5. El monopolio y el subdesarrollo de la industria
La época colonial del Brasil produjo también industrias manufactureras. Las primeras fundiciones de hierro del Nuevo Mundo (del norte o del sur) se construyeron en el Brasil. Hubo mucha construcción de buques, especialmente para la importante navegación de cabotaje, asociada al transporte y distribución de mercancías de aportación e importación. Y, a semejanza de los obrajes de Hispanoamérica, también Brasil tuvo su producción textil. Esta se encontraba en Ios ingenios de azúcar, para uso de los esclavas y otros, y se desarrolló especialmente en São Paulo y Minas Gerais; también en Maranhao, en el norte (Lima, 1961: 114, 152-156, 166). Este hecho se relaciona significativamente con nuestro modelo y nuestras hipótesis. Fueron precisamente São Paulo y Minas Gerais —el primero sin producción alguna de materias primas, para la exportación, y el segundo situado en el interior, lejos de las mercancías del extranjero, y ya pasada su edad de oro— los principales centros textiles del Brasil; llegaron incluso a exportar telas a otras regiones. Como mi hipótesis sugiere, son las regiones satélites menos atadas a la metrópoli las que tienen mayores oportunidades de desarrollo autónomo, especialmente industrial. La minería, como ya observamos, no produjo en Minas Gerais una estructura de subdesarrollo tan profunda ni una distribución del ingreso tan desigual como las que originó el azúcar en el nordeste. El mercado interior y la estructura productora de Mines Gerais, después de agotado el oro y debilitados los lazos con la metrópoli, favorecían, por tanto, y más de lo que habían hecho en el nordeste, la involución capitalista activa hacia la producción industrial.
No obstante el Centro del Brasil, al igual que otras regiones, continuó siendo satélite. En 1786 (al mismo tiempo que Portugal trataba de cerrar sus puertas a los tejidos ingleses, durante los conatos de fomento de Pombal, y sólo unos años después de haber adoptado España medidas similares en sus colonias, en 1778), la reina de Portugal tomó medidas:
Yo la Reina... teniendo conocimiento del gran número de fábricas y manufacturas qua en años recientes se han propagado por las diversas capitanías de Brasil, con grave perjuicio para el cultivo trabajo de la tierra y de la explotación mineral de este vasto continente; siendo obvio que cuanto más se multiplica el número de manufactureros, tanto más disminuye el número de cultivadores... como ha disminuido ya la extracción de oro y diamantes; que cuando debieran ocuparse en este útil y provechoso trabajo (agrícola), lo dejan y abandonen para ocuparse en otro muy diferente, como es el de las dichas fábricas y manufacturas, y que la verdadera y sólida riqueza está en los frutos y productos de la tierra... que forman todo el fundamento y base de las relaciones y de la navegación y el tráfico entre mis leales vasallos de estos reinos y esos dominios, que debo estimular y mantener en beneficio de los unos y los otros...; a consecuencia de todo lo antedicho, tengo a bien ordenar que todas las fábricas, manufacturas o construcciones de barcos, de tejidos, de oro y orfebrería... o de cualquier clase de seda... o de cualquier clase de algodón o lino, y ropa... o cualquier otra clase de confecciones de lana... serán extinguidas y abolidas en cualquier lugar de mis dominios de Brasil en que puedan encontrarse (citado por Lima, 1961: 311-313).
Obsérvese lo que dice la reina. El auge de las manufacturas ocurre cuando la producción y exportación de oro decae, o sea, como predice mi hipótesis, cuando los lazos con la metrópoli, lejos de reforma, se debilitan. Pero como los nexos del satélite con la metrópoli continuaron —como continúan todavía hoy—, muchos establecimientos manufactureros e industriales se cerraron y el país se subdesarrollo aún más.