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Se considera que Hugo Grotius es el creador de los conceptos de "ética natural" y del "contrato social". En su libro de 1609 "Mare Liberum" (Sobre la libertad de los mares) promueve la idea del uso libre de las vías de comunicación marítima para el beneficio de todos. Su libro de 1625 De Jure belli ac pacis (Sobre el derecho de la guerra y la paz) es considerado el primer tratado de derecho internacional. Para Grotius, la propiedad era el resultado del consentimiento de la sociedad y no había por tanto nada inalienable en ella.
Parece ser que Grotius es "el eslabón perdido" que transmitió y difundió por Europa las ideas de los españoles de la Escuela de Salamanca, especialmente de Luis de Molina, con el que coincidió en la Universidad de París.
OBRAS
De Jure praedae commentarius
Mare Liberum 1609
Déclaration en français de M. de Groot, expliquant les raisons de son arrivée en France, donnant copie d'une lettre, adressée par lui aux Etats généraux... le 30 mars 1621, c.1622.
De Jure belli ac pacis 1625.
Excerpta ex tragoediis et comediis graecis tum quae existant, tum quae perierunt, emendata et latinis versibus reddita, 1626
La verdadera religión explicada y defendida contra los archienemigos de estos tiempos, 1632.
De Imperio summarum potestatum circa sacra, 1648
Anales e historias de los Países Bajos, 1662
Aenmerkinge op de Missive va Parnas, van den 22. January 1685, 1685
Biografía de Hugo Grocio extraída de León Gómez Rivas "El pensamiento económico en España y Holanda en el siglo XVII; la guerra de los treinta años y la difusión de ideas: Hugo Grotius." en la revista Cuadernos de Ciencias Económicas y Empresariales Nº 37, 1999
Hugo Grotius nació en Delft (1583), una ciudad medianamente importante cerca de Rotterdam, en la provincia de Holanda. Allí residía el príncipe Guillermo de Orange, Estatúder de las Provincias Unidas que desde 1581 estaban en abierta rebelión contra la autoridad de Felipe II32, y que sería asesinado por un mercenario en 158433. Veremos que Alejandro Farnesio, príncipe de Parma, fue el Gobernador español en Bruselas desde 1578 a 1592. Y a pesar de no contar con excesivos fondos, consiguió mantener para su monarca una relativamente buena presencia militar en Flandes hasta finales de los años ochenta, cuando se suceden los acontecimientos de la Armada (1588), las guerras por el trono de Francia (1589), y las rebeliones y motines de las tropas españolas que permitirán la contraofensiva de los Estados Generales con Mauricio de Nassau (1590).
Durante estos años transcurre la infancia de Huig de Groot, más conocido por la versión latinizada de su nombre: Grotius. Hijo de un burgomaestre intelectual, recibió una cuidadosa educación y el característico orgullo cívico del patriciado holandés. En los comienzos de la república holandesa, estas ciudades estaban controladas por una cerrada oligarquía que dominaba los consejos urbanos y provinciales, y que por tanto ejercía un control indirecto sobre los Estados Generales.
Grotius destacaría muy pronto por sus conocimientos de las lenguas y literatura clásicas, sus estudios de filología, y tempranas composiciones poéticas, en la línea del completo humanista del Renacimiento. De manera que ingresó con once años en la Universidad de Leiden, pequeña ciudad al norte de La Haya que había conseguido su reconocimiento de sede universitaria desde hacía bien poco, en 1574, cuando los ejércitos españoles fracasaron en su asedio34.
Las excelentes cualidades oratorias de Grotius le pusieron en contacto con el Gran Consejero Pensionado Johan van Oldenbarneveldt, portavoz (o abogado) de la provincia de Holanda en los Estados Generales, y líder civil de la rebelión. Grotius pronto se convertiría en su mano derecha; y así, durante una misión diplomática en la que viajó a Francia casi como un 'suitable ornament'(1598), se doctoró en derecho por la Universidad de Orleans.
En 1599 se incorpora a la actividad pública en La Haya, donde también ejerce como jurista. En 1607 fue nombrado advocaat fiscaal para la provincia de Holanda, y en 1613 es consejero pensionado de Rotterdam, cargo que le llevó como embajador holandés a la corte inglesa, a la vez que era representante en los Estado Generales de las Provincia Unidas, siendo considerado como el probable sucesor de Oldenbarneveldt.
Se casó en 1608 con María van Reigersberch, hija del burgomaestre de Veere, mujer inteligente y de gran coraje que va a ser decisiva en varias circunstancias difíciles de su vida. Tuvieron siete hijos.
Su carrera política se vio truncada a consecuencia de los conflictos religiosos entre calvinistas ortodoxos y arminianos, que habían tratado de impedir tanto Oldenbarneveldt como nuestro autor buscando un incremento de la autonomía entre el Estado y las iglesias reformadas.
En 1619 el Gran Consejero decidió que sólo quedaba el recurso de un golpe de fuerza político contra el stadtholder Mauricio de Orange, que fracasó, arrastrando en su intento a Grotius. Ambos fueron procesados: Oldenbarneveldt fue condenado a muerte, y Grotius, que al parecer llegó a declarar contra su amigo en el juicio, a cadena perpetua en el castillo de Loevenstein.
Pero logró escapar de la prisión en 1621 gracias al ingenio de su esposa, y se refugió en Francia, donde fue bien recibido. Luis XIII le pagaba una reducida pensión, que le permitió residir durante diez años en París junto a su familia, con ciertas estrecheces económicas: no podía enseñar en la Universidad por su credo protestante, y solamente se ganaba la vida como escritor. Grotius esperaba ser rehabilitado en su país, por lo que regresó a Holanda en 1631 con la fallida intención de restablecerse allí: sin embargo, la Asamblea vetaría su entrada, a pesar de la opinión del nuevo Príncipe Federico Enrique de Orange, sucesor de Mauricio (muerto en 1625). Pasaría el resto de su vida en el exilio.
Tuvo que huir nuevamente de Holanda, y se refugió en Hamburgo. Allí conocería al canciller sueco Oxenstiern, quien le recomendó ante la Reina Cristina para embajador de Suecia en París. Tras una estancia en Estocolmo, regresa en 1635 a la corte francesa. Pero Grotius, un erudito algo excéntrico de origen burgués, nunca se sintió a gusto entre diplomáticos profesionales con título de nobleza. Como además no podía esperar las demoras en el pago de su salario, continuaba escribiendo, preocupado por un objetivo muy superior a la rutina política: la restauración de la unidad cristiana.
En 1644 fue invitado a Suecia por la Reina, y allí viajó con la decisión de presentar su dimisión, y regresar por fin a su tierra natal. Aunque Cristina le ofrecería un puesto en su Consejo de Estado, Grotius rehusó también a vivir en Suecia (donde siempre fue tratado con suma cortesía). Pero fatalmente, en el viaje de regreso su barco se desvió de ruta, y el 26 de agosto de 1645 naufragó en la costa de Pomerania. Dos días después Grotius murió, agotado, en Rostock camino de Lübech. Su cuerpo finalmente pudo ser trasladado a Delft.