Lo que corresponde hacer á los profesores españoles
Pensamientos del maestro.
Por el año de 1903, un catedrático de Agricultura de cierto Instituto
(1), pensó en explicar á los 27 maestros públicos de niños del pueblo, una conferencia semanal de Agricultura en su cátedra, con sencillos experimentos después, tales como ensayos de tierras y abonos, reconocimiento de plantas espontáneas, manejo de maquinaria agrícola y experiencias de abonos y variedades de semillas. Para estos últimos efectos se contaba: ó con los huertos de junto á las escuelas, ó con la muy grande probabilidad de conseguir que los propietarios cederían el terreno preciso.
Una casa industrial de maquinaria, la casa Gartzeizt, ofrecía los aparatos necesarios al caso experimental: D. Amadeo Cros, de Barcelona, los abonos.
El Ayuntamiento veía con grandes simpatías el proyecto.
Se dieron ocho ó nueve conferencias; se establecieron algunos campos de experimentación en las aldeas. Con los maestros iban ya á escuchar las lecciones algunos labradores. El catedrático andaba un poco desorientado sobre la manera de continuar en su tarea para que resultara fructuosa y con la mayor utilidad práctica posible. Pensó entonces en escribir á D. Joaquín Costa, del que había recibido, con motivo de otros trabajos de folklore, estímulos, alientos y consejos, inspirándolos en aquella grande benevolencia con que el egregio pensador aragonés trataba á todos, pero singularmente á los que distinguía con su afecto.
Como respuesta á tal consulta, D. Joaquín Costa escribió la carta siguiente:
"Madrid, 14 de Marzo de 1903.
Mi querido amigo: Dos líneas al correr de la pluma. Mi aplauso entusiasta y caluroso á su obra: hace usted Extensión Universitaria en vivo; hace lo que deberían hacer, cada uno en su especialidad, todos los profesores de España; no es que haya emprendido un camino recto: ha emprendido el camino. ¿Que es solo? No importa: siempre es uno quien inicia; pronto serán ustedes legión. Algunos maestros, verbigracia el de Montañana en Zaragoza, han principiado á lanzarse en esa vía.
Mi opinión: que se limite á lo que ahora hace: 1.º, para que se forme usted, hasta dominar el hecho local y la técnica merced á una experiencia inmediata y seguida de varios años; 2.º, para que la institución arraigue, formando un núcleo vivo, que lo haga deseable en otras poblaciones de la provincia, por la vista directa, por la comunicación oral de los resultados, etc. Conviene no extender demasiado la atención de usted, sino que se concentre, para que eso sea muy vivo y obre á manera de levadura. ¡Lástima que no pueda emprender desde luego sus experiencias y enseñanzas en país seco y de secano, en la Mancha, Extremadura ó Alto-Aragón!
Triunfante la República, mi pensamiento seria, si en mi mano estuviese, que un hombre como usted, con voluntad probada, á quien la cosa le había salido de dentro, se pusiera á la cabeza de una organización general de esa clase de enseñanzas, que pudiera ir al extranjero á ingertar sobre lo propio adquirido, pensamientos y experiencias de los extraños, llevando consigo discípulos que formen apostolado y permitan transformar en poquísimos años (con las escuelas de gañanes y las escuelas agrícolas militares), la agricultura española y en general nuestra Economía nacional.
Sólo deseo que no desmaye usted con estar el país tan atrasado, ya no tanto que reciba nadie eso con burlas, y antes bien ha de obtener usted recursos muy pronto hasta por suscripción pública.
Más adelante podrá usted iniciar al lado de eso la obra de los huertos comunales, acaso ahí mismo. Pero esto no es de ahora. Es posible que dentro de un par de años, si á usted le parece, fuese yo á ese pueblo á hablarles á los obreros y á las clases acomodadas de lo de los huertos comunales.
Veo con profunda emoción lo que me dice usted de la actitud de los obreros con respecto á sus lecciones de Química popular. Ayer me lo han confirmado con respecto á toda la Extensión Universitaria donde existe, incluso en Valencia. Esas clases me son profundamente simpáticas: en ellas está la sociedad del porvenir; ellas y las clases escolares son el único terreno donde puede sembrarse y de donde ha de venir la salud: sólo ellas toman la vida honradamente y en serio.
La vehemencia que usted pone en todo, le ha dictado juicios en que anda complicada mi persona con resplandores épicos, hijos exclusivamente de su fantasía creadora. Esa parte de su carta descubre su afición á los cantares del pueblo en que éste idealiza y abrillanta la realidad fría y desconsoladora de nuestro bajo mundo. Como descubre la mucha voluntad que de antiguo me tiene y el agradecimiento que le debo.
Tributo á usted el que puedo y con deseos de poder corresponder, me suscribo una vez más su devoto invariable amigo,
Joaquín Costa."
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(1) Debo el conocimiento de esta carta al Director del Instituto general y técnico de Jovellanos, en Gijón. Un año he tardado en poder obtener copia de este documento, que conocí por feliz casualidad con motivo del Congreso Internacional de Agricultura celebrado en Mayo de 1911, y por eso aparece tal documento en esto libro, que acaso no sea el sitio más adecuado, pues de haber podido vencer antes la resistencia del profesor, hubiera ido en otro lugar. Al hacerme el favor de enviarme copia, este hombre de tantos merecimientos, lo hace con grandes escrúpulos y con serio encargo de que su nombre no se consigne; y obedeciendo su mandato, así lo hacemos; lo que no podemos dejar de consignar es, el Centro docente donde tales iniciativas tuvieron lugar, pues creemos con ello prestar un servicio á la patria y la enseñanza. Y de esto es lo que entendemos que a modestia de nuestro amigo, ni puede ni debe privarnos. La carta la consideramos de una gran actualidad, pues contiene juicios interesantes acerca de problema tan vital como es la divulgación de la técnica y práctica agrícola moderna.-N. del H.