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PRÓLOGO
En las últimas décadas del siglo XX, particularmente en los años ochenta y noventa, se registró en la llamada sociología del trabajo el desarrollo y la expansión de las tesis acerca del “fin del trabajo”, con la consecuente y también equivocada tesis sobre el “fin de la vigencia de la teoría del valor”. Ésta habría sido substituida por la ciencia, abriendo el espacio para el desarrollo del mundo de la vida y la consecuente preeminencia de la “esfera comunicacional” (de acuerdo con la conocida idea de Habermas). Estas tesis tuvieron fuerte repercusión en diversos autores como Claus Offe, Andre Gorz, Dominique Méda, entre otros, que vislumbraban el advenimiento de la era de la especialización productiva y científica sin trabajo y sin valor. Todo esto, en plena vigencia del capital y su sistema de metabolismo social.
La supuesta pérdida de centralidad de la categoría trabajo y el pretendido “adiós al proletariado” de Andre Gorz eran repetidos efusivamente. Tesis fuertemente eurocéntricas que, en gran medida, desconocían lo que realmente ocurría en el universo del trabajo a nivel mundial y en particular subestimaban lo que sucedía en países importantes como China, India, México, Brasil, entre tantos otros.
Curiosamente, mientras más se esmeraban estos autores en el plano gnoseológico por desarticular el trabajo, paralelamente, el trabajo resurgía en el plano ontológico como una cuestión crucial en el viraje hacia el nuevo siglo XXI.
Esa tendencia, dominante en aquellas décadas, hoy es fuertemente cuestionada y se encuentra bastante debilitada. Presenciamos la aparición de diversos libros y ensayos que demuestran sus límites y desencuentros. Renaciendo de las “cenizas”, la cuestión del trabajo se volvió nuevamente uno de los temas más relevantes en la actualidad. De ello son representativos los binomios trabajo y calificación, trabajo y descalificación, trabajo y género, trabajo y generación, trabajo y etnia, trabajo y nacionalidad, trabajo e inmigración, trabajo y precarización, trabajo y materialidad, trabajo e inmaterialidad, etcétera.
Son muchas las interconexiones y transversalidades que muestran el retorno del trabajo como cuestión central de nuestros días. Por ejemplo, la destrucción ambiental y la cuestión femenina se tornan cruciales para la izquierda y para la actualidad del socialismo.
Es aquí donde reside el mayor mérito del libro de Adrián Sotelo Valencia intitulado: La reestructuración del mundo del trabajo, superexplotación y nuevos paradigmas de la organización del trabajo. Con un análisis marxista renovado, el autor emprende un significativo esfuerzo para demostrar la actualidad de la ley del valor, así como su importancia decisiva para el capitalismo en escala global. Adrián Sotelo demuestra cómo el capital no puede eliminar el trabajo vivo del proceso de producción de mercancías a pesar de la monumental reestructuración productiva que experimenta, sobre la base del enorme impacto que las mutaciones tecnológicas producen. Puede incrementar al máximo el trabajo muerto corporizado en la maquinaria tecno-científica para aumentar la productividad del trabajo e intensificar la extracción de sobretrabajo en tiempos cada vez más reducidos, toda vez que tiempo y espacio se transforman en esta época de capitales globales y destructivos. Una (nueva) forma del valor —¡he aquí la cuestión!— aparece para mostrar los límites y equívocos de aquellos que, en el plano de la más vacía abstracción, habían decretado el fin de la teoría del valor-trabajo. En las palabras de Adrián Sotelo:
El presente libro se ocupa de los cambios que la mundialización del capital y el patrón de acumulación capitalista neoliberal dependiente, desplegaron en el mundo del trabajo durante la segunda mitad del siglo XX, al trocar la rigidez en flexibilidad y articularla eficazmente desde la perspectiva de la explotación del capital, en la que el Estado desempeña un papel fundamental. Una vez comprendida la nueva configuración socio-estructural de la relación del trabajo con el capital es posible vislumbrar alternativas de reconfiguración del mundo del trabajo que reintegren sus derechos y proyecciones históricas en cuanto factor de transformación del sistema capitalista.
Al analizar la nueva división internacional del trabajo, el autor demuestra también la vigencia de la superexplotación del trabajo. Afirma que
...ésta comienza a operar ya en las economías de los países industrializados bajo múltiples formas como son la precarización del empleo, el trabajo a domicilio y a tiempo parcial, el deterioro de los salarios reales, la pérdida de derechos como el seguro de desempleo y la jubilación, la sindicalización, etcétera.
Contraponiéndose vigorosamente al mito de la muerte del concepto valor-trabajo, el autor desarrolla a lo largo de su ensayo su hipótesis central:
la actual fase de la economía mundial en su estadio de globalización-mundialización del capital está cambiando ese mapa internacional de las naciones, en lo que corresponde a la división del trabajo y a la distribución del capital. Todo ello beneficia la estrategia empresarial transnacional, global, de la tríada hegemónica al depositar el peso de la crisis histórica de los imperios en la espalda de los trabajadores y los pueblos oprimidos. Dicha estrategia tiende a generalizar el régimen de superexplotación de la fuerza de trabajo a través de la extensión de la ley del valor.
Y agrega:
debilita y desarticula los sistemas productivos por la acción corrosiva de la crisis capitalista, la desestabilización política, la desindustrialización y la maquilización mientras refuerza la dependencia comercial, científico-tecnológica y financiera, como muestra ejemplarmente la crisis global de la Argentina.
Trabajando en una articulación feliz entre realidad empírica y densos recursos analíticos, La reestructuración del mundo del trabajo, superexplotación y nuevos paradigmas de la organización del trabajo demuestra el apogeo de una sociedad excluyente marcada por la superfluidad y la destructividad de la forma mercancía. El mundo del trabajo está caracterizado por la destrucción, precarización y eliminación de puestos de trabajo y el desempleo estructural explosivo. Para el autor, la informalización del trabajo, que parece irreversible e impotente para vigorizar al sistema del capital, no niega sino reitera la vigencia de la ley del valor en el capitalismo contemporáneo. Esa misma vigencia (nefasta) de la forma contemporánea de la ley del valor-trabajo replantea, en el comienzo de este siglo XXI, el desafío de mostrar la fuerza y la actualidad del socialismo, para lo cual el esfuerzo plasmado en el presente libro es una feliz contribución.
Ricardo Antunes
UNICAMP/Brasil