Cada persona es consumidora de una canasta de bienes y servicios que le permiten satisfacer sus necesidades y las de su familia. Esta canasta la compone de todas las cosas que mensualmente consume como mínimo ante la capacidad de compra que su ingreso le representa.
Siendo más simple cuando se establece que el consumidor define dos grupos de bienes: los Necesarios y los Suntuarios.
Esta división la hace el sujeto sobre la prioridad que estos bienes tiene en sus preferencias. Por ejemplo son bienes necesarios la comida y las medicinas, y son bienes suntuarios las joyas y los automóviles. Entonces sobre un ingreso mensual definido el agente económico define sus Gastos Necesarios y sus Gastos Suntuarios, estableciendo un punto de equilibrio que genera un buen nivel de bienestar para él y su familia[8].
El agente económico por su labor obtiene un salario, por la utilización eficiente de su capital una renta y por otras labores un jornal. Todos estos son los ingresos del consumidor, más no todos ellos son corrientes, es decir periódicos y continuos.
Consideremos que el único ingreso corriente del agente es su salario, entonces este se convierte en su “frontera” de posibilidades de consumo, asignando sobre esta limitante sus gastos necesarios y suntuarios, y dejando en lo posible un ahorro para el día de mañana.
Este ingreso tiene una relación directa con los gastos en el precio de los mismos, ya que este el que afecta la composición y priorización del consumo[9]. Esta relación sobre el ingreso corriente se convierte en una situación negativa, ya que el proceso inflacionario afecta mes a mes la capacidad de compra.
El fenómeno inflacionario[10] (aumento de precios) causa que el ingreso nominal del agente económico se reduzca mes a mes hasta un aumento en el mismo. En otras palabras, por el aumento de precios, los sujetos compran cada día menos.
El gráfico 2 muestra claramente como mientras el ingreso nominal o ingreso corriente (YN) permanece constante en el tiempo (t), la capacidad de compra o ingreso real (YR) disminuye.
Esta variación de precios y reducción del ingreso real, causa que el sujeto deba hacer reasignaciones de consumo mes a mes y modificar la composición de sus canastas de bienes.
Es común en los países de América que los empresarios aumenten los salarios en enero sobre la cifra de inflación causada el año anterior[11], restaurando la capacidad de compra del consumidor, generando en lo posible un aumento real que permita un crecimiento en la demanda.
Mientras tanto el consumidor cambia su asignación de consumo mes a mes, al verse afectado por la inflación reduciendo sistemáticamente su capacidad de compra y estilo de vida.
Esto afecta directamente a los gastos suntuarios por no ser tan necesarios para la persona.
Cuando el agente define su consumo, primero define cuales son sus gastos necesarios y cuanto le cuestan, y después define sus gastos suntuarios.
La pregunta que debe hacerse es ¿qué define que un bien sea necesario o suntuario?. Esto lo define cada uno de los consumidores inicialmente, ya que para cada uno las necesidades son diferentes, pero en el tiempo son las reasignaciones las que realmente muestran la necesidad que cada consumidor tiene de los bienes. Por ejemplo, se podría dar el caso de un sujeto que da igual importancia a la comida que el ir a cine; cuando ocurra un incremento del precio de la comida, seguramente deberá reducir su visita al cinema. Esto se denomina elasticidad de demanda, que permite comprender como reacciona un consumidor ante un cambio en los precios[12].
Es evidente que las necesidades humanas son presentadas en las expresiones culturales[13], pero no es necesario consumir bienes culturales para satisfacer las necesidades.
En la denominada “Economía del Ocio”[14], se establece que el consumo de bienes y servicios de entretenimiento son el resultado de dos factores esenciales: el tiempo libre y un sobrante de ingreso.
Objetos de esta industria son las actividades deportivas (Fútbol, Baloncesto y Béisbol), las actividades culturales (Teatro, Cine y Museos), Libros, Videotapes, Obras de Arte y muchos otros que tienen la particularidad de satisfacer al consumidor sus necesidades no básicas. De igual modo son bienes y servicios que por lo general tiene una alta reacción al precio, por lo menos en el común del mercado[15].
Es por esto que los bienes y servicios culturales son considerados como bienes suntuarios. Cabe anotar que existen dentro de esta misma canasta sustitutos gratuitos que causan desplazamiento de consumo cultural; tal es el caso de la televisión que es un sustituto de los cinemas ó la radio que es sustituto de las grabaciones fonográficas. Entonces, si el ingreso del sujeto es reducido y no puede ir a cine, puede alquilar un videotape, o bien ver televisión local o por cable.
Más no por esto el consumo cultural no se considera como un gasto básico, ya que todas las economías así lo consideran. Es un gasto básico porque el ocio es común a todos y el deseo de entretenimiento también.