Revista académica de economía
con
el Número Internacional Normalizado de
Publicaciones Seriadas ISSN
1696-8352
Luis C. Oliveros B.
(CV)
Economista
luis_cesar_13@yahoo.com
El 20 de noviembre del año 1996 Lester Thurrow, en una Conferencia Internacional sobre la Industria Petrolera, realizada en el CIED, expresó ideas como que “...es indudable que existe una sola fuente de ventaja estratégica a largo plazo: las habilidades y los conocimientos de las personas”, afirmando además que “una empresa mal capacitada será un fracaso en el siglo XXI”. Estas mismas ideas son la primera lección que nos encontramos al leer su libro “La Guerra del Siglo XXI”. Por otra parte, el Premio Nobel de Economía Amayrta Sen habla que la educación no solo mejora la eficiencia de las personas, sino que también incrementa su nivel de vida al beneficiarse de poder leer, opinar, elegir con mejor información, etc...Estas ideas no son para nada nuevas, ya Adam Smith en su análisis de los determinantes de la producción, resalta el papel de la educación en el mejoramiento de las capacidades humanas, lo que era favorable a la producción de bienes.
Todo esto a propósito del inicio del año escolar en nuestro país, lo cual en la mayoría de los países significa un año más de formación a su capital humano, pero que para nosotros se traduce en mas personas alejadas del sistema educacional y por lo tanto disminuyendo sus posibilidades de mejorar su nivel de vida.
Un estudio del IESA sobre la situación social en Venezuela, llega a la conclusión que el factor que más protege contra la pobreza es el número de años de escolaridad, este factor minimiza la probabilidad de quedar desempleado y aumenta la de percibir un ingreso más alto. Entre las cifras presentadas destacan que actualmente el promedio de escolaridad es 7 años por habitante, solo el 32% de los que se inscriben en el primer grado llegan al noveno grado, mientras que solo el 16% se inscribe en el quinto año. El 25% más pobre solo alcanza casi 5 años de escolaridad. Ante tales resultados, pareciera que la lucha contra la pobreza está bien complicada.
Hace unos meses escribí que la educación era una nueva forma de acumulación de capital, que representaba una sólida base para la prosperidad económica y la estabilidad social, sin embargo en nuestro país, y a pesar de los anuncios oficialistas, la realidad es que los índices de deserción se han incrementado, la infraestructura de muchas escuelas públicas es inadecuada y nuestro sistema educativo sigue estando pésimamente organizado, con centralismo, burocracia y sueldos muy bajos.
Ante esta realidad, y tomando en cuenta los esfuerzos (y resultados = “adquerir”) de las políticas gubernamentales, no nos queda más que seguir siendo pesimistas sobre el deplorable futuro que nos espera.