Revista académica de economía
con
el Número Internacional Normalizado de
Publicaciones Seriadas ISSN
1696-8352
Luis C. Oliveros B.
Economista
luis_cesar_13@yahoo.com
Resumen
El presente artículo toca el tema de la solvencia fiscal de
Venezuela. En él repasamos la actual y delicada situación fiscal es que se
encuentra el Estado venezolano, a la vez que analizamos sus causas y algunas
fórmulas para la solución.
En
cualquier curso de macroeconomía, la segunda lección (la primera es el
análisis del PIB) tiene que ver con Presupuesto Público, ingresos y gastos
fiscales, déficit fiscal y sus vías de financiamiento. Al analizar la
gestión fiscal en Venezuela en los últimos 4 años, nos encontramos con un
incremento sostenido del gasto público (bastante ineficiente), sin su
contraparte en los ingresos, lo que ha derivado en persistentes déficit
fiscales. Lo más grave de esta situación es, que la estrategia de
financiamiento de esta brecha entre ingresos y egresos está basada en el
creciente endeudamiento interno a costos elevados, plazos de vencimiento
cortos y alta concentración de su tenencia en el sistema financiero. Para
que tengamos una idea de todo esto, cuando Chávez asumió el gobierno la
deuda interna era apenas de Bs. 2,3 billones, el año pasado el BCV reporta
una deuda interna de Bs. 14,5 billones (incremento de casi 7 veces y
equivalentes a casi 13% del PIB). Este crecimiento acelerado, que llega a
representar un alto porcentaje del endeudamiento total de Venezuela, se ha
convertido en una pesada carga para el Fisco Nacional, originando un
problema tanto por la elevada suma de deuda, los altos intereses a los que
han sido colocados de estos instrumentos, y la alta concentración de
vencimientos en el corto plazo, generando altos costos fiscales.
Para resumir podríamos decir que la ineficiencia del gasto fiscal, el mal manejo de la Tesorería Nacional, el desacertado uso del FIEM y las erróneas políticas de crédito público, son el resultado, que en gestión fiscal, exhibe este gobierno.
Venezuela, por tener un mercado de capitales de reducido desarrollo, un mercado monetario con escasa diversificación de instrumentos pasivos y con la ausencia de fondos de pensiones, el mercado financiero (casi el 40% de sus activos son títulos públicos emitidos por el Gobierno Central) se erige como la única herramienta disponible para tratar de oxigenar la delicada situación fiscal gubernamental. Esta situación lejos de beneficiar al país, lo que hace es profundizar la pérdida de importancia del mercado accionario y trastornar la función de intermediación de las instituciones financieras.
Para este año la situación pareciera complicarse mucho más, en vista de que por un lado los ingresos fiscales petroleros no alcanzan niveles “normales”, y pareciera que a la nueva PDVSA le queda un buen camino por recorrer para la normalidad (sin tomar en cuenta la caída en los precios petroleros de los últimos días), y por el otro los ingresos fiscales por impuesto sobre la renta, IVA y Débito Bancario caen en función de la reducción de la actividad económica, caída estimada en más de 12% del PIB, cifra record en nuestro país.
Ante la difícil situación fiscal vivida en los actuales por el gobierno, se emprenden dos medidas nefastas para tratar de mejorarla, la primera es el control de cambios que, además de conseguir una disminución a las salidas de capitales, buscaba proteger la base de depósitos de los bancos y permitir la expansión de los espacios para la adquisición de deuda pública interna. La otra medida, es la exigencia de Chávez al BCV de controlar las tasas de interés en un máximo de 30%, lo que obedece a la necesidad del gobierno de bajar “el volumen exagerado” de la deuda interna. En el fondo el argumento del mandatario nacional no busca beneficiar a la Pymis, sino bajar los intereses de una deuda que, en palabras textuales “lo está asfixiando”.
En vista de la ausencia de un programa económico coherente y consistente, la
solvencia temporal de la gestión fiscal queda en entre dicho, incrementando
el riesgo de default sobre la tenencia de obligaciones públicas
venezolanas, lo que origina que la formación de expectativas de los agentes
económicos se empeore.