La autoridad y el liberalismo
BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Econom�a y Ciencias Sociales

 

EL FUTURO, DE LA ESPERANZA
 

Alejandro A. Tagliavini

 

 

 

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La autoridad y el liberalismo

Por cierto que el verdadero 'laissez faire', el que hist�ricamente ha propuesto el liberalismo, es algo muy diferente a lo que supone el respeto al orden natural. Es la creencia de que, en definitiva, no debe existir autoridad, que cada uno, cada individuo, debe hacer lo que le venga en gana a su ego, en el sentido m�s amplio.

"Es la funci�n propia del maestro de espiritualidad y moral el mostrar a los hombres lo in�til de algunas cosas que desean. Que la autoridad temporal impida la adquisici�n de estas cosas tiende a causar el quebrantamiento de la ley y a crear un complejo de intereses criminales... M�s a�n, es bien sabido que cualquier intento por cambiar las acciones del hombre por medios que no sean el cambio en su esp�ritu es usualmente in�til y de cualquier modo no un mejoramiento moral", afirma el liberal Bertrand De Jouvenel (36). He elegido este p�rrafo porque creo que ser� un ejercicio �til dado que, le�do apresuradamente, puede parecernos muy sensato. Sin embargo, se advierte, en forma sutil, la insalvable diferencia entre nuestra posici�n y la de los liberales.

Estos tienen raz�n cuando dicen que, la imposici�n coercitiva de normas, por parte de la 'autoridad' para, supuestamente, evitar actos inmorales, provoca inmoralidad. Pero aprovechan esto para desacreditar toda autoridad. Por un lado, no distinguen entre coercitiva, violenta, y moral, sencillamente porque, en realidad, ellos descreen de la moral y, en cambio, justifican la violencia. No admiten que lo inmoral no es la afirmaci�n de normas morales por parte de la autoridad, sino la imposici�n coercitiva, violenta. De este modo, insisto, desacreditan a la autoridad y 'dejan pasar' la violencia.

Y luego, para terminar de desacreditar toda autoridad, insisten en que los cambios en el hombre (individual) deben provenir del mejoramiento de su esp�ritu (la justificaci�n del individualismo: la 'moral' es personal) desconociendo, deliberadamente, que la moral, de suyo (por cuanto es la adecuaci�n al orden natural que implica la existencia de autoridad) ha sido establecida y tiene una autoridad, Dios, en definitiva. Es decir, es cierto que un mejoramiento espiritual de la persona es altamente deseable (de esto finalmente se trata el orden natural), pero el camino es inverso, es decir, justamente la moral (el orden natural) debe seguirse (con la autoridad correspondiente) para mejorar espiritualmente. Cualquier otra cosa es suponer que la moral es personal, lo que no tiene sentido porque esto implicar�a que no existe un �nico orden natural sino uno por cada persona, es decir, un caos.

Ahora, la raz�n por la cual mi bibliograf�a b�sica en materia econ�mica es liberal, es porque ellos son quienes mejor han entendido al mercado. Porque comprenden, relativamente bien, el estadio de la espontaneidad del orden natural. Comprenden, relativamente bien, por ejemplo, que un precio m�ximo impuesto coercitivamente por el Estado, produce efectos econ�micos adversos. Pero, no tienen la menor idea de que esto ocurre, de este modo, porque existe un orden natural, anterior, con un principio y un fin y, consecuentemente, porque todo lo que tiene principio y fin, de suyo, implica 'un camino', de modo necesario, 'una gu�a', es decir, autoridad moral. Saben que, el respeto a la espontaneidad del mercado natural, producir� un mejoramiento material de la sociedad. Pero no saben que, de suyo, esto implica que, necesariamente, se impondr� una autoridad moral que, para que las cosas funcionen adecuadamente, debe respetarse.

Ellos han observado, por ejemplo, con relativo acierto, que el no coercitivo es el mejor sistema econ�mico de modo que la gente pueda mejorar su bienestar material; por ejemplo, comprar muchos libros. Pero no pueden explicar, por caso, porque el libro m�s vendido en la historia de la humanidad es la Biblia. La raz�n de esto es de orden natural: porque las Sagradas Escrituras responden al �ltimo fin moral, a la �ltima autoridad moral, al principio y fin del orden natural, consecuentemente, es natural que sea el libro m�s le�do.

Este desconocimiento del principio y el fin (y el motor) de la naturaleza personal y social, los ha llevado a descreer de la autoridad moral (si no hay principio ni fin �para qu� es necesaria una autoridad que conduzca?, si no hay ni un principio ni un fin objetivo, exterior al hombre, y el bien est� en el individuo mismo �para qu� es necesario una autoridad externa que conduzca?), a descreer, en definitiva, de la moral. Este desconocimiento de la esencia del orden natural, los ha llevado a proponer sociedades ut�picas. Pero a�n peor, el descreimiento en la autoridad que han promovido ha, en los hechos, conseguido que 'borraran con el codo lo que escrib�an con la mano'. Efectivamente, al proponer una sociedad sin autoridad (como esto es contrario a la naturaleza de las cosas), lo que consegu�an era dejar terreno libre para que alguien se impusiera violentamente (camino aceitado por su propia justificaci�n racionalista de la violencia).

Por ejemplo, durante muchos a�os defendieron, casi incondicionalmente a las empresas multinacionales (que ahora sabemos que, seg�n las conocemos hoy, si bien no son malas en s� mismas, no es lo que idealmente busca el mercado natural) y sus operatorias y �stas, a su vez, por conveniencia, los financiaban. Entre tanto, normalmente, estas multinacionales se dedicaban a congraciarse con el poder coercitivo de turno, de modo de obtener privilegios arbitrarios (monopolios, ventajas aduaneras, compre nacional, y dem�s), es decir, promover el estatismo.

Pero en fin, algunos me han dicho que, en los 'hechos f�sicos', no existe diferencia alguna entre el liberalismo y la autoridad no coercitiva. Que, en definitiva, al igual que la propuesta de los liberales (hasta cierto punto, porque los liberales s� creen en la violencia, m�nima supuestamente, seg�n veremos m�s detalladamente), consiste en que no exista coerci�n f�sica. Sin duda, hasta aqu�, esto es as�. Y, los racionalistas, los materialistas, se quedar�n en �ste an�lisis. Pero la verdad de la naturaleza humana es muy otra.

La fe no es (como nos quieren hacer creer los materialistas) algo intrascendente que corresponde al 'mundo de los sue�os', ni tampoco es algo que nos sirve solamente 'para la otra vida' (37). Por el contrario, es la fuerza m�s poderosa, m�s efectiva y m�s real que contiene la naturaleza humana. La fe, finalmente, es m�s poderosa que la energ�a at�mica, incluidos, por cierto, los efectos f�sicos que esto supone. �No me cree? Observe a su alrededor, y observe la historia, y ver� que la fe ha construido much�simo m�s que lo que ha construido (o destruido) la energ�a at�mica. De otro modo, entre otras muchas cosas, expl�queme por qu�, con el odio irracional que, por lo menos en alg�n momento, expres� el comunismo hacia la Religi�n cat�lica, y con las bombas at�micas que llegaron a poseer, c�mo es que el peque�o Vaticano, que no tiene un s�lo soldado, est� m�s fuerte que nunca, en tanto que el mundo sovi�tico ha desaparecido.

Los m�s recalcitrantes insistir�n: cierto, la fe es una fuerza muy importante; pero, al fin de cuentas, esta propuesta consiste en que no exista coerci�n que obligue, con lo cual el resultado 'f�sico' es el mismo. Por cuanto, supuestamente, podr�a ocurrir que se estableciera una sociedad no coercitiva, pero que nadie escuchara esta pr�dica en cuanto a la fe y, finalmente, tendr�amos lo mismo que propone el liberalismo. Y aqu� hemos llegado a un punto de discusi�n muy interesante que, por falta de comprensi�n, ha provocado que, en nombre de la fe, se la destruyera.

Efectivamente, la propuesta aqu� expuesta consiste en dejar sin argumentos al racionalismo (b�sicamente, la violencia), de modo que, al quedar sin razones con las cuales intentar 'destruir' la fe (el orden natural), la fe (el orden natural) se impondr� de suyo. En otras palabras, quienes verdaderamente sabemos de la existencia de la fe y el orden natural, no necesitamos (ni intelectual, ni f�sicamente) crearlas (si necesitamos 'aumentarlas', empezando por nosotros mismos): porque ya han sido creadas con anterioridad. Todo lo que necesitamos es evitar que se intente 'destruirlas' y, entonces, se impondr�n de suyo, surgir�n inevitablemente, espont�neamente. Todo lo que necesitamos es evitar que le hagan creer a las personas que la fe no es efectiva porque, �ste es el modo que tiene el racionalismo para 'destruirla', ya que, quien cree que la fe poco puede, no tiene fe.

Por el contrario, el liberalismo racionalista lleva el germen de su propia destrucci�n, porque propone una sociedad sin Estado (sin autoridad, o autoridad 'm�nima'). Pero, no supone la eliminaci�n de la violencia, porque esto le permite construir una sociedad racionalista (ut�pica, supuestamente libre) por encima de Dios, consecuentemente, del orden natural y su espontaneidad, en la que basan (incoherentemente) toda su pr�dica socio econ�mica.

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