EL VALOR AGREGADO EN LA PRODUCCIÓN DOMÉSTICA FRENTE A LAS CONDICIONES SOCIOECONÓMICAS DE LAS FAMILIAS. Análisis de regresión

 

 

5.5.1 Un análisis con base en los precios de mercado

 

Según se desprende de la siguiente tabla, el modelo de regresión múltiple del valor agregado en las familias, como resultado de la producción en alimentos y aseo de la ropa y de la casa, revela que el 79% de la variabilidad es explicada por el tamaño de la familia, por el tiempo disponible de la persona a quien se reconoce como la principal responsable de los asuntos domésticos, por el ingreso familiar, el ciclo de vida de la familia y sus preferencias y por la producción del mercado[1] (comidas fuera de casa y precocidos). Otras variables como el estrato socioeconómico, la escolaridad[2] y la contratación de servicio doméstico, estadísticamente carecen de poder predictivo. 

 

Los resultados de la Tabla No.11 aclaran que el tamaño de la familia influye positivamente sobre el valor agregado en la producción doméstica, algo que parece bastante lógico pues entre más miembros haya que atender más demanda hay de actividades relacionadas con la alimentación y el aseo de la ropa y de la casa.


 

 

Tabla No.11 El valor agregado en la producción doméstica frente a las condiciones socioeconómicas

 

VARIABLE

COEFICIENTE

T ESTADISTICO

NIVEL SIGNIFICANCIA

(2 extremos)

Tamaño de familia

361.719

34.34

Significante al 0.01

Proporción tiempo disponible

-5.868

-7.00

Significante al 0.01

Ingreso familiar

0.15

5.53

Significante al 0.01

Ciclo de vida de la familia

176.736

2.02

Significante al 0.01

Estrato socioeconómico

10829

0.57

No significante

Escolaridad

740

0.20

No significante

Contratación de empleo doméstico.

Si = 1; No=0

28.668

0.59

No significante

Preferencia por producción de mercado.

Si = 1; No = 0

-83.380

-2.08

Significante al 0.01

R – cuadrado = 0.79

Grados de libertad = 8 variables y 393 casos.

 

En la mayoría de familias se reconoció a la esposa / madre como la principal responsable del trabajo doméstico y era de esperarse que entre menos tiempo disponible tuviera, menor sería el valor agregado, debido a la necesidad o quizás posibilidad de recurrir a la producción de afuera, es decir, comidas fuera de casa, servicio de lavandería y compra de alimentos precocidos que dan la posibilidad de ahorrar tiempo. Sin embargo, los resultados no responden a esta expectativa, entre menos tiempo -que también se puede leer como más tiempo de ocupación en un trabajo remunerado- mayor es el valor agregado.

 

Una posible explicación de lo anterior surge de los factores culturales que hacen que la preferencia por lo “hecho en casa” sea bastante manifiesta y tenga un gran peso sobre la opción por lo “preparado fuera”. En términos de la teoría económica significa que, sin importar las restricciones presupuestarias -¿qué se puede comprar?- el interrogante ¿qué prefiero comprar?, cuya respuesta remite al trade -off o intercambio entre bienes producidos en casa y bienes producidos fuera, siempre, o casi siempre, se resuelve a favor de los primeros;[3] más explícitamente, así tenga dinero con que comprar la producción de mercado, pocas veces lo hará en razón a la alta apreciación que le concede a la producción casera. La información que se registra en la siguiente tabla respalda dicha afirmación.

 

Tabla No.12 Preferencia por la sustitución de lo “preparado en casa” por la producción del mercado. Manizales. 2000

 

 

Items y Razones

Si

No

¿Compran en su familia, alimentos preparados, precocidos, enlatados?

144

(36.6%)

242

(61.6)

Razones

Es muy práctico y facilita labores; por variar y descansar fines de semana; por ahorrar tiempo y trabajo; por pereza de cocinar; es bueno de vez en cuando. 

Es mejor lo hecho en casa: son más frescos, naturales y nutritivos; es costoso y no hay dinero; hay buen tiempo para preparar los alimentos; es costumbre y es bueno cocinar; por economía

¿Si tuviera la posibilidad económica de comprar todo preparado para no tener que cocinar, lo haría?

112

(28.5%)

281

(71.5%)

Razones

Por ahorrar tiempo y trabajo; por facilidad y comodidad; por descansar; es esclavizante hacer de comer y la “cocina es muy desagradecida”; para que la mamá se pueda dedicar a otras funciones

Es mejor lo que se prepara en casa: los alimentos son más naturales, frescos; es más agradable comer en familia lo que allí se prepara; es un gasto innecesario y el dinero de puede utilizar en otras cosas; la comida de afuera cansa; sólo se compraría en ausencia de la madre.

 

 

Otra posible explicación de la relación inversa, tiempo disponible-valor agregado, se deriva de la circunstancia de que no necesariamente el menor tiempo disponible, o sea, más horas de ocupación en el mercado laboral, se traduzca en mayores ingresos y, por esta vía, haya una ampliación de las posibilidades de consumo en vista de unas menores restricciones presupuestarias. En un ámbito de disminución o bajo crecimiento del salario y de los ingresos familiares, una de las estrategias es dedicar más tiempo -individualmente o como colectivo- al trabajo remunerado; pero eso no significa mayor capacidad de compra de comidas fuera o precocidos, servicios ofrecidos por el mercado que, de llegar a darse, afectarían negativamente el valor agregado. 

 

En síntesis, menos tiempo disponible se asocia con más valor agregado, dado que más horas de ocupación en el trabajo remunerado no significa un mayor ingreso para poder reemplazar la producción casera por la de mercado.

 

Surge una interpretación adicional: dado que mayoritariamente es una mujer, esposa/madre la persona que se identifica como principal responsable del trabajo doméstico, el hecho de poseer el estatus de “empleada” por su ocupación en un trabajo remunerado, no significa un efecto negativo sobre el valor agregado en la producción doméstica; por el contrario, la evidencia estadística revela que ella agrega más valor que las mujeres dedicadas de tiempo completo al hogar, típicamente rotuladas como “amas de casa”. Esto corrobora los planteamientos de la doble o triple jornada que las mujeres deben enfrentar cuando ingresan al mercado de trabajo. 

 

El anterior hallazgo se opone al reportado por BIVENS y VOLKER (1986). Según ellos, en las familias donde la esposa/madre tiene el estatus de  “trabajadora” se agrega menos valor que en la contraparte, familias con “ama de casa”. Dicho de otra manera; para los autores en referencia, es mayor el valor agregado en familias donde hay un miembro -esposa/madre- que se dedica de tiempo completo a los menesteres del hogar, que en aquellas donde dicho miembro distribuye el tiempo entre la casa y el empleo remunerado.[4]

 

Respecto al ingreso, entre mayor sea, mayor valor agregado se da en la producción doméstica. Las familias con mayores capacidades de compra tienen amplias posibilidades de adquirir alimentos precocidos, comer por fuera de casa, recurrir a servicios de lavandería y otras ofertas del mercado; estas circunstancias harían que el valor agregado fuera menor, si se le compara con familias de escasos recursos monetarios; sin embargo, esto no ocurre en razón de la aplicación de precios de mercado diferenciados, que hace que la producción doméstica de las familias de estratos superiores sea más grande que la de estratos inferiores.

 

Para ilustrar un poco lo anterior; un almuerzo tipo “casero”, en un restaurante frecuentado por comensales de los estratos 5 ó 6, vale entre $5.000 y $5.500, mientras que en un sitio visitado por los de los estratos inferiores no supera los $2.500. Obviamente la estimación de la producción doméstica bruta arrojará unos resultados muy diferentes según sea el estrato socioeconómico al que se pertenezca, en razón de la aplicación diferenciada de precios sombra.  Vale aquí recordar que el valor agregado resulta de tomar la producción bruta, de la cual se descuentan los insumos, las comidas fuera de casa, los servicios de aseo comprados en el mercado y una especie de depreciación del utillaje doméstico.

 

En cuanto al ciclo de vida familiar, en tanto se trasciende de una etapa en formación, representada por el predominio de consumidores sobre productores, hacia la madurez, cuando empieza a incrementarse la fuerza de trabajo remunerada; en línea con esa transición aumenta el valor agregado. En resumen, conforme pasa el tiempo de conformación de la familia y sus miembros toman una ocupación en cambio de un salario, el valor agregado en la producción doméstica va aumentando. Se espera que entre más miembros tengan la posibilidad de acceder a una remuneración salarial, esto sea causal de incremento del ingreso familiar y, bajo tal circunstancia, la relación directa ciclo de vida familiar-valor agregado refuerce la relación directa entre ingreso y valor agregado.

 

Las preferencias por bienes producidos en el mercado, frente a la producción “casera” influyen sobre el valor agregado en la producción doméstica de alimentos y de aseo. Las personas que aceptan que si sus capacidades económicas se lo permitieran procurarían trabajar menos en casa y en cambio buscarían la satisfacción de ciertas necesidades por medio de bienes comprados en el mercado, son efectivamente, las más propensas a comer más veces fuera de casa, proveerse de precocidos y comprar servicios de lavandería y de aseo. Como es obvio, esta manifiesta inclinación hace disminuir el valor agregado -de ahí el signo negativo de la variable en la Tabla No.13- debido al efecto sustitución; ante la eventualidad de mayores ingresos hay quienes toman la decisión de remplazar lo hecho en casa por la producción del mercado, con el consecuente impacto negativo sobre el valor agregado.

 

Como se deduce de la Tabla No.13, las variables escolaridad, estrato socioeconómico y contratación de empleo doméstico carecen de poder de predicción acerca de la variabilidad del valor agregado; pero eso no significa que deban desecharse del análisis. Si bien es cierto que la escolaridad no tiene peso en el modelo, sí es fuerte su correlación directa con el ingreso[5] que indica que a mayor escolaridad, mayor ingreso y es por este medio, el del ingreso, como adquiere peso la educación para explicar la variación del valor agregado.

 

En lo referente a la contratación de empleo doméstico, su signo positivo[6] contribuye a explicar la relación inversa entre tiempo disponible y valor agregado. Una forma de enfrentar la carencia de tiempo disponible para el trabajo doméstico, se presenta mediante la contratación de fuerza de trabajo y así, la aparente contradicción de que a menos tiempo disponible más valor agregado, se entiende cuando se clarifica que, en parte, se debe a la presencia de otra variable tal como recurrir a mano de obra ajena a la familia para los menesteres del hogar.


 

[1] Se hace la distinción entre producción de mercado y producción doméstica para fines analíticos aún corriendo el riesgo de que se interprete como una contradicción con el referente teórico donde se plantea que la producción es un continuo.

[2] El estudio de BIVENS y VOLKER llega a un resultado similar; en éste, la escolaridad de quien respondió la encuesta no es un buen predictor de la variabilidad del valor agregado en la preparación de alimentos.

[3] En un caso extremo se daría  lo que se denomina una “solución de esquina” pues en teoría la curva de indiferencia hace tangencia con un extremo de la curva de restricción presupuestaria en razón a que bajo ninguna circunstancia la persona -el consumidor- va a cambiar lo hecho en casa por la producción de mercado.

[4] Una muy probable razón que  puede explicar los hallazgos opuestos, es el  entorno de la investigación. El trabajo de Bivens y Volker es en Estado Unidos, país de ingresos, costumbres, sistema de remuneración, etc, muy diferentes a Colombia y más concretamente a Manizales. 

[5] Ver matriz de correlaciones en los anexos.

[6] El signo positivo significa que las familias que contratan algún tipo de empleo doméstico, agregan más valor que las que no lo hacen; sin embargo, la significancia estadística no sustenta la contundencia de la afirmación.