El beneficio como motor del crecimiento

La producción creciente de bienes y servicios productivos es la característica general del sistema capitalista, interrumpido por períodos de crisis o reducción de esa producción que se generan por razones internas al sistema y que a su vez potencian un nuevo período de crecimiento[i]. La producción creciente de bienes y servicios requiere mayor inversión por parte del empresario: para producir más es necesario comprar más maquinaria (una vez haya utilizado toda la capacidad de las mismas), comprar más materias primas y contratar más mano de obra. La empresa fabricante de maquinarias a su vez invertirá en sus máquinas, materias primas y mano de obra para poder proveer la máquina solicitada. Lo mismo hará el proveedor de materias primas. Y el trabajador demandará bienes de consumo en la medida que deja de estar desocupado, bienes que serán provistos por empresas que deberán invertir capital para producirlos.

Así que la inversión del empresario original, por así llamarlo, provoca una cadena de inversiones en producción que genera un crecimiento multiplicador[ii].

Hemos visto que el empresario original invierte cada vez más, al buscar un beneficio creciente. Porque cada ciclo de producción y venta que se cumple le devuelve más capital, incrementado el capital adelantado por el excedente producido. Y como tiene más capital quiere obtener a su vez más ganancia, para lograr la misma tasa de beneficio. La motivación básica en el sistema y las presiones competitivas obran para que el empresario reinvierta sus beneficios, inversión que genera crecimiento y, que se multiplica por las inversiones de los otros empresarios relacionados. Por lo que se deduce que es necesario que existan beneficios (excedentes) y que los beneficios sean reinvertidos. Dejaremos el análisis de la primera condición para el próximo apartado, con la acotación de que si no existieron beneficios en los periodos previos (esto es, se incurrieron en pérdidas) dificilmente el empresario esté en condiciones de invertir aún cuando se presenten prospectos promisorios. Nos ocuparemos ahora de la segunda condición, la reinversión para el crecimiento.

Examinando la cuestión a escala macroeconómica, los bienes generados en un momento dado por la economía del país en cuestión pueden ser utilizados para consumo o para inversión. Este hecho no implica un juicio moral sobre estas categorías económicas, simplemente indica que a mayor consumo menor inversión y viceversa. Pero el consumo es necesario cuando eleva la calidad de vida de las personas y les da mayor libertad, tal como lo es el consumo de los trabajadores que depende directamente de sus salarios y que se diferencia del consumo social, improductivo, en el que profundizaremos a continuación.

Existen diferentes formas de consumo social: toda actividad que no es productiva de producción de bienes en el sentido que hemos definido son actividades que consumen, aún cuando impliquen contratar mano de obra y utilizar materiales. Una amplia gama de servicios como los financieros y la intermediación comercial son consumidoras de la riqueza generada. En épocas recientes se ha constatado un notable crecimiento del sector terciario, lo que da lugar al llamado fenómeno de “terciarización de la sociedad”[iii].

También absorben excedentes el consumo superfluo y de bienes suntuarios importados a que los empresarios pueden volcarse con sus ganancias. Ya hemos vistos que los sectores necesarios para el mantenimiento del orden social tales como la administración de gobierno, la policía, el ejército, también son consumidores. Y obviamente los generadores de bienes, los trabajadores, también consumen para su subsistencia y la de su familia, según las condiciones sociales que el capitalismo requiere para su desarrollo. La importancia de todos estos consumos aumenta, lo que ocurre a lo largo del desarrollo económico y se agudiza durante las crisis en forma relativa a la generación de riqueza total: aunque este crecimiento del consumo improductivo no genera la crisis, tiene un efecto potenciador de la misma.

Al acotar el objeto de nuestro análisis al ámbito geográfico de un país, lo anterior vale para  una economía cerrada al exterior por lo que las decisiones de consumo o inversión de sus empresarios, trabajadores y el resto de la población no toman en cuenta lo que ocurre en el exterior. Extendiendo el marco de análisis de un país considerando una economía abierta y libre movilidad de capitales, los empresarios pueden colocar parte de sus beneficios fuera del país de origen (ya sea por inversiones directas o en colocaciones en las grandes bolsas de valores, acciones y bonos) con lo que reducirán el crecimiento del mismo. También es posible, de acuerdo a las condiciones de rentabilidad, que empresarios extranjeros pueden invertir en el país generando crecimiento. Y como veremos al tratar la apertura comercial la demanda neta de exportaciones que depende de las condiciones de productividad y salariales de la economía,  facilita la reinversión por colocación de productos en el exterior si existen condiciones de rentabilidad.

A su vez el crecimiento que genera la reinversión del empresario implica la compra de maquinarias y materias primas además de la contratación de mano de obra, por lo que el efecto multiplicador dependerá de cuanto de este capital constante que se adquiere sea de origen importado o nacional. Y el consumo del empresario y del trabajador también se compone de productos nacionales o extranjeros, por lo que el efecto multiplicador puede verse reducido de acuerdo a las condiciones de apertura y competitividad de la economía en cuestión.

Todos estos factores deberán ser tomados en cuenta, a la hora de analizar los factores y políticas que promuevan el crecimiento económico.


 

[i] Pueden existir crisis que se generan por razones externas al sistema cuando focalizamos en un país o región y no en el sistema global, denominadas en economía “shocks aleatorios”, como las provocadas por grandes cambios en la demanda externa de un país o la falta de una mercadería particular y sus correspondientes oscilaciones de precio. Son externas debido a la definición de los límites del sistema. Lo que aquí se remarca es que aún no existiendo razones externas al sistema, el propio sistema genera igualmente sus crisis. Muchas veces el papel de estos “shocks aleatorios” es ser el disparador de la crisis para la que que la dinámica de la economía capitalista había asentado las condiciones para que ella ocurriera. (Howard y King, 1988.)

 

[ii]  La idea del multiplicador de la inversión ha sido desarrollada en la escuela keynesiana de economía, aunque es definitivamente distinto el papel que juega en el crecimiento económico al que le asigna la economía de los autores clásicos. Para un análisis del problema que genera el multiplicador keynesiano cuando se aplica a la dinámica de largo plazo, como en los modelos derivados de Harrod Domar, ver Moral Santín y Román (1994.)

 

[iii] Martínez Peinado, Vidal Villa (2001.) analizan el desarrollo del sistema económico mundial, en el capítulo 18 se estudian los países desarrollados (“centrales” en la visión de los autores). Cabe precisar que historicamente y en todas las sociedades el aumento de los excedentes es lo que posibilita el desarrollo de sectores no productivos pero que cumplen un rol en le proceso de reproducción económica y social.