Las políticas del Estado para el crecimiento

El Estado tiene a través del manejo de las políticas económicas la posibilidad de influir sobre la generación de excedentes y sobre su distribución.

Ya ha sido destacado su papel al influir sobre los salarios reales de los trabajadores, la provisión de servicios de bajo costo a las empresas, la adecuación de la educación de la población para el manejo de las nuevas técnicas de producción.

Como además el crecimiento económico se logra cuando existen beneficios y se reinvierten, las políticas que tiendan a aumentar el ahorro y la inversión y a disminuir el consumo social improductivo favorecerán la reproducción ampliada de la producción. En ese sentido las políticas macroeconómicas son claves para lograr el crecimiento productivo, las políticas sectoriales pueden ser bien intencionadas pero inoperantes en un marco inadecuado de política económica general. Las políticas monetarias, cambiarias y fiscales deben ser congruentes con el objetivo de crecimiento económico.

Para que se reinvertan los beneficios en el país e incluso para atraer inversiones desde el extranjero que complementen el ahorro nacional, el Estado debe desarrollar constantemente nuevos sectores industriales donde puedan invertirse los beneficios, sectores que deberán tener una rentabilidad igual o superior al promedio existente en el país y a las alternativas externas asequibles a los empresarios. En este sentido los mayores beneficios se obtienen en sectores con mayor valor agregado, debido a que al ocupar mayor cantidad de trabajadores con las técnicas más actuales de producción, se incrementa la cantidad de excedentes que se generan. Adicionalmente el proceso de industrialización, con sus demandas educativas y de socialización, lleva a un mayor nivel de vida de la población. Pero además la selección de esos sectores deberá tomar en cuenta tomar en cuenta las dotaciones de recursos del país y las ventajas competitivas frente a terceros para que la estrategia de crecimiento tenga posibilidades de éxito.

Para que las industrias existentes puedan crecer en su producción, reinvirtiendo sus beneficios,  es necesario  expandir sus ventas a través de la sustitución de importaciones en el caso de que empresas extranjeras estén compitiendo en el mercado local o, no siendo excluyentes ambas posibilidades, exportando a nuevos mercados. En ambos casos incide el Estado, en forma indirecta pero importante a través del tipo de cambio y en forma directa por medio de la política comercial (aranceles y reembolsos a la exportación, acuerdos de integración, etc.) Cabe hacer notar que la protección a industrias ineficientes, más que generación de riqueza puede constituirse en una transferencia de la misma desde otros sectores empresariales o de trabajadores, incidiendo negativamente en el crecimiento.

Pero además el Estado influye con la política fiscal al menos de dos maneras: por el monto de recaudación que implica y por la redistribución que realiza.

De la primera forma el Estado está tomando parte de los excedentes generados durante el proceso de producción y cuanto mayor sea el consumo del Estado, menor será la porción de los beneficios que se pueden destinar a la reinversión. De esta forma un tamaño excesivo de aquella parte del Estado no dedicado a tareas productivas conspira contra el crecimiento económico (la palabra excesivo se refiere a que, de todas formas, se requiere un tamaño relativamente importante del Estado ya que debe asegurar las tareas que han sido descriptas de mantenimiento social debido a que en el caso de que no las cumpla se deteriorará el ambiente de negocios y el de los propios trabajadores en cuanto a salud y educación, ambos necesarios para el funcionamiento del sistema económico, por la reproducción de la fuerza de trabajo y por las necesidades educativas que el progreso tecnológico requiere[i].)

Pasando al segundo aspecto que mencionáramos, la redistribución que realiza el Estado puede darse entre distintos empresarios,  o entre empresarios y trabajadores o entre distintos trabajadores.

Por una parte los cálculos efectuados por Shaikh y Tonak (1994) para Estados Unidos revelan que los impuestos pagados por los trabajadores exceden los beneficios sociales recibidos. Por otra, un estudio efectuado para un país europeo, España,  calcula los aportes realizados por la clase trabajadora al Estado a través de impuestos y contribuciones a la seguridad social y, en sentido inverso, los pagos del Estado a los trabajadores a través de transferencias directas, educación y seguridad social. La conclusión a la que arriba es que los aportes de los trabajadores al Estado y lo que este retorna comporta montos prácticamente iguales[ii]. Esto demuestra que aún en un país europeo donde el llamado Estado benefactor es reconocidamente más importante que en el tercer mundo, no hay redistribución entre empresarios y trabajadores, en realidad es al interior de los trabajadores donde la redistribución es solidaria en edades y pobreza. En países no desarrollados la imposición suele ser más regresiva que en los países europeos, por lo que de existir transferencias es altamente probable que la dirección de éstas vaya desde los trabajadores hacia los empresarios.

Con respecto a la distribución entre empresas el Estado, al cargar impositivamente a unos sectores más que a otros o al otorgar subsidios e incentivos con los montos recaudados fiscalmente, puede incidir en la estructura productiva. Y esta incidencia puede ser positiva para el crecimiento, si se propicia a través de políticas del Estado la diversificación de la estructura productiva del país hacia sectores más dinámicos y para los cuales el país pueda crear ventajas específicas, o negativa si se concentra la actividad productiva en pocos sectores más retrasados y en los cuales históricamente ha estado basada la creación de riquezas del país. Lógicamente las políticas que se adopten dependerán de la fuerza relativa de los distintos sectores empresariales nacionales y extranjeros y de la inserción en la división de trabajo mundial que se ha desarrollado en las últimas décadas.

Hasta aquí hemos analizado el rol del Estado en la generación de beneficios y su reinversión. Pero el Estado también influye decisivamente en los factores de soporte que hemos analizado en el apartado anterior.

Asegurar la libre competencia, eliminando monopolios y oligopolios que se apropian de excedentes superiores a los que generan con sus productos y servicios, por medio de precios que no reflejan el valor de sus prestaciones es una tarea del Estado que encuentra graves dificultades para realizarla dado el poder con que cuentan estas grandes empresas, muchas veces extranjeras. Ya hemos comentado la positiva correlación entre estructura del mercado competitiva y crecimiento económico,  a resultas de que la competencia refuerza la motivación del empresario para investigar y/o adoptar nuevas técnicas, invirtiendo en maquinarias y capacitación. Sin embargo es necesario precisar que invocando estos resultados y motivos, en muchos países subdesarrollados se han privatizado monopolios estatales convirtiéndolos en monopolios privados, que amén de no ser competitivos implican una apropiación privada del excedente y en la mayoría de los casos, su envío al exterior.

La forma en que el Estado conduce los procesos de apertura comercial es clave para el crecimiento en el largo plazo. Políticas comerciales exitosas requieren de análisis estructurales de la competencia internacional y los mercados mundiales. Desde este punto de vista, la tasa de cambio es de crítica importancia, ya que la tasa de cambio traslada los costos y precios locales a la arena internacional. Además el otro factor que incide en los costos unitarios absolutos junto con los salarios ya que determina el valor incorporado al producto, y por tanto en la competitividad, es la productividad que depende crucialmente del avance tecnológico de las empresas y de la modernización de la infraestructura física, social y política. Como demostraremos en el capítulo 2 de esta sección, es la posición competitiva del país, medido por sus costos reales, la que determina sus resultados en el comercio internacional. Esto confirma la falta de correlación empírica que se ha encontrado en algunos estudios y los resultados contradictorios en otros casos, entre la apertura comercial y el crecimiento.Como en el caso de competencia dentro de los límites de una economía nacional, el comercio entre naciones castiga al débil y recompensa al fuerte, sin garantías de que provea beneficios para todos. Como corroboración práctica de esta afirmación, podemos comprobar con una mirada histórica que cuando los países desarrollados aún no lo eran crearon y mantuvieron fuertes protecciones a sus industrias (aranceles, subvenciones, etc.) hasta que una vez afirmada su supremacía industrial liberalizaron sus intercambios comerciales en las ramas competitivas y promovieron el librecambio a nivel mundial[iii].

Un rol del Estado que es muy fuerte en los países desarrollados e igualmente débil en los países en desarrollo es su contribución al progreso técnico y por tanto al aumento de los excedentes (beneficios) a través de un incremento de la productividad de la fuerza de trabajo o por el desarrollo de productos con mayor valor agregado. Son de gran importancia para el crecimiento económico las políticas públicas destinadas a desarrollar las capacidades de aprendizaje necesarias para la imitación de tecnologías y la disminución de la brecha tecnológica en los países en desarrollo y para ensanchar las nuevas fronteras tecnológicas en los países desarrollados. La creación y coordinación de un sistema nacional de ciencia y tecnología se vuelve un instrumento para crear condiciones de competitividad en el sistema económico, coordinando las instituciones con las estrategias de las empresas para fomentar el aprendizaje tecnológico. En forma similar a otras funciones del Estado, este las brinda en forma gratuita a los empresarios y en los países más avanzados las sumas dedicadas a este fin son, en la actualidad, de una cuantía muy importante[iv].

En la medida que la productividad obtenida por el progreso técnico es la fuente de excedentes que permite aumentar la reinversión y el consumo a la vez, el Estado es clave para lograr el crecimiento económico con mejor calidad de vida, aunque esto no elimine las fuertes desigualdades y las relaciones sociales que el sistema capitalista conlleva.

El siguiente capítulo presenta la modelización matemática, con un enfoque clásico, de los factores aquí tratados.


 

[i] Para una discusión de los efectos económicos del Estado de Bienestar, ver Alsina Oliva (1999.)

 

[ii] El caso es España, analizado por Díaz Calleja y Guerrero (1998)

 

Capítulo III.2

 

[iii] Ha-joon Chang (2002) realiza un detallado racconto histórico de la evolución del proteccionismo de Inglaterra, Estados Unidos y otros países desarrollados.

 Por otra parte, cabe mencionar la opinión de Guerrero(1995) de que si todos los países siguen políticas activas de competitividad, a escala global el resultado es una transferencia de recursos del sector público al sector privado, enriqueciendo a grupos empresariales e incrementado sus beneficios. “Por tanto, es posible que la obsesión actual por la competitividad no sea sino un reflejo de las bajas tasas de crecimiento características del momento presente, pues es sabido que si el mercado global crece más lentamente la batalla competitiva se hace más aguda, y más encarnizada la rivalidad empresarial (y también, derivadamente, entre países), por lo que no es de extrañar que esta mayor presión competitiva haya terminado aflorando en la superficie ideológica del sistema en forma del mito de las ganancias de competitividad”

[iii] No fue así en el comienzo del capitalismo donde la innovación era generada en las propias empresas. Pero el aumento de los costos de innovación debido al progreso tecnológico ha llevado que buena parte de esa tarea la realice el Estado y la otra parte un sector específico industrial que desarrolla y fabrica los medios de producción utilizados por todas las ramas industriales.

 

[iv] No fue así en el comienzo del capitalismo donde la innovación era generada en las propias empresas. Pero el aumento de los costos de innovación debido al progreso tecnológico ha llevado que buena parte de esa tarea la realice el Estado y la otra parte un sector específico industrial que desarrolla y fabrica los medios de producción utilizados por todas las ramas industriales.