Revista académica de economía
con
el Número Internacional Normalizado de
Publicaciones Seriadas ISSN
1696-8352
Luis C. Oliveros B.
(CV)
Economista
luis_cesar_13 en yahoo.com
El papel del Estado es “sencillo”:debe fomentar con sus políticas de gobierno, las condiciones necesarias para garantizar el normal desenvolvimiento de las actividades económicas de las empresas. Debe proveer una infraestructura de calidad, debe saber alcanzar una estabilidad macroeconómica y política perdurable en el tiempo y saberla promocionar para utilizarla entre los inversionistas, pero tal vez lo más importante, es ofrecer fortaleza en las instituciones (la tan deteriorada, pero imprescindible credibilidad). Sin estos elementos, el alcance de un buen nivel competitivo para las empresas nacionales se torna muy cuesta arriba.
Pero si el rol del Estado
es fundamental, no podemos restarle obligaciones a los empresarios, y es
que de una actitud autoprotectora deben pasar a un planteamiento mas
abierto y dinámico, porque solo así se podrán insertar en una economía
global cada día más globalizada. Las empresas deben priorizar medidas que
las ayuden a alcanzar nuevos nichos de mercado, diversificar su producción
e incorporar valor agregado a sus productos. Para alcanzar todo esto, la
primera herramienta que siempre se enumera es la tecnología, no obstante
contar con una mentalidad innovadora, que ayude a emprender nuevas
fórmulas para alcanzar mayor competitividad pareciera ser la mas
importante y vital de las cualidades con las que debe contar toda empresa
que quiera montarse en ese tren. Lamentablemente nuestro país representa
un ejemplo de las cosas que no deben hacer estos dos actores, si quieren
alcanzar el status de competitivos.
Por un lado tenemos que nuestro Estado desde hace muchos años, no cumple
con su parte de este “trato por la competitividad”, ya que los venezolanos
tenemos bastante tiempo (podríamos hablar de mas de 32 años), sin gozar de
un ambiente macroeconómico estable y de un estado civil fuerte, muy por el
contrario, la historia de desequilibrios fiscales y monetarios, y la
agitación política de los últimos 12 años, no crean el caldo de cultivo
propicio para avanzar en los niveles de competitividad. Y por el otro una
gran parte de los empresarios venezolanos se acostumbraron a las bonanzas
petroleras, al competir amparados en diferenciales cambiarios, subsidios,
en fin cualquier subvención que Papá Estado pudiera ofrecer, sin darse
cuenta de cosas tan elementales como por ejemplo, mientras la totalidad de
sus ingresos eran en bolívares devaluados, un porcentaje importante de sus
costos se generaban en dólares cada día más costosos.
Al final, un Estado incapaz de ejecutar políticas coherentes y una buena
cuota de empresarios sin mentalidad emprendedora, se unieron para
colocarnos en un lugar bien bajo de competitividad en el mundo.
Alguien escribió que “un país competitivo entraña un cambio de mentalidad
colectiva”, y esto pareciera ser lo que se podría aplicar en el caso
Venezuela. Debemos recordar, porque a pesar de que la tarea es ardua, y
difícil, los beneficios económicos y sociales son demasiado valiosos.