EL 'LOBBY'
BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

 

EL FUTURO, DE LA ESPERANZA
 

Alejandro A. Tagliavini

 

 

 

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EL 'LOBBY'

Finalmente, una consecuencia destacable de las 'regulaciones' coercitivas es que, al quedar el poder de decisión en forma discrecional en un funcionario, y no en el mercado natural, en la decisión de la gente, además de la corrupción que esto significa y que ya hemos visto, se produce, también, una degeneración del espíritu 'democrático' de la sociedad, que queda reemplazado por los burócratas, advenedizos dictadores. Y este hecho, a su vez, da lugar al 'lobby'.

Si existe alguna democracia real, no sólo para los discursos políticos, ésta está inmersa en un mercado con ausencia de coerción institucional. Un mercado natural es una plaza en donde, todos y cada uno de los millones de habitantes de una sociedad toman, en función de su libre albedrío, todos los días, a cada hora, a cada minuto, las decisiones que les viene en gana tomar (finalmente, en función de la autoridad moral) (11). Y, con estas decisiones, votan en favor o en contra de empresas, de servicios, de programas de televisión, de educación, de cultura, de salud, y todas las demás cuestiones que hacen a sus vidas. En un mercado natural, el burócrata no decide nada, todo lo decide la sociedad, la gente, en orden a lo voluntario y lo natural, en orden a sus creencias y libre albedrío. Y tampoco, y éste es un gran sofisma del que se han valido los estatistas, deciden los grandes grupos económicos, los grandes empresarios. Sino que, por el contrario, éstos tienen que servir con la eficiencia que les exige la gente, el mercado, so pena de desaparecer.

Ahora, si el Estado le otorga a una empresa un privilegio monopólico, oligopólico o algún tipo de beneficio aduanero, por ejemplo, lo que está haciendo es poniendo la coerción, la violencia, al servicio de los intereses materiales de la compañía en cuestión. Y, entonces, se degenera todo el sistema democrático del mercado, convirtiéndose en una empresa que utilizará la coerción, que le facilitan, para ganar dinero. Y, ahora sí, serán los grandes empresarios, en connivencia con los burócratas, quienes decidirán a espaldas de los ciudadanos.

En un monopolio, por caso, lo que hará la empresa para lucrar, ya no será conquistar el favor del consumidor, de la gente. Lo que hará es 'lobby' para mantener el privilegio y para congraciarse con los entes 'reguladores' estatales que, supuestamente, lo tienen que controlar. Y, luego, utilizará la violencia que el Estado le garantiza, en primer lugar, para evitar que exista la competencia quitándole al mercado la libertad de elegir, de decidir. Y, entonces, las decisiones quedarán en manos del empresario monopólico que fijará las tarifas y la calidad de servicio que le venga en gana ofrecer a su egocentrismo. Egocentrismo, por cierto, disfrazado de interés nacional, justicia social y otros tantos argumentos más para distraer la atención sobre la realidad: él y el burócrata deciden, egocéntricamente por simple definición (12).

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