Sebastián Edwards es de aquellos economistas que forma parte de la selecta camada de chilenos que estudio en la Universidad de Chicago a fines de los años '70, pero que no comulga con el perfil de los "boys" de la liberal casa de estudios estadounidense. Su estilo de camisas rayadas y corbatas fuera de lo tradicional, le dan un aire de modernidad que también tiene su discurso político y económico.
"Soy
socialmente progresista, políticamente anti-militar, y fuertemente
pro-mercado", admite este profesor de la Universidad de California de los
Angeles (UCLA) y ex economista jefe para América Latina y el Caribe del Banco
Mundial, quien accedió a hablar con La Tercera desde su oficina en la acelerada
ciudad al oeste de Estados Unidos.
Frecuente
columnista del Wall Street Journal, este chileno, de hiperkinética forma de
hablar, se evade de la pesada actividad académica manejando un convertible por
las calles que bordean las playas de California.
¿Por
qué ahora apoya a Lavín, si antes era reconocido como un hombre
concertacionista?.
Siempre
he sido muy progresista en mis posiciones sociales. También muy claramente anti-militar
en lo político e institucional. Por ello, se me asociaba con el ala moderna y
liberal de la Concertación. Ahora, también he sido muy pro-mercado y
aperturista en lo económico. Esta combinación ha sido, hasta hace poco, muy
rara en Chile. En ese sentido, en lo que a política contingente se refiere, yo
no estaba ni aquí ni allá. Sin embargo, a comienzos de la campaña
presidencial me desconcertó la actitud autoritaria, principista y nostálgica
de algunos miembros del círculo íntimo de Lagos.
Mientras más
escarbaba, más claro me parecía que la campaña de Lagos estaba siendo
dominada por una posición de gran escepticismo hacia la modernidad económica y
también social. Una actitud de escasa tolerancia -a pesar del discurso-, y de
gran paternalismo. Incluso con visos de censura.
¿Y su
apoyo a Lavín es irrestricto?.
Lavín
ofrece una cierta frescura e imaginación que pueden ser muy positivas en lo
económico. Además, él -a quién conozco muy bien desde nuestros días de
universidad- es abierto y está dispuesto a hacer avances importantes en lo
social e institucional. Pero mi apoyo no es irrestricto. También hay riesgos.
Lo peor es que un posible gobierno de Lavín sea capturado por la derecha
tradicional y, en particular, por el pinochetismo. Me horrorizó -y esta es la
palabra precisa- saber que el 12 de diciembre celebraban en el comando de Lavín
oscuros personajes que alcanzaron cierto poder entre bambalinas durante la
dictadura. Yo tengo la esperanza que, si es elegido, Lavín sabrá mantanerlos
alejados.
¿Cuál sería
el escenario más probable si el próximo presidente es Lagos?. El
lo ha dicho claramente. Sería el tercer gobierno de la Concertación.
Vale decir
una administración de continuismo, lo que significa un gobierno cuidadoso, sin
extravagancias, y sin mayores gestos creativos.
Posiblemente
un gobierno donde dominarían los distintos matices del gris.
Diferentes
a los de la administración del actual Presidente Eduardo Frei, pero grises al
fin.
Pero,
qué políticas aplicaría el candidato oficialista?.
Hoy
la gran interrogante es quién es Ricardo Lagos. ¿Es el de la primera vuelta?,
¿Un polemista temido, de una inteligencia singular, y con un dejo nostálgico
de la vieja guardia? No creo que nadie lo sepa a ciencia cierta. Pero lo que sí
me parece, es que sus posiciones muy recientes son claramente conservadoras e
incluso algo autoritarias.
No veo, en
la mayoría de los economistas que rodean a Lagos, un verdadero compromiso con
la modernidad. Lo que sí veo es un cierto desprecio por la libertad individual.
Es gente que cree -y lo creen sinceramente- que está mal que los chilenos de
clase media aspiren a viajar a Miami, y llevar a los niños a Disneylandia. Hay
en esta posición una cierta actitud principista y antidemocrática que me
aterra.
Desde
luego, el desconfiar en las decisiones individuales no puede ser bueno para el
proceso creativo y el crecimiento económico. Ahora bien,creo que la comunidad
económica internacional estaría mucho más tranquila si Lagos clarificara su
posición y dijera, con todas sus letras, que en su gabinete habrá gente
moderna como Andrés Bianchi, José de Gregorio,Roberto Zahler y René Cortazar.
En el
caso de llegar Lavín a La Moneda.
Una
administración de Joaquín Lavín mantendría los grandes lineamientos: una
economía de mercado y abierta al resto del mundo. Al mismo tiempo,sería un
gobierno que, a través de una serie de reformas estructurales -incluyendo la
descentralización de las decisiones- daría la pauta para volver a echar a
andar la máquina creativa de los chilenos. Si eso sucede podríamos tener una
explosión productiva, con un crecimiento acelerado, y una rápida creación de
empleos. Sin embargo, existe el riesgo de que una administración Lavín se vea
atrapada por las promesas que se han hecho en la campaña. La pregunta clave es
si se tendrá la capacidad y creatividad de crear los espacios fiscales para
financiar el programa. Técnicamente es posible hacerlo. ¿Habrá capacidad? No
lo sé.
Cree que un
eventual gobierno de Lavín enfrentará presiones sociales,especialmente en áreas
como salud y educación. No.
Me parece que el programa de Lavín es muy realista y creativo ahí.
Lo que
Chile necesita es una educación de calidad y un sistema de salud eficiente.
Ello no significa que tengan que ser servicios provistos por el Estado. Lo que sí
significa es que se entreguen servicios de calidad y que la mayoría de los
chilenos tengan acceso a ellos. El programa de Lavín apunta hacia allá.
Las
presiones sindicales pueden ser el gran escollo para Lavín. Además,el rechazo
de las reformas laborales pereció favorecer a Lagos.
El
tema laboral es esencial. Pero la verdad es que aquí ha habido mucha demagogia,
desinformación y oportunismo. La reforma laboral presentada por el gobierno no
era mala, sino pésima. Era una reforma anti empleo,anti trabajador joven, anti
emprendedor, anti pequeño empresario, y anti progreso. Y lo que más me
preocupa, es que la candidatura de Lagos planteó que insistirán sobre ella si
llegan al gobierno. Sería un paso gigantesco para atrás. Ello no significa que
haya que contentarse con lo que existe. Pero lo que hay que hacer es tomar una
actitud seria, de altura. Dejar de lado la campaña del terror y aplicar una ley
que proteja y fomente el empleo bien pagado.
Se sabe
que las reformas apuntaban a cumplir los compromisos internacionales suscritos y
que permitirían al país seguir firmando acuerdos bilaterales con países
desarrollados.
La
desinformación en este tema es pavorosa. Chile, como casi todos los países del
mundo, es miembro de la Organización Internacional de Trabajo (OIT) y participa
de ciertos protocolos y convenciones. Hay cerca de 140 convenciones de la OIT y
mientras Chile ha ratificado algo más de 40 de ellas, los Estados Unidos sólo
ha ratificado cerca de 10. Nueva Zelandia y Australia algo más de 40, al igual
que Chile. Y nadie ha insinuado que Estados Unidos, Australia o Nueva Zelandia
se van a ver privados de la inserción internacional.
Hay que
tener una legislación laboral moderna, que respete normas internacionales básicas
y fomente el empleo. Pero, tal como lo han entendido australianos y
neozelandeses, ello no significa que nuestra legislación laboral vaya a ser
dictada por un grupo de burócratas en Ginebra.
Entonces,
¿reformar la legislación laboral debería ser uno de los desafíos que debiera
encarar el próximo gobierno?.
La
reforma laboral es una clara tarea pendiente. Es necesario ampliar el ámbito de
la negociación colectiva e implementar un seguro de desempleo. También hay que
enfrentar el problema de los reemplazos durante una huelga, donde es necesario
flexibilidad. El que haya o no reemplazos debiera ser negociado por las partes.
Lo
fundamental es que una reforma laboral no debe, bajo ningún punto de vista,
desincentivar el empleo. Un reciente estudio del Banco Interamericano del
Desarrollo (BID), asegura que la legislación laboral chilena es bastante
restrictiva y también que las legislaciones laborales excesivamente
restrictivas son bonitas en el papel, pero nocivas para el empleo y los
trabajadores.
¿Es partidario
de privatizar empresas públicas como Codelco o Enap?. El
Estado debe ser muy pequeño y fuerte. Fuerte en dos sentidos: que lo que haga
lo haga y muy bien, y que no sea "capturado" por grupos de interés
para su propio beneficio. Pequeño en el sentido que no debe hacer lo que la
población a través del sector privado o la sociedad civil puede hacer
eficientemente. Hoy -a pesar del progreso de los últimos 25 años- el Estado
chileno no es ni pequeño ni fuerte. Se involucra en muchas áreas que no hace
bien, y no hace bien cosas que sólo el puede hacer. Hay mucho que hacer y ello
significa que, más temprano que tarde, se privaticen compañías como Enap y
Codelco.
¿Cómo
evalúa la administración los EduardoFrei y Eduardo Aninat?.
En
lo económico, el gobierno de Frei no ha sido ni bueno ni malo: ordenado y sin
mayor imaginación. Administró más o menos bien lo que había heredado, y no
pudo, o no quiso, dar el gran salto. No quiero ser muy duro, pero es difícil
evitar pensar que, en cierto modo, fue un gobierno que se farreó la oportunidad
de consolidar el crecimiento con que venía Chile. Uno no puede hacer este
juicio y eximir de responsabilidad al Ministro de Hacienda. Cuando se escriba la
historia económica de la segunda mitad del siglo 20, Eduardo Aninat no estará
entre los grandes ministros de Hacienda pero sus predecesores, Alejandro Foxley
y Hernán Büchi, sí. Aninat se encandiló con la arena internacional y se creyó
con la inocencia de una quinceañera el cuento de la incorporación de Chile al
Tratado de Libre Comercio América del Norte (Nafta). Esto creó problemas
dentro del gobierno, retrasó las reformas arancelarias, y dejó a Chile con una
reputación golpeada. También el haber mantenido los encajes a la entrada de
capitales fue una decisión errada, que le ha costado, y seguirá costándole
mucho al país. La reacción tardía y a media máquina a la crisis casi no
tiene perdón.
¿Cuándo
cree que la crisis terminó para la economía chilena y cuáles son las
proyecciones de crecimiento para el 2000?.
La
recesión ya tocó fondo. Así lo demuestran los distintos indicadores e incluso
las recientemente conocidas cifras de desempleo. Ha sido una crisis profunda. De
hecho, mucho más de lo necesario, pero de la que ya estamos saliendo.
En el 2000
la economía crecerá entre 4 por ciento y 5 por ciento. Pero lo importante no
es el 2000 -después de todo eso será más que nada recuperación- sino lo que
sigue.
¿Cuál
es su visión de lo que puede ser la política chilena a futuro?.
Lo
importante es que la política chilena ha cambiado radicalmente.
Incluso
sería posible formar, en los próximos años, un verdadero movimiento de
centro, democrático, aperturista, donde cabrían grandes líderes como
Alejandro Foxley y Edgardo Boeninger, al lado de empresarios progresistas como Máximo
Pacheco y David Gallagher, y a intelectuales como Arturo Fontaine. Sería de
verdad muy positivo.
Los dos
escenarios
Refomas
laborales
La farra de
Frei
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1647 - Investigaciones socioambientales, educativas y humanísticas para el medio rural Por: Miguel Ángel Sámano Rentería y Ramón Rivera Espinosa. (Coordinadores) Este libro es producto del trabajo desarrollado por un grupo interdisciplinario de investigadores integrantes del Instituto de Investigaciones Socioambientales, Educativas y Humanísticas para el Medio Rural (IISEHMER). Libro gratis |
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