Revista académica de economía
con
el Número Internacional Normalizado de
Publicaciones Seriadas ISSN
1696-8352
Juan Torres López
www.juantorreslopez.com
Alberto Montero Soler
Universidad de Málaga (España)
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este artículo puede utilizar el siguiente formato: Envíe sus
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Una de las cosas que más
extrañan a quienes visitan Venezuela o analizan desde fuera su evolución
política, económica y social es la enorme preocupación que los sectores
más ricos y privilegiados muestran hacia la pobreza que existe en su país.
Este hecho nos parece
realmente asombroso y digno de análisis por varias razones.
Torres López, J. y Montero Soler, A. (2004) "¿Hay
más pobres en Venezuela con Hugo Chávez? " en Observatorio de la Economía
Latinoamericana, Nº 32. Texto completo en http://www.eumed.net/cursecon/ecolat/index.htm
directamente a los autores:
amontero@uma.es
Si uno oye hablar a los dirigentes políticos de la oposición, si lee u oye
los medios de comunicación privados, a los dirigentes más reaccionarios de
la Iglesia católica, en fin, a los opositores del Gobierno de Hugo Chávez
se encuentra con una prédica común: el proceso bolivariano ha aumentado la
pobreza en Venezuela. Ahora, dicen, hay muchos más pobres que antes.
En primer lugar, porque desgraciadamente no ocurre en ningún otro país de
América Latina. En otros sitios la pobreza es también muy elevada. Algunas
estimaciones señalan que desde 1980 la cifra de pobres se ha doblado en el
continente. Y, sin embargo, estas clases dirigentes que ahora y en
Venezuela se sienten tan sensibles hacia la pobreza nada dicen, tratan de
ocultarla y, como están en el poder, no se les ocurre decir que son las
responsables de que haya cientos de millones de pobres. ¿Cómo es que no se
levantan contra las políticas neoliberales que han creado mucha más
pobreza con la misma bravura que lo hacen contra Chávez? Desde ese punto
de vista, la clase política y los grupos sociales que se oponen a Hugo
Chávez son verdaderamente singulares. Habría que alabarles su sensibilidad
y su preocupación por lo pobres… si no fuera por otras circunstancias así
mismo sospechosas.
En segundo lugar, hay algo que cuesta trabajo entender a quien analiza
desde fuera la situación venezolana. Si esas clases hasta hace poco
dirigentes, si esos sectores sociales que tienen periódicos, televisiones,
púlpitos y, por supuesto, muchísimo dinero y poder están tan sinceramente
preocupados por la pobreza y por la miseria de sus compatriotas, ¿cómo
dejaron que, cuando los suyos estaban en el gobierno, Venezuela se
convirtiera en uno de los países más desiguales del mundo?, ¿cómo es que
esos políticos, esos periodistas, esos empresarios, esos obispos que ahora
claman contra la pobreza que dicen ha creado Chávez no lo hacían cuando
gobernando ellos mismos la tasa de pobreza superó, según algunas
estimaciones, el 80% de la población?, ¿cómo dejaron que esto ocurriera
sin alzar las voces como lo hacen ahora?
En tercer lugar, es igualmente chocante y singular que la “preocupación”
que muestran hacia el aumento de la pobreza sólo se manifieste contra los
pobres que dicen ha creado Hugo Chávez. Sorprende, por ejemplo, que esos
grupos políticos, esos periódicos, esas televisiones, esos obispos de
derechas o esos empresarios huelguistas no clamen y critiquen a quien
tiene los peores registros de creación de pobreza entre las naciones más
ricas del mundo: George W. Bush. Ni siquiera los estudios más críticos
contra el gobierno bolivariano estiman que sus resultados en relación con
la pobreza sean peores que los de Bush, que en los tres años últimos ha
aumentado la pobreza a una tasa superior al 12% anual y que sólo en 2003
hizo aumentar en 1.400.000 los pobres que hay en Estados Unidos. Es
chocante, desde luego, que quienes critican a Chávez porque dicen que con
él aumenta la pobreza (algo que como veremos no está demostrado) se
refugien en Estados Unidos y pongan a su gobierno como ejemplo, cuando
está indiscutiblemente constatado que es el mayor productor mundial de
pobres.
Finalmente, y ya en otro orden de cosas, lo que más sorprendente resulta
al observador extranjero es que el gobierno de Chávez tenga un apoyo
electoral tan inmenso (que para sí quisieran los gobernantes de otras
naciones) si lo hace todo tan mal. Y, más concretamente, es realmente
increíble que pueda seguir teniendo el apoyo electoral precisamente de los
más pobres de Venezuela si es verdad lo que dice la oposición, es decir,
si todas esas personas son pobres, o más pobres que antes, por culpa de
Chávez.
Lo que está ocurriendo en Venezuela es de gran interés para todo el
planeta y, especialmente, para quienes estamos convencidos de que, a pesar
de todas las dificultades, un mundo en el que no predomine la desigualdad
y la miseria es tan posible como necesario. Por eso vale la pena
reflexionar con algunos elementos objetivos sobre este asunto.
¿Es verdad que hay más pobres en Venezuela?
La medición de la pobreza es un asunto complicado por muchas razones.
La pobreza es una situación compleja. No es sólo un estado que se mida en
términos cuantitativos o monetarios.
El problema es que la pobreza es multidimensional, tiene que ver con lo
que se tiene pero también con las posibilidades de hacer. Un pobre podría
tener un ingreso considerado suficiente para sobrevivir y, a pesar de
ello, seguir siendo pobre en la medida en que no tuviera la posibilidad de
mejorar, de integrarse, de realizarse como persona y como ser social, de
decidir y participar en la vida que hay a su alrededor. Se puede no ser
pobre desde un punto de vista económico y, al mismo tiempo, ser una
persona sin capacidad de influencia, alienada y servil. Y, por el
contrario, se puede carecer de ingresos monetarios pero formar parte de
redes, de grupos, de vínculos de solidaridad que enriquezcan más a los
seres humanos que todo el oro del mundo.
Por eso, el registro efectivo de los pobres que existen en un lugar y en
un momento determinado debería hacerse a través de variables complejas,
capaces de detectar tanto la situación cuantitativa como los rasgos
cualitativos del fenómeno. Pero eso es desgraciadamente muy difícil de
conseguir, sobre todo, en países donde los registros estadísticos están
más atrasados y que, además, suelen ser en los que hay mayor número de
pobres.
Por otro lado, la pobreza es una situación relativa. Un pobre en un país
donde haya servicios públicos universales y gratuitos es “menos pobre” que
otro que viva en un país sin servicios públicos, aunque puede que sea
extraordinariamente pobre en relación con los ricos de su país.
Ser pobre no es sólo tener menos de una determinada cantidad de dinero,
aunque seguramente decir que hay un determinado número de personas con
menos de un dólar diario para vivir sea suficientemente indicativo de cómo
puede sobrevivir esa población.
En definitiva, todas estas consideraciones vienen a indicar que “medir” la
pobreza es siempre una cuestión muy discutible. Cualquier dato sobre el
número de pobres es más que cuestionable. Hay que conocer la metodología
para su obtención y, sobre todo, el concepto de pobreza que se ha
utilizado.
Pero a pesar de esas dificultades y limitaciones, creemos que es útil que
se proporcionen datos de pobreza porque, de esa manera, se puede reflejar,
por muy inexactamente que sea, una realidad siempre dolorosa y demasiadas
veces criminal. Aunque, naturalmente, hay que aprender a depurar los
datos, a leer las estadísticas y a saber distinguir las que se hacen para
alumbrar de las que tratan, por el contrario, de echar un velo de
oscuridad sobre los fenómenos.
Sobre Venezuela, como ocurre en casi todos los países del mundo, no se
dispone de datos que sean incuestionables, que se puedan aceptar sin más
como definitivos, pero sí se conocen algunas aproximaciones y estimaciones
que, aunque con diferente metodología, permiten saber los grandes rasgos
del problema. Y sería deseable, por cierto, que el actual gobierno
bolivariano profundizase en el conocimiento de la realidad social, que no
la oculte nunca y que base en su estudio riguroso la lucha contra la
pobreza y la miseria. Sin conocer con la mayor exactitud un fenómeno es
muy difícil que se pueda resolver.
Veamos entonces lo que dicen algunas estimaciones que se han realizado
para Venezuela por académicos u organismos internacionales.
El último informe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo
(PNUD) se refirió a la situación de la pobreza en Venezuela. El informe
señala que Venezuela no sólo no empeoró su índice de desarrollo humano
sino que incluso mejoró un puesto en la clasificación por países. Es
verdad que eso puede ser consecuencia de que otros países vayan aún peor,
pero lo cierto es que, en términos relativos y según este programa de las
Naciones Unidas, Venezuela no ha empeorado.
El informe de las Naciones Unidas dice expresamente que el índice de
pobreza tampoco ha empeorado sino que, aunque mínimamente, incluso ha
bajado.
Se trata de un dato relevante porque, en el periodo analizado por el PNUD,
Venezuela vivió un sabotaje económico por parte de las clases adineradas
como seguramente no haya padecido nunca en la historia otra nación. El
sabotaje dio lugar a una caída del 5% en el PIB per capita y es
significativo, sin embargo, que esa caída no se manifestara en una pérdida
de posiciones de Venezuela en el ranking mundial del PNUD.
Tampoco se ha agravado ni el porcentaje de personas que viven con menos de
un dólar diario (15%) ni el de las personas que viven con menos de dos
dólares al día (32%).
Y lo que sí es realmente significativo –aunque no parece que sea tenido en
cuenta por la oposición al gobierno de Chávez- es que el porcentaje de
personas en estas condiciones sí que era mucho mayor en la etapa política
anterior. Así, el porcentaje medio de personas que vivían con menos de un
dólar entre 1982 y 2000 fue del 23% (ocho puntos más que ahora) y con
menos de dos dólares el 47% (quince puntos más que ahora).
Otro indicativo indirecto de pobreza es el ingreso per capita y resulta
que, a pesar del referido sabotaje, tampoco ha bajado en Venezuela, al
menos, según los datos de la CEPAL.
Según este organismo, en 1997 el porcentaje de personas con ingreso per
capita menor que el ingreso medio nacional era del 70,8% y el de personas
con un ingreso menor a la mitad de ese ingreso medio era del 40,7%.
Pues bien, según la CEPAL, en 2002 esos porcentajes habían bajado al 68,7%
y al 38,8%.
Además, la CEPAL indica que, aunque levemente, también ha mejorado la
distribución del ingreso en Venezuela.
En 1997 el porcentaje del ingreso nacional que recibía el 70% de los
hogares más pobres era del 38,7%, mientras que el 30% más rico disfrutaba
del 61,3% de la riqueza.
En 2002, esos porcentajes habían pasado a ser del 39,2% para el 70% más
pobre y del 60,8% para el 30% más rico.
Desde luego, se trata de una mejora en la distribución muy leve, demasiado
escasa como para que las clases adineradas se quejen de ella, pero al
menos lo suficientemente significativa para que las más pobres comprueben
que se avanza hacia una menor desigualdad, como propugna el presidente
Chávez.
¿Quién creó los pobres en Venezuela?
Si estos datos permiten indicar que Chávez no ha creado más pobreza de la
que había, la pregunta que uno tiene que hacerse entonces es evidente,
¿quién creó la pobreza en ese país?
Pues bien, los datos disponibles permiten comprobar que la pobreza masiva
se generó en Venezuela a lo largo de los años ochenta.
No es algo que pueda sorprender. En casi todos los lugares del mundo
ocurrió lo mismo porque fue a partir de esa década cuando se comenzaron a
aplicar las políticas neoliberales que, de una manera absolutamente
indiscutible, son las que han traído consigo un aumento de la desigualdad
y la pobreza sin igual en todo el planeta.
Así, según datos que hizo públicos en su día el Banco Central de Venezuela
y que fueron obtenidos siguiendo la metodología de cálculo de la pobreza
desarrollada por el premio Nobel Amartya Sen, en el primer semestre de
1990 la pobreza extrema afectaba al 29,45% de la población y a finales de
1996 había subido al 65,32% de la misma. La tasa de pobreza total pasó
entre esos años del 70,36% al 85,78% (José Ignacio Silva y Reinier
Schliesser. “La evolución de la pobreza en Venezuela”. Banco Central de
Venezuela. Caracas, 1998).
El índice de privación absoluta normalizado que igualmente refleja, desde
otro punto de vista, la situación de pobreza aumentó del 32,98% en 1990 al
54,86% en 1996.
No cabe duda, pues, de que los pobres estaban ya antes de que Chávez fuera
elegido presidente y comenzase a gobernar.
Otros estudios elaborados por el doctor Matías Riutort también muestran el
lejano origen de la pobreza en Venezuela, donde señala que la tasa de
pobreza creció desde casi el 25% en 1970 al 75% en 1997.
Sin embargo, sus estimaciones son algo más negativos para el gobierno de
Chávez pues indica que en 1998 había en Venezuela un 57,6% de hogares por
debajo de la línea de pobreza y que en 2001 habrían llegado al 62%.
Sin embargo, ese mismo estudio reconoce que mejoró tanto la distribución
como la pobreza extrema (Matías Riutort. La Pobreza en el Trienio 1999 –
2001. En www.pnud.org.ve/email/Contenidos/ boletin_02/Pobreza%2099-2001.pdf).
Incluso si se aceptaran como buenos estos datos más negativos, y no los
positivos que han mostrado los organismos internacionales, nos parece que
se pueden obtener tres conclusiones claras.
1. La generación abundante de la pobreza en Venezuela se produce antes de
que llegara Chávez al poder.
2. Incluso aceptando como buenas las estimaciones más negativas, el
aumento en la cifra de pobreza no es tan sustantivo como afirman los
opositores al proceso revolucionario.
3. Ha mejorado la distribución de la renta y la pobreza extrema, lo que
significa dos cosas. Primero, que ha habido políticas efectivas contra la
pobreza. Y segundo, que la causa de la pobreza, y de su aumento, es
estructural y requiere medidas que van mucho más allá de la simple
redistribución de recursos. Dicho de otra manera, que ésta no es
suficiente.
La pobreza estructural del neoliberalismo
Para entender el proceso de generación de pobreza en Venezuela, en
realidad muy parecido al que se ha producido en otros países de América
Latina, hay que atender a los rasgos estructurales de su economía. Los más
destacables, entre ellos, son el enorme crecimiento demográfico (de 5
millones en 1950 a 27,1 millones en 2000) que no ha ido acompañado de
creación paralela de puestos de trabajo (desde 1990 se han incorporado más
de 4 millones de personas a la oferta laboral y sólo se han creado 470.000
puestos de trabajo), la fuga de capitales (que debe haber alcanzado un
total de 100.000 millones de dólares) y la consolidación en los últimos
decenios de una economía rentista que destruía la base agraria e
industrial y dilapidaba al mismo tiempo los siempre mal distribuidos
ingresos petroleros. A eso se añadió el debilitamiento de las ya de por sí
escasas políticas sociales que llevó directamente a la miseria a las
clases desfavorecidas que traía consigo el enorme crecimiento demográfico.
La pobreza que se fue acumulando durante los años ochenta y noventa creo
una sociedad dual, con una masa gigantesca de excluidos sin acceso no sólo
al mundo del trabajo sino a la educación o a los servicios sociales.
Es por eso que para salir de la pobreza no hace falta solamente poner la
máquina económica a mayor velocidad, es decir, crecer más.
Desgraciadamente, la economía que dejó la etapa neoliberal de Venezuela,
como en otros países del mundo, es un organismo enfermo que cuando crece
hace crecer también su enfermedad. Hay que cambiar las bases
estructurales, modificar los rasgos básicos, reorientar las líneas de
avance… y eso es algo que llevará mucho tiempo. El problema de la pobreza
es que crea empobrecimiento, un círculo fatídico que no se resuelve
solamente proporcionando más ingreso monetario a los pobres. Hay que
educarlos, darles salud, ubicarlos socialmente, incluirlos de donde fueron
expulsados nada más nacer: de las relaciones sociales, de la cultura, de
la socialización compartida, de la participación política.
Las políticas neoliberales dejaron fuera de la vida social, económica y
política a tres cuartas partes de la población y ahora sus defensores
piden que quienes van en otra dirección resuelvan en unos pocos años la
miseria gigantesca que crearon a lo largo de decenios. Sería risible si no
fuera por lo dramático que es.
Los que se callan ante un país gigante como Estados Unidos que crea un 12%
de pobreza anual gritan como energúmenos ante un país que ellos
empobrecieron y que ahora trata de avanzar por un camino diferente.
¿Por qué se ven entonces ahora tantos pobres?
A pesar de que la realidad de las cosas es otra, como acabamos de señalar,
los opositores a Chávez están convencidos de que ahora hay más pobres y
nosotros creemos que se trata en realidad de una singular confusión.
En realidad, no es que haya más pobres sino que ahora los ven.
Lo que ha sucedido es que la pobreza se ha hecho visible en Venezuela,
entre otras cosas, porque ahora los pobres votan y eligen al gobierno que
mejor les parece.
El Presidente Chávez ha dicho muchas veces que los problemas económicos
venezolanos no se pueden resolver en pocos años. Y ha señalado lo largo
que será el camino para combatir la pobreza en lo que ésta tiene de
insatisfacción material pero también de exclusión y de carencia espiritual
y humana. Pero afirma con razón que para salir de ella hay que dar un paso
previo: dar el poder a los pobres. No es la condición suficiente pero es
absolutamente necesaria.
Eso es lo que ha hecho y eso es lo que ha producido la perturbación
psicológica que parece afectar a tantos opositores al Presidente Chávez.
Una perturbación derivada de haber vivido tantos años de espaldas a
millones de sus compatriotas que en lugar de convivir con ellos en sus
lujosas colinas comenzaron a ocupar sin orden los cerros. Cerraron sus
ojos para disfrutar ellos solos de la opulencia y el bienestar y al
abrirlos se encontraron de frente con millones de desheredados que un día
decidieron que ellos también tenían derecho a elegir su destino.
Quienes no quisieron reconocer que el egoísmo de años atrás había generado
esa legión de pobres no tienen más remedio que echarle la culpa a Chávez.
Pero no llevan razón. La prueba es que los pobres, aunque sepan que
seguirán siéndolo mucho tiempo –porque fue mucho lo que le robaron- ya se
empiezan a sentir ricos, solamente, porque alguien en el antaño lejano
Palacio de Miraflores ahora les presta su voz, porque les llevan médicos a
sus barrios, porque les empiezan a curar sus dientes para que puedan
sonreír sin vergüenza, porque los enseñan a leer, porque comienzan a
darles viviendas, o simplemente agua, algo tan sencillo como eso.
Los ricos ven más pobres y los pobres se sienten más ricos aunque no lo
sean monetariamente porque son más personas, más ciudadanos, más
democráticamente poderosos. Eso es todo.
Por eso están con el Presidente Chávez. La oposición que vivió de espaldas
a su propia sociedad no lo entiende pero en realidad es bastante fácil de
entender: Lo que sucede es que los pobres son eso, pobres, pero no tontos.
Juan Torres López (www.juantorreslopez.com) y Alberto Montero Soler son
profesores de Economía Aplicada en la Universidad de Málaga (España).