Revista académica de economía
con
el Número Internacional Normalizado de
Publicaciones Seriadas ISSN
1696-8352
Luis C. Oliveros B.
(CV)
Economista
luis_cesar_13@yahoo.com
Debido a la urgente necesidad de una reforma fiscal en Chile, se decide disminuir el tamaño del estado (en 1973 el estado controlaba más de 400 empresas, las cuales manejaban el 40% del PIB, por lo tanto es fácil decir que el componente más importante en la inversión era el público), promoviendo un agresivo programa de privatizaciones y reacomodo de las finanzas públicas. Esta reforma estaba orientada a una menor presencia y papel mas reducido del estado en la economía. El mercado pasó a ejercer una amplia influencia. Sin embargo rápidamente se dieron cuenta que el mercado podría ser más eficiente y estimular mejor el crecimiento económico si estaban respaldados por instituciones modernas que complementen su acción. En ningún país del mundo los mercado son autosuficientes, por lo que necesitan en ciertas ocasiones de un guía, de alguien que les permita mejorar su funcionamiento.
El paso más importante en este aspecto fue fortalecer al estado modernizando su sistema tributario, mejorando la eficiencia tributaria. Con esto se logró un mayor y mejor control de sus finanzas públicas y al mismo tiempo se adoptó tasas uniformes, ampliando la base de tributación y dando señales claras a los empresarios.
También destacan en estas reformas tributarias dos aspectos como lo son: el establecimiento de objetivos precisos y claros en la instrumentación de los impuestos. Cada impuesto que se creó, se le asignaba una meta y una necesidad, lo cual facilitaba la manera de aplicarlo. Y el control de la evasión tributaria, poniendo especial énfasis en los castigos o sanciones para tratar de disminuir la evasión.
Para que tengamos una idea de donde se encuentra nuestro país, la participación en el PIB no petrolero de los impuestos apenas alcanza el 12%, contra un casi 20% del promedio de América Latina.
Como dijimos en el caso de las reformas comerciales, la tributaria también tuvo un apoyo muy importante en otros componentes de la política económica. Las reformas adoptadas en conjunto, con un mismo horizonte y definiendo desde el comienzo el objetivo a lograr, alejan las inconsistencias y hacen que el éxito se pueda alcanzar de una manera más fácil y mejor.
Como vemos un gran aprendizaje de la experiencia chilena es que el Estado en su función de lograr los mejores resultados en el plano económico, debe establecer objetivos claros y precisos, tratando que todas las piezas de la política económica se muevan alrededor de la búsqueda de esos resultados. Con esto se alcanza la credibilidad entre los agentes económicos, los cuales sentirán confianza en que el sistema desarrollado tendrá duración y buen comportamiento en el tiempo.
No es la idea con estas dos entregas copiar políticas o modelos económicos de otros países, los cuales es evidente que han tenido realidades muy distintas a las nuestras. Pero no está de más aprender un poco la manera de instrumentar ciertas políticas ó de enfrentar algunos problemas, revisando tanto éxitos como fracasos, para tratar de mejorar nuestra forma de hacer política económica.