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Aplicaciones a nuestro programa de investigación.
Así planteadas las cosas, creemos que un programa de investigación cuyo núcleo central sea la escuela austríaca de economía debe plantear con claridad, especialmente para los paradigamas competitivos, cuáles son el conjunto de juicios falsadores potenciales especialmente relevantes para realizar el testeo. Ya hemos visto y explicado que la noción de Machlup de testeo-empírico-indirecto-global (teig) y la noción hayekiana de pattern predictions brindan suficientes elementos metodológicos para ello. Este es un trabajo que debe ser realizado concomitantemente con esa reelaboración metodológica contemporánea de los elementos de la escuela austríaca de la que ya hablábamos en la introducción. No nos corresponde, por ende, a nosotros, pero como norma general, hemos visto que toda situación singular predicha en condiciones de intervencionismo estatal se convierte para la escuela austríaca en en un falsador potencial en caso de que las condiciones iniciales sean de libre mercado.
Creemos que este trabajo es una tarea indispensable de honestidad intelectual que facilitará el diálogo entre la escuela austríaca y otras escuelas de economía. Empero, debemos dar un paso más.
Supongamos por ejemplo el tema de la inflación en la escuela austríaca y en la escuela de Chicago. Para la primera, la inflación es un descenso en el poder adquisitivo del dinero por razones ajenas al mercado; para la segunda, es sencillamente un sostenido y contínuo incremento en el nivel general de precios. Para la escuela austríaca, por ende, puede haber inflación aunque no haya un aumento "medible" de precios, porque si el estado aumenta la oferta de medios fiduciarios pero ese aumento de oferta es más o menos compensado por un aumento concomitante de importación de bienes y servicios, lo que habitualmente se llama "nivel general de precios" seguirá más o menos estable; empero, para la escuela austríaca hubo inflación porque el poder adquisitivo de la moneda bajó como resultado del aumento de oferta monetaria por parte del estado y los precios son en realidad más altos de lo que hubieran sido sin esa intervención estatal. Pero, para la escuela de Chicago, no hubo inflación sencillamente porque el índice general de precios no aumentó. Luego, el aparentemente sencillo juicio singular "hubo inflación" se convierte en algo irrelevante a la hora de que las dos escuelas confronten sus conjeturas mediante un testeo empírico.
Cuando estamos en presencia de estos casos, la solución convencionalista popperiana parece seguir siendo la más adecuada. Si diversas escuelas de pensamiento quieren dialogar entre si, y no encerrarse en sus propias cavilaciones, lo cual implica también algún modo conjunto de "testear" sus conjeturas, entonces deben "convenir" en una serie de falsadores potenciales, convención que, por su carácter práctico, prudencial, y no teórico, puede dejar "entre paréntesis" a los debates filosóficos y metodológicos que las separan.
La solución convencionalista popperiana para el problema de la base empírica ha "enojado" a muchos porque la han malinterpretado como una solución teórica al problema. Pero no es así. El ya tenía una solución teórica a dicho problema, de tipo neokantiana, con la cual nosotros, como se ha visto, no coincidimos. La solución práctica consiste, en cambio, en "convenir" como decisión en una serie de juicios singulares que, conjuntamente aceptados, permitan efectuar el testeo.
Cuando las diferencias filosóficas son insalvables, esta solución convencionalista no es lo ideal pero, como en todos los órdenes de la vida humana, la tolerancia debida de lo imperfecto tiene la perfección de lo debido.