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HACIA UN PROGRAMA DE INVESTIGACIÓN EN ECONOMÍA POLÍTICA
0. Elementos.
Nuestro programa de investigación contará fundamentalmente con tres elementos:
a) un núcleo central, expresado a nivel universal (sin consideraciones de tiempo y lugar, similar a las f.a. de Machlup);
b) un conjunto de hipótesis auxiliares de bajo nivel (similares a las assumed conditions de Machlup o las condiciones iniciales del MHD popperiano), expresadas a nivel singular;
c) la progresividad o regresividad empírica del programa por medio de una combinación del método de las pattern predictions hayekianas y el método "teig" de Machlup.
Vamos a describir a continuación a cada uno de estos elementos. Como el lector podrá imaginar, en la descripción del núcleo central deberemos tener sumo cuidado.
1. El núcleo central.
El núcleo central estará compuesto, a su vez, de cuatro elementos:
a) un sub-núcleo central praxeológico, filosóficamente no-falsable;
b) un conjunto de sub-hipótesis auxiliares (de nivel universal) que NO son deducibles del sub-núcleo central praxeológico. Estas se dividen en tres tipos: b.1.: antropológicas;
b.2.: sociológicas;
b.3.: institucionales.
c) Las "construcciones imaginarias";
d) un conjunto de leyes económicas deducidas de a) + b), expresadas también a nivel universal.
Vamos a continuación a explicar cada uno de estos elementos y a ejemplificarlos.
a) El sub-núcleo central.
Está compuesto por el axioma central praxeológico ("toda acción humana implica el intento deliberado de pasar de una situación menos satisfactoria a otra más satisfactoria") y 24 teoremas o leyes praxeológicas que se derivan de él. Reiteramos que los fudamentos filosóficos de este sistema han sido expuestos en detalle en nuestra tesis citada52. Por ahora, digamos que de este axioma central se infieren deductivamente cuestiones tan importantes como la teoría subjetiva del valor, la utilidad marginal, la productividad marginal, la preferencia temporal, el interés originario, la ley de rendimientos decrecientes, etc.
Por ejemplo, una de las leyes inferidas será la ley de utilidad marginal: si aumenta el número de unidades valorizadas de un determinado bien, el valor de cada unidad tiende a descender, y viceversa.
La verdad de dicha proposición está asegurada en la medida que el razonamiento que se utiliza sea correcto y además sea verdadera la premisa de la cual partimos.
Por eso decimos que este sub-núcleo central es filosóficamente no-falsable. Esto es, no es una sola convención lo que nos hace decir que es no-falsable, sino que la premisa de la cual partimos (la descripción de acción anteriormente aludida) es la conclusión, a su vez, de un sistema filosófico (la antropología filosófica de Santo Tomás) el cual no es suceptible de testeo empírico. Como después demostraremos con más claridad, ello no implica que no sea "ciencia". Sólo que el método empleado para llegar a esa conclusión (y premisa central de la praxeología) NO es el método hipotético-deductivo.
La introducción de elementos metafísicos en un programa de investigación es algo perfectamente admitido por los cánones popperianos y lakatosianos; lo que esos cánones difícilmente aceptarían (creemos que especialmente en Lakatos) es la certeza que estamos otorgando en este caso a estos elementos.
Por supuesto, esta certeza de la que hablamos no implica que el sistema que sostiene al axioma central praxeológico no sea "revisable"; pero lo es de otro modo: analizando los razonamientos efectuados y las evidencias de las cuales partimos. Idem para el desarrollo del sistema praxeológico.
b) Las hipótesis auxiliares NO deducibles de la praxeología.
Estamos aquí frente a una serie de hipótesis, de "postulados" que, al no deducirse de la praxeología, no pueden mantener esa "cadena de certeza" que tienen las leyes praxeológicas, y que describen situaciones cuya existencia o no es contingente. Por supuesto, también lo es la existencia de al menos un ser humano del cual se describe la conducta humana en la praxeología; la diferencia es que, de existir al menos un sólo ser humano, existen las leyes praxeológicas, mientras que en este caso, la existencia de al menos un ser humano o algunos no garantiza la existencia de las situaciones descriptas por estas hipótesis auxiliares.
Estas hipótesis auxiliares son conjeturales, en ese sentido, y se plantean en el programa praviamente a cualquier observación (con ello queremos decir: previamente a su posible testeo empírico).
Las habíamos dividido en tres grupos.
b.1.: antropológicas.
Las antropológicas describen características que pueden darse en cada persona sin referencia a una relación real en acto con otra persona. Aludiremos sobre todo a dos:
b.1.1.: alertness;
b.1.2.: principio de maximización monetaria.
La "alertness" es una de las grandes contribuciones del economista I. Kirzner, descípulo de Mises. Las contribuciones de Kirzner a la escuela austríaca corren sobre todo por dos aspectos:53 haber sistematizado con plena claridad la distinción entre el mercado como proceso y los modelos neoclásicos de competencia perfecta y sus variantes54, y, en íntima relación con lo anterior, haber establecido la función empresarial como una función de "estar alerta" a las oportunidades de ganancia en el mercado.
El mercado NO es una situación de equilibrio que supone además conocimiento perfecto por parte de sus participantes. Al contrario, es un proceso dinámico, que, como hemos dicho, supone errores e incertidumbres por parte de sus sujetos actuantes. Por supuesto, el mercado como equilibrio podría ser defendido epistemológicamente en una concepción instrumentalista de la ciencia, donde no es relevante la verdad de las premisas del modelo sino el éxito de las predicciones inferidas a partir de él. Friedman parece haber sistematizado esa situación55. Pero una concepción instrumentalista de la ciencia, donde la verdad o acercamiento a la verdad de las premisas del modelo es irrelevante, es contradictoria con la posición realista que hemos adoptado (esto es, desde luego, una mera crítica externa); es, además, inconveniente para el progreso mismo de la ciencia56, y, además -esta última es una crítica interna- es dudoso que sean exitosos los resultados obtenidos a partir del modelo defendido por Friedman57.
En segundo lugar, si el mercado es un proceso dinámico, que implica muchos errores e incertidumbres por parte de quienes en él operan, hay dos posibilidades: o es un completo caos58, o, al contrario, hay determinadas "fuerzas equilibrantes" que hacen tender al mercado a una situación de equilibrio, aunque sin alcanzarla nunca. Esto es lo que principalmnte han tratado de demostrar Mises, Hayek y Kirzner en toda su obra científica. Una de esas fuerzas equilibrantes es el "factor empresarial": la suposición de que hay un número suficiente de personas que tienen la capacidad de "estar alertas" a las oportunidades de ganancia que existan en el mercado. Esta capacidad -sumada a presupuestos institucionales que describiremos después- es uno de los factores que ayudan a acercar los factores de producción a las necesidades señaladas prioritarias por la demanda. Una de las contribuciones importantes de Hayek al respecto es haber señalado la importancia de los precios (libres, obviamente) como sintetizadores del conocimiento disperso que se encuentra en el mercado. Este elemento es esencial para que aquel que tenga capacidad de percibir oportunidades de ganancia -y consiguiente inversión- pueda hacerlo a través de los movimientos, siempre cambiantes, de los precios de los bienes y servicios en el mercado.
La "ignorancia" de aquellos que no perciben oportunidades en el mercado no es similar a una ignorancia "conciente" que se asume como un costo más. No es la de un especialista en filosofía que sabe que no sabe lo que está sucediendo en la bolsa de valores de su ciudad y que, de saberlo y de contar con otros conocimientos, obtendría más ingresos (por ejemplo). La "ignorancia" de aquel que NO percibe oportunidades señalada explícitamente por Kirzner es la de aquel que no sabe que no sabe y por ende pierde una oportunidad59. Quien tiene "alertness" empresarial, advierte oportunidades que otros no. No es tampoco un conocimiento sobre el pasado, sino sobre todo una capacidad de conjeturar sobre las valoraciones futuras en el mercado. No es tampoco una capacidad que requiera instrucción formal, sino una habilidad que puede poseerse naturalmente.
Ahora bien: nada asegura que exista en el mercado un número suficiente de personas con esta capacidad60. Luego, la postulación de la existencia de un grado suficiente de alertness empresarial es claramente una hipótesis auxiliar conjetural.
Una reflexión adicional que podríamos hacer es que últimamente se ha destacado mucho61 la importancia del factor conocimiento como la clave del éxito del sistema económico. Esto, que últimamente parece un descubrimiento, fue y sigue siendo el eje central de los aportes de la escuela austríaca en economía política. De aquí se entiende también que la oposición de los economistas austríacos al socialismo y al intervencionismo fue una cuestión académica y no un capricho ideológico, como algunos interpretan. El director central socialista no puede concentrar todo el conocimiento necesario para una economización óptima de recursos, pero sí pueden ser economizados óptimamente -que no es lo mismo que "perfectamente"- por la conjunción de "alertnidades" dispersas a través del sistema de precios libres que sirve como fuente de información. Y el intervencionista, al intervenir esos precios, distorsiona y/o anula precisamente esa fuente de información, condición necesaria para la economización de recursos. Y el director central socialista no puede hacerlo precisamente porque no cuenta con esos precios libres, incompatibles con sus sistema. Tal la gran contribución y predicción de Mises en 192061b.
Pasemos ahora a la siguiente hipótesis auxiliar antropológica.
b.1.2.: el principio de maximización monetaria.
Este principio no debe ser confundido con el principio de maximización praxeológica, anteriormente aludido, y que es el axioma central del sistema de la praxeología. Al respecto, no vamos a reiterar todas las aclaraciones efectuadas en Caminos abiertos (op. cit., cap. 4, 3), donde también explicábamos los debates que han sido clásicos respecto a este principio. Por eso subrayamos la palabra monetaria, para destacar que se trata de la conocida relación directamente proporcional entre precio y cantidad ofrecida, por parte de la oferta, y relación inversamente proporcional entre precio y cantidad demandada, por parte de la demanda. En términos más sencillos, a mayor precio, mayor oferta, y menor demanda. La variable independiente en ese caso es el precio monetario.
Lo importante, desde el punto de vista epistemológico, consiste en varias cosas. Primero, este principio NO puede ser deducido de la praxeología, como una ley necesaria de la conducta humana. Suponer lo contrario implicaría un grave error antropológico62. En Caminos abiertos ya hemos refutado los intentos al respecto. Frente a la obvia posibilidad de que, ante el aumento del precio la demanda puede aumentar (por ejemplo), algunos han dicho que en ese caso no se trata "del mismo bien" (Rothbard) o algunas veces se dice que, en ese caso, no se trata de la "conducta del consumidor", la cual se "define" por su relación inversamente proporcional al precio. Ambos intentos de convertir al ppio. de maximización monetaria en una proposición analítica, no sintética, yerran, por cuanto en el primer caso no se advierte que, de hecho, la cuestión es saber cuándo se trata o no del mismo bien, y en el segundo caso se trata de saber qué cantidad de personas se comportan de hecho según la "definición" de comprador. Ambos datos son contingentes tanto desde un punto de vista epistemológico como ontológico (dado el libre albedrío de las personas) y, por lo tanto, no pueden de ningún modo ser colocados como datos necesarios de la conducta humana.
Por eso el ppio. debe postularse como una hipótesis auxiliar NO deducible de la praxeología. Por supuesto, se la postula "a priori" exactamente como todo el cuerpo de teoría general puede ser postulado a priori del testeo empírico según los cánones metodológicos Popper-Lakatos. "A priori" NO es lo mismo -como a veces se piensa- que analítico, o necesario "de re"63. Por otra parte, como todas estas hipótesis auxiliares, es absolutamente irrelevante, desde un punto de vista epistemológico, saber de hecho el "Nro. de veces" en que se cumplen, y menos aún su "grado de probabilidad". Será la progresividad o regresividad empírica del programa -esto es, una "macrocorroboración" al estilo popperiano- indicará si hubo un grado suficiente de conducta maximizadora, evitando de ese modo cualquier problema de inducción respecto a estas hipótesis auxiliares.
Una última observación que no es tanto de carácter antropológica o metodológica, sino ética. La conducta maximizadora monetaria, como toda conducta humana libre, es buena o mala moralmente, pero no en sí misma (como los actos humanos siempre buenos, -como honrar a Dios- o los siempre malos -como odiar a Dios-), sino según el objeto, fin y circunstancias que rodeen al acto en cuestión. La conducta maximizadora monetaria NO es, en ese sentido, una conducta necesariamente "materialista" desligada de altos valores desde un puntode vista moral. Una monja perteneciente a la obra de la Madre Teresa de Calcula puede verse en la disyuntiva de administrar los pocos recursos dinerarios con los que cuente a fines de comprar ropa y alimentos para las personas que atiende (si es que no obtuvo esos bienes en especie) y, si frente a igual calidad, elige los de menor precio, se estará comportando como un consumidor típico de libro de texto de economía, sin que ello disminuya un átimo su santidad. Más bien, al contrario.
Pasemos ahora al siguiente grupo de hip. auxiliares.
b.2. Sociológicas.
Bajo ese término aludimos a aquellas hipótesis que hacen pasar del ámbito individual al ámbito social, elemento obviamente esencial para la economía como ciencia social. Son a nuestro juicio fundamentalmente dos:
b.2.1. La cooperación social;
b.2.2. la ley de división del trabajo.
Debe aclararse que, en ambos casos, la contingencia epistemológica y ontológica de ambas hipótesis no se refieren tanto a la esencia de lo que describen, sino a su existencia. Esto es: la esencia de lo que describen es sintética suponiendo la existencia de al menos un ser humano; mientras que las leyes praxeológicas son analíticas suponiendo la existencia de al menos un ser humano. Esta aclaración no debe dar lugar a pensar que estamos colocando a la existencia como condición de analiticidad; la aclaración se debe a que nosotros sostenemos que, en caso de existencia de un ser humano, las leyes praxeológicas pueden inferirse necesariamente, mientras no es así con los presupuestos no-praxeológicos. (Esto es relevante para el caso de la discusión sobre si las leyes del mercado se cumplen "necesariamente" o no en caso de un mercado real). "Sintético" y "analítico" implican en este caso la traslación lógico-lingüística de una necesidad ontológica [lo analítico] o contingencia ontológica [lo sintético]).
La primera postula la existencia de más de un individuo y una determinada interacción social entre ellos. Supone una descripción esencial (fenomenológica) de lo que la sociedad es en sí misma63b y sus diferencias y ventajas con las llamadas sociedades animales. La ley de división del trabajo está en íntima conexión con lo anterior. Postula que el trabajo efectuado por diversas personas según las diversas aptitudes con las que cuenten tiene más productividad que el efectuado por sólo una. Esto es esencial, pues si no fuera por esta ley, la interacción social produciría en sí misma una mayor indigencia al ser humano y la cooperación social anteriormente aludida sería imposible. La ley de división del trabajo permite que, a diferencia de la competencia biológica que existe entre diversas especies animales, donde la existencia de más cantidades de individuos implica una lucha mortal entre ellos por los recursos escasos, en el ser humano la mayor cantidad de individuos, en tanto esté acompañada de relaciones comerciales según sus diversas capacidades y aptitudes, implica una convivencia pacífica y un aumento en la cuantía de bienes, ya escasos en sí mismos. En última instancia, la cooperación social, a través del mercado, transforma la lucha violenta en convivencia pacífica.
Por último, y en íntima conexión con lo anterior, debenos postular también determinados supuestos institucionales de tipo jurídico. (Hip. aux. b.3.). Esto es, el mercado, en el cual hay, como dijimos, errores e incertidumbres por parte de sus agentes, requiere ciertas instituciones jurídicas para que permanezcan en el mercado sólo aquellos que menos errores cometan y manifiesten mayor "alertness" empresarial. Esas instituciones son sobre todo la propiedad privada de los medios de producción y consumo y sus corolarios: libertad de precios y libertad de entrada al mercado. "Libertad de entrada al mercado" supone ausencia de privilegios, entendiéndose por éstos protecciones por parte del estado a una persona o a un grupo de personas para que realicen una determinada actividad; esas protecciones pueden ser monopolios legales o intervenciones directas (ej.: tarifa arancelaria). Estos presupuestos no son contingentes en cuanto a la esencia jurídica que describen pero sí en cuanto a su existencia. Por supuesto, y como diremos después, en ciencias sociales no podemos pretender la constatación exacta de la existencia de determinadas institucuiones juríricas como las que hemos descripto. Sólo una mayor o menor aproximación a la esencia descripta es la que implicará el grado de eficiencia con el cual el mercado opere. De igual modo que en los casos anteriores, sólo la progresividad empírica del programa indicará un grado suficiente de libertad de entrada al mercado como la descripta.
Una de las ventajas epistemológicas de esta última hipótesis auxiliar, es que su presencia "o no" cubre el espectro posible de leyes económicas inferidas en el programa. En efecto, si suponemos propiedad privada y libertad de entrada al mercado, inferimos lo que podríamos llamar la "economía pura de mercado"64. Si, al contrario, suponemos diversos tipos de intervenciones estatales sobre los mercados, inferimos la "teoría del mercado intervenido". Si, por último, suponemos ausencia total del propiedad, inferimos la "teoría de imposibilidad de cálculo económico en el socialismo"65. De ese modo el programa de investigación cubre, para todo lugar y tiempo, el mayor conjunto de fenómenos económicos posibles.
c) Las "construcciones imaginarias".
Nos referimos aquí a las así llamadas por Mises, vistas en su momento. Lo que hay que tener en cuenta desde un punto de vista epistemológico, es que, mientras las hip. aux. postulan situaciones perfectamente posibles, las "construcciones imaginarias", como dijimos, son ayudas sólo mentales (ens rationis66) para una correcta deducción. Como habíamos dicho, la primera se refiere al "ceteris paribus" (invariadas restantes circunstancias) y la segunda a la situación de economización perfecta de recursos, a la cual el mercado tiende sin alcanzarla nunca. Por eso, cabe destacar aquí que "óptima" y "perfecta" no son adjetivos que indiquen lo mismo en cuanto a la economización de recursos del mercado. El mercado libre puede tener una economización "óptima" de recursos, esto es, la mejor posible, dadas condiciones suficientes desde el punto de vista jurídico, sociológicas y antropológicas. Lo que nunca puede tener es una economización "perfecta". Eso sólo existe como un "ens rationis" en los modelos neoclásicos de competencia perfecta, que, como vemos, en nada interesan al programa de investigación que estamos proponiendo, excepto como construcción imaginaria de perfecto equilibrio, esto es, excepto como aquella situación a la cual el mercado "tiende". Por supuesto, y como Mises explica, de alcanzarse esa imposible situación, el mercado como tal desaparecería, pues todas las necesidades humanas estarían absoluta y totalmente satisfechas. Los marxistas ortodoxos postularon algo así en el "paraíso socialista"67. Pero el mercado, en cambio, no es ningún paraíso. Sí, en cambio, algo mejor que los infiernos en la tierra que producen los que pretenden instaurar el cielo en la tierra67a.
Con respecto al "ceteris paribus", debemos decir que a diferencia de otras veces donde esa cláusula ha pretendido evitar los problemas del testeo empírico68, en nuestro programa de investigación de ningún modo es así. Sólo pretende analizar los resultados del movimiento de una variable en particular. Ninguna otra es su pretensión.
d) Las leyes económicas deductivamente inferidas.
De todo este conjunto (sub-núcleo central, más hip. aux. no deducidas del sub-núcleo central) se deducen, junto con las herramientas mentales descriptas en el punto c, todo el conjunto de leyes económicas. Esto es, el resultado deductivo de la aplicación de las leyes praxeológicas a los presupuestos sociológicos e institucionales sumando a ello las hip. de tipo antropológico. Por eso creemos que puede mantenerse la caracterización de la economía política como el estudio de la conducta humana en el mercado desde el punto de vista de las implicaciones formales de la descripción de acción.
Metodológicamente, el procedimiento es axiomático-deductivo, si bien, debido a la utilización de hip. auxiliares NO praxeológicas, hay que recurrir a algún método de constatación de la progresividad o regresividad empírica del programa. En este sentido, los axiomas de la economía política son los siguientes:
a) el axioma praxeológico central más las leyes praxeológicas inferidas a partir de él (que en nuestra sistematización son 24);
b) el conjunto de hip. auxiliares tipo a, b y c.
(Recordemos que las construcciones imaginarias no entran como hip. aux. sino como "entes de razón" metodológicamente necesarios para la deducción).
La necessitas de las leyes económicas es de dictio en cuanto son inferencias deductivamente necesarias a partir del conjunto de premisas descriptas. Entre ellas, las "a" tienen además, como dijimos, necessitas "de re" supuesta la existencia de al menos un ser humano. Las "b", aunque exista al menos un o algunos seres humanos, pueden existir como no existir, y en ese sentido son ontológicamente contingentes. Esa contingencia ontológica se traslada transitivamente a las conclusiones inferidas y por ende éstas (las leyes económicas) no tienen necessitas de re como las prexeológicas, lo cual es otro modo de decir que no son absolutamente necesarias sino en la medida de la efectiva "presencia" de las situaciones descriptas en las hipótesis auxiliares. Justamente por esto es que el problema del testeo empírico aparece.
Cabe aclarar que la contingencia ontológica de la que hablamos no es causada por el libre albedrío del ser humano. Esto es así porque, en la medida en que algunas leyes económicas expresen una "necessitas de re", esto es, sean expresadas en un juicio condicional cuyo consecuente es necesario no sólo de dictio, esa necesidad lo que está mostrando es la consecuencia necesaria de una valoración libremente establecida. Por eso las leyes económicas, así concebidas, no atentan contra el libre albedrío, sino que lo suponen. No dicen cuáles serán las opciones del ser humano, sino las consecuencias de esas opciones. Por ejemplo, es una consecuencia deductivamente inferida que el poder adquisitivo de la moneda aumente si, ceteris paribus, aumenta la demanda de dinero; lo que es absolutamente libre es que la demanda aumente o descienda. Pero, como vimos, para llegar a esas "consecuencias" son necesarias una serie de hipótesis auxiliares cuya contingecia ontológica (a partir de la existencia de seres humanos) es lo que se traslada ontológicamente a esas consecuencias, aunque la inferencia sea deductiva (lo cual es otro modo de decir "necesaria de dictio").
A partir de todo esto, podríamos decir que las leyes económicas surgen de la combinación de dos sistemas axiomático-deductivos en sentido amplio (esto es, y como ya dijimos, no formalizados): el sistema 1 sería el praxeológico, cuyo axioma es la descripción de acción y cuyos teoremas son las inferencias deductivas a partir del mismo; tales inferencias son las leyes praxeológicas. El sistema 2 es el sistema de economía política; dicho sistema tiene como axiomas a los teoremas praxeológicos y a las hipótesis auxiliares no praxeológicas; el conjunto de inferencias deductivas a partir de esos axiomas son las leyes o teoremas económicos. Con lo cual quedan bien destinguidas las leyes praxeológicas de las económicas.
Como explicamos en nuestra tesis sobre la praxeología (op. cit.) es totalmente acorde con la lógica de los sistemas axiomáticos que lo que es teorema en uno sea axioma en otro; lo que no puede ser es que una proposición sea axioma y teorema del mismo sistema. Lo que define a un axioma como tal es que es una proposición no demostrada en un determinado sistema; luego, nada obsta a que una proposición praxeológica que es teorema en su sistema sea tomada como axioma en otro (en este caso, el sistema 2, de economía política). La noción de "axioma" y "teorema" es una noción lógico-formal; no hace referencia al contenido de la proposición.
Si las leyes económicas surgen de la aplicación de los teoremas praxeológicos al mercado (lo cual supone las hip. aux. descriptas) entonces la organización de las mismas que habitualmente se utiliza (dentro de la escuela austríaca de economía) es la siguiente: el sistema 2 (economía política) se dividirá en tres subsistemas. (Podrían ser considerados globalmente dos; ya veremos por qué). El primero es el que se origina suponindo la hip. aux. del supuesto jurídico de propiedad privada y libertad de entrada al mercado; podría denominarse "economía pura de mercado"69. Este subsistema tiene habitualmente unos cinco temas básicos. Primero se analiza la noción de mercado y precios. Segundo, se particulariza la situación de cambio indirecto (moneda), ya presente también en el primer tema (donde se trata de precios monetarios). Tercero, se analizan los mercados específicos, esto es, los mercados de los factores de producción. Esto implica tres puntos: un análisis de las leyes de los factores de producción en sí mismos, (1ro.); un análisis del factor de producción capital (2do.) y un análisis de los factores originarios de producción: trabajo y recursos naturales.
El segundo subsistema se origina cambiando la hip. aux. que supone propiedad privada y libertad de entrada al mercado. Se supone una eliminación "parcial" de ese supuesto, esto es, se supone que determinados agentes gubernamentales intervienen coactivamente los intercambios en estos diversos mercados; el análisis de este subsistema 2 (llamado habitualmente "el mercado intervenido") es concomiatante con los temas del 1: se analizan los efectos de la intervención gubernamental en los precios, en el mercado monetario, y en lo factores de producción.
Por último, podría establecerse un subsistema 3, si suponemos la eliminación "total" de la propiedad, que implicaría, en términos de Mises, la "cooperación social en ausencia de mercado". El tema tratado allí es la imposibilidad de cálculo económico (esto es, imposibilidad de economizar recursos en el marco social) en un sistema donde no hay precios libres que surjan de la propiedad privada. En realidad, la distinción entre el subsistema 2 y 3 no es nítida, principalmente por la obvia dificultad que, en una ciencia social, implica distinguir entre eliminación "parcial" o "total" del supuesto jurídico de propiedad privada y libertad de entrada. Podría hablarse en ese sentido de intervencionismo parcial o total, o socialismo parcial o total. Como bien diría Popper, no es cuestión de discutir términos, sino de ver claramente el problema que tenemos entre manos. Y el problema (el explanandum) que tenemos entre manos es que hay determinados fenómenos que ocurren en el mercado cuando no se lo interviene y otros que ocurren cuando sí se lo interviene. Eso es todo. Nada más, ni nada menos.
Según lo que acabamos de establecer, esta sería la organización de los temas del sistema 2, esto es, de la economía política:
subsistema 1: economía pura de mercado.
Subsistema 1, A: mercado.
Subsistema 1, B: cambio indirecto (mercado monetario).
Subsistema 1, C: factores de producción.
Subsistema 1, C, 1: factor capital;
subsistema 1, C, 2: trabajo y recursos naturales.
Subsistema 2: intervencionismo o mercado intervenido.
(División: idem).
Subsistema 3: cooperación social en ausencia de mercado;
o, si se prefiere:
subsistema 2, C, 3: la intervención total.
52 En "Fundamentos...", op. cit., parte I. (Págs. 84-101).
53 Ver nota 31b y Sarjanovic, I.: "El mercado como proceso: dos visiones alternativas", en Libertas, Nro. 11.
54 Sobre estas "variantes" ver el libro de Thomsen citado en nota 27.
55 En su clásico artículo de 1953 "The Methodology of Positive Economics"; en Essays in Positive Economics; Chicago: University of Chicago Press, 1953; reproducido en Caldwell, B.: "Appraisal...", op. cit., pág. 136; versión castellana en Ensayos de economía positiva; Gredos, Madrid, 1967, pág. 9.
56 Ver Popper, K.: Realismo y el objetivo de la ciencia; Tecnos, Madrid, 1985; cap. 1, punto 12, pág. 152, y CR (op. cit.), cap. 3, punto 5, pág. 148.
57 Sobre esta cuestión y el debate que gira en torno a este problema, nos hemos explayado con más detalle en Caminos abiertos, op. cit.; cap. 3, 2, y cap. 4, 2.
58 Al respecto, ver Garrison, R.W.: "From Lachmann to Lucas: on Institutions, Expectations, and Equilibrium Tendencies", en Subjetivism, Intelligibility and Economic Understanding, New York University Press, New York, 1986.
59 Ver Thomsen, E.: Prices and Knowledge (op. cit.).
60 Ver Langlois, R.N.: "Knowledge and Rationality...", op. cit., y Thomsen, E.: "Precios e información", op. cit.: "...en un mundo con individuos que no son omniscientes, lo más probable es que estén ocuerriendo constantemente errores empresariales. Si estos errores, y los consecuentes desequilibrios que producen en los precios, fuesen siempre extremos (es decir, si la mayor parte de los empresarios estuviese desperdiciando sistemáticamente oportunidades muy rentables), los mercados, poblados de gente que utiliza los precios como guías de acción, serían caóticos. Esto, aunque no es una posibilidad inconcebible, no es lo que se ha observado por lo general" (los destacados son nuestros).
61 Incluso en la enc. Centesimus annus, (op. cit.), punto 32.
61b Ver su libro El socialismo; Instituto de Publicaciones Navales, Buenos Aires, 1968.
62 Este error NO fue cometido por J. S. Mill, como a veces se cree. Ver, al respecto, On The Definition of Political Economy; and on the Method of Investigation proper to it, de 1894; especialmente el cap. V (En Essays and Some Unsettled Questions of Political Economy; Augustus M. Kelley Publishers; Clifton 1974.
63 Hemos explicado con más detalle este punto en nuestra tesis "Fundamentos...", op. cit., parte III, punto 1, págs. 137-143; ver también Llano, A., op. cit.
63b Hemos esbozado una descripción tal en nuestro libro El humanismo del futuro; Ed. de Belgrano, Buenos Aires, 1989, cap. 2, punto 1.
64 Ver Mises, La acción humana, op. cit., cap. XIV, punto 3.
65 Idem, caps. XXV y XXVI.
66 Esto es, entes que dependen para su existir de un acto de pensamiento humano. Hemos explicado esta cuestión en nuestro ensayo La unidad de la teoría lógica en su forma no-matemática y en su forma matemática; UNSTA, Tucumán, 1988.
67 Los cristianos sabemos que esa situación no es de este mundo, sino del otro, cuando, en la medida de nuestro NO rechazo de la misericordia divina, estemos contemplando para siempre su Divina Esencia.
67a Sobre el utopismo, ver Popper, K., CR (op. cit.), cap. 18, pág. 429.
68 Eso sucedería si al decir "invariadas las restantes circunstancias" intentáramos evitar la introducción de variables que podrían, precisamente, falsar nuestra conjetura.
69 Mises consideraba a la "economía pura de mercado" como una construcción imaginaria; en nuestra reconstrucción epistemológica, hemos visto que reservamos ese término para entes de razón, y no para teorías que describan situaciones posibles en la realidad. Exepto por este problema epistemológico, la descripción que hace de una "economía pura de mercado" es exacta: "...En la imaginaria construcción de una economía pura o de mercado no inteferido suponemos se practica la división del trabajo y que rige la propiedad privada (el control) de los medios de producción; que existe, por tanto, intercambio mercantil de bienes y servicios. Se supone igualmente que ningún factor de índole institucional perturba la libre operación del correspondiente mercado. Finalmente, se da por sentado que el gobierno, es decir, el aparato social de compulsión y coerción, estará presto a amparar la buena marcha del sistema, absteniéndose de actuaciones que puedan desarticular su mecánica, protegiéndole contra los posibles ataques de terceros. El mercado goza, así, de plena libertad; ningún agente ajeno al mismo interfiere los precios, los salarios, ni los tipos de interés. Partiendo de tales presupuestos, la economía trata de averiguar qué efectos provocaría esa economía pura de mercado. Sólo más tarde, cuando ya ha quedado debidamente expuesto cuanto cabe inferir del análisis de tal imaginaria construcción, pasa el economista a examinar las cuestiones que suscita la interferencia del gobierno o de otras organizaciones capaces de recurrir a la fuerza y a la intimidación en la mecánica del mercado" (en La acción humana, op. cit., pág. 310; cabe aclarar que en el original inglés (Contemporary Books, Chicago, 1966, pág. 237) no aparece en ningún momento de este pasaje la palabra "mecánica" sino "operation" y "functioning"). Cabe aclarar nuevamente, además, para que no haya ninguna confusión, que Mises no supone en ningún momnto las condiciones de la "competencia perfecta" en el esquema que acaba de describir.