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PERSPECTIVAS Y DESAFÍOS DE POLÍTICA ECONÓMICA79
Las perspectivas de crecimiento para América Latina y el Caribe en 2002 son algo más positivas que las de 2001, pero hay amplio margen para mejoras. Aunque no se espera recesión en ningún país de la región, con la excepción de Argentina, las tasas de crecimiento previstas en la mayoría de los casos son inferiores al 4% y para la región en conjunto no llegan al 2%.
En estas circunstancias nada halagüeñas, son muchos los motivos de preocupación. El más acuciante es la situación en Argentina. Durante el primer semestre del año 2000, el consenso de los mercados era que el crecimiento en 2001 sería del 4% ó 5%. Los márgenes sobre la deuda no llegaban a los 600 centésimos de punto porcentual y el país gozaba de una buena calificación de riesgo. Posteriormente, el crecimiento pasó a ser negativo y los márgenes sobre la deuda alcanzaron niveles sin precedentes, precipitando la mayor cesación de pagos de la historia y la caída del gobierno.
En retrospectiva, el cambio en la opinión de los mercados sobre Argentina no deja de ser sorprendente. Es cierto que una serie de perturbaciones desfavorables afectaron a Argentina en este período, entre ellas la devaluación del real brasileño, la caída de los precios de las exportaciones, el fortalecimiento del dólar y diversos sucesos políticos que dificultaron la adopción de medidas de ajuste y redujeron la confianza internacional. Esta serie de perturbaciones crearon un clima de duda sobre la sostenibilidad fiscal, debido al alto costo de la deuda pública y al monto elevado del financiamiento público.
Sin embargo, Argentina logró uno de los ajustes fiscales y macroeconómicos más impresionantes que sea posible imaginar históricamente, con recortes profundos en los salarios públicos y en los programas de seguridad social. Además, introdujo medidas creativas y valientes para mejorar la estructura de la deuda y reducir los desequilibrios comerciales externos, y en dos ocasiones en un período de un año recibió apoyo del Fondo Monetario Internacional.
v Pero la confianza internacional no se ha recuperado y las tasas de interés se han mantenido muy altas, atrapando a Argentina en un círculo vicioso donde los ajustes fiscales necesarios para dar cabida a la carga de la deuda reducen las perspectivas de crecimiento y minan aún más la confianza. Después de varias rondas de ajustes fiscales, las autoridades han llegado al convencimiento de que no será posible restablecer el crecimiento y la confianza sin algún tipo de reducción o reestructuración de la deuda, que disminuya así la carga fiscal en el futuro. El gobierno trató de tomar medidas de ese tipo con miras a una reestructuración voluntaria que no pusiera en peligro el acceso futuro al país al financiamiento externo. A fin de evitar la retirada masiva de haberes bancarios y un movimiento especulativo extraordinario contra la moneda, las autoridades económicas congelaron los depósitos, lo cual socavó aun más la confianza y agravó la recesión.
La prolongada crisis de Argentina no ha dado origen a una situación de contagio generalizado en América Latina, como podría haberse temido. De hecho, los mercados han sido capaces de discernir de forma efectiva la situación de los distintos países, varios de los cuales recientemente colocaron títulos en los mercados internacionales.
Otro motivo de preocupación es el futuro de la estabilidad macroeconómica en América Latina. A pesar de las difíciles circunstancias por las que han pasado los países durante la última década, en todo momento los gobiernos han mantenido su compromiso con la disciplina macroeconómica. De hecho, y a pesar de lascomplicadas circunstancias, las tasas de inflación han continuado descendiendo en la mayoría de países. Seis de las siete mayores economías de la región tienen tasas de inflación inferiores al 10% y no hay temor de que las tendencias sean muy diferentes en 2002. Es preciso recordar que en los últimos años, aun en los países donde ha habido importantes devaluaciones de los tipos de cambio, la inflación se ha mantenido bajo control. Por ejemplo, Colombia en 1998 y Brasil en 1999 lograron ajustes considerables del tipo de cambio real sin que ello implicara un aumento en las tendencias de inflación de mediano plazo. El manejo de la situación actual en la mayoría de los países muestra un fuerte compromiso con la estabilidad macroeconómica.
El tercer tema de gran preocupación para la región es el futuro de las reformas estructurales. ¿Habrá un retroceso en la modernización de las economías y un retorno a las viejas políticas de control e intervención estatal? Las tendencias de la última década indican que este temor es improbable. De hecho, los momentos de mayor reforma han sido casi sin excepción momentos de crisis, y el proceso de reforma s ha seguido su curso en la mayoría de los países.
Sin embargo, no se puede negar que en toda la región reina un ambiente de descontento con la situación económica y de insatisfacción con los resultados de algunas de las reformas económicas. La probabilidad de una reversión de la política será menor en la medida en que se pueda encontrar rápidamente una solución duradera a la situación de Argentina, de forma que pueda evitarse el contagio de otros países. También será menor la probabilidad de un retroceso en la medida en que la economía de Estados Unidos empiece a recuperarse, lo cual se prevé que ocurrirá a más tardar a mediados de 2002, y en la medida en que se abran nuevas oportunidades de exportación para los países latinoamericanos, de forma que se amplíe el horizonte para la inversión y haya un rápido retorno del crecimiento.
No hay ninguna duda de que América Latina se encuentran en una encrucijada. La situación económica a comienzos del siglo XXI, como los datos han confirmado, se ha comportado con claros indicios de debilidad. La mayoría de los gobiernos se han comprometido a mantener la estabilidad macroeconómica de manera suficientemente amplia para enfrentarse a una desaceleración económica prolongada. De hecho, la mayoría de los países ya se han visto obligados a reducir o postergar sus programas de gastos, a pesar de la creciente demanda popular y la situación de descontento. En estas circunstancias, la evolución del ambiente económico internacional y el liderazgo y credibilidad de los gobiernos serán decisivos para sortear la encrucijada, que una vez estén ante sus propias capacidades. En la siguiente Tabla IX se observan distintos indicadores para los años 2000 y 2001.TABLA IX. EL ENTORNO EXTERNO (Porcentajes)
* Los cálculos se basan en datos hasta octubre de 2001.
Crecimiento de la productividad 2000 2001 Países desarrollados 3,9 1,1 Países en desarrollo 5,8 4,0 Crecimiento del volumen de importaciones Países desarrollados 11,8 -1,0 Países en desarrollo 16,4 3,5 Tasas de interés a corto plazo Dólar de Estados Unidos 6,0 3,5 Euro 4,6 4,1 Yen 0,2 0,0 Precios de productos (Cambio porcentual) Petróleo 56,9 -14,0 Alimentos* -0,5 2,9 Bebidas* -16,6 -18,3 Metales* 12,1 -8,2
Fuente: FMI, Perspectivas de la economía mundial, diciembre de 2001.
79 Para más detalle puede consultarse el trabajo de Casilda Béjar, R. y Sotelsek Salem, D., «Una reflexión en torno a la situación y perspectivas de América Latina». Revista Información Comercial Española (ICE), nº 799. Ministerio de Economía. Madrid, abril-mayo 2002.
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