Revista académica de economía
con
el Número Internacional Normalizado de
Publicaciones Seriadas ISSN
1696-8352
Luis C. Oliveros B.
Economista
luis_cesar_13@yahoo.com
Los actuales niveles de endeudamiento público
alcanzados por parte de este gobierno, han colocado la situación de
nuestras finanzas públicas en un gran peligro, afectando enormemente
la sostenibilidad de la política
fiscal en el largo plazo. Estos altos niveles de deuda generan
incertidumbre, problemas de percepción de riesgo financiero y de
insostenibilidad fiscal (amén de la baja transparencia y alta
discrecionalidad en su manejo).
La pérdida de espacios de áreas tan importantes como la educación,
la salud, justicia e infraestructura en la estructura del gasto
público, ocupados por los gastos en intereses de deuda (pasaron de
un 9% del PIB en 1999 a un 21% para este año), constituye una
desviación de las funciones estatales.
Para que tengamos una idea de este problema, la deuda interna
representaba
en 1999 casi un 6% del PIB y la externa un 23%, lo que totalizaba un
29% del PIB en deuda pública total. La estimación para este año, es
que la deuda interna se coloque en un 16% y la externa pase a un
34%, lo que totalizaría un 50% del PIB. Un logro del que está muy
orgulloso nuestro Ministro Nobrega, es el cambio en la composición
de la deuda venezolana: de un 20/80 a 30/70 en la relación interna /
externa. No obstante lo que parece no darse cuenta es que este
crecimiento en la deuda interna ha llevado a problemas en el sistema
económico interno venezolano, debido al incremento generado en las
tasas de interés y en la actitud de los bancos de alejarlos de su
función principal (intermediación financiera), para
convertirse en compradores de bonos estatales con rendimientos
extraordinarios (además del desvío del ahorro generado por los
agentes económicos, el cual no está generando el financiamiento para
la inversión, sino se está canalizarlo hacia el gasto público no
productivo). Este incremento en las tasas y la disminución en la
oferta crediticia bancaria, hace que la inversión privada enfrente
cuellos de botella muy fuertes, los cuales impactan instantáneamente
en el crecimiento de la economía generando depauperación económica
en la población: incremento en la desempleo, inflación (las altas
tasas traen alzas de costos y la caída en el crecimiento genera
escasez de productos) y disminución en al oferta de bienes públicos,
los cuales como ya vimos pierden terreno en el presupuesto nacional
por los servicios de la deuda.
Debemos tener claro que el endeudamiento público se produce
básicamente por la imposibilidad del estado de cubrir sus gastos con
los ingresos ordinarios que genera, ingresos que en caso venezolano
provienen en gran parte de la renta petrolera y el resto se reparte
entre el ISLR, IVA e IDB, este último coyuntural, pero
lamentablemente ocupando una posición importante dentro del total,
en virtud de la caída pronunciada de los dos primeros (lo cual es
bastante lógico debido a la fuerte recesión que estamos viviendo).
La salida irremediablemente debe ser: respetar las reglas del FIEM,
incrementar la facturación de ingresos no petroleros, no aumentando
las tasas de los impuestos (efecto curva de Laffer), sino ampliando
la base de recaudación, reestructurar plazos de deuda y realizar un
proceso de privatizaciones y concesiones públicas. Decisiones
aparentemente sencillas, pero lejanas de la realidad revolucionaria.