Una respuesta a críticos
Los filósofos hasta ahora solamente han
interpretado el mundo; de lo que se trata, sin embargo, es de transformarlo.
KARL. MARX, Tesis sobre Feuerbach
La muestra de una contribución importante, sea en las ciencias naturales o
sociales, no es que revela alguna verdad eterna. Es, más bien, que el
conocimiento y análisis existentes son articulados de maneras nuevas, planteando
preguntas y ofreciendo conclusiones que permitan y obliguen tanto a amigos como
a enemigos a dirigir su propia investigación y análisis en direcciones
distintas.
Doug Dowd, con respecto a C. Wright Mills
Para los científicos sociales constituye un esclarecedor y útil ejercicio para
entenderse a si mismos el tratar de ver claramente como la dirección de nuestros
esfuerzos científicos, en especial de la ciencia económica, es condicionada por
la sociedad en la cual vivimos y lo más directamente por el china político (que
a su vez está ligado a todos los demás cambios en la sociedad). Raras veces, si
es que alguna, el desarrollo de la ciencia económica por si sola ha abierto el
camino a nuevas perspectivas. La señal para la continua reorientación de
nuestro trabajo nos ha llegado normalmente de la esfera de la política; y en
respuesta a esta señal, los estudiosos dirigen su investigación hacia aquellos
problemas que han adquirido importancia política ... Siempre ha sido así. Todas
las principales reformulaciones del pensamiento económico han sido todas
respuestas a Ias cambiantes condiciones y oportunidades políticas.
GUNNAR MYRDAL, en Asian Drama
I
El desarrollo en América Latina de la "teoría de la dependencia" del
subdesarrollo en la época de la posguerra fue la reapuesta a las cambiantes condiciones y oportunidades
políticas que se habían dado, por razones
históricas, en especial en esta región del mundo o en determinadas partes de la
misma, por la crisis del capitalismo mundial durante las décadas del 30 y 40.
Análogamente al surgimiento de los frentes populares (comprendido el New Deal en
Ios Estados Unidos) y el keynesianismo en la metrópoli imperialista,
determinados países latinoamericanos experimentaron el surgimiento de regimenes
burgueses populistas y nacionalistas que se dedicaron a la tarea económica de la
industrialización a través de la sustitución de importaciones, a la política del
desarrollismo, y a su legitimación ideológica a través del "estructuralismo" y
la "dependencia". En ultima instancia, este encontró su expresión más importante
e influyente en el trabajo de la Comisión Económica para América Latina de las
Naciones Unidas (CEPAL) bajo la dirección del ex ministro de Hacienda de la
Argentina, Raul Prebisch, quien posteriormente llegó además a inspirar la
formación y a guiar la suerte de la Conferencia sobre Comercio y Desarrollo de
las Naciones Unidas (UNCTAD).
Nacida aparentemente de —e impulsada por— aspiraciones nacionalistas
progresistas, la nueva ideología desarrollista y la teoría de la dependencia
inmediatamente encontraron una fuerte oposición y rechazo "científico" por parte
de los "monetaristas" ortodoxos dentro y fuera de Latinoamérica, que se expreso
a través de su largo debate con los "estructuralistas". Además, en el curso de
dos décadas la doctrina cepalista encontró cada vez más aceptación y se
beneficio de, o sufrió, diversas modificaciones en respuesta a las dificultades
acumulativas de la sustitución "fácil' de importaciones, así como la
expansión
de la corporación multinacional, la promoción de "reformas estructurales y
planificadas" con "ayuda extranjera" y endeudamiento que fueron patrocinadas por
la Alianza para el Progreso, y después la vuelta hacia la "integración
económica"
a través de la ALALC y sus derivados regionales centroamericano y andino, que
debida y automáticamente recibieron el visto bueno de los gobiernos
latinoamericanos (exceptuando el cubano) en sucesivas conferencias en Punta del
Este. Al margen de las intenciones y autopercepciones subjetivas de los
prominentes economistas cepalinos-ideologos desarrollistas como Raul Prebisch,
Aldo Ferrer (Agentina), Celso Furtado, Antonio Barros de Castro, Maria Conceicio
Tavares (Brasil), Jose Mayobre (Venezuela), Horatio de la Pena (México), Anibal
Pinto, Osvaldo Sunkel (Chile), y muchos otros, se dieron dos importantes
acontecimientos desde mediados de Ios años 60. Por un lado, evidentemente, el
desarrollismo
topó con una crisis económica y política cada vez más aguda en un país
latinoamericano tras otro (tal como se refleja en los propios escritos de la
CEPAL, reseñados por el autor en Lumpenburguesía: Lumpendesarrollo y en Punto
Final, Nº 89), mientras que la Revolución Cubana señaló una estrategia
alternativa y radicalmente diferente (reflejada también en algunos otros
escritos del autor, en especial en algunos ensayos compilados en Latinoamérica:
Subdesarrollo Capitalista o Revolución Socialista, por aparecer en México,
Ediciones Era). Por otra parte, aunque menos perceptiblemente, en especial para
los cepalinos y sus seguidores, su nacionalismo aparentemente progresista en
sus manifestaciones económicas, políticas e ideológicas había sido de hecho
corresponsable por el desarrollo de la crisis del desarrollismo. Mientras tanto,
un grupo más joven de científicos sociales y su creciente publico, especialmente
entre la juventud, en América Latina (y en otras países) se mostraron
crecientemente insatisfechos con el desarrollismo y la dependencia de
inspiración cepalina, que les parecieron cada vez más conservadores, con el
resultado que ellos buscaron y dijeron ofrecer una "teoría de la dependencia" y
una estrategia revolucionaria críticamente alternativas, inspiradas por la
Revolución Cubana y el debate chino-soviético.
Es notable que esta apertura critica no surgió de la vieja izquierda y menos aún
de los partidos comunistas, sea en Latinoamérica o en Europa. AI contrario, con
las notables excepciones de Mariátegui en Perú y Anibal Ponce en la Argentina,
durante el medio siglo transcurrido desde la muerte de Lenin estos partidos no
produjeron sino el Comintern y el browderismo de la época de Stalin, y la
existencia pacifica "no capitalista" de los años de Jruchov (su "progresivo"
alejamiento del leninismo y su relación con las tendencias posteriores bajo
reseña son examinados por Alberto Filippi en su Prólogo a la edición italiana de
Lumpenburguesía). Durante todo este tiempo, y hasta fines de los años 60, los
partidos comunistas latinoamericanos y sus ideólogos (siempre exceptuando al
actual Partido Comunista Cubano) no han hecho ninguna contribución a la teoría
marxista u otra que se haya podido descubrir (sea antes o después que, con
motivo de OLAS en 1967, Fidel Castro ridiculizó sus arcaicos modelos 14, 13,
12). Programáticamente estos partidos han sido apenas tan avanzados como los
desarrollistas burgueses, de los cuales se diferenciaron a lo más en su posición
—principalmente propagandística e inspirada por los soviéticos-- ante el
imperialismo norteamericano y políticamente entre ellos han sido poco más que
cola movida por el perro burgués nacional, quien se aprovecho de los partidos comunistas —temporariamente exceptuando los
de Guatemala, Venezuela y Colombia— para mantener atados a los movimientos
obreros. Frente al desafío de los teóricos de la nueva dependencia, los partidos
comunistas en y fuera de América Latina se plegaron lealmente a la oposición.
Los numerosos publicistas, reseñadores y clasificadores de la teoría de la
dependencia (Olmedo, Graciani, Filippi, Sechi, Martinelli, Valenzuela
Bodenheimer, Murga, Acevedo, Guzmán, etcétera) están casi totalmente de acuerdo
entre si al distinguir un "viejo" grupo "de derecha" de teóricos desarrollistas
de la dependencia mencionados anteriormente, y un "nuevo" grupo "de izquierda",
entre los cuales ellos nombran primordialmente a Dos Santos, Quijano, Cardoso y
Faletto, Marini y Gunder Frank, entre otros. Este ultimo grupo se distingue
supuestamente del anterior por rechazar su "dualismo" tanto en el piano nacional
como internacional, reemplazándolo por un análisis insistente del conjunto de
las relaciones imperialistas y de la participación activa, consciente y
voluntaria de América Latina en el plan económico y político nacional en el
sistema imperialista bajo el liderazgo burgués —incluida la burguesía nacional
progresista—, tal como se manifiesta en la "nueva dependencia" de los años 60.
Capitalismo y Subdesarrollo en América Latina, escrito por Andre Gunder Frank
entre 1963 y 1965, y algunos
otros de los primeros ensayos del autor compilados en su Latinoamérica:
Subdesarrollo Capitalista o Revolución Socialista, se mencionan, frecuentemente,
como el disparo de partida de esta "nueva apertura". El autor ahora considera a
su Lumpenburguesía: Lumpendesarrollo, escrito en 1969, como un (aunque quizás no
el) canto de cisne de este concierto, aunque algunas nuevas estrellas en América
Latina aún cantan nuevas variaciones de esta melodía (y ecos de la misma han
empezado a ser grabados o tocados recientemente en otras partes del mundo).
Dentro de ciertos limites, y dentro de sus limitaciones, la importancia de la
teoría de la dependencia del subdesarrollo es innegable en términos de los ya
citados criterios de Myrdal, Dowd y Marx. Representó, sin duda, una importante
reorientación en respuesta a cambiantes condiciones y oportunidades políticas.
Sin duda, permitió y obligó tanto a amigos como a enemigos a plantear preguntas
diferentes y a ofrecer otras soluciones. Ha sido hasta coinstrumental en cambiar
el mundo, aunque no lo revoluciono como algunos de sus proponentes habían
esperado y algunos de sus opositores habían temido. Lo mismo puede probablemente
decirse de la nueva teoría de la nueva dependencia, tanto con respecto a su
abuelo positivista como respecto a su padre reformista
desarrollista. Pero implícito en el surgimiento de la "dependencia" en respuesta
a cambiantes condiciones políticas (y estas en relación a cambiantes condiciones
económicas), está la posibilidad, o la probabilidad, o más aún, la necesidad de
su posterior decadencia para despejar el camino a nuevas explicaciones
científicas y orientaciones ideológicas, en la medida en que las condiciones
económicas y políticas vuelven a cambiar. Mientras más importante ha sido una
teoría en vista de su relación con la realidad concreta, tanto menos será ella
eternamente verdadera, condición que en el mejor de los casos se reserva a
tautologías vacías.
Se esta acumulando la evidencia de que la "dependencia" —tanto Ia vieja como la
nueva— ha terminado o esta en vías de completar el ciclo de su vida natural, por
lo menos en Latinoamérica, que le dio vida. La razón es la nueva cambiante
realidad económica y política mundial, que en una palabra puede resumirse como
Ia crisis de los años 70. Sean cuales fueren su causa y su naturaleza, así como
su destino o resolución —cuestiones y respuestas, precisamente, que habrán de
codeterminarse por la alternativa necesaria a la "dependencia" y el
"keynesianismo"—, la realidad de esta nueva crisis se hace cada vez más evidente
en el mundo. Tasas decrecientes de crecimiento económico y aún más (y más
importante) de utilidades y de inversiones en los países capitalistas
industrializados, y la lucha intensificada entre ellos por mercados nacionales e
internacionales —manifiestas en la "crisis financiera" y la
devaluación del dólar
entre otros— constituyen evidencias de una nueva crisis en el proceso histórico
de la acumulación capitalista de capital. Modificaciones recientes en la
política nacional y extranjera de algunos países socialistas indican que allí
también el proceso de acumulación de capital esta cambiando de velocidad o
rumbo, y que ellos están intentando colocar su participación en la recientemente
emergente división internacional del trabajo sobre una base modificada y más
amplia. Las concomitantes negociaciones y el paso de Ia "bipolaridad" de Ia
guerra fría a la "multipolaridad" reemergente son acompañados por un nuevo
"diálogo" (para tomar prestado una palabra de las relaciones antes inimaginables
entre Sudáfrica y un creciente numero de nuevos estados africanos) que se hace
oír en todo el mundo, tanto dentro como entre muchas de sus regiones.
Movimientos neosocialdemócratas y amenazas neofascistas para el caso de que
aquellos fracasen (para tomar en préstamo y modificar algunos términos de la
última gran crisis mientras el análisis contemporáneo no nos ofrezca una
terminología más adecuada o quizás una ideología de falsa conciencia) se difunden en los
países capitalistas industrializados. Ello
constituye una respuesta a la movilización de masas generada por la crisis, y
así con Ia Alemania de Brandt, con la dificultad de Heath para invocar la ley de
Relaciones Industriales que su predecesor laborista no había podido imponer en
Gran Bretaña, con la promoción de "Chile con salsa de spaghetti" y de Ia
"apertura a destra'' en Italia, con la copia de la fórmula de Ia Unidad Popular
chilena y la reacción "gaullista" a la misma por Pompidou en Francia, con la
nominación por el Partido Demócrata de Mc Govern en los Estados Unidos y su
flirteo con el electorado adicto a George Wallace, etcétera. Están, además, el
desarrollo del socialimperialismo (para servirse de la terminología china) y su
ofensiva económica y diplomática en importantes regiones subdesarrolladas. Una
importante modificación de Ia anterior división del trabajo también es el
desarrollo subimperialista de Brasil, Sudáfrica, Irán, India y quizás otros
contendores por rutas tanto similares como diferentes de las que Japón e Israel
trazaron antes que ellos. Y en otras partes del mundo subdesarrollado (para de
nuevo tomar en préstamo temporal un termino del pasado), tendencias corporativas
neofascistas compiten con tentativas nacionalistas y neopopulistas de trazar el
Camino hacia el socialismo, desde Bangla Desh y Ceilán, pasando por Tanzania y
Zambia, a Perú y Chile. Una nueva o renovada dimensión es la guerra o su amenaza
entre estados del tercer mundo que vuelven su "nacionalismo" no solamente contra
los países imperialistas sino, con el apoyo imperialista, contra sus propios
vecinos.
En vista de esta crisis mundial y de los críticos problemas concomitantes
surgidos en América Latina y otras partes, la vieja teoría de la dependencia
desarrollista, y aun su ideología, parece haber entrado en bancarrota. Puede
sospecharse lo mismo de Ia antaño revolucionaria teoría de Ia nueva
dependencia, que si no en bancarrota, por lo menos se encuentra escasa en
efectivo como para enfrentar las demandas inmediatas en lo económico, político e
ideológico que le hacen los revolucionarios que tienen que formular estrategia y
tácticas en las actuales circunstancias. Así parece suceder en Brasil, Uruguay,
Argentina, Chile, Perú, Venezuela y México, entre otros, y quizá también en
Cuba. (Esto pone también en duda lo aconsejable de Ia exportación tardía de la
"dependencia'' hacia Asia y África, cuando, además, el "tercermundismo" ya
alcanzo la cima de su influencia en las revueltas estudiantiles metropolitanas
de 1968-1969.) Además, la aparente simultaneidad de la crisis de la vieja y nueva
teorías de la dependencia plantea el interrogantes de cuán radicalmente
diferentes realmente fueron o son. Quizá
menos de lo que algunos de nosotros hubiésemos querido. Podemos observar con
Juvencio Wing —en su reseña del Nº 150 conmemorativo de El Trimestre Económico— que aquellos que una vez fueron radicales desarrollistas, y
aprovecharon gran parte del aún más radical análisis de la nueva dependencia,
ahora conmemoran la dependencia desde las páginas de la revista económica más
prestigiosa del continente latinoamericano, y muchos de ellos incluso ocupan
puestos ministeriales en sus respectivos países. Hasta tal punto una parte del
análisis de la nueva dependencia ha sido recogida por el establishment burgués
que —como se cita en Lumpenburguesía— Ios cancilleres latinoamericanos reunidos
en Viña del Mar delegaron a uno de ellos para elevar una presentación al
presidente Nixon en la Casa Blanca en el sentido de que la ayuda extranjera
estaba fluyendo desde Latinoamérica hacia los Estados Unidos. Gran parte de Ias
criticas a la inversión extranjera propuesta por los analistas de la nueva
dependencia fue incorporada en las restricciones puestas a la inversión
extranjera en el código del Pacto Andino y se recomienda ahora a otros países
subdesarrollados por parte del secretario de la UNCTAD. Y en la III Conferencia
de la UNCTAD la nueva dependencia, el desarrollo del subdesarrollo y hasta el subimperialismo cobraron vigencia en las declaraciones oficiales de varios
delegados. Esto es bastante más motivo de preocupación que de orgullo para los
inventores de estos términos. Dejaremos para los críticos que siguen otras
reflexiones sobre las relaciones y diferencias entre la vieja y nueva teoría de
la dependencia.
La nueva teoría de la nueva dependencia ha sido, por supuesto, objeto de
diversos críticos y criticas. Aquí podemos examinar, clasificar y reseñar —si
no contestar exhaustivamente— las principales tendencias reflejadas en quienes
han hecho referencia especial al trabajo o a la persona de Andre Gunder Frank.
Antes de seguir adelante, sin embargo, puede observarse que —aunque este trabajo
no ha sido más que la parte socialmente determinada de una corriente más amplia,
tal como se reseñó recién— muchos críticos han otorgado un tratamiento especial
o a menudo exclusivo a AGF o a su trabajo, suponiéndolo representativo del
resto, y llegando a veces al extremo de sostener, explicita o implícitamente,
que una critica (exitosa) de este único ejemplo vale y abarca a todos, criterio
—este ultimo— bastante discutible. Quizás esta preferencia (negativa) pueda
derivarse del supuesto de los críticos de que AGF les ofrece un blanco más
vulnerable o destructible, o uno más visible, o uno descubierto antes, o uno que
se supone más extremo, o una combinación de todos estos razones. Una cosa es
segura, y esta ha sido francamente clarificada por el autor y universalmente apreciada tanto por amigos
como enemigos: que el trabajo ha sido intencional y conscientemente político y
sustancialmente inspirado por la Revolución Cubana. Sea como fuere, existe
evidente motivo para que el autor se haga cargo de las criticas, especialmente
de las que afectan a las "tesis frankianas".
Las criticas, y en especial los críticos (véase lista de referencias en el
apéndice), parecen dividirse en tres principales tendencias: las retrospectivas
de derecha y de la izquierda marxista tradicional, y la prospectiva de la nueva
izquierda, cada una de las cuales dividida a su vez en dos subgrupos (A y B). La
publicación tardía (en relación a su redacción) del libro completo Capitalismo y
Subdesarrollo en América Latina, en 1967 y 1969 en inglés, francés e italiano, y
en 1970 en español, encontró en un principio una recepción favorable, si bien
poco critica, en diversos círculos de izquierda, la cual en alguna medida aun
subsiste (véase Amin, Palloix). Pero también estimulo una reacción crítica que
no tardó mucho en aparecer, empezando especialmente (I. A) en la derecha
reaccionaria y liberal (American Opinion, de la John Birch Society
norteamericana y King), luego por (I. B) los demás liberales y socialdemócratas
de diversa índole (Halperin, de Kadt, Sauvy, Morner, Dedijer, Dalton, Alba,
Aportes, Pinto y, en general, varios colaboradores del simposio sobre
"responsabilidad" en Current Anthropology y diversos autores de reseñas en
revistas académicas norteamericanas).
Estos críticos de derecha carecen de la perspectiva, o de la capacidad o del
interés, o los tres, como para examinar el argumento en su propio nivel, para no
decir, por supuesto, para llevarlo a un nivel más alto. Su interés académico y
político es descalificar el argumento —y a través de sus reseñas, prevenir a los
no entendidos contra el mismo-- recurriendo a Ios "descalificativos" que el
positivismo ha inculcado en las mentes de sus victimas, a saber el "error"
empírico y la falta de "objetividad". Con pocas excepciones, los
críticos de la
derecha conservadora, liberal y socialdemócrata se limitan, en sus reseñas y
criticas de la argumentación, a insistir en desacuerdos empíricos menores que
nada tienen que ver con el argumento central, o de desviar la discusión
totalmente fuera del punto en contienda, alegando que el compromiso político de
AGF —no así el propio— excluye la objetividad, y por tanto la credibilidad o
validez. Según ellos, el trabajo constituye la restauración repetitiva de una
tesis del imperialismo (que ellos suponían muerto hace tiempo). Es dogmático (su
palabra favorita), ideológico en vez de empírico, profético en tono, en vez de
analítico en contenido —aunque (según otro autor) el trabajo es catastrofista—,
y constituye un tipo especialmente rígido de leninismo (no obstante que el mismo autor alega que el trabajo
es dirigido contra los comunistas). En cuanto condena objetiva (¿quien se
propuso hacer una condena?), el libro sería evidentemente inadecuado, ya que la
defensa (del capitalismo) no se examina, y menos aún se destruye —según Timothy
King del Queen's College, Cambridge, Inglaterra, escribiendo en el Economic
Journal que se edita en la biblioteca Marshall—, y continua, solamente aquellos
que ya están persuadidos en el fondo de su corazón de que el sistema Capitalista
tiene solamente explotadores y explotados, se dejaran convencer de la veracidad
de la tesis general expuesta en este libro sobre la base de la evidencia
proporcionada. Y en "respuesta" a la critica que el que escribe hace del trabajo
de George Dalton y otros sobre antropología económica, este autor escribe:
"Frank odia a toda ciencia social que no sirva para justificar la
revolución. Su
comentario no es sobre antropología económica. Es una denuncia bombástica de
casi todos los que no comparten su rabia revolucionaria. No tiene sentido
responder más a escritos tan llenos de ira e ideología". (iAmén!) Un lector
escribió a la sección "discusión y crítica" de la revista para observar que
alguien que necesita servirse de este tipo de respuesta tan solo demuestra que
carece de los recursos como para enfrentar la argumentación. Esto en lo que se
refiere a los críticos desde la derecha.
Una segunda tendencia principal entre críticos y críticas deriva de (II) los
principales partidos marxistas y sus portavoces o seguidores oficiales y no
oficiales. Entre estos pueden distinguirse especialmente (A) los comunistas
inspirados por o alineados con Moscú, y (B) los maoístas y trotskistas.
II
A. Entre los primeros, el trabajo y tesis —o a menudo más bien la persona— de
AGF han sido objeto de critica, entre otros, por Victor Volski, director del
Instituto de Asuntos Latinoamericanos de la Academia de Ciencias de la U.R.S.S.;
B. N. Brodovich, escribiendo en Latinskaya America (Moscú); L. Becerra en
Revista Internacional - Problemas de la Paz y el Socialismo (Praga) ; Renato
Sandri, especialista en asuntos latinoamericanos del Comité Central del Partido
Comunista de Italia; Ruggiero Romano en media docena de publicaciones de Europa
y América Latina; quizás Eugene Genovese, uno de los principales historiadores
marxistas de los Estados Unidos y Canadá; y en América Latina, Mauricio
Lebedinsky de Argentina, Armando Córdova de Venezuela y José Rodríguez Elizondo
en Chile.
Estas criticas ligadas a los partidos comunistas en cierta medida caen entre las
del ala derecha de la primera tendencia y las criticas de la tercera tendencia
de la nueva izquierda, compartiendo algunas características de la primera y
otras de la otra. Con la tercera tendencia, la crítica comunista comparte el
reiterado juicio de que AGF no es marxista porque hace hincapié en la
circulación con exclusión total o virtual de la producción, o que confunde las
dos al construir su argumento sobre el capitalismo. Los meritos de esta critica,
que se construye con mucho más seriedad por parte de la nueva izquierda, bien
pueden reservarse para el comentario que se hace, casi al final, sobre la
tercera tendencia, dejando para interrogarse aquí acerca de los motivos
comunistas en escoger esta línea de ataque. Parecen relacionarse a una segunda
característica que las criticas comunistas comparten con las de la nueva
izquierda: la selección del momento oportuno para su contraofensiva. Es notable
que, aunque estos artículos de AGF circularon y han sido el objeto de algún
fuego de francotiradores comunistas desde 1963, ellos no empezaron a dirigir su
artillería pesada contra este trabajo hasta 1969 y especialmente desde 1970.
Lejos de ser una coincidencia o de deberse siquiera a una demora "natural" entre
publicación y crítica, puede sugerirse que el momento escogido para esta critica
es consecuencia y reflexión de la crisis antes mencionada, y que esta destinado
a ayudar —aunque sea en pequeña medida— a la resolución de dicha crisis de una
manera u otra. Por qué y como la nueva izquierda responde a la misma crisis con
su critica constructiva puede examinarse más abajo. Aquí puede preguntarse por
que camino o en que dirección quieren dirigirnos los partidos comunistas.
Durante gran parte de los años 60 el avance de la Revolution Cubana y su
atracción y prestigio cada vez mayores en América Latina y otras partes
obligaron a los partidos comunistas tradicionales —que simultáneamente se
estaban batiendo en otro frente ideológico con los chinos— a adoptar una actitud
relativamente conciliadora hacia la política cubana y las posiciones vinculadas
a ella en América Latina. En algunos casos ellos aceptaron temporariamente la
lucha armada; y en muchos casos cambiaron su línea o por lo menos su lenguaje
táctico. Empezó a desaparecer de los programas de los partidos comunistas la ya
clásica formula de la lucha "democrática" contra un imperialismo solamente
"externo" y un "feudalismo" interno —nótese, por ejemplo, el cambio del programa
electoral en Chile desde el del FRAP en 1964 al de la Unidad Popular en 1970-.
Algunos partidos comunistas de América Latina enviaron representantes a OLAS en
1967, y otros —inclusive los de Brasil, Argentina y Chile— enviaron sus
secretarios generales a
Moscú para que allí se hicieran referencias oblicuas pero bastante transparentes
a OLAS en el sentido de que "nacionalistas pequeño-burgueses que niegan la
significación internacional del marxismo-leninismo han creado una concepción del
excepcionalismo local o continental ..., mientras que se denomina como
tradicionalistas, ortodoxos y moderados a aquellos partidos que se mantienen
leales a los principios del marxismo-leninismo". No fue sino hasta el fin de la
década y quizá no accidentalmente, hasta un tanto después de la muerte del Che
Guevara, que los partidos comunistas de América Latina nuevamente lograron una
unidad sustancial en el marxismo-leninismo internacional —y que lanzaron una
contraofensiva general en un frente amplio, incluyendo a blancos tan diminutos
como AGF.
Puede preguntarse, ¿en que dirección apunta esta contraofensiva comunista?
Políticamente, ella esta marcada por el acercamiento económico y político cada
vez mayor entre la U.R.S.S. y el imperialismo que parece obstaculizado solamente
por la sucia guerra en Vietnam y el enfrentamiento en el Medio Oriente. El
Partido Comunista francés --el secretario general del PC chileno dijo en cierta
oportunidad que es el partido que más se parece al propio— declaró, y es más,
demostró, ser el "partido del orden" durante la revuelta de 1968 que,
más allá
de los estudiantes, movilizó 10 millones de obreros en Francia. En Italia, el
"mayo" de un año de duración, de 1969-70, en Turín, Milán y otras ciudades
obligó al Partido Comunista a seguir, más bien que liderar, la movilización
masiva de los obreros. Más recientemente, como ya se observó, los dos partidos
mencionados se hicieron admiradores —y para sus propios fines grandes
propagandistas— de la "vía chilena". En América Latina, el Partido Comunista de
Venezuela volvió a la "paz democrática" antes de dividirse. En otros países
latinoamericanos y en vista del aumento de la movilización de masas generada por
la crisis, los partidos comunistas se han plegado, han promovido y en donde ha
sido posible han liberado viejos o nuevos frentes populares, unidos o amplios.
Estas iniciativas, o más correctamente estas respuestas comunistas, ¿son para
movilizar a obreros y campesinos hacia la revolución socialista, o son para
guiar esta movilización objetivamente generada hacia el camino pacifico "al
socialismo"? La autocrítica pública del Partido Comunista brasileño después del
golpe militar de 1964 expresó, no su pesar porque durante el régimen
"progresista" de Goulart ellos hubieran sido demasiado moderados, sino que ellos
habían contribuido a desencadenar el golpe ial ser demasiado izquierdistas! El
presidente
del Partido Comunista de Ceilan me contó recientemente que sería bueno que ellos
dejaran o fueran expulsados de la coalición gubernamental "progresista" de la
señora Bandaranaike porque la movilización popular (al margen o contra el
gobierno) se estaba volviendo "demasiado caótica" y porque su partido
podría
hacerse cargo de ella con más autoridad si estaba fuera en vez de dentro del
gobierno. El Partido Comunista de Chile públicamente echó la culpa del
derrocamiento del gobierno de Torres en Bolivia, no a una movilización obrera
inadecuada o incorrectamente organizada, sino al "ultraizquierdismo" de
Ia
Asamblea Popular y su constitución.
El Partido Comunista de Chile primero participo en escribir en una parte
destacada del programa de la Unidad Popular la formación de una Asamblea Popular
y la promesa de que sus Comités de Unidad Popular (CUPs.) se transformarían
después de Ia victoria electoral de simples comités electorales en comités para
una movilización de masas continuada y cada vez mayor. Pero luego este partido
dejó de aprovechar su capacidad organizativa para desarrollar dichos comités y
no hizo nada para evitar el desgaste de casi todos los 15.000 CUPs. del país.
Sin embargo, Ia movilización de masas, lejos de disminuir, aumento a niveles
jamás conocidos en Chile. Cuando en Concepción, centro que tradicionalmente es
el de mayor conciencia y organización política del país, todos los partidos de
izquierda dentro y fuera de la Unidad Popular, no menos el Partido Comunista
organizaron primero una movilización de masas y "después el primer encuentro de
una Asamblea del Pueblo, el Partido Comunista de Chile designo a su principal
ideólogo para descalificar a sus compañeros de la UP por termocéfalos irresponsables que han perdido todo contacto con la realidad. Cual es entonces la
realidad según el Partido Comunista de Chile? Que el descenso del apoyo
electoral, y quizás otros experimentados por el gobierno de la Unidad Popular
durante los últimos meses (o desde Ias elecciones de abril de 1971)*, no se
deben a no haber cumplido partes importantes del Programa de la UP ni a no haber
cumplido ni siquiera con la mitad o algo más de las "40 medidas" prometidas por
el mismo. Al contrario, el mal reside -según el PC chileno— en las presuntas y
excesivas transgresiones del programa de Ia UP y en los "ultraizquierdistas
infantiles", quienes, en alianza con la CIA y el imperialismo, presuntamente
impulsan tales transgresiones. Por otro lado, más allá de movilizar su
considerable poderío organizativo para desmovilizar la masa en miles de
luchas cotidianas menores (y algunas mayores), el Partido Comunista de Chile se
ha valido de sus parlamentarios para promover y concertar innumerables convenios
con la oposición Demócrata Cristiana a puertas cerradas y a espaldas de las
mesas —y los ha empleado para anunciar su política oficial para el futuro
previsible: ¡ganar a las clases medias para las próximas elecciones!
Poco antes de ser nombrado ministro de Hacienda, Orlando Millas escribió el
documento político más comentado —dentro y fuera del PC—de los últimos tiempos,
intitulado "La clase obrera en las condiciones del gobierno popular".
Después de
repetir algunas palabras acerca de la importancia de la movilización obrera y de
hacer hincapié en las diferencias entre el Chile contemporáneo y la NEP
leninista en la Unión Soviética —pero sin especificar ninguna diferencia en
particular, por ejemplo como detenta el poder político— Millas revela el meollo
de su argumentación y de la estrategia de su partido: "Lo característico de la
coyuntura de hoy en nuestra experiencia es que la correlación de fuerzas ha sido
afectada, en contra de Ia clase obrera y del gobierno popular, por errores
políticos y económicos que podemos resumir deciendo que constituyen
transgresiones al programa de la Unidad Popular. Cabe, entonces, poner el acento
en Ia defensa del gobierno popular, en su mantenimiento y en la continuidad de
su obra. Seria funesto seguir ampliando el número de los enemigos y, por el
contrario, debería hacerse concesiones y, al menos, neutralizar a algunas capas
y determinados grupos sociales, enmendando desaciertos tácticos". Para el
Partido Comunista de Chile la consigna llegó a ser "consolidar avanzando", cuyo
significado en la práctica muchos han comprendido como "avanzar consolidando".
Estas circunstancias y políticas también sirven de base y determinan la
contraofensiva del Partido Comunista en el frente ideológico, inclusive contra
AGF y la nueva dependencia. La "vía chilena" ya tiene en si bastante
importancia. Pero ella ha alcanzado también amplias implicaciones para la suerte
de los movimientos de frentes unidos —no importa cuán diferentes puedan ser del
chileno— en varios otros países latinoamericanos. Y en una coyuntura histórica
en la cual el "tercermundismo" parece haber retrocedido a un lugar secundario
con respecto al centro de gravedad política mundial, a Chile se lo considera
como una pieza vital para los partidos comunistas que se encuentran en una seria
contienda cuyo rey y reina, o por lo menos torre y alfil, están en Francia e
Italia. No es accidental la atención que algunos ideólogos comunistas de Europa
dedican a Chile, y aun a "aberraciones" ideológicas centradas en Chile, que en
otras circunstancias serian insignificantes.
Estas circunstancias quizás explican, más que justifican, la táctica principal
empleada por estos "compañeros" —uno de ellos ha escrito que el no es
compañero
de AGF— para combatir las "contenciones" —así llamadas por otro que dice que no
pueden llamarlas "tesis"— de AGF, quien es un eminente sabio de papel (todo
entre comillas, se entiende) con un talento y una pasión dignos de mejor causa;
es un teorizante conspicuo de una izquierda anárquica, un provocador,
desviacionista, confusionista y divisionista; este investigador (sic) marxista
(nuevamente, sic) lleva su ligereza a limites extremos bajo un pretexto
seudomarxista, en una tentativa deliberada de crear confusión; su ligereza,
trivialidad y superficialidad intelectual y su superficialidad y trivialidad
científica no pueden dar lugar sino a la inconsistencia (¿sera mejor decir
deshonestidad?) política, que es el producto natural del trabajo de un
pequeño burgués con pretensiones de marxista revolucionario (Romano). No, no hay
ilusión posible. Gunder Frank termina su trabajo proponiendo como la única y
correcta estrategia del desarrollo la revolución armada y la construcción del
socialismo. La verdad es que en Chile, Perú y Bolivia la liberación sólo puede
ser el resultado de un proceso articulado y laborioso de lucha antioligárquica y
antiimperialista... (Sandri). El marxismo-leninismo hace centro, dada la
estructura, en la alianza clave del proletariado y el campesinado en un frente
con la pequeña burguesía, las capas medias y sectores progresistas de Ia
burguesía nacional, para resolver el problema agrario como eje de la revolución
necesaria. En la revolución socialista, que proclama Frank y los que aceptan sus
puntos de vista, la clase obrera marcharía sola. Por lo tanto no habría que
trabajar en el seno del campesinado. Tampoco habría que tender a que participen
en la lucha la pequeña y mediana burguesía, sectores más avanzados de Ia
burguesía nacional. No habría tareas inmediatas que realizar antes de plantearse
la revolución socialista. No se trata, pues, de un pequeño "detalle": se trata
nada menos que del tipo de revolución necesaria, del problema de las alianzas
(Lebedinsky).
La CIA y la pata del gato. Naturalmente, no es Gunder Frank, sino lo que
representa, lo que está en el centro del debate. El representa, básicamente, la
existencia de un pensamiento de ultraizquierda en la política internacional,
sumamente proporcionado. Un pensamiento que mientras más difusión tiene, más
facilita la labor del imperialismo con respecto a los procesos
revolucionarios... En efecto, la sola presencia de este tipo de teóricos
significó... la tendencia de dividir a antiimperialistas en dos bloques: el de
los marxistas e intelectuales revolucionarios, por un lado, y el de los comunistas, por el otro... este puñadito de
intelectuales amorfos, anárquicos e hipercríticos... defienden las posiciones
del imperialismo concurriendo a las trincheras del antiimperialismo" (Rodríguez
Elizondo).
No se trata de estar o no de acuerdo; es que incluso se disminuye Ia posibilidad
de discusión. Porque digamos, para terminar, que discutir significaría hacerse
cómplice de Andre Gunder Frank, el cual, objetivamente —y a nivel político— no
es más que un verdadero provocador. Se podrá preguntar que si todos estos
escritos son tan inútiles, ¿por que hablamos de ellos? Porque desenmascarar su
aspecto provocador me parece una obligación. Un deber de moralidad científica,
de higiene intelectual, de profilaxis política. Ante un exceso de incapacidad en
la presunción de este calibre, se tiene el deber de reaccionar y de indicar que
tras todo este oropel conceptual de pacotilla no existe sino el más total vacío. (Romano) (iAmen!)
En estas circunstancias, podemos preguntar, que queda por discutirse con o en
relación con estos camaradas? El lector habrá observado por si solo uno de los
aspectos críticos que esta segunda tendencia tiene en común con el nivel de
debate empleado por la primera, anteriormente reseñada. La otra similitud con
esta reside en la dirección hacia donde dirigen su argumentación —en el grado
limitado de profundidad (aunque quizá no de extensión) en que nos ofrecen alguna
dirección: la retrospectiva.
La resurrección por otra parte del Partido Comunista contemporáneo del fantasma
de su programa político "antioligárquico" y "antiimperialista" de
antaño, y que
algunos pensaron ya muerto y sepultado con el Comintern, se complementa —y según
ellos se apoya— con solo
retocar los mismísimos antiguos argumentos científicos e ideológicos. Al margen
de su cargo acerca de la debilidad científica de AGF por no lograr hacer un
análisis satisfactorio de las relaciones productivas o del modo de producción
(cuestión a ser todavía examinada), puede observarse ya que los teóricos del
Partido Comunista tampoco lo han hecho mejor. Ellos no tratan y menos logran
Ilevar el análisis más allá de lo logrado en los años 60, aprovechándose del
renacimiento latinoamericano y mundial —aunque sea limitado— de los estudios
marxistas durante el decenio pasado, para reorientar nuestro trabajo planteando
nuevas preguntas y ofreciendo otras respuestas más apropiadas para las
cambiantes condiciones y oportunidades políticas (tal como lo hacen algunos de
los críticos de la nueva izquierda que se reseñan a continuación). No: en vez
de esto los voceros del Partido Comunista se limitan
a hacer un llamado a la generación pasada para retroceder a los mismos ya viejos
sustitutos esquemáticos que no lograron hacer el verdadero análisis de la
transformación del modo de producción en el proceso de acumulación de capital.
Pero en realidad, para todos los efectos (salvo quizás alguno de ellos), estos
ya eran inservibles en aquel entonces y tanto más lo son ahora. Evidencia? El
mismo hecho de que se hiciera necesaria la renovación de estudios marxistas
--que tuvo lugar sin ninguna contribución reciente que haya podido descubrirse—
de ninguno de estos intelectuales marxistas que se mantuvieron fieles a la línea
moscovita de su partido comunista. El camarada M. Lebedinsky reclama que
"algunos de los apologistas de la teoría de la (nueva) dependencia
prácticamente
vienen a una tesis marxista, pero el primer esfuerzo es diferenciarse de los
comunistas". Pero a esta altura, quien se dispondría a seguir, o quien
podría
unirse al camarada cuando haría suponer que estos "apologistas" se diferencian
en que se quedan cortos de la teoría y praxis del Partido Comunista, en vez de
avanzar más allá de ella? Sea cual fuere la respuesta objetiva, podría ser una
indicación personal: yo mismo jamás he tenido la temeridad de proclamarme
marxista. En ninguno de mis escritos publicados —o no publicados— podrá
encontrarse tal pretensión personal. Quién entonces formula esas falsas o
"seudo" pretensiones?
B. Una parte de la critica, pero mucho menor, ha emanado también de otros
partidos marxistas maoístas (Arrighi, Circolo Lenin) y trotskistas (Novak,
Deward y Bailly). Arrighi se identificó con la argumentación de AGF en el
prefacio a su libro sobre África, escrito independientemente. AI volver a Italia
para hacerse militante maoísta, Arrighi hizo pública una autocrítica de su
anterior aceptación de esa argumentación. Reiterando y reafirmando su anterior
reserva acerca de la carencia de un análisis suficiente de las relaciones de
producción por parte de AGF, Arrighi ahora agrego el cargo de que el análisis no
es marxista y menos aún maoísta, por cuanto presunta y erróneamente supone que
las contradicciones "externas" en vez de las verdaderas "internas" determinan el
curso histórico de los acontecimientos en América Latina y otras partes. En su
conocido ejemplo, Mao observaba que a pesar de aplicarse la misma temperatura
"externa" a un huevo y a una piedra, las diferentes condiciones "internas" hacen
que nazca un pollito de uno y no de otro. A pesar de apoyarse en esta autoridad
marxista, Arrighi no ha logrado —aun recurriendo adicionalmente a
correspondencia personal y a su conversación amigable con el presente autor—
clarificarle suficientemente a AGF como distinguir exactamente
entre las contradicciones "externas" y las "internas" en el proceso, tal como se
desenvuelve en una parte determinada del sistema imperialista. Sin duda, los
limites del éxito de este esfuerzo residen en las limitaciones "internas" de AGF. Pero junto con el esfuerzo de otros,
éste está empeñado en tratar de
superarlos en su trabajo futuro. No son inmediatamente evidentes las
conclusiones políticas a derivarse de la critica en Italia. Pero en América
Latina algunos maoístas han tenido reservas acerca de la argumentación en la
medida en que no sirve de base, tal como ellos lo requieren, a la estrategia
maoísta con respecto a los conocidos "cuatro grupos".
Entre los trotskistas, Ernest Mandel expresó cierta afinidad con nuestras
argumentaciones en el posfacio a la edición mejicana de su Tratado de economía
marxista. Pero luego su compañero dirigente de la IV Internacional, George
Novack, repitió las mismas criticas acerca de las relaciones de producción,
etcétera, y resumió: "El enfoque de Frank al desarrollo socioeconómico de
América Latina es excesivamente simplificado. No deja lugar para situaciones
históricas complejas, relaciones de clases, formaciones socioeconómicas
contradictorias... Esto también explica por que la tentativa por Frank de
dividir el marxismo del trotskismo y de contraponer uno al otro no tiene fondo".
Excesivamente simple, si —podemos responder—; no deja lugar..., no. Y en cuanto
a marxismo y trotskismo, jamás he alegado representar ni a uno ni a otro, ni de
dividirlos, ni de contraponerlos, ni nada.
III
Puede distinguirse una tercera tendencia principal entre los críticos y
criticas, que —no muy satisfactoriamente— puede denominarse el de la nueva
izquierda independiente, aunque muchos de sus actores también vinculan su
trabajo intelectual a la praxis política militante y partidaria. Lo que los
distingue dentro del contexto actual es que sus criticas no son retrospectivas
sino prospectivas. Estos críticos y criticas pueden a su vez subdividirse
—quizás aún menos satisfactoriamente para ellos y el presente autor— en las (A)
que se hicieron relativamente temprano y que, aunque prospectivas, aún no
avanzan su trabajo critico muy lejos hacia áreas distintas; y (B) las más
recientes —y seguramente venideras— cuya contribución importante es que "a los
conocimientos y análisis actuales se les compone de maneras nuevas, planteando
preguntas y ofreciendo conclusiones que permiten y obligan, tanto a amigos como
a enemigos, a dirigir su propia investigación y análisis en direcciones distintas" y que dan lugar a "reformulaciones
principales del pensamiento económico... (que son) a las cambiantes condiciones
y oportunidades políticas". iMientras más éxito tengan en esta tarea, tanto más
bienvenidos sean tales críticos y criticas!
A. La temprana critica de Cabral et al. y de Dos Santos ya se citaron y se
comentaron en el "mea culpa" que prolonga Lumpenburguesía; y en Ia medida
entonces posible sus criticas prospectivas se aprovecharon y se incorporaron en
la extensión y reorientación de la argumentación anterior que se intentó en el
texto de dicho libro, y que hizo hincapié en la participación clasista activa e
"interna" en Ia determinación del proceso histórico —y de algunas de sus
variaciones entre países-- a través de varias etapas. Por otra parte, no parecía
y no parece preciso --según creo— enfrentar los cargos equivocados de
"esquematismo geográfico" y de "estructural-funcionalismo", ni las
contradicciones internas de sus propios argumentos (señalados en el "mea
culpa"). De todas formas, el mismo Dos Santos ha aprovechado de su critica para
avanzar aún más en el análisis que el y sus compañeros de trabajo han hecho de
la "nueva dependencia". Tanto este progreso como sus limitaciones —en la medida
en que ha sido restringido esencialmente por la misma coyuntura política y
concepción ideológica— ya han sido comentados por otros críticos, amigos y no.
La critica de Weffort, en el sentido de que nuestra argumentación supondría una
base nacional no existente del poder y de la política clasista, es dirigida
simultáneamente a Cardoso y Faletto y a AGF. Pero Cardoso ya ha mostrado que
dicha crítica carece de fundamento, y su respuesta plantea preguntas y ofrece
conclusiones que son bastante más interesantes y trascendentales que las de
Weffort. Rodríguez y Sechi, por su parte, se limitan a formular cargos de
esquematismo excesivamente simplificado, que aun si fueran correctos en si, no
son muy útiles mientras no interpretan ni evalúan el esquema dentro del contexto
económico, político, ideológico y científico en respuesta al cual primitivamente
se planteo, y a menos que ellos mismos hagan una contribución a reformular las
preguntas y conclusiones en respuesta al contexto recientemente emergente.
Sempart divide su critica en lo que en esencia son dos partes, en cuanto
historiador, alega que los acontecimientos históricos no son los que aparecen en
el ensayo de AGF que se basa en Chile. Pero —tal como Torres (véase más abajo)
lo ha observado—, tal crítica empírica en sí queda necesariamente dentro del
marco teórico de lo que critica y no alcanza para reformular el problema
teórico, y tanto menos —puede agregarse— por cuanto en el ensayo original AGF
explícitamente negó cualquier tentativa de escribir historia de Chile alguna,
limitándose a expresar la esperanza de que pudiera ayudar a reformular la
teoría. En la parte del ensayo de Sempart que efectivamente se dedica a la
critica teórica, se atribuye a AGF haber propuesto presuntas relaciones entre
los lazos metrópoli-satelite y el desarrollo-subdesarrollo, que son precisamente
los inversos de los sostenidos por AGF en el ensayo basado en Chile, así como en
otros. Estas criticas —como cualquier lector puede comprobar— son prospectivas
en intención, "tono" y en algunas sugerencias no centrales. Pero ellas
aún no
logran llevar adelante la critica hacia una reformulación teórica sustancial de
las preguntas y conclusiones.
B. Llegamos finalmente a una nueva apertura crítica. Este último año (desde
1971) ha sido testigo no tan solo de una extensión y profundización de la crisis
económica, política e ideológica, tal como ya se reseño. También ha invocado el
trabajo nuevo por parte de estudiosos políticamente comprometidos que, por una
parte, recibieron su formuIación en los avances de la acacia anterior, pero que
—siendo también crecientemente conscientes de las limitaciones de Ia misma— por
otra parte tienen ahora la capacidad para colaborar en el enfrentamiento de
dicha crisis al ofrecer aperturas criticas que prometen reorientar el
pensamiento económico —y la praxis política— hacia un nivel nuevo y más alto. Lo
que en estas criticas es especialmente importante y meritorio, en nuestra
consideración, no es tanto el campo viejo que recorren —no importa cuan critico
pueda ser el de los que lo han trazado antes de ellos—, sino más bien el campo
nuevo hacia donde estas criticas nos conducen, aprovechando lo viejo tan solo
para construir lo nuevo. Es el caso, por ejemplo, de la serie de recientes
criticas fundamentales de las tesis de A. Emmanuel acerca del intercambio
desigual, como también de las criticas contra AGF y otros vinculados a la nueva
dependencia. Sobresalientes entre las recientes criticas son las de Laclau, de
Hinkelammert y Glauser (ambos del CEREN, de la
Universidad Católica de Chile), y de Marini y Torres (ambos del CESO, de la
Universidad de Chile, donde también se desempeña el presente autor). Pero no son
tanto las criticas de estos autores de las cuestiones del subdesarrollo colonial
y capitalista las que deben detenernos, como su progresiva reformulación de las
cuestiones mismas y por este medio de las conclusiones.
La importancia del esfuerzo de Laclau, por tanto, no reside tanto en su critica
a eventuales fallas en los análisis del feudalismo y del capitalismo en América
Latina por parte de Frank (como suena su
título), y de ninguna manera (según creo) en su prueba de que AGF no puede
decirse marxista (lo que nunca hizo), sino en Ia confirmación eventual de su
creencia de que "es posible dentro de este cuadro teórico, de situar el problema
de Ia dependencia en el nivel de las relaciones de producción" —cosa que los
teóricos del Partido Comunista, por ejemplo, no se han nunca siquiera esforzado
en intentar—. Laclau, por su parte, apenas empieza a hacerlo a través de un
incipiente análisis de las cambiantes tasas de composición orgánica de capital y
de plusvalía en el proceso de acumulación de capital.
Glauser se limita a hacer algunas referencias a los esfuerzos insuficientes de
otros para pasar a analizar los regimenes coloniales de producción en Chile y en
otras partes de Latinoamérica. Elabora una clasificación analítica de las
relaciones de producción sucesivas y diversas para concluir que su análisis
implica que "la necesidad de un desnivel en el grado de desarrollo de las
fuerzas productivas entre una zona llamada centro y otra llamada periferia,
parece ser una condición indispensable para que la producción capitalista
exista... De todo lo cual, resulta que es la propia estructura interna de cada
región periférica y precapitalista la que supone la existencia de Ia producción
capitalista central... Estructuralmente, el centro es interior a cada región de
Ia periferia y que, a su vez, toda la periferia es inmanente al centro".
Así
vuelve a plantear el antes mencionado problema puesto por Arrighi. Hinkelammert,
por su parte, también encuentra insatisfactorio el análisis de AGF de transición
al capitalismo industrial; pero lo hace tan solo para llevar su propio análisis
de la dialéctica del desarrollo a través de Ia acumulación capitalista hacia la
socialista.
Finalmente, Marini expresa similares y bien fundadas reservas acerca del
fundamento teórico de los análisis de AGF y otros de las transformaciones del
siglo XIX y de la dependencia —vieja y nueva del siglo XX, tan solo para pasar a
analizar toda la experiencia histórica de Latinoamerica desde la Conquista hasta
hoy (y mañana) en términos del proceso de acumulación de capital mundial y
local, y más recientemente del capitalismo de Estado. Mientras tanto, Torres se
embarco en una critica metateórica y muy elaborada de toda la teoría de la
dependencia, vieja y nueva, para despejar el camino para la reconstrucción
propia —y es de esperarse por otros— de todo el proceso de acumulación de
capital mundial tal como se ha manifestado en Latinoamérica. Por todos estos
esfuerzos críticos y originales no podemos sino estar muy agradecidos. En cuanto
a AGF, está tratando de expresar su agradecimiento a través de la preparación
—durante los
dos años pasados (quien sabe cuántos futuros) — de su propia tentativa de
reescribir, si no de reanalizar, el proceso cíclico de la acumulación de capital
en el mundo, con especial referencia a la participación en el mismo de Asia, el
Medio Oriente, África y América Latina desde 1500 hasta la actualidad. Espera
por este medio hacer cualquier pequeña contribución que esté a su alcance a la
renovación ideológica, a la revolución política y social y a la futura
acumulación socialista.
En fin, quizá no debería sorprender que la atención científica social vuelve a
los problemas de la acumulación de capital —y desencadena una nueva apertura en
su análisis— precisamente ahora que el proceso de acumulación de capital
nuevamente parece problemático. Tal como el estudio de una de sus principales
manifestaciones, que es el ciclo económico (que comúnmente se identifica
solamente con la crisis y con la fase descendente del ciclo), la tendencia es
analizar el proceso cíclico de la acumulación de capital en si solamente en
tiempos de crisis, y sus consecuencias (tal como lo hicieron, por ejemplo,
Boehm-Bawerk y Joan Robinson durante cada una de las anteriores "grandes"
depresiones). En tiempos de larga ascendencia cíclica, el proceso de acumulación
de capital tiende a percibirse más bien como una tendencia natural y autónoma a
largo plazo, si es que se la mira desde la metrópoli que está acumulando, y como
una "dependiente" quizá, tal como se la ve desde la perspectiva de los
países
subdesarrollados. Pero habiendo cerrado el circulo, tanto en nuestra
argumentación como en el ciclo económico, la problemática de la acumulación
(cíclica) de capital nuevamente cobra vigencia como orden del día, sea para
responder a las cambiantes condiciones políticas o a las correspondientes
oportunidades políticas...
Estas condiciones y oportunidades también se manifiestan a través de la
intensificación renovada de la lucha de clases y la concomitante renovación de
los esfuerzos de analizar y de codeterminar —hacia una dirección u otra— la
transformación contemporánea de la estructura de clases y del modo de producción
subyacente.
* Este artículo fue escrito en agosto de 1972