Conclusión

A modo de conclusión, podemos decir que las amplias reformas económicas derivadas del Consenso de Washington, aplicadas en los países de América Latina durante la década de los 90, advierten hoy una «sensación generalizada de insatisfacción entre la población, y los actores sociales» y se impone la búsqueda de opciones que garanticen un mayor crecimiento, sustentable y con equidad. La principal razón de esta desilusión reside en que la distribución de los ingresos y las oportunidades han empeorado y al hecho, de que existe un significativo potencial de inestabilidad, como lo demuestran las crisis sucesivas.

El ambiente optimista de mediados de los 90 fue favorecido por el consenso existente para preservar el equilibrio macroeconómico, el control de la inflación, la mejora del balance presupuestario y el ahorro fiscal, el crecimiento de las exportaciones y la diversificación de los países de destino, así como las privatizaciones numerosas de las corporaciones públicas.

Sin embargo, en la mayoría de los casos, los equilibrios alcanzados se produjeron a costa de otros desequilibrios en variables macroeconómicas (particularmente referidas al sector externo) o bien descuidando aspectos esenciales para lograr la equidad o la competitividad sistémica39 como la inversión en capital humano y nuevas tecnologías40.

Éste y otros problemas determinan la necesidad de mejorar el desempeño económico, especialmente porque los respectivos países de América Latina y el Caribe tienen que enfrentar el desafío y los riesgos de la globalización con determinación, pero también con osadía. Para ello es necesario promover la inclusión social, pero aumentando la competitividad, siendo ésta la manera más eficiente para propiciar el acceso de todos a los caminos de la prosperidad.

Los caminos recorridos por los países de América Latina para diseñar sus reformas estructurales y políticas económicas han sido diversos, pero, tal y como ha señalado Ffrench-Davis, se han repetido «costosos errores», especialmente en el manejo macroeconómico; en el diseño de las reformas financieras y comerciales, y en la insuficiencia de los esfuerzos para completar mercados. El fundamento de estos errores, está básicamente en la fe extrema del neoliberalismo, en la eficiencia del sector privado tradicional y en la total desconfianza en el sector público (en general bien ganada), así como en las formas no tradicionales de organización privada. Según el postulado neoliberal, los desequilibrios no existen, salvo en el caso de que sean generados por la intervención estatal.

Sin embargo, las reformas y ampliaciones necesarias, no deben convertirse en un fin en sí mismas, por el contrario, insistimos en que deben constituirse como un medio para el progreso, para alcanzar el desarrollo con equidad para acortar distancias con el mundo desarrollado, para no quedarse rezagada la región en la evolución de la Sociedad de la Información y el Conocimiento del siglo XXI41.

Ciertamente, el impulso de la Sociedad de la Información y del Conocimiento disuelve códigos y empuja barreras, pero lo realmente importante es que lo generado alumbre un nuevo «hacer», y no se queda en una batalla generalizada, representada por un vaivén, tan creador como destructivo entre los partidarios de la globalización y sus opuestos42.

Desde nuestra modestia, recogemos y apoyamos estas consideraciones, las cuales entendemos que no son de ninguna manera ni definitivas, ni cerradas, sino abiertas a la discusión y al diálogo, para impulsar y dinamizar una economía de mercado superior a la derivada de la aplicación de las «reformas del Consenso de Washington».


39 Véase Casilda Béjar, R., Nueva Economía. Nueva Competitividad. Foro América Latina 2010.
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40 En la «Sociedad de la Información y del Conocimiento», la inversión en capital humano es el equivalente a la competitividad en términos de país.
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41 Considerando que esta evolución viene determinada por el patrón tecnológico, de acuerdo con la nueva escuela «schumpeteriana», pues resulta indispensable atribuir a Schumpeter la explicación de los fenómenos de evolución estructural a largo plazo de los sistemas económicos en función del cambio tecnológico y de sus consecuencias en términos de innovación económica y por tanto social.
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42 Véase para más detalle: Casilda Bejar, R., Nueva Economía. Nueva Competitividad en América Latina. Pfrench-Davis, E. Reflexión y diálogo para reformar las reformas económicas en América Latina. Foro América Latina 2010, «Un reto de futuro». Santiago de Chile, 2002.
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