1. Crisis en la metrópoli y desarrollo latinoamericano
La primera guerra mundial dio a las economías satélites de América una tregua
respecto al capital y al comercio exterior, así como a otros lazos con la
metrópoli. Como había ocurrido en otras oportunidades, los latinoamericanos
impulsaron su propio desarrollo industrial, principalmente por el mercado
interno de bienes de consumo. No bien terminó la guerra, cuando la industria
metropolitana, ahora principalmente norteamericana, penetro precisamente en
aquellas regiones y sectores, como Ios manufactureros de bienes de consumo en
Buenos Aires y São Paulo, que los latinoamericanos acababan de industrializar
con brillantes perspectivas. Después, apoyados en su poder financiero,
tecnológico y político, las gigantescas corporaciones norteamericanas y
británicas desplazaron y aun reemplazaron —esto es, desnacionalizaron— la
industria latinoamericana. Las crisis de la balanza comercial que naturalmente
siguieron, fueron remediadas con empréstitos externos, que cubrían los déficits,
pero también servían para obtener del gobierno concesiones que intensificaban la
penetración de la metrópoli en las economías de América Latina.
La crisis de 1929, en contra de la teoría del comercio internacional, pero de acuerdo con los precedentes históricos, redujo fuertemente el capital extranjero, así como el comercio, y por consiguiente la transferencia de recursos de inversión desde los satélites hacía la metrópoli. Este debilitamiento de los lazos económicos con América Latina y la reducción de la intromisión metropolitana en esa región se inicio con Ia depresión de 1930, se mantuvo con la recesión de 1937, y siguió con Ia segunda guerra mundial y la consiguiente reconstrucción hasta principios de Ia década de 1950. Creó condiciones económicas y permitió ámbitos políticos en América Latina que redundaron en el principio de su más fuerte política nacionalista y su más grande industrialización independiente desde las décadas de 1830 y 1840, y posiblemente de cualquier tiempo. En Brasil la revolución de 1930 dio a los intereses industriales una cuota de poder político, llevó a la presidencia al cada vez más nacionalista Getulio Vargas y permitió la industrialización de São Paulo. En México, la primera guerra mundial había estimulado el renacimiento y continuación de la revolución mexicana antiimperialista de 1910; la depresión ocasiono y favoreció la consolidación de la revolución bajo la presidencia del nacionalista general Cárdenas, que expropió todo el petróleo en manos de extranjeros, distribuyó las tiaras y sentó las bases para la industrialización de la década de 1940. En toda América Latina, la crisis en toda metrópoli fue la época de los entonces progresistas movimientos nacionalistas de Haya de la Torre en Perú; Aguirre Cerda en Chile; Rómulo Gallegos y Rómulo Betancourt en Venezuela; y Perón en Argentina. Ahora, la industrialización no se limito a la producción de bienes de consumo para el mercado de altos ingresos, sino que incluyó la provisión --con capital nacional público y privado, y no extranjero— de bienes de capital para la industria pesada, tales como acero, productos químicos, fuerza eléctrica y maquinaria.