Alejandro A. Tagliavini
Esta página muestra parte del texto pero sin formato.
Puede bajarse el libro completo en PDF comprimido ZIP
(336 páginas, 1949 kb) pulsando aquí
LOS SISTEMAS FINANCIEROS Y BANCARIOS (8)
Un sistema financiero tiene, básicamente, las siguientes funciones (9). Debería servir para la correcta asignación y distribución de ingresos entre el presente y el futuro, mediante ahorros, inversión y formación de capital. Debería servir, también, para el reparto de los actuales fondos disponibles para inversión, entre los diferentes proyectos en competencia. Y, además, debería funcionar como administrador del sistema de pagos. En los sistemas estatistas, en cambio, el sistema financiero pretende emular estas funciones pero la realidad es que básicamente es el salvavidas de una determinada política coercitiva, en detrimento de la capacidad productiva del mercado (10).
Sin duda, las principales ventajas operativas de un sistema de mercado natural, con intermediarios financieros trabajando sin impedimentos coactivos, son, por un lado, el uso de la eficiente información que transmiten los precios de mercado y, por el otro, el afán de lucro (la eficiencia, la creatividad). Que le permiten atraer una cantidad apropiada de reservas sociales y distribuirlas entre los usuarios más productivos. En contraposición con esto, un sistema de empresas operadas o controladas por el institucionalismo coercitivo, sólo se maneja con criterios burocráticos arbitrarios.
Las instituciones privadas, pueden atraer una cantidad de ahorros determinada, vía el ofrecimiento de una tasa de interés tal que refleje, acertadamente, la relación entre las necesidades presentes y futuras de la sociedad (11). De otro modo, de no ser acertada esta tasa, la entidad en cuestión, correrá el riesgo de ser eliminada del mercado. Siendo que el interés es un premio (12), que se paga por ceder ingresos actuales, en aras de inversiones, productivas en el futuro. En los sistemas estatistas, en cambio, las tasas no reflejan ninguna relación real entre la disponibilidad de ahorros y las necesidades de inversión. Sino, solamente, el arbitrio de algún funcionario, que, en el mejor de los casos, pretende que conoce al mercado y su evolución futura. Lo que significa exactamente lo mismo que pretender predecir el futuro del mercado de valores.
Por otro lado, el sector estatal de la banca, surgida del sistema coercitivo, al tener el poder potencial de recibir ingresos del Tesoro nacional, a través de impuestos, no es responsable de toda mala administración, es decir, no puede quebrar. Lo que implica una competencia desleal con la banca privada, que debe pagar muy caro cualquier error en la asignación de los recursos que maneja. Esta malsana interferencia distorsiona seriamente al mercado financiero puesto que, estos bancos estatales, pueden derrochar constantemente los recursos de la sociedad, en prestamos que tienen poco o ningún rendimiento, y no sufrir sanciones por la reducción de la cantidad de fondos disponibles. De hecho, muchas veces, estos organismos gubernamentales, efectúan verdaderas donaciones y no préstamos. Visto que entregan créditos a personas que la banca privada jamás hubiera ofrecido, dado que el proyecto presentado era inviable convirtiéndose, luego, en incobrables. Y, generalmente, estas donaciones son hechas a los amigos, o a los favoritos políticos, aunque sutilmente disfrazados de 'interés nacional'.
Es decir que, lo que estos bancos estatales suelen hacer es dar créditos a personas o a tasas que el mercado, naturalmente, no estaba otorgando. Y, considerando que el mercado natural no significa otra cosa que la más eficiente asignación de los recursos sociales, si no los estaba facilitando, era, sencillamente, porque no resultaban rentables, dadas las circunstancias. Ahora, esto significa dos cosas: por un lado que, si no resultan rentables, alguien está perdiendo dinero, el Estado, y por el otro que, dadas las circunstancias, estos créditos eran innecesarios y hasta contraproducentes. Pero, que el Estado artificial pierda dinero, significa que esto debe ser pagado por la sociedad, generalmente por vía impositiva que, ya sabemos, siempre recae con mayor fuerza sobre los más humildes (los más débiles materialmente). En definitiva, sin ninguna duda, la banca estatal es la inversa de Robin Hood: le quita a los pobres para darle, por ejemplo, vivienda a los niveles medios y buenos negocios a los niveles más acomodados.
Finalmente, otra ventaja, que tienen los intermediarios financieros privados, es que operan a bajo costo, debido al interés en su propia rentabilidad. Los bancos estatales, en cambio, tienen altos gastos operativos como consecuencia de su enorme personal y burocratización, y al gran costo que significa cancelar las desmesuradas deudas vencidas. Así es que, para que tener una idea, los bancos estatales en la Argentina consumían, por allá por 1992, entre el 7 y el 8 por ciento de las tasas de interés que cobraban, en tanto que, los bancos privados, estaban lejos del 3 por ciento.