2. La polarización interior
Los acontecimientos del siglo XVIII en la economía chilena demuestran que las contradicciones del capitalismo no sólo se manifiestan en las relaciones entre grandes regiones o países, sino que penetran en el cuerpo económico, político y social interior, hasta la última célula, integrando el todo en su contradictoria estructura. Sepúlveda encuentra que la misma apropiación monopolista del excedente, dentro de una estructura polar de metrópoli y satélite, caracteriza a la producción y distribución agrícola interior chilena del siglo XVIII.
La falta de probidad comercial atentaba también contra el desarrollo normal de la vida agrícola. Una comunicación del gogobernador O'Higgins dirigida a los subdelegados de Aconcagua y Curimón en 1788, solicitando informe sobre las prácticas empleadas por Ios comerciantes en trigo, permite conocer los abusos usurarios que éstos cometían respecto de los pequeños productores. Por lo general, los mercaderes concedían al labrador un abono en mercaderías o especies, comprando en verde la cosecha de trigo en condiciones tan leoninas, que el único favorecido era el intermediario; estos contratos viciosos daban origen a numerosos conflictos en la época de las cosechas, pues a veces el agricultor actuando también dolosamente se obligaba con varios acreedores, y al no poder cumplir hacia abandono de su sementera (Sepúlveda, 1959: 29. El subrayado es mío).
De acuerdo con mi tesis, lo único que podemos objetar en esta observación es la idea muy común de que esta clase de acomodo no es "normal" bajo el capitalismo y que alguna otra forma de arreglo podría ser más normal. Ojalá fuera así.
Mas la creciente demanda exterior de trigo chileno y las condiciones bajo las cuales creció durante el siglo XVIII produjeron efectos que penetraron muchísimo más en el agro chileno (aunque no en grado igual en todas sus regiones y valles), transformando allí la naturaleza misma de las instituciones rurales, aunque no las relaciones metrópoli-satélite esencialmente capitalistas que ya existían dentro y alrededor de los latifundios. Estos cambios sólo sirvieron para polarizarla aún más. Los dramáticos acontecimientos, y sus causas y significaciones, son reseñados y analizados por Mario Góngora en sus libros de excepcional importancia titulados Origen de los "inquilinos" de Chile central y (con Jean Borde) Evolución de la propiedad rural en el valle del Pungue. Testimonio importante de otro valle es el cuidadosamente analizado por Rafael Baraona y colaboradores en El valle del Putaendo: estudio de estructura agraria.
Las influencias comerciales y otras presiones económicas sobre la agricultura chilena en el siglo XVIII produjeron cambios trascendentales en la distribución de la propiedad de la tierra entre los poseedores, y en las formas institucionales de la relación propietario-trabajador dentro de las fincas. En ambos casos las presiones tendían a aumentar la polarización de (y dentro de) la estructura metrópoli-satélite en el plano local. De una parte aumentaba la polarización entre latifundios y minifundios; de la otra, la análoga relación metrópoli-satélite entre los grandes propietarios y sus inquilinos se polarizaba también.