Alejandro A. Tagliavini
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CAPITULO VI. LAS 'POLÍTICAS SOCIALES'
INTRODUCCIÓN
El gran tema a considerar ahora, son los 'problemas sociales'. Y la pregunta básica es ¿en dónde reside la fuerza, que la sociedad necesita para resolver éstos asuntos? ¿En el orden natural social o en la coerción, en la violencia? Y la respuesta es que, no sólo la coerción es incapaz sino que su accionar, inevitablemente, empeora la situación de la sociedad en general, pero castigando más duramente a los de más bajos recursos, a los más débiles materialmente. Por el contrario, el orden natural, que implica el crecimiento y desarrollo de la vida y, por ende, de la sociedad es, nada menos, que el vehículo de la participación del hombre en la creación y, en consecuencia, tiene un poder regenerativo ilimitado, empezando por las situaciones más críticas para los seres humanos (1).
Así, el mercado, en ausencia del Estado violento, de la coerción institucional, no sólo es la mejor forma de crear riquezas, sino que, al mismo tiempo, es la más eficiente y la más justa manera de distribuirlas. En contraposición con esto, la redistribución que realiza el 'Estado benefactor', no es más que repartir los recursos que retira violentamente de la sociedad, a capricho del funcionario de turno, desconociendo las más elementales reglas del orden social que califican de inmoral a cualquier ejercicio de la violencia, aunque esto se disfrace de caridad. Cabe recordar, para quienes estén preocupados por las supuestas obras de bien que realiza el Estado racionalista con lo que 'recauda', que lo cierto es que, el mercado natural, atiende las necesidades de la sociedad según la escala de prioridades. Porque, aquello que es más básico y fundamental, resulta ser más 'negocio'. Y no pasa a la segunda prioridad, en tanto la primera no quede satisfecha. Efectivamente, para que exista eficiencia, es necesario el afán de lucro, que es lo que dirige la atención sobre los negocios más rentables. Y, los negocios más rentables, no son sino aquellos que la gente, el mercado más demanda, porque más necesita. En consecuencia, si en el mercado natural hubiera perfecta ausencia de violencia institucional, los problemas serios de hambre, desocupación y demás, que hoy por hoy tenemos, no existirían (2). Ahora, los estatistas, como ya no pueden disimular que la coerción ha sido un muy ineficiente asignador de recursos durante décadas y décadas, bajo los signos políticos más diversos y en todos los países del mundo, pero al mismo tiempo quieren seguir manteniendo al estatismo, han inventado un nuevo slogan que dice que lo que hay que lograr es la 'eficiencia del gasto estatal' (!?). Con lo que, en realidad, quieren decir que el Estado debe seguir retirando coercitivamente recursos del mercado y utilizándolos a su conveniencia. Es decir, que el 'gasto social' les sirve como excusa para justificar la exacción de recursos sociales. Porque, en rigor de verdad, según veremos cuando hablemos del gasto, aun cuando el Estado racionalista es ineficiente, incluso a la hora de gastar, lo verdaderamente dañino no es que gaste, sino que retire coactivamente recursos. Lo dañino, insisto, es la violencia.