudica al vecino á quien corresponde por turno. Este caso me es conocido por un Real decreto-sentencia de 1848.-En el partido de Sahagún, provincia de León, hay varios pueblos que poseen una vega de tierras de labor dividida en un número fijo de suertes, llamadas vitas ó quiñones, todas de una misma cabida: el tiempo de la posesión y disfrute de ellos es también el de la vida de los respectivos llevadores ó usufructuarios: cuando uno de ellos fallece, el quiñón ó haza que labraba pasa al más antiguo de los vecinos que aguardaban turno. En los pueblos en que hay proporción se da uno de esos quiñones de tierra á los jóvenes al tiempo de casarse. De estos casos y de varios otros igualmente instructivos me he ocupado en un libro sobre la materia
(8), que puede leer quien quiera en el Centro Republicano de la villa, donde se encuentra.
Otra manera muy curiosa y antiquísima de organización de la propiedad territorial rige en diversas provincias de nuestra Península, sobre todo en la de Zamora, por ejemplo, en los pueblos de Bermillo de Sayago, Palazuelo, Piñuel, Gamones, Fornillos y muchos otros. En tales lugares, los particulares, por ricos que sean, no tienen tierra propia: toda la del término municipal, así de labor como de pasto y arbolado, pertenece á todo el vecindario, y para hacer el uso más conveniente de ella, se halla dividida en lo que llaman "labranzas", cada una de las cuales se compone de varias hazas en las dos ó en las tres hojas, entrando en ellas bueno, malo y mediano, á fin de obtener la posible igualdad. Cada dos ó cada tres años, á presencia del Ayuntamiento y de todo el vecindario, convocado á son de campana, se sortean las labranzas, tocándole una á cada vecino, sea rico ó pobre, sin excluir al cura, al maestro, al veterinario, al carpintero, á las viudas, á los mozos que se han de casar durante el año, y no hay que decir que también á los jornaleros; y la que le ha tocado en suerte á cada vecino la usufructúa hasta que pasados los dos ó los tres años se efectúa un nuevo sorteo, en la misma forma, de las hazas correspondientes á cada una de las hojas del término.
No me detengo más en este sistema de organización de la propiedad territorial, porque me parece preferible con mucho y más beneficioso el de los quiñones ó labranzas vitalicias, que antes he descrito y que es el que he de recomendar para La Solana, pues con él, el vecino que las disfruta, como sabe que las ha de tener seguras toda la vida y durante la vida de su viuda, se considera como verdadero propietario y se anima á hacer en ella mejoras y cultivarla con el mismo esmero que si efectivamente fuese suya, según he dicho á propósito de las Suertes del Boalar en Jaca, cosa que no sucede cuando los repartos se deshacen y renuevan cada dos ó cada tres años.
Otro ejemplo de combinación de jornal con el cultivo propio, de género distinto al de los anteriores, es la villa de Chiclana, en Andalucía. Allí, los jornaleros ganan un jornal trabajando para el amo, desde las ocho de la mañana hasta media tarde, de forma que á las cinco, en los días largos, están ya de vuelta á la entrada del pueblo. ¿Con qué objeto? Para que les quede lo que llaman el rato, dos horas, ó dos y media, ó tres, según la estación ó los meses del año, é invertirlo en trabajar lo suyo, que es una fanega ó fanega y media (media hectárea á una, dice nuestro insigne Azcárate), plantada de viña.
Allá por el año 1840, las dos ó tres casas á quienes pertenecía todo el término municipal, empezaron á dar pedazos de yermo á censo, percibiendo unos tres reales de canon anual por cada fanega (cinco ó seis reales por hectárea) y los jornaleros que las tomaron las fueron poco á poco plantando de viña; siendo curioso que posean viña hasta los artesanos. Resultado: que en Chiclana, gracias á este complemento del jornal que la viña del bracero representa, no hay miseria, no hay malestar, desórdenes, temores, ni amenazas de cuestión social, mientras hay miseria y hay cuestión social en poblaciones situadas á tres y cuatro leguas de allí donde ese régimen es desconocido. Con la villa sola no podrían vivir; con el jornal sólo tampoco: se juntan las dos cosas y los braceros viven, y lo que se llama "pobres" es desconocido.
Por el estilo de estas, podría referirles otras combinaciones no menos instructivas é interesantes, tales como el caso de Zaragoza, en que los peones del campo ganan su buen jornal desde las cuatro de la mañana, hora en que salen de la población, hasta que da en el reloj de la Seo la última campanada del medio día, pudiendo dedicar la tarde á su corro de tierra, que es el pedazo (propio ó arrendado) que cultivan de su cuenta y que les permite vivir con relativo desahogo, y á menudo hasta ahorrar; tal es el caso de Marchena, el de Laguarta, el de Olvera, el de Paradas y otros; pero basta ya para nuestro objeto con los referidos.
Adquisición de tierras para el común.
Llegados á este punto, querrán ustedes preguntarme una cosa sin la cual cuanto llevo dicho no sirve de nada:-"Está bien, me dirán: quedamos enterados de que en ese sistema mixto y de transición que el Sr. Costa preconiza y al cual encuentra fiador en la experiencia, se conserva el régimen actual del jornal, aunque mejorándolo por cuenta de los amos ó propietarios, y al propio tiempo se le busca un refuerzo para acabar de cubrir el presupuesto anual de 1.000 y pico de pesetas que el jornalero necesita, haciendo que éste no dependa tan sólo del jornal, sino que empiece á soltarse y andar por su cuenta, haciéndose un poco labrador. Para esto necesitan tierra de balde, que si no es suya no sea tampoco de otro, sino del común de vecinos, y no se la pueda quitar nadie. ¿De dónde sacarán los vecindarios tales tierras?
Fundamentalmente, los métodos de adquisición en la práctica son dos: - 1.º Compra, sea en pleno dominio, sea únicamente del dominio útil, quiero decir á censo perpetuo, por los Ayuntamientos: -2.º Donativos de particulares al vecindario.
Lo primero ha sido lo frecuente en nuestro país: sobre todo en el siglo XV, infinidad de Ayuntamientos de la Península compraron á señores de la nobleza el dominio útil de sus tierras ó de parte de ellas, obligándose por comunidad de vecinos á pagar un Canon anuo en especie, consistente en cierto número de fanegas de grano, y dividiendo luego tales tierras acensuadas en suertes ó hazas para adjudicarlas á los vecinos en algunas de las formas que he referido, ora por sorteos trienales, ora en quiñones vitalicios. Y es dato elocuente y que acredita lo razonable y aceptable del sistema, como sistema de transición, que muchos de aquellos contratos han llegado hasta nuestros días y siguen en vigor al cabo de cuatrocientos años, pudiendo citar como ejemplo á Sorribas, en la provincia de León, pagando censo al Marqués de Astorga por tierras socializadas en esa forma en el siglo XV; Villacid de Campos, al Marqués de Alcañices; Valdemora, al Conde de Peña-Ramiro; Javierregay, cerca de Jaca, al Conde de Atarés; etc. Hace cosa de tres años hube de evacuar una consulta sobre un caso de esta naturaleza, correspondiente á VilIabrágima, provincia de Valladolid.
¿Es que eso pudo suceder entonces y no puede suceder ahora? No, no existe ninguna imposibilidad ni de parte de los señores ó grandes propietarios ó terratenientes, ni de parte de los Ayuntamientos.
Que no puede haber inconveniente de parte de los grandes señores territoriales, lo acredita el hecho de que algunos lo han practicado en nuestros días, desprendiéndose de vastas extensiones de tierra cedidas, si no á los Ayuntamientos,-porque éstos no podían adquirir--á los vecinos, colonos y jornaleros, directamente. La Memoria-resumen del Concurso del rey, de que he hablado á ustedes antes y que tengo aquí delante, hace mención de varias casas de la nobleza, tales como la de Alba, en El Carpio, provincia de Córdoba, la casa de Uceda, en la villa de Espejo la ex-emperatriz Eugenia, en el pueblo de Ardales, y otras, que han dividido extensos cortijos y dehesas en hazas de 2 á cuatro fanegas, con lo cual ha principiado á transformarse la situación de los trabajadores del campo en las expresadas localidades
(9). Por parte de los Ayuntamientos no podrá haber tampoco dificultad, porque la nueva ley Municipal, que ha de regir pronto, tanto en el proyecto del Sr. Moret como en el del Sr. Maura (ambos están aquí, en la mesa), alteran radicalmente los actuales principios desamortizadores, autorizando á los Ayuntamientos para poseer tierras y para concederlas á los braceros de las respectivas localidades, sea en censo, sea en usufructo, sea en aparcería, ó en cualquier otra forma que quieran adoptar. Algo ha influido en esto el ejemplo de Inglaterra, cuya ley Municipal, obra del partido conservador en 1887, faculta á los Ayuntamientos para adquirir tierras, ora en pleno dominio, ora en anfiteusis, ora en arrendamiento, á su elección, incluso haciendo uso, en caso necesario, de la expropiación forzosa, y darlas luego á los braceros del campo en porciones de cierta cabida, fijada de antemano por lo que se calcula que puede trabajar tu jornalero en sus días de paro y ratos perdidos
(10).
La otra fuente de donde han dimanado y pueden dimanar las tierras de los vecindarios, está en las liberalidades de los particulares. De esto puedo citar á ustedes, en clase de ejemplo, cierto príncipe de Salerno, que en el siglo XV donó sus haciendas al común, concejo y vecindario de Topas, en la provincia de Salamanca, cuyo pueblo los ha disfrutado comunalmente en forma de quiñones vitalicios hasta 1875, y Doña María Castillo, que en el siglo XVII fundó en la ciudad de Jaca la memoria pía llamada de Caridades, de la cual traen origen los huertos concejiles, conocidos con la denominación de Suertes del Boalar, que siguen disfrutándose hoy aún con perfecta regularidad, por el mismo sistema de usufructos vitalicios, según dije á ustedes antes.-Y para que no se crea que esto son sólo vejestorios ó ranciedades, propias nada más de los tiempos de Mari Castaña, que hoy no hay que contar con semejantes generosidades, les exhibiré un caso moderno, referido el año pasado por el ilustre periodista Sr. Troyano en El Imparcial y recordado hace un mes por la Comisión del Concurso del rey, en su Memoria de 1.º de Mayo: hace cosa de veinticinco años, un vecino de Lora del Río, D. Juan Quintanilla, instituyó á los pobres de su pueblo herederos de todo su caudal, consistente en olivares y tierras de pan llevar, que valían sobre un millón y medio de pesetas y que fueron repartidas entre 2.200 vecinos. Otro caso, por el estilo de ese de D. Juan Quintanilla, es el de D. Pedro Remón y Doña Concepción Bustillo, en La Solana, ó lo que para el caso es igual, de su señor hermano D. Francisco J. Bustilla, los cuales dejaron su caudal, consistente asimismo en olivares y tierras de pasto y de labor, "á la humanidad doliente de los hijos de La Solana y de algún forastero que se encontrase en la miseria". Hace once años que D. Francisco murió: ya es hora de que se dé cuenta de su voluntad á los vecinos de La Solana; y es triste que sea un forastero quien tenga que hacerlo y salvar el caudal caído en cautividad una segunda vez, después de haberlo salvado de otros enemigos la primera.
Forma en que La Solana debe poseer su legado:
adjudicación de usufructos, no del dominio.
Hemos quedado en que para resolver transitoriamente el llamado problema social agrario, en las condiciones y circunstancias presentes de la sociedad española, es preciso mudar la condición actual del trabajador del campo, de forma que sea á medias asalariado y á medias labrador, para ser un día sólo labrador dejando del todo de ser jornalero ó asalariado; que á este efecto, según mi fórmula oportunista
(11), que yo no he inventado, sino que la he tomado hecha de la realidad y lleva la recomendación de los siglos,-las Municipalidades deben poseer tierras en la extensión necesaria, cuando menos, para proveer de ellas á los jornaleros por título de usufructo vitalicio según se halla ya admitido en la novísima legislación municipal de Inglaterra y en los proyectos de ley Municipal presentados últimamente á las Cortes españolas, siguiendo el impulso del Código civil, que empezó ya á reaccionar contra las leyes desamortizadoras, acabando con la prohibición que estas envolvían; que los métodos para adquirir tierras las Municipalidades, allí donde estas no las tengan ya en cantidad suficiente de propios ó de común aprovechamiento, son fundamentalmente dos: compra y donativos; y que á este segundo género corresponde el legado Remón-Bustillo dejado á los pobres de la villa de La Solana
(12).
Esto supuesto, soy de opinión que la villa debe recibir y poseer el caudal de Remón-Bustillo, ó la parte de caudal que reste, no en dinero, para usufructuar los réditos, sino en especie, quiero decir, en las tierras mismas en que el caudal consiste ó de que se compone. ¿Á qué fin? ¿Qué destino habrá de darse á tales tierras?
Según mi manera de ver, ya anticipada, la villa debería partirlas en quiñones, suertes, hazas ó labranzas, como quieran llamarse, y sortearlas luego entre aquella parte pobre del vecindario, lo mismo agrícola que industrial, á quien tuvieron en voluntad los donantes, sin excluir-claro está-las viudas, á fin de que cada cual disfrute la que le haya tocado durante todo el tiempo de su vida y la de su mujer, sin pagar más que su parte de contribución, y con opción mejorar siempre que alguna quede vacante. No tendrían facultad de venderlas, ni les podrían ser embargadas por deudas. Luego, á medida que tales vacantes fueran produciéndose, por dejación voluntaria, por pérdida de vecindad ó por fallecimiento, el Ayuntamiento las adjudicaría á los que las solicitasen, lo mismo que en las poblaciones que les he nombrado á ustedes, donde hay tierras beneficiadas por este sistema.
Ya recordarán ustedes el caso aquel de una herencia dejada hace veinte y tantos años, por D. Juan Quintanilla á los pobres de Lora del Río. Por no haberse seguido allí este orden, aquella liberalidad, importante millón y medio de pesetas, quedó infecunda. Oigan, que vale la pena, esto que copia del Sr. Troyano (El Imparcial, 14 Mayo 1903) la Comisión del Concurso del rey: "Contra lo que suele suceder en esta clase de testamentarías, los tres albaceas nombrados por Quintanilla, personas de arraigo y de gran respetabilidad, cumplieron escrupulosamente la voluntad del testador; examinaron con atención suma los antecedentes y solicitudes de los aspirantes; hicieron la declaración de herederos á favor de unos 2200 individuos; los clasificaron en tres categorías, según el número de personas de las familias por ellos sostenidas, y llevaron á cabo, por sorteo en cada una de aquellas, la adjudicación y entrega de lotes
(13).
Eran éstos de 750 pesetas, de 500 y de 300 constituidos por parcelas de olivares ó de tierras de pan llevar. De la masa del caudal, los albaceas habían pagado los derechos de transmisión de herencia, de inscripción en el Registro de la propiedad y hasta de adjudicación. Cada lote llegaba integro y completamente saneado á manos del designado por la suerte. Nunca se podrá hacer un reparto de este género en mejores condiciones. Los agraciados recibían en el acto su titulo de propiedad. ¡Aquel mismo día, que fué el 15 de Junio de 1880, quedaron empeñados varios de esos títulos en manos de particulares, y otros en las tabernas de la población!
Comenzó un comercio escandaloso de esos lotes. Usureros astutos, y particularmente algunos taberneros, dedicáronse á comprarlos á bajo precio. Al cabo de un mes habían adquirido más de 200; al final del semestre, cerca de 1.000.
Hace algunas semanas, hablando yo de este asunto en Córdoba con D. Teodomiro Fernández, persona de mucha inteligencia, de fino espíritu de observación y que había sido testigo presencial de estos hechos, le pregunté:
-Cuántos de los 2200 herederos de Quintanilla quedarán todavía como propietarios?
-No llegarán á un centenar, me contestó."
Es decir que de cada 22 jornaleros sólo uno conservó su lote de tierra: los 21 se quedaron lo mismo que antes, como si tal herencia no hubiera existido. A haberse adoptado allí el método que recomiendo para La Solana, los 2200 lotes seguirían en poder de los proletarios sus llevadores: 2.200 familias seguirían siendo como propietarios: la rica herencia de Quintanilla no se habría deshecho como la sal en el agua, sin dejar rastro tras de si. El caso se ha repetido cuantas veces se han hecho repartos de tierras en pleno dominio con ocasión de la desamortización, pudiendo exhibir como muestra Arenas, pueblo de la provincia de Avila, del cual el secretario de la Comisión oficial informadora de 1885 sobre la Crisis agrícola y pecuaria, cuenta que habiéndose repartido una dehesa entre 500 vecinos pobres, pocos años después las 500 suertes habían ido á parar á cinco ó seis manos, quedándose los pobres tan pobres y desamparados como antes del reparto
(14). Y es porque lo que nada cuesta, lo que se entra de repente, como por arte de lotería, por las puertas de nuestra casa, no se halla adherido á nosotros como si fuese carne de nuestra carne, sucediéndole lo que dice el refrán de los dineros del sacristán, que cantando se vienen y cantando se van.
En cambio, de la solidez y fuerza vital del sistema recomendado por mí da testimonio el ejemplo de Jaca, donde hace cien años que se halla en vigor, tan firme, tan eficaz y tan respetado como el primer día; lo acredita asimismo el caso de los pueblos de la Vera de la Sierra, provincia de Segovia, donde subsiste desde el siglo XV en que se estableció.
El caudal debe concentrarse en La Solana.
Vengo ahora á una segunda cuestión práctica no menos importante que esa primera, á saber: concentración de todas las tierras del Legado en el término municipal de La Solana; necesidad detraer á él las que ahora posee en Alhambra, Membrilla, Manzanares y Montiel, ó su mayor parte.
En el término de La Solana posee el caudal de Remón-Bustillo algo más de 1.000 fanegas de tierra
(15), de las clases siguientes: 126 fanegas de primera, situadas á menos de un kilómetro de distancia de la población, algunas tocando con ella, y á propósito para azafranal; 616 fanegas de segunda y de tercera clase, aptas para trigo, cebada y centeno, á una distancia que varía entre uno y cinco kilómetros; 302 fanegas, con 11.000 y pico olivos, parte de los cuales habrá que arrancar por viejos, quedando en lugar suyo tierras buenas de pan llevar; y 14 fanegas con unas 2.700 vides. Añádanse 273 fanegas de tercera situadas en término de Membrilla, capaces para cebada y candeal.
Aquellas 1.000 y pico fanegas del término de La Solana, próximas al casco de la población, son las que conviene aumentar, porque el jornalero ó asalariado necesita tener cerca su cultivo, á fin de aprovechar en él medios días y hasta ratos perdidos de una hora ú hora y media. Por eso, si se adoptase el sistema de hazas ó quiñones vitalicios, yo aconsejaría que se vendieran las tierras que el caudal de Remón-Bustillo tiene en los demás términos, que miden varios millares de fanegas
(16), para adquirir con lo que quede liquido del precio de la venta
(17) otras en La Solana, ya fuesen idóneas para plantación de viñas, ya fuesen de labor, acrecentando de este modo el patrimonio de los pobres al alcance de la mano,- en espera de que con el tiempo cobre nuevos ensanches con nuevas liberalidades de propietarios piadosos ó patriotas, ganosos de ayudará la transformación social del proletariado. En pos de eso vendrá la construcción del canal de Ruidera, que puede dar á cada fanega de tierra el valor de tres, y según la cantidad de agua que deje aquí, hacer de La Sotana una ciudad y de las más ricas y florecientes de la provincia.
Los grandes propietarios de tierras deben interesarse en esto, no sólo por humanidad, sino que hasta por propio interés. Llegará un día-(el Concurso del rey lo está ya anunciando por todas sus páginas)-en que la clase jornalera reclamará la parte que le corresponde en el patrimonio de Adán, proclamando que la propiedad del suelo y el trabajo que la hace producir deben juntarse en una misma mano; que la tierra debe ser de los que la trabajan; y antes de que ese nublado estalle, es de la más elemental prudencia política echarle un pararrayos: en Andalucía, el pararrayos lo va siendo, aunque con demasiada lentitud y en grado insuficiente, aquello que dije han hecho las casas de Alba, Uceda, Aparicio, Ardales y otras; en La Solana, el pararrayo puede serlo el Legado Remón-Bustillo y lo que se le vaya agregando poco á poco con nuevas caridades de propietarios y tal vez, andando el tiempo y mejorando las condiciones económicas del país, mediante compras por la municipalidad.
El problema social agrario, según el Sr. Costa. (18)
Hoy se ha celebrado en la villa de La Solana, distante 14 kilómetros de esta ciudad (Manzanares), la anunciada asamblea del vecindario, para oir á D. Joaquín Costa sobre el tema "La cuestión social agraria y su relación con el legado Remón-Bustillo dejado al proletariado de la villa".
El objeto del viaje del Sr. Costa ha sido rescatar para los braceros de la localidad unos cuantos miles de fanegas de tierra que les fueron legadas y les han sido en gran parte distraídas hace pocos meses, y al propio tiempo, organizar el disfrute de tales tierras según la fórmula que, dentro del actual estado social de nuestra nación, considera más conveniente, como fórmula oportunista y de transición, entre cuantas ha acreditado la historia de la propiedad territorial colectiva en España y que se hallan todavía en vigor en diversas provincias.
La Solana es una villa manchega muy industriosa, de 10.000 habitantes, consagrados casi en su totalidad al trabajo de la agricultura de secano en su extensísimo término (cereales, aceite, vino, azafrán, esparto, ganado lanar) y á la fabricación de objetos de hierro, especialmente hoces, de que surten á gran parte de España. El problema agrario, sin ser tan agudo como en la Andalucía Baja, se siente aquí con bastante intensidad. Y tal ha sido el tema de la Asamblea, celebrada al aire libre en la plaza Mayor, con asistencia de los concejales y de gran parte del vecindario, clases populares y directoras.
Ha presidido el alcalde D. Valeriano Gr. Cervigón. La organización ha sido debida, principalmente, á. D. Antonio Carrillo, industrial, presidente del Comité Republicano. Poco antes de comenzar el acto han llegado tres redactores de El País en un automóvil, que los ha traído desde Madrid.
He aquí un sucinto resumen de las conclusiones del señor Costa en lo que afectan al interés general:
"Las libertades políticas, adquiridas á precio de tanta sangre, han fracasado, porque los legisladores y gobernantes no se cuidaron más que de escribirlas en la Gaceta, sin darles cuerpo y raíz en el cerebro y en el estómago, en la despensa y en la escuela: la libertad sin garbanzos, no es libertad; el que tiene la llave del estómago, tiene la llave de la conciencia; el que no sabe es como el que no ve, y sus lazarillos le llevan á donde á ellos les conviene, no á donde le conviene á él; por haber dejado el cerebro del pueblo tan á obscuras como estaba antes de la Revolución, la Revolución no podía dar fruto y no lo ha dado.
Los hombres de Estado republicanos, en 1873, iniciaron vigorosamente la reforma social con dos leyes y seis proyectos y proposiciones de ley, en cuyo conjunto se halla la base de todo cuanto ahora empieza á preocupar á los políticos de la Restauración. La monarquía ha necesitado treinta años para hacerse cargo del problema, y aun eso tan retórica y perezosamente como se está viendo. Si la República no hubiese caído, la cuestión social habría recibido soluciones parciales á su hora, pacífica y evolutivamente, al mismo tiempo que en Europa, y no llegarían tardíamente, como es de temer que lleguen ahora, ni se perpetuaría ese tipo de jornalero jerezano, manchego y extremeño que se acuesta todas las noches con hambre, que vive una vida peor que la de las bestias y constituye una de las grandes afrentas de nuestra nación.
El problema de que se trata dimana, fundamentalmente, de este hecho: que el bracero del campo como en general cuantos viven próximos á esa condición, infinidad de labradores entre ellos, obtiene de su trabajo menos de lo que necesita para sustentar la vida; que sus presupuestos domésticos arrojan un déficit de consideración que no se enjuga nunca; que esos presupuestos del jornalero, lo mismo que los de la nación, no se nivelan sino en apariencia tomando el déficit la forma de hambre, desnudez, suciedad, atraso, tuberculosis, anemia, raquitismo, vejez anticipada, prematuras muertes.
Según el informe de los Sres. Moret, Ugarte y conde de San Bernardo, publicado en Mayo último, resumiendo el Concurso del rey sobre el problema agrario en el Mediodía de España, confirmación en lo substancial de la Información de dos años antes decretada por el ministerio de la Gobernación, ese déficit puede calcularse en 47 céntimos diarios como mínimum. Pero el Sr. Costa, fundado en los mismos datos del Concurso, en cálculos oficiales del ministerio de Hacienda y en estudios sobre el terreno llevados á cabo por los Sres. Jerique, Carlos del Río, León Troyano, La Peña, Cristóbal de Castro, Escobar, etc., saca por conclusión: 1.º Que las necesidades más estrictas y perentorias de la familia jornalera, aun sin contar gasto alguno de cultura (escuela, periódico, etc.) ni de solaz, requiere un ingreso superior á 1.000 pesetas anuales. 2.º Que el ingreso efectivo no excede, como promedio, de 365 á 400 pesetas al año. 3.º Que, por consiguiente, el déficit ese, que hemos visto saldado impíamente á costa del capital, que es la salud, que es la vida, se eleva á unas dos pesetas diarias.
¿Solución? Necesitaríanse remedios heroicos engranados con muchas otras cosas; y el Sr. Costa abriga la convicción, fundada en experiencia, de que no hay que esperar ninguno de los hombres de la Restauración, y que llegará el cambio de régimen ó la intervención extranjera, sin que el problema agrario haya dado ni siquiera el primer paso. Abreviando: esos remedios se encierran en dos: 1.º Transformación rápida de los métodos culturales por parte de los propietarios agricultores de quienes la jornalería proletaria depende; y 2.º Transformación del nudo jornalero en jornalero cultivador.
El primero se halla defendido con buenas razones, en el Concurso del rey, por el señor conde de San Bernardo y D. Celedonio Rodrigáñez particularmente. Labor profunda contra la sequía, abonos minerales con profusión, inducción del ázoe y aumento y mejora de la ganadería mediante el cultivo de leguminosas forrajeras de secano en los barbechos y auxilio de algún regadío, etc., acreciendo en un tercio siquiera la producción actual, permitirán al propietario ó patrono retribuir mejor á sus jornaleros y asalariados, y el problema habrá quedado resuelto.
El Sr. Costa no va tan lejos; funda él en eso una parte tan sólo de la solución, no toda: 1.º Porque el remedio es apremiantísimo, no consiente espera, y con esa urgencia son incompatibles la rutina y pereza intelectual, la falta de preparación y la falta de capital de nuestros terratenientes y agricultores, y la falta de orientación y de calor por parte de nuestros gobernantes, que hacen quimérico esperar que en muchísimo tiempo se haga aquí una agricultura medianamente progresiva y europea, medianamente remuneradora. 2.º Porque el problema no es meramente económico, sino que lleva envuelta esta otra exigencia: la transformación social del proletariado, no aspirándose tan sólo á que el jornalero coma, sino además á que deje de serlo, elevándose á la "dignidad" de cultivador independiente.
Pava llegar un día á esa condición, el jornalero tiene que pasar por un período intermedio en que sea las dos cosas á la vez: en parte asalariado y en parte labrador; que al propio tiempo que trabaje por cuenta de otro en tierra ajena, trabaje por cuenta propia en tierra propia también, ó por lo menos que no sea de otro, sino de la municipalidad de forma que disponga de ella toda la vida, lo mismo que si fuese suya. En ese cultivo capitalizará los días de paro y los ratos perdidos, y obtendrá de él lo necesario para completar, con la mejora de jornal ó salario por parte de los agricultores, las mil pesetas de ingreso calculado como indispensable. El Sr. Costa ejemplifica y pone de bulto su pensamiento con casos prácticos de organización de la propiedad territorial jornalera en Jaca, Vera de la Sierra, comarca de Sahagún y otros, y ofrece á la comparación otras formas de disfrute colectivo del suelo en las poblaciones de Sayago, idénticas al celebrado régimen del mir ruso y otros métodos grandemente instructivos de combinación del jornal ó salario con el cultivo propio en Chiclana y Zaragoza, donde la cuestión social agraria es desconocida.
En suma: el Sr. Costa es de opinión que los municipios deben poseer tierras de buena calidad y próximas al casco de la población, para proveer de ellas á los braceros, como se ha introducido en Inglaterra por su novísima legislación municipal, y como en España se halla ya autorizado por el Código civil y más determinadamente por los dos proyectos de ley municipal de los Sres. Moret y Maura. Ahora, ¿cómo las adquirirá el municipio allí donde no las posea ya idóneas y de extensión suficiente? De una de estas dos maneras:
1.º Por compra, sea en pleno dominio, sea únicamente del dominio útil, por los Ayuntamientos, haciéndose extensiva á este servicio la ley de Expropiación forzosa por causa de utilidad pública, según se halla autorizado por el voto de insignes estadistas españoles del siglo XVIII y por la actual legislación inglesa. El sistema de compra á censo perpetuo fué el común en el siglo XV para resolver un problema congénere del actual, y aun puede decirse el mismo: el Sr. Costa cita varios casos que han llegado, á través de más de cuatro centurias, hasta nuestros días, poseyéndose aún las tierras colectivamente, disfrutándose en la misma forma de quiñones vitalicios ó de sorteos trienales y pagándose el mismo canon en especie por los Ayuntamientos. Como cita asimismo, con referencia ya al Concurso del rey, recientes enajenaciones hechas por algunas casas nobiliarias en Andalucía, para deducir que los actuales terratenientes no opondrían gran resistencia á entrar en el sistema á poco que estimulara el poder público y que las clases directoras se hicieran cargo de su verdadero interés y de lo que con su pasividad arriesgan.
2.º Por liberalidades de los particulares. El Sr. Costa pone en clase de ejemplos de cierta relativa antigüedad, el de un príncipe de Salerno, en la provincia de Salamanca, y el de doña María Castillo, en la provincia de Huesca; y como modernos, el caso de D. Juan Quintanilla, en Lora del Río, conocido por una sentencia del Tribunal Supremo, fecha 22 de Octubre de 1885, y por los estudios de D. Manuel Troyano, y el caso de D. Pedro Remón y doña Concepción Bustillo, que es "el de autos", en esta villa de La Solana.
El reparto de las tierras dejadas por Quintanilla á los pobres de Lora del Río se hizo en pleno dominio formándose 2.200 lotes, y entregándose á otros tantos herederos con el respectivo título de propiedad. Pero sucedió lo que ordinariamente sucede con los dineros de la lotería y con los dineros del sacristán: á los pocos años, la mitad de los nuevos propietarios habían dejado de serlo; hoy quedan escasamente un centenar: de cada 22 herederos, uno sólo ha conservado su quiñón. Con este ejemplo, y otro de reparto de tierras por cierta municipalidad en la provincia de Avila, el Sr. Costa aconseja á la villa de La Solana que no se desprenda del dominio de las tierras del legado Remón-Bustillo, sino que ceda á los braceros únicamente el usufructo durante la vida del respectivo llevador y la de su viuda, con opción á mejorar siempre que se produzca una vacante: con eso, el jornalero dispondrá gratuitamente de una pieza de tierra, que no le podrá ser embargada por deudas, que será su caja de ahorros, y aun en cierta medida su caja de resistencia y en la cual se animará á introducir mejoras, por no ser precaria la posesión. Esas hazas concejiles irán agrandándose en lo sucesivo, porque otros propietarios, con el ejemplo y la experiencia de los resultados, se moverán á imitar á Remón-Bustillo, ayudando con nuevos legados de tierras, más grandes ó más cortos, á la emancipación del proletariado"
(19).
Hasta aquí lo doctrinal de la disertación del Sr. Costa, en su parte escrita. Después expuso la conveniencia de que se concentraran en el término municipal de la villa, por medio de permutas ó de ventas y compras, las tierras del legado situadas á demasiada distancia en los pueblos limítrofes; y entró en el punto delicado de la destitución de los fiduciarios y la reivindicación de los bienes vendidos y por vender. Sobre esto último se había repartido profusamente por la villa, dos días antes, un escrito formidable, que es la demanda preparada para promover el juicio civil contra los fiduciarios y el adquirente.
Ese escrito, que no cabría en un número de El Liberal, no obstante hallarse concebido en términos mesurados, de la más exquisita corrección, caldeó y enardeció los ánimos en términos de que pudo temerse un conflicto de orden público. El gobernador civil había reforzado con 25 números el puesto de la Guardia civil, no obstante responderle el alcalde del mantenimiento del orden.
La Asamblea adoptó por aclamación los siete acuerdos propuestos por el Sr. Costa, entre ellos, el de ejercitar la acción reivindicatoria contra los fiduciarios y los adquirentes, levantándose acta notarial de todos ellos. El Ayuntamiento se muestra dispuesto á coadyuvar con el vecindario, mostrándose parte actora en el pleito. El pensamiento del Sr. Costa sobre el modo de posesión y disfrute de las tierras legadas, ha encontrado caluroso eco en el auditorio, creyéndose que será el que se adopto en definitiva.
Propietarios y braceros. (20)
Ayer me disponía á concretar ciertas impresiones añejas, refrescadas en mi reciente y brevísimo paso por algunos lugares de la Sierra de Aracena, mi país natal, al que he de asomarme de vez en cuando por vehementes impulsos de amor y nostálgicas necesidades del espíritu.
No sé qué tienen las montañas, que atraen á sus hijos con maternal tiranía. Los hombres de las llanuras son más libres en esto. A nosotros parece que nos retienen, de cerca y de lejos, todas las raíces de los árboles montaraces, todas las ramas y las frondas, todos los riscos y las cumbres.
Me disponía, digo, á concretar ciertas impresiones de índole social que había refrescado estos días en la propia fuente, cuando la prensa me trajo algo semejante á un eco del potente razonar de Joaquín Costa en sus últimas reflexiones acerca del problema agrario. ¡Lástima que no haya más que un Costa, cuando tantos necesitamos!
Ascendiendo desde la Andalucía baja á esa otra región andaluza, que sólo la Geografía oficial ha podido unir contra todos los caracteres é indicaciones de la Naturaleza, siéntese la diferencia así en lo físico como en lo humano, así en el clima como en el modo de ser y de vivir. Y aunque en unos pueblos, como es natural, se debilite, y en otros se fortalezca la nota esencial que da tono y carácter á la vida en la serranía, tomada en conjunto y como promedio social, puede ser base de una afirmación en términos generales, sin que ninguna excepción la desvirtúe ni ningún caso particular la destruyera.
Pueblos exclusivamente agrícolas, no sienten la crudeza é influjo del problema agrario. El clamor del proletariado de la tierra llana llega á las cumbres como voz confusa que entraña novedades peligrosas. Allí no hace prosélitos ningún anhelo reivindicador. Yo, hablando con gente jornalera, he lanzado alguna vez, á manera de sonda, especies de esas que en fuerza de uso oratorio han perdido su aspereza, y he podido apreciar el espanto interior que les causaban.
Ningún observador se explicaría esto, á no ser que, á renglón seguido, viera, como yo he visto, al amo haciendo contratos de compra de corcho á nueve años fecha con sus propios jornaleros.
Es que allí tienen de antiguo resuelto el problema agrario, en los términos preliminares ó preparatorios que señala y pide Joaquín Costa. No todos los propietarios son jornaleros; pero todos los jornaleros son propietarios. Sirve el jornal para cubrir el déficit de la propiedad ó la propiedad para cubrir el déficit del salario; mas el déficit se cubre y la vida se asegura en sus estrictas y exiguas necesidades.
Si fuera necesario traer testimonios de estas afirmaciones mías, los aportaría á centenares.
El carácter mixto del bracero imprime algo de aquella "dignidad" que el ilustre sociólogo desea. Es frecuente oir en aquella sierra que faltan brazos para todas las labores algo apremiantes. El propietario va á demandarlos con cierta inquietud solícita á las propias casas, porque tal vez el bracero terrateniente no quiera ó no pueda, ó prefiera emplearse en lo suyo durante los días más acomodados.
El mercado de brazos en la plaza pública, tan común en Andalucía baja, es allí, por punto general, desconocido. Hay que mimar un poco-según frase del propietario-al jornalero. Al bracero andaluz hay que pagarle todos los días para que pueda comer al siguiente; al jornalero serrano se le paga semanalmente, los sábados por la noche, porque el jornal es cosa necesaria, sí, pero que cae encima del aceite, de las legumbres, de las patatas, del pan y tal vez del cerdo, guardados en su vivienda.
"Su vivienda"; porque comprada, heredada ó levantada por él, raro será el labriego que no sea propietario de una casuca. Son en esto bien poco exigentes.
La posesión de la casa imprime hábitos de hormiga, afán de ahorro y de acarreo; la posesión insuficiente de la tierra, hábitos de diligencia y de trabajo. Estos hábitos, la necesidad de estar al tanto del precio y consumo de las cosas que han de vender y comprar, de las fluctuaciones del mercado, de las causas felices ó perturbadoras que influyen de cerca en su vida material. Cuestiones económicas que desconoce el siervo de la llanura.
Costumbre mantenida desde los tiempos de las dehesas comunales es que la casa del pobre tenga su ganadería: algunos cerdos que sostienen en piara concejil baldíos y veredas, amén del afrecho de la molienda casera, los hierbajos de las tierras propias y los rastrojos propios y ajenos. Hacia San Miguel se sale de ellos, y con su producto y el de la recolección se liquidan y pagan obligaciones pendientes: al zapatero, al albéitar, médico, botica, iglesia, contribuciones, reparto municipal, cédulas, herrero, mercader... No es suficiente lo que queda y hay que apelar al jornal, "dignamente", haciéndolo valer, si no en cuanto al precio, en cuanto á las condiciones.
Los propietarios se quejan de que el bracero reserva su esfuerzo máximo para lo suyo; de que no trabaja en lo ajeno con el bárbaro ahinco con que labora en lo propio. ¡Es natural! Entre esforzarse para sí ó para otro, hay una diferencia muy grande y muy humana.
Item: como son al mismo tiempo labradores, todos los braceros tienen una bestezuela de imprescindible mantenimiento. En ella montados van á dar su peonada, y el burro, el muleto, el rocín, han de comer todo el día en la rastrojera, en el pastizal, en el prado, en las lindes y márgenes del sitio donde sus dueños trabajan. Esto, si á la vuelta al lugar no cargan con el haz de hierba, con la rama cortada, con el manojo de palitroques para cabos de herramientas... ¡Por todo hay que pasar!
Una lenta ó brusca acumulación de propiedad territorial, un buen año, algún negocio, cualquiera circunstancia aleatoria, libertan del jornal al hombre y se hace labrador de lo suyo. Causas contrarias, extremas divisiones del caudal, años ruinosos ó peculiares desdichas del carácter, le restituyen á la situación mixta, y de éstos vaivenes se origina la existencia de una sola clase y un solo fondo de cultura práctica.
En otro orden de ideas, no son libres: no es "la llave del estómago" la que les atemoriza; pero es un poder siniestro, formidable, al que se entregan en total y perpetua servidumbre: el caciquismo. La idea de que lo puede todo, así en el bien como en el mal, ata todas las rudimentarias y poco viriles voluntades. Para aquellos labriegos, hay dos grandes cosas enemigas y espantables en el mundo: la curia y el ejército. Para sortearlas, no hay sino estar bien con el que manda. Las mayores desgracias que conocen es estar preso ó ser soldado.
En mi sentir, la transformación de la propiedad de uso y disfrute común en la actual organización individualista y generalizada, se ha operado allí en términos naturales bien poco sensibles. Acabaron las dehesas comunales, donde el proletario mantenía su vaca, engordaba su cerdo y se proveía de leñas y carbones, amén de labrar su parcela á canon de San Miguel á San Miguel; mas la desamortización le abrió las puertas de la propiedad definitiva.
Los orígenes más ciertos de esa propiedad subdividida y parcelaria, son la desamortización de capellanías y bienes eclesiásticos, la repartición algo revolucionaria de antiguas dehesas concejiles y las roturaciones arbitrarias. De estas tres fuentes que implican una relativa violencia ante el pacífico derecho constituido, ha emanado otro estado de derecho más útil, más humano, más progresivo; lo que prueba que alguna violencia y esfuerzo hay que hacer para desarraigar todo lo arraigado, y que no debemos parar mientes en esto cuando una suprema necesidad ó una general conveniencia lo demandan.
En las profundas deficiencias humanas jamás hallaremos la verdad en lo constituido; por eso sentimos él estimulo de lo constituyente. Sin ese estimulo, la humanidad, sería un banco de ostras.
-¿Qué desáis vosotros?-preguntaba días pasados á unos jornaleros de mi tierra.
-Pan barato y caminos vecinales.
Pan barato, como jornaleros; caminos, como propietarios. ¡Oh, claras y templadas aspiraciones, cuán distantes del clamor angustiosamente justiciero de los siervos de la tierra baja, de las hambrientas bestias del moderno dominio feudal, que llenan de dolor y de amargura humana las ardientes llanuras de Andalucía!
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(1) La Solana es una villa manchega (provincia de Ciudad Real) de 9.000 almas. En asamblea pública del vecindario, celebrada al aire libre en la plaza Mayor, para tomar acuerdos sobro el legado benéfico Remón-Bustillo, el autor de este libro, Sr. Costa, después de una introducción hablada, leyó esta Memoria, que se había conservado inédita, la cual pertenece la parte que insertamos á continuación.
La introducción hablada, fué sobre poco más ó menos lo siguiente: "No merezco, el recibimiento que me habéis dispensado, y por eso mi corazón lo agradece doblemente.
Aun murmurando de vosotros por el abandono en que teníais vuestro derecho, siempre he admirado á este pueblo por lo honrado y por lo industrioso, que ha sabido hacer el milagro de desenvolverse en medio de un secano abrasado, como difícilmente lo han hecho otros pueblos asistidos de aquel gran propulsor del regadío. Hoy os admiro por otra cosa por la noble indignación que ha despertado en vuestros pechos cierta maniobra torpe, por no decir impura... Al gusano le han salido alas y se ha tornado mariposa. Porque yo no os veo movidos por la perspectiva de un provecho material, veo relampaguear en vuestras frentes el sentimiento de la dignidad herida, que se revuelve contra el ofensor y quiere reducirlo á la obediencia de la razón y de la ley.
Harto necesita mi alma dolorida, entristecida, de espectáculos confortadores así: gracias, solaneras, por haberme proporcionado éste en que estaba bien lejos de soñar: ¡ojalá supiera corresponderá á él en toda la medida de mi voluntad...!
Habéis conseguido justicia en tres días, porque os mostrásteis dispuestos á no contar con los Tribunales y á tomaros la justicia por vuestra mano. Aquellos caballeros que quisieron despojaros, aunque hombres y al parecer cristianos, y hasta sacerdotes al parecer de Cristo no han cedido á la razón, sino al miedo y la fuerza. Pocas veces se habrá puesto la fuerza á servicio de la dignidad y del derecho con más justa razón que ahora vuestra actitud tiene toda mi aprobación y os felicito por ella más aún que por el resultado. Agradecérselo á D. José de Egrizábal, cuyo generoso concurso os ha sido tan útil, sin cuyo consejo, sin cuyos admirables bríos y sin cuya orientación no habríais quizá llegado á puerto; y agradecérselo D. Antonio Carrillo y á D. José Villar y otros de su círculo, que han representado tan digna y tan valerosamente y con tanta inteligencia y tan briosa resolución el pensamiento y la voluntad y el carácter acerado y el non possumus del pueblo.
Pocos de vosotros me conoceis; pero todavía me conocereis menos después de la presentación, digna de la epopeya, que el Sr. D. José de Egrizábal ha hecho de mi, prodigando las galas de su elocuencia tanto como los tesoros de su bondad, humillándome en fuerza de querer ensalzarme mi buen amigo, por pensar que á tales extremos é hipérboles le obligaban los fueros de la hospitalidad y de la cortesía para con el forastero de que ha sido ministro intérprete en nombre de la villa, con gran obligación de parte mía.-Lo que yo soy os lo diré en una palabra. ¿Os acordáis de aquella hermosa invocación de la Iglesia "gloria á Dios en las alturas y paz en la tierra á los hombres de buena voluntad"? Uno de esos hombres de buena voluntad soy yo, y me basta con no ser otra cosa.
Y les basta á ustedes con saber que soy eso, para que comprendan que no vengo á traer la guerra por la guerra; que no vengo á traer más guerra de la que el enemigo quiera. Soy de los que piensan que no hay que ahorcar á quien ya está ahorcado dentro de sí mismo; pero también, si resultase que esa horca interior de la conciencia no funciona ó era insuficiente, descuidad, que no soy yo hombre para predicar á nadie la resignación, para aconsejar que se presente la mejilla derecha á quien nos haya abofeteado la izquierda: todos seremos carpinteros para levantar la horca de la ley en los estrados, y ya habeis visto anteayer que por mi parte he principiado á traer madera.
Procedamos todos serenamente, sin actitudes trágicas ni violentas; sin nada que se parezca á injurias y menos insultos ó amenazas; con calor, sí, con pasión que sin pasión no se hacen revoluciones redentoras grandes ni chicas en el mundo con pasión, pero teniendo en las manos las riendas de ella; dispuestos á llegar hasta donde sea preciso, por muy lejos que sea preciso ir, y yo con vosotros como una de tantos, pero no más lejos de hasta donde sea preciso, no apartando de la memoria que todos somos pecadores, que hay en el mundo mucha más materia para compadecer que para odiar y llevando en el alma la tristeza de que sea preciso condenar y perseguir á nadie como enemigos en un mundo donde tan hermoso sería vivir y ayudarse como hermanos.
En los últimos diez años he entrado yo varias veces en la villa de la Solana; hoy, por primera vez, la villa de la Solana entra en mí y me avasalla y me rinde. Habíais de ser vosotros, solaneros, quienes me ofrezcáis el hermoso espectáculo, quienes dierais á España el ejemplo alentador, de un pueblo virtuoso, consagrado por el óleo santo del trabajo, que abre por fin los ojos y se levanta airado en defensa de su derecho detentado, y se dispone á batir las cataratas á tal ó cual ciego del alma, que sin embargo se había erigido en oculista espiritual para dar luz á los demás. Habíais de ser vosotros quienes, recordándome que todo en la nación viene á estar igual, que toda España es fideicomiso Bustillo, me dierais la impresión anticipada de aquel día grande de aquel día redentor en que España se alce, con toda la magestad de un león herido, blandiendo el rayo de su indignación, contra los detentadores del poder que retienen á la nación su personalidad, su albedrío y su bolsillo, sus derechos coma nación histórica, la propulsión del Estado, su derecho á cultivarse, á comer, á ser nación europea y á romper con un pasado de vergüenza y con un presente casi africano que nos deshonra .- Era ya hora que me sintiera á mis anchas, en medio de los míos, que son el pueblo, que son el porvenir, que son toda la España casi que nos queda, respirando el aire sano y libre de los campos, el aire de las conciencias lineales y limpias, y saliendo de ciertas atmósferas, tanto más mefíticas cuanto menos derecho tienen á serlo.
Os agradezco de corazón este acto de adhesión á nuestra obra que me hacéis sacrificando una parte de vuestro jornal. Yo estoy con vosotros por completo, y aun puedo decir que soy uno de vosotros. Mi padre era labrador y trabajó la tierra toda su vida. Mis hermanos son labradores también: y yo, al que trabaja la tierra lo respeto tanto, que cuando paso por delante de él me descubro con respeto y admiración, como si pasara por delante de un héroe benemérito de la patria...
Y ahora, contestado ya vuestro saludo voy disertar sobre el problema social agrario ó de los campos; sobre el destino que á mi juicio debería recibir el caudal de Remón-Bustillo y la organización que debiera darse al disfrute de las tierras; y por último sobre los acuerdos que creo debe adoptar esta tarde la reunión para reivindicar dichos bienes y poner en posesión de ellos al Ayuntamiento ó, lo que para el caso es igual, al vecindario.
Como ha de imprimirse lo que diga, y no habíamos de tener taquígrafos, lo que tengo que decir viene escrito; lo cual tiene la ventaja, como decía el Sr. Pidal que es quien introdujo la moda de que no se tergiversen los conceptos, y no haya malas inteligencias ni se me atribuya lo que no he dicho. Como todo buen pagador, no me duelen prendas."
(2) El concurso constituyó un fracaso: no ha traído nada sobre la gran información del siglo XVIII, ni sobre la del siglo XIX, ni sobre la que en este siglo han llevado á cabo los periódicos, Carlos del Río, Enrique de la Peña, León Troyano, Cristóbal de Castro, Jerique, Escobar y otros.
Las características, eminentemente españolas, son dos:
1.ª El arbitrismo: lo dice la Comisión (pág. 33) y es cierto: ni la ciencia ni la experiencia entran en las memorias, sino por excepción y en muy exiguas proporciones.
2.ª Es discursiva, es especulativa, el carácter de todas las obras españolas. La especulación: todos especulamos, todos recetamos: pocos dicen "yo lo hice". Hay en las memorias muchas que fundan el remedio en el catolicismo: "Pan y hojas de catecismo", "La solución del problema agrario depende de los preceptos de la moral cristiana",. Mucha encíclica Rerum novarum, muchos ardientes llamamientos al sentimiento de la caridad y al sentimiento del deber; pero no hay uno que diga, por ejemplo: en esta población el clero, las devotas, los rentistas católicos, se han agrupado para proveer y proveen á los jornaleres ó á los mendigos de una suerte de tierra y de semillas, abonos y aperos, como tantos y tantos católicos en Francia, Bélgica y Estados Unidos, cuya generosa tentativa se resume en la llamada Oeuvre des jardins Ouvriers.
Por su parte, uno de los individuos de la Comisión, el Sr. Conde de San Bernardo, sostiene, y todos sostenemos con él, que es condición esencial de la resolución del problema transformar progresivamente los cultivos, porque produciendo doble el agricultor, pueda retribuir el trabajo de sus braceros como trabajo de hombre: esa nueva agricultura, fundada en la inducción del ázoe por las leguminosas, en la supresión del barbecho y la producción de forrajes, etc., que él decía practicar; á su conferencia del Ateneo llevó, como testimonio, tales ó cuales plantas criadas en el secano de la llamada "sartén de Andalucía". El Sr. Conde de San Bernardo creía que eso basta, que nada más hay que hacer, que con eso se resolvía entero el problema de los jornaleros de Andalucía. ¡Pero se olvida de demostrarlo: no nos dice en cuánto le había permitido la práctica de sus doctrinas aumentar el jornal de sus braceros sobre el tipo usual en el país, que habría sido concluyente demostración! "¡Muchos Condes de San Bernardo!" exclama una de la Memorias, la núm. 58; y todos hacemos el mismo voto, por lo que al progreso agrícola se refiere; poro aquí la técnica, el progreso agrícola no tenía cabida sino como medio y en función de otra cosa: se trataba de resolver un problema social.
(3) Días 22-26 de Mayo de 1904.
(4) Y que tiene, desgraciadamente explicación, ya que justificación no podamos decir; porque el bracero que llega á la noche rendido, después de un trabajo bestial de sol á sol, y no encuentra en su hogar comodidad, agrado, atractivo de ninguna clase, sino lágrimas, sufrimientos quejas ó malos humores, tiene que ver por fuerza en la taberna, en el vino y en la conversación distraida con sus compañeros de infortunio, un lenitivo á sus penas, lo que el fumadero de opio para los chinos, el olvido por una hora de sus escaseces y privaciones, del malestar y sufrimiento de los suyos.
(5) Para que tales tierras expropiadas pasen á manos de cultivadores inteligentes, sea título de venta, enfiteusis ó arrendamiento perpetuo.
(6) Pues yo no los he inventado, no me los he sacado de la cabeza: los he tomado de la realidad, viva todavía en muchas localidades de la Península.
(7) En este punto, la Memoria leída enumeraba las consecuencias sociales del régimen de los huertos concejiles de Jaca. Omito aquí esa enumeración y explanación por no repetirme, pues se hará en artículo propio.
(8) Colectivismo agrario en España: doctrinas y hechos.-Madrid, 1898: capítulo x: cf., capítulos VI, IX y XI.
(9) Pruébalo asimismo la transformación (consuetudinaria) del arrendamiento en cuasi-enfiteusis en las provincias Vascongadas y Asturias, foros de Galicia, huerta de Valencia y de Zaragoza, rabassa morta de Tarragona, etc. (Vid. Colectivismo agrario en España citado cap. XIII.
(10) Como máximum, 4 acres de pastos, suficientes para una vaca, ó 3 acres de pasto y 1 de tierra de labor. El acre equivale á 40 áreas; unos 2/3 de fanega castellana.
(11) Para el presente momento histórico, dejando á un lado lo que será fórmula para mañana cuando las actuales circunstancias hayan cambiado; lo que será fórmula para pasado mañana...
(12) A partir de aquí, compendio la conferencia, omitiendo tal cual capítulo de carácter local y circunstancial.
(13) No podía dejar de haber descontentos y murmuradores, y los hubo: véase la Sentencia del Tribunal Supremo, fecha 22 de Octubre de 1885. (Gaceta de 3 de Febrero de 1886; pág. 125.)
(14) Otro efecto de este régimen: que también la condición de propietario ó hacendado pide un aprendizaje, y éste se da, naturalmente y sin buscarlo, en ese tránsito graduado de asalariado terrateniente por el puente de la propiedad territorial colectiva.
(15) La fanega castellana, que es la de que se trata, es mayor que la aragonesa.
(16) Lo mismo que las casas y molinos de La Solana.
(17) Mas la cantidad considerable que los fiduciarios y sus subrogados han de abonar por concepto de
administración desde 1898.
(18) El día 12 de Julio de 1904 publicaba El Liberal de Madrid esto que sigue, con motivo del acto público que dejamos consignado.
(19) Por su parte El Liberal, de Madrid, en su editorial del citado día 12 de Julio de 1904, hacía los siguientes atinados comentarios:
"Casi simultáneo con el debate solemnísimo de ayer, ha sido el acto rural y sencillo que en una modesta villa de la Mancha realizó anteayer Joaquín Costa.
Tan trascendental como la jornada del Parlamento parecerá á los que piensen á derechas lo acaecido en La Solana.
Alguien habrá que al apreciar ambos sucesos los estime contradictorios. Nosotros los juzgamos coincidentes.
En el Congreso, llamado templo de las leyes, resonó la voz serena de la equidad, de la lógica, de la justicia. Con ella se acompasaron bien el aparato, la pompa y la majestad externa de que las asambleas deliberantes revisten sus altísimas funciones.
En la plaza de La Solana, al aire libre, ante un auditorio de millares de siervos del terruño, resonó también la voz de la justicia en labios del único agitador de multitudes que en España nos queda.
No hubo allí fórmulas, ni maceros, ni señores de la Comisión, ni ceremonias de rúbrica. Pero la verdad y la Naturaleza suplieron con sobras lo que de rito y de ornamento faltaba.
¿A qué fué allí Costa, sobreponiéndose las flaquezas de salud, que para desgracia de la nación contienen su natural energía?
A llevar ayuda y confianza á millares de labriegos, desposeídos por gente poderosa de lo que es legítimamente suyo. A reivindicar el legado que un hombre que los amaba y que se compadecía de sus eternos dolores, les dejó á la hora de la muerte. A promover una acción civil contra los adquirentes y fiduciarios que se han apropiado ó que han destinado á otros fines lo que, según la voluntad del muerto, debía pertenecer á los menesterosos.
Mínimo pleito local es ese, dirán los políticos de clásica envergadura.
No. Es el pleito de millones de españoles que aman la libertad y la democracia, pero que invocan ante todo el derecho á la vida. No para La Solana, sino para España entera, para la España que trabaja, que labra y que no tiene padrino, habló anteayer
Joaquín Costa.
Y no obstante lo recóndito y humilde del lugar, y á despecho de la exigüidad relativa del asunto, de extremo á extremo de la Península repercutirán los apóstrofes, las acusaciones y los yambos fulminados en la villa manchega.
No ha ido el gran orador y sociólogo á contar cosas de Madrid á aquellos honrados y despojados labriegos; no ha ido á enterarlos de lo que en los comités se propone y en las asambleas se discurre. Ha ido á identificarse con ellos, empaparse en sus plebeyas congojas, a conocer sus humildes necesidades y á practicar, arrancando de la célula para ascender hasta el órgano, la medicación que España viene reclamando á voces desde hace más de dos siglos.
He ahí la política nueva, la política indispensable, la sola y la única que en los campos y en los pueblos encontrará fieles oídos y producirá benéficas transformaciones."
(20) En la importante revista España, órgano de la "Asociación patriótica española", correspondiente al 16 de Agosto de 1904, encontramos este interesante trabajo con el que ponemos remate á este capítulo, comentando y confirmando las doctrinas en él expuestas, el cual va suscrito con la autorizada firma de José Nogales.
Jabón.............................. 5 -
Luz.................................. 5 -
Aceite.............................. 15 -
Pan.................................. 80 -
Garbanzos....................... 20 -
Verdura............................ 5 -
Sardinas.......................... 10 -
Ropa blanca y de color.... 10 -
Vestido de pies y cabeza.. 10 -
Tabaco............................. 5 -
Pesetas............ 1,80
Alquiler de casa, á 25 céntimos diarios....................................................... 91,25
Gasto anual de ropa.................................................................................... 108,00
Lumbre y luz, razón de 5 céntimos diarios.................................................. 18,25
Total............................ 856,25