Grandes Economistas
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Wim Duisenberg (1935 – 2005)
Considerado como uno de los promotores de la introducción de
la moneda común europea, el euro, a Williem Frederick Duisenberg se le recuerda
por ser el primer presidente del Banco Central Europeo (BCE), cargo que ocupó de
1998 a 2003.
Nació en la localidad holandesa de Heerenveen, el 9 de julio
de 1935. Licenciado en Ciencias Económicas por la Universidad de Groningen,
obtuvo su doctorado en 1965 con un trabajo titulado "Las Consecuencias
económicas del desarme". Posteriormente fue asesor del Fondo Monetario
Internacional, de 1965 a 1969. A su vuelta a Holanda, ejerció como asesor del
Banco Central Holandés y fue profesor de Macroeconomía en la Facultad de
Economía de Amsterdam. Miembro del PVDA (Partido del Trabajo holandés), entre
1973 y 1977 ejerció la cartera de Economía –en esa etapa tuvo que lidiar con dos
crisis petrolíferas– en el gobierno holandés presidido por el socialdemócrata
Joop Den Uyl. Aplicó en una primera fase políticas de endeudamiento mediante
gasto público para, en los últimos años, pasar a otras de corte restrictivo. Es
famosa la denominada "cláusula del uno por ciento", según la cual los gastos
públicos no debían ser incrementados en más de un punto anual. En 1977 pasó a
dirigir el Banco de Pagos Internacionales. Fue también director del Banco
Nacional de Holanda (Nederlandse Bank) de 1982 a 1997 con notables resultados,
al tiempo que ejerció la presidencia del Consejo de Dirección del Banco
Internacional de Pagos.
En 1993 fue nombrado presidente del Comité de Gobernadores de Bancos Centrales
Europeos. Desde 1994 fue miembro del consejo directivo del Instituto Monetario
Europeo y, el 1 de julio de 1997, toma posesión de su nuevo cargo como
presidente de la citada entidad, con la misión de organizar el funcionamiento
del futuro Banco Central Europeo y las bases de los criterios de convergencia
para la entrada en funcionamiento del euro.
A pesar de la oposición francesa, el candidato preferido por Alemania es
nombrado presidente del BCE en la Cumbre Extraordinaria de jefes de Estado y de
gobierno que tuvo lugar en Bruselas el 2 de mayo de 1998. Desde ese cargo se
postula como uno de los máximos defensores del posteriormente tan denostado
Pacto de Estabilidad y Crecimiento, y ejerce un férreo control sobre la
inflación (hay que recordar que a diferencia de la Reserva Federal, entre los
objetivos del BCE no figura el crecimiento y tipo de cambio), lo que provocó la
ira de no pocos inversores y algunos políticos, por su frecuente resistencia a
modificar los tipos de interés, en aras al logro de dicho objetivo.
Como estaba previsto, Duisenberg no agotó sus ocho años de mandato. Finalizó su
misión el 1 de noviembre de 2003, merced al “pacto de caballeros” alcanzado
entre Francia y Alemania para sustituirle por un francés a mitad de mandato. En
efecto, fue el ex presidente del Banco Central francés Jean-Claude Trichet
quien, tras ser absuelto de un escándalo de manipulación de cuentas del banco
Credit Lyonais, se situó al frente de la dirección del BCE. Durante su último
año de vida fue consejero de la compañía aérea Air France, tras la compra de
KLM.
De entre los escritos económicos de Duisenberg de mayor interés, cabe citar:
- 'Consecuencias económicas del desarme' (1965),
- 'El FMI y el Sistema Monetario Internacional' (1966),
- 'El equilibrio británico de pagos' (1969),
- 'Comentarios sobre la inflación importada' (1970).
El 31 de julio de 2005 fue encontrado ahogado, tras sufrir un infarto, en la
piscina de su residencia de Faucon, una aldea de unos 400 habitantes situada en
el departamento francés de Vauclause, al noreste de las localidades de Aviñón y
Orange, y donde Duisenberg alternaba sus días de estancia con su casa de
Holanda. Estaba casado y tenía dos hijos y una hija, fruto de un matrimonio
anterior a sus segundas nupcias con Greta Duisenberg. Recibió varias
condecoraciones, como la Cruz de Isabel la Católica en España, a manos de
Rodrigo Rato.
Reproducimos a continuación una nota que publicó
Estrella Digital el 1 de agosto de 2005 con motivo de su defunción.
Duisenberg, adiós al padre del euro
José Hervás Garcés
La muerte repentina del primer Gobernador del Banco Central Europeo trae de
nuevo a la actualidad la revisión de la actuación como máxima autoridad
monetaria europea de este simpático, sólido, accesible y casi siempre
bienhumorado político socialista holandés, Wim Duisenberg, padre del euro, a
quien los medios, especialmente los británicos, criticaron con dureza desde el
primer día de su nombramiento. Hoy existe práctica unanimidad a la hora de
destacar, como ayer hicieran la generalidad de los políticos europeos que se
manifestaron su papel primordial en la puesta en marcha de la moneda única y en
la estabilidad del euro
En cambio, en el momento inicial de su mandato, los medios resaltaron de sus
intervenciones públicas su franqueza y su preocupación más por controlar la
inflación que por estimular el crecimiento de la economía. Se olvidaban la
mayoría de sus críticos que, a diferencia de lo que ocurre con la Reserva
Federal de los Estados Unidos, los textos constituyentes del BCE le obligan a
mantener controlados los precios pero dejan la elaboración de la política
económica en manos del Ecofín o de los Jefes de Estado y de Gobierno.
A pesar de las críticas que sufrió por sus supuestas meteduras de pata y la
falta de política de comunicación adecuada con los mercados financieros, la
historia le ha hecho justicia y ya en vida empezó a destacar mucho más sus
aciertos, primero en la consolidación del Instituto Monetario Europeo, tras la
dimisión del belga Alexander Lamfalussy y luego en la puesta en funcionamiento
del Banco Central Europeo del que siempre buscó el consenso.
Nombramiento como presidente del BCE
Son pocos lo que conocen que fue el propio Lamfalussy quien se encargó de
proponerle como su sucesor en el IME con la intención de que continuara en el
Banco Central Europeo en el que pasó cinco años y cinco meses, desde el 1 de
junio de 1998, al 1 de noviembre de 2003, día en que tomó posesión su sucesor,
Jean Claude Trichet de quien se destaca que hasta el momento lo más
signioficativo de su política ha sido seguir con la línea Duisenberg.
Duisenberg fue nombrado presidente del Instituto Monetario Europeo y primer
presidente del BCE pese a que Francia y Alemania, Chirac y Khol, habían acordado
el reparto del botín: Alemania pasaba a ser la sede del banco mientras el primer
presidente de la entidad sería un francés. Pero el viernes 3 de mayo de 1996, el
presidente del IME, el belga Alexander Lamfalussy, llamó por teléfono a Hans
Tietmeyer, a la sazón presidente del Bundesbank y a Jean Claude Trichet,
Gobernador del Banco de Francia para anunciarles su renuncia al mandato que
finalizaba el 31 de diciembre. Sugería como su sucesor el nombre del gobernador
del Banco de Holanda que durante sus quince años de gobierno de la entidad
holandesa había conseguido hacer que su moneda fuera tan poderosa y esatable
como el propi marco alemán. Les proponía asimismo que Duisenberg fuera el primer
gobernador del Banco Central Europeo a partir del 1 de junio del 98, como
muestra de la independencia en la que deberían moverse de los poderes políticos
que habían decidido ya por ellos.
Tras obtener la aprobación de los responsables de los bancos emisores de
Alemania y Francia, Lamfalussy planteó al colegio de gobernadores de los bancos
centrales de la eurozona reunidos en Francfort la misma propuesta el lunes 6 de
mayo al final de la reunión del consejo de Gobierno del IME. Wim Duisenberg puso
como condición para aceptar el cargo que se hiciera por consenso de los quince
países de las UE. Los gobernadores se comprometieron a consultar a sus
respectivos gobiernos a fin de obtener un acuerdo para la siguiente semana.
El 13 de mayo, sólo los gobernadores de Francia e Italia no habían obtenido de
sus ejecutivos un compromiso claro. Italia porque, sumida en otra de las eternas
crisis que sufría de Gobierno, no contaba con Ejecutivo en ese momento y Francia
porque veía roto su acuerdo con Alemania por el que el primer presidente del
Banco Central Europeo sería francés. El Instituto Monetario Europeo se adelantó
e hizo público el nombramiento de Duisenberg tras manifestar Trichet su
compromiso de que convencería a su Gobierno para que aceptera el acuerdo.
Ante las dudas, sólo el Gobierno de Holanda se atrevió a publicar que además de
presidir el IME sería también el primer presidente de BCE. Curiosamente en
Francia, durante años no se dieron por aludidos con este acuerdo. Ni Alain Juppé,
entonces primer ministro, ni Jean-Claude Arthuis, ministro de Finanzas,
recordaban haber sido consultados por Trichet cuando se entrevistó con ellos el
6 de mayo para resolver este asunto.
En París no son pocos los que consideran que Trichet se atrevió a plantear la
cuestión a su Gobierno. El Gobernador del Banco de Francia no pasaba por su
mejor momento de relaciones ni con el Elíseo, ni con Matignon ni con Bercy.
Meses más tarde, en la cumbre de Dublín, el Presidente de Francia aseguraba al
finalizar el Consejo Europeo que el nombramiento de Duisenberg al frente del IME
no prejuzgaba su nombramiento como primer presidente del Banco. No sabía lo
equivocado que estaba hasta que el 2 de mayo de 1998 el Consejo decidiera
nombrarle y solo pudiera conseguir del resto de jefes de Estado o de Gobierno de
la UE el compromiso de que Trichet sería a su vez el sucesor de Duisenberg y que
éste dimitiría antes de que acabara su nombramiento por ocho años, como así fue.
Los éxitos de la continuidad
Una de las muestras más evidentes de los éxitos conseguidos por Duisenberg
durante su mandato ha sido la continuidad de su política con el nuevo
presidente. Como una de las escasas diferencias visibles entre Trichet y su
predecesor se suele señalar el "porte monárquico y oficialista" que confiere a
sus comparecencias públicas, a las que gusta rodear de un aire de solemnidad que
Duisenberg despreciaba. Existe unanimidad a la hora de precisar que el tiempo de
mandato de Trichet al frente del BCE se ha caracterizado por la continuidad más
que por el espíritu innovador o por el formalismo frente al estilo más relajado
de Duisenberg.
Cuando Duisenbeg abandonó la entidad lanzó una advertencia diciendo que rería un
desastre para Europa que fracasara el Pacto de Estabilidad y Crecimiento. Cuando
Trichet fijó sus prioridades en la primera comparecencia ante el Parlamento
Europeo aseguró su apoyo sin reservas al Pacto de Estabilidad y Crecimiento,
precisando que sus retos eran los mismos que los de su predecesor la estabilidad
de precios, facilitar el crecimiento económico y la creación de empleo mediante
el cumplimiento de la estabilidad presupuestaria.
La idea de continuidad se ve apoyada por el sistema de colegialidad en que se
adoptan las decisiones. El Presidente del BCE cuenta con menos prerrogativas que
el de la Reserva Federal. En la FED el presidente es claramente un 'primus inter
pares', con una influencia preponderante, en parte porque goza del beneficio del
flujo de información privilegiada. En la FED sólo el presidente puede pedir
estudios a los servicios especializados del banco. No es el caso del eurosistema
donde el jefe economista es la persona que está en el centro de los análisis
realizados por el staff de la entidad. De acuerdo con esta interpretación, el
economista jefe de la entidad, el profesor Otmar Issing, sería quien realmente
detentaría el poder, al menos el del conocimiento.
Nadie esperaba grandes cambios, y no los ha habido. Con una sola gran excepción.
Duisenberg lograba el consenso en el seno del consejo de gobierno con más
facilidad de la que lo consigue Trichet quien quiere transmitir la impresión de
que es sólo el mensajero de las decisiones del consejo, más que un presidente
que participa activamente en el proceso de toma decisiones de la entidad y
búsqueda de unanimidad. Su personalidad y el peso del país al que representa en
el comité ejecutivo, le hacen tener el peso que no tenía Duisenberg.
Ver también:
•
El Sistema Europeo de Bancos Centrales
•
http://www.ecb.int/home/html/index página web oficial del BCE
Información recopilada por Pablo Miró Rocasolano (CV)
1 de agosto de 2005